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La prole de Cam

Enviado por Jesús Castro


  1. Cam, el hijo de Noé
  2. La degeneración cananea
  3. Aberraciones cananeas y epigenética
  4. Conclusión

Este artículo pretende contestar lo más satisfactoriamente posible la siguiente pregunta, basada en las Santas Escrituras: ¿Cómo mermó, en la antigüedad posdiluviana, la creencia de que el origen de la vida sobre la Tierra se produjo durante el llamado "Tercer día creativo" del Génesis?

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Cam, el hijo de Noé.

El influjo de la decadencia ético-moral en la disolución del testimonio histórico patriarcal, y con ello la pérdida en la conciencia de la mayoría de los pobladores humanos del planeta del valiosísimo dato revelado de que el origen de la vida terrestre tuvo lugar durante el Tercer Día Creativo del Génesis, se hizo aparentemente descomunal en la antigüedad posbabeliana (tras la dispersión de los grupos lingüísticos a consecuencia del fracaso punitivo de la Torre de Babel). Parece que la degeneración moral echó raíces muy poco tiempo después del Diluvio, comenzando en la descencia o prole de Cam.

El libro PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 1, página 397, editado en español en 1991 por la Sociedad Watchtower Bible and Tract, dice acerca de Cam:

«[Fue uno] de los tres hijos de Noé, nacido después del año 2470 antes de la EC (Era Común o Cristiana) (Génesis 5: 32; 7: 6; 11: 10). A pesar de que se le menciona en segundo lugar en Génesis 5: 32, en Génesis 6:10 y en otros lugares, es posible que haya sido el hijo más joven (Génesis 9:24). En Génesis 10: 21 se llama a Sem "el hermano de Jafet el mayor". Algunos creen que la expresión de Génesis 9: 24, "su hijo menor", se refiere a Canaán, nieto de Noé.

Cam tuvo cuatro hijos: Cus, Mizraim, Put y Canaán (Génesis 10: 6; 1 Crónicas 1: 8), de quienes descendieron los etíopes, los egipcios, algunas tribus árabes y africanas y los cananeos. Aunque se afirma que algunas naciones y tribus camíticas mencionadas en el capítulo 10 de Génesis hablaban un idioma semítico, esto no contradice el que hayan sido de linaje camítico o que en un principio hayan hablado una lengua camítica. Muchos pueblos adoptaron el idioma de sus conquistadores, el de otros pueblos con los que se relacionaron o el del país al que emigraron.

Cam se casó antes del Diluvio y sobrevivió a esta catástrofe junto con su esposa, su padre, su madre, sus dos hermanos y las respectivas esposas de éstos (Génesis 6: 18; 7: 13; 8: 15, 16, 18; 1 Pedro 3: 19, 20). Sus hijos nacieron después del Diluvio.

Algún tiempo después, Cam se vio envuelto en un incidente que resultó en la maldición de su hijo Canaán: Noé se había embriagado con vino y se había desnudado en su tienda. Cam vio la desnudez de su padre, pero en lugar de mostrar el respeto apropiado a Noé —cabeza de familia y siervo y profeta a quien Dios había empleado para la conservación de la raza humana—, contó a sus dos hermanos lo que había visto. Sem y Jafet manifestaron el debido respeto, pues entraron de espaldas con un manto para cubrir a Noé a fin de no deshonrarlo viendo su desnudez. Cuando despertó, Noé no maldijo a Cam, sino a su hijo: Canaán. Acto seguido, cuando bendijo a Sem, incluyó también una bendición para Jafet, pero no dijo nada de Cam; tan sólo mencionó que Canaán era maldito y profetizó que llegaría a ser esclavo de Sem y Jafet (Génesis 9: 20-27).

Es posible que Canaán mismo hubiera estado implicado directamente en el incidente y que su padre Cam no lo hubiera corregido. O puede ser que Noé, hablando proféticamente por inspiración, previera que la tendencia impropia de Cam, quizás ya manifiesta en su hijo Canaán, sería heredada por la descendencia de este último. La maldición se cumplió en parte cuando los israelitas semitas subyugaron a los cananeos. A los que no se eliminó (por ejemplo, los gabaonitas) se les hizo esclavos de Israel. Siglos más tarde, la maldición tuvo un cumplimiento más amplio cuando los descendientes de Canaán, el hijo de Cam, llegaron a estar bajo la dominación de las potencias mundiales jaféticas de Medo-Persia, Grecia y Roma.

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Algunas personas han pensado equivocadamente que la raza negra y la esclavitud de las personas de esa raza fueron el resultado de la maldición pronunciada sobre Canaán. Sin embargo, los descendientes de Canaán, sobre quien recayó la maldición, no fueron de raza negra. La raza negra descendió de Cus y posiblemente de Put, otros hijos de Cam que no estuvieron relacionados ni con el incidente ni con la maldición».

La degeneración cananea.

Cuando Cam se vio envuelto en el incidente inmoral que resultó en la maldición de su hijo Canaán, al contemplar irrespetuosamente la desnudez de su padre Noé, en realidad cometió una transgresión contra las normas morales aceptadas. Puede que Canaán hubiera heredado epigenéticamente de su padre tendencias morales malsanas que se irían acentuando con el paso de generaciones, a juzgar por los testimonios históricos que hay acerca de los depravados cananeos del tiempo de Moisés.

El tomo 1 de PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, páginas 405 a 412, dice, en parte:

«Canaán [fue el] cuarto en la lista de los hijos de Cam y nieto de Noé. Fue el progenitor de once tribus que con el tiempo poblaron la región del Mediterráneo oriental, entre Egipto y Siria, por lo que a ésta se la llegó a llamar "la tierra de Canaán".

Después del incidente [inmoral] relacionado con la embriaguez de Noé, Canaán llegó a estar bajo la maldición profética de éste, según la cual con el tiempo sería esclavo tanto de Sem como de Jafet. Ya que el registro sólo menciona que "Cam el padre de Canaán vio la desnudez de su padre y se puso a informarlo a sus dos hermanos afuera", surge la pregunta de por qué fue Canaán y no Cam el objeto de la maldición. Una nota al pie de la página de la traducción Nácar Colunga, edición de 1947, hace el siguiente comentario sobre el versículo 24: "La bendición de Sem es indudable y directamente mesiánica; la de Jafet lo es indirectamente. La maldición recae no sobre Cam, sino sobre Canán, su hijo. La razón de esto podría ser que fuera Canán el autor del desacato a que parece referirse el hagiógrafo al decir:

"Despierto Noé, supo lo que con él había hecho el más pequeño de sus hijos", que ciertamente no era Cam, el segundo de los tres".

De manera similar, una publicación judía, The Pentateuch and Haftorahs, dice que la breve narración "se refiere a algún acto abominable en el que Canaán parece haber estado implicado" (edición de J.H. Hertz, Londres, 1972, página 34), y después de indicar que la palabra hebrea que se traduce "hijo" en el versículo 24 puede significar "nieto", esta obra expone: "La referencia probablemente sea a Canaán". The Soncino Chumash también señala que hay quien cree que Canaán "gratificó un deseo perverso en [Noé]", y que la expresión "hijo menor" se refiere a Canaán, que era el hijo menor de Cam (edición de A. Cohen, Londres, 1956, página 47).

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Debe entenderse que estos puntos de vista son conjeturales, pues el registro bíblico no da los detalles del incidente. Sin embargo, el que de repente se introduzca a Canaán en la narración antes de relatar la embriaguez de Noé (Génesis 9: 18), y el que el registro se refiera a Cam como "el padre de Canaán" (Génesis 9: 22), parecen pruebas claras de que Canaán estuvo implicado de algún modo. Es razonable concluir que la expresión "vio la desnudez de su padre" indique algún abuso o perversión por parte de Canaán, pues la mayoría de las veces que la Biblia habla de "poner al descubierto" o "ver la desnudez" de otra persona se refiere al incesto u otros pecados sexuales. Así, es posible que Canaán cometiera, o intentara cometer, algún acto deshonesto con Noé mientras éste estaba inconsciente, y que Cam, teniendo conocimiento de ello, no lo impidiera o no disciplinara a su hijo. Tampoco hizo nada para cubrir la desnudez de su padre, limitándose tan sólo a darlo a conocer a sus hermanos.

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También debe tenerse en cuenta el elemento profético de la maldición. No hay prueba que indique que Canaán mismo llegara a ser esclavo de Sem o Jafet en el transcurso de su vida. Pero como fue Dios quien inspiró la maldición que Noé pronunció, y Él nunca expresa desaprobación sin causa justificada, es probable que ya se hubiera visto en Canaán algún rasgo claramente corrupto, quizás de naturaleza lasciva, y que [Él] hubiera previsto con su presciencia el mal efecto que esta característica tendría con el tiempo en sus descendientes. En el caso de Caín, un caso anterior, [Dios] había notado una mala actitud de corazón y le había advertido del peligro de que lo venciera el pecado (Génesis 4: 3-7); Dios también había discernido la irreformable inclinación hacia la iniquidad de la mayor parte de la población antediluviana [o prediluviana], lo que justificaba su destrucción (Génesis 6: 5). La prueba más obvia de la justicia de la maldición pronunciada sobre Canaán se ve más tarde en la historia de sus descendientes, una historia sórdida de inmoralidad y depravación, como lo testifica tanto la historia bíblica como la extrabíblica. La maldición de Canaán vio su cumplimiento unos ocho siglos después que se pronunció, cuando los israelitas de origen semítico subyugaron a los descendientes de Canaán y, más tarde, cuando éstos llegaron a estar bajo la dominación de las potencias jaféticas de Medo-Persia, Grecia y Roma.

El nombre Canaán también aplica a la raza que descendió del hijo de Cam [del mismo nombre] y a la tierra donde residía. Canaán es el nombre antiguo de la parte de Palestina situada al oeste del río Jordán, aunque algún tiempo antes de la conquista israelita, los amorreos de Canaán invadieron la tierra que está al este del Jordán.

La descripción más antigua de los límites de Canaán indica que esta tierra se extendía desde Sidón, al Norte, hasta Guerar, cerca de Gaza, al Suroeste, y hasta Sodoma y las ciudades vecinas, al Sureste (Génesis 10: 19). Sin embargo, parece ser que en el tiempo de Abrahán, a Sodoma y a las otras "ciudades del Distrito" no se las consideraba parte de la tierra de Canaán propiamente dicha (Génesis

13: 12), como tampoco a los territorios posteriores de Edom y Moab, que habitaban descendientes de Abrahán y Lot (Génesis 36: 6-8; Éxodo 15: 15). El territorio de Canaán tal y como se prometió a la nación de Israel se delimita con mayor detalle en Números 34: 2-12. Empezaba al Norte de Sidón y se extendía hacia el Sur hasta "el valle torrencial de Egipto" y Qadés-barnea. Los filisteos, que no eran cananeos (Génesis 10: 13, 14), habían ocupado la región costera que estaba al Sur de la llanura de Sarón, pero antes a ésta también se la había "considerado" tierra cananea (Josué 13: 3). Otras tribus, como los quenitas (una de cuyas familias se relaciona más tarde con Madián) y los amalequitas (descendientes de Esaú), también se habían asentado en este territorio.

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La Biblia no especifica si los descendientes de Canaán emigraron a esta tierra y se afincaron en ella después de la división de Babel (Génesis 11: 9), o si primero acompañaron al grupo principal de camitas a África y desde allí pasaron a la región de Palestina. De cualquier modo, para 1943 a. EC, cuando Abrahán dejó Harán, en Padán-aram, y se dirigió a esta tierra, los cananeos ya se habían establecido en ella, y Abrahán tuvo ciertos tratos con amorreos e hititas.

La relativa facilidad con la que Abrahán y, más tarde, Isaac y Jacob viajaron por esta región con sus grandes manadas y rebaños muestra que aún no estaba densamente poblada. Las investigaciones arqueológicas también dan prueba de que en aquel tiempo la población era bastante escasa y de que la mayoría de las ciudades se asentaban a lo largo de la costa mediterránea, en la región del mar Muerto, el valle del Jordán y la llanura de Jezreel. W.F. Albright dice que en la primera parte del II milenio a. EC prácticamente no había ninguna población sedentaria en la región montañosa de Palestina, lo que corrobora la tradición bíblica, según la cual los patriarcas vagaron por los amplios espacios de las colinas de la Palestina central y las tierras secas del Sur (Archaeology of Palestine and the Bible, 1933, páginas 131-133).

Parece ser que la principal de las once tribus cananeas era la de los amorreos. [Las] referencias a los amorreos muestran que eran poderosos tanto en el Norte como en el Sur de la región montañosa de Canaán. A los amorreos quizás los seguían en poder los hititas. Esta tribu se hallaba en tiempos de Abrahán en la zona Sur, Hebrón y sus alrededores, pero parece que más tarde se ubicaron sobre todo en las regiones del Norte, en dirección a Siria. De las otras tribus, las que se mencionan con mayor frecuencia […] son las de los jebuseos, los heveos y los guirgaseos. Los jebuseos habitaban la región montañosa de los alrededores de Jerusalén. Los heveos estaban diseminados desde Gabaón, al Sur, hasta la base del monte Hermón, al Norte. No se especifica qué territorio ocupaban los guirgaseos.

Las seis tribus restantes —los sidonios, los arvadeos, los hamateos, los arqueos, los sineos y los zemareos— bien pueden incluirse en el término global "cananeos", usado con frecuencia con los nombres específicos de otras tribus; también es posible que la expresión "cananeos" se use sencillamente para referirse a ciudades o grupos de población cananea mixta.

El registro histórico muestra que las poblaciones de las ciudades cananeas que conquistaron los israelitas fueron destruidas por completo. Por este motivo algunos críticos han acusado a las Escrituras Hebreas o "Antiguo Testamento" de estar imbuidas de un espíritu de crueldad y matanza desenfrenada.

Las condiciones que habían llegado a existir entre los cananeos para el tiempo de la conquista israelita prueban fuera de toda duda la justicia de la maldición profética de Dios sobre Canaán. Jehová [Dios] había permitido que pasaran cuatrocientos años desde el tiempo de Abrahán para que "quedase completo el error de los amorreos" (Génesis 15: 16). El hecho de que las esposas hititas de Esaú fuesen una "fuente de amargura de espíritu para Isaac y Rebeca" hasta el punto de que ésta había "llegado a aborrecer su vida a causa de ellas", ciertamente es una prueba de la maldad que ya manifestaban los cananeos. En los siglos siguientes, la tierra de Canaán llegó a estar saturada de prácticas detestables de idolatría, inmoralidad y derramamiento de sangre. La religión cananea era degradada en extremo, sus "columnas sagradas" posiblemente eran emblemas fálicos y en muchos de los ritos que practicaban en los "lugares altos" se entregaban a la lujuria y a otras formas de depravación. El incesto, la sodomía y la bestialidad formaban parte de "la manera de obrar de la tierra de Canaán"; estas prácticas hicieron inmunda la tierra, por cuyo error era inevitable que se "vomitara a sus habitantes". La magia, la hechicería, el espiritismo y el sacrificio de los hijos en el fuego eran algunas de las prácticas detestables cananeas.

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Baal era la deidad más importante que adoraban los cananeos. Un texto egipcio representa a las diosas cananeas Astoret, Aserá y Anat como diosas madre y, a la vez, prostitutas sagradas, que, paradójicamente, no perdían su virginidad (literalmente, "las grandes diosas que conciben, pero no dan a luz"). Su adoración al parecer siempre incluía la prostitución en los templos. Las diosas no sólo simbolizaban la lujuria, sino también la guerra y la violencia sádica. Por ello, en el Poema de Baal hallado en Ugarit se dice que la diosa Anat realizó una gran matanza y luego se adornó con las cabezas de los muertos y colgó de su cinto las manos de éstos, mientras se bañaba gozosamente en su sangre. Las figurillas de la diosa Astoret descubiertas en Palestina la representan desnuda y con los órganos sexuales groseramente exagerados. El arqueólogo W. F. Albright hace la siguiente observación sobre su adoración fálica: "En su peor momento, […] el aspecto erótico de su culto debe haberse sumido en profundidades extremadamente sórdidas de degradación social". (Archaeology and the Religion of Israel, 1968, páginas 76, 77; véanse ASTORET; BAAL número 4).

Además de otras prácticas degradantes, también se hacían sacrificios de niños. Según Merrill F. Unger, "las excavaciones realizadas en Palestina han puesto al descubierto montones de cenizas y restos de esqueletos infantiles en cementerios situados cerca de altares paganos, lo que indica lo extendida que estaba esta práctica cruel y abominable". (Archaeology and the Old Testament, 1964, página 279). La obra Compendio Manual de la Biblia (de Henry H. Halley, 1985, página 157) dice: "Los cananeos, pues, adoraban cometiendo excesos inmorales en presencia de sus dioses, y luego asesinando a sus hijos primogénitos como sacrificio a estos mismos dioses. Parece que en gran parte, la tierra de Canaán había llegado a ser una especie de Sodoma y Gomorra en escala nacional. […] ¿Tenía derecho a seguir viviendo una civilización de semejante inmundicia y brutalidad? […] Los arqueólogos que cavan en las ruinas de las ciudades cananeas se preguntan por qué Dios no las destruyó mucho antes" (GRABADO. Volumen 1, página 739)».

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Aberraciones cananeas y epigenética.

Son numerosos los casos en los que se ha observado que una determinada persona de la familia, como un hijo o un nieto, presentaba características de la conducta que remedaban admirablemente bien las de un antepasado suyo que él no conoció y por lo tanto no había podido influir en la personalidad del joven. Ante esto, el observador se sentía inclinado a pensar que los caracteres se heredan a través de la "lotería" genética. Sin embargo, muchos doctos y entendidos en genética solían reprimir estas ideas afirmando que los rasgos de la personalidad de un individuo humano no son heredables.

Hoy día, muy recientemente, el punto de vista técnico está cambiando rápidamente, como explica el doctor argentino Marcos Hurvitz, especialista médico en Coloproctología y profesor universitario desde hace algunos años. En un artículo suyo titulado "Epigenética: ¿realidad o ficción?", de fecha 195-2010, expone:

«Los genes no especifican nuestras conductas en forma directa, pero codifican productos moleculares que construyen y gobiernan el funcionamiento del cerebro a través del cual se expresa la conducta. El desarrollo del cerebro, la actividad cerebral y la conducta, todos, dependen tanto de las influencias genéticas como las del ambiente, y hay un creciente acúmulo de evidencia de que la información social puede alterar la expresión genética del cerebro y la conducta.

Desde hace mucho tiempo, casi una centuria, nos han enseñado, y se han escrito un sinfín de artículos y libros tanto científicos como de divulgación, que las características de personalidad, así como ciertos caracteres adquiridos no se podían heredar. Pues bien, a la luz de ciertas investigaciones, más el uso del sentido común de observación de las personas y su descendencia, [es posible argumentar] que se podrían heredar los caracteres de personalidad, así como otras características adquiridas, inclusive ciertas formas de inmunidad y de respuesta a las noxas [(del latín NOXA, daño)].

Se pensaba que el genoma era sólo una estructura pasiva y estática que dirigía el desarrollo del organismo. A la luz de recientes resultados de varias investigaciones se muestra que el genoma lejos de parecer estático es altamente activo, ya que responde a una variedad de estímulos asociados a la conducta social. Así, la información social puede llevar a cambios en el cerebro y la conducta a través de cambios en el genoma, adquiridos. La pregunta es si estos cambios en el genoma se pueden heredar.

Debería existir un proceso molecular y celular de las características adquiridas durante la vida de un individuo, con un anclaje estructural fuerte y sostenido, que debe por ende producir también un cambio en la estructura del ADN, que se podría por lo tanto heredar.

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Fue seguramente Paul Kammerer a principios del siglo XX […] el primero en plantear que los rasgos adquiridos durante una vida de un organismo biológico se pueden transmitir a su descendencia. Esto […] le valió la humillación y degradación personal y profesional, [y puede que esto fuera] la causa de su suicidio. [Así, pues,] Kammerer fue el fundador de lo que conocemos como Epigenética. Kammerer se habría adelantado varias décadas a Conrad Waddington, que describió los primeros casos de este fenómeno y acuñó el término en 1942.

De alguna manera hay circuitos enteros, íntegros, entre el material genético y los cambios moleculares de la conducta y los rasgos de personalidad, circuitos de alimentación y retroalimentación, que hacen que nuestra forma de ser y de pensar se integre de alguna manera en el material genético. Además, esto permitiría una estructura fija que determina nuestra conducta en el día a día. Es decir, los cambios moleculares serían anclados de alguna manera. Porque en la dinámica celular deben perdurar estos cambios, para asegurar que "mis aprendizajes y conductas" seguirán siendo las mismas a lo largo de "mi vida". Obviamente, esto se puede cambiar y acomodar con nuevos aprendizajes. Dicho de otra manera, las estructuras cognitivas que uno desarrolla con el aprendizaje y perduran en el tiempo, así como los principales rasgos de personalidad, tienen un sustrato en el material genético, que permite también que estas mismas estructuras se vayan remodelando y corrigiendo a través del tiempo, así como reparando en el caso de algún daño.

Un camino inverso de retroalimentación entre las proteínas, ARN y ADN debe existir como para que los genes "sepan" qué está pasando "allá afuera" de la membrana celular. El material genético también debe poder aprender y generar mecanismos y estructuras estables capaces de perdurar y de hacer que perduren en las generaciones subsiguientes de células, así como en las generaciones futuras de los mismos seres humanos.

Los hijos tienen rasgos de personalidad y carácter muy parecidos a los padres. Esto [no sólo] es debido al medio ambiente familiar y social que los [sino también a que] hay carga genética que determina [este resultado]. Es decir, hay una estructura molecular subyacente que predispone a cierta personalidad o a ciertos rasgos de personalidad. Y esta estructura molecular del entramado neuronal está por supuesto determinada genéticamente. Nada se construye en la célula y en el cualquier tejido del organismo sin antes pasar por el determinismo del material genético.

La secuencia invertida de flujo de información sería: "Proteínas ? ARN ? ADN". Estas proteínas actúan como neurotransmisores, neuromoduladores, mensajeros, etc., es decir, señales desde fuera de la célula; y estos cambios que transmiten [esas] proteínas, de perdurar en el tiempo, se asentarían definitivamente dentro de la estructura molecular celular y a nivel hístico también. Estas estructuras, a su vez, determinarían cambios en el ADN para justamente mantener las mismas estructuras dentro y fuera de la célula, es decir, en las sucesivas divisiones celulares. Por supuesto, esto incluiría a las células germinales, heredando la descendencia los cambios adquiridos.

Los genes codifican proteínas, no conductas. Pero identificando cómo la variación genómica modifica los circuitos neuronales, entenderemos mejor dónde se inician estos cambios o estas diferencias interindividuales. Pequeñas diferencias en la producción de una proteína en un determinado lugar del cerebro provocarán cambios algunas veces profundos de la conducta».

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Estos descubrimientos epigenéticos, hoy en sus etapas de inicio, arrojan ya suficientes datos para pensar que existe un mecanismo que afecta al genoma y que da cuenta de la transmisión de padres a hijos de no pocas características psicosomáticas adquiridas a lo largo de la vida de los progenitores, para bien o para mal. Por lo tanto, en el caso de Cam y de Canaán, no es de extrañar que sus descendientes se vieran afectados por una carga hereditaria de inclinación aberrante que, aunada a nuevas aportaciones en la misma dirección, desembocaron en una personalidad de grupo tremendamente degenerada: los cananeos.

El decreto divino de exterminio, equivalente a la amputación quirúrgica de un miembro gangrenoso, cumplía aparentemente el propósito de evitar la ruina de la entera sociedad humana global, pues la influencia cananea hacia el exterior, o su tendencia a hacerse excéntrica, era ya evidente en la época de Moisés. El propio pueblo israelita fue advertido por este profeta para que evitara la corrupción cananea, y aún así fue víctima de la contaminación polifacética (mental, moral, religiosa, …) procedente del entorno cananeo en repetidas ocasiones.

Conclusión.

Parece, pues, que la prole de Cam introdujo un fuerte efecto apolillador contra el testimonio patriarcal acerca la narración creativa del Génesis. El entero libro sagrado no sólo contiene el relato de la Creación y la temprana historia de la humanidad, sino también una poderosa advertencia contra la inmoralidad y el desenfreno y contra el dar la espalda a las normas del Creador, mostrando las consecuencias sociales del derrotero erróneo. Por lo tanto, se comprende que su lectura y atesoramiento no hayan sido del agrado de pueblos empantanados en la corrupción, a los que denunciaría constantemente.

Así mermó la creencia de que el origen de la vida sobre la Tierra se produjo durante el llamado "Tercer día creativo" del Génesis, al irse perdiendo gradualmente de la memoria colectiva de la humanidad las credenciales patriarcales y sus tesoros de información fidedigna.

 

 

Autor:

Jesús Castro