- Introducción
- Desarrollo del tema
- Argentina
- Centro América-Costa Rica
- Cuba
- El Salvador
- Guatemala
- Nicaragua
- Chile
- Colombia
- Ecuador
- México
- Paraguay
- Perú
- Uruguay
- Venezuela
- Anexos
- Bibliografía
INTRODUCCIÓN
El voto en sus expresiones mundiales de los últimos tiempos es un elemento que expresa un valor igualitario. Vale lo mismo el voto de un rico que el de un pobre, el de un letrado que el de un analfabeto,
el de un prestigiado que el de un desconocido. Por un largo periodo, las mujeres, precisamente por su condición de mujeres, estuvieron marginadas; pero percibieron el valor que este ejercicio político les daba para romper la discriminación patriarcal y reclamar una igualdad que han ido logrando por medio de largas y constantes luchas. Ahora también vale lo mismo el voto de un varón que el de una mujer. La lucha por el reconocimiento del derecho al voto ha sido un combate por la igualdad. Las mujeres han reivindicado
su derecho a decidir quiénes han de tener el poder legislativo y el ejecutivo, y estar ellas mismas en los sitios donde se toman las decisiones públicas.
Contra muchos obstáculos de la sociedad patriarcal han ido demostrando que tienen iguales, y no pocas veces mejores, capacidades en el saber conducir los destinos de la sociedad.
Al mismo tiempo las mujeres para lograr el reconocimiento social transitaron caminos muy complejos en la vida cotidiana, y por tanto, es necesario formular unas relaciones de genero equitativas en todos los ámbitos de la vida cultural, social, política y económica del mundo.
DESARROLLO DEL TEMA
La mujer se ha encontrado históricamente excluida en la actividad política, la duplicidad entre público y privado, "el ámbito de la mujer es el hogar y el ámbito del hombrees la política", es el principio en el que se basó la exclusión.
Los vientos liberales que soplaban sobre América Latina en el periodo después de las independencias de los países latinoamericanos se encuentran plasmados en las constituciones de la época. En ellas se define formalmente el concepto liberal de ciudadanía, aunque en la práctica esta excluía a los hombres no propietarios, a aquellos pertenecientes a sectores populares y a las mujeres.
En América Latina en fechas tempranas (1929), las mujeres ecuatorianas consiguieron el reconocimiento a su derecho al ejercicio del voto. Tres años después lo lograron las mujeres uruguayas y salvadoreñas. Las brasileñas y las cubanas siguieron en 1934. Desde 1926, en Cuba, el Congreso Nacional de Mujeres había demandado con fuerza el derecho al voto. En los años cuarenta ese derecho se plasmó legalmente en Panamá, la República Dominicana, Guatemala, Belice, Venezuela, Costa Rica y Chile. En este último país,durante 1884, se prohibió expresamente a las mujeres ejercer el voto, porque mujeres de San Felipe lo habían hecho.
En Costa Rica desde 1923 la Liga Feminista había colocado entre sus principales exigencias el derecho a votar para las mujeres. En Argentina avanzó el reconocimiento en 1947, pero fue hasta 1951 cuando ese derecho fue puesto en práctica. En la década de los cincuenta avanzaron hacia el derecho femenino al voto Nicaragua, Bolivia, Colombia, México, Honduras y Perú. Iniciada la década de los sesenta se incorporó el rezagado Paraguay. En Colombia, el reclamo por la igualdad jurídica y política de las mujeres frente a los hombres tiene una larga historia. Fue en 1932 cuando se logró la igualdad en los derechos civiles, y la igualdad ante el sufragio llegó hasta mediados de la década de los cincuenta. Cuando nació la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1946, se hizo un llamado a todos los países latinoamericanos que no habían establecido el voto femenino para que éste se legislara, aduciendo que negar a la mujer el derecho al voto era perpetuar un estado de desigualdad social.
ARGENTINA
En Argentina, las primeras mujeres que se ocuparon y preocuparon por organizarse sobre el tema de la participación política y su consecuencia: el sufragio femenino, fueron las militantes del Partido Socialista y las anarquistas. Estas mujeres comenzaron a luchar por conseguir igualdad de derechos y de oportunidades a la par de los hombres, quienes contaban con derechos cívicos casi desde el mismo momento en que plantearon la necesidad de organizar una nación y un Estado nacional argentino.
Para tal fin, las socialistas y anarquistas, siguiendo el ejemplo de sus pares europeas fundaron entre 1900 y 1910 una serie de agrupaciones en defensa de los derechos cívicos de la mujer. Y a ellas las siguieron otros grupos de mujeres, menos radicalizadas pero tan progresistas como ellas, que tenían reivindicaciones similares.
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