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Razones contra ilusiones


  1. Ilusiones
  2. Respuestas a enigmas
  3. Sofismas de los defensores de las religiones y sus refutaciones
  4. Las religiones tienden a desaparecer
  5. El peligro de los crédulos
  6. Prevención y control

Del libro DIOS NO EXISTE por Christopher Hitchens.

El porvenir de una ilusión Sigmund Freud (1856-1939). Psiquíatra austríaco, creador del psicoanálisis y padre de la psicología moderna. Su diagnóstico sobre las creencias religiosas es sereno, benéfico y compasivo.

Ilusiones

Las ideas religiosas que se presentan como enseñanzas no son decantaciones de la experiencia, ni resultados finales del pensamiento, son ilusiones, producto de sueños antiguos fuertes y acuciantes de la historia de la humanidad. El secreto de su fortaleza reside en la fortaleza de los deseos.

Origen de Dios

La aterradora impresión de indefensión de la niñez produjo necesidad de la protección a través del amor, que aportaba el padre. El reconocimiento de que la indefensión perdura a lo largo de la vida hizo necesario aferrarse a la existencia de un padre poderoso. Así el gobierno de una divina providencia mitigaría nuestro miedo a los peligros de la vida.

Los filósofos religiosos han dado el nombre de dios a una vaga abstracción que han creado para ellos mismos. Después se presentan como deístas, es decir como creyentes en un dios y presumen haber encontrado un concepto elevado y puro de dios. La realidad es que dios hasta ahora ha sido una sombra insustancial y no la poderosa personalidad ofrecida por las doctrinas religiosas.

Origen de la moral

El establecimiento de un orden moral del mundo garantizaría que se cumplan nuestras peticiones de justicia, que tan a menudo son incumplidas en la historia de la civilización humana.

Origen del cielo

El deseo de la prolongación de la existencia terrenal en una vida futura fue satisfecho con la imaginación del cielo.

Respuestas a enigmas

Las respuestas a los enigmas que plantea la curiosidad de las personas por ejemplo, origen del universo, relación entre mente y cuerpo, se desarrollan en base a suposiciones ilusorias.

Los deseos y las ilusiones

Una razón es un argumento conforme al pensamiento, a la justicia o al deber. Una ilusión es una imagen, una representación o un concepto sin realidad verdadera, sugerida por la imaginación o causada por el engaño de los sentidos. Un delirio, despropósito o disparate es una cosa absurda, contraria a la razón que se dice o se hace.

Una ilusión no es un error. Un error es un concepto equivocado, un juicio falso o una acción desacertada. Ilusiones son conceptos o imágenes sugeridos por la imaginación o causados por los sentidos, pero que no tienen soporte en la realidad. O son esperanzas sin fundamento racional. El papel que los deseos desempeñan en las ilusiones es muy claro. Lo que caracteriza a las ilusiones es que se derivan de los deseos. En este aspecto se acercan a los delirios, cuyo aspecto esencial es que se encuentran en contradicción con la realidad. Las ilusiones no necesariamente son falsas, es decir, imposibles de realizar o contradictorias a la realidad. Por ejemplo, una joven de clase media puede albergar la ilusión de casarse con un joven de clase alta y conseguirlo. Que llegue un salvador y solucione todo los problemas, es menos posible. Hay quienes clasifican las creencias como ilusiones, otros como delirios. No es fácil encontrar ejemplos de ilusiones que se hayan convertido en realidades, pero existen.

Una creencia es ilusión, cuando su motivación es la consecución de un deseo, cuando no tiene en cuenta sus relaciones con la realidad, ni concede ningún merito a su verificación. Nadie está obligado a considerarlas verdaderas ni a creer en ellas. Algunas son tan improbables, tan incompatibles con lo que laboriosamente se ha descubierto sobre la realidad del mundo, que se pueden comparar con los delirios. No pueden demostrarse, ni refutarse, ni juzgar el valor de su realidad. Todas las doctrinas religiosas son ilusiones y no admiten pruebas.

Los enigmas del universo los ha venido explicando lentamente la ciencia con la investigación, aunque todavía quedan muchas preguntas para las que la ciencia no tiene respuesta. La intuición y la introspección, solo pueden darnos detalles particulares y difíciles de interpretar sobre nuestra vida mental. Nunca la información sobre las preguntas trascendentales, que las doctrinas religiosas suministran con tanta facilidad y atrevimiento. Declarar aunque solo sea alguna parte de un sistema religioso, más o menos aceptable, es una insolencia. El trabajo científico es el único camino que nos está llevando al conocimiento de la realidad.

La esencia de la actitud religiosa está constituida, no por la sensación de insignificancia o la impotencia del ser humano frente al universo, sino por la reacción de la persona para remediarla.

Irreligioso en el verdadero sentido de la palabra, es todo ser humano que no va mas allá de su conformismo, que acepta humildemente desempeñar cualquier papel pequeño durante su vida. La actitud de las personas hacia el problema religioso ha cambiado con el reconocimiento de que las doctrinas religiosas, desde el punto de vista de su naturaleza psicológica, son ilusiones y con la determinación aproximada de las épocas y el tipo de hombres que crearon las doctrinas religiosas.

Ahora aceptamos que sería muy agradable que algunas ilusiones religiosas fueran realidad, que hubiera un creador del mundo y una providencia benévola, que existiera un orden moral en el universo y una vida después de la muerte. Pero no estamos obligados a creer, ni a desear tales ilusiones. Tampoco nos debe sorprender que nuestros desdichados, ignorantes y oprimidos antepasados, no hubieran logrado resolver estos difíciles enigmas del universo.

Pero además de las doctrinas religiosas, otros recursos culturales que gobiernan nuestra vida tienen una naturaleza similar, son ilusiones. Entre ellos nuestras regulaciones políticas, nuestras convicciones, aquello que podemos aprender de la realidad externa, a través del uso de la observación y el razonamiento en el trabajo científico, y nuestro propio pensamiento. Los resultados de la variedad de investigaciones en este campo son decisivos para la construcción de una cosmovisión.

Sofismas de los defensores de las religiones y sus refutaciones

Sofisma es una razón o argumento aparente con que se pretende defender lo que es falso.

S. ¿Por qué no creer en las afirmaciones de las religiones, cuando tienen tanto que ofrecer, tradición, armonía humana, consolaciones en situaciones difíciles?.

R• No puede forzarse a nadie a creer, tampoco a no creer.

• El autoengaño no lleva por el camino del pensamiento correcto.

• La ignorancia no es fundamento para creer en algo, no puede ser la base de nuestras opiniones y comportamiento.

• Las personas sensatas no se comportan de manera tan irresponsable.

• Tampoco es correcto fingir ante nosotros mismos, o ante los demás, que seguimos vinculados a una religión, creyendo en cosas altas y sagradas, cuando hace tiempo nos apartamos de ello. Los anteriores argumentos conducen a toda clase posible de deshonestidades y fechorías.

S. Nadie emprende una excavación, si sabe que al hacerlo debilita las bases de un gran edificio, que al derrumbarse enterraría a mucha gente bajo sus ruinas. Nuestras civilizaciones están construidas sobre doctrinas religiosas, la conservación de la sociedad humana se debe a que la mayoría de las personas creen en que esas doctrinas son verdaderas. Si a las nuevas generaciones se les enseña que no existe un dios omnipotente y justo, ni un ordenamiento divino del mundo, ni una vida futura inmortal, les eliminaremos la obligación de obedecer los preceptos de sus civilizaciones. Sin motivos de inhibición y miedo, cada cual seguirá sus instintos egoístas y asociales, buscará la mejor forma de ejercer poder y regresaremos al caos, cuya paulatina eliminación ha costado tanto trabajo de las civilizaciones durante miles de años.

R. La civilización corre más riesgo si mantenemos la actitud de apoyo a la religión, que si la abandonamos.

Evidentemente aunque la religión ha prestado grandes servicios a la civilización humana, no ha contribuido de manera suficiente en la domesticación de los instintos asociales.

S. A un cuando sepamos y podamos probar que las religiones no poseen la verdad, debemos ocultar este hecho y comportarnos como si en verdad la poseyeran, en aras de la preservación de nuestras civilizaciones. Lo contrario sería una crueldad injustificable. Infinidad de personas encuentran en las doctrinas religiosas su único consuelo y pueden soportar la vida con su ayuda. No podemos robarles este sostén sin darles nada a cambio. Los avances de la ciencia no son aun suficientes para muchos hasta ahora. Los seres humanos tienen necesidades imperativas de otro tipo, que nunca podrá satisfacer la frialdad de la ciencia.

R. Algunas religiones han gobernado la sociedad humana durante varios miles de años, pero no han logrado hacer feliz a su gran mayoría. Si hubieran logrado consolar y reconciliar con la vida a la mayoría de las personas, nadie estaría intentando cambiar las condiciones existentes, todos estarían trabajando con entusiasmo por la civilización.

S. Es extraño, la cima de la inconsistencia, que un psicólogo que ha insistido en el pequeño papel que desempeña la inteligencia en los asuntos humanos, comparada con el dominio de los instintos, intente ahora arrebatar a las personas el valioso cumplimiento de sus deseos y proponga compensar su pérdida con sustento intelectual.

R. Vemos que la mayoría de las personas en todos los continentes están insatisfechas con sus condiciones de vida, son infelices dentro de la civilización en que viven, la perciben como un yugo del que quieren liberarse, hacen todo lo posible para cambiarla, o por lo menos para no tener relación alguna con ella.

S. La insatisfacción, la infidelidad de multitud de personas se debe ha que la religión a perdido influencia sobre las comunidades humanas, por el deplorable efecto de los avances de la ciencia.

R. Mientras doctrinas religiosas ejercieron un dominio sin restricciones sobre las personas se sostiene que no fueron más felices, y sin duda no fueron más morales.

Los sacerdotes siempre han sabido como exteriorizar los preceptos de las religiones y ocultar sus intenciones. Para garantizar la obediencia a la religión han tenido que hacer concesiones. La bondad de dios ha hecho restrictiva su justicia. Cuando se peca y se hace un sacrificio o una penitencia, se vuelve a quedar libre de pecado. Algunos teólogos han llegado al extremo de concluir que el pecado es agradable a los ojos de dios, indispensable para disfrutar de todas las bendiciones de la gracia divina, como el sacramento de la confesión.

Los sacerdotes han podido conservar la sumisión de las colectividades a la religión, haciendo grandes concesiones a la naturaleza instintiva del hombre y de acuerdo al principio de que dios es fuerte y bueno, mientras que los seres humanos son malos y pecadores. En todas las épocas han apoyado igualmente la moralidad y la inmoralidad.

Si no han podido ser mejores los logros de la religión con respecto a la felicidad de las personas, al avance de la cultura y al control moral, surgen las preguntas: ¿No estamos sobrevalorando la necesidad que la humanidad tiene de la religión? ¿Estamos actuando acertadamente al basar nuestras exigencias culturales en la religión?

Las religiones tienden a desaparecer

Se admite que la religión pierde influencia en la gente a medida que transcurre el tiempo aunque las promesas de las religiones no disminuyen. Y se presentan como causas las siguientes razones:

• Las personas creen cada vez menos en ellas. Una de las razones que se acepta es el aumento del espíritu científico en los extractos más altos de la sociedad humana.

• Ha mermado el valor probatorio de los documentos religiosos por la investigación crítica y porque las ciencias naturales han mostrado los errores de ellos.

• Las ideas religiosas actuales siguen siendo productos mentales de pueblos primitivos, como lo señala con letal asombro la investigación comparativa.

• El espíritu científico genera una actitud particular hacia las cuestiones religiosas, se detiene ante ellas, duda y finalmente las descarta.

• Cuanto mayor es el número de personas que tienen acceso al conocimiento, más extendida es la decadencia de las creencias religiosas. No hay forma de detener este proceso.

• La civilización no teme de la gente culta, ni de quienes trabajan con su cerebro. En ellos la sustitución de los motivos religiosos por motivos científicos y naturales, se produce directamente y genera un comportamiento más civilizado, se convierten en auténticos vehículos de la civilización.

El peligro de los crédulos

Los crédulos y supersticiosos tienen muchas razones para ser enemigos de la civilización. Mientras no descubran que la gran masa de incultos y oprimidos han dejado de creer en dios, todo va bien. No están preparados para aceptar el cambio que el pensamiento científico genera en la gente. El peligro está en que por la honestidad, esas masas se lancen contra los supervisores de esas creencias, que encuentran mentirosas, cuando descubran que dios no existe y desaparezca su temor a él.

La única razón que tenían para no matar al vecino era la prohibición hecha por dios y el castigo severo en ésta o en la próxima vida.

Prevención y control

Ésta situación hay que prevenirla mediante una coerción social bien dirigida, o una revisión fundamental de la relación entre religión y civilización. Finalmente habría que controlarla con máxima celeridad y severidad, para apartar cuidadosamente toda oportunidad de que unas masas se tornen peligrosas ante el despertar intelectual.

 

 

Autor:

Rafael Bolívar Grimaldos