"La decadencia de la idea de progreso" por George Canguilhem)
- La Concepción del Iluminismo Respecto al Progreso
- La Idea de Progreso en Condorcet
- De la Luz al Calor
- Decadencia de la Idea de Progreso
Punto de partida para el análisis sobre el escrito es el título que señala el camino que seguirá el ensayo: se planteará la idea de progreso, para luego abordar su decadencia en un contexto histórico determinado. Se presenta entonces una paradoja que se desarrollará en el contenido, expresando la inversión de sentido de un significante, más que la decadencia en sí de su significado.
1La Concepción del Iluminismo Respecto al Progreso
Se parte en el texto de la concepción profética del progreso, de la visión del iluminismo, que tiene como principal descripción del proceso de progreso, la idea de la humana como especie que se dirige hacía "la más grande de las perfecciones": se desconocen los límites, se ignora la posibilidad de un fin. Se ve al ser un humano encaminado hacia un inexorable final guiado por el ideal de perfectibilidad, no como simple posibilidad de potenciar las realidades inherentes a lo humano, sino como condición propia, natural, espontánea del humano en su condición.
El pensamiento que se identifica al comienzo en Víctor Hugo, en la que el progreso es descrito en función profética, tiene como precedentes la visión de Turgot (1750) en su "Plan de dos discursos sobre la historia universal", quien pretendía rescribir a Bossuet, quien adelantó uno de los primeros intentos por dar un tratamiento filosófico a la historia. En él mantenía que toda la historia está impulsada por la providencia. En 1681 fue consagrado obispo de Meaux.
La definición del concepto progreso por parte de Emmanuel Kant, preserva la idea de una función profética de la historia de la humanidad, que se ve fortalecida para su época en la experiencia de la revolución francesa como facilitadora de una disposición moral nacida del entusiasmo revolucionario.
El progreso para Kant escapa a la función de categoría, pero se presenta como una idea apta para ordenar una diversidad empírica, por lo que presta la función de "hilo conductor", bajo la idea de que "existe un propósito de la naturaleza, manifestado por la persistencia de una "germen de luces" a lo largo de las turbulencias de la historia. Ese "hilo conductor" es un a priori…"
2 La Idea de Progreso en Condorcet
Después de un breve recuento de la posición francesa con respecto a la idea de progreso, de la visión profética del mismo, y de la definición de éste a través de la visión de los pensadores del iluminismo, Canguilhem presta especial atención a las posibilidades que ofrece en el pensamiento de este ilustrado.
Condorcet produce la obra "Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano" (1795). En esta obra perfiló el progreso de la especie humana a través de nueve etapas, empezando por la primitiva. También esbozó el concepto de una décima etapa donde, en gran medida a través de la educación, podría alcanzarse la perfección humana.
El pensador identifica la subordinación de los progresos humanos a una ley de constancia cosmológica, lo que es un adelanto a lo que más tarde sería la visión social tras la aparición de la primera ley de la termodinámica. No obstante, no representa todavía una visión madura de las limitantes del progreso, como las identificadas hoy en día a través de las posiciones de decadencia en cuenta a la idea de progreso.
Es escogida para un mayor tratamiento la idea en Condorcet, no porque sea el principal representante de la posición del iluminismo al respecto, sino más bien, porque su postura contiene desde varias dimensiones fundamentales, el germen de la decadencia por la que se trata de inquirir en el escrito.
La escisión desde cinco ejes del progreso en Condorcet, pone en relieve las relaciones entre los puntos de su obra y variantes en la idea; la obra de este educador, puede ser vista como el término de la efervescencia intelectual del iluminismo, que conviene investigar desde los desmentidos que ha podido hacer la historia a la afirmación optimista de la racionalidad progresiva.
El origen no es y no puede ser objeto de experiencia para Condorcet, pero es y puede ser concebido sobre un modelo infantil. Es entonces, el paso de la infancia a la edad adulta, de la debilidad y de la ignorancia a la madurez y al saber.
En el iluminismo, se configura entonces una posición educativa en la cual, de cierta manera, se desestima al menor: viéndosele como ser susceptible de mejoría. Es más, en algunos casos, como ser en incorrección, que requiere ser encauzado por sus contactos con las cosas y con los adultos, y por lo tanto ser capaz, bajo los efectos acumulados de sus relaciones, de un perfeccionamiento indefinido.
La anterior posición, que se vio fortalecida en el siglo XIX, posteriormente compartió espacio con un discurso inverso que nació en el cual se rescata la evolución filogenética anterior, y en consecuencia, el valor de la reproducción de un progreso en el menor en su máximo momento. La neotenia, es vista entonces como elemento positivo de la evolución, siendo "La infancia la que hace del hombre lo que es" (John Fiske).
Se descubre también por medio del psicoanálisis que el adulto tiene gran cantidad de conflictos que han nacido de eventos traumáticos en su infancia que persisten en el inconsciente.
Desde el campo educativo se invierte la visión roussoniana, reconociéndose en las teorías pedagógicas no normativas la posibilidad de una reserva de valores inherentes al infante.
Se clasifica desde el campo de la evolución biológica del ser humana como ente, la existencia de un fenotipo que se contrapone a un genotipo. El primero como proyección al exterior del ser vivo, que se ve afectada por el medio externo y los acontecimientos que rodean su experiencia, condicionando la experiencia final de ese ser vivo; el segundo, como información genética de las potencialidades del ser en cuestión, que pueden o no ser desarrolladas a su máximo filogenéticamente, dependiendo de la calidad de vida y experiencias que enfrente el ente vivo.
Por todo lo anterior, se observa entonces que se invierte el sentido de progreso, ante la visión de este modelo biológico, si así puede llamarse así, puede llegarse a posiciones como la de Jankélévitch, en la que "la separación progresiva resulta ser decadencia y la prueba de ello es que engendra, a la larga, nostalgia por el origen perdido y deseo de regeneración por medio de la ingenuidad. La degeneración es una enfermedad del progreso."
Como expresión del progreso en Condorcet, aparece remitida a la historia de las ciencias. Para él todos los progresos se supeditan a los avances de las matemáticas y de las ciencias astronómicas. Para el iluminismo, hay una confianza en la continuidad rectilínea de las adquisiciones del saber, a pesar de la identificación de normalidades no se debilita la confianza de la identidad de la razón consigo misma.
Para la época, en Alemania escribe la historia de la filosofía como una historia del progreso. No obstante, el propio Kant, que aceptó visiones de linealidad en cuanto al ideal de progreso, introdujo un cambio de normalidad en su campo de pensamiento.
En el siglo XVIII se desconoció la idea de la fecundidad teórica del No, visualizándose el progreso en una postura de epistemología conservadora como una linealidad.
Hoy en día la concepción de progreso en las ciencias sólo puede ser remitida a una crisis de nociones fundamentales, que dan lugar a cambios, a revoluciones en la materia científica.
Instrumentos y Procedimientos de Difusión
En Condorcet, la posibilidad de asentamiento con la invención de la agricultura la posibilidad de una comunicación a través de la escritura, demarcan hechos de alcance histórico que hacen viable la transmisión del discurso y el desarrollo. Igualmente, las invenciones y el progreso de la técnica, como con la artillería y la imprenta determinan la proliferación del conocimiento.
Estos progresos técnicos, conllevan a consecuencias en el hombre, en su percepción del mundo y en su escala de valores; estos avances, que en el pensador son simbología del progreso en acción, conllevan también efectos inesperados, conducen a la llamada "sorpresa técnica", que se presentaría en la historia social como un homólogo a la noción bachelardiana de ruptura epistemológica en historia de las ciencias.
Nuevos usos son dados a los logros de la ciencia que conlleva a la vivencia de una nueva realidad.
La Trayectoria y la Dirección del Movimiento
Condorcet, en vista de la humanidad consolidada en la superficie del globo terrestre, trata de identificar el motivo del progreso como si se tratara de un único pueblo, determinando los focos originarios o las direcciones del progreso y sus itinerarios de transmisión.
Toma las ideas de la transmisión del progreso de la trayectoria del Sol, predicando su desplazamiento de Oriente a Occidente, identificando además leyes como la de la radicación de la revolución, según la cual la misma se iba intensificando en la medida que se viajaba más al Oeste..
La concepción ha sido criticada desde varias posturas, como la de Proudhon y la de Nietzsche, y es en cierto modo un discurso de dominación y justificación de la superioridad de ciertas regiones sobre las otras, enmarcado en un velo geográfico que no tiene una sustancia sólida para sustentarse.
Los Obstáculos y los Riesgos
Condorcet a pesar de encontrarse dentro de la corriente iluminista en lo que a la percepción del ideal de progreso se refiere, tuvo conciencia de las posibles limitantes de éste. Aunque fue una conciencia del problema, no de la realidad de la solución al mismo, fue capaz de prever el aumento de la población como problema que reduciría el bienestar. Tampoco ignora el problema de la escasez de recursos, no obstante, se esperanza en la solución que los propios progresos de la razón brinden para controlar estos problemas. En este aspecto su concepción coincide con la de Bouvard, que en respuesta a la nefasta visión de futuro de Pécuchet, quien anuncia el fin del mundo por falta de calor, propuso: "Volaremos hacia los astros, y cuando la Tierra esté desgastada, la humanidad se mudará a las estrellas".
Naturalmente, aún no se presentaban los avances en el maquinismo y la capacidad productiva del hombre que lo llevaran a enfrentar su idealizado ideal de progreso a la realidad de un agotamiento acelerado y alarmante del sustrato material de humanidad que hace realidad el avance del hombre.
3 De la Luz al Calor
La transición de la metáfora de la luz a la metáfora del calor es el punto de quiebre principal para determinar el inicio del deterioro, de la decadencia de la idea de progreso.
La aparición de los postulados de la termodinámica y su aceptación en el campo de las ciencias, provocan que surjan nuevas concepciones del progreso, marcadas por el temor al agotamiento de la esencia natural necesaria para la culminación del mismo. La ley de constancia cosmológica a que está supeditado el progreso tanto en Kant como en Condorcet aparece no sólo más clara, sino también como determinadora de las nuevas ideas al respecto.
La visión a partir de las leyes termodinámicas, está, desde un principio, supeditada al principio de desigualdad o degradación, que se convierte en el límite para aquella visión del progreso como camino hacia la perfección más extraordinaria.
El cambio de la visión se proyecta a todo el pensamiento social, no sólo por medio de la alusión directa a los postulados de la termodinámica, sino también por la aparición de discursos sociales encaminados a una crítica sobre las consecuencias del maquinismo en la vida del hombre y en su manera de pensarse así misma.
Engels reseño el paso de la conversión del trabajo mecánico en calor, a la conversión del calor en trabajo mecánico, lo que no es gratuito y se concatena con la principal consecuencia del surgimiento de un repensar del progreso: la luz no sería más la directriz, el símbolo inagotable de perfectibilidad humana; sino el calor, que requiere materia para mantenerse, que puede agotarse y que es correlativo a una movilidad humana, a una constancia productiva y tecnológica, a una necesidad creativa y vivencial, que no es simplemente dada: que es producto del esfuerzo humano.
Miedo
Ante las consecuencias del progreso, y la probabilidad de esa degradación energética, el hombre se ve acosado por sí mismo; se ve determinado a repensar el progreso ante temor de su actuar, a crear enunciados respecto al progreso como instrumento de dominación en manos de unos pocos, o discursos de conservación, en los cuales se revalúa el rol del hombre frente a su entorno y las posibilidades de desarrollo en el mismo; la aparición de la ecología propone, por ejemplo, el retorno a la simplicidad natural de la vida.
De repente la naturaleza da de que hablar, se revaloriza la idea de salvaje, y nace la conciencia del poder del hombre al que lo ha llevado la sorpresa técnica, encontrándonos ahora ante un estado de terror a los posibles efectos de nuestras invenciones, ante el poder de nuestros instrumentos nacidos de nuestro afán de perfección.
Entropía
Con la segunda ley de la termodinámica y su discurso paralelo desde otros campos del conocimiento, nace la idea de posibilidad del ruido en el discurso del hombre; se descubre que el momento de equilibrio sólo aparece en el momento de mayor entropía, lo que desplaza el ideal de perfección humana, que se encuentra inmaculado en la postura de los pensadores del siglo XVIII principalmente: ahora la razón admite el concepto de caos, ahora el camino del progreso no nos lleva a la certeza perfecta, a la suprema belleza o a "la perfección más extraordinaria", sino que tiene por consecuencia el estado máximo de entropía, el punto máximo de congestión, el momento de más ruido. La civilización es entonces, tomada en su conjunto, "un mecanismo de complejidad prodigiosa cuya función consiste en acrecentar la entropía."
Una nueva era del progreso como idea a nacido, su significado se vacía y es desplazado por otro, que es más afín con la antigua visión de decadencia.
4 Decadencia de la Idea de Progreso
"En un cierto sentido, las sociedades frías, de historia repetitiva, poseen menos agentes de decadencia que las sociedades caliente, de historia acumulativa, cuya actividad supone desigualdades de considerable nivel"
Notorio entonces que ante la nueva percepción del culmen del progreso (máxima entropía), más nos acercamos a las sociedades "calientes" y por ende, a las desigualdades de considerable nivel, con mayores niveles de decadencia.
Ha surgido una conciencia de desarrollismo como no correlativo a una mejor vida para el hombre, renace el respeto a las culturas frías, que no han conseguido el progreso.
La idea contiene ahora permanentemente relacionado un germen de decadencia: la humanidad es su propio sepulturero:
"Vivimos en un momento particularmente curioso. Descubrimos con sorpresa que el progreso ha firmado un pacto con la barbarie".
Freud
Autor:
José David Arenas Correa