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Don Juan de Austria (página 3)


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Sin embargo, la meticulosidad e inflexibilidad de las instrucciones de Felipe II y la necedad del Duque Medina Sidonia al no querer escuchar a marineros expertos, hizo que se perdiera esta inmejorable oportunidad y se siguiera la navegación en busca de las tropas que Alejandro Farnesio aportaría para la Invasión.

El 31 de Julio de 1588 algunos navíos ingleses tímidamente atacan a la flota española con cañoneo de poco calibre a larga distancia.

Algo ocurre en el centro de mando español pues inexplicablemente explota un polvorín del buque insignia "San Salvador" que queda a merced de los ingleses.

El botín para los ingleses sería considerable.

Casi al mismo tiempo, otro navío español " Nuestra Señora del Rosario" en una maniobra de abordaje choca con otro barco español que está intentando hacer lo mismo, y se rompe su mástil, quedando sin posibilidad de hacer o rechazar ningún ataque.

Quedando inermes, los navíos San Salvador y Nuestra Señora del Rosario se entregan a Francis Drake y a los marinos ingleses quienes posteriormente los llevarían a Weymouth y Dartmouth respectivamente para ponerlos "en exhibición".

 La pérdida de dos navíos, no parece haber representado gran cosa para el resto de las 140 embarcaciones que constituían la Armada, sin embargo, significaron un gran botín para los ingleses por estar repletos de víveres, dinero, municiones y material para el aprovisionamiento de la Armada.

 El 2 de Agosto de 1588 tuvo lugar la única escaramuza importante con algunos navíos pequeños y ligeros de la flota comandada por Francis Drake.

 La flota inglesa fue puesta en fuga.

El tiempo siguió deteriorándose y tanto españoles como ingleses debieron olvidar los combates y buscar refugio en las costas.

Los ingleses tenían sus puertos para refugiarse, los españoles tuvieron que navegar por las embravecidas aguas del Mar del Norte y el Mar de Irlanda en donde la flota fue virtualmente destrozada por los vientos y las turbulentas aguas.

La imposibilidad de embarcar las tropas bajo el mando de Alejandro Farnesio, por carecer de un puerto seguro, frustró la invasión,  ordenándose el abandono de la empresa y el regreso a España.

Regreso que se convirtió en un verdadero infierno por la necesidad de bordear las Islas Británicas en medio de fuertes tormentas que terminaron por destrozar la ya disminuida Armada.

Realmente se puede decir que el fracaso de la Gran Armada fue un fracaso bélico mas no fue un desastre para España, fue simple y sencillamente dicho, una importante aventura marítima que el viento y las embravecidas aguas hizo fracasar.

Si se acepta que fue un fracaso para España, tampoco puede o debe afirmarse que fue un triunfo naval para Inglaterra.    

La realidad es que la mal denominada flota inglesa nunca llegó a combatir a la Armada, su misión era informativa, debían reportar el avance de los navíos ingleses,  y "medir" el potencial de combate de los ejércitos y de la Armada española.

La estrategia inglesa era "esperar" a los españoles en suelo inglés.

Realmente los ingleses aún no tenían una  Armada que pudiera ser considerada como tal, sino una flota de ligeros y rápidos navíos.

El verdadero peligro para Inglaterra era una invasión por tierra, por lo que al no poder efectuar el embarque y posterior desembarque de tropas en suelo inglés, no se pudo realizar la pretendida invasión y tanto España como Inglaterra pudieron dedicar recursos a mejorar sus respectivas flotas………lo que afanosamente se dedican a hacer.

Dentro del contexto global, la experiencia de este desastre es bien aprovechada por los españoles quienes rehacen su flota de manera tal que llega a superar con mucho a la flota de cualquier otro país.

La historia lo confirma, España termina por imponerse a Inglaterra navalmente en 1604.

No fue sino hasta el Siglo XVIII en que Inglaterra llega a ser una potencia marítima.

España se recupera muy rápidamente del desastre de la Gran Armada.

Una tergiversación es que se olvida que fueron los ingleses quienes utilizaron el calificativo de Armada Invencible más para magnificar la derrota española que para sublimizar la inexistente victoria.

Otra tergiversación histórica  es que tampoco en Inglaterra se reconoce el desastre de la Gran Armada Española como un gran triunfo, por el contrario, dio lugar a graves disturbios por la falta de pago a los marineros y participantes en los escasos enfrentamientos y también deben repararse las ligeras naves inglesas que sufrieron cuantiosos daños por el mal tiempo, situación que orilló al reino al borde de la quiebra.

Historiadores posteriores han distorsionado los hechos para convertir el fracaso de la invasión española en una gran, inexistente e importante victoria naval inglesa.

Como sea, las guerras contra Inglaterra se prolongaron por varios años más.      

Los ingleses intentaron tomar el Puerto de La Coruña sin lograrlo.  Desembarcaron en Cádiz en 1596 sin mayores consecuencias.

Finalmente en 1598 se firmó la Paz Anglo-Hispana en Verins con Enrique IV a las puertas de la muerte.

Ahora bien, no todo fueron conflictos en el reinado de Felipe II, la incorporación del Reino de Portugal a la Corona hispana fue fruto de la política tradicional del matrimonio por conveniencia y reportó temporalmente beneficios importantes a la Corona Española.

Por otra parte y para que no quede inconcluso el tema, la relación entre el Secretario de Felipe II, y el Secretario de Don Juan de Austria, Juan de Escobedo, merece especial mención.  

Independientemente de sus méritos como Secretario del Rey, su participación en la muerte del Secretario Escobedo fue causa de su desgracia, arresto y posteriores problemas  relativos al cuestionamiento de la autoridad Real.

Ahora bien, en estricto sentido, podemos afirmar que realmente esa no fue la causa de su desgracia, sino el episodio que descubre su corrupción e intrigas y provoca su caída.

Hoy se sabe que muchas acciones fueron realizadas con consentimiento del Rey, otras con el consentimiento tácito y en algunas más se puede hablar de ignorancia por parte de Felipe II  que durante 10 años le tuvo la mayor de las confianzas.

Antonio Pérez reconoció en Don Juan de Austria nobles  cualidades que no encontraba ni reconocía en su hermano, principalmente resentía y criticaba las  indecisiones del Rey  -que a muchos les parecía "prudencia"-  y buscó explotarlas en beneficio propio.

Desde 1543 fue designado por Carlos V como Secretario del Príncipe Felipe  y como tal,  poseía acceso total a la correspondencia íntima.

Esta alta posición fue utilizada para obtener un gran poder y enormes riquezas pues normalmente Felipe II aceptaba sus consejos debido a su clara inteligencia, a su  conocimiento de las "cuestiones de Estado", y a un instinto político realmente notable.

Ya desde la época de Carlos V se puede afirmar que había dos "corrientes" en el gobierno, los "liberales" comandados por el Príncipe de éboli y su Secretario Francisco de Erazo y los "conservadores" bajo la dirección del Duque de Alba y el Inquisidor General Fernando de Valdés.

Antonio Pérez era simpatizador de la facción liberal sin poder declararse abiertamente, sin embargo, por su amistad y contactos con los Príncipes de éboli y particularmente con la Princesa de éboli {Ana Mendoza} pronto estuvo como líder de esa facción y empezó a beneficiarse económica y políticamente de ello.  

A la Princesa reveló secretos de Estado y juntos comenzaron a comercializar valiosa información gubernamental.

Durante el gobierno de Don Juan de Austria en los Países Bajos, Antonio Pérez, sin mayor dificultad,  convenció a Felipe II de posponer una vez más la decisión acerca de los planes de invasión a Inglaterra presentados por Don Juan, aduciendo que con este plan Don Juan demostraba ambiciones personales que estaban en contra de los intereses del Rey.

Felipe II, débilmente, argumentaba que no sentía a España preparada para tal empresa, tanto por la cantidad de conflictos internos que enfrentaba como por lo riesgoso de la aventura, agravada por el éxodo de españoles a tierras americanas con las posibilidades de aventuras  y fortuna inimaginables.

Sin embargo, y en honor a la verdad, en este asunto de la invasión a Inglaterra Felipe II  ya no confiaba tanto en su Secretario por las  indiscreciones de la Princesa de éboli que llegaron a su conocimiento, y que pudo comprobar y mas aún desconfió de Pérez al enterarse de la llegada del Secretario de Don Juan de Austria con el propósito de informar al Rey sobre los planes de Invasión y procurar su aprobación, lo que Antonio Pérez no le había informado.

Se dice que Antonio Pérez vio un inmenso peligro si el Secretario Juan de Escobedo llegaba a entrevistarse directamente con el Rey, por lo que inculpó al Secretario Escobedo de subversión y trató de convencer al Rey de no recibirlo e incluso de ordenar su eliminación.

Como quiera que haya sido el hecho es que el secretario Juan de Escobedo no llegó a ser recibido por el Rey.

Poco se sabe si Felipe II accedió o no a las infames intrigas de Antonio Pérez, pero la muerte en pleno Madrid de Juan de Escobedo el 31 de Marzo de 1578 ejecutado por un grupo de asesinos -justo atrás de la casa de la Princesa de éboli- descubrió la participación de Pérez e implicó al Rey en el enredo.

Se mencionan como miembros de ese grupo de asesinos a Diego Martínez y Antonio Enríquez, mayordomo y escolta respectivamente de Antonio Pérez, a Juan Rubio, Miguel Bosque y Juan de Mesa que les asisten en el ataque, {personas muy  "vistas e conocidas"  en las reuniones de Antonio Pérez}.

Se rumora la contratación de Gabriel de Insausti como el  asesino profesional que asesta la estocada final.

Temeroso de que se hiciera una investigación profunda y de que "saliera a la luz" su participación en tan sórdido asunto, Felipe II  mandó encarcelar a su Secretario y a la Princesa de éboli.

Antonio Pérez logró huir refugiándose en Aragón, donde solicita Amparo contra los actos del Rey en su contra.

Felipe II ordenó al Tribunal de la Inquisición hacerse con el caso,  por tratarse de "alta traición" y con el propósito oculto de evitar la intervención de las autoridades aragonesas, temeroso también, -se dice- de que se descubriese su participación en los nefastos hechos y que se hicieran públicos  documentos en poder de su Secretario en donde se podría demostrar su participación en ese hecho y otros igualmente negativos.

Una multitud enardecida por el mismo ex Secretario libera a Antonio Pérez de la cárcel aragonesa.

Huye al extranjero y se refugia en Francia ofreciendo sus servicios al monarca francés.

El Rey se da cuenta del doble juego y  la corrupción de Antonio Pérez y de la inocencia de Don Juan de Austria.

Reconoce haber sido engañado por Pérez.

No se sabe con base en que o con que argumentos pero en este conflicto se entremezclaron enfrentamientos entre señores y vasallos, y entre moriscos y cristianos además de los seguidores de las dos facciones gubernamentales.

Tal cuestionamiento de la autoridad real molestó enormemente a Felipe II y le llevó a ordenar la presencia de un ejército para combatir a los sublevados,  a cuyo frente se había situado el Justicia Mayor de Aragón Juan de Lanuza, recipiente de anteriores favores de Antonio Pérez.

Sofocada a sangre y fuego la rebelión contra la autoridad real, se decapitó a Juan de Lanuza y el monarca se reservó el derecho de nombrar un Virrey que no fuera aragonés y al Justicia Mayor a discreción real. Desde entonces, Aragón no volvió a cuestionar la autoridad real.

Poco más tarde, desde Francia, Antonio Pérez viaja a Inglaterra en donde ofrece sus servicios e  información que da lugar a la invasión inglesa de Cádiz en 1596 y estimula la creación y difusión de la "leyenda negra" en contra de Felipe II.

Tras intentar conseguir el perdón real, sin conseguirlo, Antonio Pérez falleció en Paris en la más absoluta pobreza en 1611.

El tan llevado y traído "plan inglés" de Don Juan de Austria era en realidad una combinación de astucia diplomática y táctica militar.

Por una parte se requería una fuerza militar considerable bajo el mando de un eficiente Capitán, l.- que tuviera el apoyo de los católicos ingleses, 2.- que pudiera sorprender a los soldados ingleses con ataques fulminantes y  3.- llegar a Londres triunfalmente.

Es de suponerse que Don Juan de Austria hubiera podido logras estos objetivos.

Como complemento,  la invasión se sellaría con la consolidación de una alianza matrimonial entre los dos Reinos con el doble objeto de restaurar el catolicismo y enfrentar conjuntamente al enemigo común : Francia.

En aquellos tiempos de matrimonios "arreglados" y Alianzas por conveniencia es casi seguro que se hubiera encontrado "la fórmula" para llevar a cabo este proyecto, máxime si se contaba con el respaldo de un ejército victorioso.

Considerando la escasa disposición de Felipe II a volver a contraer matrimonio, Antonio Pérez hábilmente atribuyó supuestas ambiciones a Don Juan de Austria de "pretender" celebrar un matrimonio con la realeza inglesa, tal vez hasta con la misma Isabel I, para erigirse en Rey de Inglaterra y con ello poder hacer a España "dependiente" de su voluntad en los sempiternos enfrentamientos  con el Reino francés.

Tal noción fue aceptada prontamente por el indeciso y suspicaz Felipe II que nunca estuvo bien dispuesto, no digamos a autorizar, sino primeramente a decidir sobre el propuesto plan de invasión que incluía la alianza matrimonial como presupuesto y resultado factible de su ejecución.

Aunque como ya se ha establecido anteriormente "el hubiera no existe" es válido especular sobre las consecuencias que hubiera habido si la invasión inglesa propuesta por Don Juan se hubiera realizado en el momento en que se propuso, esto es, alrededor de 1572, cuando todavía María Estuardo vivía- aunque prisionera de la Reina Isabel I-  y aún no se había agudizado el conflicto personal con ella.

Isabel I, nace en 1533, sube al trono de Inglaterra en 1558 {con 25 años de edad} tras la muerte de su medio hermana María Tudor……en 1559 Felipe II había ofrecido casarse con Isabel para formar una poderosa Alianza, así como con la pretensión de convertir tanto a la Reina y a Inglaterra  al catolicismo.

La alianza matrimonial nunca se realizó, sin embargo, al estar rodeados por la "amenaza francesa" y a pesar de sus diferencias religiosas, Felipe II e Isabel I se vieron forzados a unir fuerzas contra el enemigo común : Francia.                     

 Inglaterra se sumó al tratado de paz de Cateau-Cambresis de 1559 que ya hemos mencionado.

Isabel I resultó fiel a las facciones protestantes que le habían apoyado y lo demostró con creces, ese mismo su primer año de reinado, 1559 al apoyar decididamente a John Knox, líder protestante escosés, que se había planteado el objetivo de eliminar toda influencia católica en Escocia y al mismo tiempo a publicar las Actas que convertían oficialmente a Inglaterra en un "reino protestante".

Con la suerte de su lado, los rebeldes logran impedir el desembarco de la flota francesa que proporcionaría refuerzos a los católicos escoceses.

{Isabel I  tuvo otra desafortunada intervención en los asuntos franceses al comprar a los protestantes el puerto de Havre -el que pensaba intercambiar por Calais-, mas sin embargo, tras la tregua entre protestantes y católicos en 1563, Inglaterra fue incapaz de retener Le Havre firmando la paz con Francia en 1564}.

Con estas acciones desaparecen los únicos elementos comunes entre la política exterior de Inglaterra y España o de Isabel I y Felipe II, por lo que las relaciones entre ambos países van decayendo mientras se modifican las relaciones de Inglaterra con Francia.

Isabel I era soltera y la sola idea de tener que compartir el poder con el rey consorte le era "repugnante" lo que explica -en parte- su negativa constante de "hablar de matrimonio".           

Eso no le impidió que tuviera amoríos diversos y aventuras amorosas, algunas de ellas con graves consecuencias para su reinado.           

Sin hijos que le sucedieran Isabel tenía como herederas lógicas a María Estuardo y a Catherine Grey.

Tanto Felipe II como su Secretario Antonio Pérez, como muchos otros Consejeros de la Corte, estaban plenamente enterados de la situación de la Reina y la importancia de la sucesión al trono inglés, ya que además de los canales diplomáticos usuales, tenían un "red de espionaje" muy extendida por las principales ciudades de Inglaterra, particularmente en Escocia,  en donde abiertamente apoyaban a María Estuardo,  por lo que hoy resulta incomprensible que teniendo las oportunidades no las aprovecharan  actuando con la rapidez que demandaban sus intereses y las circunstancias.

También resulta incomprensible que no hubieran tomado en cuenta el rechazo e intolerancia total, abierta y firme de Isabel I hacia el catolicismo, manifestada abiertamente y sin tapujos o falsas diplomacias, desde los inicios de su reinado, reforzada por el Acta de Uniformidad y el Acta de Supremacía de 1559 y tuvieran la "ingenuidad" de pensar que podrían convencerla de renunciar a su posición de "cabeza" de la Iglesia Anglicana, -"fundada" por su padre Enrique VIII-  y al poder y riquezas que había acumulado.

Por esta increíble petulancia y desmedido orgullo y varias otras razones que no viene al caso examinar ahora, la relación de Felipe II con Inglaterra estuvo marcada de equivocaciones constantes, decisiones equivocadas y a destiempo y no es de extrañarse que hayan ocasionado resentimientos y malas interpretaciones en todos los niveles.

Sólo para ilustrar el punto con un ejemplo,  consideremos la Invasión a Inglaterra pretendida en 1588 con la malograda "Gran Armada" española que estuvo fuera de tiempo, mal planeada, y peor ejecutada.

Analicemos brevemente otros aspectos que influyen en el desarrollo de los acontecimientos relatados.

La Contrarreforma

El Concilio de Trento convocado bajo el reinado de Carlos V prosiguió con sus trabajos durante el reinado de Felipe II y se caracteriza por la inflexibilidad en las posturas enfrentadas con lo que las posibilidades de entendimiento fracasaron y la ruptura ideológica se consumó definitivamente.

Las divisiones entre protestantes y católicos no hicieron sino acentuarse y las consecuencias políticas marcaron profundas líneas de fractura en toda Europa.

La Administración del Imperio.

La organización política de la monarquía española se estructuró sobre la base de dos grandes niveles administrativo-políticos, el entorno mas próximo al monarca y el Consejo de Estado.

El entorno más próximo al monarca  estaba encargado de la gestión diaria de los asuntos del Imperio, y estaba formado principalmente por los distintos Secretarios que asistían al Rey en la dirección de los asuntos públicos y al parecer, eran coordinados por el Secretario del monarca.

Del Consejo de Estado dependía el Consejo de Guerra y a ambos Consejos se añadieron los Consejos de los distintos reinos de la monarquía.

La rama político-administrativa mas extensa la constituía el Consejo de Estado que a su vez, estaba conformado por varios Consejos :

El Consejo de Castilla, fundado en el Siglo XIV, situado por encima de todos y con funciones de Tribunal Supremo;

El Consejo de Aragón, creado por los Reyes Católicos,

El Consejo de Indias establecido por Carlos V de enorme trascendencia por la extensión de los territorios americanos,

El Consejo de Italia, conformado en 1555,

El consejo de la Inquisición,

El Consejo de Hacienda, limitado sin embargo, a los territorios de la Corona de Castilla,

De menor trascendencia :

El Consejo de Portugal,

El Consejo de Flandes,

El Consejo de las Órdenes Militares.

Al frente de los territorios no castellanos los monarcas situaban a representantes personales, con el título de Virrey.

Virreinatos hubo en Navarra, Aragón, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Méjico y Perú.

En los ducados, como el de Milán y Flandes la representación real fue ejercida por los Gobernadores.

Este complejo enramado institucional dependía directamente del Rey, cuyo poder absoluto se afirmó durante los reinados de Carlos V y sobre todo, de  Felipe II.

Las tareas burocráticas descansaban en un amplio cuerpo de funcionarios reales vinculados a los distintos Consejos y era alimentado por los licenciados de los Colegios Mayores del reino, destacándose la Universidad de Salamanca y el Colegio de San Clemente en Bolonia.

Finalmente estaban Las Cortes que era una Asamblea de notables en las que a la presencia de la nobleza y el clero se unían los representantes de las ciudades y que tenían competencia sobre todo en materia tributaria.

Por debajo se encontraban los Municipios, controlados por los notables de las ciudades y pueblos tanto del escalafón nobiliario como de la elite comercial y gremial, gracias a la política de "venta" de cargos  muy utilizada para allegarse de fondos a las siempre "gastadas" arcas reales.

Merece especial mención  que El Consejo de las Órdenes Militares tenía entre sus funciones la concesión de hábitos y encomiendas que cobraron mayor importancia al establecerse la Certificación de Limpieza de Sangre que marcaba la distinción en la sociedad estableciendo "niveles" en forma piramidal basada en privilegios otorgados.

Las Finanzas del Imperio

Como era de esperarse el Imperio tuvo sus efectos en la marcha de la economía.   Las obligaciones imperiales en Europa, el Atlántico y el Mediterráneo, aunado a la llegada de oro y plata del Continente Americano contribuyeron a la elevación generalizada de precios durante el Siglo XVI.

El sistema financiero del Imperio se alimentaba con la intermediación de los banqueros genoveses merced a la alianza establecida en 1528.

Los banqueros alemanes del reinado de Carlos V perdieron posiciones frente a los genoveses que podían competir ventajosamente en el financiamiento de las empresas imperiales con mayor capacidad y recursos.

En España se resintió el mercado interno como consecuencia del estancamiento demográfico producido por la epidemia de finales de siglo y la migración hacia el Nuevo Mundo.

El estilo de vida itinerante impuesto por Carlos V impedía el establecimiento de residencias "fijas" por parte de los miembros de la nobleza hasta que Felipe II hace de Madrid la sede del gobierno.

La denominada aristocracia imperial marcó las pautas de un estilo de vida nobiliario, demandante de un consumo de lujo tendiente a lo suntuario, abastecido en los mercados exteriores a los que los mercados interiores no pudieron hacer frente.

Este estilo "nobiliario" irradió su influjo hacia abajo, los "pudientes" en actos reflejo fundaron "mayorazgos" en la búsqueda de la consolidación de su patrimonio y del "prestigio" social vinculado a la propiedad amortizada, tanto la rústica como la urbana.

El servicio de la administración imperial representaba oportunidades de ascenso social y económico en las vertientes administrativas, militares y clericales además de los espejismos típicos de la época forjados alrededor del Nuevo Mundo.

Esto ocasionó el arraigo del estilo de vida nobiliario, minusvalorando las actividades comerciales, artesanales y manufactureras.

La tierra y su propiedad se veía como una fuente de estatus y proveedora de rentas, mas que como fuente de inversión y capitalización.

Los Certificados de Sangre desempeñaron un preponderante papel en el establecimiento del un sistema específico de valores y estilos de vida.                   

La "limpieza de la Sangre" se convirtió en un arma "arrojadiza" contra aquellos que pretendían ascender en la escala social.

Un pasado "inmaculado" sin sangre contaminada por la población juedo-conversa o mudejar fue una obsesión entre los "pudientes" para evitar el acoso de la Inquisición y poder ser admitido "entre los distinguidos".

Había que evitar cualquier actividad "sospechosa" y los oficios manuales y el comercio acarreaban el estigma que les vinculaba tradicionalmente a judíos y moriscos.

En la literatura del denominado Siglo de Oro Español se retrató con maestría el sistema o mas bien, los sistemas de valores, los usos y costumbres, los estilos de vida aceptados y "triunfantes" mediante la construcción de arquetipos como el hidalgo, el clérigo, el militar y el pícaro, representando la fauna que conquisto las calles de aldeas y ciudades españolas.

Para poder entender con mayor claridad estos efectos hay que recordar que la organización social en la península ibérica estaba organizada en forma de pirámide  con una ancha base que estaba sometida al pago de tributos.

La sociedad Estamental

Los individuos que se ocupaban de las labores del campo y que conformaban el mundo de los oficios y del comercio al por menor, con una variada gama de situaciones iban desde el campesinado "acomodado", esto es, pequeños propietario, pero, sobre todo, arrendatarios de tierras de los privilegiados, hasta los jornaleros, pasando por el complejo mundo gremial, en el que convivían maestros, oficiales y aprendices, con notables diferencias de ingresos y niveles de vida y "status social", desde los oficios mas prestigiados como eran los plateros, orfebres y "doradores" hasta los menos considerados como los curtidores o quincalleros.

A todos estos haría que agregar el colorido mundo de "los pobres" alimentados por la práctica de la caridad y la limosna en donde "había de todo" : desde el hidalgo depauperado hasta el pícaro, la viuda, el ciego y o el tullido que llenaron las páginas de la literatura con sus andanzas y aventuras en su "lucha por la vida".

Por encima de esta amplia base social, estaban "los privilegiados" entre los que destacaban por su número e influencia los "hijosdalgo", que se componía desde el hidalgo sin fortuna -magistralmente retratado por Don Miguel de Cervantes-, hasta la nobleza cuyos miembros mas destacados conformaban la aristocracia palaciega, en cuya cúspide se situaba "la grandeza" formando un selecto grupo con enormes patrimonios y acaparadora de mercedes y dignidades reales.

Un grupo menos numeroso, pero no por ello "menos influyente" lo constituía el clero cuya realidad era enormemente diversa, comprendiendo desde el humilde párroco rural de modestos recurso y fuente inagotable de inspiración literaria hasta las altas dignidades eclesiásticas tanto regulares como seglares, titulares de enormes patrimonios gestionados "en nombre de la Iglesia" y cuyo "status", estilo de vida e influencia política y social rivalizaba con el detentado por la aristocracia – de cuyos hijos solía alimentar sus filas-, contándose entre ellos desde Cardenales a Obispos, pasando por priores y abadesas.

A aristocracia, altos dignatarios eclesiásticos, miembros de la familia real y un reducido número de altos funcionarios imperiales formaban la cúspide de la pirámide social, económica y política del imperio español.

Merece especial mención el hecho de que en esta sociedad estamental la posición de las mujeres mostraba una enorme variedad en concordancia con la realidad social a la que pertenecían, y tenía un papel mucho menos "pasivo" del que suele creerse.

En las clases populares, la mujer "trabajaba"……eran muchas las que administraban una finca, poseían un pequeño comercio o regentaban un taller contando con la plena autorización de las  ordenanzas gremiales.

En las "clases elevadas" el papel de la mujer era importantísimo, porque de los enlaces matrimoniales dependían los enlaces de linajes y sus posesiones, y en los casos de frecuente viudez tenían la administración de los bienes y la tutela de los hijos.

La Cultura en el Imperio Español

La cultura española de este período muestra claramente la influencia del Renacimiento, absorbiendo las teorías y postulados del humanismo y el erasmismo y de las corrientes literarias y artísticas de Italia y Flandes.

La aparición de la imprenta en la época del reinado de los Reyes Católicos favoreció extraordinariamente la difusión del pensamiento, las ciencias y la creación cultural.

Las elevadas tasas de analfabetismo no fueron obstáculo para la expansión de nuevas ideas o para la difusión de la cultura escrita, algunas de cuyas obras gozaron de enorme popularidad gracias a la transmisión oral y a las populares "coplas de ciego".

Empero, la censura, monopolizada por el Tribunal de la Santa Inquisición, con su publicación del Índice de libros prohibidos se centró particularmente sobre obras de temática religiosa y con particular atención a los escritos vinculados con las Reforma Protestante, y por extensión a aquellas de "carácter erasmista".

La exagerada obsesión por una defensa de la ortodoxia católica extendió el brazo censor a las obras de tendencia mística y a las relacionadas con la biblia, cuya difusión en "lengua vulgar" fue terminantemente prohibida.

Este mal entendido "celo inquisitorial" llevó a colocar en el Índice a toda clase de libros científicos, filosóficos, literarios y religiosos, antiguos y modernos, hispanos y extranjeros.

Ese mal entendido y mal interpretado celo inquisitorial llegó a tal punto que hasta la producción mística de Santa Teresa de Jesús, de San Juan de la Cruz y Fray Luis de León estuvieron en la mira de la censura.

A pesar de todo, la cultura renacentista en la época de la monarquía hispana vivió grandes momentos.

Veamos algunos aspectos de ello.

Durante el reinado de Carlos V el pensamiento reformista de signo eramista proliferó en los territorios del impero gracias a las simpatías con que era visto inicialmente por el propio Emperador.

Su influencia se manifestó, entre otros, en Juan Luís Vives,  Alonso de Valdés y en su hermano, Juan de Valdés, Fernán Pérez de Oliva, el médico Andrés Laguna y esa influencia se extendió mas allá del reinado de Carlos V.

Un claro ejemplo, lo es don Miguel de Cervantes Saavedra.

Con la Reforma protestante y el movimiento de contrareforma surgido por y con el Concilio de Trento la Monarquía Hispana  tuvo un papel de liderazgo, aliado con el Papado.  El clima intelectual cambió significativamente durante el reinado de Felipe II y el neoclasicismo de la Universidad de Salamanca impuso su liderazgo entre las instituciones educativas.

Las ciencias naturales, la filosofía, la política, la economía y otras disciplinas encontraron un amplio campo de desarrollo en las Universidades y en las nuevas instituciones surgidas de mano de la expansión geográfica de la Monarquía hispana.

Podemos mencionar como ejemplo, la creación de la Casa de Contratación de Sevilla, la Academia Matemática de Madrid y la biblioteca de El Escorial.

Las realidades propiciadas por el imperio transoceánico impulsaron la construcción naval, la navegación, la minería, la cartografía, etc., para cuyo dinamismo fue imprescindible el conocimiento científico y la innovación tecnológica.

Mas conocida fue la explosión creativa en el plano literario, a tal grado que se le denominó El Siglo de Oro.

En ese contexto se desenvolvieron los Reyes Católicos Fernando e Isabel, Carlos V de Alemania o Carlos I de España, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Felipe II, y Don Juan de Austria.

En segundos planos en este relato, encontraremos a Bárbara Blomberg y a Jerónimo Príamo Kegell, a Francisco Massy y Ana de Medina, Don Luis de Quijada y Doña Magdalena De Ulloa, Adrián de Bues, Oger Bodoarte, el infante Don Carlos,  el Almirante Don Álvaro de Bazán, el Vicealmirante Don Luís de Requesens y Zúñiga.

Complementando la lista de personajes tenemos a Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Moctezuma II y Chuahutemoc, Francisco Pizarro y Atahualpa, Isabel I de Inglaterra junto con el Cardenal Wosley, Thomas Cronwell, Thomas Cranmer, Francis Drake y el Príncipe Guillermo de Orange….. posteriormente entrará en contexto Enrique VIII, Catalina de Aragón,  Pio V, María Tudor {Bloody Mary}, Clemente VII y María Estuardo.

Tienen su lugar especial en el texto el Secretario de Felipe II, Antonio Pérez y el Secretario de Don Juan de Austria, Juan de Escobedo, Alejandro Farnessio, Francisco I de Francia, Martín Lutero, Sulimán El Magnífico y

Relacionados con diferentes episodios en la vida de Don Juan de Austria tenemos a Don Fernando Álvarez de Toledo, Duque de Alba, y a la Princesa de éboli ( Ana Mendoza)

Como protagonistas que ayudaron a conformar el Imperio Español, además de los Conquistadores y Conquistados ya mencionados, tenemos a Vasco Núñez de Balboa, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, Gonzalo Jiménez de Quesada, Francisco de Orellana y Pedro Francisco de Valdivia.

Y como testigo imparcial que avala el contenido histórico y verdadero de los eventos relatados, está  Don Miguel de Cervantes Saavedra.

Este escrito inspiró a su autor -que desea permanecer en el anonimato- a utilizar un seudónimo derivado del nombre del personaje que ocupa la parte central de este relato, al que denominó Jerónimo, El Ciudadano, con la única pretensión de comunicar el punto de vista de un ciudadano común y corriente que lo único que desea es expresar sus opiniones e invitar al lector a "pensar"…..

Cualquier comentario o sugerencia será muy bienvenida a través de "la red": Windows Live Spaces / Jerónimo, El Ciudadano.

 

 

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