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Cuando un puente construye dignidad: entre pobres y excluidos a sujetos de derechos


    1. ¿Puente?
    2. De las conclusiones y aprendizajes

    " Hay un Chile moderno que progresa y se moderniza, que protege a sus hijos más vulnerables, que se gana el respeto entre las naciones del mundo, que ofrece libertad y dignidad a todos sus hijos"

    " Superar la indigencia requiere de la voluntad de aquellos que la sufren"

    (Presidente Ricardo Lagos,

    en Discurso Presidencial 21 de mayo de 2003)

    ¿Puente?

    Hablamos de un puente para superar la pobreza y es en éste lío en el que nos hemos metido, hablar de puentes que contribuyan a disminuir la pobreza… pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de puente?, ¿de qué hablamos cuando hablamos de pobreza? ¿qué es ese fenómeno o problema social que es eje de toda esta mega producción?, de toda esta movilización de cientos de manos solidarias que conforman equipos de trabajo, dispersión de gente en terreno, nuevas focalizaciones de los recursos, reconocimiento de caras con nombres y apellidos?

    Ciertamente una monografía estructura en forma analítica y crítica la información recogida en distintas fuentes acerca de un tema determinado, en éste sentido tomaremos como pilar los lineamientos estratégicos acerca de la superación de la pobreza e indigencia en nuestro país a partir de la puesta en marcha del Programa Puente, como puerta de entrada al Sistema de Protección Social Chile Solidario.

    "Chile libre de miseria" fue la ambiciosa apuesta del Presidente Lagos, un Chile donde se tendería un puente entre la familia y sus derechos, un Chile en que se pondría en escena y en ejercicio una nueva política social – nunca antes vista en nuestro país por cierto- y sin equivocarme tampoco en América Latina, un Chile donde llegaríamos hacia donde ellos están.

    Entonces comenzamos a ver en Chile algo nuevo, la pobreza y su solución ya no sólo a través del incremento del ingreso: "En Chile, el paquete de reformas de los 90 combinó políticas macroeconómicas conservadoras con medidas sociales progresistas" que trajo consigo más bien reconocer su multicausalidad y multidimensionalidad, evidenciando que su solución debía partir por primera vez a través del sujeto… sí de ellos, bajo el alero de la Teoría del Capital Social, que como señala Durston "permite explorar y complejizar las dimensiones de la pobreza, enfatizando los mecanismos culturales que la reproducen y la mitigan", además de permitir a los grupos desposeídos el desarrollo de estrategias que fomenten acciones colectivas que permitan mayores niveles de participación y protagonismo en la solución a los problemas que enfrentan, destacando el rol del capital social en tanto redes y normas sociales que permite a los grupos movilizarse.

    En ese sentido como nos señala Bourdieu vendría a ser "el agregado de los recursos reales o potenciales ligados a la posesión de una red durable de relaciones más o menos institucionalizadas de reconocimiento mutuo", como sabemos la articulación, activación y coordinación de una red social de apoyo.

    Entonces tuvimos que comenzar a construir este puente, que nos llevaría a los miles de hogares calificados como de extrema pobreza e indigencia, a través de la encuesta de caracterización socioeconómica y de un instrumento objetivo de medición de pobreza como la ficha CAS II.

    La tarea inicial era invitarlos a participar e integrarlos en un proyecto país sobre el cuál no había antecedentes de éxito ni de fracaso…más bien se trataba de establecer lazos y/o vínculos de confianza de tal forma que aquellos que se encontraban excluidos, que se sentían olvidados y sin esperanza….creyeran y construyeran junto a nosotros este puente de solidaridad, puesto que con ellos es precisamente nuestro trabajo; tener la posibilidad de interactuar a través de la conversación, de los lenguajes, las emociones y el cuerpo, del cuerpo como representación del otro, como dijo Marco Antonio de la Parra: " la noción de cuerpo está ligada a la identidad del hombre ", conformando con ello un vínculo cara a cara, donde va sucediendo la mutua representación interna, la legitimación del otro como otro válido.

    Debíamos por tanto, establecer un vínculo que diera un sentido al apoyo psicosocial, lo que se tornaba fundamental para la tarea emprendida; una construcción y

    apertura racional, emocional, voluntaria y conciente de las personas participantes dentro de un proceso de construcción de mutuas lealtades, cercanías, respetos mutuos y valoraciones, y es ahí donde comenzamos a cruzar dimensiones psicológicas, sociales y culturales que nos definen contextos y modos tantos internos como externos en que se desarrollan y reproducen los bolsones de pobreza en nuestro país, poner esa mutua representación interna en práctica considerando que la multidimensionalidad define inherentemente las relaciones sociales, la subjetividad o mundos internos de cada uno con quiénes interactuamos, eso era lo que debíamos conocer, abstraernos de los esquemas convencionales o percepciones de que las familias en extrema pobreza reproducen el sentido de inmovilidad, pasividad e imposibilidad de mejoramiento de su condición, entonces la cuestión era romper " ese círculo vicioso" del que muchos hablan, ese círculo que reproduce las condiciones precarias en que se desarrolla la pobreza; recuerdo incluso un artículo de Sernam haciendo alusión al fenómeno sociológico de la feminización de la pobreza que decía " las mujeres tienden a ser más pobres que los hombres y a transmitir esa condición a sus hijos e hijas".

    El romper con esto significaba por tanto, en principio un ideal que debía convertirse en realidad, teniendo los pies en la tierra para considerar que tenía un costo enorme, pero que sin embargo valía la pena, porque era simplemente que ese Chile de la Solidaridad escondido tras bambalinas, saliera a escena y presentara una obra a aquellos que nunca habían sido invitados o que nunca habían presenciado una obra en la que ellos son también protagonistas.

    Definir modos o ejes claves para que la intervención fuera la ad-hoc, era en esencia lo imprescindible; elementos como: la construcción de relaciones de confianza, la

    construcción de compromisos de acción, movilización de acciones y actitudes de cambio, que cimentara la disposición básica desde el pensar, el sentir y el actuar donde se concretara la experiencia de " contar con el otro", un proceso en el que la definición de componentes hiciera posible una familiaridad y una mejor intervención que estructurara esta rica relación que se iba dando en nuestro quehacer diario, en la cotidianeidad, donde se acompañaba en la etapa de recorrer juntos un proceso de transformación y crecimiento personal y colectivo de la familia donde la cuestión era transferir información pertinente y adecuada, contribuir a un proceso de educación – más bien de aprendizajes – mutuos.

    Un proceso que nos llevaría paulatinamente a darnos cuenta que no bastaba sólo con que la familia ejerciera sus derechos (ni con las 53 condiciones mínimas) sino que además debía impregnarse en ellos el sentido que representaba, teniendo la certeza y la tranquilidad que sí es posible construir o reconstruir la propia vida familiar contando con referentes, recursos, apoyos reales, estables, en una perspectiva definida que involucraban directamente a la historia de vida y al proyecto de vida de cada persona.

    A medida que la construcción se operacionalizaba con las herramientas que contábamos, se dio cuenta que además debíamos desarrollar otras capacidades, herramientas y estrategias "para llegar donde ellos están", ya no era la cuestión de hacer visitas, sino que ese involucramiento traía consigo el que nos encontráramos con situaciones de tal complejidad que no había un recetario donde remitirse para contenerlas…o más bien entenderlas,(aquellas que expusimos en los círculos), situaciones que hacían necesaria la contención afectiva según las vivencias que se veían en terreno, el desarrollo de la empatía, y comprometernos en acciones concretas tanto dentro de la familia y sus miembros, como de nosotros mismos para con ellos, teniendo en cuenta además que esto operacionalizaba de mejor manera los compromisos del Programa Puente y nuestra propia práctica.

    Una práctica que debe ir analizándose constantemente, un análisis que permite sentar bases para una intervención mucho más adecuada en la realidad: una pizca de teoría, de metodología, de empatía; a lo que añadimos la capacidad de generar conversaciones inclusivas, reflexividad y sobre todo autocuidado…una receta que se va moldeando a medida que insertamos cada uno de los ingredientes de manera conciente, tomando en consideración que cada uno de ellos resulta fundamental para que la receta de resultado, sobretodo en situaciones que son de difícil manejo y nos toca aprehender de la realidad de la vida cotidiana y que son parte además inherente de una sociedad llena de complejos, patologías como diría Durkheim, de desigualdades, discriminaciones. Esas cosas que con tristeza tiñen muchos senos familiares que son parte de este sistema de protección: violencia intra familiar, abusos, alcoholismo, drogadicción, discriminaciones por ser pobres, falta de oportunidades.

    Entonces la tarea es mucho más compleja, superar esos mitos y revertir para sacar de esos círculos requiere de un compromiso de acción, de voluntades y sobre todo como dije de aprendizajes mutuos, de una profunda capacidad reflexiva, en el sentido de orientar nuestras acciones y evocar lo que se hizo y ocurrió tras lo que si se hizo, permitiéndonos además actuar de manera adecuada según nustra práctica anterior en un escenario similar.

    Por eso, la conversación y la acción son elementos en los que se refleja la movilidad de la familia, además de nuestra propia movilidad en la práctica.

    Recuerdo un episodio en particular, en el que llego a un hogar y la madre de 4 menores sólo entreabrió la puerta para no dejar ver su rostro lleno de hematomas y angustia…pena más que nada, vergüenza….eso era uno de los íconos que nos encontrábamos a diario y que hacían precisamente preguntarnos pero ¿cómo pasa esto?.

    La respuesta era simple era la cotidianeidad de una familia en la que el padre era abusador y castigador. Esas emociones conllevaron a una serie de profundas reflexiones en torno a no dejar de ser objetivos en nuestro quehacer, pero empaticos a la vez….esa era una paradoja, una discusión, una verdad vista en todo el país…una verdad que además dio el inicio de una nueva etapa donde también la conversación y reflexividad desarrollaba un papel estelar, una comunicación efectiva en la que íbamos creciendo junto a nuestro grupo de pares. En las conversaciones sobre las conversaciones en procesos que no cabe duda que falta mucho por concretar, ya que todos los días se forjan nuevos espacios sociales donde se desarrollan hechos sociales, relaciones, subjetividades, aprendizajes.

    Esos aprendizajes que deben ser transferidos para el ejercicio de la autonomía en las familias, "de la capacidad de saber pasarle la pelota a las familias", una dinámica que desarrollara y potenciara como sujetos para que

    puedan caminar solos en un proceso que es trascendental y que no culmina o más bien que no tiene un fin teleológico más que el de superar la extrema pobreza e indigencia – el objetivo inicial – sino que más bien es el inicio de un camino donde acompañamos, poniendo al servicio todas nuestras competencias, las básicas, genéricas y sobre todo las específicas, que complementan nuestra capacidad productiva en nuestro contexto de trabajo.

    Eso es precisamente la elaboración de un lenguaje adecuado, el yo creo, el yo soy, etc. Es porque estamos frente a algún grado de autonomía y eso debe respetarse. Involucra tiempo, pero es una herramienta de manifestación de autonomía. (Ejemplo: yo pienso, puedo y también yo hice). El yo hice esa es la meta que debemos forjar, una meta a la que sólo llegaremos con la voluntad de nuestro Chile Solidario y con la concepción clara de que Chile se construye con dignidad, con ciudadanía y con el ejercicio de derechos de cada uno de quienes componen la sociedad chilena.

    • DE LAS CONCLUSIONES Y APRENDIZAJES

    "Incluir al Chile excluido"

    (Rodrigo Vera Godoy .Coordinador General Comunidad de Aprendizaje Puente)

    No cabe duda de que tal como lo señalara tender un Puente entre la familia y sus derechos es una de las tareas emprendidas más ambiciosas vistas en el último tiempo, una tarea que llegó donde ellos están, que impulsó un Chile más Solidario, que definió un nuevo enfoque para tratar la pobreza, que muchas veces vio caras más que estadísticas, que se reorganizó y movilizó a los nodos institucionales para la activación de una red social de apoyo, que emprendió junto a muchos jóvenes – como yo – la tarea de golpear puertas e invitar voluntariamente a las familias a participar.

    Nunca olvido que fue mi primer trabajo luego de apenas unos meses de salir de la universidad, con respeto y agrado recuerdo eso….un trabajo en terreno de cara a la sociedad chilena, pero no cualquier segmento: eran los pobres, los excluidos, los populares, los muchas veces mal mirados en el mall o en el centro por su condición, los hacinados, los "objetos" de programas de instituciones públicas, esos eran en ese entonces las familias extrema pobre e indigentes.

    El ser parte de esto involucraba la capacidad de que cada día hubiese la voluntad de aprender, de aprender de Norma, de Sonia de don Juan o de la señora Elena….de gente que abrió su hogar y nos hizo pasar con humildad a una nueva realidad, una realidad de esfuerzo, de complicidad, de penas y frustraciones de ganas de salir, de decir "ya… yo participo".

    Esa era el enorme compromiso, dar soporte a un proyecto inédito, hacer que se movilizara a todos los ejes centrales, que se cumpliera con metas, que se cumplieran mínimos y que además se hiciera un doble esfuerzo por cumplir esos "cuellos de botellas", buscando revertir situaciones tendientes a agudizar la pobreza y la exclusión de las familias que son parte el Programa Puente.

    Por ello es importante destacar, que gran parte de los fracasos en el cumplimiento de las condiciones mínimas, se debe a la estrategia inadecuada que se utiliza para orientar a la familia, por lo que la elaboración del fracaso a priori resulta más ventajoso para intentar nuevas formas de resolución que resulten favorables para impulsar a la familia a superarse. Chequear las herramientas con las cuáles cuentan las familias, para tener claro cómo se cumplen los mínimos. Es aquí donde está el aprendizaje.

    En sentido crítico, aún faltan implementaciones, cosas por hacer…tampoco podemos decir utópicamente que la tarea está terminada o que la pobreza ya pasa a segundo lugar en la agenda pública: No, todavía queda una serie de desafíos por enfrentar en el día a día, una determinación y ajuste más eficaz de la política pública que llevamos a escena, una consideración de un Chile que ve la pobreza desde distintas ópticas, como sería la pobreza que padecen nuestros pueblos originarios…aquella pobreza vestida con usos e identidades propias, con culturas que se ven asi mismas como diferentes de otras, pero no así desiguales. Reconociendo ampliamente hoy la existencia de estructuras diferenciadas de oportunidades por motivos de género, etnia,etc.

    Ello daría base para la generación de políticas públicas más asertivas, que consideren las diferencias culturales para su operación, con una visión multicultural, con un Chile mas integrado.

    Es ahí el sentido de la reflexividad, de la capacidad de darnos cuenta que hemos hecho y que nos falta, cómo complementamos y estructuramos sólidamente este proyecto país, como hacemos que trascienda y se comprenda.

    La tarea queda a disposición de quienes se comprometen, de quienes luchan cada día, de quienes visitamos, de quienes se incorporan al trabajo, de quiénes tienen una oportunidad mejor, de todos nosotros.

     

    María Alejandra Zuleta Rodríguez

    La autora es Socióloga y AF de la UIF de la Comuna de Calama desde el mes de mayo del año 2002.