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Europa entre el terrorismo y el referéndum

Enviado por Jairo Lugo Ocando

Partes: 1, 2

    1. El 7J en Londres: propaganda, autocensura y terrorismo
    2. Terrorismo noticioso
    3. Más allá de la censura

    La Unión Europea, que nuclea la mayor parte de países del viejo continente, afrontó en el último periodo dos acontecimientos que conmovieron al mundo por igual: el NO del pueblo francés al establecimiento de una Constitución única del conglomerado de países y los atentados sangrientos contra el sistema de transporte en Londres.

    Inmediatamente después de ocurrir los dos hechos, Chasqui encargó a residentes en Inglaterra y Francia el análisis de lo acontecido desde la óptica del fenómeno comunicacional que, como en toda actividad humana, siempre se ve implicado. Agradecemos a quienes, pese a lo limitado del tiempo, aceptaron colaborar con la revista latinoamericana de comunicación del CIESPAL.

    El 7J en Londres: propaganda, autocensura y terrorismo

    Jairo Lugo Ocando

    Con 50 muertos y unos 700 heridos durante los atentados en Londres del pasado 7 de julio, uno esperaría una cobertura muy gráfica y completa de los  sucesos. Después de todo, tanto quienes perpetraron estas acciones como las explosiones en sí están grabados en circuito cerrado con lujo de detalles. Por si fuera poco, las imágenes dantescas y obscuras de cuerpos desmembrados en los túneles del subterráneo recorrieron varias veces el mundo a minutos de la masacre. La censura que con anterioridad se imponía en el pasado a la cobertura de hechos de esta naturaleza parecería ahora imposible en un mundo satelital y digital.

    Sin embargo, para quienes vivimos en el Reino Unido, la desinformación fue la norma del día. Los medios radioeléctricos e impresos locales nos dejaron en la misma oscuridad y silencio que dominaron los túneles del subterráneo de Londres en esa fatídica fecha. No valió que el servicio Sky, de Rubert Murdoch, ofreciera más canales que las víctimas o que el otro servicio gratuito de televisión digital permitiera cambiar 70 canales sin repetir ninguno.

    Decidí entonces poner la BBC, tanto la televisión como la emisora de radio. Al fin y al cabo, me dije para mis adentros, yo pago unos 200 dólares al año para subsidiar un servicio independiente y de altura. Pero para mi frustración, la BBC daba los acontecimientos a cuenta gotas. Primero dos muertos, luego eran cuatro, finalmente ocho.

    Agotadas las vías locales, llamé a mi amigo Gustavo, en Colombia, donde los muertos se ven explícitamente después de las loterías. 

    • ¿Qué se dice allá Gustavo?
    • Pues que hay más de 30 muertos.
    • ¡Treinta! No puede ser, si aquí la BBC solo ha dado parte de ocho.
    • Pues yo estoy viendo los túneles y creo que van a ser mucho mas de treinta.

    A la final, mi amigo Gustavo, viviendo en el tercer mundo con una televisión comercial cuya línea informativa esta bajo constante tutelaje por el gobierno, estaba mejor informado que yo pagando 200 dólares al año por una televisora y radio de servicio público en el primer mundo. Esta paradoja tiene sin embargo una explicación lógica que se remonta a la historia y política de la corporación.

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