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Etología: El eslabón perdido de la agresividad humana

Enviado por mluisa_bb


    1. La naturaleza de la agresión en el ser humano
    2. Agresión intracultural
    3. Etología y guerra
    4. Raìz biológica de las normas éticas
    5. Bibliografía

    La Etologìa es la ciencia que estudia el comportamiento de los seres vivos con relaciòn a su entorno o medio ambiente, y ya que el ser humano es vivo e interactùa dentro de un medio, se le considera apto de estudio y orìgen de la impotencia para entender sus diversas reacciones ante estimulos, que han tratado, por cierto ser definidos por parte de ciencias como la psicología, biología, y otras, sin embargo, el identificar conductas propias del humano y encontrarlas similares a las de ciertas especies animales resulta un nuevo reto, y por lo tanto, una nueva ventana para explorar.

    La selección natural obra en el caso de la conducta de los animales, pero asimismo, se manifiesta en el comportamiento a veces denominado animal que ostenta el mismo ser humano, derivado primordialmente de su orìgen e influenciado por su entorno, pero tambièn y en combinación con su esencia innata y a lo que se denomina "preprogramaciòn".

    Aunque algunos autores han determinado que las preprogramaciones no son enteramente innatas, se ha establecido muchas veces el desarrollo de la conducta se produce merced a una interacción en retroalimentaciòn entre el aprendizaje y las predisposiciones genéticas.

    Con el fin de ratificar la veracidad de pre-programaciones innatas los etólogos acostumbran a recurrir a experimentos de privación con individuos, (en los que no se imponen privaciones por motivos morales, sino que se manejan las mismas privaciones inherentes al individuo) niños sordos y ciegos de nacimiento, a veces tambièn privados del sentido del tacto.

    "Los niños, que se crían en un silencio eterno, ríen y lloran como nosotros pese a que no han podido copiar estos gestos de nadie. En caso de enojo muestran las arrugas verticales de ira y golpean con el pie en el suelo, asimismo, defienden su territorio y definen lo que les molesta de acuerdo a sus posibilidades"

    Las pruebas ¹ dan razón incluso del desarrollo de actitudes sociales básicas de gran importancia para nosotros como lo son la confianza hacia el conocido y el temor espontáneo al extraño y es muy perceptible la aparición de mecanismos desencadenadores de las series conductuales, las cuales se activan en respuesta a estímulos clave.

    La naturaleza de la agresión en el ser humano.

    Al ser humano lo caracterizan de manera remarcable, desde que existen registros formales las conductas agresivas, las cuales pueden ser calificadas incluso como incomprensibles, sin embargo, se ha determinado, que estas son integrantes de un sistema complejo de subsistemas de lucha compuestos -además por otros subsistemas de agresión y de defensa- y subsistemas de huìda ( formado por conductas de sumisión y de huida propiamente dicha), esto ha llevado a los etólogos a pensar que la agresión no es un mero fenómeno, sino que antes bien, responde a las presiones de la selección natural de distintas maneras: por poner un ejemplo, los módulos de comportamiento agresivo, distribuyen a los individuos en el territorio, ajustando las presiones de la natalidad a los recursos disponibles. Por así decirlo, la agresión misma, forza un panorama de repoblación extensiva, difundiendo a algunos individuos (los perdedores de cada combate) a lo largo de territorios menos favorables. De este modo, la agresión es indudablemente funcional de cara a la selección natural,- una estrategia evolutiva-.

    Lo que es cierto, es que la agresión es funcional en el seno de la evolución y en base a esto cumple con diferentes cometidos:

    1. Conducta territorial : que junto a las señales aromáticas y otros mecanismos, sirven para subrayar la exclusividad de un territorio evitando la superpoblación.
    2. Agresión vinculada a la conservación de las pautas grupales, es decir, el individuo que no coopera, y es distante, es atacado por los de su propia especie
    3. En situaciones de rivalidad sexual, para servir al orden de la reproducción, asegurándose así en las luchas por el apareamiento (o preservación de la especie) y la buena salud de la progenie.
    4. La agresión cumple su papel en la delimitación y conservación de jerarquías sociales. 

    En cualquiera de los casos, el hecho de la agresión descansa según los etólogos en adaptaciones de base fisiológica en las que se destacan ciertas caracterìsticas que tambièn pueden ser observadas en grupos de chimpancès:

    1. En la rivalidad por cuestiones jerárquicas abundan los comportamientos de amenaza y escasean los de ataque.
    2. Lucha contagiosa: en un combate suelen inmiscuirse terceros.
    3. Como reacción frente a intrusos o a comportamientos divergentes de la pauta normal del grupo.
    4. Sistemas conductuales de instigación dirigidos contra baduinos y seres humanos sustancialmente idénticas a las ejecutadas intraespecie.

    La cuestión que se plantea a la investigación en etología, una vez analizadas las pautas de comportamiento de nuestros parientes filogenèticos, no es otra que la identificación del tipo agresivo de los seres humanos sean cuales sean sus esferas culturales de partida.

    Agresión intracultural.

    Como ya se habìa mencionado, entre los niños pueden desencadenarse modos agresivos de conducta (independientemente de sus capacidades fìsicas) por una serie de situaciones precisas como las siguientes:

    Robo de objetos frente a la defensa de los mismos, defensa (usurpación del lugar junto a la madre o del puesto en el lugar del juego), rechazo o intolerancia ante la presencia o la cercanía de forasteros, agresiones en el contexto del juego y agresión como conducta exploratoria por parte de los niños, como escrutamiento de los límites de la libertad social.

    En lo que a los adultos se refiere, se observan conductas agresivas intergrupales, comportamientos punzantes o de burla y ridiculización frente a las divergencias con respecto a las pautas grupales comunes, se hace uso del poder, no sòlo verbal sino fìsico, ante cualquier situación de divergencia y se defienden las creencias y convicciones de manera fèrrea, por lo que podemos afirmar que el hombre es capaz de configurar su conducta de las maneras más diversas ; existen culturas que persiguen un ideal pacífico e igualitario y otras extraordinariamente belicosas y jerarquizadas. Esta versatilidad, no obstante, no prueba que la naturaleza humana sea la materia prima más indiferenciada de todas.

    La educación también puede reprimir inclinaciones innatas muy específicas y diferenciadas, como la aspiración a la jerarquía y la agresividad.

    Etologìa y guerra.

    "Todos los mecanismos de vinculación al grupo son genéticamente muy antiguos, y es bastante probable que se desarrollaran mano a mano con los cuidados de la progenie. De este modo, las aves y los mamíferos adquirieron, cada cual por su parte, la facultad de apoyarse mutuamente y de formar grupos altruistas cuyos miembros libran juntos la lucha por la existencia."³

    La guerra, definida en términos de conflicto armado intergrupal humano, aparece como resultado de un proceso de evolución cultural, de hecho, se puede constatar que la evolución cultural se basa en preadaptaciones biológicas como el congénito "rechazo al extranjero" (o xenofobia), causas por demàs propiciadoras del aislamiento y de la consideración de las relaciones intergrupales como relaciones interespecies. La guerra se basa entonces en el rechazo al extraño que en el hombre es una adaptación previa y al mismo tiempo una disposición innata hacia la agresividad.

    Según Fromm, la agresividad humana està directamente relacionada con la frustración no manejada que ostenta el ser humano, la guerra entonces, vendría a ser un producto cultural degenerado, derivado de deseos sádicos. Otros investigadores como Walsh defienden en cambio la idea de que la guerra no es otra cosa que una plataforma al servicio del odio de los jerarcas, con el propòsito firme de poseer tierras, fuentes de recursos y otros bienes de vital interés para las comunidades, en el marco tantas y tantas veces de formas de interacuaciòn inestables (por causas climáticas, demográficas, etc.)

    Sin embargo, en nuestros dìas otros factores juegan papeles predominantes como las modernas armas bélicas que combinadas con la especie cultural neutralizan los mecanismos inhibitorios etológicos del instinto agresivo (ya que se torna màs fácil ejercer la agresión), y queda expuesta la cultura como una agresión predatoria o defensiva, pasando por alto cualquier norma ò ètica. En el libro "La agresividad en la sociedad", Store pone como ejemplo de la sociedad ideal a un sistema basado en la jerarquía, fundamentada en la dominación del mas fuerte , es decir, de los superiores, y la sumisión total de los mas débiles, de los inferiores, donde se representa una sociedad ideal. Apoya el autor, ademàs, la idea de que en todas las sociedades deberían existir víctimas propiciatorias, como los intocables de la India o los proscritos de Japón, ya que son muy útiles para descargar tensiones hostiles y no reprimirlas dentro de la sociedad.

    Aunque esta sociedad ideal en esencia, forma y fondo, se opone totalmente a una sociedad democrática, el autor manifiesta que como sistema práctico para controlar y hacer uso de la agresividad competitiva, la democracia parece ser el mejor sistema hasta ahora. De fundamento lento e inseguro, la democracia tiene como ventaja la oposición, que actúa como freno para el Gobierno y que también permite un apasionado desacuerdo.

    Raìz biològica de las normas èticas

    El mandamiento que dice "no matarás" se encuentra de una u otra forma en todos los pueblos, incluso entre los cazadores de cabezas y los caníbales. En ninguna parte está permitido en general matar a un semejante. Seguramente esto es ya bueno por razones de conveniencia objetiva, puesto que la convivencia social apenas sería imaginable sin tal reglamentación. Mas lo interesante es saber si reconocemos esta ley solamente por la razón o si al hacerlo seguimos una tendencia innata. De ser así nuestra esperanza de convivencia pacífica tendrá mejor fundamento que si hemos de imponer la fidelidad y obediencia a la ley mediante la fuerza y la razón pura solamente, es decir, como mecanismos inhibitorios.

    También se puede señalar que muchos mecanismos inhibitorios de la agresión exhiben un idéntico origen, como parte de los inhibidores consisten en el desarrollo de pautas infantiles de comportamientos (solicitudes de alimentación boca a boca en los lobos y los perros etc).

    En base a la norma ha surgido en los humanos una muy ideal repugnancia al acto de matar al congénere (expresada subjetivamente como compasión) y aunque pudiera tomarse como tal, esta no es la única norma moral que se basa en coordinaciones hereditarias. Muy probablemente otros valores tales como la obediencia a la autoridad o la lealtad al propio grupo – en este caso y en nuestros términos, normas más bien morales que éticas- descansan sobre pre-programaciones innatas.

    La evolución de las especies es lo que es, al margen de la ética o de la moral aunque la moral y la ética no puedan ser lo que son al margen de la evolución. Lo que es necesario remarcar, es el hecho del fundamento agresivo de los seres humanos, si bien puede estar enfocado – al igual que como se manifieste en cualquier otra especie animal- a subsistir y proteger sus medios, -por cierto finitos y vitales- para preservar la especie, no està encaminada de manera òptima, en cuanto a tomar en cuenta los derechos de los demàs individuos. Es por esto, que se deben tomar ciertas pautas para el manejo de estas situaciones, algunas de estas conductas me atrevo a exponer son:

    1. Compartir la Tierra (cada kilómetro cuadrado) con las otras especies, de manera respetuosa y generosa

    La biodiversidad es la única forma de tener paz en la agricultura, se deben tener presentes hasta a las màs mìnimas especies, ya que por ejemplo, los insectos, como ácaros y otros bichos pueden destruir los cultivos y dejarnos en el hambre, sólo el equilibrio ecológico controla las plagas.

    2. No sobrepoblar. Para evitar el hambre y las epidemias recurrentes hay que tomar en cuenta la capacidad de carga humana de cada país y ajustarse a ella. Nuestro país en lo particular, y el mundo en lo general, están sobrepoblados y en la pobreza. Téngase presente que sin el ahorro reproductivo no habrá ahorro económico, que a su vez es indispensable para el desarrollo sostenible. También, no sobrepoblar es indispensable para tener biodiversidad.

    3. No derrochar. Austeridad y autocontrol en el uso de materia y energía son requisitos indispensables para el desarrollo sostenible y la armonía con el ecosistema porque tanto material como energía tienen costo ecológico.

    4. No contaminar. En la naturaleza no hay contaminación, la energía tiene un flujo lineal, del sol a la tierra, de la tierra al espacio, el balance es cero. La materia tiene un flujo cíclico, toda materia es usada repetitivamente sin límite. Cumplir con este principio ecológico es requisito para la armonía con la naturaleza. Al no derrochar y no sobrepoblar evitamos contaminar.

    5. Cuidar la calidad biológica y cultural de la especie humana. En la naturaleza, los individuos marginales no se reproducen, no pasan sus malos genes a la siguiente generación. En el humano esto es doble: se trata de genes e ideas; estos es algo a lo cual la sociedad se niega a darle la cara; no hacerlo es renunciar de antemano al desarrollo sostenible y al estado de equilibrio. Sólo un pueblo sano biológico y culturalmente vive en armonía con la naturaleza.

    Conclusión

    Los valores etológicos, los que ser refieren al Ser, han sido practicados por la humanidad a lo largo de siglos y milenios, sin ellos no se puede Ser, esto demuestra su condición natural; son intrínsecos a la conducta de una especie social.

    En conclusión pues, los seres humanos son los más progresivos con arreglo a una variedad de criterios posibles. Pero debe constatarse que, sin embargo, la humanidad no es la especie más progresiva con arreglo a todos los criterios posibles, se deben de empezar a tomar en cuenta factores determinantes como la autoestima y el respeto a la persona humana, lo cuales deben iniciarse en el respeto a la vida y al entorno en que ésta se desarrolla. Por su propio bien, desde el punto de vista de supervivencia, seguridad y felicidad, la sociedad debe aceptar que los valores ecológicos son los más importantes de todo su marco vital, si se desea subsistir de manera adecuada y seguir perteneciendo a un entorno, sin querer dominarlo, y en el intento, destruirlo hasta estar dispuestos a morir.

    Recordemos pues, que el fin justifica los medios, ¿pero es en realidad el poder territorial y jeràrquico, razòn suficiente para aniquilar a nuestro pròjimo en aras de la subsistencia y la generaciòn de desarrollo?

    El Desarrollo en nuestros dìas debe ser una filosofía de la vida en la cual la sociedad busca la armonía entre los individuos que la integran y las instituciones que la sirven, así como la armonía de la sociedad con el ecosistema que la sustenta, reconociéndose la sociedad como producto evolutivo y parte constitutiva del ecosistema y sujeta a las leyes de un ecosistema en clímax, todo dentro del marco legal que debe normar la conducta de humanos e instituciones.

    Dicho marco legal integra el conjunto de valores que tipifica a una sociedad dedicada a practicar el Desarrollo Sostenible y debe ser, si se desea la supervivencia, la herramienta bàsica para la regulación de la conducta del hombre hacia su entorno evolutivo, de manera tal, que se actùe de acuerdo a la norma y no que la norma se cree de acuerdo al deseo de acciòn del hombre, sin ir màs lejos menciono el caso de la guerra de Irak, en la que la normatividad y las instituciones indicaban un proceso mediante el cual se sometiera el caso de este paìs a un mayor y màs profundo estudio, mientras que el mayor impulso humano no iba apuntalado hacia la seguridad mundial, sino a la sustentabilidad de la hegemonìa en todos los sentidos, ya que de contar con los elementos necesarios en materia hegemònica (energèticos, militares, econòmicos), asegura la subsistencia sin duda, a expensas de los demàs pueblos.

    Cuando se observa la situación actual en el mundo, con países muy ricos y otros muy pobres y con personas muy ricas y otras muy pobres dentro de cualquiera de ambos países, es inevitable pensar que se trata de una situación resultante del comportamiento del hombre desde su aparición sobre la Tierra. Cuando se comparan las fotografías de los prisioneros de un campo de concentración de la segunda guerra mundial, que representan esqueletos vivientes, con las que nos muestran hoy los telediarios sobre el hambre en diferentes países africanos, se aprecia que son muy parecidas, ambas son el resultado de las luchas mantenidas por diversos grupos para conseguir el mayor nivel jerárquico en el mundo.

    Esa desigualdad es el resultado de un comportamiento primario, propio de una especie recién aparecida y que posee una gran potencialidad psíquica, pero que todavía está lejos de manifestar en su plenitud, y que difícilmente lo llegará manifestar si sigue por ese camino, porque antes se destruirá así misma. En la medida en que se siga potenciando la cultura del dominante, del mejor, del primero, del vencedor, sólo lograremos que esas diferencias se acentúen, por lo que será imposible que la potencialidad psíquica de que dispone nuestra especie llegue a ser una realidad.

    Para lograrlo es necesario un cambio cualitativo en el comportamiento, de modo que entremos en la cultura del hacerlo bien porque me gusta, y porque me gusta lo haré cada vez mejor. Este cambio cualitativo es semejante al que se da entre un niño y un adulto formado, y el que hace que la potencialidad del niño llegue a ser una realidad en el adulto formado. En nuestras manos está el seguir por uno u otro camino y tal vez esa sea la grandeza de la libertad.

     Bibliografía

    "Guerra y Paz", Eibl-Eibesfedt, Pp. A104-105

    "La agresión, el pretendido del mal", K. Lorenz

    "Sociología norteamericana: un diagnòstico de nuestro tiempo", Dr, Asael Mercado Maldonado

    Por

    Ma. Luisa Blanco

    Colaboración:

    Dr. Ásael Mercado Maldonado.