¿Cómo funciona nuestro cerebro?
¿Cómo funciona nuestro cerebro?
A lo largo del día, ya seamos adolescentes o adultos, en el trabajo o en casa, nuestro cerebro utiliza todo un repertorio de capacidades sofisticadas: las funciones cognitivas…
La memoria
La atención
El lenguaje
El razonamiento
Lo visión espacial
Estas funciones cognitivas nos permiten efectuar actividades como elaborar un itinerario, recordar un número de teléfono, reconocer un rostro, calcular mentalmente, conducir, tocar el piano o, simplemente, leer.
La Memoria
La memoria es la función cognitiva más solicitada en la mayoría de nuestros actos. Interviene para registrar o recordar informaciones tan diversas como un número de teléfono, lo que hemos hecho el fin de semana, un encuentro, dónde hemos dejado las llaves, el nombre de un determinado objeto o de una persona que nos presentaron recientemente, un dato histórico famoso.
Igualmente, participa de modo fundamental en otras actividades cognitivas, como la lectura, el razonamiento, el cálculo mental, la creación de imágenes mentales… En consecuencia, se encuentra en todo momento activa, voluntariamente o no, y nos permite crear un stock de conocimientos culturales, recuerdos personales, actuaciones, etc.
La memoria constituye el pasado de cada uno o, más bien, el conocimiento de sí mismo, y permite que cada individuo posea una identidad.
Tipos de memoria
Pérdidas de memoria
Cómo memorizar mejor
Otros tipos de memoria
No poseemos una sola memoria, aunque ciertamente tendemos a considerar la memoria como un todo, diciendo que tenemos, de forma global, UNA buena o mala memoria o utilizando frases del tipo: "Me falla LA memoria".
En efecto, acordarse de lo que uno ha comido el día anterior es muy distinto de recordar que la capital de Francia es París. Por otra parte, las investigaciones demuestran que intervienen distintas regiones del cerebro según del tipo de conocimientos que hay que memorizar o recordar.
Existen diferentes memorias según la duración del recuerdo:
La memoria sensorial
Capta toda nueva información durante solo algunos centenares de milésimas de segundo.
La memoria a corto plazo, llamada también memoria de trabajo:
Toma el relevo a la anterior, conservando la información durante más o menos un minuto. Su capacidad es igualmente limitada en cantidad, y permite registrar alrededor de siete elementos. Permite, por ejemplo, retener un número de teléfono dado de viva voz, durante el tiempo de marcarlo o de escribirlo. Interviene también en la lectura, permitiendo retener la frase que acabamos de leer, de modo que la siguiente resulte coherente.
La memoria a largo plazo
Interviene cuando se desea retener por más tiempo una información. Esta memoria tiene una capacidad y una duración de conservación de la información ilimitada.
Existen también otras memorias a largo plazo según el tipo de recuerdo:
La memoria episódica
Permite recordar lo que hemos hecho el día anterior, la visita al dentista o la velada en casa de un amigo. Es decir, con ella se recuerdan acontecimientos que constituyen recuerdos personales, autobiográficos, en los que el contexto de memorización es muy relevante.
La memoria semántica
Agrupa los conocimientos relativos a las reglas gramaticales, sentidos de las palabras, hechos culturales, nombres de ciudades o de objetos, etc., que constituyen conocimientos generales, sin relación con el contexto de memorización. No recordamos el momento preciso en que aprendimos esas informaciones.
La memoria procedimental
Se refiere a los conocimientos difíciles de comunicar de manera explícita. Son todas nuestras habilidades, como tocar el piano, ir en bicicleta, conducir, abrocharnos la ropa… Son actos que realizamos de manera automática, pero que necesitan la implicación de conocimientos almacenados en la memoria. Estos conocimientos son, por ejemplo, saber que una determinada posición de las manos sobre el piano permitirá tocar un acorde concreto, o que tal maniobra con el coche permitirá girar a la izquierda.
Las pérdidas de memoria
La memoria tiene un importante papel en la vida cotidiana del ser humano, por ello se comprende muy bien que los problemas de memoria puedan verse como un obstáculo e incluso ser fuente de estrés.
Por otra parte, quejarse del funcionamiento de la memoria es muy habitual en personas de más de 50 años, que a menudo temen que esos problemas de memoria estén asociados a alguna patología.
Esto, no obstante, suele ocurrir raramente, aunque sí es normal observar una disminución en el rendimiento de la memoria con la edad.
La edad no es el único factor que desencadena un deterioro en el rendimiento de la memoria. También contribuyen a ello otros factores, como las circunstancias y determinados acontecimientos, la fatiga, el estrés, la motivación o la emotividad.
¿Cómo memorizar mejor?
En general, para acordarse mejor de las cosas hay que estar atento a lo que se hace, ya sea leer un texto o poner las gafas sobre la cómoda.
En cuanto a las tareas rutinarias, una manera de acordarse de regar las plantas o tomar la medicación, por ejemplo, es hacerlo siempre a la misma hora y asociarlo a un acontecimiento concreto, como un programa de televisión semanal o una de las comidas del día.
También es importante el aspecto emocional: no podemos retener aquello que para nosotros carece de interés o de sentido. Cuantos más registros emocionales, mejor se memoriza.
Para memorizar mejor puede resultar de ayuda:
Localizar las informaciones esenciales para la comprensión,
Reflexionar e interrogarse sobre el contenido, sobre el sentido de la información,
Organizar las informaciones por categorías,
Crear asociaciones,
Recurrir con regularidad a la información conocida
La Atención
¿A quién no le han dicho o ha dicho: "Me cuesta concentrarme" o "No pones suficiente atención"?
La atención es primordial en el comportamiento humano. La mayor parte de las actividades cerebrales requieren una gran concentración, tanto para la memorización de una información o la comprensión de un texto como para la búsqueda de un término en particular.
Un trueno captará toda nuestra atención
La atención es una función cognitiva compleja. Corresponde a un proceso de selección de un acontecimiento exterior (sonido, imagen, olor…) o interior (pensamiento) y del mantenimiento de este último en un determinado nivel de conciencia.
Un grito o un trueno captarán toda nuestra atención automáticamente.
El denominado estado de alerta nos permite mantener cierto nivel de vigilancia.
En consecuencia, nuestro nivel de atención está fuertemente condicionado por los cambios que se producen en nuestro entorno.
La atención puede también intervenir de manera voluntaria:
Si para dar un paseo por la ciudad utilizamos un calzado que nos produce dolor, toda nuestra atención se focalizará en la búsqueda de un lugar agradable para descansar, lo que nos llevará, por ejemplo, a reparar en un banco en un jardín.
El desplazamiento voluntario de la atención se produce cuando se manifiesta un deseo, una necesidad o una intención de algo, a fin de lograr un objetivo.
Si uno va buscando setas, la atención selectiva se centra en el suelo
Entonces aparecen la toma de conciencia y el control de nuestra atención: ya que nos es imposible tratar simultáneamente toda la información que se nos presenta, realizamos un análisis sucesivo de informaciones.
La atención denominada selectiva entra enseguida en escena: este tipo de atención actúa desde el momento en que tenemos que efectuar una selección de información que responda a nuestras expectativas en unas circunstancias determinadas.
Solo se examina la información seleccionada. La atención selectiva permite, pues, focalizar un punto, abstrayéndose mentalmente del entorno, sin que ello signifique aislarse físicamente.
Si uno va buscando setas, la atención selectiva se centra en el suelo, ignorando las demás informaciones del escenario.
La atención puede estar también repartida:
En nuestra vida cotidiana, a menudo debemos hacer varias cosas a la vez, como cuando mantenemos una conversación al mismo tiempo que conducimos.
La atención, que en estos casos debe repartirse ante numerosas informaciones, requiere más recursos.
Pero si estudiar con música de fondo no supone ningún problema para un joven de 20 años, la movilización de todos los recursos de concentración será, en cambio, más difícil para una persona de más de 60 años. En efecto, con la edad aparece una disminución de los recursos de atención, así como una mayor sensibilidad a las interferencias. Eso nos hace menos eficaces en las situaciones de doble tarea.
Factores como la fatiga, el consumo excesivo de alcohol o el estrés también disminuyen el rendimiento en las actividades que requieren atención.
La atención y la memoria:
La interacción entre las dos funciones cognitivas de «Atención» y «Memoria» es muy elevada. La atención se moviliza particularmente cuando se trata de una información nueva, es decir, que no tiene equivalente en la memoria.
Efectivamente, una información conocida o familiar (como, por ejemplo, la disposición de los muebles del salón en casa de un amigo al que visitamos mucho), no llama la atención.
La atención se centrará en una información familiar, principalmente si difiere del contexto habitual (siguiendo con el ejemplo, un elemento que hubiera sido cambiado de sitio) o si buscamos voluntariamente un objeto en el entorno.
Nuestro nombre o apellidos pronunciados en contextos diversos (en la calle, en un restaurante, etc.) captarán inmediatamente nuestra atención, aunque esta información nos sea extremadamente familiar. Desde los primeros años de vida, estamos condicionados a reaccionar ante nuestro nombre o apellidos.
En resumen…
La atención se encuentra implicada en todos nuestros actos intelectuales, permitiéndonos estar totalmente vigilantes, focalizando nuestra concentración sobre un punto concreto, o bien, al contrario, repartiendo nuestra concentración en varias actividades. Pero entonces, ¡cuidado con la dispersión!
La atención no es estable, sino fluctuante. No se mantiene "sostenida" de forma continuada, sino que presenta automáticamente estados de relajación en el curso de una misma actividad.
El Lenguaje
El lenguaje constituye la característica humana por excelencia. Todos los días utilizamos diferentes facetas del lenguaje: escrito (lectura y escritura) y oral (comprensión y expresión).
Se ha escrito muchísimo sobre el lenguaje. Aquí nos limitaremos, principalmente, a la descripción de los procesos implicados en la actividad de la lectura.
La lectura
La lectura es una actividad mental compleja que implica distintos tipos de análisis, más o menos automático, de las palabras:
El análisis visual permite decir a qué letra o a qué palabra corresponde una forma leída.
El análisis ortográfico conduce a la localización de posibles faltas.
El análisis sintáctico permite determinar si una frase dada tiene una estructura gramatical correcta.
El análisis fonológico leva al reconocimiento sonoro de una palabra, ya que incluso en la lectura silenciosa se accede a la forma de pronunciar una palabra.
El análisis semántico extrae el sentido de las palabras y desemboca en la comprensión global de la frase.
Fenómenos constatados en la lectura:
La lectura de una palabra es más o menos fácil según la frecuencia de aparición (ocurrencia) en una lengua dada. Cuanto más frecuente es la palabra, más rápidamente será identificado. De ahí podría deducirse que la facilidad con la encontramos una palabra almacenada en nuestra memoria está directamente relacionada con su frecuencia de aparición en la lengua.
Asimismo, la coherencia de una palabra respecto del contexto de la frase facilita la lectura. Cuando leemos el comienzo de una frase, esperamos leer a continuación una palabra acorde con el sentido de la frase. Si empezamos a leer "Es rojo como un…", esperaremos que la palabra que siga sea tomate más que la palabra fresón o cualquier otra palabra.
La facilidad para leer una palabra depende también de criterios físicos. Estamos habituados a leer palabras con una determinada forma física y si esta forma no es respetada, la lectura se ralentiza. Así, si se nos presenta una palabra escrita en alternancia minúscula/mayúscula, como "Escollo", esto perturbará la lectura de la palabra.
La comprensión del texto:
La lectura clásica de un texto se realiza en etapas sucesivas, frase por frase, párrafo a párrafo.
Para construir la coherencia de un texto, nuestra memoria temporal guarda las informaciones a medida que vamos leyendo. Eso nos permite la comprensión en la etapa ulterior, es decir, la frase o el párrafo siguiente.
Nuestra memoria no puede conservar las frases tal y como aparecen en un texto. De hecho, solo las informaciones más pertinentes para la comprensión y el sentido del texto (las palabras clave y las ideas principales) son retenidas durante más tiempo y podrán ser utilizadas más adelante para hacer un resumen.
Las informaciones no pertinentes, redundantes o contradictorias son eliminadas de nuestra memoria para evitar sobrecargarla, con el fin de extraer y quedarse con el sentido general del texto. En otras palabras, cuando leemos un texto, analizamos las palabras que vemos y reparamos en las palabras clave que nos ayudarán a memorizar las ideas principales. Las palabras son organizadas automáticamente a fin de formar un conjunto lo más coherente posible. Y es entonces cuando se extrae su sentido global y se asocia a un tema central.
Los conocimientos del lector contribuyen también en la comprensión conocimientos del lector contribuyen también en la comprensión « Al muchacho que se paseaba por el bosque se lo comió un elefante » y no sabe aún que los elefantes no son carnívoros, no percibirá la incongruencia de la frase.
Paralelamente, cuando un enunciado no es coherente, se lleva a cabo una tarea de deducción, gracias a nuestros conocimientos generales. Por ello, si leemos frases aparentemente sin relación entre sí, como, por ejemplo, « Han robado en el apartamento. Pablo ya no tiene dinero », se establece enseguida una deducción posible: « Todo el dinero de Pablo estaba en el apartamento ». Esta deducción permite hallar una coherencia en el enunciado.
La escritura
Tomemos como ejemplo la redacción de una carta: utilizamos las reglas gramaticales, pero también estamos atentos a la ortografía y buscamos sinónimos para evitar las repeticiones.
La comprensión y la expresión oral
Cuando conversamos o cuando contamos algo, creamos frases eligiendo las palabras de nuestro corpus que consideramos más apropiadas para los interlocutores y las circunstancias. Después, organizamos estas palabras entre sí respetando las reglas gramaticales de la lengua que utilizamos.
Dicho de otra manera, cuando leemos un texto, analizamos las palabras que vemos y reparamos en las palabras clave que nos ayudarán a memorizar las ideas principales. Las palabras se organizan automáticamente para formar un conjunto lo más coherente posible. Entonces ya podemos extraer su sentido global y asociarlo a un tema central.
Las Funciones Ejecutivas
Las funciones ejecutivas son funciones organizadoras relacionadas con la lógica, la estrategia, la planificación, la resolución de problemas y el razonamiento hipotético-deductivo.
Estas funciones nos ayudan a resolver todos los problemas más o menos complejos de nuestra vida cotidiana. Normalmente, hay que analizar bien el contexto y el objetivo buscado a fin de evaluar las posibles consecuencias de la decisión que se tomará.
En la vida cotidiana nos encontramos con situaciones complejas o simplemente nuevas, como hallar la causa de una avería, establecer el recorrido adecuado para ir a un lugar, planificar labores de jardinería, pensar las mejores jugadas para batir a un adversario al ajedrez…
Para comprender mejor estas situaciones, estamos dotados de una capacidad de razonamiento que puede ser de tres tipos
El razonamiento inferencial
Se utiliza ante un problema que se aborda por primera vez y para el que no existe solución previa.
En esos casos, es necesario reparar en todos los elementos del problema y realizar una tarea de deducción, de formulación y de verificación de hipótesis que permitan llegar a posibles soluciones.
El razonamiento analógico:
Se refiere a la reutilización adaptada de una solución utilizada anteriormente ante un problema que presentaba especificidades comunes al que hay que resolver actualmente.
El razonamiento automático:
Es considerado más como la aplicación espontánea de un procedimiento que como un razonamiento propiamente dicho. Se da sobre todo en el marco de situaciones habituales, como ir al trabajo en coche.
Se realiza mediante la aplicación de conocimientos automatizados almacenados en la memoria procedimental. Al no ser nuevas, estas situaciones no necesitan mucha atención, de modo que esta puede dedicarse a otra cosa.
Para resolver un problema, se requieren varias etapas de razonamiento
Se analiza el problema y se define el objetivo a alcanzar. Seguidamente, hay que establecer una estrategia y un plan de acción que permitan resolver el problema.
Si el objetivo final es demasiado difícil de conseguir en una sola etapa, será necesario considerar objetivos intermedios considerar objetivos intermedios.
Paralelamente, habrá que tomar en cuenta los medios existentes y los imperativos materiales o procedimentales a respetar.
Finalmente, es muy importante seleccionar una respuesta entre varias posibles y validar el resultado en relación a la intención inicial.
Otras funciones cognitivas que participan en el razonamiento
La atención
Durante la resolución de un problema, nuestras capacidades de atención nos permiten focalizarse, concentrarse sobre todos los datos del problema y establecer los más pertinentes. Esto permitirá identificar claramente el objetivo y la estrategia a seguir para su consecución.
La atención permite descartar las interferencias que podrían perturbar el razonamiento. Asimismo, puede ayudarnos a inhibir las respuestas automáticas que no se adaptan a la situación, como detenerse en un stop cuando un agente de circulación hace señal de pasar.
La memoria:
La memoria a largo plazo tiene un papel importante en el razonamiento, ya que podemos echar mano de planes de acción almacenados en la memoria para resolver un problema nuevo
La memoria de trabajo también está muy solicitada. Nos permite guardar en la memoria los elementos importantes del problema, como el objetivo que se pretende alcanzar, y asociarlos en distintas configuraciones, como series de cifras en el cálculo mental.
La imaginería mental:
La imaginería mental, es decir, la capacidad de representarse un objeto, una persona, etc., en la mente sin que ese objeto, esa persona, etc., se encuentre físicamente presente, tiene también su papel en el razonamiento.
Permite crear, imaginar, anticipar (por ejemplo, anticipar los movimientos que haremos en el futuro durante un juego de cartas o de ajedrez), conservar una información en la mente, comparar situaciones, realizar rotaciones de objetos mentalmente (por ejemplo, para decidir si el color del nuevo papel pintado va a desentonar con el mobiliario, o si una mano presentada fuera de contexto es una mano derecha o izquierda).
Si entre estos cuatro objetos nos pidieran que cogiéramos el cubo más próximo a la pirámide, no tendríamos ningún problema. Pero esta tarea se apoya en procesos cognitivos más complejos de lo que parece.
Cuatro objetos
Así, para lograrlo habrá que reconocer las formas de cada uno de los cuatro objetos, a fin de distinguir el cubo entre las demás formas. Seguidamente, después de analizar los dos cubos presentes, se tratará de decidir cuál de los dos cubos está más cerca de la pirámide, estimando la distancia que los separa. Esta decisión será más difícil por cuanto requiere considerar la perspectiva.
En un mundo en el que la vista es el sentido más utilizado, nos vemos enfrentados todos los días a situaciones que requieren el reconocimiento de formas visuales y colores, el análisis de la posición de un objeto en relación a otro, o la estimación de la distancia que separa dos objetos.
Efectivamente, es necesario analizar bien todas las informaciones visuales para actuar en el medio.
Nuestro sistema visual es responsable de esos análisis espontáneos. Más concretamente, son dos partes diferentes del cerebro las que procesan la forma de los objetos y sus propiedades espaciales (es decir, el tamaño, el emplazamiento, la orientación de los objetos).
La vista es, por tanto, una función cognitiva extremadamente compleja si tenemos en cuenta el número de informaciones que debe procesar para obtener el análisis de una escena visual coherente.
Ella nos permite también identificar los objetos que componen nuestro entorno, así como sus posiciones en relación a otros objetos y en relación a nuestro propio cuerpo. Así nos permite interactuar con el medio (coger objetos, orientarnos a través de ellos, etc.).
Los objetos de nuestro entorno constituyen, pues, datos que al ser registrados facilitan nuestra orientación en el espacio. Sin embargo, orientarse correctamente depende también de informaciones internas procedentes de nuestro cuerpo, como la posición del brazo o de la mano.
Cuando realizamos un trayecto, en todos los casos, nuestro cerebro elabora mapas mentales que nos permiten, asociados a los datos registrados, fácilmente volver a hacer un trayecto que ya hemos realizado anteriormente.
Imaginemos que se nos pregunta cuál es el cubo más próximo a la pirámide si el cubo del fondo se desplaza 10 centímetros hacia esta.
Responder a esta pregunta requiere desplazar mentalmente el cubo del fondo en una distancia que se estime de diez centímetros, y entonces tomar una decisión acerca de cuál es el objeto más próximo a la pirámide. Ese tipo de preguntas requiere la colaboración de nuestras capacidades de imaginería mental visual.
La imaginería mental es una actividad cognitiva que permite percibir algo en su ausencia. No es exclusivamente visual y, de hecho, nos permite crear imágenes, sonidos, olores y sensaciones en nuestra mente.
En el terreno de la visión, la imaginería mental consiste en "ver" una imagen en la cabeza, como por ejemplo la cara de una persona, sin que dicha persona se encuentre físicamente presente.
Gracias a esta capacidad, pueden ser creadas en nuestro interior formas existentes (caras, cuerpos humanos, cifras, palabras, objetos, animales) o imaginarios (monstruos, figuras abstractas), conocidas o desconocidas, inmóviles o en movimiento, en color o en blanco y negro.
Antes de realizar una acción compleja, podemos simular el encadenamiento de operaciones a fin de verificar que no hayamos olvidado o subestimado algunos datos.
El ejemplo típico es el jugador de ajedrez, que para apreciar la conveniencia de los posibles movimientos que puede jugar, simula mentalmente el desplazamiento de sus propias piezas y las del adversario, ya que le está prohibido tocarlas físicamente.
En la vida cotidiana, nuestras capacidades de imaginería mental son requeridas en actividades como el pensamiento, el sueño, el razonamiento y la resolución de problemas, la anticipación de los acontecimientos, el reconocimiento de objetos que aparecen en orientaciones no habituales, la simulación de un itinerario, la comprensión de una descripción verbal, etc.
La imaginería mental es posible gracias a las experiencias vividas en el día a día. En efecto, los elementos que componen nuestras experiencias vividas (es decir, caras de personas, objetos, sonidos, formas, sensaciones, olores…) se registran en nuestra memoria y se activan de nuevo en la memoria temporal cuando queremos recordar unos elementos determinados.
Las imágenes mentales son nuestras propias, porque nacen de nuestra experiencia personal.
Así, si alguien pide a dos personas que se imaginen un perro, muy probablemente el perro que ambas se imaginen será distinto.
La creatividad existe gracias a la imaginería mental, que es la que, de hecho, nos ofrece la posibilidad de generar / crear la imagen de cosas que no existen en la realidad.
La generación de imágenes nuevas se produce por la combinación original de elementos conocidos, pero también por la generación de nuevas características que pueden llevar a concebir formas nunca vistas.
La imaginería mental permite también la transformación de imágenes por rotación mental.
Por ejemplo, antes de amueblar una habitación podemos anticipar el aspecto final que tendrá colocando mentalmente los muebles de todas las maneras posibles a fin de elegir los "mejores" emplazamientos. Al considerar todas las posibilidades, la rotación mental nos evita tener que hacer la comprobación desplazando físicamente una y otra vez los muebles.