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Ovnis en la cordillera, historias y reflexiones sobre la primera ruta ufológica de sudamérica

Enviado por carlos


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Historias

LAS HISTORIAS QUE AQUÍ SE DESARROLLAN, OCURREN EN SECTORES PERTENECIENTES TODOS A LA COMUNA DE SAN CLEMENTE.

MARCELO NAVAS

El relato más antiguo al que tuve acceso, proviene de una casualidad, una afortunada casualidad. En una de mis rondas por las poblaciones San Clementinas, golpeando puertas, preguntando a la gente su opinión y si ha tenido o no alguna experiencia de índole ufológica, llegué a una casa, como otras tantas veces, y al llamado acudió una amable mujer, que ante mis preguntas no tenía mucho que compartir, por lo que la entrevista fue breve, luego de la despedida abandoné su morada para dirigirme a alguna otra donde continuar con mi trabajo, seguí caminando, entrevistando a personas, no sé por qué, digamos que fue una feliz coincidencia, pero decidí devolverme por el mismo camino, golpeando nuevamente en aquellos lugares donde no me habían abierto para hacer una investigación exhaustiva, donde no quedara ningún sitio sin revisar, no quería perder caso alguno, sabía que por la zona se olía una buena historia, pero sólo tenía una forma de saberlo y era ir casa por casa. Estaba en esto cuando desde el lugar que hace un rato había dejado, la misma señora, me llamó amablemente, afirmando que su esposo quería hablar conmigo, acepté su invitación sin vacilar, no se hubiera tomado el trabajo de buscarme si no fuera por algo importante, me hizo pasar y ahí estaba el señor Navas (63), hombre serio, ya entrado en años, sentado en un sillón del living de su casa, me ofrecieron un refresco, el calor era insoportable así que adivinarán mi respuesta, me dijo que quería hablar conmigo porque tenía una historia que contar además de mucho que opinar sobre la materia que me encontraba investigando, en esa oportunidad no fue mucha la interacción, me dispuse a escuchar atentamente aquello que se había tomado el tiempo y la molestia de decirme, pudo haberme dejado pasar, ignorado, no soy ningún ufólogo reconocido para despertar el interés de conversar conmigo en una persona que no me conoce, menos si el único beneficio que obtendría sería el desahogo de externalizar sus sentimientos y pensamientos, este hombre quería confesarse, supongo que tenía las ansias de hablar con alguien que entendiera lo que él pensaba, que se preocupara por los mismos temas y que no pensara al escucharlo hablar que estaba loco.

Uno de los objetivos que persigo es demostrar que el fenómeno OVNI que se presenta en San Clemente como en cualquier otra parte del mundo, no es una moda sostenida por el cambio de milenio o el fin del calendario maya, por series, películas o juegos de video. No quiero que se piense, menos que se asocie la ufología a estos productos, que no aportan casi nada al desarrollo de esta mal considerada pseudo ciencia, que más bien buscan aprovecharse de esta para que los beneficios comerciales se vean incrementados. Los OVNIS no aparecieron con E.T. o los Archivos Secretos X, ya se han hecho observar hace muchos años, más de los que se imaginan, en lo personal pienso que se han visto sobrevolando o bajo las aguas de nuestro planeta por miles de años y el protagonista de la siguiente historia también piensa igual.

Marcelo Navas es de los que creen que nosotros, los seres humanos somos una creación, no de Dios, la evolución o por el trabajo mancomunado de ambos, sino que de seres alienígenas venidos de algún recóndito lugar del universo hace milenios atrás. Él piensa, que en el desarrollo de la humanidad intervino el conocimiento venido de las estrellas, que deliberadamente quiso que nuestra inteligencia destacara por sobre las del resto de animales que pueblan la tierra, pero según están las cosas ahora y por como se ha desarrollado la raza terrícola dominante a lo largo de su historia conocida, lo más seguro es que al planeta le convendría que esto no hubiera ocurrido, de la forma en que se realizó por lo menos. En resumen, él apuesta a que manipulación y evolución se dieron la mano en nosotros determinando nuestro desarrollo futuro.

Esta historia nos hará viajar más de 30 años en el pasado, a un San Clemente con otra fachada, pero con el mismo espíritu. Es así, que en pleno centro de la ciudad a las 11:30 de la mañana, mientras unos se preparaban para el relajo que acompaña la hora del almuerzo, otros al igual que don Marcelo serian testigos de una aparición que ha permanecido muy presente en sus protagonistas, a pesar del paso de los años. Cuenta que estaba él parado sobre la vereda conversando con un amigo, una escena espontanea, cotidiana, nada más opuesto a lo que se les aproximaba. Todo transcurría normal, todo era rutinario, hasta que una persona se atrevió a mirar el cielo parcial de aquella mañana de primavera, para descubrir que desde el norte se acercaba lento sobre las nubes, un objeto gigante, de cientos de metros, verde, tan grande que a pesar de la nubosidad su luminiscencia y forma no era opacada por ella, el hombre que lo vio llegar, no pudo hacer más que apuntar al cielo con esa cara de conmoción que debe haber puesto ante semejante titán flotante, que al resto no le quedó de otra más que hacer lo mismo, el descrédito de lo que sus ojos estaban percibiendo no le impidió a nuestro testigo saber casi de inmediato que aquello era un OVNI, específicamente una nave madre, una nodriza sobre los cielos de la comuna, a la que las nubes intentaban cubrir, pero les era imposible, era muy grande y brillante para que la naturaleza pudiera ocultar del ojo humano semejante aparato. Simplemente avanzó, sin ruido y sin prisa, cruzó el espacio aéreo de la ciudad ante las miradas atónitas de las personas que junto a don Marcelo fueron los elegidos para estar ahí y maravillarse. Esta vez nadie salió corriendo, aunque estoy seguro que el miedo estaba instalado en muchos, menos en nuestro protagonista que no cabía en su sorpresa, asombro es todo lo que podría describir de sensación en aquellos instantes.

La luz avanzó por sobre las nubes, sin exhibirse por completo, pero su forma sin ángulos, daba una pista de como debió haber sido. La visión se pierde, se aleja de aquellos estupefactos ciudadanos, ya va a lo lejos y después de unos minutos de observación deja de estar disponible a la curiosidad del ser humano. Pasó paralelo a las nubes que lo acompañaban, tal vez impulsado por el mismo viento que las paseaba, a lo mejor eso explica la falta de ruido. El objeto no dejó estela tras de sí, tampoco un rastro para determinar hacia donde se dirigía, si al espacio, a la cordillera, al agua o pasaba por ahí para recoger a las naves menores que cobijaba en su interior, según lo que el informante esgrime como la explicación al fenómeno observado. El señor Navas se alinea con esta última postura, siendo fiel a lo que piensa desde siempre, que no se crea que a partir de ahí empezó en él esta afición por la ufología, que lo ha llevado a tener tales creencias sobre OVNIS, extraterrestres y la vida en este planeta, supongo que este hecho sólo hizo que confirmara sus sospechas, y espero que el hablar de esto conmigo, otro aficionado a los mismos temas que él le haya sido de ayuda, tal vez, lamentablemente en su vida no ha tenido la suerte de conocer tantas personas con los mismos conocimientos e intereses, por lo que compartir, debatir ideas y puntos de vista, más que un ejercicio de investigación, se transformará en un aliciente en su vida y en la mía, para saber que gente con las inquietudes de nosotros no están solas, ni locas o que las teorías que uno puede desarrollar no son tan descabelladas como se podría imaginar.

ORLANDO URRUTIA

En este caso espero que concuerden conmigo en que es uno de los más espectaculares y poco usuales que he tenido la oportunidad de tomar conocimiento, es de esas historias de OVNIS única, tanto por las circunstancias que rodean el caso como las características del mismo, es un relato completo que incluso contiene ingredientes de humor, tiene todos los elementos necesarios para convertirse en un buen capítulo de televisión, en alguna serie donde la ufología este presente.

Llevaba varios días entrevistando gente para el estudio, sin saber que al lado de las oficinas de la dirección comunal de turismo, el que fue mi cuartel general en ese entonces, estaba la historia de mi vida. Muy, pero muy cerca de ahí, existe el gimnasio municipal, un recinto deportivo donde el fútbol de salón, más conocido en Chile como "baby fútbol" es el deporte rey y en el que por las tardes desempeña labores don Orlando Urrutia. En una de esas eventualidades a las que uno llama destino, me acerqué a aquel lugar para tomar locomoción, ya no tenía nada más que hacer en San Clemente, la labor diaria había terminado y la noche se acercaba, cuando este hombre de 63 años y pelo cano salió de su local de trabajo para toparse conmigo, yo impulsado por una fuerza a la que podría llamar intuición, que me llevó a hablarle y salvar un día bastante flojo, eché manos a la obra, le hice las preguntas de rigor y esto es lo que me contestó.

A principio de la década de los 90, Chile vivía tiempos convulsionados, estábamos en plena transición desde la dictadura a la democracia propia de los estados libres, y mientras el país se revolucionaba socialmente, era apodado el jaguar de América del sur, por el rápido crecimiento económico que junto al tigre de la Malasia y otras fieras las conducía al desarrollo, al primer mundo, al que paradójicamente aún no llegamos 20 años después. En San Clemente mientas tanto, permanecían ajenos a todos estos temas, sobre todo el señor Urrutia, que en esos días estaba más preocupado del campeonato de fútbol en el cual participaba junto a sus amigos, que de las transformaciones políticas y sociales que sufría su patria. Estaba bastante esperanzado, pues contaba con un plantel de primera y sus instintos no lo engañaron, porque su equipo terminó disputando la final del certamen deportivo en la cancha del sector de Santa María y mejor aún, venciendo en esta última instancia, coronándose campeones de aquel torneo, supongo que si se puede poner una banda sonora al momento seria "we are the champions" del grupo Queen, un verdadero himno de estos gloriosos instantes. No podían esta mejor las cosas para este grupo de amigos, que esa noche de verano se transformaron en los reyes del día, además, dejar el lugar sin ser celebrados, constituiría un insulto, así que después de comer y beber como los monarcas que eran, terminaron todos (casi) embriagados, de triunfo, felicidad y alcohol. Un evento deportivo de esta jerarquía no iba a cambiar la vida de ninguno de sus participantes, ellos lo sabían, pero no por ese motivo la alegría sería menor al igual que las ganas de celebrar.

Al terminar los festejos, las 15 personas que componían la caravana, debieron volver a sus hogares, sin imaginar siquiera, lo que a la vuelta de la esquina el destino estaba tramando con ellos. Dos carretelas eran las que horas atrás habían trasladado a un equipo de fútbol con ansias de gloria y este mismo medio de transporte era el que horas más tarde los traía de vuelta con esas ansias satisfechas. Las cuatro de la madrugada para ser más exactos, era el período en que estos muchachos, aunque algunos ya no tanto, decidían que era el momento de partir. A la mayoría de nuestros protagonistas, el comer y beber a destajo les había pasado la cuenta, menos a quien a nombre de ellos me narra esta historia, él era unos de los pocos que se mantuvo sobrio esa noche, el resto mientras tanto se dedicó a gritar y festinar por el logro obtenido. En eso se encontraban, comunicando a todos en el camino lo grandes y felices que eran, mientras los animales que tiraban del carruaje real avanzaban parsimoniosos, sin escalas a casa. De súbito, sienten que detrás un sonido agudo al que se le compara al de un grillo, pero constante, se acercaba a ellos, voltean para saber de qué se trataba todo esto y observan algo irreal, al igual que inoportuno, que les aguó la fiesta, era el invitado de piedra que nadie quiere, pero que nadie sabe echar, que los bajó del Olimpo en el que estaban y que los hizo sentir unos niños indefensos a los que la luz de la tormenta y el tronar del rayo atemoriza. Eran dos objetos luminosos, que se les aproximan a baja altura (unos 30 metros) para terminar posándose sobre este puñado de personas, sin dejar de brillar, sin dejar de zumbar en sus oídos y lo peor de todo, sin dejar de seguirlos por más de 2 horas.

Estos objetos voladores para nada identificados estaban formados por 3 círculos concéntricos, cada uno de los cuales estaba rodeado por luces de distinto color, de afuera hacia adentro, era de un tono rosa el primero, amarillo el segundo y azul el círculo central, estos OVNIS giraban sobre su propio eje, ambos en un mismo sentido, manteniéndose siempre a la misma distancia, como gemelos, como si uno fuera un cuerpo y el otro su reflejo, dos partículas subatómicas que a pesar de estar lejos mantienen un mismo comportamiento, replicando una lo que hace la otra, manifestando a gran escala lo que en el mundo cuántico es lo común. Una de las características más destacable e inusual dentro de las descripciones de objetos a las que tuve acceso gracias al estudio, es que estos cambiaban de tamaño de un "pestañon" parafraseando al propio testigo, pasaban en un instante de tener unos 20 metros de diámetro a 4, además de que ellos aparecían y desaparecían a intervalos irregulares, pero nunca dejando de flotar sobre estas personas. Con la inyección de adrenalina que un miedo de esta clase pone en circulación en el torrente sanguíneo, la sobriedad había vuelto en cada uno de estos hombres, todos estaban con los ojos bien abiertos y los sentidos en percepción máxima, sin pronunciar palabra alguna, aunque en la mente del señor Urrutia la posibilidad de ser llevado por estos objetos era su máxima preocupación.

Durante el transcurso de este hecho, nuestros ex campeones en repetidas ocasiones abandonaron sus carretelas, para esconderse bajo los árboles que a la orilla de la senda se pueden encontrar en la vía que une el sector de Santa María con el camino la Higuera, lugares donde el avistamiento se llevó a cabo, creyendo ingenuamente que si se resguardaban, saliendo del campo de visión de aquellas entidades, estos dejarían de perseguirlos y pondrían fin a esta pesadilla en la que se había transformado la noche en que se suponía que todo debía ser felicidad. Realizaron esta maniobra varias veces, siempre sin resultado, nunca en todo el trayecto dejaron de estar con estos objetos en sus cabezas, siempre girando, siempre sonando, apareciendo y desapareciendo, estirándose, encogiéndose, brillando y siguiéndolos. Así fue por horas, un tiempo eterno a mi parecer para estar expuesto a una expresión del fenómeno OVNI. Estuvieron a merced de estos platillos y el trayecto nunca fue más largo, nunca fue más tortuoso, para las personas que estaban ahí, excepto para los animales que los acompañaban, estos permanecieron en calma en todo momento, ni las luces, ni el ruido los perturbaron según nuestro interlocutor, un dato no menor teniendo en cuenta tantos factores que habrían hecho esperar todo lo contrario, sumado al pavor de quienes transportaban, mucho estrés a mi gusto como para estar en calma, aun no comprendiendo lo que sucede, en el caso de estas criaturas.

Mientras me cuenta sus peripecias, no puedo dejar de interrumpirlo, insistía en saber todo lo que decían mientras estaban en las carretelas y bajo los árboles, pero siempre me respondió lo mismo, no vacilaba en repetir una y otra vez que no se dijeron nada en el tiempo que duró la persecución, que bajaban a esconderse y subían para ver si podían escapar, sin decir una palabra. En una oportunidad estuvieron más de media hora agazapados, pero entre ellos sólo intercambiaban miradas, nadie atinaba a nada tampoco, estaban paralizados por el temor, pero hay ciertos pasajes oscuros en el relato, que no imagino si son por el miedo que bloqueó esos momentos u otro factor, pero hay aquí algo que luego tendré que investigar con más profundidad, una especie de "missing time" que me veré forzado si es que existe, de sacarlo a la luz.

Una vez que estos hombres están a escasos metros de su destino, los objetos flotantes se alejan del lugar, para perderse camino a las montañas, después de horas, ya podían respirar más tranquilos, así que el aceleraron el tranco aprovechando la oportunidad, era la mejor idea, antes de que en una de esas, estas naves decidan volver por ellos.

Ya en San Valeriano, lugar de residencia de la mayoría de los que estaban en el grupo, sus familias y vecinos fuera de sus hogares, acuden a su encuentro, al estar frente a frente luego de darles la bienvenida, les consultan sobre si vieron dos platillos voladores brillantes que planeaban bajo, parecía una mala broma, ¿cómo explicarles que durante todo el tiempo que vieron a estos objetos ellos estuvieron debajo de los mismos aterrados por horas?, ¿cómo era posible que desde la seguridad de sus casas hayan presenciado lo mismo que ellos?. Aún presos del miedo, los que no vivían en el lugar no querían volver solos, si no se les acompañaba, no se moverían de ahí, amenazaban, una reacción comprensible después de todo lo vivido, pero muy a su pesar, no les quedó de otra, nadie quería aventurarse, ni tentar al destino, esa vez tuvieron suerte y aparte del susto resultaron ilesos, pero nadie les aseguraría a ninguno que en una próxima oportunidad algo más pudiera ocurrirles.

Es tremendamente difícil para mí, como supongo que lo es para los que vivieron esto, entender el fin de realizar una acción así, el objetivo de seguir a 15 personas divididas en dos carretelas, ¿qué provecho traería a quienes se encontraran detrás de las proezas de estos aparatos?, el por qué invertir tiempo en esta empresa.

Toparse con un fenómeno así no es lo normal, son pocos los que buscarían esta experiencia apropósito, ver un objeto volador no identificado desplazarse a lo lejos se podría considerar corriente y discutir si hay o no algún tipo de inteligencia detrás de lo que se ve es una posibilidad, pero este caso es distinto, se nota una voluntad, una intencionalidad en el actuar de estos 2 OVNIS, no interceptaron a estas personas para luego continuar su camino, sino que permanecieron sobre ellos por mucho tiempo, los siguieron a propósito motivados por una recompensa que nos es ajena, nada es porque sí, ni en la vida, ni en la naturaleza.

El comportamiento de estos cuerpos luminosos es peculiar, pareciera si un grupo de adolescentes hubiera hurtado el automóvil de sus padres y salieron a la calle para molestar a los primeros que vieran, a simple vista podríamos considerar incluso infantil su proceder, similar a niños que juegan con una lupa y la luz del sol quemando a las hormigas con las que se topan, aunque en este caso gracias a Dios nadie salió herido. Puede que estuvieran experimentando, estudiando el comportamiento humano, midiendo las respuestas a este tipo de estímulos, no lo sé, no encuentro la lógica a un actuar como este, dudo que sólo estén jugando con nosotros, lo único claro es que desapercibidos no querían pasar, se dejaron ver con total descaro, no hicieron nada por esconderse. Hay una cosa que me desanima en todo este asunto, espero que si se comportaron de esta forma no fue por aburrimiento u otro sentimiento análogo y yo esté perdiendo el tiempo tratando de dar sentido a algo que lamentablemente no lo tiene.

No quiero caer en lo conspirativo, ni encontrar detalles que en mi afán de entender lo que sucede en estos casos me lleve a mal interpretarlos, tampoco quiero dar vueltas de más en lo que para ser sincero no logro entender, no quiero pecar de redundante, pero ¿por qué seguirlos a tan baja altura?, ¿para qué tantos colores?, ¿por qué aparecer y desaparecer, aumentar y reducir su tamaño o ese ruido tan agudo que se describe?, estas son preguntas a resolver acerca de este tema, las que no hacen otra cosa más que dar un mayor atractivo al fenómeno OVNI, son un incentivo para seguir investigando, las preguntas se hacen con el fin de ser contestadas y no mantenerse como incógnitas por mucho tiempo.

JUAN CARLOS FRANZ

Hace más de 20 años aproximadamente, el protagonista de esta historia se encontraba junto a dos amigos, llevando a cabo una mañana despejada de verano uno de sus pasatiempos favoritos, la escalada. Juan Carlos Franz, es el nombre de la persona que rememora su aventura en esta oportunidad, actualmente tiene 50 años y recuerda perfectamente todo lo sucedido ese día.

Según su relato, él y sus compañeros se encontraban subiendo el Descabezado Grande, un volcán de 3.830 metros de altura y que ha permanecido inactivo por unos 80 años, que ubicado en el sector cordillerano de la comuna de San Clemente, constituye uno de los lugares predilectos para los excursionistas que visitan la región del Maule y que no está ajeno a la actividad ufológica.

Alrededor del mediodía, después de horas de ascenso, ven a un objeto que se pasea por el cielo de forma horizontal, el testigo describe lo que observó como una esfera metálica que volaba a gran altura, cuyo tamaño lo compara al de una pelota de tenis de mesa, lo que demuestra la real dimensión que debe haber tenido esta entidad, considerando lo alto que se encontraba, ya que si sumamos la altura a la que estaba el señor Franz junto a sus acompañantes en el volcán más la distancia que separaba a estos de aquel, permiten especular sobre lo gigantesco que este auténtico OVNI debe haber sido.

Era una esfera plateada, una bala de cañón sideral, rondó sobre el monte, cual canica lanzada por un niño, que al escapar de sus manos puede andar sin que nada se interponga en su camino más que la fricción del suelo, pero que mientras está en el aire es libre, como el mismo viento que aparta mientras avanza. Un globo meteorológico, saltaran algunos diciendo, tratando de descartar rápidamente el caso, pero no creo que existan unos tan grandes, ni que personas que saben discernir alturas y distancias se hayan dejado engañar por uno de ellos, viéndolo más alto y más cerca de lo que realmente estaba.

El avistamiento duró alrededor de 5 minutos, dentro de los cuales nuestro protagonista revela que la sensación que le provocaba el observar un espectáculo poco usual para la mayoría, no fue miedo, sino que se interesó muchísimo, capturando este evento su atención totalmente.

El OVNI, pasado este tiempo ya no era visible y la escalada debía continuar, a fin de cuentas a eso habían ido, pero reconoce el señor Franz que en lo que demoró la travesía y hasta hoy en día dos décadas después, nunca ha dejado de creer que lo que tuvo la suerte de contemplar era una máquina, un ser tecnológico creado por alguna fuerza dotada de sapiencia con un origen distinto a la existente en la tierra, para él, la mano del hombre está totalmente ausente en todo este asunto y eso que se me olvida mencionar que en los aproximados 5 minutos del suceso y al igual que en la mayoría de los casos presentes aquí, hay una total ausencia de ruido proveniente de este objeto, lo que se hace muy extraño si tomamos en cuenta la gran potencia que se debe requerir para movilizar una estructura con las cualidades descritas.

La escalada es considerada un deporte de aventura, extremo, para personas con un estado físico loable, en busca de adrenalina y emociones límite, donde la vida de quienes se involucran en ella pende de un hilo o una cuerda en este caso, pero dudo que las sustancias liberadas en el organismo de estas 3 personas producto del avistamiento o la falta de oxígeno por la altura a la que se encontraban sea la explicación a una visión compartida por los montañistas involucrados, todos vieron lo mismo, no soy psiquiatra pero siento que una psicosis colectiva está lejos de la realidad que esa tarde se vivió.

Para conquistar una montaña, para vencer las barreras que la naturaleza nos pone en el camino cuando queremos transitar por donde nadie más lo ha hecho, sin más ayuda que tus propios brazos, tus piernas y una voluntad férrea, se necesita una mente fuerte, una concentración a toda prueba y estas son características psicológicas que no todos poseen, por lo que aumenta la credibilidad de los testigos presentes, seres humanos que no se dejan impresionar fácilmente y con nervios de acero, los que no perderían el tiempo mirando nada que los distraiga cuando de cumplir su objetivo se trata y la vida está en juego.

GABRIEL TORRES

Observar el cielo nocturno es un ejercicio sano y recomendable, aporta paz y tranquilidad a quienes contemplan las maravillas del universo.

La creación es una obra maestra, el diseñador-ejecutor de la misma es un genio y a la gente de hoy en día, con el ritmo acelerado que llevan las vidas, aunque se esté lejos de los grandes centros urbanos, también convive con grandes distracciones, que nos hacen alejarnos de lo que realmente importa, bueno, por lo menos una de las que importan, se preguntan que puede ser, pues simplemente estar en contacto con uno mismo y en sintonía con su entorno.

Hemos dejado, incluso los que vivimos en sitios donde la naturaleza está muy presente y no ha sido relegada por el cemento, el acero y las luces de neón, de admirarnos de la belleza que hay a nuestro alrededor, sólo miramos pero no observamos, no nos concentramos, menos disponemos de tiempo, o eso creemos, para tomar aire, cerrar los ojos y sentir la brisa que golpea nuestro rostro, pero que se siente como una suave caricia. No paramos, si no hay tiempo para las personas que amamos, ni pensar en que habrá para abstraernos de todo el ruido que provocamos y escuchar la canción de la vida que se entona a nuestro alrededor.

Si en Chile hay escasez de astrónomos, no es por falta de gente, ni de contar con los cielos más despejados del mundo en algunas zonas, sino porque nadie se toma la molestia de alzar la mirada y tomar conciencia de lo bello del lienzo en el que la Vía Láctea esta dibujada, parece ser que el brillo de la televisión o los ordenadores son más atrayentes que el fulgor del eterno viaje al pasado que supone admirar el cielo nocturno.

En el cosmos hay suficientes maravillas que no necesitan de OVNIS para mantenernos embobados, pero lamentablemente, la única forma de que miremos hacia arriba por más de 5 minutos al hogar de él o los dioses, es producto de un avistamiento, por ejemplo el que tuvo lugar hace unos 17 años atrás.

Gabriel Torres, hombre de 34 años de edad, oriundo de San Clemente y quien por vivir ahí se expuso a ser parte del actuar de un OVNI, que en este caso sedujo su curiosidad y no provocó en su espíritu el miedo que a muchos ha hecho suyos en una situación similar.

Nuestro entrevistado miró hacia el hogar de las estrellas, no por afición, sino porque sobre las nubes se sostenía algo que lo obligó a detener su rutina por unos instantes, en el cielo, aquella noche a las 21 horas una segunda luna, de igual tamaño y color se hacía un lugar en la obra que nunca acaba, donde el movimiento continuo de los astros marca la aparición de uno y otro protagonista, en ese instante, era el turno de la luna de entrar en acción, pero en un vuelco de libreto, un objeto disfrazado de esta pretendía robar la atención y provocar el asombro de los seres humanos que tuvieron la suerte de estar ahí. Este usurpador de miradas estuvo estático, flotando, desafiando no sólo el reinado de la luna como astro rey de la noche, sino que además desafiaba a la gravedad a bajarlo del set al cual nadie lo había invitado. Mientras se desarrollaba el avistamiento, esta cosa inclasificable se rodea de una especie de "niebla oscura" y digo especie, porque ni quien cuenta ni quien escribe saben que es lo que la cubrió, ocultando en parte su esplendor, pero nunca opacando su belleza, en ese instante, en el proceso más interesante del acontecimiento ufológico de su vida, nuestro hombre entra en su hogar, no sé si impulsado por la noble idea de que otros tuvieran la oportunidad de admirar lo que él o por un inapropiado deseo que desconozco, que lo hizo dejar el lugar de los hechos justo en el momento en que un proceso muy pocas veces visto en plenitud se llevaba a cabo. Él y toda su familia (tres personas más) salen al aire libre, los debe haber convencido el entusiasmo y desconcierto con el que ingresa, pero lamentablemente lo que contemplaba el señor Torres, ese OVNI, tenía preparada una sorpresa. Al volver con los suyos, el objeto ya no estaba, no habían dos lunas, ni nubes que las cubrieran, por lo menos tanto para haberlas ocultado por completo, lo único que había y que puede que tuviera relación o se originara en el cuerpo en cuestión, era una argolla gigante, mucho más que el primigenio, que giraba y se desplazaba hacia el norte, sin ruido, sin molestar a nadie con su transitar, conservando su forma a pesar del movimiento y de parecer estar hecha de humo o vapor de agua, no era un objeto sólido ni centellante como el anterior, pero sin embargo se las arregló para mantener interesada a esta familia por unos 5 minutos, pasados estos, el objeto o los residuos de este quedaban fuera del campo visual, poniendo fin a todo y bajando el telón.

Gabriel es un creyente, de los OVNIS y de la existencia de vida extraterrestre a los que asocia. Es un convencido de que lo que vio esa noche en el primer y segundo acto, están relacionados y yo comparto esa opinión, según su propia teoría, la argolla ambulante sería la estela dejada por el primer objeto en su nocturno transitar, una especie de reacción o un residuo de lo que sería su forma de propulsión, lo que nos brindaría una pista de la tecnología que utilizarían estos para andar, si el testigo se encuentra en lo correcto. Otra interpretación de lo que pasó esa noche, es que la argolla es una forma de camuflaje, una manera de pasar desapercibido mientras rondan nuestros hogares, también puede tratarse de un efecto visible de lo que en el entorno en que los OVNIS se desenvuelven llegan a producir o como el avistamiento se dividió en dos partes, efectivamente en la primera existía un objeto volador no identificado y en la segunda, como aquella oportunidad había nubosidad perfectamente podríamos estar hablando del efecto de basura espacial o algún meteorito de menor tamaño que al ingresar en la atmosfera y atravesar una nube le dio esa forma tan peculiar o algún otro fenómeno atmosférico similar.

En el estudio tomé conocimiento de varios relatos en los que este tipo de argollas hacían su aparición, las que aunque se vieran semejante a una nube y parezcan tener la composición de una no se comportaban igual, agregando mayor diversidad a las formas en que los OVNIS se expresan, no sólo se debe estar atento a estas figuras centellantes, sino también a extrañas siluetas que pueden verse como lo que conocemos, pero que pueden tener un origen distinto al que nos han enseñado.

Reflexiones

MIEDO AL RIDÍCULO

Hay algo en el fondo que no me sorprende, pero que en realidad deseaba que fuera distinto, y es que a la luz de los datos, se puede inferir que aquellas personas que protagonizaron eventos ufológicos no temían contarlo, sino todo lo contrario, no eran víctimas del miedo al ridículo o rechazo social que uno podría esperar que pudiera suceder con aquellos que han sido espectadores de situaciones tan extraordinarias y difíciles de creer, donde la incredulidad, por lo general, toma el control de todo aquello que pueda perturbar la tan apreciada normalidad de nuestras vidas, gatillando una actitud de negación dirigido a lo asegurado por otros casi instintiva y en un número no menor de personas. En la mayoría de entrevistados había en pocas palabras, una casi total ausencia de miedo al ridículo, lo que ha llevado a que compartan sus vivencias de una forma muy natural, tanto conmigo como con el resto de la comunidad, algo poco frecuente, teniendo en cuenta que objetivamente no soy más que un completo extraño, que aparece de la nada haciendo preguntas sobre cosas que hasta ahora no tienen explicación. Por lo mismo, no es de extrañar que señalen que han comunicado sus experiencias con familiares, amigos, conocidos y ahora con desconocidos.

El ridículo es un elemento que siempre he encontrado en todas las entrevistas que he visto y leído sobre gente que ha tenido en algún momento de su vida este mismo tipo de episodios, son millares los que luego de pasar por algo así, hablan con su círculo más cercano de lo que les ha afectado o a viva vos en otros casos, pero la reacción común es que ante la menor señal de incredulidad, desacreditación o derechamente ataque hacia su persona o su relato, estos hombres y mujeres se cierran, lo que hace muy difícil lograr en ellos la confianza necesaria, que haga que vuelvan a abrir la bóveda en que depositaron sus recuerdos y desempolven aquel misterio que celosamente han escondido al resto.

Como bien señalé al principio de este apartado, el hecho de que los San Clementinos sean tan abiertos a la hora de ofrecer sus relatos sobre OVNIS a aquellos que estén dispuestos a escuchar sus historias no me sorprende, aunque esperaba que fuera distinto. No me sorprende, porque en primer lugar la gente de campo es muy acogedora y está dispuesta a ayudar en lo que sea al forastero que llega a sus tierras, incluso a aquellos que vienen a golpear la puerta de sus casas en busca de luces en el cielo, además, hay en la mayoría de los habitantes de esta comuna, una ausencia de desconfianza hacia el prójimo, la que no quiero llamar ingenuidad, porque a pesar de ser muy confiados eran bastante despiertos, pero que si alguien de allá lee estas líneas, le recomiendo que debería tener más precaución al momento de tratar con desconocidos. Yo sabía que no les iba a robar, asesinar, estafar o algo por el estilo, pero ellos en concreto no tenían ninguna referencia o antecedente mío que les llevara a confiar en mi persona, menos que los instara a abrir la puerta de sus hogares y atenderme con tanta hospitalidad, cosa que de todo corazón agradezco, pero que en los tiempos que corren hoy en día, puede ser un arma de doble filo. La hospitalidad, la amabilidad, el respeto hacia el otro y la disposición a ayudar al que lo necesita, son cualidades muy valiosas y a la vez escasas en esta convulsionada era, por ende, deben mantenerse firmes en su forma de ser, pero también saber protegerse, para no ser heridos por aquellos que quieran abusar de su buen actuar.

Cuando dije que no me sorprendía, también mencioné que esperaba que fuera distinto y es simplemente por un tema personal, una especia de ganas de sentirme un Indiana Jones en un templo perdido, inexplorado y repleto de enigmas, donde sería el único que mostraría al mundo las maravillas que creía que ni los mismos San Clementinos conocían, ya que al final de cuentas sobre la Ruta Ufológica que existe en esta comuna no se ha escrito ningún libro, menos realizado una investigación que abarque entrevistas a un número superior de personas, me anoto (creo), pionero en estas lides, esperando a que lo que hoy me ha sorprendido y me ha llevado a realizar este trabajo, sea lo mismo que impulse a realizar otros similares en esta zona, porque el acontecer OVNI en esta parte de Chile es tan intenso que creo que aunque la comuna se llene de ufólogos buscando una historia increíble y exclusiva, los relatos son tantos, que intuyo que material hay para todos. Basta con aplicar los números, los porcentajes que los cálculos arrojaron en este trabajo al resto de la población, para comprender la magnitud del fenómeno, ya que si casi la mitad de las personas con las que se habló tuvieron avistamientos de objetos que caen dentro de la categoría OVNI, donde se descartaron las observaciones de simples luces en el firmamento, que por lo escaso de elementos descriptivos en los mismos, podrían haber sido cualquier cosa, lo que habría llevado a perder mucho tiempo tratando de vislumbrar lo que en realidad eran, nos hace llegar a entender que en una ciudad de casi 40.000 habitantes hay miles de buenas historias para analizar y compartir, miles de misterios y casos sorprendentes que podrían arrojar luz sobre un tema que hasta hoy permanece en tinieblas, sin una explicación que satisfaga por completo a creyentes y escépticos.

Se incluyó dentro del cuestionario tipo, una serie de preguntas destinadas a recoger las sensaciones que se producían en el fuero interno de los individuos que habían pasado por la experiencia de presenciar un OVNI con sus propios ojos, dentro de estas, estaba una en la que en caso de no haber compartido estas con nadie, debían tratar de explicar el motivo por el cual no habían querido someter su vivencia al escrutinio público o de haber sido posible, al rigor científico, siendo aquí donde esperaba que el ya mencionado miedo al ridículo se manifestara con fuerza. Un temor legítimo y entendible, que su casi total ausencia es un punto que no se puede dejar pasar sin realizar un análisis más profundo que el comentarlo como un mero hecho anecdótico, puesto que es un componente presente en la psiquis humana que puede marcar la diferencia entre conocer, analizar y divulgar hechos relacionados al tema que estamos tratando, que puede ser fundamental para que de una vez se pueda conocer la verdad, dando respuesta a todas aquellas interrogantes que hasta hoy permanecen incontestes o mantenernos ignorantes ante las mismas dado la falta de información, que existe, pero que no es compartida, provocado todo, por el actuar de este mecanismo de defensa que estamos analizando, por ende, debemos saber a qué nos enfrentamos y además hay que aprender a poder soslayar esta barrera interpuesta por las personas, para dar confianza a quienes tengan la información que necesitamos los que estudiamos y nos interesamos en lo paranormal.

Una de las razones que puede explicar la falta de recelo a la hora de divulgar estos asuntos y también la naturalidad para debatir públicamente experiencias relacionadas al fenómeno OVNI, puede estar dada por el mismo motivo por el cual me atreví a emprender esta aventura precisamente en la comuna de San Clemente. Me refiero, a que por la gran cantidad de avistamientos de objetos voladores no identificados sobre estos cielos, hace lógico que haya también una gran cantidad de personas que han presenciado los mismos, lo que posibilita a su vez, que aunque uno como sujeto no haya sido parte directa de nada relacionado con estos temas, si hace perfectamente posible que se conozca a alguien que sí lo haya sido. Por este motivo, hablar de OVNIS en esta comuna es algo normal, es parte de la rutina de la ciudad a tal punto, que es un componente de su esencia, algo que la distingue del resto de las localidades de este país, justificando de paso la creación de la ruta en este lugar, atrayendo a curiosos, que buscan disfrutar de la belleza natural de su territorio y de los secretos que se esconden en sus montañas.

El ridículo se define según la RAE como: "Estar expuesto a la burla o el menosprecio de la gente, con o sin razón justificada" o "aquello que por su rareza o extravagancia puede o provoca risa". No sé si los habitantes de la comuna conocen o no el significado de esta palabra, desconozco si mientras hablan toman el peso a las desventajas que dar fe de acontecimientos que desafían la lógica, les puede acarrear en el plano personal, lo que supe (off the record) que les ocurrió a los funcionarios de Carabineros de Chile, que se atrevieron a aparecer ante las cámaras en un documental que se realizó hace un par de años atrás, a los que se les prohibió referirse nuevamente a estos temas ante los medios de comunicación, pero sí sé, que los potenciales perjuicios no son estímulos lo suficientemente poderosos para persuadir a los testigos del actuar OVNI a mantener esto dentro de la esfera de resguardo del individuo.

La falta de una explicación racional abre la puerta a teorías que pueden poner en tela de juicio la credibilidad de la persona, poniendo en riesgo incluso su posición social, como cierta anciana de la que se me habló que juraba que era visitada por seres estelares que le dejaban regalos y con los que mantenía fogosos encuentros de índole sexual o el fanático religioso que me gritó en la cara que yo y estas luces éramos demonios, servidores de Belcebú. Con esto no cuestiono a quienes públicamente se exponen y predican lo que han sufrido o lo que piensan al respecto, pero sí aconsejo tener cautela en sus dichos, lamentablemente en esta sociedad priman las apariencias, por lo que hay que tener mucho tacto y tino al enviar el mensaje, no hay que temer, pero si hay que estar consciente de lo que se transmite, las ansias y el entusiasmo no nos pueden jugar una mala pasada, ni a quienes son juzgados por la sociedad ni nosotros que somos los jueces. Para mi ver un OVNI es algo para regalar al mundo, es un hecho que causa tanto asombro, que es difícil no exteriorizarlo, es por mucho y obviamente dependiendo del tipo y circunstancias del avistamiento, uno de esos acontecimientos raros, únicos e irrepetibles, que no se pueden atesorar en los recuerdos de un sólo sujeto.

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Enviado por:

Carlos Ayala