Los sentidos: auditivo, visual, gustativo, olfativo y táctil del ser humano y otros sentidos
Enviado por José Manuel Castorena Machuca
- Sistema sensorial
- Sistema auditivo humano
- El sistema olfatorio o el sentido de percibir los olores
- Sistema del tacto
- El sistema visual
- Relación sistemas auditivos, gustativos, visuales, olfativos y táctiles del ser humano
- Sentido del gusto
- Sentido de orientación
- Sentido del humor
- Sentido de equilibrio
- Sentido de trascendencia
- Sentido musical (o artístico diría yo)
- Plataforma teórica
¿Ha escuchado usted la frase: no estaba en mis cinco sentido cuando lo hice?
Pues eh allí la importancia de conocer nuestros sentidos, porque todos los seres vivos podemos, ver, oír, oler, gustar, palpar; pero ¡unos lo hacen mejor!
Podemos intuir que cuando uno de los sentidos se daña, las demás partes o sistemas del cuerpo humano, no rinden lo que debiera requerirse.
Sistema sensorial
El sistema sensorial es parte del sistema nervioso, responsable de procesar la información sensorial. El sistema sensorial está formado por receptores sensoriales y partes del cerebro involucradas en la recepción sensorial. Los principales sistemas sensoriales son: la vista, el oído, el tacto, el gusto y el olfato. El campo receptivo es la parte específica del mundo a la que un órgano y unas determinadas células del receptor responden. Por ejemplo, el campo receptivo de un ojo es la parte del mundo que éste puede ver.
Sistema auditivo humano
El oído humano constituye el último eslabón de la cadena sonora: convierte las ondas sonoras en señales eléctricas que se transmiten por el nervio acústico hasta el cerebro, en donde el sonido es interpretado.
Funcionamiento del oído interno
El vestíbulo posee dos orificios (ventanas oval y redonda) tapados por sendas membranas. La ventana oval está unida al estribo y recibe de él sus vibraciones. La cóclea se divide longitudinalmente por la membrana basilar, sobre la que se asientan los filamentos terminales del nervio auditivo. Cuando el estribo empuja la ventana oval, se produce una sobrepresión en la parte superior de la cóclea que obliga a circular el fluido linfático hacia la cavidad inferior a través del helicotrema, mientras que la membrana basilar se deforma hacia abajo. Finalmente, la membrana elástica que cierra la ventana redonda cede hacia afuera.
Cuando el estribo se mueve hacia la izquierda y la derecha, aumentando y disminuyendo la presión del líquido contenido encima de la membrana basilar, aparece una onda que se desplaza de izquierda a derecha a lo largo de la membrana. Esta onda puede visualizarse como un movimiento de traslación hacia arriba y hacia abajo de la membrana. Su velocidad de avance depende de la frecuencia y de las características de la membrana basilar. En algún punto de la cóclea la velocidad es cero. Cerca de ese punto, la membrana oscila hacia arriba y hacia abajo con mayor fuerza y absorbe la energía de la onda. Cada punto de la membrana basilar responde así a una determinada frecuencia.
Cuando el oído recibe un sonido con varias frecuencias, cada una de ellas excita un punto en la membrana basilar, de modo que el cerebro puede interpretar además de la altura del sonido su timbre, sin más que discernir qué terminaciones nerviosas fueron excitadas y con cuánta intensidad. Es decir, el oído interno funciona como un analizador de sonidos.
EJEMPLOS Y SIMULACIONES
Esquema de funcionamiento del oído
Cuestiones importantes
a La función del oído humano es
convertir los impulsos eléctricos en ondas sonoras
transformar los impulsos nerviosos en ondas sonoras
convertir las ondas sonoras en impulsos electroquímicos
transformar los impulsos mecánicos en ondas sonoras
b En su camino a lo largo del oído externo, las ondas sonoras alcanzan finalmente
el pabellón auditivo
el conducto auditivo
el tímpano
el vestíbulo
c En la cadena de huesecillos del oído medio se encuentra
el yunque
el vestíbulo
el tímpano
el conducto auditivo
d Los canales semicirculares
tienen que ver con la audición
tienen que ver con el equilibrio
están relacionados con la audición y el equilibrio
no están relacionados con el equilibrio
e Los filamentos terminales del nervio auditivo se encuentran en
la membrana oval
el pabellón auditivo
el vestíbulo
la membrana basilar
El sistema olfatorio o el sentido de percibir los olores
¿Ha notado usted, amable lector que su perro, descubre lo que esconde por el olfato?
Se maravilla uno de la manera en que utilizan este sentido, a veces uno como ser humano no percibe la fuga del gas doméstico ya veces con consecuencias desastrosas.
El cerebro es el encargado de concentrar toda la información que recibe de los sentidos y que se traduce en procesos a través de los cuales percibimos, actuamos, aprendemos y recordamos. Estas actividades se captan, regulan y se procesan rápidamente a través del sistema nervioso, el cual se puede describir, en términos simples, como una red de circuitos. De este modo se han identificado diferentes conjuntos de circuitos que se conocen como sistemas sensitivos, que adquieren y procesan información del entorno, tales como el sistema visual, el sistema auditivo o el sistema olfativo. Asimismo, disponemos de los llamados sistemas motores, que responden a la información recuperada del ambiente a través de la generación de movimiento. Por su parte, los sistemas de integración se encargan de funciones más complejas, tales como el lenguaje, el sueño, las emociones y la memoria.
Pero además de estas diferencias funcionales, el sistema nervioso se puede dividir, desde el punto de vista anatómico, en los componentes central y periférico. El sistema nervioso central comprende el encéfalo (el cerebro forma parte de éste) y la médula espinal, que son los encargados de recibir la información, procesarla y responder de manera precisa. El sistema nervioso periférico está formado por nervios que vinculan las periferias del organismo con el sistema nervioso central, incluyendo los elementos que conectan la información registrada por los sentidos.
Los estímulos provenientes del medio ambiente transmiten información a los circuitos procesadores, que son el encéfalo y la médula espinal, en donde se interpretan y se envían las señales hacia los componentes periféricos que mueven el cuerpo. El sistema nervioso central cuenta con elementos para registrar las sensaciones del entorno, los cuales se conocen como receptores. Se pueden mencionar, como ejemplos, los mecano receptores, que detectan compresión y estiramiento; los termo receptores, que perciben los cambios en la temperatura; los noci receptores o receptores del dolor; los receptores electromagnéticos, que localizan la luz, y los quimiorreceptores, que censan las partículas que entran en la cavidad nasal y otorgan, entre otras funciones, el gusto en la boca. La diferencia entre cada tipo de receptor se encuentra en su sensibilidad específica para los diversos tipos de estímulos o modalidades de sensación, y la diferencia entre estas modalidades radica, a su vez, en la zona del sistema nervioso a la que conduce el nervio que fue estimulado.
Suele suceder que alguna vez, usted olió un perfume o un cierto olor y le trajo un recuero de su niñez, tan poderoso es este sentido que todos los olores están almacenados en nuestra memoria y que dependerá del estímulo que reciba para recordar cierta situación.
El sentido del olfato humano es 10 mil veces más sensible que cualquier otro de nuestros sentidos, y es el único lugar donde el sistema nervioso central está directamente expuesto al ambiente. Otros sentidos similares, tales como el tacto y el gusto, deben viajar por el cuerpo a través de las neuronas y la médula espinal antes de llegar al cerebro, mientras que la respuesta olfatoria es inmediata y se extiende directamente al cerebro. Recientes investigaciones indican que el olor estimula el sistema nervioso central, el cual modifica el estado de ánimo, la memoria, las emociones, el sistema inmunitario y el sistema endocrino; repercute en la elección de pareja, e incluso la percepción de ciertos olores puede indicar algún problema de salud. Por ejemplo, el olor a cloro en secreciones corporales como el sudor podría estar indicando que hay problemas en el riñón o el hígado, mientras que el olor afrutado del cuerpo a menudo apunta a la diabetes. También un trastorno genético llamado trimetil aminuria hace que la persona produzca un olor corporal a pescado. Ante lo ya mencionado, es importante divulgar y analizar el aun hasta cierto punto desconocido, pero interesante sentido del olfato y su relación con nuestro sistema nervioso y el mundo que nos rodea.
Se sabe que los receptores olfativos tienen un nivel límite mínimo para ser activados, el cual puede modificarse para que aquellos se adapten a un estímulo constante. Por ejemplo, cuando entramos en una habitación muy olorosa, la mitad de la adaptación de los receptores olfativos sucede en el primer segundo después de su estimulación, es decir, modifican su nivel para ser menos sensibles, lo que evita que se desencadene una reacción nociva; después, el sistema nervioso inhibe las señales sensitivas del olfato, aunque algunos receptores se adaptan con mayor facilidad que otros.
El sistema olfativo es uno de los sentidos menos comprendidos debido a que es un fenómeno subjetivo o personal y no puede estudiarse fácilmente. Además, el sentido del olfato humano es menos agudo que los de algunos animales de experimentación, considerados inferiores evolutivamente hablando.
Los receptores de la sensación olfativa son células nerviosas derivadas del propio sistema nervioso central y se estima que contamos con 100 millones de tales receptores. Sin embargo, hace varios años se creía que la multiplicidad de sensaciones del olfato era producida como resultado de ciertas sensaciones primarias. Diversos estudios psicológicos indican la existencia de siete olores primarios: alcanfor, almizcle, flores, menta, éter, acre y podrido, olores que corresponden a los siete tipos de receptores existentes en las células de la mucosa olfatoria. No obstante, los datos reportados en los últimos años sugieren que hay por lo menos 100 sensaciones primarias de olor.
Una de las características fundamentales del olfato es que, solo se necesita una pequeña concentración del estimulante en el aire para desencadenar una sensación olfativa, pero una concentración de 10 a 50 veces mayor que los valores umbral producen una reacción de máxima intensidad; en otras palabras, el sentido del olfato se ocupa básicamente de detectar la presencia o ausencia de olores, más que su intensidad cuantitativa.
Se han identificado tres vías olfativas. La primera es conocida como sistema olfativo arcaico, que se encarga de los reflejos olfativos básicos; luego, un sistema llamado antiguo, que proporciona un control automático para el aprendizaje parcial de la ingestión de alimentos, así como el rechazo de alimentos tóxicos o poco saludables; finalmente existe una tercera vía, un sistema recientemente identificado que se encarga de la percepción consciente del olfato. Desde el punto de vista fisiológico, el sentido del olfato y el gusto están relacionados entre sí y son parte de nuestro sistema sensorial químico. Casi todo lo que consideramos sabor (un 95%) lo detectamos con el olfato, y el cerebro analiza e interpretar la información olfativa.
Para muchas especies, el sentido del olfato y el gusto determinan su supervivencia diaria. Los sabores de los diversos alimentos se deben en gran medida a una combinación de sus características gustativas y olfatorias y por consiguiente un alimento puede saber diferente cuando se tiene un resfriado que afecta el sentido del olfato. La ventaja más evidente en cuanto a las percepciones en estos dos sentidos es que el del olfato funciona a distancias mucho mayores que el del gusto.
El proceso del olfato sigue estos pasos:
1. Las moléculas del olor en forma de vapor (compuestos químicos) que están flotando en el aire llegan a las fosas nasales y se disuelven en las mucosidades que se ubican en la parte superior de cada una de ellas.
2. Debajo de las mucosidades se encuentran las células receptoras especializadas, también llamadas neuronas receptoras del olfato, las cuales detectan los olores.
3. Las neuronas receptoras del olfato transmiten la información a los bulbos olfatorios que se encuentran en la parte de atrás de la nariz.
4. Los bulbos olfatorios tienen receptores sensoriales que en realidad son parte del cerebro y que envían mensajes directamente a los centros más primitivos del cerebro, donde se estimulan las emociones y memorias (estructuras del sistema límbico), así como a los centros "avanzados", donde se modifican los pensamientos conscientes (neo corteza).
5. Estos centros cerebrales perciben los olores y tienen acceso a recuerdos que nos traen a la memoria personas, lugares o situaciones relacionadas con esas sensaciones olfativas.
6. Finalmente, el epitelio olfativo tiene unas glándulas encargadas de segregar una solución enzimática cuya misión es eliminar las moléculas olorosas que han excitado las neuronas correspondientes, limpiando en cierto modo la mucosa olfativa de las sustancias presentes en ella ya detectadas.
Nuestra cultura se ha visto invadida por la imagen y el sonido. Su principal elemento de fiabilidad se ha centrado en los ojos y oídos, empujando al resto de los sentidos a un puesto secundario, por lo que se ha subestimado la importancia del sentido del olfato.
Así que haga caso a este sentido y sobre todo no dañe, con piercings o tatajues, ¡pero en fin es su decisión!
Sistema del tacto
Imagine el amable lector….el sentido desarrolladísimo del tacto de un pianista o de un médico o de una persona que no tiene el sentido de la vista.
EL SENTIDO del tacto comprende la percepción de estímulos mecánicos que incluyen contacto, presión y golpeo.
Estímulos mecánicos
El estímulo mecánico consiste en la aplicación de una fuerza sobre la superficie que envuelve al cuerpo.
Supóngase que tocamos una mesa con un dedo. En este proceso nuestro dedo ejerce una fuerza sobre la mesa. De acuerdo con la tercera ley de Newton de la mecánica, la mesa reacciona y ejerce a su vez una fuerza sobre nuestro dedo que es un estímulo mecánico.
Ahora bien, resulta que el cuerpo es sensible no solamente a la magnitud de la fuerza que se aplica sobre él, sino que también lo es a la presión que ejerce esta fuerza aplicada. Como se recordará la presión que experimenta una superficie cuando se aplica sobre ella una fuerza es igual a la de la fuerza dividida entre el valor del área de la superficie. Es decir, la presión es igual a la fuerza que se ejerce sobre cada centímetro cuadrado de superficie. Esto implica que el sentido del tacto nos permite distinguir no solamente la magnitud de una fuerza que se aplica sobre nosotros, sino también la forma en que la fuerza está distribuida sobre la superficie de nuestro cuerpo, desde luego que aparte la fuerza que usted ejerce sobre los cuerpos ya sea un vaso de vidrio delicado, o de otro material, su sistema nerviosos, rápidamente lo asociará con la experiencia desde la niñez, y solo utilizará la presión o la fuerza necesaria, para por un lado no esforzarse usted y por otro no dañar el recipiente, ¡Qué maravilla!
Así que puede usted ejercer por un lado fuerza para hacer trabajos rudos y por otra tan solo acariciar como cuando hace una caricia a uno de sus seres amados.
La aplicación de una fuerza sobre la piel puede ocurrir de diversas maneras, por ejemplo cuando sopla el viento sobre nuestro cuerpo. En este caso, las partículas que componen al viento se mueven y al chocar contra nuestro cuerpo ejercen una fuerza, es decir, se genera un estímulo mecánico.
Algo sobre la piel
Los estímulos mecánicos que nuestro cuerpo experimenta se aplican sobre la piel que nos cubre, que es el órgano sensorial del tacto. En este capítulo describiremos algunos elementos de la estructura de la piel que son de importancia en la percepción táctil.
La mayor parte del cuerpo humano está cubierto de piel que lleva pelos o vellos. En algunas zonas del cuerpo éstos son tan finos que no se ven a simple vista. Algunas de las partes del cuerpo que no tienen pelos son las palmas de las manos, las plantas de los pies, los labios, etcétera.
Debajo de la piel se encuentran terminaciones nerviosas que en general están muy entrelazadas. Así, en las regiones del cuerpo que tienen pelos, las terminaciones nerviosas rodean los tubos del pelo, mientras que en las zonas sin pelos se forman enredos nerviosos de formas y tamaños diversos.
Cada vello o pelo de nuestra piel es el extremo externo de un vástago, que está penetrado por muchas fibras nerviosas que lo envuelven.
En general, un nervio que tiene una terminación en la piel no está conectado directamente con el sistema nervioso central. Este nervio tiene muchas ramificaciones que están dispersas en distintas zonas de la piel. Resulta que una porción de la piel no está "servida" por una fibra nerviosa solamente, sino que hay una sobre posición de diferentes fibras nerviosas. Además, cada fibra nerviosa "sirve" a diferentes áreas de la piel.
En distintas partes de la piel la densidad de terminaciones nerviosas es diferente. Hay lugares, como por ejemplo las yemas de los dedos, en que la densidad es muy grande, lo que hace que estas regiones sean muy sensibles. En otros lugares, como por ejemplo en las espaldas, en que la densidad es muy baja, no se tiene mucha sensibilidad.
¿Qué pasa cuando tocamos algo?
Cuando tocamos algún objeto con un dedo por ejemplo, ocurre una deformación en la piel. Nos damos cuenta que diferentes lugares de la piel se deforman de maneras distintas. Por otro lado, debajo de la piel, en el área que se ha deformado hay muchas terminaciones de fibras nerviosas que, en general, están entremezcladas. Cada terminación experimenta una deformación distinta ya que unas experimentan mayor presión que otras.
En los últimos años se ha descubierto que la modificación en la tensión de las membranas de las células nerviosas origina una señal nerviosa que se transmite finalmente hasta el cerebro. Algunos elementos de la célula reciben el aumento de la presión que tiene como consecuencia el desencadenamiento de una señal nerviosa. Este mecanismo es similar al que ocurre con las células ciliadas del interior del oído.
Como ya se mencionó, también somos sensibles al movimiento de nuestros pelos y vellos. En este caso, lo que ocurre es lo siguiente: al moverse el pelo o vello, por ejemplo cuando sopla el viento, el vástago del pelo, dentro de la piel se mueve. Pero debido a que dentro de la vaina del vello hay muchas terminaciones nerviosas, el movimiento del vástago aprieta, jala, empuja dichas terminaciones que reciben entonces presiones y tensiones que, al igual que en el caso anterior, emiten una señal nerviosa. Tenemos entonces la sensación de un estímulo táctil.
Otro tipo de estímulos
Las terminales nerviosas de la piel, aparte de ser sensibles a estímulos mecánicos, también lo son a estímulos que producen calor, frío y dolor.
Por otro lado, distribuidas en muchos lugares dentro de nuestro cuerpo se encuentran células que son sensibles a estímulos mecánicos y que tienen como función informar al cerebro sobre el estado de la posición en que se encuentran nuestras manos, pies y otras partes del cuerpo. Estas células se encuentran en las uniones, en los tendones y en los músculos y al igual que las descritas en la sección anterior dan una respuesta al experimentar presiones o torsiones, extensiones, etcétera.
Existen otras células análogas a las anteriores que dan información al cerebro sobre tensiones internas. Por ejemplo, cuando las venas y arterias experimentan tensiones debidas a la presión de la sangre que conducen, se emiten señales que ayudan al sistema nervioso a regular la presión arterial ya sea dando órdenes de que se contraigan o expandan. Este tipo de canales, sensibles a los cambios de presión y de tensión, gobiernan el ritmo y magnitud de las contracciones del corazón, controlan el estómago, la vejiga, etcétera.
El sistema visual
¿Ha escuchado usted la expresión?: ¡tiene vista de águila!
Estructura óptica del ojo
Los primeros estudios sobre los ojos y su relación con el cerebro se remontan a los trabajos de Alcmán de Crotona en el siglo VI a. C. Probablemente, Xerófilo de Alejandría (300 a. C.) fue quien describió por primera vez la retina. A partir del Renacimiento surgen los grandes anatomistas y con ello el conocimiento del sistema visual se profundiza. En cuanto al funcionamiento óptico del ojo, no podemos dejar de mencionar el famoso Handbuch der Physiologischen Optik del berlinés Hermann von Helmholtz (1821-1894) y los trabajos del sueco Allvar Gullstrand (1862-1930).
Semejanzas entre el ojo y la cámara fotográfica
Podemos comparar el ojo con una cámara fotográfica ya que ambas estructuras tienen amplias semejanzas. La lente de la cámara y la córnea del ojo cumplen objetivos semejantes. Ambas son lentes positivas cuya función es la de hacer que los rayos de luz que inciden en ellas enfoquen en un solo punto, película fotográfica o retina respectivamente. Para que córnea y lente trabajen en forma óptima deben ser perfectamente transparentes y tener las curvaturas adecuadas. De no ser así, la imagen proporcionada será defectuosa o no enfocará en el sitio debido.
Detrás de la lente fotográfica se halla el diafragma, que es un dispositivo que regula la cantidad de luz que debe llegar a la película. A diferencia de la película fotográfica, la retina cuenta con una sensibilidad luminosa muy reducida (limitada sólo al espectro visible). En el ojo, el diafragma corresponde al iris, que es una estructura muscular perforada en su centro (pupila), y es el responsable del control de la luz que incide en la retina. Así, cuando existe poca luz ambiente, el iris se dilata creando una pupila muy grande, mientras que si la luz es intensa el iris se contrae cerrando al máximo la pupila.
Acomodación
Al diseñar una cámara fotográfica el poder y la posición de la lente deben calcularse de forma que los rayos paralelos de luz que incidan sobre ella enfoquen exactamente sobre la película fotográfica. Sin embargo, si el objeto se acerca a la cámara, los rayos de luz que salen de este ya no son paralelos sino divergentes, por lo que la lente objetivo, cuyo poder de refracción es fijo, ya no puede enfocarlos a la misma distancia sino detrás de la película fotográfica, tanto más lejos de ella cuanto más cerca esté el objeto por fotografiar. El sistema está entonces desenfocado. En este caso, basta con alejar la lente de la película fotográfica la distancia necesaria para que el foco caiga nuevamente sobre la película. El sistema está nuevamente enfocado. En las cámaras fotográficas esto se logra mediante un sistema de enfoque que permite alejar la lente de la película.
En el ojo, el proceso de enfoque existe aunque el mecanismo es distinto. Detrás del iris se encuentra una estructura en forma de lente biconvexa, como una lupa, llamada cristalino. Este cristalino también es transparente pero, a diferencia de la córnea, es sumamente elástico de forma que su poder refractivo es variable. En toda su periferia el cristalino está sujeto al ojo por unas fibrillas conectadas a un músculo circular. Cuando el cristalino está en reposo el sistema óptico del ojo que corresponde a la suma óptica de los poderes de la córnea y del cristalino hace que el ojo esté enfocado al infinito, es decir, a la visión lejana. Cuando el objeto se acerca, los rayos luminosos que llegan al ojo ya no son paralelos sino que paulatinamente se hacen cada vez más divergentes, por lo que el ojo tiene que modificar su fuerza en el músculo ciliar para poder enfocarlos en la retina. Como ya se mencionó, en la cámara esto se obtiene alejando la lente de la película fotográfica. En el ojo, el mismo resultado se obtiene modificando las curvaturas del cristalino, es decir, haciéndolo más y más convexo conforme el objeto observado se acerca. Para ello el músculo ciliar se contrae relajando la tensión a la que está sometido el cristalino, y éste se abomba aumentando por consiguiente su poder óptico. A este fenómeno se le conoce como acomodación y es el que nos permite poder ver con nitidez los objetos cercanos.
En la cámara fotográfica la imagen del objeto llega a la película donde ocasiona cambios físicos y químicos en la emulsión, que serán tratados después en el laboratorio para fijar la imagen en el papel. En el ojo, el equivalente de la película es la retina. La retina recibe entonces la imagen en foco gracias a las propiedades ópticas de la córnea y del cristalino, con la intensidad luminosa óptima determinada por el iris. Esta imagen se "fija" en la retina, ocasionando cambios físicos y químicos. La gran diferencia es que esta imagen es transformada por la retina en impulsos químicos y eléctricos que viajarán posteriormente hasta los centros visuales del cerebro para hacer que la imagen sea "vista" por el individuo.
El interior del ojo
Al igual que el cuerpo interior de una cámara fotográfica, el interior del ojo es una cavidad oscura que tiene como finalidad evitar que la luz que entra a ella produzca reflejos e imágenes parásitas que se imprimirían también sobre la película. Existe sin embargo una gran diferencia. El interior de la cámara está lleno de aire mientras que el interior del ojo contiene en su mayor parte un gel transparente (humor vítreo) que ocupa todo el espacio comprendido entre el cristalino y la retina, y un líquido igualmente transparente (humor acuoso) que llena la pequeña cavidad comprendida entre el cristalino y la córnea.
En resumen, vemos que cámara fotográfica y ojo son similares ya que ambos cuentan con un sistema óptico que permite hacer converger los rayos de luz , un sistema de enfoque, un sistema regulador de la cantidad de luz , y un sistema de registro de la imagen.
VÍAS Y CENTROS VISUALES
La comparación del sistema óptico ocular con una cámara fotográfica es una visión simplista para comprender su funcionamiento desde el punto de vista óptico pero las cosas no son tan sencillas como parecen. El ojo es simplemente la primera etapa de un sistema sumamente complejo. La visión es una función del sistema nervioso central, es decir, una función cerebral. Para obtener la sensación de la visión es preciso que toda la información que ha quedado impresa en retina sea procesada por esta y a través de las vías visuales llegue a la corteza cerebral donde se producirá finalmente la sensación de la visión. Las vías visuales son los nervios que parten del ojo llevando la información visual a los centros cerebrales localizados en la corteza occipital del cerebro, que son los encargados de decodificar la información y traducirla en una percepción visual que el individuo pueda interpretar.
El sistema visual cuenta además con otras conexiones dentro del mismo sistema nervioso que amplían enormemente sus potencialidades, permitiendo al individuo interpretar la información recibida, conectando ésta con la información de otros sistemas sensoriales, con la memoria, etc.
Por tanto, el sistema visual está formado por los receptores (ojos), sistema de transmisión (nervios) y centros de interpretación (cerebro). Las propiedades ópticas de dicho sistema sólo se aplican a la primera porción, es decir, a los ojos, puesto que no intervienen ni en los nervios ni en el cerebro.
AGUDEZA VISUAL
Para estudiar la capacidad que tiene el ojo de enfocar una imagen nítida en la retina se han ideado numerosas pruebas. Todas ellas presuponen que las demás porciones del sistema visual son normales y que el único parámetro anormal es un trastorno en la refracción, es decir, un trastorno óptico.
Normalmente, para determinar la agudeza visual de un individuo, el profesional médico o el optometrista coloca frente a él a una distancia fija un test con letras o figuras impresas que tiene que reconocer visualmente. Las letras o figuras tienen distintos tamaños y se registra la última fila de símbolos que pudo reconocer el individuo examinado. Por tanto, en un test de agudeza visual, lo que se determina es el tamaño mínimo de una letra o símbolo que el paciente reconocer a una distancia determinada.
Si la agudeza visual no corresponde a lo aceptado como normal se puede inferir que el trastorno se debe a un defecto de refracción, siempre y cuando todas las demás estructuras del sistema sean normales, ya que, la disminución de la agudeza visual puede corresponder a otras alteraciones que no son de índole óptica. Una vez establecido que se trata de una alteración óptica, quedará por definir cuál es el tipo del error refractivo que produce dicha alteración.
Relación sistemas auditivos, gustativos, visuales, olfativos y táctiles del ser humano
Ahora que ya conoce sus sentidos, es importante desde el punto de vista de los sistemas, estudiar las interrelaciones que tienen con otros sistemas y con nuestro medio ambiente.
Los sentidos humanos son fruto de un largo proceso evolutivo que condiciona la forma en que los mismos reaccionan ante estímulos diversos. Por ello la forma de percibir humana está intrínsecamente relacionada con los mecanismos de preservación y alerta que los organismos más primitivos fueron desarrollando. Nuestro cerebro está repleto de pequeños sistemas heredados de organismos anteriores que en muchas situaciones no nos ayudan a obtener la información más adecuada para la toma de las decisiones más eficaces.
El gusto y el olfato son los sentidos más primitivos, nos aportan una información muy limitada e imprecisa del mundo exterior y están completamente interconectados; en cierta forma saboreamos con la nariz. Nuestro olfato humano ha evolucionado para ser un simple apoyo a otros órganos que evolutivamente fueron más rentables. Las células epiteliales están especializadas en detectar diferentes tipos de moléculas en suspensión, y en ocasiones nos permiten detectar la presencia en el aire de sustancias en partes por millón, pero lo que nunca nos permitirán es saber la forma de la molécula y tampoco percibir la dirección de la que proviene. En definitiva no podemos extraer información espacio temporal de ninguno de estos sentidos.
La visión y el oído sin embargo nos permiten tener una información espacio temporal más óptima. El oído tiene limitaciones en cuanto al espectro de frecuencias sonoras que es capaz de percibir. Por ejemplo los tonos de muy baja frecuencia como los de un órgano de iglesia se perciben gracias a la capacidad de sentir vibraciones en nuestro cuerpo más que a la capacidad del oído de diferenciar esas frecuencias.
RELACION CON UN SENSOR
Un sensor es un dispositivo capaz de detectar magnitudes físicas o químicas, llamadas variables de instrumentación, y transformarlas en variables eléctricas. Las variables de instrumentación pueden ser por ejemplo: temperatura, intensidad lumínica, distancia, aceleración, inclinación, desplazamiento, presión, fuerza, torsión, humedad, movimiento, pH, etc. Una magnitud eléctrica puede ser una resistencia (como en una RTD), una capacidad eléctrica (como en un sensor de humedad), una Tensión eléctrica (como en un termopar), una corriente eléctrica (como en un fototransistor), etc.
Un sensor se diferencia de un transductor en que el sensor está siempre en contacto con la variable de instrumentación con lo que puede decirse también que es un dispositivo que aprovecha una de sus propiedades con el fin de adaptar la señal que mide para que la pueda interpretar otro dispositivo. Como por ejemplo el termómetro de mercurio que aprovecha la propiedad que posee el mercurio de dilatarse o contraerse por la acción de la temperatura. Un sensor también puede decirse que es un dispositivo que convierte una forma de energía en otra.
Áreas de aplicación de los sensores: Industria automotriz, robótica, industria aeroespacial, medicina, industria de manufactura, etc.
Los sensores pueden estar conectados a un computador para obtener ventajas como son el acceso a una base de datos, la toma de valores desde el sensor, etc.
Características de un sensor de movimiento
Rango de medida: dominio en la magnitud medida en el que puede aplicarse el sensor.
Precisión: es el error de medida máximo esperado.
Offset o desviación de cero: valor de la variable de salida cuando la variable de entrada es nula. Si el rango de medida no llega a valores nulos de la variable de entrada, habitualmente se establece otro punto de referencia para definir el offset.
Linealidad o correlación lineal.
Sensibilidad de un sensor: suponiendo que es de entrada a salida y la variación de la magnitud de entrada.
Resolución: mínima variación de la magnitud de entrada que puede apreciarse a la salida.
Rapidez de respuesta: puede ser un tiempo fijo o depender de cuánto varíe la magnitud a medir. Depende de la capacidad del sistema para seguir las variaciones de la magnitud de entrada.
Derivas: son otras magnitudes, aparte de la medida como magnitud de entrada, que influyen en la variable de salida. Por ejemplo, pueden ser condiciones ambientales, como la humedad, la temperatura u otras como el envejecimiento (oxidación, desgaste, etc.) del sensor.
Repetitividad: error esperado al repetir varias veces la misma medida.
Un sensor es un tipo de transductor que transforma la magnitud que se quiere medir o controlar, en otra, que facilita su medida. Pueden ser de indicación directa (ejemplo. un termómetro de mercurio) o pueden estar conectados a un indicador (posiblemente a través de un convertidor analógico a digital, un computador y un display) de modo que los valores detectados puedan ser leídos por un humano.
Por lo general, la señal de salida de estos sensores no es apta para su lectura directa y a veces tampoco para su procesado, por lo que se usa un circuito de acondicionamiento, como por ejemplo un puente de Wheatstone, amplificadores y filtros electrónicos que adaptan la señal a los niveles apropiados para el resto de los circuitos.
Resolución y precisión
La resolución de un sensor es el menor cambio en la magnitud de entrada que se aprecia en la magnitud de salida. Sin embargo, la precisión es el máximo error esperado en la medida.
La resolución puede ser de menor valor que la precisión. Por ejemplo, si al medir una distancia la resolución es de 0,01 mm, pero la precisión es de 1 mm, entonces pueden apreciarse variaciones en la distancia medida de 0,01 mm, pero no puede asegurarse que haya un error de medición menor a 1 mm. En la mayoría de los casos este exceso de resolución conlleva a un exceso innecesario en el coste del sistema. No obstante, en estos sistemas, si el error en la medida sigue una distribución normal o similar, lo cual es frecuente en errores accidentales, es decir, no sistemáticos, la repetitividad podría ser de un valor inferior a la precisión.
Sin embargo, la precisión no puede ser de un valor inferior a la resolución, pues no puede asegurarse que el error en la medida sea menor a la mínima variación en la magnitud de entrada que puede observarse en la magnitud de salida.
Sentido del gusto
Y ahora: el sentido del gusto, total muy mi gusto y respetando el gusto del lector.
El gusto es función de las papilas gustativas en la boca; su importancia depende de que permita seleccionar los alimentos y bebidas según los deseos de la persona y también según las necesidades nutritivas. El gusto actúa por contacto de sustancias químicas solubles con la lengua. El ser humano es capaz de percibir un abanico amplio de sabores como respuesta a la combinación de varios estímulos, entre ellos textura, temperatura, olor y gusto.El sentido del gusto depende de la estimulación de los llamados "botones gustativos", las cuales se sitúan preferentemente en la lengua, aunque algunas se encuentran en el paladar; su sensibilidad es variable.
Página siguiente |