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El vano ayer postmodernista (Narrativa de Europa y Norteamérica)

Enviado por maykel estevez orozco


    El vano ayer postmodernista – Monografias.com

    El vano ayer postmodernista

    trabajo final de narrativa

    (Europa y Norteamérica)

    Fin de la búsqueda, adelante la ficción.

    Isaac Rosa

    La estética postmodernista, como caracterizadora del movimiento cultural de la contemporaneidad y ayudada por la influencia de la globalización y las características del capitalismo tardío, ha traspasado las fronteras idiomáticas. La literatura hispana no ha estado ajena a este fenómeno cultural y ha logrado encausar las nuevas tendencias que se derivan del Postmodernismo con los arraigados elementos de su tradición literaria.

    Paradigmática de lo antes aseverado es la obra de Isaac Rosa, escritor, periodista y documentalista andaluz nacido en Sevilla (1974). Este autor ha publicado teatro, novela y ensayo; entre lo más representativo podemos citar Adiós muchachos, El ruido del mundo, La malamemoria, Kosovo: la coartada humanitaria, ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil! y El país del miedo.

    Su obra más exitosa hasta el momento es El vano ayer que en 2004 recibió el Premio Andaluz de la Crítica, el Premio Ojo Crítico de España y en 2005 el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, uno de los más prestigiosos de Iberoamérica. Esta novela histórica recrea, desde una ideología izquierdista, la situación social, política y económica imperante en la España franquista. En ella se resumen los postulados esenciales de la estética postmodernista, sobre todo en el plano formal. El contenido, por el contrario, responde a presupuestos ideológicos muy en consonancia con peculiaridades contextuales de la atipicidad de España en el continente europeo.

    En El vano ayer el sistema del narrador sustenta gran parte de las conquistas estéticas postmodernas. El alto contenido idiotemático de esta obra es respaldado por una riqueza de la forma, materializada en el innovador y variado comportamiento del narrador a lo largo de toda la novela.

    Uno de los recursos pilares en esta innovación formal es la excelente interrelación que el autor logra de los diferentes niveles narrativos. El vano ayer se caracteriza por una recurrente metalepsis entre elementos del nivel intradiegético, el extradiegético y el metadiegético, hecho que refuerza la verosimilitud artística de la novela y posibilita darle una pluralidad de puntos de vista a lo relatado.

    En varias ocasiones el narrador?autor se convierte en personaje, ya sea desde una primera persona del plural o desde un punto de vista espacial objetivo (en tercera persona) que mantiene la marca del narrador de manera indirecta, distinguible sólo en los giros del lenguaje. Este personaje se inmiscuye en el propia diégesis como se puede observar en el fragmento siguiente, logrando hacernos cómplice del relato, permitiendo al lector participar con él en la construcción de la novela:

    Libres de toda responsabilidad histórica, ajenos a cualquier disciplina o exactitud ?más allá de un nombre (Julio Denis), una fecha (febrero de 1965) y un lugar (Madrid) ya elegidos mediante azaroso sistema, así como la imprescindible verosimilitud del relato y el compromiso del autor con el sentido ético de la narración?, queda en nuestras manos decidir el boceto inicial del personaje, un somero apunte de su circunstancia que no puede ser demorado pues condicionará las páginas venideras. (Rosa, 2005, 18)

    Incluso, a veces, algunos personajes hacen lo mismo con el nivel del narrador. En el ejemplo siguiente un policía franquista plantea su inconformidad con lo narrado, hecho que, aunque nos parezca irónico (gracias a la actitud narrativa del narrador?autor que logra que se pueda superar esta visión de los hechos), permite la confrontación entre la versión dada del régimen de Franco en toda la novela y la visión de uno de los protagonistas de la represión imperante:

    Escribir una novela resentida es fácil, ya lo creo: y esto que usted está perpetrando es, sin duda, una novela resentida, un J´acusse poco meritorio y en realidad inofensivo, un vano ejercicio de señalización en el que un estilo pretendidamente ingenioso acaba consiguiendo que se mire al dedo que señala antes que al objeto señalado:… (250) [1]

    Pero la metalepsis más atrevida resulta el trastoque entre ciertos sucesos alrededor del personaje principal (Julio Denis) y los sucedidos a un personaje de ficción insertado, a su vez, en una novela costumbrista que él escribe. Veamos estos ejemplos en párrafos continuos y que se insertan en un capítulo episódico e irónico (nótese la diferencia en sus caracterizaciones) que, además, tiene una importancia capital en el proceso épico de la novela, pues resume la paranoia fascista del franquismo (llega a relacionar a un anciano profesor de literatura con una red oposicionista por nombrar a uno de los personajes de sus «novelas de kiosco», casualmente, igual que el sobrenombre clandestino de un líder estudiantil opositor):

    [En referencia a Julio Denis] Desacostumbrado al alcohol, un cuarto de botella le bastó aquel día para, envalentonado, salir a la calle y caminar sin dirección hasta caer dormido en un banco de Alonso Martínez, donde un espabilado le limpió los bolsillos en tan dulce sueño. (216)

    [En referencia a la situación entorno al personaje de las novelas de kiosko] Por fin uno de los jugadores perdió la paciencia, apartó de un manotazo a la prostituta que descansaba en sus rodillas, se puso en pie, agarró una botella por el gollete y se dirigió al rincón donde Birón bebía, marcando la cojera en cada paso, en tensión para, ante cualquier gesto del detective hundirle el vidrio en la frente. (216)

    También y como algo muy común en El vano ayer el narrador se puede marcar en primera persona, su perspectiva se traslada a supuestos testigos de los sucesos que, incluso, en un capítulo llegan a rebatir al personaje autor?narrador. En el ejemplo siguiente esto se torna paradigmático pues varios de ellos (señalados con guiones), no sin tener contradicciones entre sí, rebaten la caracterización dada de un personaje protagónico, hecho que corrobora la existencia de postulados postmodernos en la novela, sobre todo en lo referente a la relativización de la verdad:

    —Cualquiera que conociera a André Sánchez sabía que su detención no requería ninguna denuncia…

    —Era un fanfarrón, un majadero iluminado, de esos que creen estar colocados en un lugar y el momento que un destino memorable les ha facilitado…

    —Era abnegado, afanoso, agudo, altruista, animoso, ardoroso, austero… (45-46)

    Incluso, el autor no vacila en recurrir a personajes?testigos vinculados a la oposición a Franco, sino también a «rateros» de la calle, cuya versión de los hechos y sus desventuras es tan tomada en cuenta como cualquier otro testimonio. Esto permite caracterizar la novela como ejemplo de literatura parcelaria, donde se prioriza también el testimonio de sujetos individualizados y polémicos.

    Los ejemplos anteriores se vuelven paradigmáticos también de un fenómeno recurrente en la novela: el personaje del narrador?autor pierde el control y el conocimiento total sobre los demás personajes. Esto unido a que los hechos son narrados por referencia de otros personajes?testigos, permite sorprender, implícitamente, la muerte postmoderna del autor quien aquí gusta de imitar las voces de otros personajes.

    El vano ayer se puede catalogar sin temor a equivocaciones como una obra facción o facticio[2]Esto implica aseverar que en esta obra la ficción y la cientificidad se dan fusionadas de forma tal que resulta difícil distinguir lo elementos de una y otra. En un inicio la obra comienza con un supuesto narrador?autor?personaje que quiere buscar información inédita para crear una novela y, entonces sigue todos los requerimientos de la investigación crítico?literaria. Este personaje se convierte en un investigador histórico por momentos y, gracias a las referencias bibliográficas que da en la narración y que después amplia en lo que el escritor cataloga Adenda bibliográfica, permite sorprender la más rigurosa competencia científica en este narrador:

    Así, comprobamos que no hay mención alguna al seleccionado Julio Denis en las obras de primera consulta (la ya citada Historia de Tuñón, pero tampoco en Tusell, La dictadura de Franco, Alianza, 1988; y La oposición democrática al franquismo, Planeta, 1977; Payne, El régimen de Franco, 1936-1975, Alianza, 1987; Fontana, España bajo el franquismo, Crítica, 1986; Preston, Spain in crisis. The evolution and decline of the Franco Regime, Sussex, 1976). (Rosa, 2005:13-14)

    Pero, además, en varias ocasiones en la novela se insertan notas de prensa y otros elementos paratextuales en pro de la verosimilitud del relato que la acercan a las fuentes de la Historia como materia y que lo acercan a otros autores postmodernistas como Kurt Vonnegun. En los ejemplos siguientes la fantasía se construye sobre imágenes reales:

    INCIDENTES EN LA FACULTAD

    DE FILOSOFÍA Y LETRAS

    una manifestación,

    encabezada por tres catedráticos,

    fue disuelta por la fuerza pública

    Las autoridades académicas han adoptado

    medidas disciplinarias (74)

    ………………………….

    Nota del Rectorado de la Universidad

    de Madrid

    Con el fin de asegurar la normalidad académica que repetidamente se ha perturbado durante estos últimos días y adoptadas ya las medidas disciplinarias correspondientes, este Rectorado comunica para general conocimiento:… (75)

    Uno de los matices críticos principales de El vano… lo aporta la posible alusión directa a la «construcción social de la realidad». En consonancia con esto el autor recurre en varios capítulos, después de jugar con cierto grupo de lectores, a hacer una crítica abierta a los gustos estéticos que se derivan del sensacionalismo y de algunos códigos cinematográficos. El ejemplo siguiente en voz del narrador?autor?personaje así lo demuestra:

    Siempre habrá quien reclame un poco más de acción, no basta con unas píldoras aisladas de sexo y humor, es necesario incluir alguna escena vertiginosa, cortada por el aceptado patrón cinematográfico ?una novela muy cinematográfica se suele decir con cierta admiración?, una persecución, un tiroteo, una pelea desesperada que resulta en muerte… (170)

    El cuestionamiento a la autoridad en esta obra está estrechamente vinculado a la visión crítica que del franquismo se dan en sus páginas, donde se hace hincapié en la represión, el régimen de torturas, encarcelamientos arbitrarios y violación a los derechos de libre asociación y pensamiento. Isaac Rosa, con esta novela, reinterpreta los sucesos acaecidos de esta etapa tan polémica de la historia de España que casi siempre se silencia. Uno de los objetivos de este autor es demostrar, entonces, como la historia ha sido escrita por el grupo social dominante.

    Pero esta crítica va mucho más allá de la simple historia. En el ejemplo siguiente (siempre tengamos presente la ironía predominante en la novela) un personaje?testigo hace extensiva esta crítica a la realidad actual española. Esto no es casualidad, porque como el propio personaje narrador?autor apuntara en los inicios su objetivo es hacer una novela que sirva de ejemplo a las generaciones presentes y venideras:

    …pero en líneas generales, desde un punto de vista profesional, puede afirmarse que aquélla fue una gran escuela, de ella salieron los mejores policías, los que ya en la democracia han seguido combatiendo el terrorismo con éxito en este país, los ejemplares funcionarios que ahora se jubilan y los que se jubilarán en los próximos años todos salimos de aquella gran escuela… (256)

    En El vano ayer la tradición literaria es fuertemente criticada, en consonancia con el tema tratado. La intertextualidad con la epopeya castellana es tomada como pretexto para parodiar en todo un capítulo las victorias de Franco en su ascenso al poder. Esto se narra al estilo de las hazañas del Cid Campeador rememorando el tono digno y solemne de su lenguaje. Esto demuestra el reciclaje de materias y procedimientos, tan caros al escritor postmoderno; pero siempre insertados en una nueva lógica, la desacralización:

    Capítulo iv. Trata como el General

    fue sobre la ciudad de Madrid,

    e de las guerras que se causaron

    de cobrar aquel reyno

    Por el Fenares arriba subido avia el General a la ciudad llamada Madrid; mando tocar sus trompretas, sus añafiles de plata, porque le oyesen los rojos que andaban por el arada. (239)

    En una obra tan revolucionadora del sistema del narrador la diégesis y los personajes no pueden ser tratados de forma tradicional, el orden racional establecido se quiebra y se impone «el arte de las perspectivas cambiantes». La diégesis obvia las pautas de la novela tradicional de inicio, desarrollo y fin, la historia avanza según las diferentes testimonios de supuestos personajes testigos que van apareciendo y dando pistas aisladas sobre los acontecimientos. Muchos de ellos lo que hacen es incrementar la duda sobre la verdadera historia donde el final es irrelevante. Lo esencial por momentos es que el lector tome partido sobre lo que posiblemente pudo haber sucedido y con los diferentes datos sueltos que se le brindan caracterice el régimen franquista.

    A continuación se reproduce el final de la obra que parece iniciar otra historia totalmente distinta de la tratada a lo largo del relato, pero con el mismo tópico de una persona desaparecida y de la cual son ínfimas las posibilidades de encontrar pistas sobre su destino. Incluso, el narrador del fragmento siguiente se focaliza desde uno de estos personajes?testigos que apareció también en las postrimerías de la obra:

    No creo que nadie aquí pueda aportar alguna información para encontrarla; ya he dicho que no cultivó muchas relaciones en el Toulouse, por no decir ninguna, más allá de las obligadas por el restaurante o el padre. Hay personas que pueden vivir treinta años en una ciudad y actuar como si estuvieran de paso, en permanente provisionalidad, parece que se esfuerzan por pisar despacio para no dejar huella de su presencia. (286?287)

    Es más, en un ejemplo como el siguiente la caracterización tradicional del personaje principal se desacraliza hasta tal punto que se dan dos versiones de su posible biografía para que el lector escoja con la que se identifica más. La estrategia de edición que coloca las dos posibles biografías en columnas diferentes a lo largo de todo un capítulo apoya esta elección:

    Durante sus años de escritor popular Denis mantiene esta actividad en un pulcro anonimato, en completo secreto frente a sus compañeros de universidad que, de saberlo, quizás hagan burla del perlado catedrático. (168-169)

    Así fue hasta que en 1965, tras ofrecer el chivatazo que desmanteló la organización comunista universitaria, decidió poner fin a la gran comedia: solicitó su jubilación y exigió el pago por sus muchos servicios prestados, un retiro a placer en el destino elegido. (168-169)

    Como se ha podido percibir el juego con el lector es algo capital en El vano ayer. Esto permite que el mismo se identifique con la novela y forme parte de su construcción. La presencia de este lector implícito, en ocasiones, cobra una importancia relevante en cuanto a los giros temáticos y el sistema de personajes de la obra:

    Desde hace un decena de páginas, prescindiendo de la habitual distancia y respeto hacia la obra en marcha, un grupo de radicalizados lectores acosa al autor con el propósito, con la exigencia, de que introduzca un personaje (incluso sugieren perfiles biográficos que creen ellos, lo harán más aceptable en el transcurso de la novela) no previsto por el autor: un personaje que tense la intención de esta novela desde el referido ayer hasta el mañana engendrado,… (176)

    Entonces no resulta casual que el propio autor luego de la Adenda bibliográfica anexe el siguiente paratexto, que demuestra el papel protagónico que el lector tiene en las obras de Isaac Rosa:

    Por último debo agradecer sus valiosas sugerencias a mis lectores favoritos: Antonio Rosa, Fabio Almeida, Olga Elwes, Andrés Moreno y Chema Domínguez. (294)

    La ironía es el recurso más recurrente en El vano ayer. Ella está en franca relación con la identificación de los diferentes narradores de la obra. En las diferentes mudas espaciales del narrador este es de una identificación máxima en sentido positivo con lo que narra: no teme expresar las opiniones que, implícitamente, revelan su ideología, antifranquista o viceversa. Hecho que se puede comparar (en el narrador?autor?personaje con clásicos del siglo xix del realismo crítico y el romanticismo). El ejemplo siguiente es tomado de un capítulo donde este narrador, en una larga disertación burlesca e irónica que a las claras dilata el tiempo del relato, caracteriza a los chivatos y demuestra sus reservas sobre este personaje:

    … el chivato, el gran olvido de nuestra literatura, elemento central de nuestra historia civil y militar, de nuestra historia civil y militar, de nuestra política, de nuestro periodismo, de nuestras relaciones laborales y amorosas, y sin embargo dónde está el monumento al chivato, cuándo un día nacional del chivato, el reconocimiento que merece por su contribución a la cohesión social. (67-68)

    Es más, cuando la atención se desplaza hacia un narrador personaje este defiende su posición e implicación en los hechos. El ejemplo siguiente, la voz de un coronel franquista, demuestra una visión muy diferente del «chivato» del narrador?autor, lo que se puede apreciar, principalmente, en el eufemismo del lenguaje:

    Para el reclutamiento inicial de colaboradores, me propuse personalmente en contacto con algunas personas que conocían el ámbito en que nos íbamos a desenvolver. Estas personas actuarían como «señaladores». Posteriormente la cantera se encontraría en los cursos básicos a los que me referiré más adelante. (94-95)

    Dadas las particularidades de esta obra, queda por recomendar un estudio profundo sobre la ideología que en ella se presenta. Sería interesantísimo demostrar si en el contenido esta obra también se puede caracterizar como paradigma de la estética surgida en la sociedad postindustrial. En la forma se alza como uno de los exponentes más logrados del postmodernismo en lengua española.

    Bibliografía básica

    «El narrador en el relato», en /DanteBibliografiaHumanidadesLetrasLetras Años3.TerceroNarratologiamiscelánea (Consultado: 6 de febrero de 2009.)

    «Isaac Rosa», Wikipedia, en http://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Rosa (Consultado 6 de octubre de 2008.)

    Jameson, Fredric: La lógica cultural del capitalismo tardío, en /ateneaFac. HumanidadesLetras3ronmgueroNoël AlexandreLiteraturaLiteratura VPostmodernidad

    Keneth, G.: El yo saturado, en /ateneaFac. /ateneaFac. HumanidadesLetras3ronmgueroNoël AlexandreLiteraturaLiteratura VPostmodernidad

    Rosa, Isaac (2004): El vano ayer, 294 pp., Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2005. ISBN 980-01-1315-0

    Rubio Pueyo, Vicente: «"En las páginas de un libro": ideología y novela en El vano ayer, de Isaac Rosa», en http://einbahnstrasse.wordpress.com/2008/09/20/ en-las-paginas-de-un-libro-ideologia-y-novela-en-el-vano-ayer-de-isaac-rosa/ (Consultado 6 de octubre de 2008.)

     

     

    Autor:

    Maykel Estévez Orozco

    [1] A partir de aquí todas las referencias bibliográficas que no se citen al pie pertenecen al libro El vano ayer de Isaac Rosa.

    [2] Término utilizado por G. Keneth en el capítulo 5 «El surgimiento de la cultura postmoderna» de El yo saturado, para ejemplificar «la pérdida de lo identificable» en el postmodernismo.