Descargar

La corrupción como consequencia endémica de la desigualdad social en África

Enviado por Arnaldo Faustino


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusión
  5. Bibliografía

Resumen

La sociedad actual ha abandonado su misión de agente transformador de la vanguardia del pensamiento alternativo y de la construcción de un mundo sostenible con justicia social con fundamentos en la esperanza de vida y calidad medioambiental que se manifiesta con profundas diferencias en renta y riqueza como males endémicos en África para una gran parte de la población mundial. De ahí se argumenta la continúa demanda por parte de las regiones vulnerables con pobres políticas cuya justificación moral se hace evidente la desigualdad social y la corrupción en la búsqueda improductiva de rentas. Por consiguiente es necesario propender el acceso a los mercados de los países desarrollados y asegurar las economías sistémicamente importantes que tengan en consideración las políticas de desarrollo

Palabras claves: desigualdad social, corrupción, renta y mundo sostenible.

Introducción

La desigualdad en el acceso al consumo de bienes en el contexto social es una de las principales diferencias entre el crecimiento económico y el desarrollo humano en el mundo. En este sentido los fundamentos de la Declaración del Milenio de Naciones Unidas en 2000, destacó como valor esencial la igualdad, de forma que "a ningún individuo ni nación debe privársele de la oportunidad de beneficiarse del desarrollo sostenible en la sociedad y garantir la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres" de acuerdo con los principios mutuamente acordados sobre la eficacia de la ayuda que permite incrementar el impacto sobre la reducción de la pobreza, la desigualdad y la corrupción" (Declaración de París, OECD-DAC 2005, nº 2).

Luchar contra la pobreza, desigualdad y corrupción es una tarea esencial en el proceso de desarrollo humano de una sociedad como lo fundamentan: Reinikka, R. y Svensson, J. (2005), Qizilbash, M. (2001), que las consecuencias de la corrupción sobre el desarrollo carecen fundamentos que muestren la reducción de la pobreza, la desigualdad y la corrupción en contribuir a buenas prácticas al proceso de orientación política de los donantes para el desarrollo social y evitar la corrupción como un problema relevante en todos los países del mundo, lo que conlleva a adquiere dimensiones alarmantes en menor nivel de desarrollo donde, en varios casos, junto a la desigualdad, se constituye en símbolo del presente como resultado de su devenir histórico.

Este factor baja la esperanza de vida y calidad medioambiental en la sociedad que se manifiesta con profundas diferencias en renta y riqueza como males endémicos para una gran parte de la población mundial. De ahí se fundamenta la continúa demanda por parte de la población más pobre de políticas redistributivas cuya justificación moral se hace mucho más evidente cuando la desigualdad se debe a la corrupción y a la búsqueda improductiva de rentas.

La pobreza, la desigualdad y la corrupción visto como un fenómeno social se consideran como reflejo de las instituciones jurídicas, económicas, culturales y políticas cuyas causas consisten en la exposición de un auténtico fundamento que han sido sugeridas como posibles explicaciones de esta situación social dominante de valores culturales, tradición jurídica, fragmentación étnica, presencia de democracia, descentralización, clima de competencia en los mercados africanos, dimensión del estado, consideración social, nivel de desarrollo social y grado de apertura de la economía al exterior que están en la base de un fenómeno social. Sin embargo, en varias partes del planeta el hecho de sociedades con grandes reservas de recursos naturales aun presentan peores resultados que los menos ricos (la famosa "maldición de los recursos"), el nivel corrupción es significativamente elevado, debido a que las rentas en los países africanos inesperadas ofrecen oportunidades para la desigualdad social. El propósito de este trabajo es investigar el impacto de la corrupción sobre el desarrollo del pensamiento humano desde la implicación de los fenómenos sociales.

Desarrollo

El fenómeno social (pobreza, desigualdad social y corrupción) frena el desarrollo del pensamiento humano desde el vector sociopolítico en los países africanos como un factor económico que reduce la confianza ciudadana en el sector público, lo cual vulnera el imperio de la credibilidad de un gobierno y la legitimidad de la democracia al ser percibidas por la población como fachadas que cubren el incontrolado enriquecimiento de pequeños y poderosos grupos sociales. Este proceso suele estar asociado a una insuficiente administración pública, a la administración de recursos estatales que impiden la prestación de servicios públicos esenciales en la vida de los pobres que debilita la confianza en los procesos democráticos y expande la percepción de fraudes electorales y minimiza la eficacia general de las intervenciones de cooperación para el desarrollo, distorsionando en su verdadero impacto social en África.

En este ámbito, el fenómeno social presentan significativos efectos económicos tanto restrictivos como expansivos sobre la actividad económica y la magnitud relativa de estos resultados comparados que dependerá de leyes protectoras de la propiedad que se hacen cumplir en sociedades con una débil gobernanza que muestran mayores efectos positivos de la corrupción frente a los países más estables, donde los efectos negativos de la pobreza, desigualdad social y corrupción superan los positivos. Como lo Confiesa Rodrik, D., (2004), Dollar y Kraay, (2002) que este fundamento evidencia la proposición de que muchas actividades corruptas sustituyen a la desigualdad social entre los seres humanos. Por consiguiente, en los países africanos donde la pobreza, desigualdad social y corrupción juegan un rol expansivo, la lucha directa contra la misma, encontraría una fuerte resistencia en la sociedad, los cuales podrían ser elevados por lo que, en tales circunstancias, las estructuras de gobierno locales resultaría ser un objetivo apropiado en las tomas de decisiones oportunas. Para reducir este fenómeno social que supone un coste en términos de eficiencia operando como un impuesto aleatorio sobre la actividad económica con altos niveles de corrupción que se asocian con bajos niveles de inversión y crecimiento, ya que implica un incentivo perverso que distorsiona las decisiones de inversión, los cuales obligan a dedicar recursos a las actividades de búsqueda de rentas y penaliza la innovación de la sociedad.

Como lo advierten Bertola, G., (1993), Fajnzylber, P, Lederman, D. y Loayza, N. (2002), Chen y M. Ravallion, (2007), que la pobreza, desigualdad social y corrupción son consideradas como la primera causa del estancamiento económico en determinadas naciones donde los esfuerzos del desarrollo demanda orden hacia modernizar las actitudes de la población, que se ven contrarrestados por la desigualdad social que obstaculiza la consolidación nacional y reduce el respeto a lealtad a los gobiernos africanos, poniendo en peligro la estabilidad política. Es decir, la pobreza, desigualdad y corrupción asaltan directamente al corazón del estado, el presupuesto, su "principal vehículo a través del cual cualquier gobierno conduce sus funciones centrales sobre la composición del gasto público la cual se traduce en una reducción en la asignación de recursos destinados a educación y sanidad básica. Muchos problemas sociales en África suceden dentro de cada sociedad con mayor frecuencia en familias pobres que en familias ricas. Por ejemplo, las tasas de mortalidad están sistemáticamente relacionadas con la renta, reduciéndose al aumentar ésta. No es decir simplemente que los pobres tengan peor salud que el resto, pues lo verdaderamente relevante de la mencionada relación es la pobreza, desigualdad social y corrupción con que se observa en distintos países africanos el descenso en mortalidad a incrementar gradualmente la renta del grupo social considerado.

En este sentido los autores de la presente investigación sugieren que la incidencia de la desigualdad social y de la corrupción aumentan la renta, justificando una preocupación por el crecimiento económico como objetivo de política económica, con la intención de mejorar el nivel de vida. Es cierto que, las personas ricas tienden a tener mejores indicadores de salud y a ser más felices que las personas pobres en la misma sociedad. Sin embargo, al comparar sociedades ricas entre sí, encontramos que la incidencia de este tipo de problemas no guarda mucha relación con el nivel de renta de las sociedades que se comparan.

Pero, los gobiernos africanos pueden recibir presiones con vistas a que se potencie el gasto social en la educación y en una atención hospitalaria de salud, beneficiando de esta forma los grupos de renta más alta. La educación, en la medida en que se constituye en un elemento central para el combate a la pobreza, desigualdad y corrupción, en competitividad económica para formación de la ciudadanía desde un pensamiento innovador y el fomento a la cultura en el fortalecimiento de la identidad nacional y el destino histórico propio, resultan elementos centrales para enfrentar el deterioro de la cohesión social.

En este sentido lo que importa en sociedades ricas no es tanto el nivel de renta o el estándar de vida de un ciudadano, sino como estos países africanos se comparan con los del resto de la sociedad. Una explicación alternativa es que la pendiente social en salud se refleja en los indicadores sanitarios que se observa según consideramos grupos sociales de menor renta, no surja de los efectos que la renta tienen sobre la salud. Dicha pendiente podría ser consecuencia de la movilidad social, que contribuye a deslindar las personas con menos vulnerabilidades que se mueven hacia arriba en la escala social, de las que presentan más vulnerabilidades, que terminan en el pie de dicha escala.

Este fenómeno social, perjudica la función estabilizadora de los gobiernos africanos aumentando los costes de funcionamiento, a la vez que reduce los ingresos estatales y con ellos, los recursos que se podrían destinar a servicios públicos. En la configuración de la nueva estructura social la persistencia, profundización y generación de nuevas formas de pobreza y desigualdad que se reproducen aumentan la grave inequidad distributiva del ingreso y la riqueza de los sistemas de protección social en términos de cobertura y calidad en el predominio de la informalidad de múltiples manifestaciones de la discriminación en la sociedad.

En este sentido, el colectivo de autores de la presente investigación fundamentan que avanzar hacia una verdadera inclusión social como reto fundamental para sociedad actual, no sólo para la instauración de una democracia moderna e incluyente en el marco de un Estado Social de Derecho, es necesario potenciar y aprovechar al máximo las habilidades y capacidades para el enriquecimiento de la vida, que permita la ampliación de las libertades, la solidaridad en los seres humanos en sentido de pertenencia de todos para el desarrollo y bienestar económico y social del mundo Garay, Luis Jorge (2003).

Entonces para progresar en esta dirección es necesario superar múltiples situaciones determinantes en diversas instancias sociales, económicas, políticas y culturales en el mundo, pero sobre todo cuando se reconoce que ante la nueva situación de la pobreza, desigualdad y corrupción en la sociedad, sin creación de riqueza no es posible avanzar sostenidamente hacia el desarrollo razonable para el fortalecimiento de las relaciones de solidaridad y responsabilidad que dificulta el fortalecimiento de la cultura en la convivencia y desarrollo colectivo basado en la tolerancia frente a la diferencia en solución negociada de conflictos sociales, donde la educación y la cultura son una de las bases insustituible para el desarrollo del pensamiento de los individuos.

En este sentido los efectos negativos de la pobreza y la corrupción favorecen a los grupos de renta, la cual acentúa las desigualdades sociales existentes con el aumento de la discrepancia de ricos que tendrán mayores recursos que pueden utilizar para comprar influencias, ampliando la brecha entre ricos y pobres en África. La cualidad corrosiva de los efectos de la pobreza, desigualdad social y corrupción puede contribuir a que los países se vean sorprendidos con el círculos vicioso de desigualdad social y la corrupción.

Por tanto, los altos índices de empobrecimiento, miseria y bajos niveles de ingreso de la población en el mundo tienen efectos directos en el acceso a alimentos. Esto es decir, unido al alto costo de renta alimentaria y al desplazamiento forzado, generará efectos directos relacionados con desnutrición, malos hábitos alimenticios, bajo rendimiento escolar e insuficiente productividad laboral.

Para Mejía y Ramírez (2002), la fragmentación de la intervención educativa, las limitaciones al derecho a la educación para todos, la carencia de respuestas específicas, las debilidades del discurso pedagógico que sustenta las acciones de intervención educativa, la carencia de sistemas de información y seguimiento de espacios de coordinación en la complementariedad de acciones con otros sectores, son algunas de las tensiones que tendrá que resolver el sistema educativo para enfrentar la emergencia educativa para minimizar las desigualdades sociales.

En este contexto la educación como un factor que influye en la pobreza y la corrupción permite abordar la compleja relación que se establece entre la oferta educativa y las necesidades que genera la eliminación forzada, ubicada en la incursión social como eje central en sus varias manifestaciones por la desigualdad social que experimentan en poblaciones y hace visible la pobreza histórica de los contextos sociales. Esta realidad conforma un nuevo escenario social donde se entrecruzan diversas formas de pobreza, discriminación y exclusión social, el cual se ve reflejado en las estructuras económicas, sociales y culturales altamente segmentadas que experimenta históricamente.

Los esfuerzos gubernamentales en materia educativa y la ayuda humanitaria brindada a las poblaciones a través de organismos e instituciones públicas y privadas de carácter internacional, una especie de "emergencia educativa", sobre todo en aquellas regiones del mundo donde la complejidad y magnitud de la pobreza, desigualdad y corrupción desborda la calidad educativa, tanto en el acceso al servicio educativo como en la respuesta inmediata a las necesidades materiales y culturales que experimentan dichas poblacionales en minimizar las rentas.

Como lo afirma Wilkinson y Pickett (2010), que la incidencia de la pobreza, desigualdad social y corrupción en economías desarrolladas, pudiera ser el nivel de desigualdad en la distribución de la renta. Este factor examinan datos procedentes de un conjunto de economías desarrolladas, así como sociedades de primer mundo que pueden obtener la relación entre el nivel de desigualdad social en la distribución de la renta y la incidencia de un amplio número de pobres que se expresan en tasas de mortalidad prematura, tasas de homicidios, abandono escolar, embarazos en adolescentes, resultados escolares negativos, enfermedades mentales, uso de drogas, menos esperanza de vida, mortalidad infantil, deteriorándose todos los indicadores para el desarrollo social. Por tal razón pudiera ser que la desigualdad social es un indicador del grado de jerarquización en una sociedad, pues la pobreza y la corrupción que se hacen más comunes según descendemos en la jerarquía social hacen también presente las más desigualdades en las sociedades.

Desde una mirada adicional se fundamenta esta interpretación tal que exista una evidencia abrumadora acerca de la desigualdad social relacionada con la salud cuando ambas se miden en áreas suficientemente grandes (regiones, o países), dicha evidencia es mucho más débil cuando la desigualdad social se mide en pequeños locales, incluso si éstas tienen un nivel de renta muy inferior a la media nacional. Esto puede traducirse en un sentimiento de decepción y escepticismo hacia al desarrollo por parte de las sociedades vulnerables que experimentan cómo nunca les llegan esos flujos externos supuestamente destinados a ellos, incluso en las peores situaciones de acciones humanitarias. También se puede traducirse en una fatiga del ciudadano donante que observe con creciente recelo y desconfianza cómo los recursos detraídos por vía impositiva, no alcanzan a los destinatarios necesitados, sino que alimentan la captura de rentas por parte de las élites dominantes de región empobrecida. La mayoría de los organismos internacionales que participan en la lucha contra la corrupción reconocen la necesidad de un enfoque transversal ya que este fenómeno social difícilmente se encuentre ligado a un solo factor.

En definitiva, la pobreza está causada por una compleja interacción de múltiples variables. Algunas de las cuales están fuera del control de los gobiernos, pero es innegable que la buena gobernanza es un componente clave para la reducción de la pobreza y la promoción del desarrollo humano sostenible. Una de las principales quejas de los pobres no es la de carecer de dinero, sino la de ser tratados de forma humillante y padecer de las prácticas corruptas y no poder participar en los procesos de toma de decisiones que les afectan directamente.

Gracias a las evaluaciones con participación de la gente, realizadas por el Banco Mundial y recogidas en la colección titulada «La Voz de los Pobres», sabemos que los pobres perciben a las instituciones formales como ineficaces y de poca relevancia para su vida, que la corrupción la desigualdad social les afecta directamente, los cuales se sienten humillados y privados de poder, eso aumenta su vulnerabilidad, que se enfrentan a muchos obstáculos cuando tratan de lograr acceso a los servicios públicos y que denuncian la superposición de intereses entre el gobierno local y la élite.

Según Chen y Ravallion (2009), el efecto de la crisis sobre la distribución de renta en países en desarrollo puede considerarse menor, porque supone el efecto sobre la pobreza proporcionalmente a la renta inicial. Considerando ahora los posibles objetivos de una política económica. Indudablemente, una rápida eliminación de la pobreza absoluta debe ser el objetivo prioritario de la economía del desarrollo. Pero el mejor mecanismo para minimizar la desigualdad social y la corrupción es un crecimiento económico, dada una determinada distribución de la renta, la pobreza estará en consecuencia de una reducida renta media. Si se mantiene invariante la distribución de renta, el crecimiento económico desplazará dicha distribución hacia niveles más altos de renta, incrementando proporcionalmente todas las rentas y reduciendo la pobreza en la población vulnerable.

Pero si el crecimiento económico es crucial para la reducción de la pobreza, la desigualdad social y la corrupción, no pude olvidar que los cambios sociales en pobreza se producen bien por cambios en la distribución de la renta, ya sea, por el crecimiento, positivo o negativo, de la renta media, en la conjunción de ambos efectos. Por tanto, conviene comenzar analizando las posibles interacciones entre distribución y crecimiento económico en la sociedad para reducir la pobreza, así como la conveniencia de establecer políticas de reducción de la desigualdad social que debe revestir una política económica diseñada para luchar contra la pobreza.

Esto se debe a la desigualdad entre sectores de baja y de alta productividad que es mayor que la desigualdad social dentro de cada sector porque a partir de un cierto nivel de desarrollo, los incrementos adicionales de renta reducirán la desigualdad social al no producirse trabajadores entre sectores. Se trataría, por consiguiente, de una relación no lineal, en la que el signo del efecto cambia el crecimiento de la renta aumenta la desigualdad social, reduciéndose ésta al incremento de la renta a partir de niveles de desarrollo relativamente altos para una sociedad en desarrollo.

Los sectores de alta productividad vigentes en las sociedades desarrolladas condicionan el modo en que los nuevos recursos generados por el crecimiento económico se distribuyen en el mundo, con ello, si el crecimiento mejora la desigualdad social y minimiza la pobreza. En definitiva, el consenso actual es que la magnitud del impacto del crecimiento económico sobre la desigualdad social depende en buena medida de la calidad de las instituciones políticas y económicas, que son de naturaleza endógena Acemoglu, Johnson y Robinson (2005).

De este modo, la pobreza, la desigualdad social y la corrupción contribuyen al deterioro de la sociedad, en el bloqueo de cambios normativos en política que podrían contribuir a reducir significativamente la pobreza en las familias vulnerables. El clientelismo excluye de la generación de rentas a una parte de la población, no afines a la clase dirigente, que pueden tener mayor potencial de dinamismo.

En este sentido el crecimiento depende en buena parte de las instituciones políticas, puesto que es a través del proceso político como los intereses conflictivos que inevitablemente se derivan de la desigualdad social en algunas partes del mundo y se elevan a decisiones de política pública que por este canal puede resultar dañina la desigualdad social. Una consecuencia adicional es que, si el efecto negativo de la desigualdad social y la corrupción sobre el crecimiento responde a unas relaciones de poder que bloquean el cambio institucional, en plantearse sobre las políticas de corrección de la desigualdad social para mejorar el crecimiento académico insignificante. La consecuencia de la desigualdad social y la corrupción es una infrautilización de un potencial productivo y de crecimiento con las sociedades con un menor número de pobres con una distribución de renta más igualitaria, pues serían buenos si los solicitantes continúan siendo más pobres, lo que podrían ser fructífero si el mercado de crédito hubiese funcionado correctamente. Por otro lado, una remuneración al esfuerzo excesivamente desigual puede provocar asimismo una erosión de incentivos que reduzca el estímulo a la producción por parte de los trabajadores autónomos en el mundo y conduzca a un menor esfuerzo entre los trabajadores por cuenta ajena.

Se no se atiende a este fenómeno social se puede asimismo erosionar la cohesión social, pues al aumentar la brecha entre ricos y pobres, aumentan las actividades criminales e ilegales junto con los costes de transacción relativos a la seguridad en la actividad empresarial y al cumplimiento de los contratos. Una desigualdad social elevada puede generar mayor inestabilidad política, conduciendo a niveles de inversión bajos Bertola (1993).

En todo caso, no parece razonable mantener que la única estrategia de política económica para aliviar la pobreza consista en estimular el crecimiento. Más aún, todo parece indicar la conveniencia de acompañar las políticas de crecimiento de medidas conducentes a mejorar la igualdad en la distribución si se quiere que el crecimiento resultante sea realmente eficaz en reducir la pobreza. Sin embargo, una determinada política pública puede tener efectos de signo contrario sobre el crecimiento, la desigualdad y la pobreza, por lo que es crucial diseñar la combinación adecuada de políticas de cara al objetivo perseguido. También parece preferible aplicar políticas microeconómicas, dirigidas a estimular la producción de un determinado producto alimenticio, para satisfacer una necesidad concreta de los ciudadanos más pobres de regiones con políticas agregadas en objetivos globales, que persigan mejorar la provisión universal de servicios.

La eliminación de la pobreza requiere aplicar una combinación de políticas de crecimiento económico y de corrección de desigualdades, prestando atención a los costes relativos de cada una de ellas, sin olvidar que los niveles iniciales de desarrollo y desigualdad influyen sobre el resultado de tales políticas. Si, como sugiere la evidencia disponible, un elevado nivel de desigualdad dificulta la lucha contra la pobreza, la reducción de la desigualdad genera un "doble dividendo", puesto que una política redistributiva acelera el crecimiento y también la intensidad con la que el crecimiento reduce la pobreza.

Ferreira y Ravallion, (2008). La pobreza y la desigualdad social en han generado rezagos y privaciones inaceptables en las poblaciones en el mundo. A pesar de la puesta en marcha de programas sociales y mejoras en los sistemas de protección social, del aumento considerable del gasto público social, de las mejoras en cobertura y calidad de los servicios sociales, de la expansión económica con que se ha beneficiado las regiones vulnerables, se han detectado fallas en las políticas redistributivas y de crecimiento que deben ser ajustadas y reforzadas con el fin de generar una disminución contundente de la pobreza, la desigualdad social y la corrupción Grawe, N.D. (2001).

El crecimiento económico debe fundamentarse en políticas macroeconómicas sostenibles, en propender el acceso a los mercados de los países desarrollados y asegurar las economías sistémicamente importantes que tengan en consideración las externalidades que políticas insostenibles de su parte pueden tener sobre el conjunto de la región. Sin perder de vista las políticas que promuevan el crecimiento, para reducir la pobreza y la desigualdad social necesaria para enfocarse en políticas redistributivas que generan un doble dividendo, reduciendo la pobreza creando las condiciones para acelerar su reducción en el largo plazo. Las políticas redistributivas deben tener un enfoque de ampliación de oportunidades para todos, de manera de lograr un desarrollo incluyente, que beneficie a los más pobres en el mundo. Para ello urge mejorar el acceso a y la calidad de servicios como educación, salud, infraestructura y servicios financieros.

La igualdad de oportunidades requiere asimismo eficacia y transparencia de las administraciones públicas, evitando los sesgos en la aplicación de las normas, la venta de derechos públicos y licencias, el clientelismo político, y la intervención directa de los gobiernos. Es preciso que las normas que se apliquen de manera anónima, que se cumplan sin distinción, y que la regulación no imponga restricciones innecesarias. Cuando existen, los sesgos se producen a favor de grupos que gozan de relaciones especiales con los poderes públicos que entorpecen o incluso impiden el desarrollo de emprendedores que pudieran dinamizar los mercados y los sectores productivos. También es preciso una eficiente dotación de capital público y una adecuada distribución territorial del mismo, así como una Administración Pública preparada, para elementos que pueden ir en contra de los intereses de grupos afines al poder, y a los que tratarán de oponerse.

Es claro que puede haber desigualdad sin incidencia de pobreza absoluta o relativa. Sin embargo, para que exista pobreza relativa es necesario un cierto nivel de desigualdad. Para que exista pobreza es preciso un nivel medio de renta relativamente reducido pero puede haber pobreza con poca desigualdad social. La desigualdad social no es condición necesaria ni suficiente para que exista pobreza, pero es necesaria para que exista pobreza relativa.

En este contexto, considerando la relación existente entre pobreza, desigualdad social y la corrupción y crecimiento económico, resulta evidente la necesidad de adoptar políticas redistributivas que tengan un enfoque en la reducción de las brechas de oportunidades, sin perder de vista la necesidad de implementar políticas que consoliden el crecimiento, incluidas un manejo sano del gasto público y de la deuda para generar estabilidad macroeconómica.

En razón a ello, es importante mejorar el diseño de los mismos, haciendo énfasis en que deben ser temporales, con cláusulas claras de entrada y salida, de manera de no perpetuar la pobreza. Adicionalmente, se debe hacer uso de mecanismos de focalización para cubrir solamente a quienes son verdaderamente pobres y para evitar errores de exclusión. De igual forma, estos programas deben poner mayor énfasis en las estrategias de superación definitiva de la pobreza, empoderando a los individuos para que sean ellos mismos los que tomen acciones para superar la pobreza.

Además de propender por el manejo sano de la política macroeconómica y comercial, se debe revisar el diseño de algunas políticas sociales en el mundo, en particular aquellas referentes al sistema de protección social que generan incentivos a permanecer en la informalidad con los programas de protección social, en particular de asistencia social, que han mostrado tener un impacto positivo en la reducción de la pobreza y la desigualdad social.

Conclusión

Por tanto, para minimizar la pobreza, la desigualdad y la corrupción es necesario aplicar un estrategia de reducción de pobreza debe ser la implementación de una política de manejo social del riesgo que cubra a los más vulnerables con estrategias de reducción, amortiguamiento de choques negativos, ya que son los pobres los más expuestos a una gran variedad de riesgos. En cuanto a la política educativa, ésta debe ser de buena calidad para generar capital humano que pueda romper con la baja movilidad social y la transmisión Inter-generacional de la pobreza y la desigualdad. A pesar de mostrar grandes avances en términos de universalización de la educación aún existen problemas de acceso en el mundo de lugares vulnerables y brechas por grupos poblacionales y de ingresos en la calidad de la educación impartida. Para avanzar hacia una mejor política educativa se debe mantener el esfuerzo para mejorar calidad, infraestructura básica y la oferta educativa en las zonas rurales y adoptar un enfoque diferencial para aumentar el acceso a lo grupos poblacionales vulnerables que se encuentran excluidos del sistema educativo.

Bibliografía

Reinikka, R. & Svensson, J. «Fighting Corruption to Improve Schooling: Evidence From a Newspaper Campaign in Uganda», Journal of the European Economic Association 3, 259-267.

Qizilbash, M. (2001). «Corruption and Human Development: A Conceptual Discussion», Oxford Development Studies 29 (3), 265-278. 2005

Garay, Luis Jorge. "Inclusión social y nuevas ciudadanías: condiciones para la convivencia y seguridad democráticas", ensayo presentado en el seminario Inclusión social y nuevas ciudadanías: condiciones para la convi – vencia y seguridad democráticas, convocado por la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, noviembre de 2003.

Mejía, Marco Raúl y Ramírez, Jorge Enrique La respuesta educativa de emergencia en el desplazamiento colombiano. Bogotá, fundación C E P E C S – P C S. 2002.

Acemoglu, D., S. Johnson y J.A. Robinson, , Institutions as a fundamental cause of longrun growth, publicado como capítulo 6 en Handbook of Economic Growth, volume 1, Aghion y S.N.Durlauf editors, Elsevier. 2005

Bertola, G., "Factor shares and savings in endogenous growth", American Economic Review, 83, 1184-98. 1993.

Chen y M. Ravallion, "Absolute Poverty Measures for the Developing World, 1981-2004". 2007

Dollar y Kraay, , "Growth is good for the poor", Journal of Economic Growth, 7, 195-225.

Ferreira, Francisco H. G. and Ricardo Paes de Barros, 1999 , "The Slippery Slope: Explaining the Increase in Extreme Poverty in Urban Brazil, 1976–1996", Brazilian Review of Econometrics, 19(2), 211–96. 2002.

Rodrik, D., , "Rethinking growth policies in the developing world", manuscrito. 2004

Ferreira, F.H.G. y Ravallion, M. "Global Poverty and Inequality: A Review of the Evidence". World Bank Policy Research Working Paper 4623, mayo2008.

Grawe, N.D. Intergenerational Mobility in the US and Abroad: Quantile and Mean Regression Measures". University of Chicago, doctoral dissertation. 2001.

Fajnzylber, P, Lederman, D. y Loayza, N. "Inequality and Violent Crime". Journal of Law and Economics 45:1-40. 2002.

 

 

Autor:

MSc. Arnaldo Faustino*

MSc. Eurico Wongo Gungula*MSc. Emilia del Pozo Gutiérrez**

Msc. Olaysi Arrocha Rodríguez**

*Investigador Académico del centro de Educación Pre-universitaria de Longonjo-Huambo.

Universidad "Agostinho Neto". Angola.

** Facultad de Ciencias Sociales y Humanística. Universidad "Máximo Gómez Báez"- Ciego de Ávila Cuba.