Productividad familiar en medios rurales y medios urbanos.
A pesar de la flexibilización de ambos conceptos, rural y urbano, sea por causa de la globalización y el acercamiento e interacción de ambas realidades, o del establecimiento de nuevos enfoques para traducir y caracterizar estas categorías, aún es posible advertir para cada una de ellas determinadas prácticas culturales que permiten identificarlas y diferenciarlas. Diferenciación que centraremos principalmente en el ámbito productivo del medio rural, de la que creemos, se articula un éxodo de estas prácticas y lógicas hacia el medio urbano-moderno, cristalizado en la comercialización en Ferias libres, como forma de resistencia conciente o no hacia el modelo económico y social imperante.
En primer lugar queremos presentar una pequeña matriz que muestra una comparación entre algunas de las características principales entre la lógica tradicional campesina y la capitalista, considerando relevante para este documento esta información, en tanto gran parte de los comerciantes informales de la Feria Pinto provienen de sectores rurales campesinos.
Economía tradicional campesina | Economía capitalista neoliberal |
-Unidad de producción y consumo a la vez (producción hacia el autoconsumo). –Carácter familiar de la producción. -El rol del jefe de hogar se asocia a la distribución de la fuerza de trabajo familiar en las actividades productivas. -Intensidad del trabajo basado en el grado de satisfacción de las necesidades y demandas familiares. -Evasión del riesgo, cualquiera sea la ganancia potencial que se pueda esperar de una determinada actividad . | El crecimiento depende del dinamismo del mercado -como asignador eficiente de recursos disponibles-, y de la actividad del sector privado, lo que de paso define el rol del Estado; este debe proceder a privatizar todas aquellas actividades productivas y de servicio en las cuales se había involucrado, y al que se lo considera ineficiente en la gestión de actividades productivas; el incremento de la inversión, el empleo y la modernización de la actividad productiva de bienes y servicios dependen de la inversión extranjera; incrementación de las tasas de ganancia con el objeto de asegurar un flujo constante de inversión privada. Lo anterior requiere de una flexibilización y supresión de todos aquellos aspectos de origen político e institucional que alteran y distorsionan el proceso de asignación eficiente de recursos, y la magnitud y velocidad del crecimiento depende del aumento de la capacidad exportadora (Bahamondes, 2000: 26-27). |
Las lógicas campesinas de antaño, conservaban características que les permitían hasta cierto punto, no depender del sistema capitalista, dado esencialmente por la autonomía que les otorgaba la posesión y trabajo de sus tierras y el conocimiento ancestral de los recursos de la naturaleza y los procesos productivos necesarios para obtener alimentación y resguardo de las inclemencias del medio. Todo ello, acompañado de un sistema de relaciones sociales que permitía generar armonía en el equilibrio productivo-familiar y en el cuidado del ecosistema. Es en este sistema de relaciones sociales en donde los niños eran actores activos de los procesos productivos del grupo familiar, sin embargo estos se integraban a ellos de manera distinta a las de las dinámicas modernistas de trabajo.
Mientras que en el medio rural, los niños se incorporaban a los procesos productivos del grupo doméstico a medida y en consideración de sus habilidades y etapa de vida -en el uso de su fuerza de trabajo para cooperar con la obtención de productos necesarios para el abastecimiento familiar- en el medio urbano estos son momentáneamente excluidos de los procesos productivos, por cuanto gran parte de la socialización primaria o de su enculturación, será desplazada hacia la escuela, lugar que dotará al alumno de los conocimientos necesarios para su posterior venta de su fuerza de trabajo, con un valor asignado de acuerdo a los estándares de la oferta y la demanda del mercado.
De esta forma el niño urbano, se convierte en un "cheque a plazo para el mercado" y para quienes dominan grandes cuotas de poder y dinero, o al más puro estilo marxista, los niños se "convierten en un instrumento de trabajo y en simples artículos de comercio" (Cicchelli- Pugeault y Cichelli, 1999: 45). Por otro lado, dada la venta de la fuerza de trabajo, se generan relaciones de competencia entre los integrantes del grupo familiar que rompen con el sistema comunitario de vida, por lo que la familia y su carácter de "comunidad familiar no es ni verdadera ni racional, porque uno de sus miembros puede todavía hacer alarde de aportar la mayor parte" (Cicchelli- Pugeault y Cicchelli, 1999). Emana del trabajo de los niños (en el modelo capitalista), cambios en los roles de la familia, configurándose la parentalización por parte de los menores que aportan con una pensión. En el caso de la integración de los niños campesinos-indígenas a las escuelas, se disminuirá la fuerza de trabajo para los procesos productivos de su grupo familiar, lo cual a largo plazo, significará la inserción de sus padres al sistema capitalista, en un proceso contínuo de proletarización.
Distribución de funciones y actividades en la consecución de ingresos familiares.
Como explicábamos en los párrafos anteriores, en la economía tradicional la distribución de tareas y duración del trabajo de los integrantes del grupo familiar se definían en función de las condiciones naturales de los individuos- según sus capacidades individuales fisiológicas-, lo que configuraba que dentro de las relaciones familiares, ambos padres recibieran ayuda progresiva de los hijos. Así por ejemplo, el padre tejía, la mujer realizaba actividades de tipo doméstico y los niños recolectaban algunos frutos que podían capturar sin mayor complejidad, o simplemente ayudaban, en la medida de lo posible, en las actividades que ejecutaban sus padres, asegurando en estos espacios la educación de estos. Sin embargo, en el escenario moderno, la pauperización de los medios laborales ha obligado a los padres a tener que incluir a sus hijos en los procesos de producción y venta de mercancías, en actividades que poco se acercan a esta armonía social y fisiológica de los menores de edad con estos procesos.
Se añade a ello, que parte importante de la población de la IX región esta constituida por identidades culturales indígenas, quienes ingresan a sus niños a los sistemas educacionales institucionalizados, que los excluye y discrimina, en tanto no son respetados ni reconocidos los conocimientos de estos pueblos dentro de los procesos de enseñanza aprendizaje. Así, en el proceso de integración de los niños a las escuelas, son desvalorizados sus conocimientos culturales. No obstante, también podemos advertir la génesis de otros tipos de cambios valóricos, actitudinales y conductuales de los niños, que es posible identificar en las reacciones de algunos relatos de padres indígenas pertenecientes a territorios bolivianos:
[La escuela occidental] Les hace flojos, porque cuanto más necesitamos del trabajo de nuestros hijos, ellos se van a la escuela, y después ya no quieren trabajar. (Luís Albarracín, y otros Rumi Muqu 1994)
Les hace mentirosos porque lo que enseñan no está de acuerdo a nuestros valores. (Andres Sanches, Rumi Muqu 1994)
Allí es donde aprenden a robar. (Primitivo Caero, Raqaypampa 1994)
Los niños mientras más van a la escuela se vuelven más irrespetuosos, ya no saben ni saludar ni respetar a los mayores. (Escolastico Albarracín, Rumi Muqu 1994)
Les induce a odiar nuestra vivencia, nuestra forma de vestir, nuestras costumbres nuestras normas y valores, nuestra cultura. (Florencio Alarcon, Raqaypampa 1994)
En la escuela los niños aprenden a ser desobedientes. (Roberto Albarracín, Rumi Muqu 1994) (Arispe, 2006: 2-3).
Es posible destacar que estas tradiciones culturales asociados al ámbito rural, paulatinamente han sido reemplazadas por las lógicas del capitalismo. La consecución de capital para el grupo familiar incluye cada día más a los menores de edad a vender su fuerza de trabajo. Pero es necesario señalar que aún se conservan parte de esas pautas culturales, y que la valoración del trabajo de los niños para los padres puede tener diferente significado para los pertenecientes a las prácticas culturales urbanas de las rurales.
En todo caso, el texto de Davinson y Ketterer (2006), exponen en determinadas producciones, como los menores colaboran en los procesos productivos tradicionales en sus casas y luego, en algunos casos, en la Feria continúan desarrollando labores para el sustento familiar en la venta de los productos, combinando ambas prácticas (la tradicional y la occidental).
Por cierto que se prohíbe y se trabaja para la erradicación del trabajo infantil, pero la necesidad y la carencia de recursos les obliga a realizar estas actividades. Y no obstante, a pesar de la protección hacia los derechos de los infantes, solo escaparán al capital hasta que deban ingresar más tarde al sistema laboral, en donde no correrán mejor suerte.
Reproducción de pautas culturales rurales/indígenas de resistencia al actual modelo económico.
En la sección anterior quisimos diferenciar el concepto de trabajo infantil en las prácticas tradicionales de las capitalistas. En esta parte del ensayo, haremos mención a la reproducción de pautas culturales de ámbitos rurales-indígenas, y su establecimiento como una estrategia de resistencia, conciente o no, hacia al modelo económico actual.
El establecimiento de las Ferias podrían simplificarse a razones de supervivencia y exclusión social, factores y causas que en sí hemos legitimado en este documento. Sin embargo, hemos querido agregar otros tipos de aspectos a valorar a la hora de analizar la realidad sociocultural de estos espacios. En este sentido, creemos que ambos segmentos de la cultura popular, la tradicional (del medio rural-indígena) y la urbana (proletaria), configuran y recrean sus identidades por medio de las relaciones sociales que establecen en las Ferias. Medio que además, les proporciona gratificaciones sociales. En términos de Davinson y Ketterer, "ellos o ellas recrean, desde tiempos inmemoriales, el sustrato de su memoria indígena, mestiza y popular más intima y profunda, reconfigurando acciones o prácticas antiguas que se metamorfosean, representándose en la actualidad como múltiples formas de relación con el mercado; pero manteniendo la distancia de la dignidad, no siendo completamente absorbidos por él, resistiéndose a ser avasallados por su incapacidad para distribuir equitativamente la riqueza" (Davinson y Ketterer, 2006: 108).
Se presenta como uno de los principales dispositivos de reproducción cultural de estas identidades populares la oralidad, aspecto que recordemos caracterizó y aún caracteriza culturalmente a los sectores campesinos y al pueblo mapuche. Pero compartiendo con los autores del texto, las pautas culturales del patriarcado y el neomachismo han deslegitimado esta característica típica de los sectores populares, "denominándolo copuchenteo, habladuría o cahuin de mujeres; sin considerar que es a través del lenguajear donde damos rienda a nuestros sentires y pesares, reproduciendo una oportunidad mágica de aprehender y recrear formas de vida más humanas" (Davinson y Ketterer, 2006: 62).
Sólo nos queda asegurar que la reproducción de estas pautas culturales no tengan que afectar a uno de los sectores etáreos más vulnerables de la sociedad, los niños, lo que como hemos visto, en realidad son partícipes clave en el sustento familiar.
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