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Europa entre el terrorismo y el referéndum (página 2)

Enviado por Jairo Lugo Ocando


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Autocensura en la BBC

La tendencia de la BBC de limitar y controlar la información en momentos de crisis no es nueva y se remonta a la primera huelga general de 1926, cuando los sindicatos de prensa se sumaron al paro de mineros provocando el cierre de los periódicos. Solo el servicio de radio de la BBC siguió transmitiendo noticias proclives al gobierno. Hoy se reconoce que su rol fue fundamental en salvar al gobierno de entonces y terminar con la disputa. 

Bien conocido es también el estudio hecho por el Glasgow Media Group, que dirige el profesor Greg Philo, sobre la cobertura de la BBC durante la guerra de las Malvinas y donde se podía ver que, lejos de una cobertura independiente y objetiva, la BBC había demostrado estar profundamente sesgada. En el estudio War and Peace News (1985), se concluye que, en momentos de crisis, la BBC se comporta como cualquier canal comercial.

En realidad, la BBC actúa guiada por los principios que rigen a las grandes cadenas noticiosas y de entretenimiento. Estos principios fueron enunciados por los académicos Noam Chomsky y Edward S. Herman en su libro Manufacturing Consent (1988), cuando describen los filtros que los medios en los Estados Unidos tienen cuando construyen sus agendas. En una reciente conferencia en Edimburgo, el profesor Noam Chomsky nos comentaba al grupo de asistentes que el filtro del comunismo había sido sustituido ahora por el del fundamentalismo islámico.

En este sentido, el rol de la BBC al cubrir los hechos terroristas atribuidos a fundamentalistas islámicos no es distinto al que siempre han demostrado los medios comerciales, y que a lo largo de los años se ha visto reforzado en el Reino Unido por disposiciones legales emanadas tanto del parlamento como del ejecutivo británico.

Por ejemplo, en 1988, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, el Secretario del Interior, Douglas Hurd, introdujo una disposición que prohibía a las televisoras y estaciones de radio transmitir la voz de líderes terroristas o de sus simpatizantes. La idea, según Thatcher, era privar al terrorismo de su oxigeno, que es la propaganda. Esta censura nunca pasó ni fue discutida por el parlamento, ya que en el Reino Unido no existe la tradición sobre la libertad de expresión que existe en otros países como los Estados Unidos donde es una disposición constitucional.

La BBC entonces produjo una de las decisiones bizarras y salomónicas más famosas de la historia televisiva británica, al permitir que la imagen de los afectados se transmitiera, pero doblando sus voces con actores. Así, por ejemplo, Gerry Adams, líder del Sinn Fein y asociado con el Ejercito Republicano Irlandés (IRA), aparecía en las pantallas de la BBC pero con un actor con la voz idéntica que repetía al micrófono lo que previamente había sido grabado por Adams. De más está decir que en 1994, cuando la prohibición cesó, el pobre actor que hacía la voz de Adams perdió su empleo y según se sabe sigue aún cobrando paro forzoso.

La decisión del gobierno Británico de entonces obedeció a una serie de recomendaciones de expertos sobre el tema que aconsejaban censurar la información durante este tipo de hechos. Gerard Chaliand, en su libro Terrorismo: De la Lucha Popular al Espectáculo de Medios (1985), sostiene que en aras de derrotar a los grupos terroristas hay que luchar en dos frentes: uno el militar y el otro el de los medios. Para ello, agrega Chaliand, hay que desarrollar una teoría de contrainsurgencia para la radio y televisión. Chaliand publicó su libro el mismo año en que la CNN salió al aire y con él, la inmediatez de la guerra en los receptores se hizo una realidad y su control, una necesidad.

Tal y como escriben Alvin y Heidy Toffler en su libro Guerra y Anti-Guerra (1995), ‘las batallas del futuro se ganarán tanto en el campo de batalla como en las pantallas de nuestros televisores’. Una posición que es apoyada por la profesora Brigitte L. Nacos, de la Universidad de Columbia, en lo que se refiere al terrorismo. Nacos argumenta en su libro Mass-Mediated Terrorism (2002) que la posición de los medios es central a la difusión propagandística y como tal, en nuestros días los medios no solo son cajas de resonancia para estos grupos armados, sino que además proveen de significado al mensaje en sí. Nadie se atribuyó los hechos del 11 de Septiembre en Nueva York, porque querían que este espectáculo tuviese muchos significados e interpretaciones, comentó Nacos en una entrevista reciente.

Por su parte, Martin Edmonds, director del Centro para los Estudios de la Defensa y Seguridad Internacional, en Henley-on-Thames apunta que esto es una guerra, y como tal todos son objetivos militares y a la vez armas de lucha. Edmonds, quien es además director de la revista Defense Análisis, sostiene que es iluso pensar que los gobiernos o los grupos armados no harán uso de los medios como armas o como objetivos militares. Prueba de ello es que la decisión de la BBC de limitar la cobertura de atentados no ha pasado desapercibida para los grupos armados. El denominado IRA-verdadero, un brazo disidente del IRA, detonó un vehículo con 20 libras de explosivos a las puertas de los estudios del World Service de la BBC en Londres en marzo del 2001. La intención era obvia, obligar a la BBC a transmitir la explosión.

Terrorismo noticioso

Con los atentados del 7 de julio del presente año, la BBC ha radicalizado su política de limitar y controlar la información, evitando crear alarma o transmitir en vivo los sucesos, bajo el pretexto de la decencia y buen gusto. En los estudios de la BBC, con el paradójico nombre de Bush House se edita cuidadosamente lo que saldrá al aire y se especula con las reacciones que cada imagen puede provocar. Estas prácticas son el resultado de un cuidadoso plan para limitar los daños de imagen provocados por posibles atentados terroristas que se viene instrumentando desde hace tres años.Meses antes los periodistas británicos de los grandes medios noticiosos habían sido notificados ya por el Home Office de la posibilidad de un atentado como éste. Cuando el despacho de seguridad les pidió a todos prudencia en la cobertura de los posibles hechos terroristas, para todos estaba claro que ello se traducía en autocensura.

Junto a los talleres para corresponsales de guerra que se dictaron entre el 2001 y el 2004 en vísperas de la invasiones a Afganistán e Irak, se organizaron también varias reuniones sobre cómo se debía reaccionar a posibles atentados terroristas. Las autoridades sabían que esto iba a pasar, la pregunta era cuando. Por lo que prepararon a los periodistas y a los medios para un eventual atentado como el ocurrido, comenta el periodista y corresponsal de guerra Tim Ripley.

Ripley, quien ha publicado media docena de libros sobre conflictos y guerras en las que el Reino Unido ha participado, señala que en el gremio periodístico se sabía que algo así iba a suceder y también ‘cuales botones se debían presionar exactamente llegado el momento’.

Este acuerdo entre medios y autoridades sin embargo no es tácito, sino bastante tangible y concreto. El mismo opera con el nombre código DA-Notice System y es administrado por el Comité Asesor para la Defensa Nacional en materia de Prensa, Radio y Televisión (DPBAC), una entidad creada por el gobierno, en la cual se reúnen regularmente las autoridades de seguridad que lidian con actividades terroristas con editores y periodistas de los mas importantes medios. DA-Notice System es un código de autocensura, el cual es suscrito de manera voluntaria entre las autoridades encargadas de las acciones contra el terrorismo y los medios de comunicación. Todas las cadenas británicas de noticias, incluyendo la BBC, han suscrito el acuerdo y prometido respetar los límites impuestos por las autoridades en momentos como los del pasado 7 de julio. Paradójicamente, la última reunión de este comité tuvo lugar en Londres el 11 de mayo pasado, a menos de un mes de los atentados.

Nada, sin embargo, justifica que una corporación de radio y televisión de servicio público se preste a la manipulación y la censura de la misma manera en que redes comerciales privadas o medios gubernamentales lo hacen. Después de todo, los contribuyentes británicos pagan un impuesto especial para que se les provea de un servicio independiente de noticias.

En un artículo del diario italiano Corriere della Sera, el  profesor e investigador italiano Giovanni Sartori criticó la cobertura que la BBC les ha dado a los atentados de Londres, por no mostrar las imágenes de las víctimas y por el uso selectivo de ciertos términos. Sartori había sido un admirador de la BBC en el pasado y en una entrevista a Radio El Espectador de Uruguay, en 1998, llegó a decir que la competencia de la BBC con las cadenas privadas ha tenido un resultado óptimo. La BBC mantiene niveles de calidad muy superiores y funciona imponiendo un estándar. Debe haber una televisión pública absolutamente independiente del poder. La BBC lo ha logrado y, afortunadamente, prueba que es posible.

Sartori expresa ahora, sin embargo, su preocupación por lo que considera una manipulación en la que la BBC se ejercita desde hace tiempo. Para la red difusora británica, los terroristas irlandeses son criminales, los palestinos son militantes, los islámicos de Londres del otro día son bombers. Sartori explica que lejos de simplificar demasiado, los medios, en este caso, sofistican y mistifican.

La BBC, por ejemplo, ha emitido una guía para sus periodistas, donde no se les llama terroristas a los que pusieron las bombas en Londres sino ‘hombres bomba’. La guía señala además que las imágenes sobre atentados terroristas deben pasar por estricto control editorial antes de ser emitidas y aprobadas por el ‘editor con mayor jerarquía en el momento en la sala de redacción’.

Más allá de la censura

Pero el problema de la BBC va más allá de censurar ciertas informaciones o transmitir imágenes a cuenta gotas. La presentación de noticias fuera de contexto y la falta de vinculación causa-efecto no solo son vicios de las televisoras comerciales sino también de la BBC. ‘Este es sin lugar a dudas, el problema fundamental de los medios en general y de la BBC en lo particular al momento de cubrir noticias relacionadas con el Medio Oriente, Islam y atentados terroristas’, apunta Greg Philo del Glasgow Media Group.

Philo, quien recientemente condujo un estudio de cómo la BBC cubría el conflicto Israelí-Palestino, apunta que la descontextualización permite un discurso que presenta a un enemigo deshumanizado que nos odia de manera irracional. El palestino que se suicida con un coche bomba no es un hombre que lo ha perdido todo y que ha visto su casa y familia destruidas por los F-16 comprados por Israel con la ayuda militar norteamericana, sino un loco que odia por odiar y que quiere destruir nuestro modo de vida, agrega Philo.

Este mismo análisis se puede aplicar a la cobertura de la BBC de los atentados terroristas en Londres. Solo un par de comentaristas se atrevieron a señalar la vinculación entre la participación del Reino Unido en Irak y Afganistán y los atacantes suicidas. Entre estas voces está la del periodista australiano John Pilger, quien escribió en la revista New Statesman ‘que de no haberse empecinado Tony Blair en ir a una guerra ilegal e ilegitima en Irak, casi con seguridad las 50 personas muertas en Londres estarían aún con vida’.

Este tipo de análisis, sin embargo, no sucedió en los espacios de la BBC, que no solo fue cuidadosa de editar imágenes y sonido, sino también ideas. Las comunidades musulmanas, por ejemplo, no fueron presentadas como lo que en realidad son, grupos heterogéneos y muy diversos, sino como una caricatura en blanco y negro donde los musulmanes o son moderados y apoyan al gobierno, o son un grupo de fanáticos extremistas dispuestos a volarse a sí mismos y a todos a sus alrededores.

Para ser sinceros, la BBC no fue la única en caer en estos vicios, los otros canales se comportaron igual y hasta peor. El problema para mí en lo personal, como periodista, catedrático y contribuyente a la corona de este país, es que ninguno de esos canales recibe de mí un impuesto para comportarse de manera diferente.

 

Jairo Lugo Ocando

Agnès Granchet-Valentin

Revista Chasqui Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para

América Latina (CIESPAL)     

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