Descargar

La salvación de los pecadores revelada en el tabernáculo (página 2)


Partes: 1, 2

El atrio exterior del Tabernáculo estaba rodeado de una valla

¿Han visto alguna vez un modelo del Tabernáculo en un dibujo? El Tabernáculo estaba dividido en un patio y el edificio del Tabernáculo en sí, la Casa de Dios. Dentro de esta Casa de Dios había una estructura más pequeña denominada Santuario. El Santuario estaba cubierto con diferentes materiales: una cubierta de lino entrelazado e hilos de color azul, púrpura y carmesí; otra cubierta de pelo de cabra; otra de piel de cordero tintada de rojo; y otra de pieles de tejón. En la parte oriental del atrio del Tabernáculo estaba la puerta, tejida con hilo azul, púrpura y carmesí y de lino. Al entrar por esa puerta encontraríamos el Tabernáculo en sí. El Tabernáculo estaba dividido en el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, donde se encontraba el Arca del Testimonio de Dios. La vaya del atrio del Tabernáculo estaba construida con 60 pilares con cortinas de lino blanco. El Tabernáculo mismo estaba construido con 48 tableros y 9 pilares. Debemos por lo menos tener una idea general de las características externas del Tabernáculo para poder entender lo que Dios nos quiere decir a través de su formato. Dios vivía dentro del Tabernáculo construido con 48 tableros. Dios manifestaba Su presencia ante el pueblo de Israel en forma de columna de nube por el día, y de fuego por la noche, que se podía observar encima del Tabernáculo. Dentro del Tabernáculo, donde Dios mismo residía, la gloria de Dios llenaba aquel lugar. Dentro del Lugar Santo, donde estaba la mesa para el pan de la proposición, la lámpara, el altar de incienso, y dentro del Lugar Santísimo estaban el Arca del Testimonio y la cubierta de la misericordia. Estos lugares estaban fuera del alcance de la gente común de Israel, ya que solo los sacerdotes y el Sumo Sacerdote podían entrar en estos lugares santos según el sistema del Tabernáculo. Está escrito: «Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo» (Hebreos 9, 6-7). Esto nos dice que hoy en día, solo los que tienen la fe de oro que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden vivir sus vidas sirviendo a Dios. ¿Cuál es el significado del pan que estaba sobre la mesa de la proposición? Simboliza la Palabra de Dios. ¿Qué significa el altar del incienso? Las oraciones. Dentro del Lugar Santísimo estaba el Arca del Testimonio, y la cubierta de la misericordia, hecha de oro puro y que se ponía encima del Arca. Los querubines tenían sus alas extendidas el uno hacia al otro y miraban hacia la cubierta. Esta era la cubierta de la misericordia, el lugar donde se entregaba la gracia de Dios. Dentro del Arca del Testimonio estaban las dos tablas de los Diez Mandamientos, el cayo de Aarón y un jarro lleno de maná. El Arca estaba cubierta de oro y encima estaban los querubines que miraban hacia la cubierta.

¿Dónde viven los que recibieron la remisión de los pecados?

El lugar donde viven los que recibieron la remisión de los pecados es dentro del Santuario. El Santuario estaba hecho de 48 tableros cubiertos de oro. Piensen en esto. Cuando miraban a la pared de oro que estaba hecha de 48 tableros, ¿cómo era de brillante? Como el interior del Santuario y todos sus utensilios estaban hechos de oro puro brillaban mucho. El altar de los holocaustos y la fuente en el atrio exterior del Tabernáculo estaban hechos de bronce, y la vaya estaba hecha de pilares cubiertos de plata y de lino blanco fino. Pero todos los utensilios dentro del Santuario estaban hechos de oro; la lámpara estaba hecha de oro y también la mesa del pan de la proposición. Todos los utensilios en el Santuario y sus paredes de tres caras estaban hechos de oro, y por eso el interior del Santuario siempre relucía. El que el interior del Santuario reluciese así nos dice que los santos salvados viven sus vidas de fe dentro de la Iglesia de Dios. Los santos que viven en su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu son como el oro puro del Santuario. La vida de estos santos dentro del Santuario es una vida bendita en la Iglesia, que se alimenta de la Palabra de Dios, ora a Dios, le alaba y va ante el trono de Dios vestida en Su gracia todos los días gracias a la Iglesia. Esta es la vida de fe dentro del Santuario. Deben creer de corazón que solo los justos que han sido salvados a través del Evangelio del agua y el Espíritu pueden vivir esta vida valiosa de fe dentro del Santuario.

Dios dividió de manera clara el interior y el exterior del Santuario

De la misma manera en que algunas casas tienen vayas, el atrio del Tabernáculo también tenía una vaya hecha de 60 pilares y rodeada de cortinas de lino blanco fino. En la parte oriental del atrio había una puerta hecha de hilo azul, púrpura y carmesí y de lino entrelazado para que todo el mundo la viera, y su ancho era de 9 m. Al estudiar el Tabernáculo debemos darnos cuenta de cuál es la fe brillante que Dios quiere de nosotros, qué tipo de fe es la fe de los salvados, y a través de que materiales empleados en el Tabernáculo debemos ver cómo nuestro Señor nos ha salvado. Para aprender cuál es esta fe dorada y brillante encerrada en el Santuario debemos mirar primero la fuente, el altar de los holocaustos y la vaya del atrio exterior del Tabernáculo, así como todos los materiales empleados. Al hacer esto podremos averiguar qué tipo de fe necesitamos para entrar en el Santuario brillante y radiante. ¿Qué había en el patio exterior del Tabernáculo? Había una fuente y un altar de holocaustos. Estaba rodeado de 60 pilares de madera cubiertos de cortinas de lino fino que servían de vaya del patio. Los pilares de esta vaya estaban hechos de madera de acacia que, a pesar de su dureza, era muy ligera.

Los pilares hecho de madera medían aproximadamente 2,25 metros de altura, lo que hacía que la gente con una altura normal no pudiera mirar dentro del Tabernáculo desde fuera de la vaya del patio exterior. Pero si se colocaba algún objeto al lado de la vaya para subirse a él se podía mirar dentro del patio, aunque sin ayuda era imposible. Esto nos dice que no podemos entrar en el Reino de los Cielos mediante nuestros esfuerzos humanos. En la parte inferior de los pilares de madera del patio exterior había tacos de bronce, y en la parte superior había capiteles de plata. Como los pilares no podían sostenerse por sí mismos, se necesitaban bandas de plata ajustadas a los pilares adyacentes. Para soportar los pilares firmemente en forma de cruz se necesitaban ganchos de plata en la cubierta de plata de los pilares atados a las estacas de bronce con cuerdas (Éxodo 35, 18).

¿Qué materiales se usaron en la puerta del atrio del Tabernáculo?

Los materiales empleados en la puerta del atrio del Tabernáculo eran hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado. La altura de la puerta era de 2,25 metros y su ancho era de 9 metros. Era una puerta hecha con hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado, que colgaba de cuatro pilares. Así que, cuando alguien intentaba entrar por la puerta del atrio del Tabernáculo se encontraba con esta puerta fácilmente. Los hilos azules, púrpura y carmesí y el lino fino entrelazado utilizado en la puerta del atrio del Tabernáculo manifiestan que Dios nos salvaría de todos nuestros pecados a través de las cuatro obras de Su Hijo Jesús. Los 60 pilares de madre y el lino fino de la vaya del atrio del Tabernáculo también manifiestan claramente a través de qué método Dios nos salvaría de nuestros pecados mediante Su Hijo Jesús. A través de la puerta del atrio del Tabernáculo Dios está revelando el misterio de la salvación claramente. Hablemos una vez más de los materiales utilizados en la puerta del atrio del Tabernáculo: hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado. Estos cuatro hilos son muy importantes para ser salvados al creer en Jesús. Si estos materiales no fuesen importantes la Biblia no los habría escrito con tanto detalle. Todos los materiales empleados en la puerta del atrio del Tabernáculo eran absolutamente necesarios para que Dios nos salvase. Sin embargo, el hecho de que la puerta estaba tejida con hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado sin falta es muy importante para que Dios salvase a los pecadores, ya que estos cuatro hilos eran la revelación de la salvación perfecta de Dios. Así es como Dios lo determinó. Por eso Dios le mostró el modelo del Tabernáculo a Moisés en el Monte Sinaí y le dijo que hiciese la puerta del atrio del Tabernáculo según este plan exactamente.

¿Cuáles son las implicaciones del hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado?

La puerta del Lugar Santo estaba hecha de una cortina de hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado, y el velo entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo también estaba hecho de estos cuatro hilos. Además el efod y el pectoral del Sumo Sacerdote estaban hechos de hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado. ¿Qué nos dice entonces el hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado? ¿Qué nos dice exactamente el hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado, que eran absolutamente indispensables para que el Señor nos salvase? Debemos asegurarnos de que examinamos esto detenidamente. En primer lugar, el hilo azul nos habla del bautismo de Jesucristo. Los que no conocen la importancia del bautismo no saben que el hilo azul se refiere al bautismo de Jesucristo. Por eso, los que no han nacido de nuevo dicen que el significado del hilo azul es que «Jesucristo es Dios mismo, y vino al mundo encarnado como un hombre». Otros dicen que el hilo azul simboliza simplemente la Palabra. Sin embargo, la Biblia nos dice que el hilo azul simboliza el bautismo de Jesús a través del cual aceptó todos los pecados del mundo sobre Sí mismo al venir al mundo.

Las Escrituras nos demuestran claramente que el hilo azul se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. Al leer la Palabra del Tabernáculo me doy cuenta de lo siguiente: « ¡Vaya! Dios quiere demostrarnos la importancia de nuestra fe en el bautismo de Jesús». La túnica que llevaba el sumo sacerdote durante los sacrificios estaba hecha también de hilo azul. La place de oro que colgaba del turbante del Sumo Sacerdote y la cuerda que ataba la placa al turbante también eran azules. En la placa de oro estaba inscrita la frase: «Santo es el Señor». Podemos ver que la cuerda azul que ataba la placa de oro al turbante del Sumo Sacerdote manifiesta claramente el bautismo de Jesús que da santidad al Señor. De esta manera, a través de la cuerda que ataba la placa de oro al turbante, Dios nos habla de la verdadera salvación. En otras palabras, el elemento que nos da la santidad es azul, y es el bautismo de Jesús. Aunque el color azul nos recuerda generalmente al cielo azul, el color azul no se refiere solamente a Dios. De entre el hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado, el azul se refiere al bautismo de Jesucristo. Dicho de otra manera, el hilo azul nos dice que Jesucristo tomó todos los pecados de los pecadores al ser bautizado (Mateo 3, 15). Si Jesús no hubiese tomado los pecados de todo el mundo al ser bautizado, los creyentes no podríamos haber dado «santidad al Señor». Si no fuese por el bautismo que Jesús recibió, nunca podríamos haber sido vestidos en la santidad ante Dios.

¿Conocen el significado espiritual del mandamiento de Dios de tejer la puerta del atrio del Tabernáculo con hilo azul según el formato mostrado a Moisés? La puerta del atrio que llevaba al Tabernáculo donde Dios vive se refiere a Jesucristo. Nadie puede entrar al Reino de los Cielo si no es a través de Jesucristo. La puerta del atrio, que se refiere a Jesús, era de hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado porque Dios quería revelar la verdad que nos lleva a nuestra salvación. El hilo púrpura se refiere al Espíritu Santo y nos dice: «Jesús es el Rey de reyes». El hilo escarlata se refiere a la sangre que Jesús derramó en la Cruz. El hilo azul, como hemos mencionado, se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. El hilo azul, púrpura y carmesí nos habla del bautismo de Jesús, la encarnación de Dios y Su muerte en la Cruz. Las obras de Jesús manifestadas en estos tres hilos nos dan la fe que nos permite ir ante Jehová en santidad. El que Jesús, Dios mismo, viniese a este mundo encarnado en un hombre, tomase los pecados de los pecadores sobre Su cuerpo al ser bautizado, y pagase la condena y la maldición de todos los pecados en nuestro lugar al derramar Su sangre es el misterio espiritual del hilo azul, púrpura y carmesí. Quizás solo hayan pensado en el hilo azul como algo que manifiesta a Dios o a Su Palabra hasta ahora. Pero ahora deben saber claramente que el hilo azul se refiere en realidad al bautismo de Jesucristo. El bautismo a través del que Jesús aceptó todos nuestros pecados pasados a Él es importante y no puede dejarse fuera de Sus obras, y por tanto el Tabernáculo del Antiguo Testamento nos está hablando de su importancia.

El bautismo de Jesús era el método por el que cargó con nuestros pecados

Los pilares de la vaya del Tabernáculo estaban hechos de madera de acacia. Había tacos de bronce en la parte inferior de estos pilares y capiteles de plata encima. Esto nos dice que primero los pecadores deben ser juzgados por sus pecados. Solo los que han sido juzgados una vez por sus pecados pueden ser salvador. Los que no han sido juzgados todavía y por tanto no están salvados no pueden evitar ser condenados como castigo eterno por sus pecados cuando se presenten ante Dios. Como está escrito: «La paga del pecado es la muerte» (Romanos 6, 23), los pecadores están sujetos al juicio terrible de Dios por sus pecados. Por tanto, los pecadores deben ser juzgados por Dios una vez por sus pecados y entonces vivir de nuevo al ser vestidos con Su gracia. Esto es lo que significa nacer de nuevo. La fe del hilo azul, de que Jesucristo tomó todos nuestros pecados a través de Su bautismo, y la fe del hilo carmesí, de que Jesús ha librado a todos los pecadores al ser juzgado en la Cruz es la fe que nos hace morir una vez a nuestros pecados y nacer de nuevo. Deben darse cuenta de que solo les espera la condena eterna a los que, por culpa de no creer, no pueden pasar el juicio con fe. El bautismo de Jesús fue la manera en la que Cristo cargó con nuestros pecados para salvarnos a todos de nuestros pecados. Jesús fue bautizado por Juan el Bautista para tomar todos nuestros pecados sobre Sí mismo. Jesús es Dios y para salvarnos vino al mundo encarnado en un hombre, tomó las iniquidades de los pecadores sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad, y fue condenado en nuestro lugar al entregar Su cuerpo en la Cruz y derramar Su sangre. La puerta del atrio del Tabernáculo nos está contando con todo detalle las obras que Jesús cumplió como nuestro Salvador. A través de la puerta del atrio del Tabernáculo, Dios nos está diciendo claramente que Jesús se ha convertido en el Salvador de los pecadores.

El lino fino entrelazado se refiere a la Palabra del Antiguo y Nuevo Testamento, que es muy detallada y se corresponde la una con la otra. ¿Cómo de delicado debe ser cada hilo tejido en este lino fino? A través de este lino fino entrelazado Dios nos está contando detalladamente cómo nos ha salvado. Cuando miramos las alfombras vemos que están tejidas con diferentes hilos entrelazados. Así Dios les dijo a los israelitas que hiciesen la puerta del atrio del Tabernáculo entrelazando el hilo azul, púrpura y carmesí en lino fino entrelazado. Esto nos dijo que Jesús, quien vino a través del agua (bautismo), la sangre (la Cruz) y el Espíritu Santo (Jesús es Dios), elementos escondidos en la Palabra de Dios intrincada, es la puerta de nuestra salvación. Al tener la verdadera fe en Jesucristo, revelada en la Palabra de Dios intrincada, y al ser vestidos con Su amor, hemos sido salvados completamente a través de la fe. Jesucristo no nos salvó de cualquier manera. Podemos ver esto cuando miramos el Tabernáculo. Jesús ha salvado a los pecadores de una manera minuciosa. Podemos darnos cuenta de lo minuciosamente que Jesús nos ha salvado cuando miramos los pilares de la vaya. ¿Por qué de todos los números posibles el número de los pilares es 60? Porque el número se refiere al hombre, mientras que el número 3 se refiere a Dios. En el Apocalipsis 13, aparece la marca del 666, y Dios nos dice que este número es el número de la Bestia y que es sabio saber el misterio de este número. Por tanto, el número 666 significa que el hombre actúa como Dios. ¿Qué desea la humanidad? ¿Acaso no es ser como un ser divino perfecto? Si de verdad queremos ser como un ser divino, debemos nacer de nuevo al creer en Jesús y convertirnos en hijos de Dios. Los 60 pilares se refieren a esta implicación de manera minuciosa. Sin embargo, en vez de tener fe, la gente hace obras orgullosas y malvadas porque intenta tener esta naturaleza divina a través de sus propios esfuerzos. Esta es la razón por la que la gente vuelve a interpretar la Palabra según los deseos del hombre y creen en sus propios pensamientos humanos, ya que no tiene fe sino simplemente deseos que se levantan contra Dios. Como estos deseos de la carne les hacen querer ser completos por sí mismos y llegar a la perfección de su carne, acaban lejos de la Palabra de Dios.

La Palabra de la salvación revelada en todos los componentes del Tabernáculo

Para que Jesucristo pudiese salvar a los pecadores y ponerlos en el Santuario, todos los utensilios y materiales del Tabernáculo eran necesarios. El altar de los holocaustos era necesario, la fuente era necesaria, los pilares, los tacos de bronce, los capiteles de plata, los ganchos y las bandas de plata también eran necesarios. Todas estas cosas son los utensilios que había fuera del Santuario, y sus materiales eran necesarios para convertir a un pecador en una persona justa. Todas estas cosas eran necesarias para permitir a los pecadores entrar y vivir en el Reino de Dios, pero lo más importante era el hilo azul (el bautismo de Jesús). El 4hilo azul, púrpura y carmesí se utilizaba para hacer la puerta del atrio del Tabernáculo. Estos hilos se refieren a las tres obras de Jesús que son necesarias cuando creemos en Dios. En primer lugar, Jesús vino al mundo y tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo a través de Su bautismo; en segundo lugar, Jesús, es Dios (Espíritu); y en tercer lugar, Jesús murió en la Cruz para pagar la condena del pecado que aceptó a través de Juan en el río Jordán. Este es el orden correcto de la verdadera fe que se necesita para que los pecadores sean salvados y se conviertan en justos. Cuando leemos la Biblia, podemos darnos cuenta de lo meticuloso que es nuestro Señor. Podemos darnos cuenta de que quien nos ha salvado tan meticulosamente con este lino fino entrelazado, es Dios. Además, Dios hizo que los israelitas construyesen la puerta del atrio del Tabernáculo tejiendo hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado de 9 metros. Así Dios se aseguró de que quien mirara al Tabernáculo desde lejos pudiera ver la puerta del atrio del Tabernáculo fácilmente. Las cortinas de lino blanco fino de los pilares de la puerta del atrio del Tabernáculo manifiestan la santidad de Dios. Así, podemos darnos cuenta de que los pecadores no deben atreverse a acercarse al Tabernáculo, y de que solo pueden entrar en su atrio cuando han sido salvados al creer en los ministerios de Jesús manifestado en el hilo azul, púrpura y carmesí tejido en la puerta del atrio del Tabernáculo.

De esta manera Dios ha permitido que los pecadores sepan que Jesucristo ha borrado todos sus pecados y les ha salvado a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo. Asimismo los materiales de todos los instrumentos del Tabernáculo, incluida la puerta del atrio, nos muestran la Palabra meticulosa necesaria para que Dios convierta a los pecadores en justos. Como Dios les dijo a los israelitas que hiciesen la puerta del atrio del Tabernáculo suficientemente grande para que todo el mundo la encontrase, y como esta puerta se hizo meticulosamente tejiendo hilo azul, púrpura y carmesí y lino fino entrelazado, Dios permitió a todo el mundo entender la Palabra importante que puede convertir a los pecadores en justos. La puerta del atrio del Tabernáculo nos dice que Dios nos ha salvado completamente a los que éramos como madera de acacia de los pecados a través del hilo azul (bautismo de Jesús, el hilo escarlata (la sangre de Cristo), y el hilo carmesí (Jesús es Dios). Dios ha determinado que solo los que creen claramente en esto pueden entrar en el Santuario, la Casa de Dios.

Jesucristo nos está hablando con esta implicación

Dios nos dice que primero debemos ser lavados de todos nuestros pecados a través del bautismo de Jesús para poder vivir una vida de fe dorada y brillante. Esta es la razón por la que Dios enseñó el modelo del Tabernáculo a Moisés, lo construyó a través de Moisés e hizo que el pueblo de Israel recibiese la remisión de los pecados mediante la institución de este Tabernáculo. Debemos recapturar esta fe que nos llevó al Santuario a través de la puerta del atrio del Tabernáculo. A través del atrio del Tabernáculo, Dios sigue hablando de nuestra fe en la verdad de que Jesús nos ha salvado a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo. La fe en la puerta del atrio, que estaba tejida con hilo azul, púrpura y carmesí, en la imposición de manos del Sumo Sacerdote sobre la cabeza del cordero y el derramamiento de sangre de este animal, y la fe con la que el Sumo Sacerdote se lavaba las manos y los pies en la fuente, es la única que nos permite saber que nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es la fe pura de oro que nos permite entrar en el Santuario y vivir allí con gloria. A través del Tabernáculo Dios nos ha permitido recibir la gracia de la salvación y Su bendición.

A través del Tabernáculo podemos conocer las bendiciones que Dios nos ha concedido. Podemos darnos cuenta y creer en la gracia de salvación que nos ha permitido presentarnos ante el trono de la gracia de Dios para ser salvados para siempre. ¿Pueden darse cuenta de esto? A través del Tabernáculo podemos ver que nuestro Señor nos ha salvado meticulosamente y ha planeado nuestra salvación de esta manera y lo definitivamente que ha cumplido este plan y nos ha convertido en justos a los pecadores. ¿Por casualidad han creído en Jesús de manera abstracta todo este tiempo? ¿Creyeron que el color azul simbolizaba el cielo? ¿Acaso solo conocían la fe de los colores púrpura y carmesí que representan que Jesucristo, el Rey de reyes, vino al mundo y nos salvó en la Cruz? Si es así, ahora es el momento de encontrar la verdadera fe. Espero que todos conozcan claramente el bautismo de Jesús, la fe del color azul, y así se den cuenta de la gracia inmensurable de la salvación que Dios les ha dado. Dios no nos ha salvado solamente a través de la sangre y del Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque Dios claramente nos habla de los colores azul, púrpura y carmesí, y a través de estos tres hilos nos está diciendo cómo nos ha salvado Jesús exactamente. A través del Tabernáculo, nuestro Dios nos ha mostrado las obras de salvación de Jesús detalladamente. Después de ordenarle a Moisés que construyese el Tabernáculo, y a través del Tabernáculo, Dios prometió que nos salvaría de esta manera. Como prometió, Jesucristo vino al mundo encarnado en un hombre y tomó nuestros pecados al ser bautizado en el agua (azul) del río Jordán. A través de Su bautismo, Jesús ha salvado a los pecadores de todos sus pecados. ¡Qué meticulosa, correcta y certera es nuestra salvación! Cuando entramos en el Lugar Santo podemos ver la lámpara, la mesa del pan de la proposición y el altar del incienso.

Antes de entrar en el Lugar Santísimo podemos vivir durante un tiempo en este Lugar Santo que brilla y podemos alimentarnos del pan de la Palabra todo lo que queramos. ¿No es esto una bendición? Antes de entrar en el Reino de Dios vivimos en Su Iglesia como los que han sido salvados al nacer de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. La Iglesia de Dios que nos da este pan de vida es el Lugar Santo. En el Lugar Santo, es decir en la Iglesia de Dios, había una lámpara, la mesa del pan de la proposición y el altar del incienso. La lámpara con su tronco, ramas, recipientes, botones ornamentales y flores estaba hecha de una sola pieza que se formaba con un talento de oro puro. La lámpara se hacía golpeando un talento de oro y esto nos dice que los justos debemos unirnos con la Iglesia de Dios. En la mesa del pan de la proposición se colocaba el pan sin levadura que simbolizaba la Palabra de Dios pura que está libre de maldad y de enseñanzas sucias de este mundo depravado. El Santuario de Dios, es decir la Iglesia de Dios, predica esta Palabra de Dios pura que no tiene levadura y vive por la fe pura sin hacer mal ante Dios. Delante del velo del Lugar Santísimo estaba el altar del incienso. El altar del incienso era donde se ofrecían las oraciones a Dios. A través de los utensilios del Santuario Dios nos está diciendo que, cuando nos presentamos ante Él, debemos tener unidad, fe en Su Palabra pura, y oraciones. Solo los justos pueden orar, ya que Dios solo escucha las oraciones de los justos (Isaías 59, 1-2; Santiago 5, 16). No todos pueden encontrarle solo porque oren ardientemente ante Dios. Así, el Lugar Santo nos habla de lo glorioso que es para nosotros ser salvados en la Iglesia de Dios. Los materiales clave empleados en el Tabernáculo: el hilo azul (el bautismo de Jesús), el hilo escarlata (tomar todos nuestros pecados sobre Sí mismo a través de Su bautismo, morir en la Cruz y pagar la condena de nuestros pecados), y el hilo carmesí (Jesús es Dios), se refieren a la fe que debemos tener obligatoriamente. Estos tres elementos constituyen la totalidad de nuestra fe. Cuando creemos que Jesús es el Hijo de Dios y Dios mismo en esencia, y que nos ha salvado, podemos entrar en el Lugar Santo de oro reluciente donde vive Dios. Si no creemos en las obras de Jesús manifestadas en estos tres hilos, no podemos entrar en el Lugar Santo por muy ardientemente que creamos en Jesús. No todos los cristianos pueden entrar en el Lugar Santísimo.

Los que intentan entrar en el atrio del Tabernáculo con la fe equivocada

Hoy en día hay muchos cristianos que no pueden entrar en el Lugar Santo aunque profesen su fe. En otras palabras, hay mucha gente que intenta ser salvada con su fe ciega. Las personas que intentan ser salvadas con tan solo creer en la sangre de Jesucristo, y en que Dios es el Rey de reyes, son las personas con la fe ciega. Creen en Jesús de manera simple. Creen solamente en la sangre de Jesús y se presentan ante el altar de los holocaustos orando ciegamente: «Señor, sigo siendo un pecador ahora. Perdóname, Señor. Te doy gracias Señor por haber sido crucificado y haber muerto en mi lugar. Gracias, Señor, Te amo». Después de orar así por la mañana, vuelven a sus vidas y después se presentan ante el altar de los holocaustos de nuevo por la tarde y ofrecen la misma oración perpetuamente. La gente que va al altar de los holocaustos todas las mañanas, todas las tardes y todos los meses, no puede nacer de nuevo, sino que tiene una fe falsa que sale de sus propias ideas. Ponen la ofrenda del sacrificio en el altar de los holocaustos con llamas vivas y entregan su sacrificio con fuego. Como la carne se quema en las llamas, el olor a carne quemada se propaga y sale humo blanco y negro. El altar de los holocaustos no es un lugar donde se pueda llorar pidiendo a Dios que haga desaparecer nuestros pecados, sino que es un lugar que nos recuerda el fuego vivo del infierno. Sin embargo la gente va a este lugar todas las mañanas y todas las tardes y dicen: «Señor, he pecado. Por favor, perdóname todos mis pecados». Entonces vuelven a casa satisfechos por su cuenta como si hubiesen sido perdonados. Están tan contentos que van cantando: «?He sido perdonado, ?tú has sido perdonado, ?todos hemos sido perdonados».

Pero estos sentimientos son temporales. En poco tiempo pecan de nuevo y se encuentran ante el altar de los holocaustos de nuevo confesando: «Señor, soy un pecador». Los que van de aquí para allá al altar de los holocaustos todos los días, aunque hayan profesado su fe en Jesús, son pecadores todavía. Estas personas no pueden entrar en el Reino Santo de Dios. ¿Quién puede recibir completamente la remisión de los pecados y entrar en el Lugar Santo de Dios? Los que conocen el misterio del hilo azul, púrpura y carmesí establecido por Dios. Los que creen en esto puede pasar por el altar de los holocaustos por su fe en la muerte de Jesús, quien aceptó todos sus pecados pasados a Él, lavarse las manos y los pies en la fuente y acordarse de que sus pecados fueron pasados a Jesús a través de Su bautismo, y entonces entrar en el Lugar Santo de Dios. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y han recibido la remisión de sus pecados pueden entrar en el Reino de los Cielos por su fe, ya que su fe es aprobada por Dios. Espero que se den cuenta de que el significado bíblico del hilo azul es el bautismo de Jesús. Hay muchas personas que profesan creen en Jesús hoy en día, pero pocos van tan lejos como para creer en el agua (el hilo azul), el bautismo de Jesús. Esto es muy triste. Me causa mucho dolor que tantas personas se dejen fuera de sus creencias cristianas la fe más importante en el bautismo, incluso cuando Jesús no vino al mundo meramente para morir en la Cruz como Dios. Espero y oro ahora por que todos tengan fe en el hilo azul, púrpura y carmesí, y que se conviertan en los que pueden entrar en el Reino de Dios.

Debemos creer en el Señor manifestado en el hilo azul, púrpura y escarlata del Tabernáculo

Nuestro Señor nos ha salvado completamente. Cuando miramos el Tabernáculo nos damos cuenta de lo meticuloso que es el método mediante el que el Señor nos ha salvado. No podemos dejar de dar gracias por esto. Estamos inmensamente agradecidos porque el Señor nos ha salvado a través del hilo azul, púrpura y carmesí y por que nos ha dado la fe que cree en estos hilos azul, púrpura y carmesí. Los pecadores no pueden entrar en el Lugar Santo sin estar vestidos con la gracia de Dios y pasar por el juicio terrible de Dios por sus pecados. ¿Cómo puede alguien que no ha sido juzgado por Sus pecados abrir la puerta del Tabernáculo y entrar en el Lugar Santo? No puede. Cuando estas personas entran en el Lugar Santo serán malditas y se quedarán ciegas en un instante. «¡Vaya! Hay mucha luz aquí. ¿Por qué no puedo ver nada? Cuando estaba fuera pensaba que podría ver todo lo que hay en el Lugar Santo si entraba. ¿Por qué no puedo ver nada y por qué está tan oscuro? Veía bien cuando estaba fuera. Me dijeron que el Lugar Santo tenía mucha luz, ¿cómo es que hay más oscuridad aquí dentro?». No pueden ver porque son ciegos espirituales y no tienen fe en al hilo azul, púrpura y carmesí. Así los pecadores no pueden entrar en el Lugar Santo. Nuestro Señor nos ha permitido no estar ciegos en el Lugar Santo, sino recibir la bendición de vivir en el Lugar Santo para siempre. A través del hilo azul, púrpura y carmesí y del lino fino entrelazado que se encuentran en todas las partes del Tabernáculo Dios nos ha enseñado el método exacto de nuestra salvación, y según esta Palabra de profecía nos ha librado de todos nuestros pecados. Nuestro Señor nos ha salvado a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo (1 Juan 5, 4-8), para que no nos quedemos ciegos y podamos vivir para siempre en Su gracia resplandeciente. Nos ha salvado a través del hilo azul, púrpura y carmesí y del lino fino entrelazado.

Nuestro Señor nos hizo una promesa con la Palabra de Dios meticulosa y nos ha dicho que nos ha salvado para cumplir esta promesa. ¿Creen que hemos sido salvados a través de las obras meticulosas que Jesús manifestó en el hilo azul, púrpura y carmesí y del lino fino entrelazado? ¡Sí! ¿Han sido salvados de cualquier manera? ¡No! No podemos ser salvados sin creer en el hilo azul, púrpura y carmesí. El hilo azul no se refiere a Dios. Se refiere al bautismo con el que Jesús tomó todos los pecados de los pecadores del mundo en el río Jordán. Es posible, incidentalmente, estar ante el altar de los holocaustos sin creer en el hilo azul, el bautismo de Jesús. La gente puede llegar hasta la fuente al lado del altar de los holocaustos, pero no puede entrar en el Lugar Santo donde vive Dios. Los que pueden abrir la puerta del Tabernáculo y entrar en el Lugar Santo son los verdaderos hijos de Dios que han recibido la remisión de los pecados al creer completamente en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero los pecadores, sean quienes sean, no pueden entrar en el Lugar Santo. ¿Hasta donde tenemos que entrar para alcanzar nuestra salvación? No somos salvados solo con entrar Lugar Santo donde vive Dios.

La diferencia entre la fe dentro del Tabernáculo y la fe fuera del mismo

El altar de los holocaustos y la fuente del patio exterior del Tabernáculo estaban hechos de bronce, y la vaya estaba hecha de madera, plata y bronce. Pero cuando entramos en el Tabernáculo los materiales son completamente diferentes. Una característica clave del Tabernáculo es que es una «casa de oro». Las paredes de tres caras estaban construidas con 48 tableros de madera de acacia cubierta de oro. La mesa del pan de la proposición y el altar del incienso también estaban hechos de acacia y cubiertos de oro, y la lámpara estaba hecha de un talento de oro golpeado. Así que todos los utensilios del Lugar Santo estaban hechos de oro puro o al menos cubiertos del mismo. Por otro lago, ¿de qué estaban hechos los tacos que sujetaban los tableros? Estaban hechos de plata. Aunque los tacos de los pilares de la vaya del atrio del Tabernáculo estaban hechos de bronce, los tacos de los tableros del Tabernáculos estaban hechos de plata. Aunque los pilares de la vaya del atrio estaban hechos de madera, los tableros del Tabernáculo estaban hechos de madera de acacia con oro. Pero los tacos de los cinco pilares de la puerta del Tabernáculo estaban hechos de bronce.

Aunque los tacos de los tableros del Tabernáculo estaban hechos de plata, los tacos de los pilares de la puerta del Tabernáculo eran de bronce. ¿Qué significa esto? Significa que quien entre en la presencia de Dios debe ser juzgado por sus pecados. ¿Cómo podemos presentarnos ante Dios cuando tenemos que ser juzgados y sentenciados a muerte? Si morimos no podremos estar ante Dios. A través del bronce utilizado en los tacos de los cinco pilares de la puerta del Tabernáculo Dios nos está diciendo que, aunque teníamos que ser juzgados por nuestros pecados; Jesús tomó todo nuestros pecados a través de Su bautismo y fue condenado por estos pecados en nuestro lugar. Somos los que teníamos que haber sido condenados por nuestros pecados. Pero alguien pagó esta condena por todos nuestros pecados en nuestro lugar. Alguien murió en vez de nosotros. El que fue condenado y murió en nuestro lugar es Jesucristo. La fe que se manifiesta en el hilo azul es la fe que cree que Jesucristo aceptó todos nuestros pecados a través de Su bautismo y que así nos ha perdonado todos nuestros pecados. Como Dios tomó la vida de Jesucristo para pagar la condena de todos nuestros pecados, que le fueron pasados a través de Su bautismo, y así ha resuelto el problema de esos pecados, ya no tenemos que pagar la condena por nuestros pecados. La fe manifestada en el hilo carmesí es la fe en la sangre que Jesús derramó en la Cruz. Esta fe cree que Jesucristo pagó la condena de nuestros pecados en nuestro lugar. Solo los que han pasado todos sus pecados a Jesús al creer en Su bautismo y han sido juzgados por todos sus pecados al creer en la sangre que Jesús derramó en la Cruz con la muerte de Su carne por todos estos pecados, pueden entrar en el Lugar Santo. Esta es la razón por la que los tacos de la puerta del Tabernáculo estaban hechos de bronce. Por tanto debemos creer en la sangre de Cristo, quien tomó todos nuestros pecados sobre Sí mismo a través de Su bautismo y fue condenado en nuestro lugar. Dios ha determinado que solo los que están convencidos del hecho de que Jesucristo, quien les ha salvado, es Dios mismo (hilo púrpura), del bautismo de Jesús (hilo azul) y de la verdad de que Jesús fue condenado por nuestros pecados en nuestro lugar (hilo carmesí) podrán entrar en el Lugar Santo. Dios solo permite que entren en el Lugar Santo los que han sido juzgados por sus pecados una vez al creer en Jesús, y creen que Jesús les ha salvado de todos sus pecados. Los tacos de los pilares de la puerta del Tabernáculo eran de bronce. Los tacos de bronce significan espiritualmente que Dios ha permitido entrar en el Lugar Santo donde Él vive a los pecadores que nacieron como descendientes de Adán solo cuando, sean quienes sean, tienen la fe en el hilo azul (bautismo de Jesús), el hilo carmesí (el juicio de Jesús en lugar de los pecadores), y el hilo púrpura (Jesús es Dios). El que los cinco tacos de los pilares de la puerta estuviesen hechos de bronce nos habla del Evangelio de Dios, que como está escrito en Romanos 6, 23: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro», Jesús nos ha perdonado todos los pecados con el agua, la sangre y el Espíritu.

No debemos ignorar la Palabra de Dios, sino que debemos creer en ella

Creer en Jesús no significa que hayan sido salvados incondicionalmente. Ir a la iglesia no significa que hayan nacido de nuevo incondicionalmente. Nuestro Señor dice en Juan 3 que solo los que han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu pueden ver y entrar en el Reino de Dios. Jesús le dijo decididamente a Nicodemo, que era un líder de los judíos y un fiel creyente en Dios: «¿Eres un maestro de los judíos pero no has nacido de nuevo? Solo cuando se nace de nuevo del agua y el Espíritu se puede entrar en el Reino de Dios». La gente que cree en Jesús puede nacer de nuevo solo cuando tiene fe en el hilo azul (Jesús tomó todos nuestros pecados para siempre cuando fue bautizado), el hilo carmesí (Jesús murió por nuestros pecados), y el hilo púrpura (Jesús es el Salvador, Dios y el Hijo de Dios). Así, a través los hilos azul, púrpura y escarlata, encontrados en todas las partes del Tabernáculo, todos los pecadores deben creer que Jesús es el Salvador de los pecadores.

Como muchas personas creen en Jesús sin creer en esta verdad no pueden nacer de nuevo ni conocer la Palabra de nacer de nuevo. Nuestro Señor nos ha dicho claramente que aunque profesemos creer en Jesús, si no hemos nacido de nuevo, no podemos entrar en el Lugar Santo, el Reino del Padre, ni vivir una vida de fe correcta. En nuestros pensamientos humanos pensamos en lo bueno que sería que todos los cristianos fueran aprobados para nacer de nuevo sin importar sus creencias. ¿No es así? Si pudiésemos ser salvados simplemente con utilizar el nombre de Jesús y profesar nuestra fe en Él solo en palabras, sin conocer los detalles de los que hizo para salvar a la humanidad, sería muy fácil para la gente creer en Jesús. Podemos darle gracias cuando encontramos a un nuevo cristiano cantando: «?He sido perdonado, ?tú has sido perdonado, ?todos hemos sido perdonados». «Como hay tantos creyentes, ¿para qué sirve dar testimonio? Las cosas están bien como están. ¿No es maravilloso?». Si fuese así la gente pensaría que la salvación es demasiado fácil, ya que cualquiera que utilizase el nombre del Señor podría ser salvado, y su salvación se obtendría viviendo como quisieran. Pero Dios nos dijo que no podemos nacer de nuevo con esta fe ciega. Al contrario, nos dijo que los que afirman haber sido salvados sin ni siquiera conocer el Evangelio del agua y el Espíritu son obradores de iniquidad.

Lo que nace de nuevo es su espíritu, no su carne

Jesús se convirtió en hombre, vino al mundo y nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. José, el padre carnal de Jesús era un carpintero (Mateo 13, 55), y Jesús sirvió a Su familia bajo las órdenes de su padre carpintero trabajando como carpintero durante los primero 29 años de Su vida. Pero cuando cumplió los 30, empezó Sus obras divinas, es decir, a llevar a cabo Su ministerios públicos. Como Jesús tenía naturaleza divina y humana, los justos nacidos de nuevo también tenemos dos naturalezas distintas. Hemos nacido de la carne y del espíritu. Sin embargo, cuando una persona profesa creer en Jesús aunque su espíritu no haya nacido de nuevo, está persona no ha nacido de nuevo, es decir, no tiene un espíritu nacido de nuevo. Si alguien intenta creer en Jesús sin haber nacido de nuevo en su espíritu, esta persona está simplemente intentando nacer de nuevo en la carne como Nicodemo, y no puede nacer de nuevo de verdad.

Aunque Jesús era Dios en Su naturaleza, también era un hombre lleno de debilidades. Por eso, cuando decimos que hemos nacido de nuevo significa que nuestros espíritus han nacido de nuevo, no nuestra carne. Si todos los que profesan creer en Jesús de cualquier manera hubiesen nacido de nuevo, yo habría intentado hacerme conocer como un pastor benevolente. ¿Por qué? Porque no me habrían irritado tanto los que no creen en la verdad y por tanto no habría sido tan duro en mis sermones con la esperanza de que conociesen la verdad. Se me conocería como un pastor dócil, noble, benevolente, tierno y gracioso que explicaría cómo la gente puede ser santa en su carne. Por supuesto, puedo hacer que mi imagen sea así de embellecida, pero nunca lo haré. No se debe a que no pueda poner en sus mentes la impresión siguiente: «Este pastor tiene la imagen santa y misericordiosa de Jesús». La carne de un hombre no cambia y ser un poco amable, benevolente y misericordioso en la carne no significa que una persona sea justa y haya nacido de nuevo. Nadie puede nacer de nuevo en la carne. Es el espíritu el que debe nacer de nuevo al creer en la Palabra de Dios.

Cuando creen en Jesús, deben saber la verdad. «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8, 32). Solo la verdad de que Dios nos hace nacer de nuevo libra a nuestras almas de la esclavitud del pecado, y nos hace nacer de nuevo como personas justas. Solo cuando conocemos, creemos y predicamos la Biblia correctamente podemos entrar en el Lugar Santo y vivir con nuestra verdadera fe, así como ir a la cubierta de la misericordia del Lugar Santísimo. El Evangelio del agua y el Espíritu hacen que nuestras almas nazcan de nuevo y es la verdad, y nuestra fe en esto nos ha perdonado todos los pecados y nos permite vivir en la fe con Dios. El Evangelio del agua y el Espíritu que está en nuestros corazones nos permiten vivir como hijos nacidos de nuevo de Dios en el reino espiritual resplandeciente con el Señor siendo felices. Creer en Jesús a ciegas no es tener la fe correcta. Desde una perspectiva humana tenemos muchos errores. No estoy diciendo esto solo de palabra, porque cuando hago algo me doy cuenta de que tengo muchas faltas. Por ejemplo, cuando estoy preparándome para un campamento bíblico para que los santos y los nuevos asistentes escuchen la Palabra con toda comodidad, se sientan inspirados en sus corazones por la gracia de Dios, reciban las bendiciones de nacer de nuevo y vuelvan después de haber descansado sus cuerpos y sus corazones, me doy cuenta de que hay muchas cosas que no pensé de antemano. Hay cosas que podrían haberse hecho fácilmente con un poco más de atención y cuidado y siempre me doy cuenta cuando el tiempo de preparación ha acabado y el campamento está apunto de empezar. Me pregunto por qué no pensé en estas cosas antes y por qué no las preparé antes, ya que si hubiese estado un poco más atento y tenido más cuidado planeando el campamento bíblico, los santos y las nuevas almas habrían escuchado la Palabra bien, habrían sido salvados y se lo habrían pasado bien. Además, cuando trabajo todo el día, por falta de eficacia por mi parte, a veces los resultados no se corresponden con mis esfuerzos. Yo mismo me doy cuenta de que tengo demasiados fallos. «¿Por qué no puedo hacer esto? ¿Por qué no pensé en esto antes? Todo lo que tengo que hacer es prestar más atención, pero ¿por qué no puedo hacer esto?». Cuando estoy sirviendo al Evangelio me doy cuenta de mis fallos muy a menudo. Así que los reconozco y admito: «Soy así. Soy así de insuficiente». No estoy diciendo estoy solo de palabra, y no estoy fingiendo ser modesto, sino que en realidad soy una persona que no puede acabar pequeñas tareas correctamente. Cuando me miro a mí mismo me doy cuenta de mis muchos fallos.

Recibimos santidad a través de la fe en el hilo azul

Cuando la gente piensa sobre sí misma siente que puede hacer todo lo que quiera sin cometer errores. Pero cuando hacen cualquier tarea, su verdadera eficacia y sus fallos se revelan. Se dan cuenta de que son insuficientes y no pueden evitar pecar y cometer errores. Asimismo, cuando la gente piensa que está bien, se engaña a sí misma y se convence de que va a ir al Reino de nuestro Señor por alguna buena obra que ha hecho su carne. Pero la carne nunca cambia. No hay carne sin errores, y siempre hace el mal y revela sus fallos. Si, por alguna casualidad, piensan que pueden ir al Reino de nuestro Señor por algo bueno que su carne haya hecho, deben darse cuenta de que por mucho bien que haya hecho su carne, es absolutamente inútil ante Dios. La única cosa que nos permite entrar en el Reino del Señor es nuestra fe en la Palabra de la verdad de los hilos azul, púrpura y carmesí por los que el Señor nos ha Salvado. Como nuestro Señor nos ha salvado por los hilos azul, púrpura y carmesí, podemos entrar en el Lugar Santo solo si creemos en esto. Si Dios no nos hubiese salvado por los hilos azul, púrpura y carmesí, no podríamos entrar en el Lugar Santo. Por muy fuerte que sea nuestra fe no podemos entrar. ¿Por qué? Porque si fuese así, significaría que nuestra fe de la carne debe ser buena todos los días para poder entrar en el Lugar Santo. Si podemos entrar en el Reino de Dios solo cuando nuestra fe es buena todos los días, ¿cómo podemos, los que tenemos una carne débil, hacer que nuestra fe sea buena todos los días para poder entrar? Cuando no hay ninguna manera de recibir la remisión de los pecados por nuestra cuenta, y cuando no tenemos fe para arrepentirnos cada vez que pecados, ¿cómo vamos a hacer nuestra fe fuerte para entrar en el Reino de Dios? nuestros cuerpos tendrían que ser santos y no pecar, o tendríamos que ofrecer oraciones de penitencia y ayunar todos los días, pero ¿quién tiene un cuerpo santo y quién puede hacer esto?

Si Dios no nos hubiese salvado a través los hilos azul, púrpura y carmesí, no habría nadie entre nosotros que pudiese entrar en el Reino de los Cielos. Nuestra fe puede ser buena un momento pero desaparecer al momento siguiente. Cuando nuestra fe se hace buena y desaparecer de nuevo, nos quedamos confundidos y no sabemos si tenemos fe, y por tanto acabamos perdiendo la fe que teníamos al principio. Al final nos convertimos en personas aún más pecadores después de haber creído en Jesús. Pero Jesús nos ha salvado perfectamente a los pecadores insuficientes según Su plan de salvación manifestado en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino entrelazado. Nos ha dado la remisión de nuestros pecados. Solo cuando tenemos esta prueba podemos poder la place de oro que dice «santo es el Señor» es nuestros turbantes como el Sumo Sacerdote (Éxodo 28, 36-38). Entonces podemos llevar a cabo nuestro sacerdocio. Los que pueden dar testimonio de la santidad del Señor a la gente mientras le sirven como Sus sacerdotes son los que tienen la prueba en sus corazones de que han recibido la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. El turbante del Sumo Sacerdote tenía una placa de oro y una cuerda azul. ¿Por qué dijo Dios que el turbante debía atarse con una cuerda azul? Este hilo azul era absolutamente indispensable para que nuestro Señor nos salvase, y se refiere al bautismo que Jesús recibió para tomar todos nuestros pecados sobre Sí mismo. Si el Señor no hubiese tomado todos nuestros pecados sobre Sí mismo en el Nuevo Testamento a través de Su bautismo, la misma manera que la imposición de manos del Antiguo Testamento, no podríamos recibir la santidad de Jehová por mucho que creyésemos en Jesús. Por eso la placa de oro se ataba con una cuerda azul. Cuando todo el que ve al Sumo Sacerdote con la placa de oro que dice «santo es el Señor» se acuerdan de que deben ser santos ante Dios al recibir la remisión de sus pecados.

Esto hace que la gente piense en cómo puede ser santa ante Dios. Nosotros también debemos recordar cómo nos hemos convertido en personas justas. ¿Cómo nos hemos convertido en los justos? Leamos Mateo 3, 15: «Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Jesús nos ha salvado a todos de nuestros pecados al ser bautizado. Como Jesús tomó nuestros pecados sobre Sí mismo con Su bautismo, los que creen en esto están sin pecados. Si Jesús no hubiese sido bautizado, ¿cómo podríamos decir que estamos sin pecados? ¿Acaso no recibieron la remisión de los pecados solo al confesar la fe en la muerte de Jesús en la Cruz con lágrimas sinceras en sus ojos? Hay muchas personas que, como encuentran difícil entristecerse por la muerte de Jesús, alguien con quien no tienen ninguna relación, intentan sacarse las lágrimas pensando en la muerte de sus abuelos, en las dificultades que pasaron cuando estaban enfermos, o sus propios problemas pasados. Ya finjan estar tristes o lo estén de verdad por la crucifixión de Jesús, sus pecados no pueden borrarse de esa manera. La placa de oro que decía «santo es el Señor» estaba atada al turbante del Sumo Sacerdote con una cuerda azul, y así lo que borra nuestros pecados y nos hace santos es el bautismo de Jesús. Nuestros corazones recibieron la remisión de los pecados porque Jesús tomó todos nuestros pecados a través de Su bautismo, porque Jehová cargó con ellos, y porque los pecados del mundo fueron pasados a Jesús a través de Su bautismo. Aunque nuestros corazones no tengan emociones y aunque seamos insuficientes en nuestras obras, nos hemos convertido en justos y hemos sido salvados perfectamente por la Palabra del hilo azul escrita en la Biblia. Cuando miramos nuestra carne no podemos ser dignos, pero como esta fe de los hilos azul, púrpura y carmesí está en nuestros corazones, es decir como tenemos el Evangelio del agua y el Espíritu perfecto que nos dice que Jesús tomó todos nuestros pecados a través de Su bautismo y pagó la condena en la Cruz, podemos hablar con confianza y sin miedo del Evangelio. Como tenemos el Evangelio del agua y el Espíritu podemos vivir por fe como justos y podemos predicar esta fe justa a la gente. No podemos dejar de dar gracias por la gracia de nuestro Señor. Como nuestra salvación no nos llegó de cualquier manera, estamos aún más agradecidos. La salvación que hemos recibido se puede conseguir aunque no se cree correctamente. Utilizar el nombre del Señor cuando conviene diciendo: «Señor, Señor» no significa que todo el mundo pueda ser salvado por eso. Como tenemos la prueba de que nuestros pecados han desaparecido en nuestros corazones con el Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor nos ha salvado meticulosamente con los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino entrelazado, damos gracias por esta gran salvación.

La Biblia nos dice que todo el que cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene este testimonio en su corazón (1 Juan 5, 10). Si no hay testimonio en nuestros corazones estamos llamando mentiroso a Dios y por eso debemos tener la prueba de este testimonio en nuestros corazones. Por esto no hay ninguna razón por la que estar irritados con los que les retan y les piden: «Enséñame la prueba de que has sido salvado. Dicen que cuando la gente recibe la remisión de los pecados recibe el Espíritu Santo como don, y que hay una prueba clara de la salvación. Enséñame esta prueba». Entonces pueden enseñarles con confianza la prueba diciendo: «Tengo en mí el Evangelio del agua y el Espíritu con el que Jesús me ha salvado completamente. Como he sido salvado perfectamente por Él, no tengo pecados». Si no tienen la prueba de su salvación en sus corazones no han sido salvados. Por muy ardientemente que crea la gente en Jesús, esto no constituye su salvación. Esto es solo un amor sin corresponder. Es un amor al que no le importa lo que sienta la otra persona. Cuando alguien a quien no podemos amar nos ama, espera algo de nosotros, siente amor y nos mira como si fuera a morir por nuestro amor, pero esto no significa que nosotros amemos a esa persona. Del mismo modo, Dios no recibe en Sus brazos a los que no han recibido la remisión de sus pecados porque sus corazones se mueran de amor por Él. Este amor es el amor no correspondido de los pecadores por Dios. Cuando amamos a Dios, debemos amarle creyendo en Su Palabra de la verdad. Nuestro amor por Él debe ser correspondido. Debemos decirle que le amamos, y debemos averiguar primero si nos ama o no antes de amarle. Si damos todo nuestro amor a una persona que no nos corresponde, todo lo que conseguiremos es que nos parta el corazón. Nuestro Señor nos ha revestido en la gloria de la salvación de nuestros pecados para que no fuésemos condenados por ellos. Nos ha permitido entrar en el Reino de Dios y vivir con Dios, y nos ha dado el don que nos permite recibir la remisión de los pecados a través de la gracia de Dios. La salvación de Dios nos ha dado innumerables bendiciones espirituales del Cielo. Esta salvación que Dios nos ha dado nos ha permitido recibir todas estas bendiciones de Dios.

La salvación que Jesús nos ha dado

Nuestro Señor nos ha salvado a través de los hilos azul, púrpura y carmesí. Nos ha dado la salvación hecha de tres hilos diferentes. Esta salvación de los hilos azul, púrpura y carmesí es el don de la salvación de Dios. Este don de salvación nos permite entrar y vivir en el Lugar Santo. El Evangelio del agua y el Espíritu nos ha convertido en justos. Nos ha permitido entrar en la Iglesia de Dios y vivir con pureza. Este verdadero Evangelio también nos ha permitido alimentarnos de la Palabra de Dios espiritual y recibir Su gracia.

Asimismo nos ha permitido presentarnos ante el trono de la gracia de Dios y orar, y así nos ha dado la fe con la que podemos tomar la gracia abundante de Dios como nuestra. Dios nos ha dado una gran bendición simplemente con nuestra salvación. Por eso la salvación es tan valiosa. Jesús nos dijo que construyésemos nuestras casas de fe sobre la roca (Mateo 7, 24). Esta roca es nuestra salvación que viene a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso debemos vivir nuestras vidas de fe al ser salvados, convertirnos en justos al ser salvados, disfrutar de la vida eterna al ser salvado, y entrar en el Cielo al ser salvados. El fin de este mundo está cerca. En este mundo la gente tiene aún más motivos para ser salvados por esta Palabra exacta. Hay algunas personas que dicen que uno puede ser salvado al creer en Jesús sin conocer esta fe de los hilos azul, púrpura y carmesí, y no hay necesidad de hablar de la vida de fe, ya que es suficiente ser salvado así. Sin embargo, la razón por la que digo esto repetidamente es que los que han recibido la remisión de los pecados en sus corazones pueden vivir sus vidas de fe de una manera que Dios aprueba. Como el corazón de todos los santos que recibieron la remisión de los pecados es el templo santo donde vive el Espíritu Santo, los santos nacidos de nuevo deben vivir sus vidas de fe para no corromper esta santidad. La manera en que los justos viven sus vidas está en una dimensión completamente diferente a la manera en que los pecadores viven. Desde el punto de vista de Dios, la manera en que viven los pecadores está por debajo de Su estándar. Sus vidas están llenas de hipocresía. Intentan vivir según la Ley. Establecen sus propios criterios de cómo deben caminar, cómo deben vivir, cómo deben hablar y cómo deben reír. Pero esta vida es completamente distinta a la vida de los justos. Dios les dice a los justos detalladamente: «Amad al Señor vuestro Dios con todo vuestro corazón y con todas vuestras fuerzas y amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos». Este es el modo de vida que Dios les ha dado a los justos. Es correcto que los justos vivamos nuestras vidas amando al Señor con todo nuestro corazón y siguiendo Su voluntad con todas nuestras fuerzas y voluntad.

Para salvar a nuestro prójimo debemos hacer muchas inversiones en Su obra. Esta es la vida de los cristianos. Si nos quedamos en un nivel donde pensamos que todo lo que importa es que no pequemos, no podemos vivir una vida de los cristianos nacidos de nuevo. Antes de nacer de nuevo viví una vida de fe legalista en una denominación presbiteriana conservadora y siempre intenté cumplir la Ley. Hoy en día la gente ya no hace esto pero como tenía una fe religiosa durante mucho tiempo siempre quería cumplir la Ley en mi vida diaria. Era tan obediente a la Ley que nunca trabajé en el Día del Señor, ya que la Ley ordena que se recuerde el Sabbath y se santifique. Ni siquiera conducía los domingos. Si les pidiese que viviesen como yo lo hice, nadie podría hacerlo. Así es como era mi vida de fe legalista antes de nacer de nuevo. Sin embargo, por muy piadoso que era en mis días religiosos, esta vida no tenía nada que ver con la voluntad de Dios y por eso era absolutamente inútil. Queridos lectores, ¿tienen fe en los hilos azul, púrpura y carmesí? Como la salvación de Jesús está contenida en estos tres hilos podemos entrar en el Lugar Santo por nuestra fe. Nuestra salvación se cumplió hace 2000 años. Jesucristo, incluso antes de que le conociésemos, tomó nuestros pecados sobre Sí mismo al ser bautizado y cargó con la condena de nuestros pecados al morir en la Cruz.

La salvación del pecado está en Jesucristo

Cuando los que no han nacido de nuevo entran en el Tabernáculo no lo hacen por la puerta del atrio, sino que escalan la vaya de manera ilegal. Dicen: «¿Por qué es tan blanco el lino fino de la vaya? Me molesta. Deberían haberlo hecho rojo y azul. Esos colores están más de moda últimamente. Pero esta vaya es demasiado blanca. Resalta demasiado. ¿Y por qué es tan alta? Mide más de 2,25 metros. Yo ni siquiera mido 2 metros, ¿cómo voy a entrar si la vaya es tan alta? Bueno, supongo que puedo entrar si utilizo una escalera».

Estas personas están intentando entrar con sus buenas obras. Intentan escalar la vaya del atrio del Tabernáculo con sus ofrendas, sus obras caritativas y paciencia, y saltan la vaya diciendo: «Seguro que puedo saltar estos 2,25 metros». Así que al entrar en el atrio del Tabernáculo saltando, miran hacia atrás y ven el altar de los holocaustos. Entonces dejan de mirarlo y mirar hacia el Lugar Santo, y lo primero que ven es la fuente delante. La altura de los pilares de la vaya del Tabernáculo medían 2,25 metros, pero la altura de los pilares de la puerta del Lugar Santo donde Dios vive era 4,5 metros. La gente puede entrar al atrio del Tabernáculo si así lo determina. Pero aunque salten la vaya de 2,25 metros y entren en el atrio del Tabernáculo, cuando entren al lugar donde Dios vive, se encontrarán con pilares de 4,5 metros y una entrada al Lugar Santo. La gente puede saltar 2,5 metros si lo desea. Pero no puede saltar los 4,5 metros establecidos por Dios. Ese es su límite. Esto significa que cuando creemos en Jesús por primera vez, podemos creer como si se tratase de una mera religión. Asimismo algunas personas pueden creer en Jesús como su salvador por su propia voluntad y creer que el Salvador es uno de los cuatro grandes sabios. Crea como crea la gente, puede tener fe por su cuenta de la manera que desee, pero no puede nacer de nuevo a través de esa fe. Para nacer de nuevo deben pasar por la puerta de los hilos azul, púrpura y carmesí por su fe. Nosotros nacemos de nuevo ante Dios al creer que Jesús es nuestro Salvador y la puerta de la verdad, y que nos ha salvado a través del agua, la sangre y el Espíritu. La fe que cree en las obras de Jesús manifestadas en los tres hilos es la fe del agua, la sangre y el Espíritu. La gente es libre de creer en otra cosa, pero no hay ninguna prueba de que haya sido salvada y bendecida abundantemente al creer así. Solo con nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos recibir la aprobación de Dios y la gran gracia y la bendición de la salvación de Dios. El objetivo de esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es revestirnos de la gracia de Dios. ¿Consideran que el Tabernáculo es simplemente un patio rectangular con una casa en medio? Esto no les proporcionará ningún beneficio a su fe.

El Tabernáculo nos está hablando de una fe entera y debemos saber cuál es esta fe. Si no conocen el Tabernáculo correctamente pueden pensar que la altura del Tabernáculo corresponde a la altura de su vaya, es decir 2,25 metros. Pero esto no es así. Aunque no entrasen en el atrio, pero mirasen el Tabernáculo desde fuera de la vaya, podrían ver que el Tabernáculo es el doble de alto que la vaya. Aunque no podrían ver la base del Tabernáculo, podrían ver la puerta claramente que les diría que el Tabernáculo es mucho más alto que la vaya del atrio. Los que han recibido la remisión de sus pecados al creer en Jesús correctamente y han entrado a través de la puerta del atrio del Tabernáculo deben confirmar su fe correcta en el altar de los holocaustos y en la fuente, y solo entonces pueden entrar en el Lugar Santo. Para entrar en el Lugar Santo se necesita abnegación sin falta. Los utensilios dentro del Lugar Santo deben distinguirse de los utensilios fuera del Lugar Santo. ¿Saben lo que Satanás odia más? Odia la línea que demarca lo que hay dentro y lo que hay fuera del Lugar Santo. Como Dios obra en los que dividen la parte de dentro y la de fuera del Lugar Santo, Satanás odia la línea divisoria e intenta evitar que la gente establezca esta línea. Pero recuerden lo siguiente: Dios obra claramente a través de los que establecen esta división de la fe. Dios se complace en estas personas que dibujan esta línea divisoria, y les entrega Sus bendiciones para que puedan vivir dentro del Lugar Santo con su fe resplandeciente. Crean que todos los utensilios en el atrio exterior del Tabernáculo y todos los materiales empleados en ellos han sido preparados de antemano por Dios para que la gente pueda recibir la remisión de sus pecados. Cuando entran en el Lugar Santo al creer en esto, Dios les concederá una gracia y bendiciones mayores.

La cubierta de la misericordia es el lugar donde recibimos la gracia de la salvación

En el Lugar Santísimo había dos querubines tendiendo sus alas y mirando hacia la cubierta del Arca del Testimonio. El espacio entre los dos querubines es la cubierta de la misericordia. La cubierta de la misericordia es donde Dios nos concede Su gracia. La cubierta del Arca del Testimonio estaba manchada de sangre, ya que el Sumo Sacerdote derramaba la sangre del sacrificio por el pueblo de Israel siete veces. Así que Dios descendía sobre la cubierta de la misericordia y entregaba Su misericordia al pueblo de Israel. Para los que creen en esto Dios ha dado Sus bendiciones, protección y ayuda. Desde ese momento se convierten en el verdadero pueblo de Dios y pueden entrar en el Lugar Santo. Entre los muchos cristianos de este mundo hay algunos cuya fe les ha permitido entrar en el Lugar Santo, mientras que otros no tienen la fe que les permite entrar en el Lugar Santo. ¿Qué tipo de fe tienen ustedes? Necesitamos la fe que puede establecer una línea divisoria clara de salvación y entrar en el Lugar de Dios, porque solo así podemos estar bendecidos por Dios. Pero no es tan fácil tener este tipo de fe. Como Satanás odia que la gente establezca esta línea divisoria de la salvación, intenta constantemente borrarla. «No tienes que creer de esta forma. No todo el mundo cree así. ¿Por qué pones tanta importancia en esto y lo repites? Tranquilo, haz lo que hace todo el mundo». Satanás intenta borrar la línea de la salvación diciendo estas cosas. Asimismo Satanás revela nuestras debilidades de la carne e intenta convertirlas en problemas. ¿Van a ser esas personas que escuchan las palabras engañosas de Satanás que intenta separarnos de Dios? ¿O van a vivir recordando su salvación diariamente uniéndose con la Iglesia, siguiendo la Palabra de Dios, orando y recibiendo la gracia que Dios les da?

En realidad, a los que han recibido la remisión de los pecados les gusta meditar sobre su salvación tan a menudo como pueden. Les gusta meditar sobre el Evangelio del agua y el Espíritu una y otra vez. Meditar sobre el Evangelio es bueno y esencial para ustedes. ¿No son así ustedes? «¡Vaya! ¿Es esa historia otra vez sobre tener que ser salvados? El material de la historia y el argumento pueden ser diferentes, pero es la misma historia de siempre. Estoy harto». ¿Hay alguien que diga esto? Sería muy triste que contase la misma historia sobre mí mismo una y otra vez, pero cuando la Biblia nos dice que meditemos acerca de nuestra salvación todos los días, ¿qué quieren que haga? Cuando el Antiguo y el Nuevo Testamento nos hablan del Evangelio del agua y el Espíritu, lo que es malvado ante Dios es predicar otra cosa. Toda la Palabra de la Biblia habla del Evangelio del agua y el Espíritu. «La salvación, la vida de fe, la fe, las salvaciones, la vida eterna, la esperanza y el Espíritu Santo». Todos estos son los conceptos claves de los santos que están relacionados con este verdadero Evangelio. Hablar sobre otra cosa es una herejía y una falsa enseñanza. Lo que parece similar pero es diferente básicamente es una enseñanza falsa. Los evangelios que parecen similares por fuera pero son diferentes por dentro del Evangelio del agua y Espíritu son pseudo evangelios y religiones falsas. ¿Qué maravilloso es que la Iglesia de Dios predique la Palabra de Dios todos los días y no las palabras engañosas de las religiones falsas? Es una bendición el que hayamos sido unidos a la Iglesia de Dios, escuchar y creer en la Palabra de Dios. Al predicar siempre el Evangelio del agua y el Espíritu, la Iglesia de Dios permite que los santos piensen en la gracia de Dios todos los días, que le oren, le honren y vivan sin seguir el mal. ¿Acaso no están contentos de haber oído una vez más la Palabra de la verdad que les permite recibir la remisión de los pecados? Yo también estoy muy contento. Si se me obligase a predicar otra cosa que no fuese este Evangelio del agua y el Espíritu, sufriría mucho. Si se me obligase a dejar de predicar la Palabra de salvación y tuviese que predicar otras enseñanzas del hombre, querría escapar. Por supuesto no es porque no tenga otras cosas de las que hablar. Hay otros muchos asuntos humanísticos que podría tratar, pero son todos innecesarios y enseñanzas que ponen levadura y corrompen a los que hemos nacido de nuevo. Solo este Evangelio del agua y el Espíritu, a través del cual Jesús, Dios mismo, nos ha salvado, es la valiosa Palabra de Dios que es dulce cuando la masticamos una y otra vez. Hay muchas otras historias que les podría contar, pero me gusta más que nada hablar del Evangelio del agua y el Espíritu que nos salva. Es mi orgullo. Estoy más contento cuando estoy hablando de esta salvación, ya que así es cuando puedo recordar las cosas y acordarme de cómo me ha salvado el Señor, darle gracias una vez más y alimentarme del pan de la salvación. Estoy seguro de que ustedes también disfrutan más cuando escuchan esta Palabra de salvación. Quizás se quejen de que es la misma historia todos los días, pero dentro piensan: «Ahora que la escucho de nuevo, es mejor. Al principio no era tan buena, pero ahora que la escucho otra vez puedo ver que no hay ninguna otra historia que valga la pena escuchar tanto como esta.

Pensaba que la historia de hoy sería especial, pero la conclusión me dice que es la misma historia. Pero aúna sí estoy contento». Estoy seguro de que eso es lo que sienten en sus corazones. Hermanos y hermanas, lo que estoy predicando aquí es la Palabra de Jesús. Los predicadores deben predicar la Palabra de Jesús. Predicar lo que Jesús ha hecho a través de la Palabra escrita del agua y el Espíritu es lo que la Iglesia de Dios debe hacer. Ahora estamos viviendo con fe en la Iglesia. Nuestras vidas de fe consisten en entrar en el Lugar Santo, bajo la luz de la lámpara de siete ramas hecha un talento de oro golpeado, comiendo pan en la casa de oro puro, orando en el altar de incienso, yendo al Templo de Dios, adorándole y viviendo en esta casa de oro. Nosotros estamos viviendo esta vida de fe que Dios nos ha dado. La vida dentro de esta Casa de Dios de oro consiste en recibir la remisión de los pecados y de vivir con la fe correcta.

«Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día» (2 Corintios 4, 16). Con nuestra fe en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino entrelazado manifestados en el Tabernáculo, nuestras almas están viviendo en la Casa de Dios de oro resplandeciente. Doy gracias a Dios para siempre por habernos salvado de nuestros pecados y de la condena. ¡Aleluya!

 

 

Autor:

Manuel de Jesus Gutierrez Miranda

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente