Ensayo
- De las fuentes históricas, y sus categorías
- De los hombres americanos y sus grupos
- A modo de conclusión
El presente ensayo tiene por objeto dar una visión personal a partir de críticas a los
modelos teóricos historiográficos y filosóficos en el tema de la formación de los Estados Indígenas en la América Prehispánica, conteniéndome tal vez de lo riesgoso que resulte justificar este patrón divisioriamente histórico, y entendiendo como criterios de referencia otros acontecimientos de otras naturalezas.
En este ensayo me remitiré a dos aspectos principales; el primero tiene relación con comentar algunas categorías historicistas, teóricas específicamente, desde un punto de vista crítico a las nomenclaturas y al foco de estudio y sus posteriores dictámenes de la realidad del tema; el segundo, ya intencionalmente detenido sobre lo que me corresponde como estudiante de Historia, corresponde a una reflexión sobre lo que me compete decir abiertamente sobre el tema, tomando en cuenta el contexto en que se desarrollaron las formas de estructura social en América antes de la llegada de los españoles, específicamente a las que atañen a la formación de "estados" primitivos, y los distintos factores que pudiesen haber tenido incidencia en la conformación de éstos, y la naturaleza que siguieron en los siglos posteriores. En este segundo punto cabe mencionar la adopción de un marco básico teórico referencial.
Cabe considerar que este ensayo no cuenta con la rigurosidad metodológica que corresponde a las probables elucubraciones que aquí se desprendan, hecho que se justifica por la naturaleza de este ensayo, determinado por la relación entre el tiempo del estudio y el encargo. Sin duda, cualquier cabo suelto que de aquí se devele, ofrece un desafío posterior en los estudios venideros, en reflexiones que ameriten madurar ideológicamente y sustentativamente el potencial de las afirmaciones que puedan resultar. El tema es bastante complejo y ofrece a los personeros del estudio positivo, y no sólo a éstos, sino que a muchos otros estudiosos una gran ventana para adecuar sus tendencias a los conocimientos. Por eso, sin intentar objetivizar el trabajo, mi intención acá está lejos de intentar ser tendencioso, pues considero que orillar hacia ciertas determinaciones, solamente logra a lo largo del tiempo sepultar el trabajo que pueden hacer los hombres en el contexto histórico que se desenvuelve con ellos. Es necesario fundar ante éstos escritos una historia que no solamente sea para historiadores ni intelectuales, sino que una historia para los hombres comunes. También es por eso último que gran mayoría de mis observaciones a partir de las fuentes observadas, tienen asidero y complemento en la observación directa que se pueda hacer de cada hombre hoy, de cada ciclo, de cada estructura viviente.
1. DE LAS FUENTES HISTORICAS, Y SUS CATEGORÍAS.Es necesario remitirme a los modos de revisionismo histórico (sin intentar nuevas formas de revisión pues me remitiré solamente a ciertas observaciones), que comunmente manejamos en el estudio del tema, para posteriormente referirme abiertamente sobre lo que nos atañe. Si bien ignoramos la gran cantidad de conceptualizaciones que existen referidas al tema de la Historia del Poder en las Américas, si podemos distinguir ciertos elementos que son de gran utilidad para las construcciones históricas que nos conducen a las resultantes exposiciones.
En primer lugar, me interesa tomar de punto de partida, la conceptualización en torno al Estado. Si bien a veces es cómodo sostener que en América prehispánica se resuelve de manera casuista la "conformación de los estados", pienso que en términos de mecánica conceptual de los acontecimientos, hablar de Estados Primitivos resulta un poco riesgoso. Para eso, propongo una reminisencia sobre los anacronismos y desmesuras existentes en el estudio y observación del tema desde la aparición de los documentos escritos sobre América, a partir de los cronistas españoles y su contextualización del asunto. En un afán probable de contrarrestar omisiones, muchos historiadores, como es el caso de Osvaldo Silva, Elman Service u otros anteriores, en vista de la procedencia de sus fuentes testimoniales escritas, ocuparon la categorización desarrollada por los cronistas denominando ciertas divisiones territoriales o visiones de las civilizaciones, como el "señorío", el "reino", los "nobles", "principes" y sus "principados", entre otras. La historiografía burguesa occidental, posterior a estas coyunturas, ha logrado extender sin duda su campo semántico de la realidad hacia nuevas orillas. La concepción de Estado es indudablemente una forma moderna, nacida de las síntesis europeas del Siglo XVI, que tiene poco asidero en la condición natural de las conformaciones indígenas de la América antigua. Según Miguel León Portilla, uno de los primeros en hacer hincapié en esta problemática es Lewis H. Morgan, que hace una crítica referente a la visión prescrita por autores como Prescott, y Bancroft, entre otras. Para las formas de organización antes de la secularización hispánica conocidas en América Latina, es probable la conformación de "proto-estados" tradicionales, pero aún así seguiríamos rozando el vertiginoso límite de las imprudencias. Aún así, desvirtuando las categorizaciones de ciertos autores, cabe mencionar que no implicita que la validez de sus afirmaciones generales, no tengan
cabida en la realidad dispuesta.
El termino de esta problemática no termina allí, con la prescripción y consideración de éstos elementos europeos, sino que sigue su curso en vista de las posibles subjetividades acaecidas en el estudio de las formas estructurales americanas. El mismo Morgan, crítico de las categorizaciones hispánicas, fundamenta su discurso en la existencia de un pan-tribalismo, en lo que compete a los antiguos mexicanos. Esta visión aparece tranversalmente tocada por Tristan Platt para el caso del asentamiento aymará. Un lineamiento que me parece riesgoso es el sobresimbolismo que pueda dársele a esta situación, conceptualizada claramente en el desarrollo de sociedades aldeanas, es sobre la fijación de éste criterio en los siglos históricos posteriores, pues la visión del pantribalismo y de las confederaciones, a partir de entidades comunitarias, hacen dudar de que situaciones como el comercio (intercambio) o la agricultura hayan tenido una incidencia real en el proceso estructuralista primitivo. Sobre éste último punto, cabe desvirtuar de inmediato la existencia de una ecuación "sedentarismo-agricultura", y por sobre los teoremas históricos generales, que tienen como consecuencias el despeñadero de la soberbia. También las figuras de poder se experimentaron en una fase de cazadores-recolectores, fase que no tuvo la necesaria desaparición con la adopción de la agricultura por el hombre, lo que nos hace dudar a la vez, de la idea de "descubrimiento" de ésta.
En relación a un estudio generalizado, a veces suelo pensar que el estudio de las formaciones estructurales de la América antigua está demasiado arraigado al estudio de las instituciones, y por tanto, sobreponderado en torno a aquellas áreas de existencia de construcciones monumentales; esta tendencia, parece tener una contrarrespuestas en la conceptualización materialista histórica, cuya visión se enfoca principalmente a los modos de producción del hombre americano, y los aspectos que se desprenden de éstas, visión que me parece mucho más holística. Según Marx, quien quiso interpretar las apreciaciones de Morgan respecto a las sociedades antiguas, existe un ciclo evolutivo de las civilizaciones antiguas en relación a su producción, concepción que me parece bastante coherente y eficaz al momento de estudiar los casos americanos. Como concluye Berdichewski, una escala de tres modos de producción consecutivos pre-capitalistas se desarrollan en América: el modo de producción de los cazadores-recolectores, el modo de producción agrario-tribal, y el modo de producción del tipo asiático, ciclo que se reproduce al ser éste último eslabón, un proceso que finaliza con el estancamiento, la no-consecución del capitalismo, y con la coerción y posterior choque de clases, que desencadena un nuevo ciclo desde el primitivo origen. Esta última nomenclatura está incluída en un foco de estudio un poco limitado: el de las infraestructuras de las civilizaciones, lo que anteriormente desprendíamos. Muchas veces la arqueología positivista ortodoxa ha limitado el estudio solamente a las facies de la civilización en términos de urbanización, pero creo que el asunto debe ir integrado además a lo que la misma nomenclatura dicta, el materialismo cristalizado en un estudio de las mentalidades humanas individuales y colectivas. Me parece que las apreciaciones de Angel Palerm con respecto al uso analítico del modelo del modo asiático de producción parecen ser más acertadas en relación a éste tema, pues sincretiza elementos propios del marxismo, en terminos del estudio de la "lucha de clases" existentes a partir del empoderamiento de los excedentes de la producción, como el análisis neoevolucionista de los gobernantes sobre los pueblos.
El análisis de los modos de producción según Engels se traduce en aceptar que siendo la base de la civilización, la explotación de una clase por otra , su desarrollo es contradictorio, antinómico, lucha de contrarios entre dos "leyes" o dos lugares desde una misma ley. Cada progreso de la producción es al mismo tiempo, un retroceso para la clase oprimida, es decir, para la mayoría. Cada beneficio para unos es por necesidad y un perjuicio para otros, cada grado de emancipación por una clase es un nuevo elemento de opresión para otra. La prueba más insobornable de esto nos da la introducción del maquinismo. E modo de producción asiático, según Marx éste seguía existiendo en el siglo XIX, lo que nos da para pensar en qué contexto se desarrollan: "como dice el nombre "asiático", o como lo origina el modelo". Puede resultar erróneo la utilización de ésta nomenclatura, no así el modelo que pronostica el estancamiento de la sociedad pre-capitalista, quizás induciendo a que éstas formas se desarrollaron por influencia alóctona al continente, cuestión que no es así.
Como consideración final en relación al tema de las nomenclaturas, y basándome en las observaciones que he desarrollado hasta ahora, ante todo prefiero pensar en una categorización personal, aunque quizás diste del rigor científico que requiera una aventura de ésta índole. He preferido adoptar este "estudio sobre la formación de los Estados" de manera más somera y adaptada a un contexto más real, como el estudio de las formas y estructuras socioeconómicas-materiales de la América Histórica (no prehistórica), formas anteriores al usurpamiento europeo. Sobre las fases de la civilización americana anterior, se admite que para la mención de sociedades tribales surgentes incidentalmente del uso del mecanismo agrícola (y la incidencia de otros factores) sería aducir una suerte de "protoanarquía", pues comparte muchos elementos en relación a la organización confederada, y la desaparatización del poder coercitivo, presente en formas no-institucionalizadas pero si en esquemas patriarcales básicos. En relación a la visicitud que plantea el modo de producción asiático, se puede inferir una cierta similitud a éste, pero que en terminos cronológicos se presenta atravezado frecuentemente por otras coyunturas. Más adelante intentaré plantear mi visión sobre éste punto, y de la contrarrespuesta que significa proponer un particular modo de producción del tipo americano.
2. DE LOS HOMBRES AMERICANOS Y SUS GRUPOS.
No es de mi absoluto interés hacer un manual sobre estos conocimientos, no podría serlo pues de este ensayo no se pretende realizar un compendio cronológico, pero si me interesa comentar mis observaciones con relación al desarrollo de las civilizaciones en America, basándome en un orden lógico intentado desde una arista descontextualizada del precepto que me gobierna, e intentando ser lo más directo posible.
Ante todo, cabe aceptar que el orígen del hombre americano es multilineal, como también queda aceptar la posible autoctonía americana, sin desmentir la procedencia de varias oleadas migratorias, lo que originan en América un sincretismo racial, pero que en términos contradictorios originan una síntesis particular, adecuada al modo ecológico en que evolucionan. Es un hombre americano. ¿De qué manera vivió éste hombre americano?. Probablemente vivió de lo que los distintos parajes ecológicos le brindaban, además de la caza de animales salvajes. No es preciso admitir que para una época prístina los hombres ya hacían uso de la agricultura, ni por préstamos alóctonos ni por decisión y conocimiento de técnicas, existió una brecha temporal de ausencia de estos dotes. Este modo de producción fue, según la nomenclatura de Braudel, un acontecimiento de larga duración, tanto así que se extrapola hasta tiempos postrímeros. Se desarrolló en un contexto nómade por una razón en particular: no existía motivos para no hacerlo así, el hombre vivía en un mundo en el cual era dueño. Además trashumar les permitía explotar distintas áreas, correlativamente, y así contemplar el ciclo donde en otros lugares maduran vegetales o se agrupan animales. Quizás los esquivos encuentros con otras bandas no fueron belicosos, pues no existió un sustento de lucha. La barbarie, como un concepto que pueda parecer atingente a esta situación, es una idea muy manoseada por la historiografía europea, sobre todo por esa concepción escatológica que tiene relación con el choque entre las civilizaciones romana y germánica, los bárbaros representan la exención de la virtud, y el europocentrismo siempre se ha sentido portador de la civilización. Esta idea de "barbarie" puede encontrar asidero en una visión reversiva si se tratase de los americanos idealizando la llegada europea. Pero no es nuestro tema aún. En lo personal, creo que las bandas nómades vivieron a expensas de un modo ecológico que no fue fácil de dominar, los hombres eran adecuados para las grandes labores, y el hecho de ir cargando con una cauda de mujeres y niños no siempre habituados para los grandes riesgos del paraje, fue la situación que determinó el asentamiento temporal de estos cazadores-recolectores. Encontramos una referencia de ésta situación en la comparación etnográfica con los cazadores de Mistassini, Canada, los cree. El modo de producción en el que viven roza tangencialmente los elementos del mundo occidental, pues utilizan sus adelantos técnicos, hecho que se justifica completamente en razón del sustento de su propio vivir, pero además visualizamos que, de alguna u otra manera, del modo de los cazadores-recolectores desprende de sí ciertos simbolismos asociados a la labor de la caza, desarrollan ciertas habilidades en la confección de materiales, puntas de proyectil, condicionan su vestimenta al medio que los determina, etc. Los simbolismos que pueden desprenderse de acá originan en el hombre arcaico americano, una versión mítica de la realidad, sacralizan aquello que les parece productivamente sagrado, como el descanso, la observación, el fuego, y por supuesto, los animales y los frutos, que son el sustento propio. Si se quisiese hablar de totemismo y fetiche, esta es la razón y no otra, pues cada visión extremista del hombre no es miedo ni ignorancia, es en cierta medida justificar macrocósmicamente su propia existencia, en virtud de los beneficios personales. Estas regularidades no siempre son patrones exactos, pero son perfectamente adjetivos aleatorios de este modo de producción característico. ¿Quién dominaba esta organización?. Quizás el primer indicio de una clase estaba desvirtuado porque tenía que ver con una concepción de roles al interior de una banda, por tanto, todas las labores eran inequívocamente complementarias. El semental pudo haber tenido un papel motriz en la cabeza patriarcal de las bandas, y que constituye una proto-clase, pero resulta bastante arriesgado una categorización tan amplia y poco rigurosa, solamente una reflexión sobre la importancia de esta condición en la época determinada, pues la presión demográfica fue un problema que desencadenaba desequilibrios productivos, según Osvaldo Silva, muchas veces se recurría al infanticidio, sobre todo por parte de mujeres, por la prioridad productiva que significaba criar variones. Pero en general, es por esto que siempre se han visualizado como sistemas comunitarios de integración simbiótica.
¿Qué fue entonces lo que alteró esta "taza de leche"?. Nada rádical, solamente una observación de lo que estaba frente a sus ojos, la recolección no era un acto gratuito y básico, tenía consigo un complejo análisis de la realidad. Algunos aluden que la extinción de algunos tipos de especies pleistocénicas, y una pulsación climática determinaron el nuevo orden. El mismo acondicionamiento del hombre americano a este nuevo orden, como el progreso técnico, sin duda repercutieron en asentamientos que en un momento dejaron de ser temporarios y se volvieron permanentes, sin una pretensión que nos haga postular en base al imaginario. Muchas veces las condiciones demográficas, y el reconocimiento de algunas zonas predilectas por los hombres, desarrollaron la mezcla específica de elementos que permitieron el sedentarismo del hombre. Nunca podría aludírsele a una de éstas la implicita utilización de "la novedad": la agricultura. Ni viceversa. El hombre optó por la agricultura cuando la comprendió (si es que no la conocía desde mucho antes), sea en nomadismo o en sedentarismo. Y el hombre se sedentarizó, no por el beneficio que le proporcionaba la agricultura, pues se conocen asentamientos sedentarios que siguieron siendo cazadores, e incluso se atestigua de redes de bandas que asentadas siguieron la vieja costumbre. Esta unidad expansiva se basa pues en el denominado tribalismo de Morgan, aunque prefiero denominarlo en superbandas seminómades o sedentarias, que domesticaron la explotación de algunos vegetales y frutos.
El uso de la agricultura no sólo trajo consigo el renovamiento del orden estructural en terminos culturales de vivienda-transhumancia, sino que además proporcionó a los grupos que optaron por esta receta, la centralización del trabajo, en ciertos momentos del año, y la posterior especialización técnica de algunos grupos en otras labores. En si, se funda el marco más elemental sociocultural del indígena en América, pues como dice Jose Carlos Mariategui, el índigena es esencialmente un agricultor. Esta situación desembocó en dos cosas que considero importantes: la primera es que las figuras que experimentaban la cristalización el proceso productivo ya no iban a la selva o a los bosques a hacer las labores, sino que las desarrollan frente a los ojos de toda la comunidad tribal; la segunda, un poco más trivial, tiene relación a que el modo de producción agrario-tribal desencadenó al hombre de muchas tareas, y por tanto, le proporcionó más tiempo libre para observar el mundo. Con relación a la primera observación, cobra real importancia cuando contemplamos que en el ideario de los hombres siempre se generan ídolos vivientes; según mi visión personal, el traslado de las labores productivas ante la comunidad desarrolla un ciclo de críticas y observaciones de la comunidad ante las capacidades de estos hombres, y una posterior calificación y cuantificación del desarrollo alcanzado, es una primigénica imágen del poder, en terminos de que son "los más capaces" los que deben asumir los cargos patriarcales y transmitir a las generaciones venideras la experiencia. En segundo lugar, sobre el tiempo libre que se originó en la vida de los hombres, pues estaban condicionados por los ciclos naturales de producción (cultivos-siembras-cosechas), se puede aludir a la especialización en otras labores y a una superación en terminos técnicos de los mismos desarrollados. Además, la inminente complejización del mundo se concreta en el sentido de trascendencia humana, al intentar reflejar el yo en sus pares y descendientes. Estas dos observaciones tienen alianza en un aspecto particular: el chamanismo. En un sitial original, el chamanismo configura una conceptualización educacional básica, que tiene por objeto la transmisión de conocimientos mediante la tradición oral, y la experiencia del orador. Además, se matiza con el hecho de que las expectativas de vida de los hombres se incrementaron, fue más probable la convivencia de un rango etareo joven con los denominados "ancianos", quienes propalaban toda la experiencia popular en sus versiones históricas, aunque a veces se les quiera tildar de míticas e inocentes. Cuando un viejo ya no pudo seguir labrando la tierra, su labor esta asociada a esto, a la estimulación de los jovenes a continuar con el sendero trazado. Ocuparon ciertamente un lugar especial en la sociedad, fueron venerados y escuchados por sus leyendas, por la sabiduría y conocimiento del entorno y la naturaleza. Algunos trabajadores comenzaron a cumplir con las expectativas del trabajo, pero en si, la propiedad nunca jugó una suerte de privilegio para éstos, se continuaba con la propiedad común de las aguas, la producción, los bienes generales. Sin duda no fueron estos "chamanes" o lo que se adecue a cada tipo cultural (porque resulta inexorablemente equívoco aludir una suerte de esquema para todas las tribus americanas), los que generaron la síntesis posterior, o que ejercieron modos coercitivos. Pero si es necesario tener en cuenta, que antes del eslabón siguiente, la existencia de clases era un hecho gradual y no tiene asociación al empoderamiento de los bienes productivos, otro teorema sin sentido de los teorizadores manualistas. Estos debieron ser los que de alguna manera concentraron a las tribus y las confederaron en algunos casos, se distinguieron mediante la utilizacion de prendas de vestir, y resolvieron en común acuerdo ciertas disputas que tenían carácter casuista, y no globales, extendieron pactos, y en virtud de las diferencias productivas, intercambiaron elementos.
Fue una concepción renovada sobre el proceso productivo la que trajo consigo la nueva síntesis. Los modelos de una administración del trabajo no han sido revelados para la confección de éste ensayo, pero sin duda la observación de una clase que complejizó el tema, y que agudizó las facciones de la clase "chamánica" y sus ya mencionados atributos. La generación de un excedente productivo estaba asociado a la idea de resguardar la producción en caso de emergencias, u otras desavenencias. Para esta época ya se desarrollaban labores tangenciales como la domesticación de animales para la ganadería, o la extracción de minerales y su labración. ¿En qué medida se trató de una clase usurpadora del excedente productivo y derivados, o una suerte de cesión popular en virtud de un discurso sacerdotal exacervado? Es un desvarío para nuestros efectos, pero es mejor visualizar la situación concreta. Existió una clase, en diversos órdenes culturales, que fundamentaron el orígen de la clase gobernante posterior. Hicieron del excedente un arma para estrechar los lazos comerciales, y hacer mucho más intensiva la producción (producción para la producción), en una visión ideológica sacralizada del asunto, la clase denominada es la dueña de los cursos hídricos, es el empoderamiento del sustento básico de la agricultura, y de todas las áreas productivas. Según Wittfogel, se da lo que se denomina las sociedades hidráulicas, las que en definitiva son las características de sociedades del modo de producción asiático. Estas sociedades edificaron grandes centros urbanos, tranversales a la aldea rural en donde los campesinos desarrollaban las faenas productivas, mientras la clase dominante propiciaba un carácter sacerdotal.
Pero es necesario conservar una idea sobre la religión, dada la proyección del fenómeno en la temática estudiada. Es preciso diferenciar la religión cuando se inicia, antes de las clases sociales, y de su desarrollo posterior …. y ver que la religión no significa lo mismo hoy; el miedo y la ignorancia no generan la creencia en Dios, sino que la religión es un producto social. Dios y los dioses es creencia social de los hombres, la religión juega un papel importante en la lucha de clases. Es un instrumento de presión y explotación al servicio de las clases dominantes. Según Marx, la religión es el opio del pueblo, y en este mismo órden, según Childe, la ciudad está fundamentada en el poder de Dios. Está configurada esencialmente a partir de elementos cosmogónicos; los centros ceremoniales (ciudad dispersa) tienen la similitud de hacer autorreferencia al centro del universo, pues las fundaciones vinieron a portar la luz civilizadora capaz de extinguir todo caos circundante.
Pero ¿en qué medida es este una sociedad íntegramente basada en el modo de producción asiático?. La clase gobernante, los déspotas-orientales del análisis marxista, en América no gobiernan sobre privados, sino sobre un asentamiento que sigue siendo colectivo. En ese sentido, la labor del gobernante es la de un administrador. En un sentido, las entidades comunitarias convivieron medianamente en este nuevo órden, pero sometidos a una clase minorista dominante, frente a una gran mayoría oprimida. La tenencia personal de la tierra es un problema posterior, pero que sin duda comienza a sintomatizarse con los efectos de este nuevo clasismo. Según Mariategui, en lo que concierne al problema indígena, la subordinación al problema de la tierra resulta más absoluta aún, por razones especiales. La configuración del nuevo orden en el Perú del Tawantisuyo, y sobre todo sus obras más admirables, estan arraigadas a intereses políticos, espirituales y productivos. Las industrias, las artes, tenían un carácter doméstico y rural. Al comunismo inkaico -que no puede ser negado ni disminuido por haberse desenvuelto bajo el régimen autocrático de los Inkas-, se le designa por esto como comunismo agrario. Los caracteres fundamentales de la economía inkaica -según César Ugarte, que define en general los rasgos de nuestro proceso con suma ponderación-, eran los siguientes: "Propiedad colectiva de la tierra cultivable por el 'ayllu' o conjunto de familias emparentadas, aunque dividida en lotes individuales intransferibles; propiedad colectiva de las aguas, tierras de pasto y bosques por la marca o tribu, o sea la federación de ayllus establecidos alrededor de una misma aldea; cooperación común en el trabajo; apropiación individual de las cosechas y frutos" . Esta situación, según Mariategui, encuentra fin en el sistema de coloniaje impuesto posteriormente por los españoles y no por el Inka. no por haber constituido la destrucción de las formas autóctonas, sino por no haber traído consigo su sustitución por formas superiores. El régimen colonial desorganizó y aniquiló la economía agraria inkaica, sin reemplazarla por una economía de mayores rendimientos. Bajo una aristocracia indígena, los nativos componían una nación de diez millones de hombres, con un Estado eficiente y orgánico cuya acción arribaba a todos los ámbitos de su soberanía; bajo una aristocracia extranjera, los nativos se redujeron a una dispersa y anárquica masa de un millón de hombres, caídos en la servidumbre y el "felahísmo".
Aunque de manera poco aséptica he desprendido algunas observaciones, primeramente en lo referido a nomenclaturas, y categorizaciones, y posteriormente a un desarrollo evolutivo del florecimiento de formas estructurales en la América Histórica, cabe mencionar que el tema es mucho más complejo y requiere de una detención un poco más humana para comprender la funcionalidad de las afirmaciones aquí desprendidas. Cada cuestión retazada en este ensayo, sirve para componer de alguna manera, un pre-esquema a lo que serán posteriores estudios de la tierra que nos mantiene en pie.
Muchos cabos sueltos quedan aquí, muchas divagaciones sin respuestas, pero sin duda la importancia de este acercamiento está justificado en la visión crítica que se puede formular de los sistemas pre-establecidos, renegando de alguna manera a las cuestiones estructurales proferidas por el positivismo cientificista. Es de especial atención esta situación, pues en nuestra experiencia como alumnos escolares muy extrañamente se nos invita a la crítica de los modelos diseñados, quizás por un miedo generalizado a reordenar este equilibrio inestable en posteriores abordajes del asunto histórico.
En definitiva, pienso que en América se dieron modos particulares de culturalización y en torno al análisis del materialismo histórico, siempre nos queda una duda especial referida al estancamiento de la cuestión del modo asiático de producción, pues dicho estancamiento y posterior vuelta al ciclo de inicio, tendría un fin en las estructuras del Inka y Azteca, y un posterior advenimiento de las formas primitivas, ciclo que fue interrumpido por la llegada de los peninsulares hispánicos, y la instauración de una superestructura que marginó, o liquidó cualquier elemento anterior. Es por esto mismo que a veces se cae en el superficial , pero no menos importante estudio de los aspectos decorativos de la cultura del hombre americano original, evitando de frente la discusión sobre los aspectos de fondo que caracterizaron la vida en la vieja América.
· Toltecáyotl. Aspectos de la cultura náhuatl. México, Fondo de Cultura Económica (Miguel León Portilla). Tocante a la "Infraestructura" – Sociedad y Economía
· Para una Historia del Pensamiento Político Aymara – Entre Ch’axwa y Muxsa – Tristan Platt.
· Prehistoria de América. Chile, Editorial Universitaria (Osvaldo Silva). · En torno a los Orígenes del Hombre Americano. Editorial Universitaria (Bernardo Berdichewski).
· El problema de la tierra. El problema del Indio. (Jose Carlos Mariategui). Publicado en Patriagrande, publicación digital mexico-cubana. · Historia y Poder en los Andes Centrales. Alianza Editorial (Luis Millones).
· Historia del Perú Antiguo. (Luis Valcárcel)
Nicolas Girón
Para la cátedra de Historia de América y Chile I