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Santo Tomás de Aquino (página 2)


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Biografía

Tomás de Aquino, Santo (1225-1274), filósofo y teólogo italiano, en ocasiones llamado Doctor Angélico y El Príncipe de los Escolásticos, cuyas obras le han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos más sobresalientes del catolicismo.

Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino de Montecassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Como Tomás era de poderosa constitución física y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban Buey Mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un día llenará el mundo con sus bramidos".

Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su primera obra importante fue Scriptum super quatuor libris Sententiarum Magistri Petri Lombardi (escrita aproximadamente entre 1254 y 1259), que consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, Sententiarum libri quatuor (Cuatro libros de sentencias) del teólogo italiano Pedro Lombardo.

En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en Teología y fue nombrado profesor de Filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro IV le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y enseguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabante y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.

Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270). Esta obra invirtió la corriente de opinión hasta entonces favorable a sus oponentes, quienes fueron censurados por la Iglesia.

Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al II Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo. Falleció el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.

Santo Tomás fue canonizado por el papa Juan XXII en 1323 y proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío V en 1567. Su fiesta se celebra el 28 de enero.

Influencias aristotélicas

Aristóteles influye en Santo Tomás principalmente en:

Ontología (teoría sobre la realidad) y cosmología. Recoge la teoría del movimiento, dotando al acto primacía sobre la potencia, la teoría hilemórfica, todo esta compuesto por materia y forma, aunque añade seres inmateriales, dios y los ángeles. Distingue entre cambio sustancial y accidental, en Sto. Tomás la forma es la esencia, la naturaleza, atributos no esenciales que se ganan o se pierden. También recoge la teoría de las cuatro causas: material, formal, eficiente y final.

Teología (teoría sobre dios). Desarrolla cinco caminos para demostrar que dios existe. Como influencia aristotélica recoge la necesidad de un motor inmóvil de todo el universo, un dios concebido como acto pleno, puro, acabado. Aunque Tomás añade a este dios la preocupación por el mundo que creó en un acto de pensamiento, sin tiempo, desde la nada, desde la eternidad. Es todopoderoso, omnipotente.

Antropología (teoría sobre el hombre). El ser humano es una única sustancia compuesta por materia y forma, cuerpo y alma. Aquino añade que no es incompatible que el alma sea inmaterial e inmortal (creada por dios en la concepción) y que exista una vida eterna alejada del cuerpo, sobrenatural.

Ética (teoría sobre la moral). El fin último de la vida es la felicidad que tiene que ver con la actividad contemplativa. Y según Aristóteles sólo se podría disfrutar de una manera limitada, en cambio, Aquino dice que por su fin sobrenatural se puede dar de forma ilimitada, de una felicidad perfecta, la contemplación beatificable de dios, el cielo cristiano.

EL CONOCIMIENTO:

La base empírica del conocimiento

La gnoseología tomista está estrechamente unida a la cuestión de la relación entre teología y filosofía (entre el orden natural y el sobrenatural). Esto se debe a que en Santo Tomás la concepción del ser queda radicalizado en el singular quedando pegada a una filosofía del espíritu, no a una filosofía de la físis como en Aristóteles. Hay una existencia concreta de la cosa.

Pero igualmente Santo Tomás de Aquino siguiendo el empirismo aristotélico, estima que todo conocimiento ha de partir de una reflexión de que se da en la experiencia sensible. No se trata de una limitación a los datos de los sentidos. El sujeto comienza con lo dado, pero ha de seguir un proceso de abstracción.

Al igual que Aristóteles, considera que la realidad está formada por sustancias, compuestas por materia y forma, siendo la forma la responsable de la esencia de dicha sustancia. El mundo se articula debido a la existencia de estas formas, sin las cuales sería imposible el conocimiento. La teoría tomista del conocimiento se basa pues, en el carácter abstractivo del proceso de conocer.

En Santo Tomás hay que distinguir el conocimiento sensible, que proviene de las sensaciones corporales y es un conocimiento particular de las cualidades sensibles de las cosas, y del conocimiento inteligible, obra del entendimiento y que se constituye como un conocimiento universal o por conceptos.

En un primer momento, los estímulos del medio impresionan nuestros órganos sensoriales, produciéndose lo que Tomás de Aquino denomina "especie sensible impresa", que se registra en la imaginación ocasionando ciertas imágenes o "especies sensibles impresas". Estas imágenes conservan vestigios de particularidad de los objetos de los que provienen, pues el universal, como tal, todavía no ha sido captado.

Es en el conocimiento inteligible donde se produce la abstracción, la separación de la forma o esencia con respecto a la materia individual. La abstracción es el proceso por el que se pasa del conocimiento sensible a inteligible. Cuando se conoce intelectivamente, lo que se separa es la forma de la materia individual. Por ejemplo en el hombre la carne y los huesos sería materia común, pero, esta carne, estos huesos sería materia individual. El entendimiento abstrae la especie de la materia sensible e individual, no de la materia común, pues ésta pertenece a la naturaleza específica de la substancia.

En conclusión lo podemos sintetizarlo de la siguiente manera:

-Los sentidos captan el objeto sensible concreto, este es el punto de partida del conocimiento, al que Aristóteles denomina: especies sensibles impresas.

-En la imaginación se graba la imagen propia de ese objeto, al que llama fantasma, y son las imágenes de los objetos captadas por nuestros sentidos que se graban en nuestra imaginación como son las fantasías, a la que llama especie sensible expresa.

-El entendimiento agente abstrae o despoja al objeto concreto de todo aquello que le impida ser inteligible, quitándole todo lo que tiene de particular y concreto, y el resultado es la especie inteligible impresa.

-El entendimiento paciente elabora los datos del entendimiento agente hasta llegar al concepto universal, que tiene la capacidad de abstraer. Los conceptos (ideas) son siempre universales y abstractos. A este grado de abstracción lo llama especie inteligible expresa.

El entendimiento pasible es el que combina los objetos, los relaciona, los juzga, los afirma o niega, los compara…en definitiva es el que forma los juicios universales que hacen posibles las ciencias (definiciones).

-La conversión al fantasma: se produce cuando el entendimiento, teniendo en cuenta el conocimiento universal, lo aplica al objeto concreto. El entendimiento conoce directamente lo universal y a los seres concretos de modo indirecto a través de los sentidos.

El entendimiento forja un concepto universal a partir de las imágenes, y prescindiendo de sus cualidades sensibles materiales y particulares para atender sólo a la esencia universal de las cosas.

Como dijimos en cuanto que el entendimiento es el autor de los conceptos, lo denomina entendimiento agente (extrae de las formas particulares las formas) y en cuanto que los conceptos quedan impresos en éste, entendimiento paciente o pasivo.

Como Aristóteles, Santo Tomás de Aquino defiende que la forma, el universal se halla en las sustancias individuales, no fuera de ellas. Los universales abstraídos de lo individual se constituyen como objetos propios del entendimiento agente.

Para terminar el proceso cognoscitivo, el entendimiento compara la imagen con el concepto formado, aceptando que a dicha imagen corresponde dicho concepto (conversión al fantasma).

Vemos, pues, que el conocimiento racional procede por abstracción. De ello se deduce que requiere actos de composición y división, afirmaciones y negaciones que expresan mediante juicios lo que el entendimiento va conociendo de la cosa misma. Esto se denomina razonamiento y origina una ciencia discursiva.

El entendimiento humano no es acto, sino potencia; tiene que actualizarse a través de las especias abstraídas de lo sensible. El entendimiento agente se conoce en el acto de abstracción. Todo esto pertenece al orden filosófico, pero también hay que tenerlo en cuenta cuando se procede según el orden teológico.

El entendimiento humano entiende las cosas en su propia esencia, pero no se entiende a si mismo en su propia esencia; se entiende a si mismo en la medida que entiende a la cosa; en la medida en que se conoce a si mismo por su acto.

Ahora bien todo esto es una explicación de la teoría del conocimiento en Santo Tomás, pero como lo hacemos funcional; como funciona todo esto en la realidad, cual es la interpretación última de su teoría; tenemos que decir que para Santo Tomas en el acto de entender hay una traslación a la dimensión del espíritu.

¿Qué es lo primero que se presenta al entendimiento? Podemos decir cierta cosa común, en otras palabras, se presenta el ser y lo verdadero del objeto, pero también el ser del sujeto; este acto de entender es la participación del uno y del otro; el sujeto lo que entiende lo entiende en su ser. Tiene que haber un fluido entre el sujeto completo y la cosa completa; los dos revelan el ser. En S. Tomás el ser es limitado por la naturaleza, pero lo abre o le da una apertura al mundo.

En la especie impresa se pone en contacto el ser del sujeto y el ser de la cosa, el ser sería como el nexo entre el entendimiento y la forma que quedó impresa. Hay como una doble condición; la forma propia y la forma del otro; la forma inteligible del otro lo traslada a su ser.

La cosa imprime en la inteligencia, una especie, una cosa representativa "que es", el sujeto sabe "que es", por que el también "es", por que el también tiene el ser, lo tiene en su misma naturaleza. El ser no es un concepto, es un acto.

Por tanto el ser es entender la cosa, es vivirla, saber que la cosa está ahí y que existe, una objetividad abierta; como ya dijimos, es la apertura al mundo.

Sin embargo el ser está limitado por el género y la especie, limitado por la naturaleza.

El ser es entender lo inteligible, la infinitud inteligible.

El ser que capta el sujeto (con su ser), es una identidad nueva, de allí sale la esencia. Por otra parte para captar el ser del objeto depende de lo real, lo real aquí es fundamental, de esta manera el entendimiento convierte en inteligible todo ser.

Para entenderlo mejor podemos decir que captar el ser del otro no es otra cosa que captarlo en vivo y en directo, inteligir algo viviente, no captarlo como un concepto (S. Th. 1° Parte Q’ 79 Sobre el entendimiento).

Lo primero que se aprehende es el ser, el entendimiento agente es despertado por el ser del objeto. De esta manera el ser es la intencionalidad ontológica.

Por otra parte la imaginación que está en potencia con el dato, se actualiza y combina.

Para S. Tomás el ser espiritualiza a la materia, esto se debe que el ser del objeto no es otra cosa que una participación del ser de Dios o del Esse subsistem.

EL JUICIO DE VERDAD

Para Santo Tomás el orden de las esencias está configurado en la creación, las esencias son simples. Santo Tomás en la cuestión 85, art. 6 del libro 2; si el entendimiento puede ser falso: responde que para que un juicio sea verdadero, tiene que reflejar la esencia. Si se atiene a la esencia no se puede equivocar, claro está que de esto se deduce que no se puede decir nada nuevo; en otras palabras en un juicio de verdad según la esencia no se puede salir del orden de la inteligibilidad de ese objeto. S. Tomás que da atrapado en la individualidad del ente.

Ahora bien intentemos una definición del "juicio": una definición real de juicio puede darse así: es un acto de la mente por el cual, o bien unimos mediante nuestra afirmación dos ideas que se nos han ofrecido, o bien las separamos mediante nuestra negación; o podríamos intentar otra como esta definición: asentimiento de la mente a una identidad, o a una diversidad objetiva de dos ideas una vez conocidas.

De ahí que esta operación se llama también: unión y división, por que es el acto que une y divide dos conceptos objetivos, no mediante la simple yuxtaposición o separación de ellos, como sucede en la síntesis y el análisis, sino por un nuevo acto de afirmación y de negación; de donde se llama también. Finalmente, adhesión o asentimiento de la mente, por el que la mente, se adhiere y se une íntimamente con la verdad pensada.

En definitiva el juicio, formalmente consiste en aquella adhesión o asentimiento, por el que afirma la identidad o diversidad de aquellos conceptos.

Aristóteles define al juicio como: "Reunión o síntesis de conceptos inteligibles que existen como una sola cosa (como si fueran una sola cosa)".

Por otra parte Santo Tomás define el juicio como: "El juicio es la operación del entendimiento según la cual reúne y separa, afirmando y negando".

Santo Tomás afirma que entre el sujeto y la cosa hay una relación ontológica, que es el ser de la cosa y mi ser; hay una relación entre cosa y ser; en otras palabras compartimos el ser; el entendimiento tiene la capacidad de captar la forma que a la vez activa el entendimiento, hay una unidad.

La inteligencia debe captar la inteligibilidad del objeto, luego hay que hacer una composición unitiva del ser, develar al ser.

En la reflexión el núcleo es el ser en que vivimos, en la reflexión se trasmite esa inteligibilidad. Como ya dijimos lo que pesa es el ser que está ahí, está en acto, y me pone en acto a mi. Uno se trasporta al objeto y este le trasmite al sujeto una forma.

Ahora bien para Santo Tomás el fundamento del ser está en el espíritu. El ser esta como acto por que está espiritualizado.

El ente quedó en el plano de la sustancia y el ser se eleva al plano del espíritu, lo hace inteligible; de está manera profundiza el ser del ente, profundiza al ser que somos. Ese ser es creado por Dios; en este sentido el ser análogo, como el ser de cualquier animal, como el ser de Dios. El ser es una apertura al abismo.

Por ello concluimos que en la verdad del juicio hay que captar la dimensión ontológica, una dinámica de la potencia al acto que no está separada. Una sola existencia del ente.

El ser es el objeto formal del hombre, dinamismo ontológico.

El acto de ser (esendi) es un esse, la esencia es lo inteligible, el acto de ser le es inmanente a la esencia. El cognoscente desmaterializa al ente, lo hace ser en acto, inteligible.

Ahora bien la pregunta que queda sin resolver es como se organiza la verdad del juicio, como puedo decir que algo es verdad.

La respuesta primera que podemos dar es que no es una resultante relativa de mí solamente (yo solo) sino de mi y el objeto (el mundo).

Para Santo Tomás hay tres pasos para la verdad el juicio:

  1. Juicio como composición.
  2. Juicio como afirmación.
  3. Juicio como reflexión.

Juicio como composición: complemento del conocimiento. Desde la sensibilidad recibimos múltiples elementos o datos; aquí obtendremos la articulación de esos datos, llevarlo a la unidad del objeto. En una composición de la mente y el objeto. El juicio tiende a hacer una síntesis (materia y forma, sustancia y accidente), para luego comprenderlo; es decir llegar a la unidad simple; por ej. el hombre es una animal racional.

En la composición hay una simple aprehensión, los accidentes que componen la sustancia. Tengo que juntar sujeto y predicado. Veo al gato y tengo la forma, pero todavía no la puedo atribuir al gato; tengo que aplicar al materia el ente, allí se conjuga el "es".

El juicio como afirmación: el asentimiento como valor, ej. El gato es lindo. Hay como una transformación de la inteligencia, aplicando lo inteligible al objeto; y le da objetividad; esta es la función del juicio.

El verbo ser tiene dos funciones: copulativa y existencial.

Copulativa; como síntesis de la forma y la materia, unir la forma a la materia, el "es" es su predicado.

Existencial: esa unión la pone en su ser en acto. No solo la existencia sino también el atributo. La cosa queda incorporada al acto del espíritu, se incorpora a la existencia del espíritu como entender. Este entender como de la existencia.

En Santo Tomás el mundo, es un mundo integrado; lo entiende desde si, que existe.

Ese dinamismo trascendental se constituye el objeto intencional, como condición de posibilidad para que sea inteligible lo real. En ese acto de ser actuado se aprehende la esencia viviente. En esa esencia se da una apertura infinita al ser que somos.

Podemos terminar diciendo que el juicio afirma, el sujeto pone el valor maneja el ser y lo afirma. El intelecto en acto y lo inteligible en acto son una misma cosa.

El juicio como reflexión: reflexión sobre la naturaleza de su acto. Reflexión sobre la presencia, ponerse a distancia y afirmarlo, como una nueva inteligibilidad. Aquí la inteligencia vuelve sobre su operación. Hay una reflexión inteligible, reconoce es si y aprehende la esencia.

El entendimiento agente reconoce la naturaleza de su acto, es necesario volver hacia atrás, retorno de la inteligencia sobre ella misma y la conformidad con la cosa; todo termina en el acto.

EL CONOCIMIENTO POR CONNATURALIDAD

Santo Tomás antes de tomar el tema del conocimiento; en los primeros capítulos de la Suma Teológica primero habla sobre la sabiduría. Aquí podemos ver la relación que hace del juicio del entendimiento con lo espiritual.

"Sabiduría se dice de dos maneras, según un doble modo de juzgar, habida cuenta que es propio de la sabiduría el juicio sobre las cosas. Pues ocurre que alguien juzga por modo de natural inclinación, así como quien tiene una virtud juzga rectamente acerca de lo que se debe obrar según aquella virtud, en cuanto está inclinado a aquellas cosas; por lo cual, en el Libro de la Ética, dice que el virtuoso es la medida de los actos humanos. De otro modo, se juzga por modo de conocimiento, como alguien instruido en la ciencia moral puede juzgar sobre los actos virtuosos aunque no tuviese virtud. El primer modo de juzgar sobre lo divino corresponde a la sabiduría que es don del Espíritu Santo; el segundo modo pertenece a esta doctrina, según que se adquiere por estudio, aunque sus principios sean creídos por la Revelación".

Algunos han mal interpretado esta cita, una cierta sospecha de actitud "irracionalista" apoyada o bien en la mística o bien en un voluntarismo, podrá advertir el malentendido a que se ha dejado llevar por la falta de comprensión de la distinción establecida por Santo Tomás atendiendo al texto en que se plantea si la sabiduría es una virtud intelectual, si tiene su propio sujeto en el entendimiento:

La sabiduría importa cierta rectitud del juicio según razones divinas, dice:

Santo Tomás. Pero la rectitud del juicio puede darse doblemente: de un modo, según el recto uso de la razón; de otro modo, por cierta connaturalidad respecto a aquello sobre lo que hay que juzgar, así como de lo que pertenece a la castidad juzga rectamente el que adquirió la ciencia moral.

Así pues, tener un juicio recto sobre lo divino por investigación racional pertenece a la sabiduría que es virtud intelectual; pero tener un recto juicio de ello según cierta connaturalidad a las cosas divinas corresponde a la sabiduría según que es don del Espíritu Santo. Esta connaturalidad a las cosas divinas se tiene por la caridad, que ciertamente nos une a Dios, como se dice en I Cor. 6, 17: "El que se adhiere a Dios, se hace un espíritu con Él". Luego la sabiduría que es don del Espíritu tiene ciertamente su causa en la voluntad, a saber, en la caridad; pero su esencia la tiene en el entendimiento, en el cual es propio juzgar".

La distinción entre el conocimiento por connaturalidad respecto del conocimiento por intelección y discurso racional, que se introduce en la Doctrina Sagrada de Santo Tomás precisamente para caracterizar el más alto grado de conocimiento intelectual que el hombre tiene por la actuación en su mente de los dones del Espíritu Santo, no es, en modo alguno, un anticipo de tendencias sentimentalistas, voluntaristas, desdeñosas con la seriedad especulativa, contemplativa, en nuestro conocimiento de Dios. El don del Espíritu Santo "causa la rectitud de nuestro juicio sobre lo divino, o sobre todo lo demás por normas divinas, por cierta connaturalidad o unión a Dios; la cual unión se obra por la caridad. De aquí que la sabiduría de que aquí tratamos presuponga la caridad… por lo que esta sabiduría de que hablamos no puede darse en el hombre en pecado mortal".

El pensamiento de Santo Tomas también llamado Doctor Angélico, podemos decir que siempre esta en equilibrio intenso y tensionado hacia el bien y la verdad entre errores opuestos. Es, pues, absolutamente injusto el juicio de Karl Jaspers que, en su obra La fe filosófica ante la Revelación, caricaturiza a Santo Tomás como si buscase siempre una inconsistente unificación de doctrinas opuestas. La síntesis de Santo Tomás no concilia contrarios, ni pretende superar contradicciones, sino que respeta enérgicamente la realidad sintetizando, en su doctrina, lo que en la realidad de las cosas ha sido armónicamente "puesto junto" por el Creador, en orden, precisamente, a la comunicación del bien participado a sus criaturas.

Para Santo Tomás, existe una armonía entre la gracia (don sobrenatural de Dios) y la naturaleza humana y el hecho radical de que es ésta en cuanto tal (pero precisamente en cuanto "herida por el pecado") la destinataria, a modo de sujeto receptivo, de la gracia sanante y divinizante, conducen connaturalmente a descubrir que la misma estructura de la mente humana -que, por la posesión del acto de ser en su alma, forma no totalmente inmersa en la materia, aunque constituya el compuesto humano a modo de forma substancial, es por su misma entidad capaz de auto-conciencia según su ser, de experiencia perceptiva e inmediata de su vida ejercida en los actos intelectuales y las voliciones conscientes y libres- esto la hace "obediencialmente apta" para que su vida cristiana se desenvuelva en la experiencia mística.

Concluyamos diciendo que esta capacidad obediencial para recibir, por don divino, la connaturalidad con el bien divino la podemos hallar por cuanto si el hombre no fuese consciente de su vida individual, por su entendimiento y su voluntad, no podría siquiera la objetivación humana concebir la bondad del ente.

Afirma Santo Tomás, como precedente a la concepción de lo que es como bueno, que el hombre, por su entendimiento, "aprehende que apetece lo que es"

Ciertamente es ésta una estructura universalmente constitutiva de la naturaleza personal humana, pero precisamente cada uno de los hombres puede formar el juicio sobre el bien en el ente, y puede su juicio teorético hacerse, por extensión, práctico al descubrir los fines a que se ordena naturalmente su vida personal y conocerlos como "debiendo ser buscados" y debiendo ordenar a ellos sus elecciones libres, como algo en que se actúa y realiza aquella vida individual según la que cada hombre percibe que él vive y existe y entiende.

Santo Tomás afirma insistentemente, distinguiéndolo del que se expresa en enunciaciones objetivas que se enlazan discursivamente en el raciocinio, un conocimiento "por connaturalidad" con lo conocido, como el que tiene el virtuoso respecto de la vida moral, en concreto. Si no existiese esta connaturalidad arraigada en la conciencia existencial con lo aprehendido por el hombre, no conoceríamos, ni práctica ni teóricamente, la bondad del ente.

CONCLUSIÓN

El estudio del conocimiento constituye, por su propia naturaleza, una de las partes esenciales de la filosofía, la creciente importancia en la ciencia y la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos fundamentos teóricos ha acrecentado aún más el interés por la misma en el moderno pensamiento filosófico. Por ello cuando hablamos de conocimiento no es un tema pasado, ni es un problema antiguo; sino más bien una problemática muy actual.

Cuando queremos dar alguna definición sobre que es el conocimiento, decimos por ej: El conocimiento es una relación entre Sujeto y objeto. Si a un ser se le considera como un objeto es por la relación a un objeto, y si a otro se le considera es por la relación a un sujeto. El conocimiento es un fenómeno complejo que implica los cuatro elementos (Sujeto, Objeto, Operación y Representación interna) de tal manera que si fuera uno de estos, aquel no existe.

Pero el problema radica en fundamentar si realmente puedo explicar si existe un verdadero conocimiento. Si lo que tengo a la vista, el objeto, coincide verdaderamente con lo que tengo en mi mente o no. Muchos han tratado de hacer una teoría del conocimiento. Algunos han convencido más otros menos.

En mi opinión Santo Tomás explica de manera fehaciente y definitiva que existe ese conocimiento, y que lo que el entendimiento abstrae de la cosa, coincide con la cosa misma. A mi parecer creo que se debe por que su explicación satisface, pero además en su explicación el conocimiento radica o está sustentada en el ser.

Lo primero que se presenta al entendimiento es el ser y lo verdadero del objeto, pero también el ser del sujeto; este acto de entender es la participación del uno y del otro; el sujeto lo que entiende, lo entiende en su ser. Para Santo Tomás tiene que haber un fluido entre el sujeto completo y la cosa completa; los dos revelan el ser.

Por una parte la doctrina epistemológica proviene de la doctrina antropológica, para Santo Tomás, el hombre es el ser más importante de todo lo creado, sobre todo porque su alma es racional y espiritual. El conocimiento sensible y el conocimiento abstracto están basados en la realidad humana, pero Santo Tomás añade un conocimiento extraordinario que es el conocimiento de Dios.

Santo Tomás explica el conocimiento por el ser de la cosa, ya que esta se pone en contacto con el ser mío, y de esta manera, en esta conexión se puede conocer. El ser de la cosa y mi ser están íntimamente ligados. Del ser que capta el sujeto (con su ser), es una identidad nueva, de allí sale la esencia.

Esta explicación es satisfactoria, por que hay una unidad que lo explica, el ser de la cosa y mi propio ser, la cosa y el sujeto cognoscente están ligado por algo, y es allí donde se da el conocimiento. Si lo comparamos con la teoría de Kant; es El mismo que dice que al Noúmeno no lo podemos conocer, solo podemos conocer el fenómeno (primera intuición sensible); refiriéndose a lo externo, a lo de afuera, a la cosa; en otras palabras lo externo o el noúmeno solo actúa como un disparador, como estímulo, para que el sujeto haga su primera intuición sensible (fenómeno); en Kant el sujeto es totalmente activo con respecto al conocimiento. Por otra parte con respecto al "ser" podemos citar a Heidegger que afirmaba que a los griegos se le escapó el ser, y de allí en más, todo fue una ontología; podemos afirmar con toda verdad que Heidegger no lo entendió a S. Tomás o no lo leyó de manera exhaustiva. S. Tomás basa su teoría del conocimiento en el ser, como hemos dicho, y también toda su filosofía.

Santo Tomás tiene una riqueza que para mucho es como una fuente sellada, tal vez por que solo se llevan de comentarios o tal vez por que es mal interpretado. S. Tomás si habla del ser, y no se le escapó, al contrario toda su filosofía esta basada en el ser. Después de Santo Tomás no tenemos duda que la escolástica se transformó en una filosofía de conceptos y del ser solo quedó el ente. Tal vez sea el momento de volver a la fuente y apreciar o redescubrir ese tesoro de conocimiento que puede aportar Santo Tomás a la realidad actual y al conocimiento.

"¿Cómo puede uno no ser tomista, si se conoce a Sto. Tomás de Aquino?", se preguntaba E. Gilson. Y seguía: "Pero ¿cuántos son los que lo conocen? He ahí donde está la dificultad. . . La ignorancia del tomismo es el gran obstáculo a su difusión". Y, cuando se le preguntó: "¿Cómo puede afrontar el tomismo las filosofías de hoy?", contestó: "El afrontamiento se haría fácilmente si se comenzase con profundizar el mismo tomismo. Pero las dificultades pululan toda vez que se comete la imprudencia de confrontar un tomismo mal comprendido o insuficientemente profundizado con doctrinas "modernas" que, por otra parte, tampoco son siempre mejor conocidas que él" (Ensayos Teológicos – Verbum Caro, Madrid – 1964 – I, 268.).

Para concluir este trabajo debo afirmar que Santo Tomás no es verdaderamente conocido, reconocido y difundido. No pienso que no deba ser analizado y criticado, pienso que si esto ocurre por lo menos se debería ir a la fuente, conocerlo bien, o mejor dicho se debería interpretarlo como se debe, y se debería profundizar en su pensamiento agudísimo y luego entonces podremos discutir.

Puedo decir junto con Balthasar ("Teología y Santidad") Que en Santo Tomás vamos a encontrar vastísima cultura que nos hace descubrir y apreciar los tesoros donde se encuentran. Sigue diciendo Balthasar; "¡Qué riqueza de puntos de vista, de perspectivas en todas direcciones, de incitaciones esparcidas sin intención sistemática conserva todavía Santo Tomás, si se compara con el esqueleto de un manual de hoy!"

Bibliografía

  • Copleston, Frederick. El pensamiento de Santo Tomás. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1960.
  • Fabro, Cornelio. Introducción al tomismo. Madrid: Ediciones Rialp, 1967. Introducción.
  • Gilson, Etienne. El tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Pamplona; Ediciones Universidad de Navarra, 1987.
  • Internet: Sitio de Santo Tomás de Aquino.
  • Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino, B.A.C., Madrid
  • La Ética, Santo Tomás de Aquino.

 

 

 

Autor:

Ramón Clemente Saracho

Ramón Clemente Saracho, profesor de Filosofía. Actualmente haciendo una Licenciatura en la Universidad de Morón.

Expositor en la "Cuarta Jornada sobre Cultura Clásica. Filosofía – Literatura – Historia – Arte Griego Romano" (I.S.F.D. Ricardo Rojas; Moreno Buenos Aires).

Nacido en Posadas Misiones; el 30 de Mayo de 1963; estudios en el Instituto Superior "Ruiz de Montoya" (Posadas Misiones) y en el Instituto superior "Ricardo Rojas" (Moreno Pcia. de Buenos Aires).

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