- Resumen
- Aproximación histórica
- El enfoque teórico de la arqueología del paisaje
- Metodología para el estudio paisajístico
- Estudio del paisaje arquitectónico
- Resultados
- El paisaje arquitectónico
- Bibliografía
Partimos de la descripción de la historia y los rasgos arquitectónicos de una hacienda de principios del siglo XX localizada en la comunidad de Pillapi, en Tiwanaku. Por medio de dichas descripciones y el análisis hecho en fotografías satelitales y diagramas, se derivaron panoramas paisajísticos, como las restricciones de accesibilidad y tránsito, que experimentaban las personas que habitaban dichos recintos. Estos datos nos permitieron aportar a la interpretación de las formas de percibir el control en el paisaje y el manejo del espacio dentro una hacienda en la cuenca del lago Titicaca.
Introducción
El estudio de haciendas en el altiplano de la cuenca del lago Titicaca ha sido muy escaso en el ámbito científico. Así, los estudios que pretendan contrastar datos históricos con los arqueológicos no han sido parte de los estudios historiográficos. El presente ensayo es un aporte a la comprensión de datos históricos por medio del análisis espacial de la arqueología del paisaje, cuyas interpretaciones fueron fundamentadas en datos materiales arquitectónicos.
La hacienda Pillapi se localiza en la comunidad de Pillapi, en las faldas de la serranía de la formación taraco, en el valle de Tiwanaku. La comunidad de Pillapi pertenece al cantón Tiwanaku, que a su vez es la capital de la cuarta sección de la Provincia Ingavi del departa- mento de La Paz. La hacienda esta a una hora y media de la ciudad de La Paz, y a media hora del pueblo de Tiwa- naku; a 3845msnm, en un coluvio arenoso y de una suave pendiente que baja de las faldas de la formación mon- tañosa mencionada.
Su relieve muestra una diferencia de alturas entre los 3868 y los 4465 msnm.
Fig.1: Localización de la hacienda Pillapi
El presente estudio se enfoca en el momento histórico en el que la hacienda de Pillapi fue propiedad de Benedicto goytia, quien la compró en 1878 a particulares. En ese en- tonces, goytia se dedicó al rescate de quinua, explotación de caucho (en sus propiedades orientales) tenía minas de plata en Larecaja, de estaño en Inquisivi y acciones en Huan- chaca. También fue varias veces diputado nacional, senador y diplomático por el partido Liberal, además de militar. Autores como Silvia Rivera consideran que él, fue parte de la oligarquía paceña de la época liberal. Fue parte, no solamente de los hacendados, sino de una fuerza política y empresarial.
Para una mejor comprensión de la coyuntura de ese entonces, a continua- ción describiremos aspectos generales de la hacienda en la región.
Las múltiples respuestas de la propiedad privada en el altiplano, muestran la capacidad de adaptación económica a las fuerzas del mercado. Los actores social – económicos, terra- tenientes, comunidades e iglesia respondieron de forma diversa ante un mercado de tierras relativamente abierto. Para preservar su capacidad productiva se sirvieron a menudo de la herencia, el alquiler, la compra – venta y las alianzas matrimoniales, entre otros. De ahí que las propiedades cambiaran de dueño y tamaño constantemente.
Sin embargo, entre los siglos XVIII y XIX se puede advertir dos cosas. Primero, el crecimiento de la propiedad hacendataria en detrimento de las comunidades y la iglesia. Segundo, la expansión de la hacienda hacia zonas, antes poco apreciadas. Las haciendas de panllevar crecen en el altiplano. De este proceso simultáneo dice Herbert Klein:
El lento pero paulatino crecimiento de la población de La Paz comenzaba a hacer de las haciendas de panllevar una atractiva inversión, dada su baja demanda de capital堡 expensas de las comunidades libres (Herbert Klein, 1995: 141).
La ciudad de La Paz se fue configurando a lo largo del siglo XIX como una urbe mestiza con una economía múltiple y complementaria. Experimenta dos fenómenos paralelos: por un lado las comunidades – parroquias "mantiene su estructura de ayllus" (Rossana Barragán, 1992: 91), y por otro se experimenta una "invasión" hacia estos sectores por pobladores mestizos y criollos (María Eugenia Soux, 1997: 220). Para Marta Irurozqui el ataque a la propiedad comunal respondió a la reorganización de la élite, quien vio en ella una inversión segura (Marta Irurozqui, 1994: 74) Entre las zonas más afectadas por la ampliación de la hacienda se encuentra la provincia Pacajes. Caquiaviri, Viacha, Taraco, Topohoco y Santiago de Machaca, que fueron las más importantes, además de Tiwanaku; "región beneficiada por microclima del lago Titicaca, donde se vendieron 5 ayllus" (Silvia Rivera, 1978: 103).
La hacienda entra en Tiwanaku en el siglo XVII. Se tiene constancia de Francisco Sepúl- veda, cura del pueblo de Viacha, dueño de la estancia de Qantapa en 1676, quien la dona a su hermana Antonia de Sepúlveda "casada con Diego Adrián de laVega" (Roberto Choque, 1984 – 1988: 231). De la estancia de Wanquuta y Kausaya, esta última perteneciente a la iglesia del pueblo con "2000 cabezas de ganado de Castilla (1900 paridoras y 100 carneros) [y] 28 cabezas de ganado vacuno (15 paridoras, 6 toros, 4 torillos de dos años y 3 terneras)" (Ibíd.:
282).Yanamani "堼em>una de las mejores haciendas堡 finales del siglo XVIII" (Ibíd.) yWakullani, inicialmente perteneciente a los caciques guarachi de Jesús de Machaca.
A inicios del siglo XIX la hacienda se extiende a todo el cantón, de igual manera el dominio de la población forastera sobre las comunidades libres (ver, cuadro 1 y 2).
Los registros más antiguos que pudimos encontrar de la hacienda de Pillapi se remontan a 1838. Se encontraba constituida por 59 yanaconas.Aunque no se consigna su extensión ni el nombre del propietario, suponemos que se encontraba entre las haciendas más grandes del cantón por el número de yanaconas en relación con otras propiedades.
Hacia 1859 se aprecia el crecimiento de la hacienda hacia nuevas tierras de comunidad en el cantón. Sin embargo, si bien es cierto, la expansión de la propiedad privada y el creci- miento proporcional de la población forastera, esta situación es complementaria al número de contribuyentes y próximos muertos. La hacienda en el cantón tiene un bajo índice de mortandad con relación a los ayllus libres. Esto puede ser atribuible a varias causas entre ellas la figura estacional del yanacona frente a la población estable de la comunidad.Aunque cabe hacer notar que la hacienda tenía una forma de control directo sobre el trabajador por eso se institucionaliza la huida (ver, cuadro 3).
La imagen de la hacienda de Pillapi está muy relacionada con la figura de Benedicto goytia, de quien se dice que "llegó a poseer [la hacienda] por haber ganado una apuesta de riña de gallos y de ésta manera desalojó al anterior dueño de las tierras y que ya no existen campesinos que tengan algunas referencias sobre los antecedentes del anterior patrón" (Francisco Amusquibar, 1963: 22). En realidad la adquirió en 1878 de Barrón Rivero por un monto aproximado de 50000 Bs. Al parecer fue una de las primeras haciendas que adquirió; a inicios del siglo XX con el triunfo de los liberales, sus propiedades se expandieron por el resto del cantón. En 1910 aparece como dueño de Pillapi con una renta de 10000 Bs. por esta propiedad que tenía una extensión estimada en 3000 has.
Benedicto goytia bien ejemplifica los perfiles del liberalismo boliviano, una suerte de relación político – económica. Criado huérfano por el general g. gómez de goytia en Oruro se enlistó en el ejército en 1871, para derrocar a Melgarejo. Su ascenso militar fue a la par con sus logros políticos, concejal en 1882, parlamentario "por veinte años seguidos (1886 – 1906)", senador y presidente de la cámara de diputados (1902). En la guerra Federal "cumplió con la misión de traer de Arica el armamento comprado en Lima por [Claudio] Pinilla y de organizar el Rgmto "Loa" (lo que le valió el ascenso a Cnl.)". Forma parte de las éli- tes paceñas que acceden al poder, sectores sociales, definidos, por la posesión del poder político y económico.
Pillapi, forma parte, al parecer, de un sistema de tenencia de la tierra más complejo1. Benedicto goytia tenía múltiples intereses en el cantón, era dueño de las haciendas de Umamarca, Yanarico, Rosa Pata, Queruni, Pircuta y guancollo, además de Pillapi (ver, plano de las haciendas de Benedicto goytia en Tiwanaku (1910 – 1932)). Fuera del cantón sus intereses se extendían hacia guaqui, donde era dueño de Patarani, Picuta, Sullcata, además de un canchón dentro el radio urbano del pueblo. Era un hombre muy activo en sus negocios, en un sistema dinámico y frágil.
Pillapi era la hacienda más grande en Tiwanaku. Su extensión oscila entre 2700 y 3000 hectáreas. Con la ley de reforma agraria, la propiedad es distribuida entre sus múltiples actores: la superficie total llega a 2679. 244 hectáreas.
En cuanto a la economía, a pesar de las múltiples influencias del dueño, la vinculación con el mercado se daba a través de los yanaconas y las ferias.Al parecer no existía un interés para la venta de los productos de la hacienda.
"Cuando terminaban las cosechas, teníamos que viajar a la ciudad y a otros pueblos para vender los productos y llevarle la plata al patrón妱uot;
1 Para Silvia Rivera la vinculación de las élites con la tierra respondía al interés en tanto activo negociable para captar pequeños capitales que le permitan hacer nuevas inversiones en la minería, la banca o el comercio, y mantener una renta estable, que lo salve de la ruina si sus negocios fracasaban. Es decir, la propiedad de la tierra se constituye en un colchón económico.
Esta falta de interés puede haber contribuido a la reactivación de las redes comerciales del altiplano y su vinculación con los valles y los yungas. george Rouma en 1911 habla del gran consumo de coca en Pillapi y otras localidades que no pasa de "2 onzas de hoja de coca por día". Sin embargo, le extraña que los "indios deYungas de La Paz que cultivan la coca no la usen".
En 1932 cuando se construyen nuevos "edificios" en la hacienda y se amplía la arbori- zación, la finca producía: 500 cargas de papa dulce; 500 de papa amarga; 150 de cebada grano; 20 de quinua y 1500 quintales de cebada berza. Hacia ese año la población, según el padrón de propiedades catastrales de la Provincia Ingavi, se redujo a 48 colonos. Si bien la importancia económica de la hacienda es resaltante, la falta de interés de los propietarios por nuevos mercados y una población consumidora, es relativamente escasa: no incentivaron su crecimiento fuera de una o dos generaciones.
La gran extensión de la hacienda y la escasa fuerza de trabajo disponible fomentaron el aumento de las horas de trabajo. Son repetidas las menciones al exceso de trabajo de los indios yanaconas. En 1911 "堼em>ellos trabajaban desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, no cogen más que el reposo necesario para comer"; hacia la década de los 30s "trabajaban desde las cinco de la mañana hasta las siete de la noche y durante el trabajo lo único que nos daba el capataz era un poco de coca a las tres de la tarde妱uot;.A pesar de la tecnología agraria introducida, pozos, canalizaciones, arados y arborización, el trabajo era pesado, tal es el caso, que en algunas ocasiones, solo en las noches se podía trabajar en los terrenos otorgados por el patrón, especialmente cuando los yanaconas viajaban a vender los productos de la hacienda.
La autoridad ejercida sobre los comunarios de la hacienda de Pillapi se dio a través de una relación directa con los dueños de las propiedades. La presencia del Estado era inci- piente, por no decir inexistente. Pese a que se decretó a principios de siglo la abolición de los servicios personales, los indígenas siguieron sirviendo como pongos en las casas de los hacendados "por semanas tenía que ir a la ciudad a la casa del patrón para barrer, limpiar, hacer de portero y todos los trabajos". Por otro lado, las jerarquías de organización política, en algunas haciendas, como Pillapi, se distorsionaron. La nobleza indígena desapareció en algunas lo- calidades y regiones, en otras, se convirtieron en prósperos hacendados a expensas de sus comunidades. En Pillapi, las autoridades: el capataz, el jilacata y el alcalde, eran elegidos por el hacendado, por lo que las relaciones con los yanaconas era a menudo tensa.
"las funciones en general, de las autoridades antes mencionadas eran: cautelar el orden público, conocer en primera instancia los pleitos y delitos de cualquier género,pero sobre todo estaban para hacer cumplir las obligaciones del colono con respecto al patrón y los deberes del trabajo妱uot; La casa de hacienda se encuentra en un lugar estratégico, no puede dominar toda la ex- tensión, pero si controla las zonas más importantes de la planicie y las laderas de la montaña, como describiremos en el análisis paisajístico. El hacendado era un propietario ausentista por lo que es de presumir que el capataz o mayordomo residían de forma permanente en ella, además de tener acceso a las estructuras arquitectónicas de control (ver mas abajo). Para el caso de Wanqollo, una hacienda también de Benedicto goytia, se decía, "A ellos [el mayordomo] se les servía y de la misma manera en otras haciendas, ya que vivían en la casa de hacienda.A ellos se servía como pongos公 administrador mandaba al mayordomo,como autoridad legítima; el mayordomo mandaba al jilaqata y al alcalde y jilaqatas mandaban a los indios, así era" A la muerte de goytia en 1925 la hacienda pasa al "Gral. Sanjinés" por el matrimonio con una de sus hijas. En 1952, con la Reforma Agraria, la propiedad se divide en dos partes (percibidas mejor en las fiestas de carnaval): la parte alta, en las faldas de la serranía, se la denomina collu, y la zona próxima al lago, se la conoce como La Pampa. La estructura política local también cambia: el Comando Campesino del MNR y la Central de Coope- rativas Campesinas, la segunda más que la primera, reemplazan al poder de los jilacatas y la estructura política anterior. La casa de hacienda, en tanto, es convertida en un centro técnico agrícola.
Los antecedentes históricos proponen las siguientes afirmaciones, que pondremos como elementos a comprobar o refutar por medio de la arqueología del paisaje:
堠 Entre los siglos XVIII y XIX se puede advertir dos cosas: el crecimiento de la propiedad hacenda- taria en detrimento de las comunidades y la iglesia.
堠 A inicios del siglo XIX la hacienda se extiende a todo el cantón de Tiwanaku, de igual manera, el dominio de la población forastera sobre las comunidades libres (ver, cuadro 1 y 2).
堠 En 1910, Goytia, como dueño de Pillapi, percibió una renta de 10000 Bs. por esta propiedad que tenía una extensión estimada en 3000 hc.
堠 Benedicto Goytia ejemplifica los perfiles del liberalismo boliviano, una suerte de relación político – económica. Así, en la hacienda Pillapi no existió un interés para la venta de los productos de la hacienda, sino en tanto provea de ingresos.
堠 Hubo un ataque a la propiedad comunal (Marta Irurozqui, 1994: 74) y alianzas con autoridades locales.
堠 La nobleza indígena desapareció en algunas localidades y regiones, en otras, se convirtieron en prósperos hacendados a expensas de sus comunidades. En Pillapi, las autoridades: el capataz, el jilacata y el alcalde, eran elegidos por el hacendado, por lo que las relaciones con los yanaconas era a menudo tensa. Las funciones en general, de las autoridades antes mencionadas eran: cautelar el orden público.
堠 La hacienda tenía control directo sobre el trabajador, por eso se institucionaliza la huida (ver, cuadro 3).
堠 La gran extensión de la hacienda y la escasa fuerza de trabajo disponible fomentaron el aumento de las horas de trabajo.
Estas afirmaciones podrán ser evaluadas por medio de la arqueología del paisaje, del cual explicaremos, a continuación, primeramente, sus fundamentos y metodología.
El enfoque teórico de la arqueología del paisaje
La arqueología del paisaje considera el espacio como un medio significativo, más que un contenedor de la acción, algo que está involucrado en la acción y que no puede separarse de ella (Tilley 1994). Como tal, el espacio de un asentamiento no existe y no puede existir separado de los eventos y actividades dentro de los cuales está implicado (Op. Cit.). Por tanto el espacio es producido socialmente, y las diferentes sociedades, grupos e individuos viven su vida en diferentes espacios (Op. Cit.). Esto hace que el espacio sea una construcción simbólica como afirma Criado (1999) en su definición de arqueología del paisaje:
堬a Arqueología del Paisaje estudia un tipo específico de producto humano (el paisaje) que utiliza una realidad dada (el espacio físico) para crear una realidad nueva (el espacio social: humanizado, económico, agrario, habitacional, político, territorial…) mediante la aplica- ción de un orden imaginado (el espacio simbólico: sentido, percibido, pensado…). Esta concepción supone que la dimensión simbólica constituye una parte esencial del paisaje social y que una comprensión integral del mismo debe dar cuenta de ella堼/em>(Criado Boado199:7)2
Complementariamente, el espacio permite desarrollar percepciones y experiencias. La percepción o la experiencia vistos a partir de la forma de la disposición del asentamiento y la arquitectura de los recintos, depende en parte de una estructura, considerada como un conjunto de reglas y recursos para la acción; es el medio por el cual se produce la acción, tanto habilitándola como restringiéndola. Esta es también creada, reproducida y cambiada a través de la acción significativa de los agentes. Esta acción afecta la estructura determi- nante de la percepción en virtud de su especificidad temporal y espacial, esto muestra lo complejo de la integración no lineal de la percepción, la estructura y la acción práctica (Criado Boado 199, Tilley 1994). En contraste a lo anterior, el tiempo y espacio son componentes de la acción (Tilley 1994). En el último, los actores crean sus escenarios; y la manera en que lo hacen depende de la especificidad de su relación con el mismo (percepción y experiencia). Los espacios y lugares constituyen espacios más amplios para las prácticas y paisajes sociales (Tilley, 1994); por tanto el paisaje es una forma estructural anónima siempre modelada por agentes humanos (Op. Cit.). También, el paisaje es tanto el medio para un resultado de la acción como las historias previas de la acción. Los paisajes son experimentados en la práctica, en las actividades diarias (Tilley, 1994). Así Tilley rechaza la noción de paisaje como algo únicamente inherente en forma de una represen- tación o conocimiento mental; empero, también afirma, que los locales y paisajes son incor- porados en los tiempos sociales e individuales de la memoria práctica, que son conocimientos mentales porque también los lugares son siempre leídos o entendidos con relación a otros, mientras que los lugares y el movimiento entre ellos, dentro las práctica, están íntimamen- te relacionados con la formación de biografías personales; se puede decir que los lugares mismos adquieren una historia, capas sedimentadas de significado en virtud de las acciones y eventos que tienen lugar en ellos. Así hay un arte de caminar. El caminar es el medio y el resultado de una práctica espacial, un modo de existencia en el mundo (Tilley, 1994). El estudio paisajístico también permite adentrarse en la historia de un lugar. Este no solo involucra cierto tipo de movimiento temporal, sino que es también una práctica espa- cial: hay una organización de lugares por medio de desplazamientos que son descritos por el paisaje. Ellos son parte de un trabajo humano que transforma un espacio abstracto homogéneo (natural) en un lugar antropogénico, que es el resultado de las prácticas y experiencias (Tilley 1994). La historia de un lugar es, por tanto, una organización discursiva de una práctica de espacialización, un itinerario y rutina corporal: Las historias espaciales tratan acerca de las operaciones y prácticas que constituyen espacios y locales para Tilley (1994). Así los que describen el viaje han desaparecido y si las historias están conectadas con prácticas espaciales repetidas regularmente se llegan a apoyar mutuamen- te, y cuando una historia se asienta dentro del paisaje, la historia y el lugar se ayudan a construirse y reproducirse recíprocamente (idem). Los lugares, dentro de este paisaje y prácticas, ayudan a rememorar historias que se asocian con ellos, y los lugares sólo existen en virtud de su empleo dentro de una narrativa. Los lugares, como las personas, tienen biografías considerando que se forman, usan y transforman con relación a la práctica (Tilley, 1994). 2 El subrayado y la italica son nuestras. La distancia y la dirección son percibidas también en el acto de usar o apropiarse de los lugares. Lo que esta cerca o lejos, en esta o aquella dirección, moviéndose a lo largo de un área u otra, es proclive a ser inferido en base a las materias primas de los líticos, los restos de animales que fueron casados, los tipos y formas de utensilios de alfarería usados. Estos conectan patrones de intencionalidad individual con el movimiento y la percepción corporal. Crea significados personales para un individuo en sus rutinas corporales, lugares recordados y lugares de importancia afectiva (siguiendo a Tilley, 1994). La construcción significativa del espacio, siguiendo a Criado Boado (1999:51), se re- fiere a: 堥l proceso de domesticación simbólica del espacio que se articula a través de 堵n control del espacio-tiempo basado en la visibilidad y permanencia inherente a la construcción monumental, en el control y manipulación de la experiencia del tiempo y del movimiento sobre el espacio que se produce a través de los monumentos堼/em>3 La lógica de la arqueología del paisaje es considerada la más adecuada para enfocarnos en el estudio del asentamiento, porque la experiencia espacial del asentamiento, como de sus alrededores, no es inocente y neutral, sino revestida de significados; el espacio en el que se localiza forma parte de una percepción: es percibido y encontrado. El estudio de la hacienda fue desarrollado en base a observaciones y estudios espaciales del paisaje que acoge al recinto arquitectónico, como el paisaje que forma la arquitectura de la hacienda. Este consistió en la identificación de formas, capacidades de visualización desde diferentes espacios de la hacienda, como la permeabilidad y el tránsito que permiten los muros y entradas de la estructura arquitectónica. Análisis morfológico del paisaje Desarrollamos un reconocimiento de las formas o constituyentes elementales del espacio considerado, tanto naturales como formas topográficas, es decir lo que tradicionalmente se denominaría un análisis fisiográfico, que involucró definir lo que llamamos forma básica y forma específica (Criado Boado 1999). El análisis del terreno se concretó en mapas morfológicos y diagramas formales que muestran la topografía y mapas. Análisis de visualización Permitió Indicar la visibilización, que definimos como la manera en que un elemento arqueológico es visto; de la visibilidad o panorámica que se domina desde él y de la ín- tervisibilidad o relación visual entre ese elemento y otros, sean o no arqueológicos. Este análisis permitió establecer mapas y diagramas de visibilidad e íntervisibilidad (Criado Boado 1999). 3 la itálica es nuestra Análisis de tránsito y permeabilidad Nos permitió identificar rutas que hacen permeable espacios vinculados al asentamiento de estudio y reestableció el sentido de los movimientos sobre él. Este análisis permitió identificar, también, las vías de comunicación predefinidas naturalmente y utilizadas o utilizables por los grupos humanos. Se generó, eventualmente, mapas de claves de movi- miento y líneas de tránsito y, mediante la abstracción de sus resultados y su combinación con los del análisis formal, que permitió desarrollar modelos y diagramas de permeabilidad (Criado Boado 1999). Este análisis consiste en la descripción de las formas que ocupan los espacios ocupados por los muros y rasgos arquitectónicos, la visualización o capacidades de ver o ser visto, dentro de dicho recinto; y el tránsito que dirige o imponen los muros y rasgos arquitectó- nicos, que podrían componer significados dirigidos de sus constructores o autores. Análisis morfológico de la arquitectura Desarrolló un reconocimiento de las formas o constituyentes elementales del espacio arquitectónico, involucró definir lo que llamamos forma básica y forma específica basada en los muros, su desplazamiento y forma (Mañana Borrazás Blanco Rotea y Ayán Vila 2002). Este análisis se concretó en planimetrías y diagramas. Análisis de visualización de la arquitectura Permitió indicar la visibilización que definimos como la forma cómo un espacio arqui- tectónico es visto; de la visibilidad o panorámica que se domina desde él y de la íntervisi- bilidad o relación visual entre ese elemento y otros, sean o no arquitectónicos. Este análisis permitió establecer mapas y diagramas de visibilidad e íntervisibilidad (Mañana Borrazás Blanco Rotea y Ayán Vila 2002). También, este tipo de dato se puede interpretar como elementos de la privacidad, puesto que verse o evitar verse muestra deseos de ser o no ser percibidos (Carrillo Mauriz 2002, Escalante gonzalbo 2004). Análisis de tránsito y permeabilidad de la arquitectura Nos permitió identificar rutas que hacen permeable espacios vinculados al rasgo arqui- tectónico de estudio y preestableció el sentido de los movimientos sobre él. Este análisis permitió identificar, también, las vías de comunicación. Se generó, eventualmente mapas de claves de movimiento y líneas de tránsito y, mediante la abstracción de sus resultados y su combinación con los del análisis formal, permitió desarrollar modelos y diagramas de permeabilidad (Mañana Borrazás Blanco Rotea y Ayán Vila 2002, zarankin 2002). Análisis morfológico nos da cuenta de que la hacienda está en una planicie o llano, desde allí tiene acceso a tierras potenciales para la actividad agrícola, pues en las faldas del cerro no llega a impactar la helada como lo hace en terrenos mas abajo o mas arriba del nivel de la hacienda. Estas tierras están localizadas en su mayoría al norte y noreste de la hacienda (ver siguiente figura). El desplazamiento de la hacienda y los caminos que parten de la misma dan cuenta del dominio de un amplio espacio que ocupa y que permite un dominio de tránsito y visual por su carácter llano, con una leve pendiente de norte a sur. Se puede advertir que el terreno permite el crecimiento de la propiedad hacendataria en detrimento de tierras vecinas de la comunidad. Fig.2: Fotografía satelital y desplazamiento de la hacienda de Pillapi. Fuente: google earth El análisis de visualización nos da cuenta que debido a su gran dimensión, la presencia de árboles en la entrada y en la plaza de la hacienda, así como en los caminos que comunica la hacienda con el este y el oeste, esta estructura puede ser vista y experimentada visualmente en otras áreas aledañas y comunidades. Este hecho es reforzado por su altura; esta en las faldas de la serranía Taraco, donde se tiene muy buena perspectiva y panorama del territorio de la comunidad, tanto al sur como el este y el oeste. Su presencia clara desde los distintos espacios de la comunidad, permite pensar en la intensión de hacer muy visible la presencia de la hacienda para todo poblador aledaño. Dicho de otra manera: que el proceso en que la hacienda se ex- tiende a todo el cantón se muestra en el dominio de la población forastera sobre las comunidades, en tanto presencia vi- sual y latente por medio del desplazamiento de la hacienda, su monu- mental arquitectura y decoración arbórea (ver la figura siguiente para comprender el impacto visual de la entrada, por ejemplo). Fig.3: Avenida de ingreso a la hacienda Pillapi En cuanto a la visibilización, la hacienda tiene la ventaja de tener un panorama claro y ventajosa de todos lo terrenos de la comunidad de Pillapi, estas están localizadas en el sur y en terrenos de relieves más bajos. La pendiente llana al norte, también, permite tener un control riguroso de elevaciones superiores. Esta situación permite vigilar y controlar cualquier movimiento en los terrenos aledaños a la hacienda. Fig.4: Avenida de ingreso y panorama que domina el ingreso de la hacienda Pillapi El análisis de tránsito y permeabilidad nos da cuenta que la hacienda tiene acceso de tres puntos cardinales: este, oeste y sur (ver fotografía satelital); el norte esta limitado por la serranía Taraco, este no permite un fácil acceso, ni un buen tránsito. Mientras, en los otros puntos cardinales, la topografía llana también permite un tránsito fácil. Sin embargo al este, alineado al muro este y parte de la avenida de la entrada, se presenta el cause de un río que fue profundizado y cubierto –en sus paredes laterales- con sillería y cantos rodados; este hecho nos permite comprender que, si bien es fácil transitar por el espacio este, el acceso a la hacienda se remite, únicamente, a un puente que esta cerca a la entrada principal de la plaza. Esta relación directa con el camino, nos muestra, también, la extensión del terreno que accedía la hacienda: así, al este, el camino se desplaza más de un kilómetro y medio. Por otra parte al oeste de la hacienda, un canal menor se desplaza de noreste a suroeste. Este es el cause de un río estacional natural que desemboca en un reservorio, que pudo haber sido usado como bebedero de animales. Otro camino se desplaza en este sector, este se prolonga y ramifica en tres caminos mas, ellos se extienden en un territorio mayor a los dos kilómetros cuadrados. Al sur, existe un camino que conecta la hacienda con el camino La Paz –Taraco. Este, junto a los otros en su lado Este y Oeste, muestran un domino territorial amplio, que se integra por caminos y modificaciones del terreno hechos por medio de la actividad agríco- la. Este hecho nos permite comprender que en 1910, goytia, como dueño de la hacienda Pillapi, tenía tierras de una extensión que supera la estimada en 3000has, y que le permitió percibir una renta determinada, cuya importancia se muestra en la gran modificación del paisaje por dichos rasgos morfológicos (ver Fig.:2). Cuando tratamos con la arquitectura, podemos pensar en la extensión del pensamiento e intensiones más cercanas a su autor, o sea el dueño: Benedicto goytia.Y aunque la casa fue adquirida de otro dueño, goytia construyó gran parte de la hacienda. Este hecho lo sustentamos por la presencia de restos de arquitectura reutilizada y modificada en el sector C, donde se pueden observar restos de puertas y ventanas con arcos semicirculares clau- surados por medio de adobes y fachadas de cal y estuco. Si bien este análisis necesita más investigación, es importante reconocer que goytia modificó la arquitectura dándole una forma que él había pensado, cuando fue de su propiedad. Adentrándonos en el análisis del paisaje arquitectónico, el análisis morfológico de la hacienda nos permite percatarnos de formas de base rectangular o cuadriláteros irregulares. Estos están dispuestos adyacentemente unos con otros. Estos forman espacios discretos y diferenciables. Así hay una plaza muy grande, rodeada de habitaciones y restos de maquina- ria agrícola, también presenta una iglesia en la parte media de su lado norte. Un segundo espacio es el área B, que esta discretamente delimitado por un conjunto de habitaciones que forman un patio rectangular con dos accesos. Un tercer y cuarto espacio forman C y D, que son áreas rectangulares que no están discretamente delimitados. El área E es muy particular porque es un área rectangular que presenta una casa de dos niveles con las mejores ventajas para vigilar los diferentes espacios de la hacienda, en su lado sur. La F es un área mucho mayor que pudo haber sido usada para alguna actividad específica ligada al proceso de producción agrícola; este hecho es derivado por la presencia de restos de maquinaria agrícola, restos de estructuras muy altas y grandes, que pudieron fungir como silos o depósitos, pues no llevan ventanas o muchos accesos; además, de que no se parecen a las estructuras habitacionales del resto de la hacienda. Este espacio presenta un solo ingreso, que es un garaje conectado a la gran avenida de ingreso a la hacienda. El Análisis de visualización permitió identificar tres estructuras arquitectónicas que son importantes por su fácil visibilización. La primera es la iglesia, esta es vista desde diferentes lugares de la hacienda. La segunda (fig.6) es la estructura localizada en el área E, que es visto desde casi todos lo lugares de la hacienda, con excepción al sector B, que presenta estructuras muy altas. Es un rasgo arquitectónico para, aparentemente, controlar espacios específicos. Este hecho es respaldado por su anatomía: es una estructura de base rectangu- lar, con una ventana que cubre su lado sur – donde se ve el panorama de la plaza -, su lado oeste –para ver los sectores C y D- y al sur, de donde tiene un excelente control sobre F y los terrenos adyacentes de la hacienda.También hay una letrina en la esquina sur este, en el segundo nivel, que podría señalar la importancia de estar en dicho lugar. La arquitectura, como su desplazamiento en relación al resto de los espacios de la hacienda, hace de esta estructura un punto de control y administración de diferentes espacios. Por otra parte, en la entrada de A (fig.7), que por cierto es la única, existe otra estructura de dos niveles, con un balcón al sur, que permite ver y controlar el ingreso forzado, que dirige la avenida de ingreso a la hacienda; y otra al norte, de donde se puede controlar y ver toda actividad en el interior de la gran plaza A (ver figura5). En cuanto a la visibilidad, las tres estructuras mencionadas pueden verse desde distintos lugares de la hacienda. Sin embargo, las más visibles son las torres de la iglesia, la estructura de E y la de A. la primera es vista desde toda la hacienda, aunque los árboles de la plaza limitan su claridad, la segunda es vista fácilmente desde F, C, D y A. y la tercera es vista de forma impactante, desde el principio de la avenida que permite el acceso a la hacienda. 122 RAE • Arqueología y Arte Rupestre Fig.5: Localización de estructuras de dos niveles y que fueron usados para controlar y vigilar en la hacienda Pillapi Fig.6: Estructura de E. presenta una ventana que rodea las paredes norte, oeste y sur Fig.7: Estructura de A. presenta una ventana y una halconera que controlan el ingreso a la plaza principal de la hacienda El Análisis de tránsito y permeabilidad da cuenta de un control intencionado por medio de las vías de tránsito: La hacienda tenía control directo sobre el trabajador porque el ingreso a A es uno solo y esta vigilado por una estructura alta en su entrada, B tiene dos ingresos principales: uno va a un área de servicio (C) y el otro se conecta con la avenida principal, C y D son espacios cerrados que solo pueden ser accedidos por B y E. F, por otra parte, es un espacio que puede accederse por una sola entrada: un garaje, pero, también, hay una entrada de E. Por tanto, es importante recalcar que el ingreso a la hacienda esta limitado a una avenida única, que conecta el espacio externo con cuatro espacios (A, B, E y F), que C y D están controladas por B y E, mientras que A y F son espacios compactos y discretos. El control ejercido por medio de los ingresos es muy alto en la hacienda. Fig.: Localización de puerta o ingresos principales, que relacionan los diferentes espacios en la hacienda Pillapi En conclusión, podemos afir mar que la hacienda de Pillapi es un ar tificio, que muestra una tecnología que controla el movimiento por medio de rutas y espacios, que permiten un tránsito limitado, accesos limitados y contro- lados por medio de rasgos arquitectónicos, que parecen, haber sido creados para tal fin. Estos puntos de control muestran que el control no fue centralizado, sino fueron más de dos personas que ejercían vigilancia y control desde es- tas estructuras. Es importante mencionar que en Pillapi las autoridades como el capataz, el jilacata y el alcalde, eran elegidos por el hacendado, por lo que las relaciones con los yanaconas era a menudo tensa y que necesitaba tecnologías como la arquitectura para el control. Que si bien las funciones de las autoridades eran cautelar el orden público, parece que la gran extensión de la hacienda y la escasa fuerza de trabajo disponible fomentaron el aumento de las horas de trabajo y la creación de tecnologías de mayor control. El control parece haber sido ejercido por varios y muestra una planificación para operar vigilancia sobre la gente; es la creación un hacendado con los perfiles del liberalismo boli- viano, una suerte de relación político – económica. Donde la hacienda fue una proveedora de ingresos, operada por medio del ejercicio del poder espacial, delegado a terceros. AMUSQUIBAR, Francisco;Adam BALDERRAMA; Luis B. ICHILLUMPA. 1963. La comunidad de Pillapi. Estudio de comunidades bolivianas. N° 3. Proyecto 208 del Programa de Cooperación Técnica OEA. Programa Interamericano de Adiestramiento de Personal en Desarrollo de las Comunidades Indígenas. Facultad de Letras de la Universidad Na- cional Mayor de San Marcos. Lima BARRAgÁN, Rossana. 1992. "Entre polleras, lliqllas y ñañacas. Los mestizos y la emergencia de la Tercera República". En: Etni- cidad, economía y simbolismo en los Andes. II Congreso Internacional de Etnohistoria. Coroico. CRIADO BOADO, Felipe (ed.). 1997. Landscape, Archaeology, Heritage.Tapa2Trabajo en Arqueología del paisaje. grupo de Investigación en Arqueología del Paisaje, Universidad de Santiago de Compostela. 1999. 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Estudio del paisaje arquitectónico