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El Baño Científico


  1. Baño de limpieza
  2. Baño Kneipp
  3. Baño caliente
  4. Baño frío
  5. Baño rápido
  6. Baños locales
  7. Baño de asiento
  8. Baños minerales
  9. Baños compuestos
  10. Fomentos
  11. Duchas
  12. Flotación de los órganos internos
  13. Pediluvios
  14. Partes pudendas

Desde los más remotos tiempos, los indos recurrieron al baño como medio de estimular, conservar, favorecer y recobrar la salud.

Efectivamente, puede considerarse el baño como un primigenio instinto del hombre. El hombre primitivo no se bailaba con el propósito deliberado de higienizarse el cuerpo, sino obedecía tan sólo a la inclinación natural de sumergirse en el lago, en el río o en el mar que le brotaba de las profundidades de la subconsciencia.

La limpieza para él era un insignificante incidente del baño, pues lo que le interesaba más era experimentar la reconfortante sensación que disfruta toda persona sana al bañarse. Ese placer era el móvil que lo llevaba a insistir en tan saludable costumbre.

Desde su infancia le enseñaron a ceder a este instinto natural, y, por supuesto, lo convirtió en hábito, a la manera de los patos. Los antiguos griegos y romanos, ya con mayor conocimiento, se dieron cuenta del valor medicinal del baño, así como de su, eficacia higiénica, y el baño fue una institución pública entre ellos. Pronto advirtieron que no sólo servía para conservar las condiciones naturales del cuerpo, sino que, administrado convenientemente, podía ser un remedio excelente para ciertas enfermedades.

Es así que, al iniciarse la hidroterapia, en los modernos tiempos, sus adeptos primeros recurrieron a las enseñanzas de los antiguos y restauraron el baño terapéutico como uno de los elementos de su sistema. Después de lo explicado en el capítulo anterior, con relación a la piel, huelga una argumentación más amplia para explicar por qué el baño es un factor necesario a la salud del ser humano.

Si recordamos la parte relevante que tiene la piel en la eliminación de los desechos del organismo, reconoceremos la importancia capital del baño para remover los desechos aglomerados que obstruyen los poros. Presta el baño a la piel igual servicio que la irrigación al intestino grueso. En los dos casos arrastra el agua los desechos acumulados, elimina las materias excrementicias fétidas y capacita a los órganos para que funcionen normalmente.

Actúan ambos procedimientos de igual manera y producen los mismos resultados generales. La cuidadosa limpieza de la piel evita que los riñones trabajen excesivamente, y se hace posible el funcionamiento normal de todo el organismo, en especial si está bien expedito el colon.

Podrían evitarse muchas enfermedades de la piel y otras dolencias semejantes si se practicaran prudentemente ambos tratamientos: la irrigación intestinal y el baño de limpieza de la piel.

Además de cumplir tan importante finalidad, el baño acrecienta el vigor del organismo, exulta el ánimo y da una placentera sensación de bienestar. A continuación examinaremos los distintos métodos de baño que aconsejan los profesionales de la hidroterapia.

Baño de limpieza

Habrá quien se sonría escépticamente al leer este epígrafe, porque le parecerá, acaso, que es muy poco lo que se puede decir ni enseñar con respecto al bailo corriente. No obstante, son pocos los que saben cómo obtener los resultados más eficientes del baño común de limpieza. En primer término, las mejores horas para tomar el baño de higienización son por la mañana temprano, al levantarse; antes de almorzar, o por la noche, poco antes de acostarse, pero dos horas después, por lo menos, de cenar.

Ha de tenerse cuidado de no tomar alimento inmediatamente antes ni después del baño. La temperatura del agua debe ser la normal, de acuerdo con la estación y la sensibilidad de la persona, pero el baño nunca, ha de tomarse con agua que haya estado durante la noche en los depósitos, pues, además de no estar pranizada, es distinta su temperatura de la reinante, muy fría en invierno y demasiado caliente en verano.

Ha de usarse agua viva que no haya pasado por lugares infectos. No debe tomarse el baño estando fatigado o cuando no se tiene una vitalidad normal. Ha de ser tal la temperatura del agua que no produzca la violenta sensación de escalofrío ni tampoco la de enervante calor. Tienen los baños fríos y calientes su especial finalidad terapéutica, mientras que la del baño de limpieza es puramente higiénica.

Una vez dispuesta el agua en la bañera, ambas manos se envuelven en mitones de tela semejante a la de las toallas turcas, y suficientemente anchos como para permitir el desembarazado movimiento de los dedos.

No conviene comprar los mitones en las tiendas, pues probablemente será difícil hallar los más apropiados. Podrá confeccionarlos sin mayor dificultad el ama de casa valiéndose de una toalla turca ya vieja como materia prima.

Se ponen las manos enmitonadas en el agua y con una pastilla de jabón de buena calidad se frotan hasta que queden rebosantes de jabonosa espuma. El supuesto personaje que tomamos de ejemplo se mete enseguida en la bañera para darse una fuerte fricción por todo el cuerpo, de pies a cabeza. con los mitones. Después se quita los mitones, y a manos desnudas se vuelve a friccionar. En este caso no hay nada capaz de sustituir a las manos desnudas, no sólo porque recorren las curvas del cuerpo mucho mejor, sino porque de por sí tienen una oculta y misteriosa virtud magnética y vitalizadora de que carece todo artificio.

Se ha de aplicar al propio tiempo un ligero masaje en las extremidades y en el tronco. Realizado esto, si es posible, se cambia el agua, que ya ha de estar jabonosa y sucia, para enjuagar el cuerpo, lo mismo que después de una colada se enjuaga la ropa. Ya enjuagado el cuerpo con agua clara, se seca con una toalla recia y bien limpia, de uso personal exclusivo. No es preciso hacer presión violenta con la toalla al secarse, porque el fuerte roce puede irritar la piel. Las células muertas y los desechos de la epidermis se eliminaron ya con la enjabonadura, por lo que la suave fricción de la toalla basta para conseguir el propósito del baño., Inmediatamente después conviene un poco de gimnasia doméstica u otro ejercicio que ayude a reaccionar sin fatiga. 

 Baño Kneipp

El abate Kneipp, descollante hidroterpeuta y hábil médico naturista de nacionalidad bávara, aconsejó el baño sin enjugarse, es decir que, en vez de enjugarse o secarse la piel, se deja mojada a la espera de que por sí sola se vaya enjugando por la acción de los agentes naturales exteriores, como una pieza de ropa se tiende después de lavada. Es un baño muy parecido al que practican los indos, y la experiencia demuestra que fue beneficioso para cuantos lo tomaron siguiendo el consejo de Kneipp.

Sin aconsejarlo por nuestra parte ni prohibirlo, lo citamos por si alguien quisiera probarlo. Sobre el particular, dice Kneipp:

"Después de un baño o aplicación de agua fresca, sólo se deben secar la cabeza, las manos y las muñecas, de modo que reaccionen. El resto del cuerpo se ha de cubrir con una ropa interior muy limpia y seca, de suerte que se adapte perfectamente a la piel aún húmeda. Después se visten las ropas exteriores. Este procedimiento puede parecer algo extraño a quienes no lo hayan practicado y se imaginen que han de andar todo el día mojado. No obstante, si una sola vez lo probaran, se convencerían por experiencia de sus resultados agradables y satisfactorios. Adviértase que es un procedimiento muy bueno para mantener del mejor modo y regularmente el calor natural del organismo. Es como si se rociara el fuego con aspersiones de agua. De manera semejante, el interno calor del cuerpo no tarda en transmutar en una más intensa forma de calor el agua adherida a la piel".

Puede convencerse de ello cada cual por propia experiencia. No obstante, conviene advertir que inmediatamente después de vestido no se ha de permanecer sin hacer ejercicio, sino que es preciso caminar o ejecutar cualquier otro movimiento hasta que el cuerpo quede ya bien seco.

Baño caliente

Tiene el baño caliente su eficacia, pero no ha de abusarse de él ni tomarlo por simple placer. Ha de ser de unos 50º la temperatura del agua. Se empieza del mismo modo que dijimos para el baño higiénico, con los mitones puestos y el enjabonamiento del cuerpo por espacio de cinco a diez minutos o hasta darse cuenta de que la epidermis está limpia. Después se ha de tomar, antes de secarse, una ducha breve y rápida con agua de más baja temperatura que la del baño. El agua caliente abre los poros, y si no se aplica luego el chorro o ducha de agua fresca es muy fácil sentir los efectos nocivos de un aire colado.

Quien tenga la costumbre de tomar diariamente un baño de limpieza con agua fresca no necesitará muchos baños calientes si goza de un estado normal de salud. El baño caliente afloja el organismo, disminuye la frecuencia del pulso y de la respiración, relaja los músculos y ablanda las partes más duras de la epidermis. 

Baño frío

El baño frío resulta un excelente tónico vigorizador para los que disfrutan de recia vitalidad y pletórica salud. Es perjudicial, en cambio, para los niños de pecho, los ancianos y las Mujeres débiles, y todos aquellos que sufran ciertos quebrantos. Los efectos saludables del baño frío despertaron la afición de muchas gentes al extremo de hacer de él una especie de fetiche.

En algunos casos esta ciega afición, que no se preocupa de las condiciones y circunstancias de tiempo, lugar y temperamento, ha producido resultados desastrosos. Nada hay más confortativo y vigorizador que un baño frío para las personas de complexión robusta y plena vitalidad. La exultación que provoca es mucho más sana y duradera que la que, se logra apelando a ciertos específicos con los que se comercia. Pero es imprudente e insensato administrarlo a los niños y jóvenes en la edad del crecimiento, a las muchachas que están llegando a la pubertad, a los inválidos y ancianos, y a las personas de complexión muy débil o de temperamento enfermizo. Todo el secreto del baño frío consiste en la reacción del organismo contra el agua fría, y si la reacción no sobreviene, resulta perjudicial y de consecuencias lamentables. Muchas, de las dificultades provienen del craso error de creer que el agua ha de estar muy fría, cercana al punto de congelación. Pero esto es un despropósito. Lo que corresponde es adaptar la temperatura, del baño a las condiciones fisiológicas del individuo cuando se dispone a tomarlo.

Algunos que no pueden sufrir la impresión del agua helada, pueden tomar con gusto y provecho un bailo de agua naturalmente fresca. Podemos afirmar que todo baño con agua a temperatura inferior a 371, la normal del cuerpo humano, es un baño frío. El grado de temperatura está en relación con la fuerza vital del bañista. Cuanto mayor sea su vitalidad, más fría podrá estar el agua, hasta el límite señalado por las ordinarias normas de la higiene. El abate Kneipp fue un fervoroso partidario del baño frío, que fortalecía, a su juicio, al organismo hasta el punto de protegerlo contra la acción de los gérmenes patógenos y, por tanto, lo preservaba de gran número de enfermedades.

Uno de los efectos del baño frío es el de fortalecer a las personas débiles v darles renovada actividad. Por no vigorizar el organismo, hoy día la mayoría de la gente es muy propensa a cualquier enfermedad.

En nuestro tiempo prevalece la afeminación en todas las clases sociales. Abundan las personas débiles, delicadas, anémicas, de flojo corazón y pobre estómago. En cambio, son menos las personas vigorosas, fuertes y sanas, llenas de vitalidad. Por lo general, los hombres de hoy en día son muy sensibles a las variaciones del tiempo, y los cambios de estación les acarrean catarros y otros trastornos del aparato respiratorio. Basta el paso de una habitación a otra de distinta temperatura, en la propia casa, para pillarse un resfrío o cosa peor. Pero es fácil ver dónde estriba la dificultad y cuál es el remedio. A fin de conservar la salud es preciso hacerse resistente e impermeable a las externas influencias de los cambios de ambiente y temperatura. Muy desdichado es aquel cuyos pulmones, garganta o cabeza se resienten de la más leve corriente de aire o de una tormenta atmosférica, y ha de consultar todo el año el termómetro y el barómetro para saber si ha de salir a la calle o quedarse en casa. El árbol se muestra indiferente a la tempestad y a la calma, al calor y al frío. En la salubridad del aire libre, desafía a los vientos y al clima, y así endurece y vigoriza su naturaleza. Si el hombre sano se resuelve a tomar el baño frío que recomiendo, llegará a ser tan fuerte como el árbol. Quien no esté acostumbrado a esta clase de baño, ha de tomarlo, en un principio, de manera que no esté el agua muy fría, porque si así fuera el organismo tardaría más de lo conveniente en reaccionar. Es necesario que se gradúe cada cual de antemano la temperatura del agua según le resulte mejor, hasta que llegue al punto en que no sea la impresión muy violenta ni demasiado tardía la reacción.

La primera y única molestia del bailo frío es la viva impresión que se siente al contacto del cuerpo con el agua.

Este choque hace retroceder la sangre de la periferia al interior, y se enfría súbitamente la superficie del cuerpo. Pero al salir del baño, que comúnmente suele ser de los denominados de inmersión, al frotar la piel vigorosamente para entrar en calor, de nuevo afluye la sangre a la periferia y sobreviene la reacción, que dura algunas horas y es muy placentera. El baño frío nunca se ha de tomar cuando el cuerpo se ha enfriado. La peculiar condición de este baño es que el cuerpo ha de tener el calor normal. El baño frío tampoco se ha de tomar cuando la persona esté muy fatigada por algún trabajo penoso, ya mental, ya físico, porque en tales, casos el organismo pierde gran parte de su poder de reacción. La hora más a propósito, por lo tanto, para tomar este baño, es al levantarse del lecho, por la mañana temprano, antes de los ejercicios de gimnasia doméstica y del desayuno.

Para tomar el baño frío hay dos procedimientos generales:

Consiste el primero en sumergirse en el agua de golpe, permanecer en ella cosa de medio minuto, salir enseguida y provocar la reacción, como dijimos antes. Modifican algunos este procedimiento arrodillándose al efecto en la bañera y echándose el agua por el tronco con las manos o la esponja.

Consiste el segundo procedimiento en ponerse de pie en la bañera vacía y echarse encima dos o tres jarros de agua fresca, uno tras otro, por el estilo de la ducha.

Otro procedimiento sucedáneo de ambos es el denominado de «chapoteo», que consiste en poner en la bañera muy poca agua, unos tres centímetros de altura, y chapotear el cuerpo con la esponja o con las manos, para concluir con el derrame de jarros de agua o, mejor todavía, con la ducha, cuyo aparato suele ir anexo a todas las bañeras en los modernos cuartos de baño.

El baño frío ha de ser, en todo caso, de corta duración, y ha de tomarse presurosamente, pues de lo contrario el cuerpo pierde demasiado calor.

Para la eficaz aplicación del agua, hasta un minuto, y en el caso de zambullirse ha de ser un procedimiento casi instantáneo.

Muchos se niegan temerosamente a la aplicación del agua fría, y es muy difícil desvanecerles este temor. Parece que tuvieran la idea fija de la pérdida de calor, pues arguyen que el agua fría ha de robarles calor y, en consecuencia, debilitarles el organismo. Pero no tienen en cuenta la reacción que les devuelve con creces el substraído calor. Inteligentemente aplicada, el agua fría no roba calor al cuerpo, sino que, por el contrario, mantiene y estimula el calor natural.

A la pregunta de si el tratamiento con agua fría en baños y duchas logra fortalecer y vigorizar el organismo de un hombre afeminadamente debilitado por la vida sedentaria, respondo que sí lo fortalece, y al punto de poder salir a la calle, en los más rigurosos días de invierno, sin temor a resfríos ni catarros.

¿Será ilusión o engaño este aumento de resistencia contra el frío?

El baño de limpieza debe tomarse frecuentemente o todos los días. No se debe tomar el baño caliente más de una vez por semana. Si está de viaje, el individuo observará que él baño común de limpieza bastará para eliminar la suciedad acumulada, sin necesidad de tomar el baño caliente. Los baños calientes relajan demasiado, y por eso no se han de tomar a menudo. Se puede tomar diariamente el baño frío o bien una o dos veces a la semana.

No obstante, no ha de estar demasiado fría el agua, y ha de estudiarse la reacción como guía de la más conveniente temperatura. 

Baño rápido

Quienes deseen gustar los depuradores y placenteros efectos del baño matinal, pero que carecen de los necesarios elementos para tomarlo con toda comodidad, por no tener cuarto de baño en su casa, pueden proceder del modo siguiente:

Preparen una gran palangana con agua del tiempo. Átense a la cintura una toalla recia y ancha. Desnúdense de medio cuerpo arriba, y frótense nuca, cabeza, espalda y pecho con la esponja enojada, y con ambas manos después en segundo término y renovada el agua. Todo esto ha de hacerse rápidamente, con dos minutos de duración a lo sumo para cada una de las dos operaciones. Se enjuga enseguida la piel con la toalla desceñida de la cintura, y después se concluye de secar con una nueva toalla. Sorprenderán verdaderamente los efectos vigorizadores de esta parca aplicación de agua fría. Actúa como eficaz tónico vigorizador del organismo y lo resguarda de resfríos, pulmonías y catarros. 

Baños locales

Se conocen y usan muy variadas formas, de esta clase de baño El, baño de medio cuerpo, denominado en 1a hidroterapia occidental semicupio, se administra en una bañera con agua hasta 40 cm. de altura, en la que el cuerpo se sumerge de cintura abajo, y se friccionan piernas y muslos con una esponja, por lo que también se lo llama baño de piernas. Este baño se administra con agua fría. o agua caliente, como convenga a la naturaleza de la enfermedad, cuando no pueda el paciente soportar la acción del agua en el pecho o la espalda; esto es, en el tronco.

El semicupio frío es sedante y actúa contra la fiebre cuando no dura más allá de tres minutos y se provoca enseguida la reacción, bien por el frotamiento al enjugarse, seguido de ejercicio, o acostando al enfermo en una cama que esté calentada de antemano.

El baño de piernas caliente o semicupio es de efectos muy revulsivos si dura de diez a quince minutos, con cuidado de ir agregando a la bañera agua caliente en igual cantidad que se quita la que se vaya enfriando, a fin de que se mantenga en lo posible durante todo el baño la misma temperatura. 

Baño de asiento

Es necesario para este una bañera de fondo circular, con apropiado respaldo para poder apoyarse como si se estuviera acomodado en un asiento, y de ahí el nombre del baño. El agua ha de ponerse en la bañera de modo que, ya uno sentado, llegue hasta el ombligo, por lo menos, sin alcanzar al pecho. Comúnmente, el baño de asiento se administra con agua en reposo, ya fría, ya caliente, según indicación facultativa; pero ya lo manifestamos el agua en reposo no contiene cantidad suficiente de prana, por no estar aireada, en razón de lo cual son mucho más eficaces los baños de asiento con agua viva.

 Baños de asiento con agua viva

Al efecto no sirve la bañera que se usa en los baños de asiento con agua en reposo. Ha de tener la misma configuración, pero de fondo doble, dispuesto de manera que el agua entre por unos agujeros practicados en la mitad de la altura de la superficie interna, y después de usada salga por otros agujeros dispuestos en el fondo de la bañera.

 Baño escocés de asiento

Se administra, en cuanto a la materia y la forma, de la misma manera que los de agua viva o corriente, pero caliente primero y fría después, durante pocos minutos cada vez, hasta que la alteración de las dos temperaturas empiece a resultar molesta. 

Baños minerales

Contienen las aguas minerales muchísima mayor cantidad de energía universal o prana que las aguas ordinarias, aunque no hay agua natural, en rigor, que no merezca el nombre de mineral, pues todas tienen mayor o menor número y cantidad de sales en disolución. Pero el calificativo de aguas minerales se ciñe a las que más señaladamente contienen ciertas sales que les confieren un carácter determinado. Son dignas de notar entre éstas las que, según Ios estudios de Beequerel y los esposos Curie, contienen sales de torio, actinio, uranio y radio. elementos químicos cuyos átomos rebosan de prana y comunican a las aguas que llevan disueltas sus sales la virtud especial denominada científicamente radiactividad y que, en realidad, es una manifestación más intensa de prana, cuya influencia en el organismo humano está bien comprobada. Se ha de tener en estos casos muy en cuenta, sin embargo, la ley de equilibrio y correlatividad, pues tanto el calor como la luz y el magnetismo y la electricidad son beneficiosos agentes para el hombre cuando se ajustan al potencial del organismo, pero se tornan nocivos y aun mortales cuando exceden sus límites.

Así, una corriente eléctrica de magnitud e intensidad adecuadas a la resistencia del sistema nervioso del organismo humano puede remediar un trastorno o dolencia de naturaleza nerviosa, porque la modalidad eléctrica de la energía pránica se transmuta entonces en vital energía, o también puede ocurrir que si la persona no está convenientemente aislada del suelo, la mate una corriente eléctrica de voltaje mayor a la resistencia del organismo humano. El de agua de mar es el baño más antiguo de agua mineral. A pesar de serlo en tan alto grado, no se la llama mineral, pese a que es evidente su' saludable efecto en el organismo, sobre todo cuando se acompaña el de sol al baño de mar.

La acción de los baños de agua mineral que llaman química los occidentales, aunque en realidad es pránica, depende sobre todo de los principios o sustancias volátiles o gaseosas que lleva el agua en disolución; pero contribuyen asimismo en segundo término a su eficacia los principios fijos que dan señalada característica al agua mineral. Como dijimos al tratar de la piel, este órgano tiene notable poder de absorción, y así, no sólo absorbe el ácido carbónico, el sulfuro de hidrógeno y todos los gases que contenga el agua mineral, sino también las sustancias sólidas, aunque finalmente ya diluidas.

No obstante, nadie debe proceder de manera caprichosa en punto tan importante para la salud. Ha de consultarse, por el contrario, a un entendido hidroterapeuta, quien indicará qué clase de baño de agua mineral conviene y cómo y de qué modo debe tomarse, pues todo lo que pudiéramos decir acerca del particular en líneas generales no serviría para aplicarlo a casos concretos, porque cada cual, según su temperamento y circunstancias personales, requiere distinto y adecuado tratamiento, el que surge de la observación individual. 

Baños compuestos

Así se llaman aquellos en que se agregan al agua ciertas sustancias vegetales, como salvado, aceite, almidón, malta, hierbas aromáticas, etcétera, o bien algunas sales, como el cloruro sádico y el bicarbonato del mismo metal. Entre las hierbas aromáticas más empleadas en los baños se cuentan el serpol, la salvia, el espliego o alhucema, la melisa, el sauco, la menta, la manzanilla y la mejorana.

En la actualidad la química simplifica la operación, un tanto enojosa y larga, de preparar estos baños, pues nos proporciona los aceites etéreos de tales hierbas, de los que con un gramo sobra para producir el deseado efecto en la piel.

Baño de asiento con fricción

Ha de tenerse una bañera en forma de cubo circular con respaldo, de unos cuarenta litros de capacidad, dispuesta de modo que pueda colocarse en el interior una banqueta de madera que sirva de asiento, a cuyo borde inferior ha de llegar el agua como nivel máximo. El individuo se sienta en la banqueta antes de verter el agua en el cubo, con las piernas afuera, desnudo pero suficientemente abrigado el tronco con una manta. Hecho esto, se derrama en el cubo agua natural a temperatura que la mano pueda resistir. Consiste la fricción en mantener el miembro viril constantemente en el agua y friccionar los órganos genitales, de arriba abajo, muy suavemente, y nunca de abajo arriba. Este procedimiento sigue los cánones que la hidroterapia yogui recomienda para conservar hasta edad avanzada el vigor sexual.

Baño de tronco

Se usa la bañera con respaldo. Una vez vertida el agua y ya sentados, se nos friccionará el tronco hacia los riñones, porque esta operación es difícil de realizar por sí mismo y requiere mano ajena, ya que toda la eficacia estriba en la fricción. 

Fomentos

Se llama fomento técnicamente a todo medicamento líquido que se aplica con paños al exterior; pero en hidroterapia se entiende por fomento la externa aplicación del agua caliente, pues en este caso la virtud radica también en el prana, aunque en su modalidad de calor húmedo.

Se necesitan al efecto tres patios de bayeta de lana de 80 cm., en cuadro. Se coloca el primer paño en seco sobre el punto del cuerpo que ha de tratarse. El segundo se pliega longitudinalmente en cuatro dobleces y se embebe en agua muy caliente, más dejando en seco los extremos, para poder tomarlo sin quemarse. Se pliega de nuevo para que quede en dos dobleces y se aplica sobre el seco, durante cinco minutos. Se prepara el tercer paño del mismo modo que el segundo, y se lo tiene preparado para reemplazar ton 61 al segundo una vez que hayan transcurrido cinco minutos, y se van alternando así ambos paños hasta que transcurra el tiempo indicado por el médico.

Compresas

Se denomina compresa el trozo de lienzo que se aplica directamente sobre un punto externo y se sujeta con una venda. Pero puede decirse que en hidroterapia es lo contrario del fomento, pues así como éste es siempre caliente, la compresa es siempre fría. Se emplea también un paño, pero no de franela, sino de hilo o algodón, de 80 cm., y plegado en cuadro en cuatro dobleces. Se impregna en agua fría, se escurre después hasta que no gotee, se aplica sobre la piel y se cubre con una bayeta seca. No se renueva.

Fricción fría

Se toma un paño de hilo o algodón en forma de bolsa. Se moja en agua fría. Se escurre y luego se fricciona todo el cuerpo, empezando por los brazos y siguiendo por la espalda, vientre, hecho y piernas, durante unos diez a veinte minutos a lo sumo. 

 Duchas

Es todo chorro de agua, a veces en forma de lluvia, que se deja caer sobre el cuerpo para limpiarlo o refrescarlo, o con fines curativos. Las duchas pueden ser calientes o frías, nunca tibias, porque el agua tibia no resulta eficaz. Las duchas pueden ser generales o locales, según se apliquen a todo el cuerpo o a una parte determinada. La característica principal de la ducha es que el agua caiga desde la distancia conveniente y a la presión necesaria. Las duchas pueden ser, según su forma, móviles, de círculo, de columna, de lluvia y de paseo. La ducha, móvil puede tener forma de lanza, de regadera y de abanico.

La ducha de lluvia se administra por medio de un aparato que concluye en forma de boca de regadera con agujeros de un milímetro de diámetro. Se aplica la ducha de columna con un tubo cilíndrico de 25 milímetros de diámetro. La ducha de círculo es la que se administra con un aparato cilíndrico formado por diez aros huecos, superpuestos, en dirección horizontal, a la distancia de 15 centímetros uno de otro, con numerosos agujeros y cada círculo o aro provisto de una espita independiente. Se emplea p ara la ducha de paseo un cilindro hueco de 5 metros de longitud con muchos agujeros, que, suspendido horizontalmente del techo, forma una especie de lluvia bajo la que el bañista se pasea. Las duchas deben ir seguidas de fricción seca, para que el organismo reaccione, pues la reacción es esencial en todo tratamiento hidroterápico.

Flotación de los órganos internos

La generalidad de la gente desconoce el efecto que en los órganos internos produce el baño. Cuando nos encontramos en la normal posición bípeda, gravitan los órganos internos verticalmente hacia abajo respecto de su sustentación natural. Cuando nos ponemos en posición decúbito, supina o de bruces, esto es, acostados de lado en la cama, boca abajo o boca arriba, los órganos gravitan en dirección distinta. Pero cuando nos sumergimos en el agua difiere notablemente la posición de los órganos de la que toman cuando tamos de pie, acostados o sentado, La fluctuación peculiar del agua, que hace presión por todos lados sobre el cuerpo, determina una condición especial, como si los órganos internos sobre todo los pulmones, el hígado, el bazo y los intestinos quedaran libres en su espacio respectivo, sin oprimirse uno a otro y en una especie de descanso o relajación que no sólo alivia de las presiones innecesarias, sino que propende a reajustar los pequeños desplazamientos. Este efecto puede obtenerse llenando casi hasta el borde la bañera con agua a temperatura agradable, la misma poco más o menos que la del cuerpo, dejándose flotar como cuando en los baños de mar hacen la plancha los, nadadores. Se permanecerá en esta posición alrededor de un cuarto de hora, pues, como hemos manifestado, no es un baño frío ni caliente, sino puramente de placer.

Pediluvios

Nunca insistiremos demasiado en la importancia de los pediluvios o baños de pies. Hay una relación peculiar entre la planta de los pies y el sistema nervioso. Lo comprueba así la sensación de alivio y bienestar que. te al lavarse los pies cuando uno los tiene doloridos tras un día de mucho ajetreo callejero o de larga caminata. Los glóbulos excretores de la piel, además, son de mayor calibre y funcionan más activamente en los pies que en otras partes del cuerpo. Vemos así y sobre todo olemos, aunque con repugnancia, que sudan con tanta copiosidad como fetidez. Por esta razón han de mantenerse los pies siempre limpios. No será trabajo ni tiempo perdido el que se emplee en su cuidado. 

Partes pudendas

Las partes pudendas del cuerpo, incluso el ano o exterior abertura del recto, han de mantenerse absolutamente limpias, no tan sólo por motivos de dignidad y personal decoro, sino porque depende la salud en gran parte de la solicita atención con que se cuiden dichas partes.

 

 

Autor:

Jorge Alberto Vilches Sanchez