En Cuba el proceso de conformación de nuestra nacionalidad condujo a la formación de patrones básicos en cuanto a orígenes, idiomas, características físicas y biológicas, sin embargo esto no implica una homogeneidad en nuestra forma de actuar en cuanto a costumbres, ideologías o prácticas de salud de cualquier índole. El presente trabajo pretende hacer un acercamiento al proceso de forja de patrones de comportamientos de salud, a partir de un análisis desde algunos presupuestos teóricos brindados desde la sociología y la antropología, indagando en los componentes del sistema de cuidados de salud el cual está determinado a su vez por la manera en que la población interpreta las enfermedades en cuanto a las causas que la provocan y por consiguiente la atención que recibirán ante ella.
Summary In Cuba, the process of forming our nation led to the formation of basic patterns in terms of sources, language, physical and biological characteristics, however this does not imply homogeneity in the way we act in customs, ideologies and practices of health of any kind. This work tries to approach the building process of health behavior patterns, based on an analysis from some theoretical assumptions provided by sociology and anthropology, investigating the components of the health care system which is determined turn by the way people interpret the disease as to the causes that provoke and therefore receive the attention to it.
Todas las sociedades poseen diferentes formas de interpretar las enfermedades que proporcionan una teoría de la etiología de la enfermedad, métodos de diagnóstico y prescripción médica han derivado del interés de los investigadores en las diferentes creencias y prácticas al respecto apreciado en distintos pueblos.
Podemos considerar que es la cultura quien asigna un determinado significado al hecho de estar sano o enfermo y hace que se asocie a ello una determinada consideración social, si tenemos en cuenta que casi todas las sociedades complejas tienen más de una cultura y cada ser humano tiene de una forma u otra su propia perspectiva heredada, sus propios rasgos culturales.
De esta forma ante determinado complejo sintomático, el servicio de urgencias de un hospital puede ser la alternativa culturalmente más coherente mientras que otra puede ser la asistencia al curandero, santero o cualquiera de estos "especialistas" de la medicina popular.
"Todas las sociedades tienen su sistema de cuidado de salud: creencias, costumbres, especialistas y técnicos destinados a conseguir la salud y prevenir, diagnosticar, y curar las dolencias."[1]
En dicho sistema, podemos reconocer dos componentes fundamentales:
1- el componente tradicional
2- el componente institucional
En el primero de ellos se ubican una serie de especialistas de la medicina popular como el chaman, curandero, y todo el sistema de conocimientos, costumbres, y prácticas de salud desarrolladas por la población en base a la tradición, a los conocimientos adquiridos en la práctica.
En el libro "El folclor médico de Cuba", estudio realizado en comunidades rurales de nuestro país sobre las costumbres de nuestro campesinado en cuanto a la forma de enfrentar las enfermedades, José Seoane, distingue lo que él denomina especialistas de la medicina popular, dentro de los que se encuentra: el curandero, el santero, el conocedor ó botánico, el yerbero, y en menor cuantía los espiritistas.
En el segundo componente se incluyen las instituciones del sistema de salud, dígase, hospitales, policlínicos, médicos de familia u otras según cada caso o región.
Por tanto, en todas las culturas podemos encontrar especialistas en cuidados de salud, a los que las personas acudirán o no de acuerdo a la percepción que tengan de la enfermedad, o en otras palabras, a la representación que se hagan de la causación de la enfermedad.
Cabe destacar que el papel de sanador tiene algunos rasgos universales, los que emergen de un proceso de selección culturalmente predefinido (estimulo parental, herencia, visiones, instrucciones mediante sueños) y preparación, según manifiestan Foster y Anderson[2]
La interrelación entre ambos componentes en contextos como el nuestro es de significativa importancia pues tras el tradicional se esconde todo el acervo cultural de generaciones enteras dando paso a un folklore médico que durante años han usado para el tratamiento de disímiles enfermedades y que en ningún momento debe ser olvidado por el institucional.
Por un lado los micro grupos en una sociedad elaboran constantemente saberes, sobre su experiencia alrededor de los trastornos, pero las agencias de servicios solo la construyen sobre aquellos casos que la población les remite.
Se pone de manifiesto así la dialéctica entre los niveles macro y microsocial, y la incidencia que factores sociales a nivel macro, ejercen sobre los micro y viceversa.
Las diferencias socioculturales son significativas para todos los aspectos a evaluar, pues ellas marcan las diferencias del comportamiento de los patrones de comportamiento que asumen los individuos, las familias y las comunidades, entendidas como las acciones ya sean individuales o colectivas que se ejecutan para mantener la salud o curarse y junto a éste los patrones de recursos como el cuidado de los niños y de su familia, pedir la opinión de un familiar o vecino, ir a un centro de salud o recurrir a una alternativa.
La realidad es que la comunicación entre médico y paciente tiene un carácter concreto dado en los marcos de cada sistema de salud, donde por su esencia, cambia el sistema comunicativo de las acciones y esta relación sufre radicales procesos de transformación.
La tendencia al autodiagnóstico, al consumo autónomo de medicamentos, la resistencia a seguir las indicaciones médicas y dietéticas, o la incapacidad de asumir comportamientos preventivos, son factores que no dependen únicamente de la eficacia o no del sistema sanitario y su capacidad de interpretar y comprender correctamente las necesidades de salud de la población, sino deben ser considerados como un aspecto de un fenómeno mucho más amplio: las personas poseen un conjunto de ideas que traducen en comportamientos sobre lo que es relevante o no para su salud, sobre lo que hay que evitar para mantenerse sano y curar las enfermedades.
Indudablemente, mediante la labor de promoción y educación de salud se penetra en los sistemas de prácticas y creencias cotidianamente asumidos por los individuos, en lo que juegan un papel primordial tanto los mensajes emitidos por los medios de comunicación masiva, como los que son capaces de lograr los especialistas de la atención primaria, fundamentalmente los Médicos de la Familia, en los distintos momentos de su que hacer con la aplicación de técnicas y métodos comunicativos, que tienen un primer momento en la conversión de la consulta en proceso de comunicación ínter textual dialéctico diferencial para cada caso.
En el ámbito individual, la decisión de asumir acciones preventivas depende de un conjunto de factores, en primera instancia, su motivación a la salud, la incidencia que tengan en él los mensajes de promoción y educación de salud que recibe de forma formal o informal, pero también de la relación que alcance con su médico, y en general de variables socioculturales entre la que podemos citar la existencia en la población de elementos tradicionales que les permiten tratar las enfermedades sin el debido asesoramiento médico.
A nivel micro social son constatables ciertos elementos que argumentan que cada vez más la salud de las personas depende de sus actitudes y conductas, pues las desigualdades (en el contexto del sistema de salud cubano) no vienen dadas por la accesibilidad o inequidad de los recursos sanitarios, sino por la Promoción de Salud, el nivel de información y conocimientos, así como las actitudes y prácticas sanitarias.[3]
En los marcos de la atención primaria cambian las necesidades de salud y hasta su definición se relativiza según trasfondos culturales, el paciente amplia sus expectativas en torno a lo que espera del médico y del personal sanitario, buscando quizás resolver todos sus problemas sin tener necesidad de llegar a otro nivel de atención.
La constante preocupación del hombre por los problemas que generan las enfermedades y en cierta medida la insuficiente capacidad de respuesta que en los diferentes niveles de atención todavía persiste para explicar síntomas y males, unido decisivamente al componente tradicional, hacen que la familia, la religión, la educación y las instituciones de salud sean estrechamente interdependientes.
En el seno de estas instituciones se forjan además, costumbres que se ponen de manifiesto a la hora de asumir determinada actitud ante cualquier problema específico.
Con la aparición de la sociedad se forman mecanismos suprabiológicos de transmisión hereditaria de la experiencia social.
La experiencia de la conducta humana, los métodos de actividad práctica, los modos de pensar, etc., no se heredan por vía biológica, sino que arraiga en la sociedad expresada en la lengua y la cultura material y espiritual incorporándose a ellos cada nueva generación humana.
José Nodarse, en su libro"Elementos de Sociología" define las costumbres como modos o formas de comportamiento colectivos arraigados por la tradición, las cuales constituyen algo más que hábitos colectivos, pues entrañan también reglas o normas de acción regidas por valores emocionales y sociales.
Se puede decir que de igual manera que se ha dicho que el hábito hace al hombre, puede decirse que las costumbres hacen a los pueblos, en el sentido que expresan su modo general de ser y los rasgos distintivos de su personalidad.
En este sentido las normas que impone la costumbre ofrecen un cause firme y conocido para el curso de la vida, individual y colectiva, con menos incertidumbre y temor. Hacer las cosas como los demás y como antes se hizo, facilita el entendimiento entre la gente.
Por tradición, tendemos a seguir las costumbres establecidas y nos sometemos a su imperio de modo subconsciente en la mayoría de los casos.
"La función reguladora más simple ejercida por las costumbres se hayan representada por lo usos o prácticas sociales, o sea, los hábitos sociales de comportamiento."[4]
El conjunto de estas prácticas o usos sociales ha sido denominado folkways por sociólogos norteamericanos, termino que no tiene en si una adecuada traducción en español.
Estos usos o prácticas sociales comprenden millares de costumbres, alguna de las cuales se refieren desde modos de comer, de saludar, de vestirse, hasta formulas de comportamiento para el mantenimiento de la salud y la erradicación de enfermedades.
De este modo, y tal como afirman algunos autores, la atención a la salud constituye una expresión de la vida cotidiana de la población, lo que posibilita o contribuye a que los conocimientos de la medicina popular o tradicional se presenten como una manifestación de la identidad cultural.
Es preciso entonces aclarar que cuando hablamos de folcKlore, hacemos referencia al folKlore médico como manifestación de la Medicina tradicional o popular, en nuestro caso, la medicina verde, definido por William John Thoms como: "saber tradicional del pueblo"[5].
En este sentido, compartimos la denominación dada por Israel Bernardo Torres Jiménez en su trabajo: "Tradición oral, salud y comunidad: un enfoque integrador" definiendo el folclor médico como el conjunto de saberes y prácticas relacionadas con los métodos tradicionales de atender la salud con plantas medicinales de un pueblo o cultura concretos.
En el libro "El impacto del concepto de cultura en el concepto hombre", de el antropólogo Clifford Geertz, podemos encontrar argumentos teóricos que respaldan la idea de la existencia del folclor comunitario y su influencia decisiva en el modo de comportarse de un grupo social determinado.
Desde su óptica, el autor defiende una concepción "estratigráfica" de las relaciones entre los factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales de la vida humana distinguiendo así 4 niveles.
– el nivel orgánico, donde se hallan los fundamentos biológicos de la condición humana,
– el nivel psicológico que encierra los factores psicológicos subyacentes como pueden ser las necesidades básicas,
– un tercer nivel social que hace referencia a las regularidades funcionales y estructurales de la organización social
– un cuarto y último nivel, producto de la interacción de los anteriores que es el nivel cultural y que funciona como base integradora de los mismos.
Plantea además que el hombre es el animal que más depende de esos mecanismos de control extragenéticos, que están fuera de su piel, de esos programas culturales para regular su conducta.
Todo el acervo cultural existente en las comunidades, a conllevado a su vez a un proceso de especialización en cuidados de salud, dando paso a especialistas en medicina popular tal es el caso del yerbero, el chamán, el acupuntor, el palero entre otros, los que por ende encuentran su espacio en el nivel social, en representación de las fuerzas de la naturaleza, las espirituales y el poder que genera la posesión del conocimiento tan útil, contando con el reconocimiento social del resto de la comunidad.
La cultura, es nivel que sustenta y sirve de base a lo anterior, donde encontramos las necesidades del hombre de hacer uso de los fitorecursos que le brinda el medio ambiente para procurarse estados de salud que le procuren seguir viviendo.
Esta encierra también el nivel social donde se regulariza el papel de los portadores del capital cultural de la medicina natural y tradicional, capital que normalmente esta fundamentado en la experiencia y la observación, conformando el conocimiento empírico del que se han nutrido la farmacopea y la medicina moderna en su constante búsqueda de los principios activos presentes en los fitorrecursos de la naturaleza y descubiertos por procesos de ensayos y errores de pretéritas generaciones.
En este caso, la cultura no ofrece modelos de conducta, sino principios de actuación, brinda posibilidades de valerse de todo el desarrollo sociocultural anterior para elegir el modo de proceder.
Vale aclarar, como se ha mostrado a lo largo del presente trabajo que las peculiaridades de la reacción ante una situación determinada o los modos de proceder, pueden no estar fijados en la cultura de forma univalente, sino depender de diversas circunstancias, como las condiciones que cambian etc.
"La medicina natural y tradicional, como expresión del folclor médico de una cultura determinada manifestada en la habilidad humana de hacer uso de los recursos naturales y espirituales, es formadora de un subsistema que se incluye en ese sistema ordenado de significaciones y símbolos en virtud de los cuales los individuos defienden su mundo, expresan sus sentimientos y forman sus juicios."[6]
Por tanto es de vital importancia tener en cuenta el factor cultural a la hora de plantear las estrategias de salud que se puedan llevar a cabo en determinada sociedad pues las intervenciones exitosas en materia de salud no pueden imponerse de forma forzosa a las comunidades, por el contrario, tienen que encajar en las culturas locales y ser aceptada por sus receptores.
Es por eso que recalcamos en la necesidad de que los gobiernos y sus sistemas de salud tienen que ver el uso de los remedios tradicionales por las personas como un problema prioritario en esta esfera, por lo que deben desarrollar acciones destinadas a asegurar que estas prácticas no sean dañinas y a promover las verdaderamente útiles, favoreciendo su implementación en los sistemas nacionales de salud.
Se requiere establecer una política clara para cada país, en correspondencia con su cultura y condiciones socio – económicas para que no se incremente más la separación entre las medicinas tradicionales y académica, donde ésta niega dialécticamente a la primera lo cual tiene que ver con la forma en que se legitimiza el conocimiento.
No se trata de ir en contra de la tradición, sino de formar patrones de conducta de salud más sanos sin luchar contra la cultura de cada comunidad, la aceptación por un pueblo resulta notablemente condicionada a los factores culturales, por lo que tiende a no ser transferible fácilmente y podemos añadir que estos aspectos también son importantes para la forma de relación entre la medicina tradicional y la académica que debe elegir cada país.
De aquí la importancia que tiene que el médico, como principal representante del sistema de salud, sepa llegar y transmitir la necesidad de comportamientos sanos ante la vida sin que se trate de imponer sobre la formación cultural.
1. Bordieu, P. Sociología y Cultura. Ed. Conaculta, Alianza, México, 1990.
2. Giddens, A. Sociología. Editorial Alianza Universidad Textos, 1991. España.
3. Kottack, Piliph. Antropología: Un estudio de diversidad humana con temas de cultura hispana. McGrau Hill Interamericana de España,1996
4. Moncada Santos, Margarita. Factores sociales en el proceso salud enfermedad. Tesis de doctorado, Santiago de Cuba, 2001
5. Nodarse, José. Elementos de Sociología. Ed. Minerva, La Habana, 1976
6. Ochoa Soto R. Promoción de salud, Complicaciones. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1999.
7. - Ritzer, George. Teoría sociológica contemporánea. Cuarta edición, Appleton Century Croft, Naew York, 1983
8. Seaone Gallo, J. El folklore médico de Cuba. Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 1988.
9. Torres Jiménez, Israel. Tradición oral, salud y comunidad: un enfoque integrador. Tesis Doctoral. 2004
10. Vera Estrada, A. Pensamiento y Tradiciones Populares. Estudios de Identidad Cultural Cubana y Latinoamericana, Compilación, Ed. José Martí, La Habana, 2000.
Autor:
Lic. José A. Montes de Oca Wert (1)
Lic. Dairen Zamora López (2).
(1)SUM Universidad de Oriente Contramaestre, Teléfono: 587682 ó 587158. Lic. Sociología. Lugar de Graduación: Universidad de Oriente, 2005
(2)Filial de Ciencias Médicas de Contramaestre. Teléfono: 587682. Lic. Sociología. Lugar de Graduación: Universidad de Oriente, 2006
[1] Kottak Pilliph. Op. cit
[2] Idem
[3] Moncada Santos, Margarita. Op. Cit
[4] Nodarse, Jos?. Elementos de Sociolog?a, Ed.Minerva, La Habana, 1976, p.226
[5] Torres Jim?nez, Israel. Tradici?n oral, salud y comunidad: un enfoque integrador. Tesis Doctoral. 2004
[6] ?dem