El exceso de hormonas del tiroides en la infancia y en la adultez provoca un estado de intranquilidad generalizada con trastornos de la atención. Estudios realizados por los autores demuestran que niños y adultos con hipertiroidismo, muestran rendimientos en atención concentrada inferiores a los de controles sanos pareados. Estas deficiencias en la atención no están relacionadas con estados de ansiedad u otras variables, sino que son una consecuencia directa del exceso de estas hormonas en el sistema nervioso central. (Álvarez M, Navarro D, Gómez A, Alavéz E. 1983, Álvarez M, Guell R, Chiong D, Rovet J. 1996)
El caso inverso es el hipotiroidismo en el adulto, en el que ya el cerebro maduró correctamente, pero por deficiencias de la glándula tiroides hay una pobre producción de hormonas. Si el paciente no recibe un tratamiento que sustituya la función de esa glándula, se produce un deterioro variable de los procesos cognitivos. (Álvarez M, Navarro D, Ripoll F. 1990)
La producción excesiva de hormonas del tiroides no es la única que compromete los procesos de atención. El exceso de hormonas de la corteza adrenal provoca una manifestación similar. Se han estudiado pacientes con síndrome de Cushing, hiperplasia de la corteza de las glándulas suprarrenales con la consecuente hiperproducción de cortisol. En estos casos se observa el mismo patrón deficitario de atención concentrada. (Álvarez M, Navarro D. 1982)
DEFINICIÓN PSICOLÓGICA
Según el Diccionario de Psicología Científica y Filosófica, la noción de conducta padece de cierta imprecisión. Sinónimo de comportamiento, con dicho término nos referimos a las acciones y reacciones del sujeto ante el medio. Generalmente, se entiende por conducta la respuesta del organismo considerado como un todo: apretar una palanca, mantener una conversación, proferir enunciados, resolver un problema, atender a una explicación, realizar un contacto sexual; es decir, respuestas al medio en las que intervienen varias partes del organismo y que adquieren unidad y sentido por su inclusión en un fin.
Pero el conductismo, en particular Watson y atendiendo fundamentalmente al condicionamiento clásico, también habla de conducta para referirse a la mera reacción de varios músculos y a las reacciones glandulares: por ejemplo, salivación o reacciones de los músculos de fibra lisa –que están a la base de las reacciones que habitualmente llamamos involuntarias. Así, Watson, en un primer momento, quiso reducir el pensamiento a conducta entendida como actividad de los músculos de la laringe, interpretando el pensamiento como lenguaje subvocal.
Dado que la conducta, y a diferencia de los estados y procesos mentales, es algo dado a la percepción, es un fenómeno observable y cuantificable, las teorías psicológicas que más se han esforzado por hacer de la psicología una ciencia, considerarán que, o bien la psicología debe utilizar como método la observación y análisis de la conducta (así por ejemplo, la psicología cognitiva y su defensa del "conductismo metodológico"), o, junto con la tesis anterior, que la psicología misma debe renunciar al estudio de la mente para centrarse exclusivamente en el estudio de la conducta. Este último caso fue el del conductismo.
Es habitual distinguir tres momentos en el desarrollo del conductismo: el conductismo clásico de principios de siglo con Watson (1924), que pone el acento en el valor del condicionamiento clásico, los neoconductismos a partir de los años cuarenta con F. C. Tolman y C. L. Hull cuya nota distintiva es seguramente la referencia a las variables intermedias, y el conductismo radical que llega hasta los años ochenta con B. F. Skinner cuyas investigaciones se han centrado fundamentalmente en el condicionamiento operante.
Según la RAE: conducta (Del lat. conducta, conducida, guiada) es la manera con que los hombres se comportan en su vida y acciones.
Etimológicamente la palabra conducta proviene del latín significando conducida o guiada; es decir, que todas las manifestaciones que se comprenden dentro de sí suponen que son conducidas por algo que bien pudiera ser interno o externo. Partiendo de esta idea y de las diferentes soluciones que se dedican al problema psicofísico, la conducta puede ser guiada tanto por los fenómenos psíquicos como por la influencia que ejerce el medio social sobre el sujeto; desde una perspectiva idealista se sugiere que la conducta es el resultado de los fenómenos psíquicos que se expresan mediante manifestaciones corporales en el medio externo donde el sujeto se desarrolla. En contraposición con esta teoría, la concepción materialista expone que la conducta es un resultado de la influencia social a la que el sujeto está sometido y que se expresa a partir de las condiciones psíquicas del mismo. Sin embargo, ampararse en uno u otro enfoque minimiza la riqueza y enclaustra la comprensión que puede brindar un término que en la actualidad constituye un punto de análisis primordial para comprender al ser humano, siendo necesario examinarlo en su propio movimiento y desarrollo a través de las diferentes posiciones psicológicas. (Delgado, 2006)
Para Skinner (1938) la conducta simplemente es el movimiento de un organismo o sus partes dentro de un marco de referencia suministrado por el mismo organismo o por varios objetos externos o campos de fuerza. Es conveniente hablar de ella como de la acción del organismo sobre el mundo exterior, y a veces es deseable observar un efecto en lugar del mismo movimiento.
El vocablo conducta, al igual que la mayoría de los términos que hoy se utilizan en las ciencias psicológicas, proviene de las ciencias naturales en una transpolación casi lineal de su significado original. Vigotsky alertaba acerca de la génesis de los conceptos psicológicos: "El lenguaje psicológico actual es, ante todo, insuficientemente terminológico: eso significa que la psicología no posee aún su lenguaje. En su vocabulario encontramos un conglomerado de tres clases de palabras: palabras del lenguaje cotidiano, las palabras del lenguaje filosófico y los vocablos y formas tomados de las ciencias naturales" (Vigotsky, 1997). Por supuesto, la historia etimológica de los conceptos marca, de alguna manera, su posterior definición y utilización, produciendo generalmente restricciones semánticas muy difíciles de eliminar. Quizás la utilización primera de la palabra conducta se encuentre en el área de la química, donde se refiere a la actividad de las sustancias; posteriormente, pasó a usarse en la biología, para hacer alusión a las manifestaciones de los seres vivos ha conducido a comprensiones limitadas de este concepto en la psicología, hecho que se avala precisamente por el significado casi idéntico con el que fue introducido en la psicología animal por Jennings.
El behaviorismo promulgaba que la psicología científica debía estudiar solo las expresiones externas del sujeto, aquellas que podían ser sometidas a observación, registro y verificación; debe acotarse que esta idea sentó sus bases en los estudios realizados anteriormente por P. Janet y H. Pierón, quienes ya desde 1908 se referían a una psicología del comportamiento. Particularmente, en los trabajos de P. Janet, se incorpora el término conciencia como una forma de conducta en específico y se describe una jerarquía de operaciones de conducta que incluye cuatro grupos fundamentales compuestos por: la conducta animal, la conducta intelectual elemental, las conductas media y superior. Posteriormente, en las investigaciones realizadas por Watson, éste definió la conducta como lo que el organismo hace o dice, incluyendo en esta denominación tanto la actividad externa como la interna, de acuerdo con su propia terminología. Watson redujo el estudio de la conducta a la estructura observable del ser humano: "( ) ¿por qué no hacer de lo que podemos observar el verdadero campo de la psicología? Limitémonos a lo observable y formulemos leyes sólo relativas a estas cosas. Ahora bien: ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar la conducta" Tortosa (1998).
Petrovski enfatiza el carácter histórico de la conducta: "La conducta del hombre se caracteriza por su capacidad de abstraerse de una situación concreta dada y anticipar las consecuencias que pueden surgir en relación con esta situación" Petrovski (1982).
Es importante destacar que aún en la actualidad el término conducta se vincula directamente con la escuela behaviorista, aunque su estudio no se reduce solamente a esta corriente, pues también es tema de debate dentro del resto de los enfoques psicológicos. Sin embargo, la utilización de este vocablo entre los profesionales afiliados a otras escuelas del pensamiento psicológico ha sido controvertida, prefiriéndose el término comportamiento. Aunque en la actualidad estas disquisiciones terminológicas apenas se utilizan, usándose indistintamente comportamiento y conducta, según Parra (2006): "en español el término "behavior" puede ser traducido de las dos maneras". Es válido declarar que la principal distinción que se realiza en la literatura española en cuanto a estos conceptos se refiere a que el comportamiento es expresión de la personalidad, mientras que la conducta no siempre manifiesta los contenidos personológicos, poseyendo un carácter más respondiente y otorgándole, por lo tanto, un papel más pasivo al sujeto. Es curioso cómo el comportamiento ha adquirido un significado que demuestra una mayor implicación del sujeto, hecho relacionado con la etimología de la palabra, también proveniente del latín comportare, pero que significa implicar, mientras la raíz etimológica de conducta indica algo externo, guiado.
Desde esta óptica, la utilización de los términos conducta y comportamiento no presenta diferencias substanciales, lo realmente importante en este análisis es la comprensión profunda de los mismos como un factor de influencia diversa sobre el ser humano y a la vez expresión del mismo. En este sentido, la escuela histórico-cultural puede brindar, desde la diversidad teórica de sus autores, presupuestos fundamentales para la comprensión de un fenómeno complejo.
La conducta es una expresión individualizada de lo instintivo, lo inconsciente y lo personológico en una integración interdependiente y relativamente autónoma que a su vez desempeña un papel inductor.
Nuestro cuerpo es capaz de producir sus propias sustancias químicas y la utiliza para controlar determinadas funciones, el principal sistema que coordina esas sustancias se denomina sistema endocrino.
Muy pocas veces pensamos en el sistema endocrino, sin embargo este influye sobre casi todas las células, órganos y funciones del organismo. El sistema endocrino es fundamental para regular el estado de ánimo, el crecimiento y el desarrollo, el funcionamiento de los distintos tejidos y el metabolismo, así como la función sexual y los procesos reproductores.
Podría decirse que la conducta es el conjunto de comportamientos observables en una persona. Cabe destacar que una conducta humana es considerada como formal cuando el comportamiento del sujeto respeta una serie de reglas valiosas en una sociedad o comunidad. El comportamiento no es solo un mero conjunto de interacciones estímulo – respuesta, sino una disposición individual frente a determinados estímulos que provocan una respuesta según la persona. Una persona puede reaccionar ante un estímulo de distinta manera que otras.
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Figura 1: Retroalimentación o feedback de las hormonas.
Figura 2: Tipos de hormonas y mecanismos de acción
Figura 3: Acción de las hormonas
Figura 4: Acción de las hormonas
Figura 5: Acción de las hormonas
Figura 6: Naturaleza química de las hormonas
Figura 7: Naturaleza química de las hormonas
Figura 8: Glándulas endocrinas
Figura 9: Hipotálamo
Figura 10: Partes de la Hipófisis
Figura 11: Hormonas de la adenohipófisis
Figura 12: Relación entre hipotálamo e hipófisis
Figura 13: Hormonas de la neurohipófisis
Figuras 14 y 15: Hormonas de la Tiroides y Paratiroides
Figura 16: Hormonas de las Suprarrenales
Figura 17: Hormonas pancreáticas
Figura 18: Hormonas sexuales
Figura 19: Hormonas placentarias
Figura 20: Gonadotropinas
Autor:
Roger Grande Martínez
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