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Degradacion de los ecosistemas y los recursos naturales y politicas publicas para enfrentar la crisis alimentaria (página 2)


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Cada vez es más complicado y costoso potabilizar agua para beber debido a la calidad y cantidad de contaminantes presentes en los ambientes acuáticos superficiales y subterráneos de donde se extrae. La tala indiscriminada de bosques también se produce a mayor velocidad que la de reproducción o recuperación de los árboles que lo componen. Es recurso el bien que como tal es identificado por la sociedad. Si la tasa de renovabilidad es menor que la tasa de explotación, existe depredación del recurso, cuando el aprovechamiento del mismo supera al crecimiento o acopio y el recurso se agota. Esa capacidad de restauración depende de las leyes de la naturaleza, mientras que la de explotación se rige por factores sociales.

El 21 de abril, de este año, la revista de investigación geofísica Geophysical Research Letters, publicó un trabajo financiado por el Centro Nacional Estadounidense de Investigación Atmosférica (NCAR) en Colorado, conjuntamente con la Fundación Nacional de Ciencias y financiado por el Departamento de Asuntos Energéticos de Estados Unidos para ser debatido en el mes de diciembre en Copenhague, durante la Décimoquinta Conferencia de Partes de la UNFCCC, uno de cuyos anexos es el protocolo de Kioto, de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

El informe expone que de no reducirse ya las emisiones de gases de efecto invernadero, teniendo en cuenta que una molécula de CO2 puede sobrevivir entre 90 y 100 años, en breve, tendremos el aumento de los niveles de los mares, por el derretimiento de los polos, con el consiguiente problema de la salinización de los acuíferos, inundaciones de las zonas costeras, migración de los refugiados ambientales, hambrunas, pérdida de bienes y de vidas humanas.

El equipo de investigación simuló, en computadoras, catástrofes desde 10 años, a los próximos 100 años en escenarios habituales, confirmando pérdida de aves marinas, poblaciones de mamíferos árticos, pesquerías, y simultáneamente el aumento de los gases de metano de los océanos, tornando irrespirable el aire. Estos cambios climáticos afectarían la vida de todos los seres vivientes, tal como lo conocemos hasta ahora.

Lo real es que los gobiernos de nuestros países deberán solicitar ayudas para capacitar a sus autoridades regionales y a la sociedad civil, de manera que puedan responder de forma más eficaz a las amenazas climáticas. Asimismo se debe comenzar ya a trabajar en el desarrollo de Programas para medios de vida sustentable, y mejorar la planificación urbana, con el objetivo de que los barrios marginales tengan una vida más resistente, y simultáneamente invertir en infraestructura y servicios públicos para reducir los riesgos sanitarios.

La vulnerabilidad ante los desastres naturales es consecuencia directa de la pobreza y sobre todo de "las decisiones políticas, la corrupción, y de la indiferencia política que permite su perpetuación". Cuanto mayor sea la pobreza, en que vivan las personas, menos serán los bienes disponibles para vender y superar las crisis y más durará el proceso de recuperación.

Estos datos confirman lo aseverado por el Informe OXFARM, de Londres, que insta a los países ricos a aportar la suma de al menos 38.700 millones de euros al año a los países en desarrollo para afrontar los desastres climáticos que calculan aumentarán en un 50%, a los actuales. Asimismo, detecta cuatro tendencias que provocarán el incremento ante la vulnerabilidad de los fenómenos climáticos:

1. Aumento de las personas que viven en viviendas precarias en las zonas urbanas.

2. Mayor presión a la que son sometidos los terrenos agrarios rurales, con pérdida de la seguridad alimentaria y el acceso a los alimentos.

3. La degradación de sus ecosistemas obligará a las personas a migrar de sus hogares, destrozando sus medios de vida y redes de apoyo comunitarias.

4. El aumento del desempleo, provocará un acrecentamiento de las necesidades humanitarias de los países más pobres.

La gobernabilidad solo estará asegurada si se comienza ya a elaborar las políticas públicas, y los planes y programas necesarios para hacer frente a los requerimientos sociales que inevitablemente sobrevendrán por el "calentamiento global y la menor disponibilidad de acceso a los recursos naturales".

En cuanto a la problemática de la Seguridad Alimentaria para garantizar la Gobernabilidad: se podría definir diciendo que: "existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades nutricionales y alimentarias a fin de llevar una vida activa y sana". El impacto humanitario del "calentamiento global" probablemente sea uno de los mayores retos para la implementación de las políticas públicas a desarrollar durante los próximos años y décadas. Lo emprendido hasta ahora ha sido lento e insuficiente comparado con las necesidades que se han padecido. Hace cuatro años que se suceden graves crisis climáticas, particularmente inundaciones, huracanes, sequías, e incendios de dimensiones sin precedentes.

El Banco Mundial ha sido claro: los peligros que genera el cambio climático global son: el tamaño de la población mundial, el excesivo uso de los recursos, y la falta de tecnologías apropiadas para producir y consumir esos recursos. Está carrera desenfrenada del hombre para defender su estilo de vida, y su acceso a un derecho fundamental como lo es el derecho al agua, o al alimento, promueve una sociedad violenta. La paz social está seriamente comprometida. Los gobiernos tienen la responsabilidad inmediata de detener el aumento de los riesgos asociados a la problemática causada por el calentamiento global. Esto significa principalmente frenar el cambio climático a base de reducir las emisiones de gases invernadero.

El calentamiento global es el mayor enemigo de los pobres y si se fracasa en revertir los estragos que producen los gases de efecto invernadero, lo que nos espera es ver un aumento en las desigualdades sociales y que más de 2600 millones de personas tengan un futuro con menos oportunidades a las actuales.

Se necesitan nuevas estrategias y más fondos para la acción humanitaria. Los esfuerzos políticos deben estar dirigidos a reducir la pobreza y la desigualdad, que provean servicios básicos tales como salud y educación y ofrezcan protección social: ingresos básicos regulares o un seguro, son un punto de partida para reducir el riesgo de desastres y mejorar la capacidad de previsión y repuesta frente a éstos. Cada país deberá adoptar una estrategia en consonancia con sus recursos y capacidades para alcanzar sus objetivos y cooperar para dar soluciones colectivas a los problemas mundiales de seguridad alimentaria.

La FAO ha solicitado a los responsables políticos que incluyan la agricultura en las negociaciones para un nuevo tratado sobre el cambio climático que deberá sustituir al Protocolo de Kyoto, que data de 1997. La agricultura supone cerca del 14 por ciento de las emisiones de gases responsables del efecto invernadero, mientras que los cambios del uso de la tierra -como la deforestación-, suponen otro 17 por ciento. Las tierras agrícolas tienen la capacidad de retener y almacenar carbono. Los campesinos que viven de la tierra, en particular en los países pobres, deberían ser involucrados en la retención de carbono para mitigar el impacto del cambio climático", aseguró Alexander Mueller, Director General Adjunto de la FAO, con ocasión de las negociaciones en el seno de Naciones Unidas sobre un futuro acuerdo internacional sobre el cambio climático que se celebran actualmente en Bonn.

Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), "el cambio climático amenaza con hacer fracasar los ya débiles esfuerzos internacionales para combatir la pobreza", este mensaje está contenido en el último informe mundial sobre el desarrollo humano para el bienio 2007-2008 en el que se evalúan una serie de índices de 177 países como producto interior bruto, ingresos, expectativa de vida y educación, entre otros. Es necesario continuar trabajando para entender mejor la interdependencia entre el desarrollo, la reducción del riesgo de desastres (DRR, en sus siglas en inglés) y la adaptación al cambio climático, para así poder estimar de forma más precisa los costes económicos debidos al cambio climático.

El mundo demanda un aumento de producción de alimentos llamados de primera necesidad, como lo son el azúcar, trigo, maíz, carnes, lácteos, etc. Pero simultáneamente, los países desarrollados, en función del cambio de tecnologías necesarias para cumplir con los acuerdos de la Hoja de Ruta de Bali, requiere de biocombustibles líquidos, obtenidos a partir de soja, o etanol a partir del azúcar genéticamente modificada, o de la remolacha alcoholífera, productos que obtienen mejores precios en el mercado internacional.

Asimismo, estos biocombustibles requieren de una tierra agrícola de gran calidad y de importantes insumos en términos de fertilizantes, plaguicidas y agua. El grado de competitividad por los recursos entre la producción de cultivos para energía y la producción de alimentos y forrajes dependerá, entre otros factores, del progreso del rendimiento de los cultivos y de las acciones que cada gobierno implemente para que sus productores prefieran destinar sus tierras a cultivos de alimentos para abastecer los mercados internos. El presidente de Brasil, Inacio Lula Da Silva, cuyo país es gran productor, dijo: "Hasta Brasil condenará los biocombustibles si afectan las fuentes alimenticias", en oportunidad de su ofrecimiento de disponer de toda la tecnología de su país para producir combustibles de segunda generación.

Lo real, es que no es la primera vez que han aumentado vertiginosamente los precios de los alimentos. Desde los años 70, los países más ricos del mundo, con la intervención de las agencias internacionales que están bajo su control, han debilitado sistemáticamente la capacidad de los países pobres de alimentar a sus poblaciones y de protegerse en una crisis como la actual.

Los países pobres se han quedado con cultivos reducidos y sin protecciones, porque durante varias décadas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se han negado a dar préstamos a menos que eliminen los programas de apoyo para los agricultores, recorten los impuestos, privaticen los servicios públicos, y devalúen sus monedas, con la promesa de crecimiento económico y prosperidad. El resultado de estas acciones condujeron al aumento de la pobreza y la eliminación del apoyo estatal a la agricultura. En las anteriores olas de inflación de los precios de los alimentos, los pobres tuvieron acceso a los alimentos que eran cultivados localmente y accesibles a precios fijados localmente. Esto ya no es posible porque son los mercados globales quienes determinan los precios locales. Lo mínimo que espera la humanidad de sus gobiernos es que impida el hambre de sus ciudadanos. El alimento no es una mercancía más, es absolutamente esencial para la supervivencia humana.

La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, (FAO), estima que a fines de 2008, la suba de los precios de los alimentos provocó que de 850 millones de personas que padecen hambre aumente en 130 millones más, y el Informe Oxfam habla de 1.000 millones de seres humanos, en situación de hambre, pobreza extrema, y padeciendo enfermedades derivadas de la falta de una alimentación adecuada, agregando que una de cada seis personas no tiene suficiente comida. La reducción del hambre en el mundo requiere una respuesta a largo plazo de los gobiernos para poder hacer frente a las causas subyacentes, como el acceso inequitativo a la tierra, al agua potable y a otros recursos.

El mayor problema está centrado en una mala política de asignación de los recursos y a veces, aunque moleste a la falta de voluntad política. Pero esta situación, tal como se plantea más arriba, no es culpa sólo de los países pobres y con mayor vulnerabilidad ante los desastres ambientales o los vaivenes de los mercados. Los países desarrollados de la comunidad internacional deben aceptar la otra mitad de la culpa y la pueden solucionar encarando ya mecanismos de ayuda.

Bibliografia

1. El Informe Stern, (Stern Review on the Economics of Climate Change),Año 2006.

2. El informe de Oxfam Internacional, "Alarma Climática". Noviembre de 2007.

3. El informe de Oxfam Internacional, "El derecho a sobrevivir. El reto humanitario del siglo XXI".

Abril de 2009.

4. Informe del Banco Mundial, noviembre de 2008.

5. Geophysical Research Letters, publicó un trabajo financiado por el Centro Nacional Estadounidense de Investigación Atmosférica (NCAR) en Colorado, con la Fundación Nacional de Ciencias y el Departamento de Asuntos Energéticos de Estados Unidos. 21 de abril de 2009.

6. Proyecto GEO. Día de la Tierra.

7. Declaración de Guatemala, de la Comisión de Medio Ambiente y Turismo del Parlamento Latinoamericano y del Caribe.

8. Declaraciones y Resoluciones aprobadas por el Parlamento Latinoamericano en reuniones de Junta Directiva.

9. Informes de las Comisiones de Ambiente y Asuntos políticos de la EUROLAT. 2008 Y 2009.

 

CAMBIO CLIMATICO.

DEGRADACION DE LOS ECOSISTEMAS Y LOS RECURSOS NATURALES Y POLITICAS PUBLICAS PARA ENFRENTAR LA CRISIS ALIMENTARIA.

 

 

Autor:

Beatriz del Carmen Noto.

Analista Ambiental.

Asesora en Medio Ambiente.

Partes: 1, 2
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