Australia del Espìritu Santo. Un nombre español para un paìs inglès (página 2)
Enviado por Gustavo Màrtin Montenegro
"En el diario o periódico de Quirós, donde él habla de tomar posesión de esta tierra, la cual cree que forma parte de un continente, él hace uso del termino Australia. La toma de posesión se realiza el día que se celebra la aparición del Espíritu Santo (Pentecostés), el 14 de mayo y él dice que toma:" posesión de todas estas tierras que dejo vistas y estoy viendo, y de toda esta parte del sur hasta su polo, que desde ahora se ha de llamar AUSTRALIA del Espíritu Santo. Una alteración, sin embargo, parece que se le hubiera hecho al manuscrito en la Biblioteca del Ministerio de Marina (España), en la cual se sugiere que la palabra original habría sido escrita AUSTRIALIA" …"González de Leza entrega una versión de la toma de posesión, usando casi similares palabras y él describe el hecho de la siguiente manera: que desde agora se ha de llamar la parte AUSTRAL, del Espíritu Santo".[32]
En otras palabras, una letra más o una letra menos no altera o cambia el significado de la formación o deformación de la palabra alterada o no, en el uso oral o escrito del tiempo.
Las memorias de Fernández de Quirós, publicadas en Londres en 1617 usa la expresión latina Terra Australu Incognita en su portada. No he visto la portada de sus memorias, publicada en Sevilla en 1610.
Los historiadores australianos siempre han dudado de la veracidad de estos hechos. Los ven con reticencia y tratan de distanciarse de ellos. Al Grassby llama a esto "conspiración del silencio". En su libro The Spanish in Australia remarca su desazón:
Los historiadores anglo-australianos han mantenido un silencio increíble acerca de las consideraciones estratégicas que fueron tomadas por Gran Bretaña al establecer el asentamiento de Sydney. … Los historiadores australianos continúan rehusando el debate que tuvo lugar. Ellos han ignorado por cerca de 200 años, el hecho de que España reclamó la soberanía de Australia . Esta conspiración del silencio continua hoy en las universidades australianas, donde a los estudiantes se les fomenta y se les permite, por profesores y textos, a mirar solamente los aspectos que fueron presentados en Londres y que se refieren exclusivamente a materias internas. Esto es parte del enfoque etnocéntrico desequilibrado que se ha hecho a la historia australiana, que la ha mantenido, por tanto tiempo, inadecuada".[33]
Portada de las memorias de Pedro Fernández de Quirós, publicadas en Londres en 1617.
Es obvio que España no tuvo la capacidad política ni militar para defender la soberanía de Australia. Su imperio se encontraba en decadencia, mientras el imperio de Gran Bretaña iba en ascenso. Conocida la noticia de la llegada de los ingleses a Australia en 1788, España hizo todo lo posible para preservar los territorios que asumía como pertenecientes a la corona española. El peligro se veía venir y en 18 de octubre de 1776, fueron entregadas instrucciones al Virrey del Perú para arrestar a James Cook y culparlo de infringir la ley al invadir aguas territoriales que le pertenecían a España. Al tener noticias de los desembarcos y los intentos de colonización por parte de Inglaterra en la Bahía Botánica, el gobierno español entregó sus protestas a la Corte de Europa e instruyó al Virrey de México, Conde de Revilla Gigedo para que tomara acción adecuada. El virrey respondió al Ministro de Guerra que no había suficientes fuerzas en los mares del sur para detener a los británicos.
España continuó con su presión, solicitando al Virrey del Perú una acción similar. La respuesta también fue similar. No hay fuerzas suficientes para desalojar a los invasores, según lo señala Grassby.[34]
Una curiosa carta anónima, publicada el sábado 4 de noviembre de 1978 en el diario de la capital federal, The Canberra Times, relata una inusitada historia que me llevó a Santiago a Chile, en octubre del año 2004, para revisar los archivos coloniales de Chile, encontrar la verdad y verificar su autenticidad. El artículo dice:
"Canberra, la capital de la provincia occidental de Chile. Señor, – El diario The Canberra Times se refiere al expediente de Crispin Hull publicado el 24 de octubre sobre un juicio inusual de parte de la Corte Suprema, que estableció, entre otros, que la parte norte de las islas King y Flinders son constitucionalmente parte de Nuevas Gales del Sur y no, según comúnmente se supone, de Tasmania.
"He sabido que los investigadores del consejo han ido más lejos, llegando a descubrir que toda la parte oriental de Australia es constitucionalmente parte de la república de Chile".
"La evidencia de las cartas citadas de 1900, las cuales establecen que el estado de Nuevas Gales del Sur, son una forma modificada de la definición original de los límites de Nuevas Gales del Sur establecidos en la Comisión del gobernador Phillip en 1787 (proclamado 1788): por lo tanto la incorporación de la frase misteriosa "incluyendo todas las islas adyacente en el Océano Pacífico".
Carta publicada en el diario The Canberra Times de Australia, el sábado 4 de noviembre de 1978.
"Esta frase fue diseñada para incluir Tahití, Fiji, Nueva Zelanda y todas las islas del Pacífico del sur en el territorio de Nuevas Gales del Sur, y proporciona la base para la demanda de Australia de la isla de Norfolk y de la isla del Mar del Coral".
"En 1788 todas estas islas fueron reclamadas por España como parte de los dominios del Virrey de Perú, y en forma particular de la Capitanía General de Chile (quién) en 1788 era Ambrosio O'Higgins, el padre del libertador). De hecho, la demanda de España se extendió hasta la longitud 135 E, un límite que fue basado, en última instancia, en el tratado de Zaragoza (1529) entre España y Portugal.
" Este límite había sido reconocido por los holandeses en el tratado de Goa (1661), cuando ellos sucedieron al imperio portugués en las Indias del este. Este meridiano estableció el límite del occidente de Nuevas Gales del Sur en la Comisión de Phillip".
"Por lo tanto, la demanda territorial incorporada por la Comisión de Phillip estuvo dirigida claramente contra España: Nuevas Gales del Sur fue establecida fuera del territorio a la que perteneció, en derecho internacional a la Capitanía General de Chile".
"Por el tratado de Versalles de 1783, Gran Bretaña renovó el tratado de París de 1763, que renovó el Tratado de Paz de Utrecht de 1713, que reconoció el tratado de Madrid de 1670, en que Gran Bretaña y España habían acordado reconocer las demandas imperiales existentes . Así por ejemplo: A Gran Bretaña se le reconocía ser titular del litoral del este de Norteamérica, mientras que España debía tener el resto de América de Norte, América Central y América del Sur, y del "mar del sur y las costas de las islas adyacentes" tan lejos hacia el oeste como el de las Malucas y las Filipinas, incluyendo la Terra Australis".
"La proclamación de Gran Bretaña del territorio de Nuevas Gales del Sur en 1788 estaba por lo tanto en violación del tratado que firmó con España apenas cinco años antes, y de inmediato, abandonó el derecho internacional. El establecimiento británico de Nuevas Gales del Sur fue ilegal".
"Por lo tanto todos los instrumentos jurídicos británicos subsecuentes con respecto a Australia fueron ilegales, incluyendo la Constitución de Australia de 1900, ya que Australia oriental modificada a su posición constitucional verdadera, como parte de la república de Chile, el estado sucesor de la Capitanía General del año 1788. Servidor público. Canberra"[35]
Este parece haber sido el último resorte utilizado por España, por lo menos para dejar constancia histórica de su soberanía sobre Australia. Grassby continua con su análisis, diciendo que cuando España tuvo conocimiento del establecimiento de las colonias penales en el Puerto Jackson y Bahía Botánica el embajador español en Londres, Bernardo del Campo, entre abril y diciembre de 1788, entregó varias reclamaciones de protesta a la corona y al gobierno británico.
Las contundentes afirmaciones publicadas en The Canberra Times, me llevaron a Chile en octubre del año 2004, para investigar la veracidad de ellas; específicamente si Chile tenía noticias documentadas de la asignación de la parte oriental de Australia a la Capitanía General, en tiempos de don Ambrosio O"Higgins. Trabajé con intensidad por dos meses y medio, en diversas bibliotecas, archivos nacionales y conversaciones con distinguidos y documentados historiadores chilenos, cuyas especialidades cubrían el período colonial de Chile. Se me facilitó el acceso a instituciones y personas. La señora Clara Budnik Sinay, directora general de Bibliotecas, Archivos y Museos, con quien me reuní y a consecuencia de ello, se me otorgó el carnet de investigador, que facilitó enormemente mi tarea, especialmente en los documentos del archivo nacional.
Mis primeras conversaciones fueron con los historiadores José Bengoa, profesor de historia en las universidades de Chile y Católica, quien me asesoró, gentilmente, en la forma de realizar la investigación; el profesor Alejandro Witker Velásquez, doctor en Historia y ex profesor de las Universidades de Concepción y Universidad Autónoma de México, en la ciudad de Chillán y el académico Jorge Pinto Rodríguez en la Universidad La Frontera de Temuco, quien es uno de los mayores expertos de la academia chilena en la historia colonial. Tuve, además, la oportunidad y el privilegio de asistir al IV Encuentro de Historia Colonial, realizado entre el 23 al 25 de noviembre de 2004, organizado por la Facultad de Humanidades y Educación de la universidad Andrés Bello. Allí conversé con el profesor Sergio Villalobos, profesor de Historia de la Universidad de Chile y con dos profesores españoles que habían sido convidados a este evento: los académicos José Andrés Gallego y el Dr. Mario Hernández Sánchez-Barba.
Con cada de ellos conversé sobre el tema, indicándoles mi preocupación por conocer los antecedentes de la nota publicada por The Canberra Times. Ninguno de ellos conocía estos antecedentes y no registraban antecedentes sobre la materia, salvo el conocimiento general de la procedencia del nombre de Australia y la participación española en su origen y la continua navegación de los españoles en el Pacífico sur, durante el período en cuestión.
En materia de investigación, revisé detenidamente las obras históricas, sobre la época del gobierno de don Ambrosio O"Higgins en los textos históricos de Barros Arana, Vicuña Mackena y Francisco Encina. Leí, con detención y cuidado la mejor obra chilena publicada sobre la vida y obra de Ambrosio O"Higgins (El Marqués de Osorno de Ricardo Donoso) y revisé los archivos históricos de José Toribio Medina, de Vicuña Mackena, de Morla Vicuña y los Archivos de Indias y los Documentos de La Real Audiencia.
En ninguno de estos documentos se consigna carta, documento o edicto recibido por el rey de España, Carlos IV (1788-1808) o altos funcionarios de la corona, que hayan entregado a la Capitanía General de Chile la parte oriental de Australia. Curiosamente, al referirse a Australia, los documentos la llaman Nueva Holanda, expresión que también usaron las autoridades coloniales de Australia cuando escribían a la metrópoli. Los primeros gobernadores y autoridades coloniales hablaban indistintamente de Nuevas Gales del Sur y Nueva Holanda. El nombre de Australia se impuso definitivamente en 1824, después de haber sido usado oficialmente a partir de 1817.
El no haber encontrado los antecedentes buscados, no significa que ellos no existan. Podrían permanecer en poder de España, ya que producida la independencia de Chile, los funcionarios del poder colonial español recogieron la documentación y la trasladaron en barcos a la metrópoli. Los archivos coloniales que existen, en su mayoría, son copias manuscritas de originales que permanecen en España. Gran parte de los documentos, en poder del Archivo Nacional de Chile, hoy en microfilm, fueron copiados y trasladados a Chile por historiadores o escribanos, muchos de los cuales presentan grandes deficiencias en su escritura, habiendo una enorme cantidad de ellos prácticamente ilegibles. Historiadores o escribanos (estos últimos, por encargo de los primeros), solo copiaron aquellos que específicamente les interesaban para el propósito de sus investigaciones. Australia y el contencioso entre Gran Bretaña y España, seguramente no fue del interés de sus investigaciones.
Por lo tanto, queda abierta la posibilidad de buscar, ya que la puerta no se ha cerrado.
La adopción definitiva del nombre de Australia
Las autoridades coloniales de Australia, en sus escritos y comunicados a Londres, usaron comúnmente las expresiones de Nuevas Gales del Sur y Nueva Holanda para referirse a las tierras colonizadas, como se ha dicho anteriormente. Inicialmente, el explorador Matthew Finders nombra la zona como Terra Australis, que era la forma del nombre original de la leyenda que había sido fraguada por cartógrafos europeos, antes de la llegada de los españoles. Los holandeses, en sus escrito y documentos a su propio gobierno central, usan la expresión Nova Hollandicus o Nueva Holanda.
Flinders, volvió a nombrar dicha zona como Australia. Específicamente en el mapa trazado en 1804 mientras estuvo prisionero en Mauricio por los franceses. Cuando regresó a Inglaterra y publicó sus trabajos en 1814 fue obligado, por el Almirantazgo británico a cambiar el nombre y volver a la expresión de Terra Australis. Flinders insistió en su nombre y el Gobernador de Nuevas Gales del Sur, Lachlan Macquarie apoyó la idea de Flinders por el nombre de Australia y lo usó en sus mensajes a Inglaterra. En 1824 el Almirantazgo británico finalmente aceptó que el continente debía ser llamado oficialmente como Australia.[36]
Gran Bretaña no reclamó formalmente la parte occidental de Australia hasta 1829. Poco a poco, se fueron constituyendo nuevas colonias independientes de la de Nueva Gales del Sur: la Tierra de Van Diemen (hoy Tasmania en 1825 Australia Meridional o Australia del Sur (1836) Victoria (1851) y Queensland en 1859 El Territorio del Norte fue fundado en como parte de la provincia de Australia Meridional y Canberra, Territorio de la Capital Federal en el año 1901, cuando se acordó que la capital debería establecerse fuera de Melbourne o Sydney.[37]
España, pese a haber perdido en los hechos la soberanía de Australia, en materia de derecho mantuvo y mantiene su lectura inicial. Textos escolares, universitarios y enciclopedias "made in Spain" expresan con convicción que así aconteció. Un ejemplo de ello es la siguiente afirmación:
"En 1606 ( se refiere a Australia) exploraron aquellos mares los españoles, que dieron a la gran isla el nombre de Australia, en honor a la casa de Austria, que reinaba en España".[38]
El rol de España es importante en la historia de Australia. España deberá proveer, con mayor exactitud, los documentos y el material jurídico de su disputa con Londres sobre el contencioso de la soberanía de Australia. Habrá que proponer, a los académicos españoles, la búsqueda y publicación, si es que existen, de dichos documentos. Catedráticos australianos, con dominio de la lengua de Cervantes, podrían, en distintas universidades australianas, contribuir a ello a través de un equipo conjunto que garantice la autenticidad de los documentos en cuestión. Seguramente en los archivos del Museo Naval de Madrid o en los llamados Archivos de Indias, en Salamanca, se podrá o no encontrar la respuesta a un debate que aún no se ha cerrado.
España debe proveer con los textos completos de los tratados que se indican y que han sido firmados, no solo por el Reino Unido, sino que además por las potencias coloniales de la época, ya que el único que existe en Australia (en la Biblioteca Nacional) es el Tratado de Zaragoza, el cual se encuentra en latín. Además de los documentos jurídicos presentados en la Corte de Europa a fines de 1788 y comienzos de 1789, reclamando la soberanía de Australia y el veredicto que ella entregó.
De llegar a conclusiones favorables, se podría recuperar o reivindicar la verdad histórica, introducirla en los textos escolares australianos e impulsar, en forma colectiva, el cambio del día nacional de Australia, del 26 de enero, fecha del inicio de la colonización en el Estado de Nuevas Gales del Sur, al 14 de mayo, fecha en que el país fue bautizado con el nombre de Australia. Un resultado de este cambio, ayudaría a atenuar el dolor devastador que produjo el proceso de colonización entre los pueblos originarios, cuya herida permanece aun abierta. Además de tranquilizar a otros estados australianos, que naciendo como colonias independientes, debieron aceptar la fecha de conmemoración, del proceso de colonización, del Estado de Nuevas Gales del Sur.
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Autor:
Gustavo Mártin-Montenegro
Master (Honours) in Spanish and Latin American Studies
University of New South Wales
Sydney -Australia
Nació en Chillán, Chile. Estudió Filosofía y Teología en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago y en la Universidad Católica de Chile. Abandonó como seminarista sus estudios eclesiásti-cos y estudió los ramos de pedagogía en la Universidad Católica de Valparaíso. En 1974, salió de Chile como exilado político hacia Australia. En la ciudad de Sydney, Universidad de Nuevas Gales del Sur (New South Wales) obtuvo su Master con honores, en Español y Estudios Latinoamérica-nos. En Chile, por diez años trabajó en el sector rural del país. Allí se familiarizó y conoció muy de cerca a los mapuches, pueblo originario del sur de Chile. Desde su llegada a Australia se dedicó a conocer a los aborígenes australianos y a estudiar la amplia literatura que sobre ellos se ha escrito. Ha conocido varias reservas aborígenes y ha participado en diversos encuentros culturales y académicos sobre los primeros habitantes de Australia.
Mártin Montenegro ha dedicado, gran parte de sus 32 años de residencia en Australia para estudiar y escribir sobre los aborígenes australianos. Sus traba-jos de investigación han dado origen a su libro "El Arte visual de los primeros australianos". Además ha escrito sobre diferentes tópicos de los pueblos originarios de Australia. Tales como: El lenguaje de los pueblos originarios de Australia, Inmigración de los Aborígenes y Poblamiento de Australia, El Origen y las costum-bres sociales de los Aborígenes Australianos.
Otros trabajos del autor son: La Historia de la inmigración chilena en Australia, Memoria histórica sobre la campaña de Solidaridad con Chile, 1973-1990 y Monografía sobre el nombre histórico de Australia.
[1] Gordon, Harry, Bicentennial, An Australian Mosais, Th Personal Bicentenial Diary, The Australian Bicentenary 1788-1988, Sunshine Diaries Pty. Ltd, Brisbane, Qld,1987. Sin embargo, John Mulvaney sostiene que: “Whether Chinese, Arab, Hindu, or representatives of others civilization, even stepped ashore in prehistoric Australia is beyond the present possibility of Proff”. Ver su artículo “Origins” en Aboriginal Australia, Australian Gallery Directors Council, The Davil Ell Press, 1981-1982, page 16.
[2] Horton, David, Prehistory, Black Australia, An annotated bibliography and teacher’s guia to resources on Aboriginal an Torres Strait Islanders, Australian Institute of Aboriginal Studies, Canberra, Humanities Press, New Jersey, USA, 1978, page 19.
[3] Flood Josephine, Archaeology of the Dreamtime, Chapter Nº “Life and death at Lake Mungo”, Collins, Sydney and London, 1983, páginas 40 to 52.
[4] Fullgar, R. L. K. D. M. Price & L. M. Head, Early human occupation of Northern Australia: Archaeology and Thermoluminescence dating of Jinmium rock-shelter, Northen Territory, Antiquity, British Scientific Journal, Volume 70, Number 270, December 1996, pages 751-773.
[5] The Sydney Morning Herald, Nº 49.627, September 21, 1996, 29. The Weekend Australian, September 28-29, 1996, pages 27.
[6] Aun cuando existen numerosos libros que describen la vida de los aborígenes desde el momento de la colonización e inmediatamente después, solamente algunos han sido escritos sobre el pasado distante. Entre ellos se podría incluir a: John Mulvaney, Prehistory of Australia, Penguin, 1975, con 327 páginas. Geoffrey Blainey, Trumph of the nomads, a History of Ancient Australia, South Melbourne, Victoria, Macmillan, 1975, Peter White, Before the white man, Sydney, Reader’s Digest, 1974. Kirk, R. L. The Origen of the Australian, Edited by R.L. Kirk and A.G. Thorne, Canberra. Australian Institute of Aboriginal Studies, 1976.
[7] Vaszolyi, Eric, Aboriginal Australia Speak, Aboriginal Teacher Program. Perth, M Lawley College of Advance Education, 1976. También: Wurm, Stephen, Language of Australia and Tasmania. Mouton & Co.La Hague, 1972.
[8] Al respecto se puede consultar el libro de Reed, A.W., Place Names of Australia, Reed, The Book Printer, 1992.
[9] Australia Now, sitio web: Australian Government, Department of Foreing Affairis and Trade, enero de 2006. http://www.dfat.gov.au/facts/indg_overview.html
[10] Flood, Josephine, Obra citada: ”If the time scale of human occupation of Australia were represented by one hour on a clock, Aboriginal society would occupay over fifty-nine and a half minutes, European society less than half a minute”. (page 15)….“The human story has been unfolding for over 40.000 years in Australia, and 99.5 per cent of Australia’s human History it is Aborigines who have been on the stage”. (page 11)
[11] Un ejemplo de esta hipótesis es desarrollada por el antropólogo francés Paul Rivet, en su libro Origen del Hombre Americano, Fondo de Cultura Económica, México, 1985, Capítulo 5, paginas 96-111, e incluida en Atlas Geográfico de Chile para la Educación, Instituto Geográfico Militar, segunda edición, 1988, página 38.
[12] En marzo de 1602 fue creada la empresa holandesa, United East Indies Company, cuando el Estado-General de los Países Bajos le concedió los derechos de monopolio para realizar actividades coloniales en Asia. Era la primera corporación multinacional en el mundo y era la primera compañía autorizada para promover y mantener acciones y la venta de ellas. (http://en.wikipedia.org/wiki/Dutch_East_India_Company).
[13] Hobley, L. F., Early explores to A.D. 1500, Methuen & Co Ltd, London, 1954, pages 29-30.
[14] http://mathforum.org/cgraph/history/ptolemy.html — http://en.wikipedia.org/wiki/Ptolemy
[15] Se pueden ver estos detalles y comentarios en Robert Clancy y Alan Richardson en So Came they South, by Shakespeare Head Press, The education División of Golden Press Pty. Ltd, NSW, Australia, 1988, page 15 y siguientes.
[16] The Grolier Society of Australia, The Australian Encyclopaedis, Volume II y V, p. 466-485.
[17] Estensen, Miriam, Discovery, The Quest for the South Land, Allen & Unwin, NSW, Australia, 1998, pages 60-81 y George Collingride, Discovery of Australia, Golder Press, 1987.
[18] PlayFord, Phillip, Voyage of Discovery to Terra Australis by Willem de Vlaming in 1696-97, Publised by the Western Australian Museum, Perth, Western Australia, 1999, pages 8-9. Su texto en inglés es:” It is interesting to note that Vlamingh, in his journal, preferred to use the name ‘Terra Australis’ (terre Australe in French) when referring to the Australian continent, occasionally also using the name ‘South Land’ but never the names ‘Land of Eendrach’ or ‘New Holland’. The usage “Terra Australis” dated from the time before the discovery of the west cost of the continent by Dirk Hartog in 1616. Until then the mythical southem continent was generally know ( in Latin) as ‘Terra Australis Incognita’, … The name ‘Terra Australis’ would again be revived, 117 years later, by Matthew Flinders, who belived that it was more appropriate as a name for the continent than either ‘New Holland’ or New South Wales. However, Flinders, among others, also advocated the shortened name ‘Australia’, and this soon came into general use, after being used officially for the first time in 1817”.
[19] Grassby, Al, The Spanish in Australia, Australasian Educa Press, 1983. pages 27-33.
[20] Fernández-Shaw Carlos, España y Australia. Cinco Siglos de Historia. Edición Alonso Ibarrola y Mercedes Palma, Ministerio de Relaciones Exteriores de España, mayo de 2000, página 34. “On June 7th, Portugal and Spain signed a treaty in the Castillian City of Tordesillas. This treaty was directly prompted by Christopher Columbus’s discovery of America. Both countries decided to establish imaginary limits to distribute the recently discovered lands and those that would be discovered thereafter. That imaginary limit, established by Pope Alexander VI, was located at 100 leagues from Cabo Verde Isdland. Non Christian land West of this meridian would belong to Spanish; those towards the east would be under Portugal jurisdiction. Curiously enough, according to the above mentioned meridian, Eastern Australia would have fallen under Spanish jurisdiction”.
[21] Sobre estas afirmaciones y detalles se puede consultar F.L.W. Wood, A Concise History of Australia, Dymock´s Book Arcade Ltd. Sydney, 1961, pages 11-14. También Glyndwr Williams and Alan Frost, Terra Australis to Australia, 1943, Melbourne, Oxford University Press in association with the Australian Academy of the Humanities, page 19. También el Capítulo 3, New Holland: The Dutch Discoveries, pages 83-113.
[22] Van Zanden, Henry, 1606 Discovery of Australia, Rio Bay Enterprises Pty. Ltd., Pert, Western Australia, 1997.
[23] Robert Clancy y Alan Richardson, So Came they South, obra citada, página 66-67.
[24] Van Zanden, Henry, obra citada.
[25] http://www.dirkhartogisland.com/history.htm
[26] Fernández-Shaw, Carlos, Obra citada, páginas 40-73.
[27] Grassby, Obra citada, página 16.
[28] George Collingride, Discovery of Australia, Golder Press, 1987, p. 246s.
[29] Idem.
[30] “The Spanish fleet had, in fact, reached what Cook afterwards called the New Hebrides”. Ver E. J. M. Watts, Stories fron Australian History, William Brooks & Co. Limited, Sydney, Australia, page 27-35. Se hace un análisis de las exploraciones españolas en el Pacífico.
[31] Grassby, obra citada, página 18.
[32] Collingridge George, obra citada, página 247.
[33] Al Grassby, Obra citada, página 22.
[34] Al Grassby, Obra citada, página 20
[35] Carta al diario The Canberra Times, sábado 4 de noviembre de 1978, página 2. El texto en inglés es el siguiente: Sir, – The Canberra Times of October 24 carried Crispin Hull’s record of an unusual judgment by the High Court which established, inter alia, that the northern parts of the King and Flinders Island are constitutionally part of New South Wales and not, as vulgarly supposed of Tasmania. Had learned counsel´s reseaches been carried a little further, the even more shocking discovery would have been made that all of Eastern Australia is constitutionally part of the Republic of Chile. The 1900 Letters Patent quoted, which established the State of New South Wakes, are a modified form of the original definition of the boundaries of New South Wales laid down in Governor Phillip’s Commission of 1787 (proclaimed 1788): hence the inclussion of the mysterious phrase “including all the islandd adjacent in the Pacific Ocean”. This phrase was designed to include Tahiti, Fiji, New Zealand and all the islands of the South Pacific in the Territory of New South Wales, and provides the basic for Australia’s claim of Norfolk Island and the Coral Sea Islands. In 1788 all these islands were claimed by Spain as part of the domain of the Viceroy of Perú, and more particulary of the Captain General of Chile (who) in 1788 was Ambrosio O’Higgins, the father of the Liberator). Indeed, Spain´s claim extended as far as Longitude 135 E, a boundary which was ultimately based on the Treaty of Saragossa (1529) between Spain and Portugal. This boundary had been recognised by the Dutch in the Treaty of Goa (1661), when they succeded to the Portuguese empire in the East Indies. This meridian formed the wester boundary of New South Wales in Phillip’s Commission. The territorial claim embodied in Phillip’s Commission was therefore clearly aimed against Spain: New South Wales was carved out of territory which belonged in international law to the Captaincy-General of Chile. By the Treaty of Versailles of 1783, Britain renewed the Treaty of Paris of 1763, which renewed the Peace of Utrecht of 1713, which renewed the Treaty of Madrid of 1670, in which Britain and Spain had agreed to recognise each other’s existing imperial claims i.c. Britain was to have title to eastern seaboard of North America, while Spain was to have the rest of North America, Central and South America, and the “South Sea and adjacent coasts and islands”, as far westward as the Moluccas and the Philippines, and including Terra Australis. Britain’s proclamation of the Territory of New South Wales in 1788 was therefore in brech of the treaty with Spain signed just five years before, and ispo facto, in breach of international law. The British Settlement of New South Wales was illegal. Consequently all subsequent British legal instruments regarding Australia were illegal, including the Constitution of Australia Act 1900, and consequently Eastern Australia reverts to its true constitutional position as part of the Republic of Chile, the succesor State to the Captaincy-General of Chile of 1788. Public servant. Canberra
[36] The Grolier Society of Australia, The Australian Encyclopaedis, Volume IV, Sydney 1963, página 109.
[37] Wikipedia, Enciclopedia libre, Australia, edición española, 2001.
[38] Diccionario Manuel Sopena, Enciclopédico e ilustrado, Tomo I, Editorial Ramón Sopena, S.A. Barcelona, 1962, página 281.
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