Desarrollo económico del poblado de Santa Fe en la Isla de la Juventud (página 2)
Enviado por Yusleidy Alvarez Ginarte
En Cuba el desarrollo de la cultura se vio favorecido y promovido a partir de la institución de una democracia real en el país con el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, que promovió el desarrollo en distintos frentes de la vida intelectual y artística. Esa democratización, que trasciende a escala comunitaria, constituyó el hilo conductor de ese desarrollo y en este ámbito se inscriben hitos como la Campaña Nacional de Alfabetización, la creación de instituciones educacionales y culturales a lo largo del país y la combinación del conocimiento universal con la revalorización del patrimonio de la nación.
Formación del núcleo poblacional Santa Fé
A pesar de la negativa de las autoridades coloniales en relación a la fundación de un pueblo, hacia 1788 la presencia, con carácter residencial, de importantes propietarios de tierra, como el Teniente a Guerra Joseph Gelabert, el Capitán Domingo Duarte, Cecilia Noroña y Manuel Zayas y Santa Cruz, que se convierten en garantes para la construcción del edificio de una iglesia en el hato San Antonio de los Almácigos, así como para las rentas correspondientes a la manutención y salario del cura párroco, propició condiciones más favorables que los anteriores intentos. Este es el antecedente más antiguo hacia el proceso de formación de un pequeño poblado. Su ubicación hacia el centro de la Isla, posibilitaba una distribución radial de las más importantes haciendas del territorio, la afluencia de los dispersos vecinos y en consecuencia en el orden sociológico, la necesidad de fomentar un asentamiento poblacional en una distribución territorial más estrecha. La presencia de un pequeño caserío a orillas del Río Júcaro, constantemente asediada por corsarios y piratas, así como una iglesia en la colindante hacienda San Francisco de las Piedras, además de las propiedades de las aguas mineromedicinales y la fertilidad de las tierras , contribuyeron a que hacia 1809, Don Andrés Acosta hiciera donación de doce solares en el lugar conocido como el Bosque de los Mangos, en la hacienda Santa Fe, que era de su propiedad. Años después Acosta hizo erigir un templo en este lugar, en el que ofició su hijo Ignacio por cierto tiempo hasta que se lograron los servicios de un cura párroco perteneciente a la Iglesia de Quivicán.
Teniendo en cuenta las características de los materiales de construcción que se empleaban, la iglesia, al igual que la levantada en 1788, así como el resto de las edificaciones fueron hechas con paredes de madera y techos cubiertos de guano de palma cana. Aún en 1826, este primer enclave poblacional constaba de 7 casas y una iglesia y en 1828 sus habitantes eran 23.
En noviembre de 1826, Vives envió una comunicación a Delgado y España para que se iniciara la construcción de las barracas que darían alojamiento a la comandancia militar, la tropa y los presidiarios encargados de trabajar en las construcciones que se ejecutarían. Atendiendo a esta orden, comenzarían a levantarse los primeros edificios de madera y guano en las cercanías de Santa Fe, asiento provisional de los constructores hasta tanto se crearan las condiciones necesarias en los terrenos seleccionados.
Pequeña caracterización de la situación económica de la Isla de la Juventud en sentido general y del poblado de Santa Fe particularmente.
Ganadería:
En la etapa de la colonización oficial de la Isla, la ganadería a pesar de las fluctuaciones en relación a la cantidad de cabezas de ganado vacuno, se mantiene como principal actividad económica, asociada a la tierra, además de propiciadora de materias primas para pequeñas industrias, como tenerías, etc.
En 1792 según informe de Dionisio Franco, existían 8 820 cabezas de ganado y 5 440 de cerdos. Hacia 1827 eran 5 396 y 5 534 respectivamente, lo cual acusa una tendencia depresiva y alcanza niveles mínimos hacia 1835, con 4 767 y 4 307 en igual sentido.
A partir de 1850, etapa en la cual se materializan otros esfuerzos industriosos en la economía pinera, se inicia un período de reanimación que en 1862 llegó a alcanzar cifras de 8 mil y 7 mil cabezas de cada una de estas aunque es importante destacar que no rebasaban los niveles máximos de 1792.
El cuadro general de población correspondiente a 1869 dice que el número general de habitantes ascendía en este año a 1652, y de acuerdo al Censo de 1877, la cantidad era de 1693. En 1887 ascendió a 2040 y al finalizar el siglo, en 1899, ya era de 3 199 habitantes.
Mientras tanto, en el pequeño poblado de Santa Fe se creó una sociedad anónima que levantó nuevas construcciones con el fin de explotar las aguas minero medicinales localizadas en este lugar. Como apoyo a la empresa de explotación de tales aguas se creó la línea marítima Batabanó – Muelle Júcaro, con una embarcación que efectuaba la travesía semanalmente. Se construyeron varios hoteles de piedra de mejorana, los baños y aunque limitadamente se reinició la afluencia de público a los mismos, fueron precisamente estos baños los que impidieron la desaparición total del poblado en aquellos tiempos.
Samuel Hazard en su obra ya mencionada, expone los siguientes elementos descriptivos sobre esta población:
"…Santa Fe (…) no pasa de ser una misérrima congregación de casas a orillas del río del mismo nombre, a alguna distancia de un desembarcadero (…) Este desembarcadero es un tosco muelle de madera donde se estacionan los coches y diligencias que van a Santa Fe.
Al desembarcar se nos dice que estamos en Santa Fe y se nos señala la plaza que de hecho parece ser todo el pueblo, pues a su alrededor están todas las casas del mismo, o por lo menos la mayoría. La plaza misma es una extensión de terreno ocupado por montones de polvo, pilas de desperdicios, asnos sueltos y perros de hambriento aspecto.
…al ascender una loma al otro lado del pueblo nos sorprendemos agradablemente al ver frente a nosotros dos o tres edificios de piedra de imponente aspecto, que nos dicen, "un hotel".
…No es Santa Fe un lugar recomendable para los que sólo viajan por placer, pero cuando la salud está en peligro y quizás la vida misma, sufren sin protestar muchos inconvenientes ante la esperanza de cura (…) una partida de amigos puede pasar allí el tiempo agradablemente teniendo la preocupación de llevar consigo libros y algunos condimentos y objetos útiles.
Hacia 1860, la Sociedad Fomento Pinero intentó dar un nuevo impulso a la población de Santa Fe.
Otros renglones agropecuarios de la economía pinera.
Caña de azúcar.
En Isla de Pinos se cultivó la caña de azúcar, de la que se dice crecía prodigiosamente y era muy dulce. Esta circunstancia fue aprovechada por Alejo Salas, quien fundó hacia 1867 un pequeño ingenio, "La Esperanza", entre el estero Simón y la loma de Bibijagua. El ingenio se mantuvo produciendo hasta 1875. Su rendimiento no superaba los gastos así como los multiplicados costos para conducir el azúcar al mercado. La pequeña industria funcionó fundamentalmente con mano de obra esclava y su fracaso estuvo dado por la falta de operarios preparados, la escasa comunicación, los altos costos del traslado hacia el mercado y el poco apoyo que le brindó la Junta de Fomento.
El coronel Ajo y Jacques plantea en la fecha en que se redactan sus memorias, 1875, que para estos años ya se había proyectado la construcción de tres ingenios más, uno en Sierra de Caballos, otro en San Juan, actual zona de La Reforma, y otro en Las Nuevas, destacando que este proyecto no se materializó por causas similares a las que hicieron fracasar a "La Esperanza".
Café:
Las primeras noticias sobre el cultivo del café datan de 1833 y dice que en ese año, Manuel Hernández tenía sembradas 1 500 matas en el lote 132 que le había sido entregado en la recién fundada Colonia. El primer dato de esta producción lo brinda el censo de 1846 y es de 36 @. Cosechadas. Hacia la década de 1850 existen un total de 3 caballerías sembradas y una producción que sobrepasa a la de los años anteriores. Es de señalar que aunque este cultivo se mantiene durante todo el resto del siglo, el café no constituyó un renglón fundamental para el desarrollo económico pinero, ya que su producción apenas alcanzaba para el consumo interno. Tabaco:
La Isla, como espacio económico dependiente de La Habana, no estuvo ajena al proceso de fomento de las vegas de tabaco promovido por la afluencia de inmigrantes canarios, estimulados por la calidad de las tierras que para el desarrollo de este cultivo existían en Cuba.
Hacia 1827 se proyecta el aumento de la población pinera a través del traslado hacia el lugar de unas 200 familias que se dedicarían a este cultivo. Ya por aquel entonces existían vegas a orillas de los ríos Mal País, Guayabo y Santa Fe. Esta empresa se proyecta en el contexto de la colonización de Reina Amalia.
Alrededor de 1835, Cecilio Soto era el único veguero que existía en este lugar. Diez años después el hacendado pinero Juan Acosta dio opiniones sobre la benignidad de estas tierras para ciertos cultivos, entre ellos, el tabaco. Este hacendado abrió una vega a orillas del río Las Nuevas y a pesar de la sequía de ese año, el producto de la cosecha lograda con 9 hombres fue satisfactorio. Este año se logró exportar hacia Cuba unos 4 600 mazos.
Ajo y Jacques en sus memorias señala: "… el tabaco puede soportar los gastos de transportación por su poco volumen relativo y su valor intrínseco…"(1) y lo califica de igual calidad que el tabaco de Vuelta Abajo.
Cuando se inicia la contienda independentista en 1868, muchos vegueros emigraron hacia Isla de Pinos y contribuyeron de esta forma al fomento del cultivo de la aromática hoja, pero al concluir la guerra se marcharon y decayó esa producción.
Los mismos factores que dieron al traste con la producción de azúcar en la Isla se pusieron de manifiesto también en el caso del cultivo del tabaco a pesar de la valoración realizada por Ajo y Jacques.
Otros renglones agrícolas que merecen mención fueron el maíz, el arroz, el plátano, el garbanzo, el boniato, la yuca, el melón de agua y de Castilla, las naranjas, los mangos y otros, cuya producción permitía mantener el nivel de autoconsumo y cierta cantidad para enviar hacia la Isla de Cuba.
La industria de la resina del pino: elaboración de la brea y el alquitrán.
En Santa Fe fue construida, en la década del 1840, una destilería llamada La Ilusión, destinada a la producción de trementina producto de la destilación de la resina extraída del pino así como otros derivados, el aguarrás y el alquitrán. Su dueño fue el vasco Manuel Calvo, quien montó este establecimiento con sólidas construcciones, con aparatos de cobre para la destilación, en la que podía elaborar hasta 30 @ diarias de aguarrás.
Para albergar la mano de obra se fabricaron barracones para esclavos de ambos sexos, se construyeron talleres y 16 hornos para producir alquitrán y brea, así como el montaje de pailas para hacer barnices. De 60 hombres vinculados a esta producción, 50 eran esclavos. Se producían 21 qq. de trementina y 17 @. de aguarrás, quedando por residuo 16 qq. de resina, así como 8 qq. de alquitrán, brea y barniz ordinario.
En 1850 quebró la destilería La Ilusión. Cinco años después se instaló otra fábrica de ese producto en Los Indios, la que igualmente fracasó por lo elevado de los fletes y el costo de producción. Similar suerte tuvo la que se instaló en 1855 en Santa Fe.
La fábrica que monta Juan Costa en 1862 pudo sostenerse más tiempo, gracias a la guerra civil norteamericana, lo que permitió que fuese Isla de Pinos quien abasteciera de este producto a La Habana y no Norteamérica. Al concluir la guerra, Costa se vio obligado a cerrar su fábrica por no poder competir con los precios más bajos de los productos extranjeros.
Tejares.
Como se ha señalado anteriormente, hacia finales de la década del 20, es que la Real Hacienda levantó el primer tejar, trabajado en los primeros momentos por presidiarios. Esta producción favoreció la construcción de las edificaciones que se iban ejecutando en la ciudad de Nueva Gerona, cubriendo así las necesidades, pero antes tenían que utilizar elementos llegados desde la Villa de Trinidad.
Este primer tejar no prosperó. La falta de interés e iniciativa de las autoridades españolas así lo determinó.
Alrededor de 1850 y muy cerca del cuartel se levanta el tejar de Gutiérrez, trabajado por diez hombres del presidio. Este contrajo la obligación con el Gobierno de vender las tejas, las locetas y ladrillos con la mejor calidad posible.
En el año 1860 existían en la Isla tres tejares, estos eran los de Brazo Fuerte, Correccional de Vagos y Gerona, aumentando a cuatro un año después. En estos años funcionaba la Sociedad de Fomento Pinero, la que tenía entre sus principales objetivos el desarrollo de los tejares. Fue a través de esta sociedad que llegaron los primeros asiáticos a la Isla para ser empleados como mano de obra barata.
Los tejares constituyeron uno de los negocios más productivos por estos tiempos. Su producción se dedicó tanto a las construcciones locales como nacionales, se utilizó en los trabajos de ampliación del Castillo del Morro, así como en el Mercado Central, obras de gran importancia en la ciudad de La Habana.
Mármoles.
En 1826, el Dr. José Labadía recomendó a las autoridades españolas la explotación del mármol de los cerros pineros, de los que se decía, podía ser la mayor riqueza de Isla de Pinos y base de su economía. Hacia 1834, el geólogo francés Cheaux, confirmó lo planteado en este sentido por Labadía y solicitó de inmediato al Gobierno el privilegio de establecer y explotar aquí una cantera. La mencionada licencia le fue concedida, pero no pudo disfrutar de ella al morir poco después en La Habana.
Luego del fallecimiento del geólogo francés, la explotación de la cantera se reinició por una sociedad anónima considerada esta como la primera que operó en la Isla de Pinos, y la que laboró con poca suerte en el negocio, pasando entonces su poder a Ramón de los Santos y hermanos, quienes igualmente fracasaron al no poder competir con los mármoles italianos, por lo elevado de los fletes.
En 1838, José María Guadeño, profesor lapidario y marmolista, solicitó privilegios exclusivos para beneficiar los mármoles pineros, lo que le fue concedido.
Hacia 1841 el Real Cuerpo de Ingenieros envió un marmolista para determinar la calidad de los mármoles y montó unas máquinas hidráulicas en Brazo Fuerte, junto al arroyo, pero estuvo condenada al fracaso al no ser bien medida la capacidad de fuerza motriz aquí producida. En esta empresa fueron invertidos cinco mil pesos.
En 1845 se instalaron en este lugar máquinas de vapor de 20 caballos de fuerza. Los primeros resultados fueron alentadores y se emitieron acciones nuevas en el mercado de La Habana, pero de nuevo el fantasma de las condiciones y fletes y la indiferencia del Gobierno, acabaron con el negocio. En la nueva empresa la sociedad anónima que la animaba invirtió más de cuarenta mil pesos.
Hacia 1847, Leopoldo O' Donnell solicitó el privilegio para explotar las canteras en Isla de Pinos y en 1849 instalaba una máquina con una fuerza de 20 caballos que movían seis carros aserradores de 30 a 40 sierras cada uno. También funcionaba una rueda pulidora de 10 varas de circunferencia y un molino que convertía el mármol en polvo para estuco. Además, se hacían lavamanos, pilas, lavaderos, brocales, lápidas, locetas y otros objetos.
En resumen, hacia 1896 los fletes, el alto costo del traslado hacia La Habana y la indiferencia del gobierno colonial llevó al fracaso la explotación marmolera en Isla de Pinos.
Explotación maderera.
En estas nuevas circunstancias se hizo necesario desarrollar la explotación forestal, para ponerla en función de las nuevas industrias que se desarrollaban, la tendencia principal era el uso de máquinas de vapor y hornos, esta constituyó la principal fuente de energía, no se descarta entonces, el papel del esclavo en su tala y traslado.
Lo anterior no elimina su propio desarrollo como industria particular. Hacia 1875 la explotación maderera funcionaba con tres máquinas de vapor para aserrar, en las haciendas Las Piedras, Santa Elena y Santa Fe. Aquí se aserraban tablones, tablas, llaves, soleras, etc.
Las aguas mineromedicinales como recurso económico.
Del conjunto de esfuerzos industriosos como alternativa para la búsqueda de un modelo económico, hacia la década del 50, las aguas mineromedicinales, y en especial, las localizadas en el pequeño poblado de Santa Fe, se explotaron en función del turismo de salud, lo que motiva el interés de invertir en lo que parecía ser un lucrativo negocio.
A todos los estudios realizados en este sentido, se suman los de José de la Luz Hernández, médico, motivado por la cura de un paciente que años antes había enviado al lugar, que entonces sólo le era conocido por referencias. En este trabajo, publicado en 1857, califica a la Isla como bella y saludable, apuntando que aquí la cura de la tuberculosis, tumores, afecciones dérmicas y otras patologías eran solucionadas gracias a sus aguas. La mayor dificultad que hallaba de la Luz Hernández, era el traslado desde otros lugares, situación que se transforma favorablemente cuando el vasco Manuel Calvo establece una ruta marítima entre Batabanó y la Isla, con el vapor El Cubano. A partir de este momento cambia el cuadro físico y social de Santa Fe, muy afectado por la colonización oficial.
El naturalista Felipe Poey hace una excursión a Santa Fe y la describe en sus "Obras Literarias", en las que hace referencia a las aguas de este lugar y dice que "…habitantes y transeúntes gozan del beneficio de los baños, los hay de alta temperatura y templados…". Destaca que "…las aguas son conocidas por su bondad como potables y por sus virtudes medicinales…"(3) y las califica como saludables para la cura de muchos males. Acota, igualmente, que en este lugar el alquiler que se paga por la temporada de baños rinde bastante, por lo que resultaba lucrativo fabricar aquí.
Otro visitante que alabó las posibilidades de la Isla en cuanto a sus aguas mineromedicinales fue el norteamericano Samuel Hazard, quien visitó el lugar en busca de cura a la afección bronquial que padecía. En su obra "Cuba a pluma y lápiz", dedica todo un capítulo a Santa Fe, señalando que es un sitio recomendable para restablecer la salud quebrantada y destaca que ya en esta fecha era visitada por pacientes de Estados Unidos y Europa.
La Sociedad de Fomento Pinero.
La creación de la Sociedad de Fomento Pinero es uno de los cambios más importantes de la década del 60 del siglo XIX. El capital se utilizaba a través de acciones, así como de asociaciones de accionistas para disponer del control de dicha sociedad. No se limitó esta a un solo tipo de actividad económica y mostró una clara tendencia a sentar las pautas del desarrollo en la ínsula.
La sociedad fue constituida el 5 de julio de 1857 y sus objetivos fundamentales fueron los siguientes:
1. Plantar en el punto más conveniente de la Isla un tejar en gran escala, en el que se apliquen mejores procedimientos y máquinas a la manufactura de toda clase de obra de alfarería;
2. Fomentar la navegación entre Isla de Pinos y Cuba, por medio de líneas de buques, tanto de vapor como de vela;
3. Establecer baños higiénicosmedicinales en el río y arroyo de Nueva Gerona y el manantial de Santa Fe;
4. Construir un hotel en Nueva Gerona y una casa de salud en Santa Fe;
5. Proporcionar una vía de comunicación cómoda entre los diferentes puntos, estableciendo carruajes de dos y cuatro ruedas.
El monto total de las acciones adquiridas fue de tres mil, con un valor de trescientos mil pesos y una gran participación de propietarios pineros, pero a la vez, de destacadas personalidades de la región habanera, como Antonio Bachiller y Morales con 25 acciones; Rafael María de Mendive, con 50; Cirilo Villaverde con 25; Ramón Zambrana, con 20 acciones, José de la Luz Hernández con 100, entre otros.
Una tendencia muy sugerente en los accionistas es la participación por grupos familiares, así como la de dos entidades a nivel de personalidad jurídica, como lo fueron la Empresa de Baños de Santa Fe y la Empresa de Vapores de Costa. Muchos de los proyectos de esta sociedad llegaron a materializarse, sin embargo, la posición intransigente del gobierno español a inicios de la Guerra Grande, condujo a su fracaso al ser disuelta por haberse embargado todos los bienes de su accionista principal Carlos del Castillo, acusado de infidente y desafecto.
Capítulo II.
Caracterización de las fuentes consultadas para la realización de la investigación.
Documentos
Historia de la Isla de la Juventud. Colectivo de autores.
Periódicos de la época colonial. Archivo Histórico.
A N C. Asuntos Políticos. Legajo 118. No. 1826.
"Comunicación del Capitán General al Comandante del Departamento Oriental, fecha 15 de febrero de 1825, aclarando que la Isla de Pinos pertenecía a la 7ma. Sección Militar, o sea, Quivicán".
Libros
Isla de Pinos. Piratas. Colonizadores. Rebeldes. Editorial Arte y Literatura.
Colectivo de autores . Con todo derecho Isla de la Juventud. Imprenta" Pablo de la Torriente Brau". Isla de la Juventud. 1986.
Comité Estatal de Estadísticas. Los Censos de Población y Vivienda en Cuba. Instituto de Investigaciones Estadísticas. La Habana.1988. Tomo I Vol. 1 y 2.
Mateo Domingo, Alfredo. Historia de la División Político Administrativa de la Isla de Cuba. 16071976. Editorial Arte y Literatura. La Habana. 1977.
Valor del trabajo en la historia regional del municipio.
Consideramos que sirva como un compendio más pequeño y centralizado del pasado económico que nos antecedió y que los estudiantes lo tomen como un punto de partida para realizar sus tareas o como una base para lograr tener mejor desempeño en la asignatura.
CONCLUSIONES
Los antecedentes teóricos corroboran la necesidad, de que se cumpla la política cultural consecuente con la conservación del patrimonio cultural y se concrete en programas o acciones.
A lo largo de períodos históricos muy distintos, el desarrollo económico ha jugado un importante papel, desde el surgimiento hasta lo largo del proceso evolutivo.
El tratamiento que le dan hoy las instituciones socioculturales a la preservación, promoción y difusión de nuestro patrimonio local es deficiente.
RECOMENDACIONES
Sugerir que este trabajo pueda servir de herramienta o consulta a otros estudiantes de sociocultural.
Profundizar, en los elementos encontrados a través de la investigación para su perfeccionamiento continuo, con el objetivo de dinamizar las clases de Fuentes Históricas Regionales.
Autor:
Yusleidy Álvarez Ginarte
Nueva Gerona, Isla de la Juventud
Año 2009-2010
[1] Carpentier, A. (1972): Lo que el Caribe ha dado al mundo. Disponible en: http://laventana.casa.cult.cu/modules.php?name=News&file=print&sid=4185
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