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Mujeres a las urnas – Historia Social Latinoamericana (página 2)

Enviado por Sofia Lajad


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El porqué de la lucha

Al comienzo del siglo XX, el modelo femenino en Argentina estaba cambiando. Las mujeres, aun aquellas que tenían su ámbito de desarrollo en el seno del hogar, aprendieron de los hombres y de las noticias que les llegaban desde Europa y Estados Unidos, que ellas también tenían derechos.

Por la legislación imperante en Argentina en esos años, las mujeres no tenían presencia cívica. Para la ley eran consideradas poco menos que minusválidas o menores de edad eternas, ya que pasaban de depender de su padre al esposo, en caso de casarse, sin solución de continuidad.

En cambio, los hombres tenían derecho al voto y sus derechos como ciudadanos eran plenos desde la primera vez que se votó en el país. Pero las mujeres quedaban fuera de la vida como ciudadanas, no participaban de la vida política, no tenían derechos cívicos, eran poco menos que incapaces ante la ley.

Los primeros intentos de organización para la lucha por los derechos cívicos

A principios del siglo XX, las mujeres más informadas y con un espíritu de lucha un poco más desarrollado, formaron lo que se conoció como Unión y Labor para el Progreso Femenino y la Protección del Niño en 1900, la Asociación de Universitarias Argentinas en 1902, y en 1905, el Centro Feminista de Buenos Aires y la Liga de Mujeres Librepensadoras. Estas eran todas agrupaciones que buscaron la reivindicación de los derechos políticos de las mujeres.

Una época de efervescencia política en la que las mujeres más ilustradas y preparadas intentaron organizarse y hacerles conocer a las otras, menos afortunadas, muchas de ella inmigrantes, la necesidad de saber de sus derechos.

A mitad del siglo XX la mujer argentina seguía sin tener derecho a votar y continuaba sin ejercer sus derechos cívicos.

Poco a poco, las primeras mujeres luchadoras empezaron a ser acompañadas por otras progresistas, pero menos radicalizadas en sus reivindicaciones. Pero todas con el firme propósito de luchar por conseguir el sufragio femenino y la plenitud de los derechos para la mujer. Y esta lucha no era sencilla porque diariamente se cruzaba con la problemática de la mujer que era mucho más amplia: la mejora de las condiciones de trabajo, pedidos de asistencia, protección para las embarazadas y sus hijos.

Luego del golpe de 1930, las agrupaciones femeninas sufrieron algunos cambios; el conservadurismo que tomó el poder de la mano de Uriburu y Justo, alejando el gobierno del presidente radical Hipólito Yrigoyen, dificultó parte de los reclamos femeninos que debieron abandonar la cuestión de la mujer en general, y centrarse en la cuestión del sufragio en particular.

Los diferentes partidos políticos comenzaron a sumar mujeres dispuestas a pelear por lo suyo, conscientes de que las mujeres fuimos una fuerza importante dentro de la sociedad: en 1933 se crea la Asociación de Mujeres Radicales (de la Unión Cívica Radical); en 1946 la Secretaría Femenina del Partido Laborista, y la Secretaría Femenina de la Unión Cívica Radical. En 1949, el Partido Justicialista organiza su Rama Femenina.

Antecedentes de la participación femenina en el gobierno gracias al voto

En 1862 habían logrado que en San Juan se las incluyera en la votación, aunque el voto fuera calificado en las elecciones municipales. Tuvieron que esperar hasta 1921 para que se repitiera la participación: en Santa Fe se promulga una Constitución que aseguraba el voto femenino a nivel municipal, aunque la participación fuera menor.

En 1927, cuando en San Juan se sanciona la nueva Constitución, estas luchadoras logran que se les reconozcan iguales derechos que a los hombres. Pero el golpe de 1930 anula cualquier posibilidad de reconocimiento femenino: las mujeres son eliminadas como ciudadanas del padrón electoral. Habrá que esperar hasta la llegada del gobierno de Perón para que nuevamente se les tenga en cuenta. Pero la lucha no había terminado. Continuaría.

La ley del voto femenino. Eva Perón, año 1947

Casi medio siglo tardará en imponerse la iniciativa levantada por aquellas mujeres a principios del siglo XX, para que la población femenina con mayoría de edad accediera al derecho a elegir y ser elegidas.

En septiembre de 1947, en virtud de la ley 13.010 votada por el Congreso Nacional durante el primer gobierno de Perón, las mujeres obtuviéramos por primera vez derecho a participar de una elección y tener los mismos derechos civiles que los hombres, a pesar de que hacía muchos años que constituíamos una fuerza laboral importante en el desarrollo de Argentina.

La promotora de dicha ley fue la ex primera dama argentina Eva Perón, una de las impulsoras de los reclamos femeninos que muchas otras mujeres enarbolaron hacía medio siglo, y por los que realmente lucharon sin pausa.

Pero fue hasta el 11 de noviembre de 1951 que la mujer argentina emitió por primera vez su voto a la par de los hombres, del resto de los ciudadanos.

La acción de Eva en el poder fue ante todo social. En lo político, se redujo a organizar la rama femenina del Partido Peronista.

Con respeto a la acción social, entrego alimentos, ropa, frazadas, maquinas de coser, juguetes a los niños, concurría a barrios pobres, recibía visitas de niños, ancianos , hombres y mujeres con diferentes problemas ,etc.

En 1950 se inauguro " la fundación de Eva Perón"que tenia como  objetivo la ayuda socia, la construcción de viviendas para familias indígenas, la creación de establecimientos educativos, hospitalarios y recreativos, la colaboración para realizar obras de interés general , la contracción de hogares de ancianos y la acción turística.

En 1947 recibió una invitación para visitar España, por la tanto decidió realizar una gira por Europa.

Unas de las grandes preocupaciones de Evita era la situación social y política de la mujer, por eso, tomó sobre sí la responsabilidad de lograr la aprobación de una ley que permitía a la mujer sufragar.

A partir de 1919 distintos diputados comenzaron a presentar proyectos de ley para establecer el voto femenino obligatorio.

Pero todos estos proyectos chocaban constantemente contra los mismos prejuicios, que colocaban a la mujer en una situación de reiterada sospecha con respecto a su capacidad y madurez para hacer uso de ese derecho que la oligarquía consideraba privilegio del hombre.

 

En 1946 Eva pasó a presidir la Comisión Pro Sufragio Femenino y comenzó a presionar que se sancione la ley.  La actitud de Eva fue de lucha constante para que se aprobara el proyecto e inicia una campaña para apoyar la gestión.

Eva, al regresar de su gira por Europa, se debió enfrentar con la oposición oligárquica. La oposición era tan fuerte que el día 3 de septiembre, en que se esperaba la sanción de la ley, debió postergarse para el 9 del mismo mes. 

 

Finalmente ese día con los palcos del Congreso completos de mujeres, se logró la sanción de la ley Nº 13.010, que se promulgó el 23 de septiembre.

A partir de 1919 distintos diputados comenzaron a presentar proyectos de ley para establecer el voto femenino obligatorio.

Pero todos éstos proyectos chocaban constantemente contra los mismos prejuicios, que colocaban a la mujer en una situación de reiterada sospecha con respecto a su capacidad y madurez para hacer uso de ese derecho que la oligarquía consideraba privilegio del hombre.

Mujeres en Argentina

Al recuperar la democracia, los esfuerzos de las mujeres en el ámbito político se tradujeron en la creación de instancias especializadas de gobierno, a nivel federal y provincial, para la formulación de políticas publicas destinadas a mejorara la condición femenina. En la actualidad han logrado la aprobación de la Ley de Cupos, que obliga a los partidos a llevar candidatas mujeres a cargo de representación, cuya aplicación ha permitido una mayor participación femenina en la Cámara de Diputados.

BOLIVIA

Bolivia -1952

A diferencia de otros países de América latina, en Bolivia la presencia de las mujeres en la construcción nacional y en el conflicto social ha sido permanente desde los levantamientos indígenas del siglo XVIII. Tras la independencia, sus luchas han estado ligadas a proyectos globales de transformación y cambio social llevados adelante por sectores subalternos. Históricamente sus acciones políticas ha sido de afirmación de sus derechos ciudadanos y de diferencia contra las diferentes dictaduras.

En 1992 la información censal indicaba que las mujeres representaban el 40% de las fuerzas laboral del país. Esa participación laboral se hace en condiciones diferenciales desde la crisis económica de los años ochenta

Por otra parte, la accidentada lucha por la restauración democrática, con dictaduras, luchas fraudes electorales y golpes militares, coloco, en 1979, en la presidencia de la Republica (en forma interina) a Lydia Gueiler, dirigente de gran trayectoria en la revolución de 1952

El accionar de las mujeres en los partidos políticos con el Movimiento Nacionalista Revolucionario (M.N.R), que fue determinante para el éxito de la revolución, esta no se ha traducido, sino ocasionalmente, en cargos de dirección partidaria. Los sindicatos mineros y campesinos, han contado con un apoyo extraordinario en los comités de Ama de casa y las organizaciones de mujeres campesinas, que no han logrado la aceptación de su capacidad política autónoma ni el reconocimiento del derecho de voto en las Organizaciones Nacionales

La incorporación de las Bolivianas a posiciones de poder ha estado marcada por los procesos políticos vividos por el País. En 1968 una mujer ocupo una cartera ministerial y solo en  1990 otra participo en el gabinete.

En el poder legislativo, lentamente ha ido aumentado la presencia femenina, asi como en los concejos municipales

Las Mujeres en Bolivia hoy en día

  • No obstante, pese a esta presencia, la identidad de las mujeres y sus demandas no han sido incorporados al sistema político, en especial al sistema de partidos y sindicatos, ejes de la vida publica y social.
  • Mas allá de la gran heterogeneidad de situaciones que viven las bolivianas, en un país pluricultural y multilingüe, diversidad que se acentúa con la creciente información de la política y la economía, hay trazos que unifican su experiencia desde el altiplano hasta los llanos orientales. Las raíces culturales en el allyu (comunidad andina) y la unidad "jaqui" (personas social formadas por la pareja) fijan una forma de relación con los hombres en que la complementariedad de la pareja marca muchas veces practica organizativas, políticas sociales.
  • Se expresa en fenómenos como la violencia domestica, tan extendida como ocultada. En las ultimas cuatro décadas los rasgos vitales de las bolivianas se han modificado solo moderadamente, a excepción de los principales núcleos urbanos donde ese cambio a sido mayor.
  • En promedio, continúan siendo fundamentalmente jóvenes, la mitad reside en zonas rurales y tiene todavía cerca de cinco hijos por cada mujer.

Las condiciones de vida de las bolivianas se encuentran entre las mas deprimidas de América Latina. Su nivel educativo ha mejorado lentamente y se encuentra todavía por debajo del de los hombres, situación que las diferencia claramente de las mujeres de la gran mayoría de los países latinoamericanos, donde ese nivel se elevo sustancialmente en las dos ultimas décadas.                  

CENTRO AMÉRICA: COSTA RICA

"La lucha por el sufragio femenino en Costa Rica (1890-1949) "

1. Antecedentes históricos del movimiento feminista y sufragista costarricense

En esta sección trataremos de establecer cuáles fueron algunos de los elementos centrales en la evolución del movimiento feminista y sufragista, con el fin de ubicar mejor el lema de estudio. En el caso costarricense, aun falta mucho por investigar acerca del movimiento sufragista y de las tendencias y estrategias de las mujeres que integraban el movimiento feminista. Sin embargo, se cuenta con varios estudios a través de los cuales se ha logrado establecer algunas de las principales características de este proceso de conquista del voto femenino en el período entre 1890 y 1949 (9).

Es a partir de este período que tomo mayor auge el debate sobre la igualdad de la mujer y sus condiciones sociales y políticas, y el planteamiento más sistemático de reformas constitucionales tendientes a favorecer los derechos políticos femeninos.

Este proceso se da en el marco de: 1) Una gran efervescencia socio-política y de reforma electoral; 2) Fortalecimiento de las políticas sociales del Estado liberal; 3) Construcción de un modelo hegemónico liberal y, 4) Redefinición del sistema ideológico de género, mediante la ampliación de los espacios para las mujeres y del auge en las demandas para que las mujeres tuvieran un acceso igualitario a la educación y a la fuerza laboral asalariada y a mejores condiciones laborales, de higiene y de salud, y el reforzamiento del modelo familiar de la clase alta (lO)

También encontramos en este proceso de lucha sufragista la influencia específica y determinante de variadas coyunturas, entre las cuales destacan: 1) EI impacto de las campañas sufragistas del pujante movimiento femenino de otros países, iniciadas desde el siglo XIX en Europa, Estados Unidos y otros países de América Latina; 2) EI fortalecirniento de los nexos de las organizaciones feministas en el ámbito mundial a principios del siglo XX, incluyendo al feminismo costarricense; 3) Las reformas electorales de 1913, 1925, 1927 Y 1946; 4) La crisis política que se abrió con el golpe de Estado de 1917, la cual incentivo una activa participación femenina en el derrocamiento de la dictadura de los Tinoco en 1919 y el primer planteamiento del derecho al voto femenino ante una Asamblea Constituyente; 5) EI auge del movimiento obrero de principios del siglo XX y del Partido Reformista en 1923, los cuales estimularon una mayor integración femenina en las luchas políticas (11); 6) EI papel clave que tuvo la fundación de la Liga Feminista en 1923 y sus constantes campañas sufragistas en 1925, 1929, 1931, 1932, 1934, 1939, 1943 Y 1947; y 7) EI impacto determinante de los movimientos de mujeres pro derechos civiles y electorales de la década de 1940 y en la Guerra Civil de 1948 (12).

En síntesis, proponemos que dentro de este período de evolución del movimiento sufragista podemos distinguir tres grandes etapas: 1890-1910, 1910-1923 Y 1923-1949 (13). La etapa preliminar de 1890-1923 se caracterizó por la apertura de la discusión periodística y de la formulación de los primeros planteamientos sobre la igualdad y los derechos políticos de las mujeres ante el congreso. Así, nos encontramos con que el derecho al voto femenino aparentemente fue planteado por primera vez en 1890 por el presidente José Joaquín Rodríguez, en un discurso legislativo sobre reformas electorales. Según sus argumentos basados en una óptica liberal igualitaria, la necesidad de promover el sufragio femenino se justificaba como una decisión consecuente con: "…la civilización moderna y el avance de los principios democráticos,…[porque] la mujer esta dotada de iguales facultades y sentimientos que el hombre, y por tanto es tan capaz como él para ejercer sus derechos y tener justas y legítimas aspiraciones…" (14).

Luego, en el lapso comprendido entre 1910-1923, el proceso de lucha por el sufragio femenino adquirió una mayor fuerza, en el marco de la efervescencia socio-política y de las reformas electorales y del auge del movimiento feminista internacional. En esta época, el Partido Reformista liderado por Jorge Volio, el movimiento obrero y más tarde el Partido Comunista (fundado en 1931), incentivaron la participación de las mujeres en la política y la igualdad de sus derechos.

Por otra parte, en este periodo de 1910-1923, debemos citar los esfuerzos individuales de otras mujeres que contribuyeron a poner las bases para la fundación de la Liga Feminista, alimentadas por toda la influencia del movimiento feminista internacional. Entre ellas se destacan Ángela Acuña, la primera mujer abogada y una de las fundadoras de la Liga. Acuña hizo los primeros intentos de promoción del voto femenino en sus artículos periodísticos a partir de 1912 y ganó en 1916 la reforma al artículo 12 de la Ley Orgánica de los Tribunales, el cual impedía que las mujeres practicaran el notariado (15).

Además, en el marco de la reforma electoral de 1913 toma mayor fuerza el debate sobre la igualdad y los derechos políticos femeninos, en el cual sobresalieron los artículos del profesor Luis Felipe González Flores. Pero es la crisis política de los años 1917-1919 la que va a incentivar una activa participación femenina en el derrocamiento de la dictadura en 1919 y el primer planteamiento del derecho al voto femenino ante una Asamblea Constituyente. En este proceso destacaron los esfuerzos del presidente Julio Acosta y del diputado Álvaro Quirós (16). Estimuladas por este ambiente es que posteriormente, el 20 de junio de 1923, algunas estudiantes del Colegio Superior de Señoritas, precediendo a la fundación de la Liga, plantearon la necesidad de implementar el voto femenino ante el Congreso (17).

Finalmente, el periodo de 1923-1949 se caracterizó por una organización más sistemática del movimiento feminista costarricense, la cual se vio estimulada por la efervescencia en el ámbito internacional, y supuso la fundación de la Liga Feminista el 12 de octubre de 1923.   Y  fue en 1932 que definitivamente se implemento el voto femenino en l Costa Rica.

CUBA

Los estudios sobre Historia de las Mujeres en Cuba han aumentado en la década de los años noventa.

El fin de la guerra, en 1898, provocó reacciones y ajustes para la nación; se abría una nueva era, en la que Cuba se estrenaba ante las nuevas fronteras imperiales como el país que debía seguir la modernidad y olvidar su pasado colonial. La población cubana se preparó para la construcción jurídica de su ciudadanía, sobre la base de los principios de libertad y democracia, estamento fundamental en la cimentación de la naciente república.

La trasgresión que suponían una intervención foránea -la primera estadounidense (1898-1902)- y su supuesta misión "civilizadora", favoreció la estructuración y asimilación de un discurso feminista de mayor solidez

El General Leonardo Wood encabezó la cruzada y fomento medidas que favorecían a las mujeres cubanas; por este motivo fue el "Primer Feminista" del país y formo parte de un artículo titulado "El Feminismo en Cuba" donde se hacia alusión a la prohibición de la entrada de mujeres a Cuba para ejercer la prostitución.

Una de las acciones más significativas, en esta primera intervención estadounidense, lo serían los debates de la convención constituyente, que tuvo su sesión inaugural el lunes 5 de noviembre de 1900. La controversia sobre el llamado "sufragio universal" traería, nuevamente, encolerizados encuentros entre los constituyentes, que no se pondrían de acuerdo en tan puntual asunto. En la sesión nocturna del 29 de enero de 1901, Miguel Gener, sorprendería con el reclamo del sufragio para las mujeres: "el sufragio universal es falso, no es el verdadero sufragio universal. Hasta ahora tenemos por sufragio universal el sufragio de que gozamos los hombres, pero no se cuenta para nada con las mujeres".

Miguel Gener, Salvador Cisneros y José Lacret Morlot adherieron y firmaron una base a la sección correspondiente al sufragio que sugería: "Las mujeres como los hombres, tienen derecho a votar según el Sufragio Universal y las Leyes Electorales que se establezcan".

La moción de "sufragio femenino" fue desaprobada por 9 votos a favor y 17 en contra. La votación en contra de esta reivindicación para las mujeres fue realizada en la sesión nocturna del 9 de febrero de 1901.

Con esta acción se dio paso a otros debates que se extendieron hasta el 21 de febrero de 1901, cuando se firmó la carta fundamental rectora de la anhelada República. El texto de la constitución quedó dividida en dos partes fundamentales: una dogmática con los derechos individuales, y otra orgánica, referida a la estructura de poderes.

En la primera parte, título IV, sección segunda, bajo la denominación de "Derecho de Sufragio", las mujeres quedaron finalmente excluidas de forma legal del ejercicio del voto y fueron excluidas de su derecho a ser ciudadanas con derechos políticos.

El 20 de mayo de 1902 se constituiría oficialmente la república de Cuba y su primer mandatario, Tomás Estrada Palma, había tenido vínculos muy directos con miles de emigradas que habían pertenecido a los clubes afiliados al disuelto PRC, organización en la cual ocupo el cargo principal, el de delegado, tras la muerte de su fundador José Martí.

Las mujeres, haciendo valer estos lazos estrechos con el nuevo presidente, le hicieron pedidos en cientos de misivas donde le sugirieron diversas inquietudes.

El esfuerzo fundamental realizado por el primer mandato republicano estaría centrado en la formación de ciudadanos; por lo que realizo un proyecto de instrucción pública, fomentado durante la primera intervención estadounidense, cuando, de forma gratuita, se enviaron 1256 maestros a la universidad de Harvard a pasar un curso de verano. De este grupo, 601 eran mujeres, que tuvieron en su programa contactos con los Women Clubs de Boston, con el objetivo de conocer sus estatutos para que "…sean establecidos allí para mejorar la cultura si cabe entre las familias cubanas".

El entusiasmo mostrado por las maestras en su visita fue reflejado por la prensa de Boston el cual dio a conocer la admiración que despertó en las cubanas la forma de vida de las estadounidense:"…la mujer sola se basta para guardarse, preparémosla y hagámosla hacer, vivir y desarrollarse en ese benéfico ambiente y logremos lo que tiene la mujer en los Estados Unidos: la independencia absoluta de la mujer, con iguales derechos e idénticos deberes que el hombre. Tal debe ser y tal es la realidad del mundo".

Estos viajes serían decisivos para la divulgación de las ideas del feminismo en el país, donde se comenzarían a editarse publicaciones sobre cómo debían insertarse en la sociedad cubana.

En Cuba esta nueva corriente del Feminismo no fue recibida con mucho beneplácito. Uno de los pocos libros escritos a favor del sufragismo femenino Mujeres! ah las Urnas y al Hogar! del abogado F. Caraballo y Sotolongo, confirmaría esta idea:"No olvidemos que la sufragista exaltada no es la feminista; como el terror no es la revolución francesa. La sufragista debe ser condenada a no reaparecer en el escenario del Feminismo".

En este mismo estudio se exponía cómo contrarrestar el anti-feminismo de las sufragistas, quienes no podrían "destruir la delicadeza de la mujer, el lirio de su alma, ni el perfume de su idealidad".

Feminismo y Sufragismo: El inicio de la utopía democrática

El eminente estallido de la primera guerra mundial en Europa condujo a que muchos de los paradigmas que existían acerca de la mujer variarán al producirse una ruptura con su tradicional papel doméstico y tener ella que desempeñar roles no acostumbrados.

El Sufragismo se hacía inevitable en Cuba. En tiempos del periodo presidencial del general José Miguel Gómez, del Partido Liberal (1909-1913), se crearon las primeras asociaciones legalmente registrada, la primera de ellas, fue el Partido Popular Feminista, que se constituyó en la habana en noviembre de 1912, con Emilia Pérez de Viñas en la presidencia. Un mes después se crearían otras dos: el Partido de Sufragistas Cubanas, que presidida Digna Collazo, y la que fue la más importante de las tres, el Partido Nacional Feminista.

Este última asociación quedó constituida "para hacer propaganda en pró de la igualdad civil y política y social de ambos sexos y proponer leyes y medidas a favor de mujeres y niños".Esta agrupación fue la protagonista en los primeros años del sufragismo cubano, y no sólo estuvo pidiendo el anhelado voto femenino, sino que otras reivindicaciones para las trabajadoras, las cuales quedaron reflejadas en tres puntos de su programa:

1.-Reforma de la ley del Servicio Civil, estableciendo que un tanto por ciento de los destinos públicos sean desempeñados por mujeres, en el estado, provincia o municipio, todas las profesoras de enseñanza primaria en las escuelas.

2.-El libre acceso a todos los comercios, industrias y oficios e igualdad en los salarios.

3.-Los cargos de telegrafistas, mecanógrafas, tenedoras de libros y dependientes de establecimientos que expendan única o principalmente artículos para señoras y niños, venta de billetes de Lotería Nacional y de localidades en taquilla de los lugares que se celebren espectáculos públicos. La problemática social y política también tenía espacio en el reclamo de la asociación sufragista, que en otros puntos del documento constitutivo señaló la necesidad del libre acceso de la mujer a todos los establecimientos docentes y la aprobación de leyes y medidas de toda índole que tendieran a la igualdad civil absoluta.

El 31 de marzo de 1913 se trató de dar un paso de avance en la superación del divisionismo entre las tres organizaciones de sufragistas existentes en el país, al acordar, primero, la fusión del Partido Nacional Feminista y el Partido Popular Feminista, fusión a la que se integraría, el 23 de noviembre de 1914, el de Sufragistas Cubanas.

En los primeros tiempos del primer periodo presidencial del general Mario García Menocal, del Partido Conservador (1913-1917), estas tres asociaciones femeninas, ahora unidas, integrarían el Partido Nacional Sufragista (PNS), que tendría en la presidencia a Mallén de Ostolaza, con una vice presidencia compartida por Digna Collazo, Emilia Pérez de Viñas, Sara Aguirre, Concepción Barroso, Luz Rubio y Herminia Morales Gómez. Las Bases de este nuevo partido se ampliaron a 15, e incluyeron el pedido de puestos fijos más altos en el Estado, provincias y municipios, además de reformas a los aranceles de aduana, que perjudicaban a artículos de primera necesidad; el divorcio, como complemento para el matrimonio civil, y la abolición de la pena de muerte. Con esta ampliación, también se lograría un mayor prestigio e intercambio con personalidades e instituciones extranjeras.

La influencia ganada por esta asociación le permitiría ser la protagonista entre 1914 y 1917, de la difusión de la necesidad del sufragio femenino y el intento de celebrar una asamblea preparatoria para un "congreso sufragista", cuestión que, al perder protagonismo, no se podría materializar, y sería asumido por otras asociaciones feministas.

Mujeres y política. El Club Femenino de Cuba y los dos congresos

En los años de 1917-1918 se aprueban dos leyes que habían suscitado innumerables polémicas: la ley de la patria potestad (18 de julio de 1917) y la ley del Divorcio (30 de julio de 1918).

La primera de estas leyes, la de la patria potestad, permitió a las mujeres liberarse de la insoportable tutela de padres y esposos para administrar sus bienes parafernales o dotales según expresaba el artículo segundo "En ningún caso será necesaria la licencia del marido". De igual modo la ley del Divorcio atacaba a una institución, el matrimonio, totalmente dominada por los hombres.

Estas dos leyes convertirían a Cuba en el primer país latinoamericano en aprobarlas, lo cual resulto un triunfo de las asociaciones sufragistas que habían insistido en este reclamo.

Otro acontecimiento trascendental para las mujeres sucedería el 21 de marzo de 1918, cuando un grupo de ellas se nucleó para formar la organización más importante del feminismo nacional: El Club Femenino de Cuba, que se dio a conocer, oficialmente, el 3 de julio de 1918, en una sesión publica en la academia de Ciencias, que tuvo como oradora principal a Dulce Maria Borrero.

El Club Femenino de Cuba significó un paso superior en el feminismo nacional al transgredir el discurso tradicional en relación con las mujeres, y desarrollar intensas campañas más allá del sufragio femenino. Fundó escuelas nocturnas para obreras y otras para la enseñanza del comercio; además, creó la primera institución de niñeras que funcionó en el país. También le pidió al gobierno importantes leyes, como la de la silla, que le permitiría a las empleadas que trabajaban más de 6 horas disponer de estas para cuando no fuera necesario permanecer de pie; la ley del 50% de empleadas donde se vendían artículos femeninos, y otras de carácter social, como la lucha contra la mendicidad infantil, las drogas y la prostitución.

Una de las obras sociales más importantes de la asociación fue la creación de la cárcel de mujeres de Guanabacoa, donde se reeducaban reclusas, a las que se les ofrecían cursos de instrucción primaria, y de corte y costura, además de garantizarles camas, ropas y alimentos.

En 1921 inauguraba el doctor Alfredo Zayas y Alfonso, del Partido Popular, su periodo de cuatro años como presidente de Cuba, y tuvo iniciativas para que el Congreso de la republica aprobara el sufragio femenino pero fueron fallidas.

En ese mismo año, por iniciativa del Club Femenino, se creó la federación nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba, que estuvo compuesta inicialmente por cinco asociaciones: Club Femenino de Cuba , Congreso Nacional de Madres, Asociación de Católicas Cubanas , Asociación Nacional de Enfermeras y Comité de la creche Habana Nueva. Estas agrupaciones representaban a 8 000 mujeres. La federación Nacional de Asociaciones Femeninas de Cuba convocaría, el 11 de octubre de 1922  a la celebración del Primer Congreso Nacional de Mujeres, que tendría la particularidad de ser el primero celebrado en América Latina. Sin embargo, valga decir que, En 1916 en Yucatán, el gobernador Carrillo Puerto, de Mérida, promovió la celebración de un Congreso de mujeres ante la necesidad de alcanzar "ciertas reivindicaciones para la población femenina".

La participación en el Primer Congreso fue abierta a todas las organizaciones femeninas del país a partir de cuatro bases que debían ser cumplidas y en las que se exhortaba a no emitir criterios desfavorables contra el feminismo o el sufragismo y a no hacer proselitismo religioso o político.

El Primer Congreso Nacional de Mujeres se reunió en la academia de Ciencias de La habana, del 1 al 7 de abril de 1923, con un temario dividido en 36 puntos, que resultaban muy polémicos, y fueron debatidos por las mujeres en acalorados encuentros.

En el acto inaugural celebrado el domingo 1 de abril, a las nueve de la noche, en el Teatro Nacional, y ante una concurrencia que lo abarrotó, Pilar Morlón pronunció un discurso donde ella misma se sorprendía de que el Congreso fuera ideado y financiado por las propias mujeres.

El sufragio femenino fue un punto de unidad de las mujeres en este Primer Congreso. De las conclusiones aprobadas aquí, la primera fue "que se emprenda por todas las mujeres de la república una campaña intensa para obtener el voto, como primera medida de profilaxis social".Y la última: "Trabajar intensa y eficazmente, con todos los medios lícitos a nuestro alcance y sin contraer compromisos con ningún partido para obtener el derecho al sufragio".

El Primer Congreso Femenino llamó la atención de la prensa en general y permitió que un importante grupo de mujeres empezara a realizar un nuevo tipo de periodismo, alejado de los "recetarios de cocina y atenciones domésticas"; ayudaba así en la formación de una esfera pública en la que estas mujeres en el periodismo opinaban y cambiaban el estereotipo banal que se les otorgaba. Entre ellas destacó quien asistió como delegada a este Primer Congreso: la periodista Mariblanca Sabas Aloma.

El Segundo Congreso Nacional de Mujeres, celebrado del 12 al 18 de abril de 1925, en los mismos escenarios en que se realizo el anterior, contó con la presencia del presidente electo, lo que auguró un nuevo impulso para el sufragio femenino, el cual era la demanda fundamental de este Segundo Congreso. En la sesión solemne de apertura, en un breve discurso, afirmaba Machado " que la mujer tiene derecho a ejercitar las funciones cívicas, ya que ese derecho aparte de la razón humana y universal que lo abona, surge también legítimamente, de los esfuerzos que la mujer cubana realizó en la lucha larga y terrible por la conquista de la república Cubana".

El tema en cuestión fue presentado de dos formas: Una, con pasión, por parte de las líderes sufragistas Amalia Mallén, Maria Collado y Ana Batallé; y otra, reflexivamente, por las abogadas Graziella Barinaga y Ángela Zaldívar, pero en ambos casos las ponencias fueron aplaudidas con delirio.

La intervención final del viernes 17 de abril, en su sesión nocturna, fue para Ángela Zaldívar, quien con un discurso agresivo cuestionó que la mujer hubiera sido alguna vez ciudadana en Cuba "Yo entiendo que no lo es (…) la mujer no pertenece a la clase de ciudadanos". Estos criterios fueron muy osados para un foro en el que participaban 76 hombres denominados "congresistas adictos" y entre los cuales habían políticos ortodoxos e intelectuales simpatizantes como Fernando Ortiz, Juan Marinello, Enrique Loynaz del Castillo, Ramiro Guerra y Antonio González Gurquejo. Las palabras finales de Zaldívar fueron para pedir que siguieran "serenas y tranquilas" ante la ignorancia de los hombres que las excluían " (…) No podemos a los seres que hagan gala de aquello que les falta (…) el dique no detiene la corriente que puede derribarlo o que lo salta".

La euforia sufragista no pudo ir más allá por las rivalidades entre la líder feminista, Pilar Morlón y la sufragista Maria Collado, quienes llegarían a las burlas y ataques personales.

Las asambleas públicas fueron tan turbulentas que provocaron grandes trifulcas, desmayos y escándalos  La junta de Gobierno de la academia de Ciencias decidió no ceder más sus salones de actos para evitar ataques histeriformes de damas.

No obstante, este Segundo Congreso permitió la presencia de la mujer negra trabajadora representada por Inocencia Valdés, veterana luchadora del Gremio de Despalilladoras, y la presentación de temas candentes como la condena contra el aumento de la pornografía en anuncios, libros, periódicos y espectáculos.

Para la presidenta del evento Pilar Morlón, nada de lo sucedido era síntoma de un debilitamiento: "Indudablemente todas no pensáis de igual modo, pero eso no es un mal. No dais vuestra adhesión a los mismos sistemas, pero tampoco eso es un mal. No es un mal otorgar su preferencia a unos métodos sobre otros. Tanta variedad en el pensamiento es signo de vitalidad y no solo no es malo, es bueno, es útil".

La vitalidad señalada por Morlón fue la que permitió al sufragio femenino ganar auge en Cuba. Las mujeres representadas en el Congreso, que eran alrededor de doce mil, conocieron, por medio de sus delegadas, de los esfuerzos que realizaban las propias mujeres en aras de una ciudadanía política que les permitiera participar en la esfera pública.

A partir de 1925 durante la etapa machadista, que se extendió hasta 1933, el tema del sufragio femenino dividió sustancialmente a las simpatizantes y opositoras del dictador Machado. El sufragio para las mujeres en Cuba fue aprobado en enero de 1934.

EL SALVADOR

El rol de la mujer en El Salvador

La participación de las mujeres en la sociedad salvadoreña ha pasado por diferentes etapas que han dejado la huella de algunos personajes históricos y sobre todo, han hecho posible la apertura de espacios para las mujeres, más allá de la tradición en la esfera doméstica, es decir su inserción en la producción.

 No obstante existen investigaciones a la luzde la teoría de género, sobre etapas históricas importantes, tal como la que realizó Carlos Cañas Dinarte quien realizó un estudio sobre "Las Mujeres en la Independencia", en donde proporciona evidencias sobre el rol de las mujeres de la época de la independencia. Cañas Dinarte constata que "Las mujeres de esa época: criollas, mestizar, indígenas y negras esclavas, compartían algunas funciones y labores comunes, a las que se les denominaba: "oficios mujeriles". El hogar, la iglesia, el hospital y el campo de labranza eran sus principales espacios para desempeñar estas labores.

La mayoría de mujeres estaba excluida del derecho a la educación, además de que la misma era exclusividad de una élite eminentemente religiosa y segregada para hombres y mujeres, aunque la historia de la independencia de Centro América y El Salvador, está sellada por la firma de los próceres, fue hasta 1975, que en el marco del Año Internacional de la Mujer, que se reconoció la participación de una prócer: María de los Angeles Miranda, declara Heroína de la Patria mediante el decreto legislativo 101, fechado el 30 de septiembre de 1976 y a iniciativa de la Liga Femenina de El Salvador. No obstante existen muchos nombres en la historia que van desde heroínas hasta mártires, como lo son la metapaneca Juana de Dios Arriaga, en Chalatenango María Madrid, en San Miguel Mercedes Castro, entre otras.

Las labores hechas por las mujeres en la independencia como activistas, como defensoras públicas, convocantes, mensajeras, así como los registros de mujeres presas políticas y mártires, han sido hechos menos valorados y las tareas que éstas mujeres realizaron han sido consideradas como de apoyo y no como determinantes en este proceso histórico, lo cual confirma el carácter sexista de la historia escrita que ha destacado el protagonismo masculino como determinante para los cambios sociopolíticos y se ha dado un menor valor político a las acciones realizadas por las mujeres.

Sin duda, estos procesos de cambio no han sido movimientos aislados del contexto internacional, sino que han estado influenciados por los movimientos feministas desarrollados a escalamundial desde finales del siglo pasado, como por ejemplo la creación en 1888, del Consejo Internacional de Mujeres. De esta forma, en El Salvador, desde principios de siglo, las mujeres han participado en los procesos de cambio y han luchado por el reconocimiento de sus derechos, tanto políticos como civiles, entre ellos, el derecho a la educación y a su participación política.

Un importante personaje en esta lucha fue Prudencia Ayala, reivindicó sus derechos ciudadanos y buscó participar en la esfera política proponiéndose como candidata a la Presidencia de la República, además de haber incursionado en la literatura. Por supuesto que esta notoriedad pudo ser producto también de su ubicación en la sociedad, es decir dentro de una clase que tenía medios económicos para hacerse sentir.

Es importante mencionar lo anterior como un avance en la lucha por la igualdad de la mujer, el reconocimiento de ésta como ciudadana y su derecho al voto, contemplado en la Constitución de 1950, primera constitución del país que consagró sin ninguna condición el derecho de la mujer a elegir y a ser electa en cargos públicos .

En la década de 1930, El Salvador era un país que reconocía a los hombres sus derechos políticos, la mujer no existía como ciudadana: no podía votar ni mucho menos optar a un cargo público, exilada del derecho a pensar. Por rebelarse frente a este estado de cosas, a Prudencia Ayala se le llamó "loca" y fue objeto de burlas de algunos panfletistas de la época. En aquella provincia de prejuicio y doble moral surgió el murmullo de las demandas por los derechos que le correspondían, hasta el atrevimiento de lanzarse como candidata a Presidenta, se dice atrevimiento, porque los derechos políticos de las mujeres no estaban reconocidos.

Como de todos es conocido en el siglo XX, las dos guerras mundiales dejaron millones de muertes y sobre todo al descubierto los altos índices de violación de los Derechos de las personas. Al final de la segunda guerra mundial, se firma la paz, la cual llevaba gran connotación social y principalmente la necesidad de garantizar y proteger los derechos humanos, tanto de hombres como de mujeres. En este contexto, en 1945 se reafirmó "La Fe en los Derechos Humanos Fundamentales", específicamente en la igualdad de mujeres y hombres. En 1946, se crea la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer. Lo anterior abrió una brecha no sólo en el ámbito internacional, sino también en el ámbito nacional, es decir los Estados deberían implementar políticas para la aplicabilidad del principio de igualdad entre hombres y mujeres por igual, lo que a su vez implicaba un largo camino de cambios culturales y estructurales.

La realidad de la mujer salvadoreña descansa en políticas estatales, las cuales deben respaldar toda iniciativa en pro del progreso humano y colectivo, aunque, bien es cierto que en la práctica, como se puede observar, este papel ha tenido aún poca incidencia en mejorar las condiciones de vida y desarrollo de las mujeres, de forma sostenida y al mismo tiempo entender que no puede haber desarrollo sin superar el déficit de las mujeres.

Desde los años de 1970 y con el auge de los Derechos Humanos, a escala internacional se han venido enfatizando los aspectos relacionados a la situación de la mujer, la necesidad de revalorizar su papel en el desarrollo de la sociedad; así como de evaluar y contrarrestar las condiciones de disparidad que condicionan su participación plena. Esto ha generado una dinámica que es impulsada tanto desde las instancias estatales como desde los organismos internacionales y del mismo sector de mujeres. Es en este marco, bajo la responsabilidad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han sido organizadas conferencias mundiales sobre la mujer, de las que han emanado diversas Convenciones y Declaraciones, como las que se citan a continuación y que han sido firmadas y ratificadas por El Salvador:

·                     Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (1952), ratificada por El Salvador mediante Decreto Legislativo No. 754 de 15 de diciembre de 1993. Diario Oficial 17 de 25 de enero de 1994. Esta Convención condena la discriminaciónque sufren las mujeres en los ámbitos de las libertades y los derechos políticos. Asegura a toda mujer participar en el gobierno de su país, a elegir y ser elegida así como a obtener iguales oportunidades de ingreso en el servicio público de su nación.

·                     Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (1979), la cual fue ratificada por El Salvador por medio del Decreto Legislativo No. 705 de 2 de junio de 1981. Publicada en el Diario Oficial No. 105 de 9 de junio de 1981. Reivindica el pleno desarrollo de las mujeres modificando las estructuras sociales y culturales fundadas en los estereotipos de género y reconociendo el gran aporte de la mujer al desarrollo de la sociedad.

·                     Convenios 100 y 111 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) relativos a la discriminación. Decreto Legislativo No. 78 del 14 de julio de 1994. D.O. No.157 de 26 de agosto de 1994. Establece que toda persona debe gozar de igualdad de oportunidades y de trato en la formación, acceso, admisión, seguridad y remuneración a un empleo de igual valor. La maternidad en las mujeres y las cargas familiares deberán recibir protección o asistencia especial.

·                     Declaración final de la Conferencia Mundial de Educación Para Todos y Todas (Jomtiem, 1990). Suscrita por El Salvador en el mismo año de 1990. Se compromete a suprimir las disparidades entre los géneros en la enseñanza primaria y secundaria logrando la igualdad entre mujeres y hombres en la educación, en particular garantizando a las niñas un acceso pleno y equitativo a una escuela básica de buena calidad.

·                     Declaración final de la IV Conferencia Mundial de la Mujer (Beijing 1995). Suscrita por El Salvador en el mismo año de 1995. Intenta avanzar en la igualdad y protección de los derechos humanos de las mujeres con independencia de sus características individuales y en los ámbitos de la pobreza, la educación, la salud, la violencia, el ejercicio de poder y la discriminación en la niñez.

Es importante mencionar como durante el proceso de guerra civil que se vivió en El Salvador entre 1980 y 1992, la mujer tuvo una participación de vanguardia(miles de mujeres y niñas se insertaron en la lucha y muchas de ellas fueron dirigentes) en este proceso, el cual dejó experiencias en todos los ámbitos de la vida de una mujer, porque tenían que dejar su hogar, sus hijos, su familia; en el económico, porque muchas dejaron su trabajo, pero en el político vieron la oportunidad de superar muchas dificultades que se tenían (por medio de grupos opositores al gobierno en turno), y lo más importante en un plano de igualdad entre hombres y mujeres, porque la lucha político y militar que iniciaron los grupos de izquierda no distinguían, al menos en los objetivos por alcanzar, ninguna desigualdad de género.

En resumen la participación de las mujeres en los movimientos sociales, políticos o militares, ha sido relevante y sobre todo ha permitido la reivindicación de las mismas, al desempeñar roles distintos a los que se les habían adjudicado tradicionalmente, incluyendo el productivo.

Pero no sólo la mujer que se fue a la guerra enfrentó retos, también la que se quedó en la vida cotidiana o sociedad civil, si se le quiere llamar así; los retos eran muchos, entre ellos, sus maridos se insertaron en cualquiera de las dos partes en conflicto, es decir el ejército legalmente establecido (Fuera Armada) o el ejército revolucionario conformado por grupos insurgentes denominado el FMLN; por otra parte algunos otros que quedaban emigraban fuera del país, ya sea para Estados Unidos, Belice, México, entre otros, buscando fuentes de empleo. En el peor de los casos éstos hombres fallecían en combate.

Cualquiera hubiese sido la forma de separación de su familia, lo cierto es que las mujeres se quedaron solas, y eso significó asumir la jefatura del hogar y todos los compromisos que ello implicaba.

Eran tantos los costos de la guerra que, en esta coyuntura incidió notablemente para que en 1990, se estableciera un calendario de reuniones para una negociación entre el FMLN y el GOES y poner fin a la guerra.

"La solución negociada de la guerra requirió crear espacios civiles y legitimar así el liderazgo del FMLN, surgen entonces, una serie de organizacionesfemeninas y algunas de las que ya existían reorientan sus estrategias en una dirección más claramente feminista" .

CONAMUS abre en 1990 la primera clínica de atención a mujeres víctimas de violencia: un curso sobre teoría de género auspiciado por el Fondo de las Naciones Unidas (UNICEF) ofreció un espacio importante para que las dirigentes de varias organizaciones profundizaran el análisis de la opresión femenina y posibilitó, meses después, la formación del Centro de Estudios Feministas (CEF), primer colectivo dedicado a la difusión del feminismo en el país. Luego surgen Mujeres por la Dignidad y la Vida (Dignas), el Instituto Mujer Ciudadana, el Centro de Estudios de la Mujer (CEMUJER), la Iniciativa de Mujeres Cristianas (IMC), el Movimiento Social de Mujeres y el grupo de Mujeres Universitarias (MUES). Se crean, espacios para el trabajo con mujeres en ONGs y organizaciones mixtas.

En este contexto las presiones de los gobiernos amigos de El Salvador y la mediación de la Organización de las Naciones Unidas sobre las comisiones negociadoras del FMLN y el GOES dieron como resultado que el 1 de enero de 1992 se acordara finalizar la guerra en El Salvador y se firma la paz el 16 del mismo mes en Chapultepec, México.

Los Acuerdos de Paz abrieron la democratización del sistema político salvadoreño y desataron tres transiciones en El Salvador: 1) el tránsito de la guerra a la paz, 2) la desmilitarización del régimen y 3) el inicio de una nueva concepción y práctica del poder político. No se pretendió resolver todos los problemas existentes en ese momento de la sociedad y por tanto, no se crearon mecanismos para combatir la forma de tenencia de la tierra en pocas manos, la injusta distribución de la riqueza, el problema estructural de la pobreza, el deterioro ecológico y las desigualdades existentes entre hombres y mujeres, entre otros. Es decir, se negoció, pero sin adoptar medidas que pusieran en riesgo el sistema vigente.

Un punto oportuno de mencionar, fue que los Acuerdos de Paz fueron escritos totalmente en masculino, literal y simbólicamente hablando, a pesar de la presencia de más de una mujer en las comisiones negociadoras y firmantes de los mismos.

La población civil femenina que colaboró con el FMLN no fue específicamente tomada en cuenta en los Acuerdos de Paz, lo que implicó que la mayoría de estas mujeres quedaran tras la guerra sin ningún recurso para su supervivencia. Además, en la ejecución del Programa de Transferencia de Tierras muchas tenedoras no fueron reconocidas como tales y no tuvieron acceso individual a la tierra repartida: utilizando una definición arbitraria de tenedor que abarcaba únicamente al jefe de familia, las comisiones zonales del FMLN excluyeron de los listados de beneficiarios a gran cantidad de mujeres acompañadas o casadas que habían ocupado y trabajado parcelas durante el conflicto, es decir, otra vez más a la mujer se le consideró como parte del hombre.

Nuevamente la mayoría de mujeres estaba en desventaja frente a los hombres, pues las políticas económicas y sociales no ofrecían escenarios para superar la desigualdad e inequidad que hacía la diferencia entre ambos. Posteriormente se implementó una política de ajuste estructural desde la administración Cristiani .

Bajo esta perspectiva, en uno de sus análisis sobre la situación de la mujer, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) relaciona estos cambios con la implementación de las medidas de ajuste estructural que se llevaron a cabo en diferentes países, principalmente en Latinoamérica y otros países en vías de desarrollo, siendo El Salvador como se mencionó en el párrafo anterior, uno de ellos.

Es durante este período que la importancia de la participación de la mujer en la esfera económica y familiar se hizo más visible, evidenciando las fuertes responsabilidades que asumían las mujeres y las condiciones de disparidad en las que se encontraban. Tal evidencia llevó a la necesidad de replantearse el carácter de las políticas sociales llevadas a cabo y avanzar hacia un análisis más profundo sobre el tema de la mujer. En El Salvador se han seguido estas tendencias, tanto desde el Estado como desde la sociedad civil.

Así las mujeres han logrado crear espacios importantes en organismos para mejorar las condiciones del sector en diferentes áreas. Por su parte, el Gobierno de El Salvador, a raíz de la IV Conferencia Mundial sobre Mujeres, celebrada en Beijing en 1995 y como signatario de la Plataforma de Acción de dicha conferencia, adquirió el compromiso de definir estrategias de acción que permitieran cumplir con las orientaciones fundamentales de la plataforma.

En marzo de 1995, se crea el Programa de Saneamiento de la Relación Familiar (PSRF), dicho programa pretendía proporcionar atención integral a las víctimas de la violencia intrafamiliar y fortalecer a la familia. Para ello se llevan a cabo convenios interinstitucionales; además de auxiliarse de grupos multidisciplinarios.

Bajo esta dinámica, en 1996 fue creado el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), en el marco del cual fue presentada en 1997 la Política Nacional de la Mujer. Los objetivos estratégicos de la política cubren diferentes áreas, entre ellas el área denominada "Medios de Comunicación y Cultura" , la cual integró aspectos relacionados con la situación de la mujer en la esfera cultural y más ampliamente en los medios de comunicación.

El documento de política afirma en cuanto a esta temática: "En el área cultural a la mujer se le ha ubicado en un segundo plano, marginándola y excluyéndola de cualquier expresión cultural y étnica donde pueda participar y demostrar su capacidad, por lo que se deben crear nuevos espacios para todas las mujeres en todas las áreas, incluyendo los espacios jurídicos, tanto legislativos como en la aplicabilidad de las leyes, partiendo que la mayoría de población es femenina, es decir alcanza el 52.51% del total con 3,375,686 de mujeres.

Al tocar el aspecto demográfico, hay un crecimiento de las mujeres, importante, que además es un indicador para reorientar efectiva y urgentemente las políticas económicas y sociales de desarrollo hacia la población femenina. Por ejemplo para el año 2000 eran 3,270,285, para 2001: 3,373,686 y para el 2002: 3,425,723 mujeres .

Hay que hacer notar que en los últimos años, tanto ISDEMU como la sociedad civil a través de las ONG's han implementado muchos proyectos que contribuyen al desarrollo de la mujer salvadoreña, tales como teléfono amigo y ferias informativas sobre derechos de género, entre otros; no obstante el arraigo cultural y la marginación económica, producto de la forma de tenencia de la tierra y la concentración de la riqueza en pocas manos, no permiten que se apliquen los principios de igualdad y equidad acertada y eficientemente, por lo que los problemas persisten, principalmente los de violencia de género, el cual legalmente se ha tratado de erradicar, por medio de la Ley Contra la Violencia Intrafamiliar.

No obstante muchas reformas legales, se siguen vulnerando derechos, por ejemplo el incumpliendo de las cuotas de pensión alimenticia, porque para muchos demandados esto no es prioridad y aun cuando hay presiones legales y políticas, la situación no mejora para los y las alimentarías.

Los enfoques que sobre género se hacen, sea éste feminista o de equidad, se vinculan con la institución de los Derechos Humanos, dando apertura al principio de igualdad jurídica en el nuevo contexto de no-discriminación, enmarcado en el Derecho Internacional y nacional.

GUATEMALA

EL VOTO FEMENINO EN  GUATEMALA

Fue EN 1965, con una nueva Carta Magna (…) Cuando se aprobó la ley del voto universal

Las mujeres que se atrevieron a manifestar en contra del presidente Jorge Ubico y, posteriormente, de Federico Ponce Vaides, prepararon el terreno para que se reconociera el aporte de las féminas, más allá de la crianza de nuevos ciudadanos. El asesinato de la maestra María Chinchilla, cometido por la caballería de Ubico, se convirtió en la bandera de un grupo de diputados que en 1945 apoyó la iniciativa de ley que permitió a las mujeres alfabetas participar con voto en los procesos electorales, comenta Hilda Morales, abogada e integrante de la Red de la No Violencia contra la Mujer.

No obstante, los factores culturales que en la actualidad impiden a las mujeres acercarse a las urnas se marcaban entonces con más fuerza.  Sólo algunas mujeres, decididas a no prestar oídos a críticas como "están locas" tuvieron el valor de involucrarse en movimientos políticos, añade Morales.   Fue en 1965, con una nueva Carta Magna criticada por la designación -no elección- de una Asamblea Nacional Constituyente, cuando se aprobó la ley del voto universal: personas analfabetas, de cualquier condición étnica y socio económica y mayores de 18 años, podían votar.

No cantamos victoria Aunque dicha ley podría considerarse una batalla ganada para el género femenino, aún no puede cantarse victoria.  Han transcurrido años desde que las mujeres tienen legalmente el derecho de manifestar sus preferencias por uno u otro candidato o partido político, pero en las últimas elecciones -2003-, su participación fue apenas del 55.8 por ciento del total de mujeres empadronadas, señala Aun con los avances en tecnología, la firma de los Acuerdos de Paz, una mayor presencia femenina en las universidades y el desarrollo económico del país, los obstáculos para que las mujeres emitan su voto siguen siendo los mismos: • Un sistema social cuyos valores presionan a las mujeres a seguir a cargo de los quehaceres de la casa. Y aunque muchas trabajan fuera del hogar, no tienen tiempo para dedicarse a la participación cívica. • Temor a ser víctimas de violencia.   • Falta de credibilidad en los políticos. • Escasez de recursos, en especial si para votar la mujer debe trasladarse de un lugar a otro, llevar consigo a sus hijos y darles de comer. • Falta de la documentación legal de identificación. En Guatemala, aún hay miles de mujeres sin partida de nacimiento, cédula de vecindad y que no han sido empadronadas. En otras palabras, no tienen presencia legal en los registros nacionales.

Una mayor participación de mujeres en la política también podría motivar la respuesta de las votantes.  Y la postulación de una candidata a la presidencia puede generar el interés de féminas simpatizantes para ejercer el voto.

PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LA MUJER

Según información de Mujeres Latinoamericanas en Cifras, en 1945 se otorgó por vez primera el derecho al voto a las mujeres de Guatemala pero se excluyó a las analfabetas. Veinte años después, en 1965 se extendió el voto a todas las mujeres sin distinción.

La participación de las mujeres en la vida política de este país ha sido baja. Se estima que en los años 50 las mujeres representaban el 35 por ciento de los registros electorales y en 1985 constituían casi el 40 por ciento de los mismos.

En la historia del país, la presidencia y vicepresidencia nunca han sido ocupados por una mujer.

En 1983 fue designada por vez primera una mujer al cargo de ministra y durante el periodo de 1986 a 1990, cinco mujeres ocuparon puestos de importancia en el Congreso.

Durante 1992 cuatro mujeres fueron embajadoras en Honduras, Canadá, Venezuela e Israel. En este mismo año, de las 330 alcaldías, solamente tres mujeres llegaron a ocupar una.

El congreso Nacional de Guatemala es unicameral y está conformado por 100 diputados. La primera mujer llegó a la cámara en 1956.Actualmente, de los cien escaños en el Congreso, solamente hay siete mujeres.

NICARAGUA

El voto de la mujer en Nicaragua

El acceso de la mujer al sufragio en Nicaragua es producto de un proceso histórico marcado de avances y retrocesos, protagonismos y anonimatos que se conocen al estudiar los hitos de la historia nacional en materia de participación ciudadana.

La historia oral y las tradiciones nos permiten encontrar algunos rasgos del período prehispánico que aún prevalecen en la vida cotidiana de los diversos grupos culturales de Nicaragua. Dentro de ellas tenemos la gran importancia de la familia como núcleo básico de la sociedad, el papel de la autoridad moral que ejercían los ancianos, y los chamanes o curanderos, hombres y mujeres. En este período histórico la autoridad se obtenía mediante méritos como la valentía y la sabiduría.

Más adelante, durante el período de la conquista los cronistas nos relatan sobre mujeres y hombres dedicados a los trabajos de cultivar la tierra. Ellos eran orgullosos poseedores de grandes riquezas en oro, plata y piedras preciosas y se ataviaban con hermosos textiles y plumas. Sin embargo la codicia de los conquistadores los condujo a un saqueo sistemático, impuso la obligación de los tributos, y jornadas de trabajo extenuantes a los indígenas, cuyo resultado fue el exterminio masivo de la población natural.

En esta época las mujeres fueron obligadas a servir sexualmente a los conquistadores y fue así que miles de ellas, en resistencia a los abusos cometidos se suicidaban con el fin de no dar a luz a hijos de los españoles. Sin embargo, con el paso del tiempo, se fue dando el mestizaje y con ello la imposición del modelo patriarcal de los conquistadores.

Esta Nicaragua mestiza consolidada durante el período colonial es el resultado de este proceso de imposiciones culturales, en donde el estatus y los roles sociales estaban claramente segmentados: castellanos, criollos, indios, y negros traídos inicialmente como esclavos, y por supuesto, en donde los habitantes no tenían igualdad de derechos. Los sectores que podían tener acceso al poder y al goce y disfrute de los bienes eran en primera instancia los castellanos y los criollos, los cuales estaban al servicio de la Corona Española.

A partir de 1821 con la firma del Acta de Independencia de Centroamérica y posteriormente con la independencia de las Repúblicas se inicia el periodo independentista. Las primeras constituciones de Nicaragua establecen deberes y derechos para los ciudadanos, pero con grandes diferencias entre ellos. Por ejemplo, la Constitución Política de 1826 estipulaba que para ejercer el voto, el ciudadano debía tener propiedades y ejercer una profesión. Eso evidentemente inhibía a grandes sectores sociales, especialmente a la mujer, la que en absoluto era mencionada en ese documento.

La Revolución Liberal de Zelaya marca un giro en la política interna y externa de Nicaragua. Constitucionalmente reconoce una ampliación de los derechos ciudadanos. Tal es el caso de la llamada "Libérrima" que establece el derecho al voto y la elegibilidad de los ciudadanos que cumplan con los requisitos de edad y que sepan leer y escribir. En el caso de la llamada "Autocrática", se define únicamente el criterio de edad. Ninguna de las dos Constituciones menciona todavía a la mujer.

La sociedad nicaragüense evoluciona en sus aspectos formales y ejerce, desde distintas perspectivas una fuerte presión para incorporar a las mujeres al ejercicio de los derechos ciudadanos. Esto lo podemos observar comparando algunos elementos de las Constituciones Políticas y sus reformas, dictadas durante el período de la Dictadura Somocista. Encontramos que el documento de 1939 consigna que la mujer queda exenta del servicio militar y que la ley determinará cuándo podrá ella ejercer el voto activo. (22 de marzo de 1939, art. 30). Más adelante, en la Constitución de 1948 se reafirma la segunda disposición antes mencionada. (22 de enero de 1948, art. 30).

La Constitución de 1950 establece que la mujer ejercerá el sufragio activo de acuerdo con la ley de la materia, limitando de hecho su capacidad de ejercicio de derechos ciudadanos. Aquí merece especial atención la reforma a la Constitución del 20 de abril de 1955 que, al suprimir los párrafos restrictivos con respecto a los derechos de las mujeres demarcados en la Constitución de 1950, deja libre el camino para la participación plena de la mujer como ciudadana. Es decir, se otorga el derecho al voto de la mujer indirectamente, de una manera tácita y no explícita.

En 1979, profundos cambios en la política nacional cristalizan el proyecto de la Revolución Popular Sandinista que en 1987 establece en su Carta Magna[1] la igualdad incondicional de todos los nicaragüenses en el goce de sus derechos políticos, en el ejercicio de los mismos y en el cumplimiento de los deberes y responsabilidades y consigna que existe igualdad absoluta entre el hombre y la mujer.

Afortunadamente los espacios ganados en el ámbito jurídico encuentran bases sólidas para legitimar la igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres en Nicaragua; sin embargo, todavía es necesario desarrollar conciencia alrededor de las costumbres y la cultura.

Al reflexionar acerca de la construcción de los nuevos espacios en el nuevo milenio es importante prestar atención y reconocer los valores y las potencialidades de las mujeres. El derecho al voto de la mujer en Nicaragua nos confirma que tenemos un espacio ganado en el ámbito social y jurídico, de deberes y derechos.

 Cualquier paso hacia el desarrollo nacional requiere del esfuerzo común, y nos interesa especialmente propiciar la formación, y educación de las nuevas generaciones de nicaragüenses capaces de enfrentar los retos del futuro con una conciencia más plena sobre los derechos que tenemos como seres humanos y especialmente como mujeres. El derecho al voto es uno de ellos.

[1] Constitución Política, 9 de Enero de 1987.

CHILE

Sufragio femenino en Chile

Durante los siglos XIX Y XX, Chile ha sido consolidado lentamente una institucionalidad democrática, en el contexto de un sistema político con altos grados de estabilidad. La maduración de las instituciones democráticas tuvo que lidiar durante todo el siglo XX con la abierta intervención electoral del poder ejecutivo, con una sociedad altamente jerarquizada que concentraba el poder político en una pequeña elite de terratenientes y comerciantes.

Durante el siglo xx, el sistema político se fue abriendo paulatinamente a la participación de nuevos sectores sociales, en un proceso que fue interrumpido con el golpe de Estado de 1973, y que solo se retomo en 1989, con el retorno ala democracia.

Las primeras elecciones que se realizaron en el país fueron en diciembre de1810, en las que se eligió el primer Congreso Nacional. Sin embargo, la guerra de Independencia y las luchas entre distintas facciones internas que la sucedieron, impidieron una consolidación de las instituciones políticas y el desarrollo de un sistema de  elecciones regulares.

Todo ello llevo a la aprobación de una serie d reformas entre 1871 y 1891 que se despojaron gradualmente por el poder ejecutivo de su capacidad para intervenir en el proceso electoral. A la prohibición de la reelección presidencial en 1871, siguieron la reforma electoral de1874, que amplio el derecho del sufragio.

Las elecciones de1920 marcaron un profundo cambio en la dinámica electoral. En ellas irrumpieron por primera vez los movimientos sociales, lo que marco la pauta para el posterior desarrollo político durante el siglo xx. Los niveles de participación electoral aumentaron gradualmente, y la conformación de partidos políticos de izquierda como el comunismo (1922) y el socialismo (1933) transformo el escenario político.

El aumento de los niveles de participación electoral tuvo un impulso considerable con la incorporación de la mujer en la vida política. En 1935 se permitió el voto femenino en las elecciones municipales, y en 1949 en las elecciones presidenciales y parlamentarias. El aumento del electorado tuvo desde entonces un rápido crecimiento, incentivado por la introducción de la cedula única electoral en 1958, que supuso fin al cohecho , la aprobación del voto de ciegos en 1969 y de los alfabetos en 1972. El porcentaje de votantes con respecto a la población paso de un 7,6% en 1932 a un 36,1% en las elecciones de 1973, uno de los niveles mas altos en la historia de Chile. La movilización masiva de la población a fines de la década de 1960 e inicios de los "70, en un contexto de alta polarización política, se interrumpió abruptamente con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, que puso fin al gobierno de Salvador Allende.

COLOMBIA

El voto femenino en Colombia

Las mujeres colombianas obtuvieron el derecho al voto en 1954 y votaron por primera vez en el plebiscito de 1957. en efecto, la Asamblea Nacional Constituyente, según acto Legislativo Nº 3 de septiembre 14 de 1956 recogio tanto los avances que por esos momentos adoptaban distintas legislaciones para otorgar ciudadania plena a las mujeres, como al movimiento interno que "en un movimiento pluriclasista, desarrollaron su creatividad: para hacerse sentir apelaron a estrategias que iban desde conversaciones y acuerdos privados con candidatos, cartas, manifiestos, tomas de la barra del congreso e intervenciones, hasta crear periodicos y programas de radio para difundir sus puntos de vista y polemizar como columnistas en diarios que les abrian las puertas".

Logros y dificultades de las mujeres en su luchador constituirse en ciudadanas plenas

El ambiente que rodeo y siguió a los años 30 en el plano internacional, estuvo marcado por la guerra fria y en el plano nacional por el proceso de violencia sectaria entre liberales y conservadores. En este ambiente hostil se desarrollaron las luchas de las mujeres colombianas por sus derechos.

A iniciativa de Georgina Fletchter y un grupo de mujeres, se le presento al presidente Olaya Herrera la solicitud de transformar la legislación colombiana en lo relativo al derecho de las mujeres para administrar sus bienes, que se llamo la ley sobre Régimen de Capitulación Matrimoniales, que fue presentada en diciembre de 1930 por Ofelia Uribe de Acosta, como una reforma constitucional que le daría a la mujer la posibilidad de ser ella quien administrara sus bienes y no su marido, hermano, padre o tutor.

El escándalo fue inmenso y ocupo la prensa del país, presionando para que la ley no fuera aprobada.

EL GOBIERNO DE ROJAS, LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE Y EL SUFRAGIO FEMENINO

A pesar de todas las dificultades vividas con el proyecto del voto femenino, el contexto internacional era favorable; en muchos países de América Latina, las mujeres habían conquistado este derecho y en la Argentina de Perón, Evita, la primera dama, había tenido una aceptación popular arrasadora.

Por supuesto que el dictador y general Rojas Pinilla, tenía intereses políticos, necesitaba apoyo popular y tenía a su hija María Eugenia, quien podría emular lo hecho por Evita en Argentina. El movimiento sufragista supo interpretar claramente esta situación y por encima de intereses partidistas, mujeres liberales y conservadoras, intelectuales, profesionales y en general las mujeres organizadas se unieron a la campaña sufragista. Fue realmente su proceso, su movimiento, su persistencia, lo que despejó el camino para que en la Asamblea Nacional Constituyente de 1954 el general Rojas, nombrara a dos mujeres, Esmeralda Arboleda, liberal y Josefina Valencia, conservadora, con el objetivo de evaluar y presentar el proyecto de Acto Legislativo sobre la Ciudadanía de las Mujeres. Ellas lo presentaron el 5 de agosto para ser estudiado por los constituyentes. El 25 de agosto de 1954 fue aprobado por la plenaria de la Asamblea el texto del Acto Legislativo No. 3 que decía en su artículo 1º "queda modificado el artículo 171 de la constitución en cuanto restringe el sufragio a los varones".

El general Rojas Pinilla también aprovechó el discurso populista maternalista que venía desde la época del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, en el cual se planteaba la idea que las mujeres, por ser madres, eran ciudadanas importantes. El Papa Pío XII había bendecido el voto femenino para salvar a Italia del comunismo; no es casual que en las mismas sesiones de agosto de 1954, también se aprobara un Acto Legislativo que declaraba ilegal el comunismo.

Tanto la iglesia como el populismo, utilizan la ideología maternalista, exaltando socialmente a las mujeres por este rol, e invitándolas al sufragio, es decir a votar por los intereses de la patria. No era la misma interpretación que las sufragistas tenían; sus aspiraciones  iban por la participación política, la democracia, la paz y el ejercicio pleno de la ciudadanía.

En Bogotá, desde abril de 1954 se había fundado la Organización Feminista Nacional bajo la presidencia de doña Berta Hernández; la acompañaban María Currea de Aya, Esmeralda Arboleda y Josefina Valencia. Esta asociación había invitado a las mujeres de los diversos partidos y organizaciones a unirse por encima de los intereses partidistas para el logro de sus objetivos y la paz en el país.

Las luchas de las mujeres estaban vinculadas a la ampliación de la democracia; cuando el general Rojas Pinilla restringe las libertades políticas y la democracia pierde su rol en el proceso político, también se restringió el proceso de reivindicaciones femeninas y un sector amplio de mujeres se integra a la lucha nacional contra la dictadura y publican el periódico Verdad que fue censurado rápidamente. Las mujeres participaron en el derrocamiento del régimen militar y al calor de esta lucha se organizaron para el reestablecimiento de los derechos civiles. Sin embargo, el escenario no era claro, y fue así como se dio la división entre las mujeres sufragistas. Las que apoyaban al general y las que lo tomaban por dictador y se fueron a la oposición. A Josefina Valencia, quien se alineó y fue amiga del general, éste la nombró como la primera gobernadora en el país, en su departamento Cauca; posteriormente la nombró Ministra de Educación. Lo contrario sucedió con Esmeralda Arboleda, quien había manifestado públicamente no tener afinidad ideológica con el general, por lo que fue destituida de la Constituyente por decreto presidencial.

Los partidos liberal y conservador buscaron la unión para derrocar a Rojas Pinilla y en mayo de 1957 fue forzado por una amplia movilización nacional de todos los sectores sociales a entregar el poder a una Junta Militar. Se realizó un plebiscito en este mismo año, en el cual pudieron  votar las mujeres por primera vez. Con este plebiscito se dio origen al Frente Nacional (pacto entre los partidos para sucederse en el poder cada cuatro años) y en donde se requería refrendar, por la vía del sufragio, la reforma constitucional que llevó al acuerdo bipartidista que puso fin al periodo de guerra civil conocido como la época de la violencia. El Frente Nacional en su ejercicio fue intolerante, corrupto y excluyente, de ahí que las mujeres iniciaran el ejercicio político en el marco de una democracia debilitada que no ofrecía oportunidades. Además, quien iniciaba en el poder ejecutivo, Alberto Lleras Camargo (1958-1962) no había sido afín al voto femenino, desde cuando era Ministro de Gobierno del presidente López Pumarejo. Ofelia Uribe de Acosta consignó su opinión sobre este personaje público al que a veces se le ha dado un papel de apoyo definitivo en la conquista del voto femenino. Dice Ofelia:

Por su parte el señor ministro de gobierno, doctor Alberto Lleras Camargo se empeñaba también en la Cámara en dilatar y entrabar la reforma, alegando, según la transcripción hecha en el capítulo tercero, que la política colombiana era una actividad defectuosa, razón por la cual debía apartarse a la mujer cuyo temperamento pasional complicaría la situación y echaría a perder el progreso en que estaba empeñada la nación.

Calibán y Alberto Lleras encabezaron una campaña en contra de este derecho a través de los medios escritos y la radio, para demostrar "que a la mayoría de las mujeres no les interesaba éste derecho", como lo señala Gladys Jimeno. En aquel momento el proyecto fue derrotado y se intensificó la persecución contra las mujeres defensoras del sufragio y los derechos ciudadanos, muchas de las cuales fueron despedidas de sus trabajos.

Derrocado el general Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957, fue remplazado transitoriamente por una junta militar. Los dos partidos liberal y conservador, con sus líderes a la cabeza, Alberto Lleras Camargo y Guillermo León Valencia respectivamente, iniciaron una gira por el país para buscar el respaldo político con el fin de lograr la reconciliación nacional mediante el Plebiscito, lo que daría piso jurídico a esta iniciativa.

En este contexto, la Asociación Profesional Femenina de Medellín, le solicitó audiencia al doctor Alberto Lleras Camargo y al doctor Guillermo León Valencia para definir el asunto de mayor interés en ese momento para las mujeres ¿qué iba a pasar con el voto femenino reconocido en la constituyente del 54. El grupo de mujeres profesionales lideradas, entre otras, por la doctora Rosita Turizo, lograron en reunión del Club Campestre de Medellín que estos políticos, protagonistas de lo que sería el Frente Nacional, públicamente anunciaran que el Plebiscito ratificaría los derechos políticos de las mujeres. Esa misma noche, nos diría Rosita Turizo, nació la idea de fundar la Unión de Ciudadanas de Colombia, con el objetivo de formar a las mujeres en su nuevo rol de sujetas de derechos y deberes.

Es inexplicable la oposición generalizada en el país frente a la participación de las mujeres en las elecciones como ciudadanas que ejercen uno de sus derechos, el sufragio, cuando en la mayoría de países del mundo ya había sido reconocido. Las mujeres en Colombia participaron en las elecciones 64 años después de que lo hicieran las mujeres de Nueva Zelanda, quienes obtuvieron el derecho al voto en 1893, en Australia (1901), Finlandia (1906), URSS (1918), USA (1920) y en América Latina, Ecuador (1929), Brasil y Uruguay en (1932), Cuba (1934), República Dominicana en (1942), Jamaica (1944), México (1953), Honduras, Perú y Nicaragua (1955), Colombia en 1957.

 ECUADOR

Ecuador fue el primer país latinoamericano que concedió el voto optativo a las mujeres alfabetas, en la Constitución de 1929. Tal reconocimiento de ciudadanía no estuvo, sin embargo, precedido de un movimiento sufragista de mujeres que lo demandara, como ocurrió en otros países de América Latina. El único antecedente conocido es el de una mujer lojana que exigió que se la inscribiera en el registro electoral de Machala para poder votar en las elecciones de 1924, dado que la Constitución vigente no prohibía expresamente el voto femenino. Esta pionera obtuvo ese derecho tras una resolución del Consejo de Estado. Recién en 1967 el voto femenino se hizo obligatorio.

Matilde Hidalgo, la pionera que abrió el voto para las mujeres en Ecuador

En una época en que las mujeres ecuatorianas no podían votar, Matilde Hidalgo rompió la regla. En los comicios de 1924 concurrió a sufragar. De esta forma se convirtió en la primera mujer votante de Ecuador. Hoy, esta gran rebelde es reconocida como la pionera de pioneras en ese país.

Para lograr su cometido, en 1924, Matilde Hidalgo acudió a los Registros Electorales del cantón de Machala para inscribirse, aprovechando un resquicio legal que no prohibía expresamente el sufragio a las mujeres. Sorprendido, el presidente del Consejo Electoral solicitó la autorización al Consejo de Estado, quien al no encontrar ningún impedimento legal, ordenó su inscripción.

El gesto de Matilde Hidalgo permitió que, en 1929, Ecuador se convirtiera en el primer país de América Latina que otorgó el derecho de sufragio a las mujeres.

Su poema El deber de la mujer es una suerte de decálogo para incitar a la rebeldía.

"No contentarse tan sólo con el rosario en la mano y el breviario del cristiano querer la vida pasar…

Es preciso al pensamiento remontarlo a las regiones donde se hallan instrucciones que la ciencia suele dar…

Es preciso abrirse paso entre envidia y mezquindades y burlando tempestades dedicarse ya a estudiar."

MéXICO

En México, hay datos de planteamientos de voto para las mujeres en 1870 en agrupaciones alrededor del periódico Siempre Viva. Entre 1884 y 1887 se volvió a poner en la discusión pública este tema. En el inicio del movimiento revolucionario de 1910, el Club Femenil Antirreleccionista demandó el derecho a votar. En 1916 hubo un Congreso Feminista, celebrado en Yucatán, que retomó la estafeta. La Constitución de 1917 no les negaba el voto a las mujeres, pero tampoco lo reconocía expresamente. Una mujer lanzó su candidatura por un distrito electoral en la ciudad de México. En 1923 el Congreso Nacional Feminista, celebrado en la capital mexicana, concluyó que se debía conseguir la igualdad civil para que la mujer fuera elegible en los cargos administrativos del gobierno local.

Como fruto de este movimiento, en San Luis Potosí se concedió a las mujeres el derecho a votar y a ser elegidas en las elecciones municipales. Ese mismo año en Yucatán una mujer resultó electa diputada al congreso local. En 1925 el ejemplo potosino prendió en Chiapas. En el ámbito nacional, durante 1929, surgieron nuevos agrupamientos de mujeres que tenían en su programa la exigencia del voto femenino. En la década de los treinta destacó el Frente Único Pro Derechos de la Mujer que conjuntó a más de 30 mil

mujeres; de esta asociación se radicalizó un grupo que se puso por nombre La República de las Mujeres. En 1936 dos mujeres veracruzanas lanzaron sus candidaturas para comicios locales. En 1938 una mujer dirigió un municipio guerrerense. Pero fue hasta diciembre de 1946 cuando los diputados federales aprobaron el voto de las mujeres en elecciones municipales; y hasta el segundo semestre de 1953 se extendió ese derecho para las elecciones federales.

Los puntos que habría que resaltar es que las modificaciones puntuales a favor del derecho político de las mujeres no es necesariamente fruto inmediato de una organización o movimiento político fuerte puntual, pero sí el efecto de un movimiento internacional de largo alcance. Ha sido un derecho arrancado a una sociedad de corte patriarcal, que se ha esforzado por sacarle la vuelta al reconocimiento legal y que en la práctica ha puesto muchos obstáculos para que ese derecho se ejerza plenamente. Las mujeres han tenido que luchar primero por un reconocimiento legal y después por su respeto a lo largo de muchos años.

Cuando en Jalisco en las sesiones de discusión sobre la reforma electoral de 1996 se planteaba la necesidad de que hubiera una cuota mínima de género para garantizar la inclusión de las mujeres

en las listas electorales, algunos representantes de partidos aducían que quienes hacían tales planteamientos no conocían la clase de alimañas que tenían en sus sectores femeninos. Sólo iniciado el siglo XXI la cuota de género (que ninguno pueda tener más de 70%) prosperó en la legislación federal mexicana. Los argumentos en contra de las cuotas que obligan a respetar espacios de elección para las mujeres aducen que al ser las mujeres un poco más de la mitad de los electores, esa condición las puede llevar más allá de las cuotas.

No obstante, lo que han hecho las cuotas es asegurar un mínimo ante una sociedad política con tendencias machistas.

Otro de los grandes peligros que ha habido es que esa misma sociedad ha obligado a no pocas mujeres que llegan a puestos públicos a mimetizarse en una cultura política que les dificulta distinguirse de las prácticas políticas machistas. El panorama actual en cuanto a los porcentajes de los puestos de elección conseguidos por las mujeres, pese a las declaratorias de igualdad, es preocupante.

Desde finales de los años setenta, cuando una mujer ocupó una gubernatura, en total sólo cuatro mujeres han estado al frente de una entidad federativa. En la Cámara de Diputados, desde los años cincuenta a la fecha, sólo 10.2% han sido mujeres. Al Senado llegaron las primeras mujeres hasta 1964. Desde entonces para acá, 11.1% de los escaños senatoriales han sido ocupados por mujeres.

Al celebrarse el 50 aniversario del voto femenino en México, en 2003 la presencia de las mujeres en el congreso no supera  proporción considerada por debajo del mínimo planteado por la ONU.

Si miramos a los congresos, la situación es todavía más inequitativa. Hay diez estados en cuyos congresos no hay una sola mujer. Sólo cuatro legislaciones estatales obligan a los partidos a postular mujeres a las candidaturas. La proporción de alcaldesas no llega a 4%.

Para revertir las grandes desigualdades que padecen las mujeres por su género, haría falta que las mujeres que ocupan puestos públicos se defiendan de esa cultura política que tiende a desdibujar su ser mujer en el ejercicio de los cargos y que impulsen políticas públicas desde una perspectiva femenina. Otro grave problema es que crece la proporción de la pobreza, y en ésta el número de mujeres.

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