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Apuntes sobre Trips palmi (Karny)


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Caracterización taxonómica
  3. Origen y distribución mundial
  4. Importancia económica
  5. Morfología y biología
  6. Plantas hospedantes
  7. Ecología
  8. Métodos de control más utilizados
  9. Bibliografía Consultada

Introducción

Durante la historia de la humanidad, se considera a las plagas como enemigos naturales de las sociedades, siendo sus efectos muy nocivos en cualquier esfera donde se introduzcan. La agricultura es una de las áreas más vulnerables a la acción de las plagas. A su vez, el uso indiscriminado de plaguicidas y otros agroquímicos se han convertido en enemigos artificiales, por sus graves consecuencias para la salud y el medio ambiente, los cuales también influyen de forma negativa. Cuba, como isla tropical situada en el Mar Caribe no está exenta de las afectaciones causadas por enfermedades y plagas, muy a pesar del control biológico sistemático y del uso adecuado que se realiza con los bioprotectores para mantener la Sanidad Vegetal en los cultivos , en los programas con tecnología limpia (Vázquez et al., 2010).

T. palmi es un insecto fitófago perteneciente al orden Thysanoptera y a la familia Thripidae. Es una especie considerada nativa de la región de Malasia-Indonesia, y ahora se ha expandido por Asia y se ha encontrado en África, América central, América del Sur y en el Caribe. Este insecto causa serios problemas en la producción de vegetales en la región incluyendo berenjena, pimiento dulce, pepino, melones, frijoles, papa y otros cultivos de importancia económica. Las pérdidas oscilan desde un 50 a un 90%. A partir de la introducción de T. palmi en Cuba, este se expandió rápidamente a diferentes regiones del país y cultivos, por lo que se hizo necesario iniciar investigaciones para contrarrestar el azote de tan importante plaga (Trujillo et al., 2003).

Los trips se caracterizan por agrupar una gran diversidad de especies, de las cuales algunas se consideran dañinas para las plantas, tanto por el daño directo que pueden ocasionar, así como por ser eficientes transmisores de enfermedades virales. Dentro de sus principales características se encuentra su gran poder de diseminación y colonización. En Cuba, los estudios taxonómicos encaminados a determinar la presencia de nuevas especies de trips se han incrementado en los últimos años, a partir de la introducción de T. palmi en 1996 (Pérez, 2011).

Diversos estudios realizados en Cuba y otros países, han demostrado que la diversidad de enemigos naturales de las poblaciones de trips constituye un potencial para la lucha biológica, especialmente los artrópodos depredadores.

Dentro de ellos, se destacan como biorreguladores efectivos frente a diferentes especies de trips, los ácaros de la familia Phytoseiidae. Para utilizar estos depredadores de forma eficaz es necesario, en primer lugar, realizar un inventario de las especies presentes en cada zona y conocer las posibilidades de su uso en la regulación de la plaga. En este sentido, el conocimiento de su distribución geográfica, así como su abundancia y frecuencia relativa son elementos esenciales para establecer estrategias de manejo más adecuadas. (Murguido y Elizondo, 2002).

Caracterización taxonómica

Según Mendoza (1982) y Martínez et al. (2006), la ubicación taxonómica es la siguiente:

Reino: Animalia

Phylum: Arthropoda

Subphylum: Mandibulata

Clase: Insecta

Subclase: Pterigota

Orden: Thysanoptera

Suborden: Terebrontia

Familia: Thripidae.

Género: Thrips

Especie: Thrips palmi Karny

Origen y distribución mundial

El T. palmi es originario de Indonesia, de la región de Sumatra, de donde fue registrado por primera vez en 1925 por Karny afectando plantas de tabaco (Tsay et al, 1995; Rosenheim et al., 1990).

Es una especie considerada nativa de la región de Malasia-Indonesia, y ahora se ha expandido por Asia y se ha encontrado en África central, América del Sur y en el Caribe (Trujillo et al., 2003).

Según Mendoza (1982) se considera que sus orígenes se remontan a Asia y desde el año 1985 ya había alcanzado determinados países del área del Caribe, entre ellos: Haití, República Dominicana y Jamaica. En Cuba se detectó por vez primera hacia 1996 y expertos aseguran que fue introducido a la isla como parte de los métodos de la política de guerra biológica sostenida por el gobierno de los Estados Unidos, coincidente con la aguda crisis económica librada por Cuba a partir del derrumbe del antiguo campo socialista y la llegada del llamado Período Especial.

Por su parte, Smith et al. (1997) sostienen que surgió en Indonesia, específicamente en la región de Sumatra, donde fue detectado por vez primera en

1925 por el eminente estudioso Karny, quien pudo demostrar el alto grado de afectación en plantas de tabaco. Sin embargo, coinciden Rosenheim et al., (1990) en que la mayor incidencia de este insecto se registró 50 años después del primer reporte en el sudeste de Asia, y desde donde se distribuyó hacia África, Oceanía, el Caribe y los Estados Unidos.

El T. palmi se detectó en Cuba a mediados de diciembre de 1996, en la región de Jovellanos, Matanzas y se distribuyó rápidamente por el este de las provincias de Pinar del Río, la Isla de la Juventud, La Habana, Ciudad de la Habana, Matanzas y el oeste de Cienfuegos. (Murguido et al., 2001).

Importancia económica

T. palmi es una plaga considerada de importancia económica por las pérdidas que ocasiona en diversos cultivos; es de hábitos polífagos y ataca hojas, flores y frutos. (Huertas y Meza, 1998; Hall, 1992).

La importancia de T. palmi como plaga agrícola se puede definir en dos direcciones:

-Como insecto fitófago, cuyos daños se manifiestan al raspar los tejidos superficiales de la planta para alimentarse de la savia, ya sea en las hojas, las flores o los frutos.

-Como insecto vector del tospovirus Tomato Spotted Wilt Virus (TSWV), aunque no tan eficientemente como Frankliniella occidentalis Pergande y otras especies de este género, tal y como se demuestra en diferentes países de Asia y Europa, donde coinciden las virosis y los vectores (Honda et al., 1989, Smith et al., 1997). Quizás la mayor importancia de esta especie está dada por el carácter oportunista que manifiestan las poblaciones que arriban por primera vez a cualquier país o territorio, principalmente por los siguientes factores (Vázquez et al., 2010)

-No se encuentran biorreguladores, principalmente poblaciones de depredadores de ninfas y adultos en el follaje de las plantas, ni microorganismos y depredadores de pupas y adultos en el suelo.

-El nicho ecológico esta relativamente disponible, escasamente ocupado por áfidos (Hemiptera: Aphididae) y minadores de las hojas (Diptera: Agromyzidae), incapaces de detener el impetuoso desarrollo de las primeras poblaciones que se manifiestan en cualquier lugar invadido.

-Debido al desconocimiento y la falta de experiencias, se recurre a aplicaciones indiscriminadas de insecticidas de diferentes tipos, a los cuales esta especie es capaz de adaptarse rápidamente, no lográndose las efectividades necesarias para un control técnica y económicamente aceptable.

Se ha demostrado que cuando se conduce un programa de manejo integrado, la plaga se deprime y puede ser mantenida sin mayores pérdidas, pero puede ser muy dañina cuando no se mantienen tácticas eficaces de manejo.

La valoración de los efectos económicos de esta plaga en algunos países de la región permite estimar pérdidas de entre el 50 y el 90% cuando ocurren altos niveles de poblaciones (Jones, 1990; Cooper, 1991; Etienne y Van Watermuelen, 1990; Franqui et al., 1989; Murguido et al., 2001).

Estudios conducidos en Cuba permitieron demostrar que existe una estrecha relación entre los ataques del insecto, el desarrollo del cultivo y las pérdidas en los rendimientos, lo que se conoce como ¯período crítico., en el frijol se determinó que transcurre desde la germinación hasta la formación de las vainas. (Murguido et al., 2001).

Los índices para decidir las aplicaciones de insecticidas han sido estudiados en algunos cultivos; así, Osorio y Cardona (2003) y Bueno y Cardona (2003), en Colombia, determinaron un umbral de acción de siete adultos por folíolo para el cultivo del frijol.

Morfología y biología

Presenta metamorfosis de tipo remetábola. Los huevos son muy pequeños, incoloros o blancos y con forma de frijol. Cada hembra pone 50 huevos como promedio, pero pueden llegar hasta los 200. Son insertados en el tejido vegetal, del que salen ligeramente por una de sus extremidades. El tiempo de incubación depende en gran parte de la temperatura, 16 días a 15 ºC hasta 4 días a 32 ºC. Las larvas se parecen mucho al adulto, del que se diferencian por su menor tamaño y por no tener alas. Como en otras especies de trips hay dos estadios larvales, cuyo desarrollo también depende mucho de la temperatura, 14 días a 15 ºC hasta 4 días a 32 ºC. Las larvas se alimentan en grupos, especialmente en las hojas maduras y cerca de las venas. Las larvas ya maduras descienden al suelo para pupar. También presentan dos estadios pupales, el primero (prepupa) casi inactivo y el segundo (pupa) totalmente inactivo. Ninguno de los dos se alimenta y presentan la misma forma de las larvas y los adultos, con la diferencia de que en el estado pupal se pueden observar los esbozos de las alas. Esta etapa dura 3 o 4 días con temperaturas altas. El cuerpo de los adultos es de color amarillo pálido, pero con numerosas setas de color negro. Miden de 0,8 a 1 mm de largo, siendo las hembras un poco más grandes que los machos y presentando una línea negra que corresponde a donde se juntan las alas a lo largo del cuerpo. A diferencia de las larvas, los adultos tienden a alimentarse sobre la vegetación joven. Viven entre 10 y 30 días y pueden reproducirse tanto sexual como partenogenéticamente. Con temperaturas elevadas de 28 a 30 ºC, el ciclo biológico puede completarse en aproximadamente 3 semanas, lo cual significa que bajo condiciones favorables esta plaga puede tener muchas generaciones en un año. Las lluvias limitan el desarrollo de sus poblaciones. (Mendoza y Gómez, 1982; Martínez et al., 2006).

5.1 Ciclo Biológico de T. palmi

El ciclo de vida de T. palmi presenta los estadios de huevo, dos instares ninfales, dos instares pupales y el adulto (Fig. 1). El adulto, el huevo y los dos estados ninfales se encuentran en la planta hospedera y la pupa ocurre en el suelo. La duración del ciclo de vida (huevo a adulto) es entre 11 y 26 días, dependiendo de la temperatura (Martin y Mau, 1992). A una temperatura de 25 °C el ciclo de vida, de huevo a huevo dura solamente 17.5 días (EPPO, 1989).

En Taiwán se observó el comportamiento de la ovoposición y se determinó que las hembras vírgenes tienen un período de preoviposición de 1 a 3 días y las fecundadas de 1 a 5 días (Wang et al. 1989).

Según Suris et al. (2001) las principales características son:

Huevo. Tiene forma reniforme brevemente estrangulada en la zona anterior. Recién puestos son transparentes y luego se tornan blanquecinos, cercanos al momento de la eclosión se observan los ojos como dos manchas de color rojo. Como están insertados en el tejido de la hoja puede verse saliendo de una estructura similar a un cráter o verruga que sobresale de la superficie del haz cuando están cercanos a la eclosión.

Larva I. Es de pequeño tamaño, de color blanco transparente que va tornándose amarillo en la medida que se alimenta y desarrolla.

Larva II. Es de mayor talla que la larva I pero de color amarillo claro.

.Pre pupa. Es de color blanquecino, de menor talla que la ninfa II y los esbozos alares no alcanzan más allá del tercer segmento abdominal.

Pupa. Mantiene el color de la pre pupa y los esbozos alares sobrepasan el tercer segmento abdominal.

Adulto. Son de color amarillo claro, alas hialinas y algunos artejos de la antena de color castaño. Tienen una apariencia frágil. Los sexos pueden ser distinguidos luego de un reconocimiento cuidadoso de los individuos.

El T. palmi tiene la capacidad de reproducirse partenogenéticamente, como muchos otros trips, la progenie de las hembras no fecundadas esta compuesta solamente de machos, mientras que entre el 70 y 80 % de las hembras fecundadas esta compuesta por hembras. Sin embargo, la fecundidad de las hembras copuladas y las no copuladas es la misma. Debido a esta propiedad las poblaciones tienen la capacidad de incrementarse rápidamente causando graves daños. Esta característica favorece el desarrollo de resistencia a insecticidas. Cuando las densidades poblacionales son bajas la cópula es difícil para la especie.

La temperatura umbral de desarrollo y la constante térmica para el estado de pupa fue estimada en 11.6 °C y 189.1 unidades día, respectivamente (CABI, 2000;

Martin y Mau, 1992).

Existe dimorfismo sexual, las hembras presentan el abdomen con un color pardo más intenso, además de ser de mayor tamaño (Suris et al., 2001). Este autor también señala que es posible separar los sexos por su talla, el ancho del abdomen y el color más intenso de las hembras.

Plantas hospedantes

En la región de origen de T. palmi se han encontrado unas 159 plantas hospedantes (Walker 1992). En el Caribe se han identificado hasta el presente más de 40 plantas donde se hospeda esta especie (Guyot 1988; Cooper 1991; Vázquez y Rodríguez 1999) aunque, sin dudas debido a la rica diversidad de nuestra región deben existir muchas más.

Esta especie prefiere las herbáceas, los arbustos y los árboles, en ese orden; sin embargo, no en todas las plantas logra complementar su ciclo, ni es igualmente nociva, por lo que según Vázquez y Rodríguez (1999) existen tres tipos de plantas hospedantes de T. palmi:

Tipo I: Plantas donde desarrolla las fases de huevo, ninfas y adulto y causa lesiones ostensibles en los tejidos que ataca, manifestándose con mayor nocividad.

Tipo II: Plantas donde desarrolla las fases de huevo, ninfas y adulto, pero sus lesiones no llaman la atención, es decir, son menos nocivas.

Tipo III: Plantas donde solamente se observan poblaciones de adultos y en ocasiones alguna descendencia (huevos y ninfas), pero no logran completar su desarrollo y no causan lesiones ostensibles.

Por supuesto, cuando el agricultor conoce bien estas categorías para los cultivos de interés, puede conducir con mayor precisión las tácticas de control de esta plaga. Las plantas consideradas como preferidas por lo general están en las categorías I y II, que en nuestra región son las siguientes:

– Solanum melongena (berenjena)

– S. tuberosum (papa)

– Phaseolus vulgaris (frijol)

– Capsicum annuum (pimiento)

– Gossypium spp. (algodón)

– Citrullus vulgaris (melón)

– Cucumis sativus (pepino)

– Cucurbita maxima (calabaza)

– Glycine max (soya)

Desde el punto de vista práctico, también es importante el hábito de preferir determinados órganos de la planta, pues aunque generalmente T. palmi vive en el envés de las hojas, en algunos cultivos, como el pimiento o chile (C.annuum), también vive en las flores y los frutos, donde realiza los mayores daños al provocar la caída de aquellas. En las cucurbitáceas y los Phaseolus también muestra preferencia por las flores, aunque los daños no son tan severos como en el pimiento; y el en tabaco (Nicotiana tabacum), el girasol (Helianthus annuus) y el romerillo (Bidens pilosus), por lo general solo se observa en las flores (Vázquez y Rodríguez 1999), comportamiento que puede ser diferente para otras condiciones e incluso variedades de cultivos.

Ecología

Tsumuki et al. (1987) refieren que en Japón se determinó que las poblaciones de verano fueron susceptibles a la exposición de bajas temperaturas, mientras las poblaciones de invierno fueron más tolerantes. Igualmente se determinó que no hubo reducción de la población de adultos a temperaturas de –3 a –7°C en invernaderos sin calefacción (Nagai y Tsumuki, 1990). Las pupas pueden tolerar temperaturas bajas por largos periodos de tiempo hasta 8 días a 0°C. Por otra parte Kawai (1990) considera que esta plaga no puede desarrollarse a temperaturas superiores a los 35 °C. La especie tiene la capacidad de invernar en zonas templadas o en invernaderos en los que se mantenga una temperatura constante.

T. palmi es de hábito gregario, se presenta principalmente en el envés de las hojas, aunque también se puede encontrar en las flores (Chang, 1991). Su crecimiento es favorecido por temperaturas elevadas y la humedad relativa es baja, factores que han resultado muy importantes para predecir las épocas con ataques altos del insecto (Vos et al., 1991), además la precipitación y la radiación solar tienen una marcada influencia negativa en las poblaciones de la plaga (Walker, 1992).

Tanto las larvas como los adultos tienen hábitos gregarios sobre las hojas (nervaduras y venas), tallos, flores (en los pétalos y ovarios en desarrollo) y en la superficie de las frutas. La distribución de las larvas y los adultos en las plantas depende del hospedero. Kawai (1987) reporta en su estudio de ecología poblacional que en plantas de berenjena los adultos fueron más abundantes sobre las hojas y las larvas se encontraron tanto en hojas como en flores; mientras que cuando se realizó el mismo estudio en plantas de pimiento morrón los adultos fueron más abundantes sobre flores y las larvas sobre frutos.

Los elementos y factores del clima inciden directamente en el comportamiento y desarrollo de la plaga en el campo, por lo que es menester tenerlos en cuenta a la hora de valorar y manejar eficientemente los sistemas agroecológicos. Por su posición geográfica, Cuba se encuentra situada en una latitud muy próxima al Trópico de Cáncer, lo que condiciona la recepción de altos valores de radiación solar durante todo el año, determinando el carácter cálido de su clima. Además, se halla en la frontera entre las zonas de circulación tropical y extratropical, recibiendo la influencia de ambas con carácter estacional. En la temporada que va aproximadamente de noviembre a abril, las variaciones del tiempo y el clima se hacen más notables, con cambios bruscos en el tiempo diario, asociados al paso de sistemas frontales, a la influencia anticiclónica de origen continental y de centros de bajas presiones extratropicales. De mayo a octubre, por el contrario, se presentan pocas variaciones en el tiempo, con la influencia más o menos marcada del Anticiclón del Atlántico Norte. Los cambios más importantes se vinculan con la presencia de disturbios en la circulación tropical (ondas del este y ciclones tropicales).A continuación se muestran los valores promedios históricos que caracterizan el clima en Cuba (INM-ACC, 2014).

El comportamiento histórico de los valores de las principales variables metereológicas que afectan la ecología de T. palmi en Güines ,donde se evidencia que hay una tendencia al incremento de algunas de ellas (TMA, PT y DPV), (Ver Gráficos 1,2,3 y 4), así como un decrecimiento de la variable FV..Esto propició el incremento del Índice Inicial de Infestación de la Plaga y su potencialidad para lograr daños económicos en le período analizado (2011-2014).

Por otra parte, la tendencia histórica del comportamiento de esta variables metereológicas muestran resultados similares a lo largo de los últimos 34 años (Ver Gráficos 5,6,7 y 8)..

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Gráfico 1

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Gráfico 2

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Gráfico 3

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Gráfico 4

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Gráfico 5

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Gráfico 6

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Gráfico 8

Métodos de control más utilizados

T. palmi es una plaga muy difícil de manejar por los agricultores, debido principalmente a las siguientes características:

– Su pequeña talla, que dificulta la detección de las poblaciones que inician sus ataques al cultivo y la realización de muestreos para decidir sobre las intervenciones.

– El hábito de alimentarse en el envés de las hojas, las flores y otros sitios poco visibles.

– Se hospeda en diversidad de plantas.

– Buen desarrollo en condiciones de sequía prolongada.

– Adquisición de resistencia a insecticidas

Lo anterior sugiere que para su manejo hay que garantizar la capacitación de los técnicos y agricultores, lograr que realicen monitoreos para decidir las aplicaciones de insecticidas, establecer regulaciones para el traslado de material de siembra de plantas hospedantes, así como para la producción y comercialización de plántulas, entre otras tácticas preventivas. Todo lo relacionado con el manejo de la finca y el cultivo constituye prácticas preventivas de gran impacto sobre la plaga que, cuando se integran con la lucha biológica y el control químico, permiten su manejo (Murguido et al., 2001; Norris et al., 2002).

8.1 Control cultural

El control cultural como método de regulación de organismos nocivos consiste en la implementación de prácticas mediante las cuales se producen cambios en el ambiente que lo hagan menos favorable para el desarrollo de estos y que beneficien a la vez directamente a sus enemigos naturales (Pérez, 2004).

Las medidas de control cultural son:

. Nutrición balanceada

. Preparación de suelos

. Rotación de cultivos

. Cultivos múltiples

. Manejo del agua

. Cobertura

. Variedades resistentes

. Siembra (fecha, profundidad y densidad)

. Momento de cosecha

. Manejo de maleza

Según las Estrategias Fitosanitarias para las Campañas de Frio se debe evitar en lo posible la colindancia con campos de más de 15 días de plantados u otros cultivos susceptibles a T. palmi. En casos necesarios es imprescindible la siembra de barreras vivas de maíz, sorgo, girasol (plantas refugio y alimentos) de 10 m como mínimo o barreras vivas de plantas repelentes. La fecha óptima de siembra es a partir del primero de noviembre; siembras mas tempranas son afectadas generalmente por bacteriosis y después del 15 de diciembre son propensas a ser dañadas por roya (la fecha de siembra en cada lugar se ajustará de acuerdo a la instrucción de T. palmi). Mantener por lo menos 10 cultivos a fin de provocar la confusión de efectos generada por los diferentes colores y olores de los compuestos volátiles emitidos por las plantas, lo cual puede contribuir a disuadir, desorientar y/o repeler a los herbívoros en el acto de localización de sus hospedantes. Preparación del suelo dirigida al control de las plagas (solarización, inversión del sustrato, mejorar el drenaje). Monitoreo sistemático de las plagas.

Eliminación de hospedantes alternativos. Producción de posturas sanas. Rotaciones de cultivos. Eliminación de restos de cosecha. Colocar trampas de colores para la captura de insectos migrantes, las de color blanco y azul se recomiendan para los trips.

8.2 Control biológico

El control biológico es el uso de parasitoides, depredadores, patógenos, antagonistas y poblaciones competidoras para suprimir una población de plagas, haciendo esta menos abundante y por tanto menos dañina que en ausencia de aquellos (Van Driesche y Bellows, 1996).

Según la Organización Internacional de la Lucha Biológica (OILB), el control biológico se define como la utilización de organismos vivos, o de sus productos, para evitar o reducir las pérdidas o daños causados por los organismos nocivos.

Desde este punto de vista se incluye no solo el uso de parasitoides, depredadores y patógenos de insectos y ácaros, sino también el de fitófagos, patógenos de malezas y antagonistas de los organismos fitopatógenos, asi como el de feromonas, hormonas juveniles, técnicas autocidas y las manipulaciones genéticas

(Pérez, 2011).

El control biológico puede ser una posibilidad, dependiendo del sistema de producción, entre otros factores qu pueden contribuir a que se logren efectividades económicas, como se resume a continuación (Vázquez et al., 1997):

– Para cultivos protegidos, sea en casas de cultivo o en sistema de cobertores, puede resultar eficaz la cría y liberación de depredadores, principalmente de chinchitas y ácaros, así como las aplicaciones de bioproductos a base de microorganismos entomopatógenos.

– En cultivos de pequeña escala a campo abierto y en agroecosistemas diversificados, en zonas rurales, periurbanas y urbanas, la conservación de los biorreguladores es una táctica muy promisoria, al igual que la liberación de entomófagos depredadores y las aplicaciones de bioproductos.

– Para los cultivos a gran escala de explotación intensiva, es posible obtener buenos resultados con las aplicaciones de bioproductos.

En el caso de los entomófagos, las mejores experiencias se han logrado con liberaciones inoculativas de crisópidos (Chrysopa spp.), antocóridos (Orius spp.) y ácaros depredadores, combinadas con la conservación de estos y otros biorreguladores que habitan en los agroecosistemas (Vázquez et al., 1997).

Para Vázquez et al. (1997), en estos casos, las principales tácticas de conservación son:

-Realizar monitoreos u observaciones periódicas en los campos, para dar seguimiento al desarrollo de las poblaciones de la plaga y de los entomófagos.

-Siempre que sea posible, aplicar los insecticidas dirigidos al suelo, no al follaje, para minimizar el efecto tóxico directo de estos productos.

-Emplear bioproductos entomopatógenos, por su menor efecto sobre los biorreguladores.

-Para sistemas diversificados de producción, los policultivos pueden contribuir al desarrollo de los biorreguladores.

-Mantener condiciones de humedad óptima en los campos y, si es posible, emplear cercas vivas perimetrales que minimicen los efectos de las corrientes superficiales de aire. Vázquez et al.(1997) también refieren que los bioproductos a base de microorganismos entomopatógenos también resultan efectivos cuando las aplicaciones comienzan desde que aparecen las primeras poblaciones de adultos (inmigrantes) en los campos, continuándolas con frecuencia para garantizar un nivel continuo de inoculación que demuestre que las poblaciones de T. palmi se pueden mantener bajas. Desde luego, esta táctica será más efectiva en la medida en que se logre mantener el monitoreo periódico de los campos y se realicen con la calidad requerida para este tipo de aplicaciones, además de su integración con las aplicaciones foliares de insecticidas y fungicidas. Los biopreparados pueden aplicarse solos o mezclados; en estos últimos casos se logra aumentar la efectividad, sobre todo cuando se mezcla un hongo entomopatógeno con bacterias del genero Bacillus. Los entomopatógenos recomendados son preparados a base de Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae y Bacillus thuringiensis, lo que por supuesto depende mucho del manejo de las cepas que se empleen, de la calidad del bioproducto en la solución final (virulencia, pureza, viabilidad y concentración) y de la calidad de la aplicación.

Dentro del control biológico se encuentran el control microbiano de artrópodos y el control biológicos de patógenos vegetales. Uno de los aspectos más notable del manejo de plagas en Cuba es la producción artesanal de microorganismos para el control biológico. La producción masiva de entomopatógeno permite disponer de cantidades apreciables de agentes de control biológico (Pérez, 2004).

Por ser el frijol un hospedero preferencial de T. palmi, las Estrategias Fitosanitarias para las Campañas de Frío (2010 y 2013) precisan en cuanto a control biológico conservar los enemigos naturales en el cultivo y desarrollar la lucha contra ésta y otras especies dañinas a partir del empleo de biopreparados a base de B thuringiensis, cepas 13 y 24, a 4,0 Kg.ha-1 y M. anisopliae a 2,0 Kg.ha-1.

8.2.1 Bioplaguicidas de origen microbiano

-B. thuringiensis: Las diferentes especies de B. thuringiensis difieren en su espectro de acción tóxica, por lo que se propuso separarlas en patotipos. El patotipo A incluye las razas que son patógenas para insectos de orden lepidópteros; el patotipo B a las que resultan patógenas de orden díptera; y el patotipo C las que infectan insectos de orden coleóptera. El cuerpo parasporal varia en su forma al variar el patotipo de bacteria. Hasta 1997 se habían identificado 63 razas de B. thuringiensis de acuerdo al serotipo H (Thiery y Frachon, 1997).

-M. anisopliae: Los estudios de M. anisopliae se iniciaron en Cuba en la década del 70 del siglo pasado, pero no es hasta 1993 que comienza a producirse en cantidades mayores y a utilizarse para el control de plagas de insectos en varios cultivos; hasta esa fecha su producción y uso era muy limitado. Al igual que la B. bassiana, se cultiva sobre soporte sólido, básicamente cabecilla y paja de arroz.

Cuando se reproduce sobre cabecilla de arroz el producto final después del secado queda con la apariencia de un granulado; el gránulo es la pequeña partícula de arroz recubierta de esporas de hongos. En ese estado puede conservarse hasta tres meses a temperatura de 20º C. La aplicación puede realizarse en forma de granulado o como una suspensión de conidios; los conidios pueden ser suspendidos en agua separándolos del soporte sólido. En este último caso hay que tener precaución de realizar la aplicación antes de transcurridas cuatro horas pues a partir de ese momento comienza la germinación de los conidios (Pérez, 2004).

8.3 Control químico

El uso de insecticidas es una de las prácticas mas documentadas para el combate de T. palmi, recomendándose diversidad de moléculas; sin embargo, también existen referencias sobre bajas efectividades debidas a la aparición de resistencia o efectos adversos sobre las poblaciones de biorreguladores (Kawai y Kitamura 1987; Etienne y Watermuelen 1990; Cermeli et al., 1993), lo que demuestra que el combate químico debe ser conducido cuidadosamente (Rodríguez et al., 2003).

Precisamente, debido a las bajas efectividades o los efectos adversos que se obtienen por insecticidas de amplio espectro o por las mezclas de insecticidas (Etienne y Watermuelen 1990; Murguido y Elizondo 2002), la molécula imidacloprid y otras han constituido una alternativa exitosa en muchos países de la región, como se demuestra en los estudios recientes realizados por Murguido y Elizondo (2002) y Murguido et al., (2002), quienes determinaron como más efectivas, prolongándose sus efectos durante 24 días con dos aplicaciones a intervalos de seis días, las siguientes:

•Imidacloprid 35 Cs (1,0 y 1,5 L.ha-1)

• Imidacloprid 70 WG (0,350 Kg.ha-1)

• Diafentiurón 50 CE (0,5-0,75 L.ha-1)

• Profenofós 72 CE (0,72 L.ha-1)

Cuando se logra emplear insecticidas que se aplican a las semillas, a las plántulas o en el momento de la siembra, los que por supuesto deben tener efectos prolongados sobre las primeras poblaciones de adultos que emigran a los campos cultivados, se obtiene una forma de integrar los plaguicidas al manejo de la plaga, ya que se pueden combinar con el combate biológico, siempre y cuando se logre mantener las poblaciones de la plaga por debajo de los índices permitidos para el cultivo de interés.

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