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Guerra de Vietnam (página 2)

Enviado por andrea saenz


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El presidente Diem murió en 1963 en un golpe de estado, patrocinado por la administración estadounidense de John Fitzgerald Kennedy a quien no le convenía apoyar a un general católico dentro de un país con otra mayoría religiosa; escenas como la que dio la vuelta al mundo de un monje budista sentado en una calle y cubierto por las llamas por el ritual bonzo, para protestar contra la guerra, marcaba las diferencias religiosas entre los dirigentes y su pueblo. Diem, a pesar de su mano dura era el único jefe de estado capaz de controlar la agresión de las guerrillas. Diem fue sustituido por el débil y falto de voluntad Nguyen Van Thieu.

Los combates por parte de los guerrilleros del Vietcong comenzaron pronto ayudados por los comunistas del norte en forma de envíos de munición, armas, víveres y otros enseres por ruta marítima. También se realizaron algunos envíos por tierra en lo que después fue la famosa Ruta Ho Chi Minh; pero inicialmente los hombres del sur llevaron la iniciativa ayudados desde el mar.

Por su parte el ARVN, el Ejército de Vietnam del Sur, resultaba muy ineficaz luchando en su propio país. El armamento poco adecuado, los escasos pilotos de helicópteros nativos y especialmente la gran corrupción e ineptitud de sus mandos (la mayoría colocados por compromisos políticos entre familias con una escasa cualificación militar y aún más escaso valor) hacían que los soldados del sur se arriesgasen lo imprescindible; incluso viendo luchar a sus compañeros a escasas decenas de metros, no tuvieran confianza en sus mandos y no siguieran las mínimas obligaciones de un soldado. Como ejemplo valga el testimonio de un estadounidense que se asombraba al verlos hacer guardia con una radio a todo volumen.

A pesar de los puntos a favor de los insurgentes, las victorias y la dominación masiva de territorio se dieron cuando llegaron los hombres del norte (como se les ha llamado algunas veces a los soldados del EVN) porque pese a lo que pueda parecer, no todos los vietnamitas del sur veían con buenos ojos a los comunistas. Tampoco el Vietcong confiaba mucho en sus aliados, y éstos no terminaban de vencer su resistencia a obedecer las órdenes dadas desde Hanói.

Por estas razones el régimen del Sur no se desmoronó; pero cada vez cedía más territorio. En 1965, año de la intervención directa de Estados Unidos, aproximadamente el 60 % del país estaba en poder del Vietcong y no había expectativas de un cambio en la tendencia porque la iniciativa en los combates la llevaban los guerrilleros y los soldados del Norte.

A lo largo de la década de los 60 los asesores estadounidenses habían sido atacados en varias ocasiones e incluso existen rumores de que participaron en operaciones de búsqueda y destrucción junto a los vietnamitas o de forma individual; pero fue en agosto de 1964 cuando dos destructores que navegaban en el Golfo de Tonkín informaron haber sido atacados dos veces por lanchas vietnamitas, en la segunda ocasión llegaron a decir que les fueron lanzados decenas de torpedos. Este hecho fue desmentido más tarde. El presidente Lyndon B. Johnson decidió actuar con todo el poder de que disponía.

Después del incidente el propio presidente Johnson comentó que los tripulantes de los buques habían confundido a los vietnamitas con una bandada de peces voladores y actualmente es difícil, por no decir imposible, encontrar expertos que no consideren lo de Tonkín un error provocado por las condiciones meteorológicas; pero resultó la excusa definitiva de Johnson para solicitar al Congreso aprobar la Resolución del Golfo de Tonkín. Esta resolución conferiría plenos poderes para que los asesores presentes en Vietnam realizaran operaciones fuera del recinto de sus bases, además de poder incrementar la presencia militar en ese país. A estos factores debe añadirse el de ser campaña electoral en Estados Unidos y necesitar Johnson mostrar una imagen de fuerza ante el comunismo que le permitiese ganar votos, incluso su rival tuvo que apoyar la petición.

El Congreso aprobó la Resolución solicitada por el Presidente unos días después de los mencionados ataques. Entonces el gobierno de los Estados Unidos tenía lo que se calificó como el camisón de la abuela, donde debajo cabe todo. A principios de marzo de 1965 desembarcaron en la base de Da Nang los 3.500 marines que se unirían a los 22.500 asesores que ya servían en Vietnam.

Pese a lo que pudiera parecer por la marcha que tomaron posteriormente los acontecimientos, el primer contingente de marines fue muy bien recibido por los habitantes de Da Nang, con guirnaldas de flores y bailes. Al mismo tiempo, en Estados Unidos, el apoyo popular rondaba el 60% de la población; pese a que las protestas en contra y las denuncias al descaradamente clasista sistema de reclutamiento comenzaron muy pronto.

Tampoco debe pensarse que Estados Unidos entró en guerra contra ninguna nación desde el punto de vista del Derecho Internacional. No hubo declaración de guerra ni tampoco una invasión de Vietnam del Sur que este país no hubiera solicitado. Estos motivos hacen que siempre deba escribirse guerra de Vietnam con minúsculas; pues nunca fue reconocida como tal. Este punto hacía imposible imponer una censura de prensa como en cualquier otra contienda hasta la fecha. Por estas características particulares los periodistas pudieron lanzarse a la caza de historias, cosa que resultó más difícil en otros conflictos posteriores, caso de las dos guerras del Golfo Pérsico.

Aunque en ocasiones quizá dependieran demasiado de los helicópteros, resultó un arma formidable, como quedó perfectamente demostrado en el valle de Ia Drang donde estas máquinas realizaron una fundamental misión para transportar a los hombres al centro de la batalla, aprovisionarlos y extraer a los heridos. Más aún lo fue en la Operación Starlight que fue la primera prueba de fuego para los marines. A principios de 1965 los estadounidenses pusieron en marcha la Starlight y lograron sorprender primero y arrinconar después al Vietcong en la península de Noh Nang. Una vez allí pudieron destruir a los guerrilleros con todo el armamento a su alcance: armas portátiles, artillería, aviación y artillería naval de los cruceros fondeados en el golfo de Tonkín. La victoria estadounidense resultó contundente.

El éxito de la Operación Starlight y en Ia Drang, unido a lo aprendido en Corea en evacuaciones sanitarias (también sobre las mismas selvas de Vietnam cuando sólo eran asesores) fueron la prueba de fuego para este nuevo medio de transporte y también de guerra, en palabras del propio general William Westmoreland. No sólo para salvar heridos, sino para llevar todo lo necesario a cualquier sitio por difícil que fuera e incluso atacar a tierra con ametralladoras y poco después con cohetes.

Victorias como las anteriores animaron a los estadounidenses a seguir las mismas tácticas. Éstas serían:

Uso del helicóptero para disponer de movilidad necesaria en un país montañoso y selvático y también como plataforma de ataque. Así surgió el primer helicóptero artillado, el AH-1H más conocido como Cobra y el UH-1H o Huey (sólo con verlo la mayoría de las personas lo asocian a Vietnam, ambos aún en servicio a principios del siglo XXI)

Gran despliegue de artillería, incluso helitransportada si fuera preciso.

Buscar al enemigo en campo abierto y obligarlo a practicar una lucha «convencional».

Empleo de infantería y caballería ligera, preparadas para andar sobre terreno poco apto. Así, los vehículos pesados como el tanque Sheridan fueron fácil blanco para las armas anticarro portátiles.

De esta forma pronto estuvieron disponibles batallones de caballería aérea y gran cantidad de helicópteros. Pero el Vietcong tomó buena nota de estas tácticas para no repetir el error dos veces.

No obstante, autores como los redactores de Nam, crónica de la guerra de Vietnam opinan que los vietnamitas aprendieron mucho más de su oponente de aquellos reveses. La gran capacidad del Vietcong y del general Giap para adaptarse y aprender de sus errores les hizo rectificar su modo de lucha, abandonando la idea de medirse con los estadounidenses como un ejército y pasar a una contienda prolongada y sangrienta, en forma de guerra de guerrillas. Los vietnamitas siguieron las siguientes pautas:

Usar el combate en campo abierto o en terreno fácilmente abarcable.

Luchar siempre lo más cerca posible de su enemigo para evitar el fuego de su artillería.

No permanecer demasiado tiempo en la misma posición y abandonarla en cuanto sus adversarios ofrecieran excesiva resistencia. Incluso llegaban a lanzar tres granadas de mortero y marcharse antes de ver donde caían.

Continuar la construcción de túneles tanto en las llanuras como en colinas para ofrecer un refugio relativamente seguro al Vietcong y al EVN para descansar, recibir algunos cuidados médicos y «evaporarse» delante del enemigo.

Compartir todas las mismas condiciones de vida y hacerlos sentirse partes de una lucha común. Así los oficiales solían vivir en los mismos agujeros que sus soldados, los miembros del politburó de Hanói solían adentrarse en la Ruta Ho Chi Minh para animar a los zapadores y a las Brigadas de Choque de las Juventudes especiales. Sin duda este fue un gran logro como testifica el diario de la vietnamita.

Así, la guerra de Vietnam se convirtió en una serie de larguísimos momentos de inactividad o de marcha interrumpidos por algunos instantes de lucha sangrienta. Lo cual destrozaba los nervios de los soldados y los enfurecía enormemente. El resultado era que la emboscada se convirtió en una obsesión y el evitar caer en una resultaba ser una de las primeras prioridades de los hombres, antes que las órdenes o la obediencia a sus oficiales. Este tedio en la selva y al mismo tiempo la tensión ante un posible ataque destrozó muchos nervios y más de la mitad de los soldados estadounidenses terminaban drogadictos. Esta fue otra causa que les costaría la derrota.

Si dura resultaba la táctica para los soldados no lo era mucho menos para el alto mando. El deseo de conseguir una batalla campal llegó a ser la particular obsesión para el Pentágono, que organizaba operaciones con el fin de localizar el Cuartel General del Vietcong, en su mente seguía fija la idea de que los guerrilleros defenderían aquella valiosa posesión con ahínco y, por tanto, tendrían una oportunidad para destruirlos. Pero por más operaciones que llevaron a cabo el CGVC nunca apareció (suponiendo que el CGVC no fuera en realidad una oficina en Hanói).

No obstante, el primer año de la guerra, Estados Unidos venció en la práctica en la totalidad de las batallas donde luchó. Esto les hizo pensar en una victoria rápida; pero de la que podían obtener experiencia en combate para sus oficiales por lo que decidieron enviar allí a todos los posibles. Este resultó ser otro de los errores que les llevó a la derrota. Los oficiales rotaban cada 6 meses en lugar de cada 12, cuando las estadísticas informaban de que un militar comenzaba a desenvolverse bien a los tres meses y alcanzaba su óptimo operativo a los 10. Esto hacía que las unidades se sintiesen permanentemente mandadas por novatos ineptos, lo que les hacía candidatos a las temidas emboscadas, en cuyo caso los soldados no dudaban en acabar con sus jefes y con cualquier recluta no demasiado hábil. El cálculo de casi 800 oficiales muertos a manos de sus propios hombres se considera muy optimista.

Para los vietnamitas del norte y los Vietcong la presencia estadounidense sólo era otro enemigo imperialista más al que podían vencer, como habían hecho ya dos veces antes, y conseguir no sólo la reunificación del país, sino la unidad de toda la península Indochina. Fue este espíritu nacionalista en un país del Tercer Mundo, según autores como María Teresa Largo Alonso, algo que las estadounidenses no llegaron a entender y a la larga otro motivo de su derrota, la frase tantas veces pronunciada por sus líderes "lucharemos durante mil años".

El ejército de Vietnam del Norte

La guerra de Vietnam se ha comparado y probablemente se seguirá comparando con cualquier otra contienda donde los Estados Unidos no ganen con la claridad que se espera de su armamento, Somalia o Irak. Sin embargo la de Vietnam cuenta con dos diferencias que no se han vuelto a repetir desde entonces:

Los estadounidenses y otras fuerzas de la coalición luchaban contra un ejército regular que estaba invadiendo el país, además de contra los guerrilleros. El EVN utilizaba principalmente tácticas guerrilleras y el entrenamiento estaba destinado principalmente a crear lo que se puede llamar fuerzas de irregulares. Pero era un ejército regular en cuanto a reclutamiento, organización, armamento, etc. Además Vietnam del Norte no contaba con vecinos enemigos que debiera vigilar con unidades, por lo que podía destinar prácticamente todos sus recursos a infiltraciones en el Sur.

El ejército y el país que lo mandaba contaban con la ayuda de una superpotencia, como era la Unión Soviética, que le facilitó la adquisición del más moderno armamento y entrenamiento. Ciertamente la cantidad no era parecida a la entregada por Estados Unidos a su aliado, pero sí era una ayuda que no puede compararse con las otras fuerzas que se han enfrentado a Estados Unidos posteriormente. Esta afirmación no quiere decir que sin la ayuda soviética el Norte no hubiese conseguido la victoria, pero sí la aceleró notablemente. Alrededor de 11.000 efectivos soviéticos combatieron en Vietnam, la mayoría de ellos pilotos, técnicos y especialistas en defensa antiaérea.

Puesto que la flota de Estados Unidos hacía imposible el abastecimiento por mar, Vietnam del Norte decidió reforzar, ampliar y utilizar profusamente la ruta que abrió en 1959.

Esta ruta fue bautizada con el nombre del primer presidente del Vietnam moderno, Ho Chi Minh y distaba mucho de ser una carretera, o incluso un camino. Discurría por Laos y Camboya y en su mayor parte era una colección de sendas y veredas utilizadas para transportar todo tipo de provisiones y soldados.

Pese a que se ha sobrevalorado su importancia esta ruta fue una pieza clave en la victoria del Norte sobre el Sur. Especialmente porque nunca pudo ser cortada ni detenida. Se utilizaron todo tipos de técnicas desde los bombardeos masivos hasta el sembrado de sensores inteligentes que el caminar de personas o incluso el sudor; pero por la acción de los animales, la selva, los innumerables caminos y la perseverancia de los vietnamitas todos resultaron inútiles. Así una vietnamita relataba en su diario su agotamiento y el dolor que le producía en la espalda la carga que llevaba; pero también el deseo para seguir adelante y no ser dejada atrás por sus compañeros, pese a todas las privaciones.

Con el tiempo la Ruta fue sembrándose de zonas para descansar y reponerse, además de cultivar alimentos para aliviar la presión sobre las mercancías transportadas. Estos centros fueron objetivos de bombardeos, de ataques por parte de mercenarios contratados por la CIA e incluso de incursiones en Camboya (ver más adelante) y Laos (ver más adelante). Pero, como en el caso de los bombardeos, volvieron a resultar inútiles y la Ho Chi Minh fue una de las piezas claves para poder lanzar la Ofensiva del Tet, después la Ofensiva de Pascua y por último la Ofensiva de Primavera, que terminó con Vietnam del Sur.

Así mismo, fue la Ruta y los puestos levantados en ella la que abrió las puertas a que Vietnam del Norte movilizara su ejército cuando el gobierno pro occidental de Laos cayó y convirtiera a ese país en un protectorado de facto.

La moral de los vietnamitas

Aquellos hombres y mujeres menudos y, generalmente, delgados han sorprendido desde entonces a todo el mundo por su tenacidad y voluntad de vencer a cuantos enemigos se le hayan opuesto. Esta motivación, en ocasiones, era confundida por los estadounidenses con fanatismo o ejemplos del desprecio de los líderes comunistas y dictatoriales hacia su pueblo. Aunque es cierto que ambos Vietnam eran dictaduras y que fueron muy comunes los casos de ejecuciones sumarias por parte de los oficiales del EVN, los vietnamitas tenían un gran deseo de vencer y una fe de hierro en sus sacrificios. Como ejemplo puede servir el testimonio dado por Duong Thi Xuan Quy al cruzar la Autopista 9 al final de la Ruta Ho Chi Minh:

Mi piel se está despellejando y estoy extenuada… Llegué cojeando y eran las seis en punto cuando crucé la Autopista 9. La carretera no era ancha, pero tuvimos que aligerar el paso para no llamar la atención de los aviones enemigos. Apareció de repente ante mí, una curva difuminada por el sol de verano y sembrada de guijarros. No obstante parecía lo suficientemente intacta. Así crucé la Autopista 9, una vía cuyo recuerdo se perpetuará en la historia de nuestro heroico pueblo.

Desde que empezaron los bombardeos de la "Operación Rolling Thunder", todo el Norte, excepto Hanói y Haiphong, habían sufrido ataques aéreos de todo tipo: napalm, fósforo blanco, minas anti persona, alto explosivo, defoliantes. Cada puente, cada encrucijada, cada estación de ferrocarril, cada fábrica habían sido atacados, reconstruidos, camuflados, atacados nuevamente, trasladados y reconstruidos nuevamente.

El Sur recupera terreno

El jefe de las fuerzas estadounidenses en Vietnam, el general William Westmoreland, solicitó y consiguió los medios para realizar las acciones que pensaba le llevarían a la victoria.

Otras participaciones extranjeras:

La jungla es un escenario hostil, es por ello que la disposición de tropas experimentadas resultaba muy útil. En la imagen, efectivos de Marines de la Compañía H, 2º Batallón del 4º Regimiento, avanzando durante la operación "Hastings" en Dong Ha, julio de 1966.

El presidente Johnson desde un principio trató de atraer a tantos países como pudo para dar una idea de que el "Mundo Libre" estaba luchando contra el comunismo. Muchos países enviaron ayuda, principalmente en forma de suministros médicos que es una de las ayudas mejor vista por la población del país emisor y receptor; pero sólo siete países mandaron soldados a la Península como respuesta del citado "Mundo Libre", pese a que el adjetivo "Libre" es más un eufemismo que una realidad.

La más contundente fue la dictadura coreana. Seúl decidió apoyar a su aliado estadounidense, que les salvó de la invasión comunista la década anterior, con un envío de fuerzas para misiones de segunda línea, al menos en teoría porque pronto comenzaron a realizar acciones de combate.

Inicialmente eran 200 hombres en febrero de 1965, es decir, antes de la entrada masiva de las tropas de Estados Unidos; pero su número fue aumentando hasta situarse en 47.829 soldados en 1967, con una preparación y entrenamiento envidiable. Sus tácticas eran estadounidenses, sus entrenadores de la península coreana, pero sus métodos eran propios y en muchas ocasiones brutales.

La zona asignada era la costa este del país, entre las ciudades de Cam Ranh y Qui Nhon y la patrullaban con gran fanatismo, después de todo ellos conocían de primera mano las acciones de los regímenes comunistas. En 1967 una compañía sudcoreana fue atacada por una formación del EVN muy superior en número. La batalla terminó en un baño de sangre con 243 bajas para los vietnamitas y una humillante retirada.

Los coreanos estuvieron en Vietnam del Sur hasta marzo de 1973 con la misión de mantener abiertos los puertos y vías de comunicación; además de enfrentarse a los Vietcong.

Por su parte Australia envió una fuerza aún mayor. Los primeros australianos en Indochina llegaron en 1962 como asesores; pero en 1965 el gobierno de Camberra aumentó el contingente a 1.400. Este aporte resultaba de gran importancia para Estados Unidos y su intento de unir a todo el Mundo Libre en contra del comunismo, tanto es así que aquel destacamento fue recibido por el propio general Westmoreland. Además los australianos ya tenían experiencia en la lucha en la jungla. Habían combatido contra los comunistas en Malasia junto a los británicos.

Las tropas de Novísimo Continente siguieron ascendiendo en número hasta llegar a los 7.672 soldados y oficiales en 1967 que realizaron principalmente misiones de búsqueda y destrucción a pequeña escala por todo Vietnam, pero principalmente en la provincia de Phuoc Tuy.

En diciembre de 1972 se retiró el último soldado australiano dejando un balance de 46.852 participantes, 492 muertos, 2.398 heridos y 500 millones de dólares.

Con todo, el contingente más numeroso lo envió Tailandia con un total de 11.568 soldados. Además permitió a Estados Unidos emplear su territorio para operar los B52, los cazas y aviones de reconocimiento y el Centro de Vigilancia de la Infiltración. El temor a que Vietnam quisiera adueñarse de toda la península de Indochina y extender el comunismo contribuyó mucho para enviar una participación tan numerosa.

Filipinas por su parte aportó 2.000 soldados, quizá para conseguir permisividad por el régimen dictatorial que implantaba el presidente Marcos en el archipiélago. También Taiwán compartía el temor a la invasión comunista con Tailandia y Corea del Sur, pero sólo destinó 31 soldados y la España del anticomunista Francisco Franco mandó 13 médicos militares de los que dos resultarían heridos repeliendo el ataque sufrido durante la Ofensiva del Tet.

Las acciones vietnamitas

Por su parte vietnamita el EVN y sobre todo el Vietcong tenían muy claro que su táctica de atacar y causar todo el daño posible volvería a ser la correcta. Nuevamente se hacía cierta la metáfora:

Será una pelea entre un elefante y un tigre. Si el tigre se queda quieto el elefante lo aplastará sin remedio; pero el tigre nunca se quedará quieto. Saltará sobre el lomo del elefante arrancándolo grandes trozos de carne para esconderse después en la jungla. Así el elefante morirá desangrado. Esta frase encierra la esencia cruel y a veces atroz de aquella guerra, como suelen ser todas las guerras de guerrillas, un miembro del Vietcong lo explicó claramente:

Nuestros camaradas no sentían pena. Sabían que tenían que matar tantos estadounidenses como fuera posible. Se nos había dicho que masacráramos tantos soldados imperialistas como pudiésemos ya que, si ascendía el número de estadounidenses muertos, el pueblo estadounidense – al que no gustaba esta guerra- derrocaría a su gobierno.

Así mismo la frase anterior contiene otras de las bazas que supo jugar extraordinariamente el pueblo vietnamita: la utilización del terreno en su propio beneficio. En la jungla podían ocultarse sin ser vistos ni tan siquiera por visores luz de estrella o de infrarrojos, podía crear refugios más o menos seguros y podían esconderse tras una emboscada o para huir de una acción de búsqueda y destrucción. Los vietnamitas sabían utilizar la hostil selva en su beneficio, algo que los estadounidenses no llegaron a comprender del todo, como demuestra el deseo de terminar con la vegetación con defoliantes o convertir en terreno en un cenagal baldío a base de bombas.

1968 el año en que la guerra cambió de rumbo

Hasta el año 1968 existía una cierta autocomplacencia en los mandos militares estadounidenses por la marcha de la contienda. Pese a las bajas y las manifestaciones en contra de la misma, las victorias obtenidas y el terreno recuperado hacían pensar que se estaba en el buen camino, existían informes de inteligencia que anunciaban una gran ofensiva comunista, pero dichos informes no eran lo suficientemente claros o fiables, ya el año anterior se había lanzado una gran operación, la Cedar Falls, a raíz de otra también gran operación de inteligencia, la Operación Rendezvous, pero no consiguió más contactos con el Vietcong de los habituales. Por estos motivos fue una sorpresa para prácticamente todos los militares, políticos y analistas, 1968 dio al traste con todas las expectativas estadounidenses y demostró la tenacidad y perseverancia del pueblo vietnamita.

En el mes de enero de 1968 comenzó para los estadounidenses con un fuerte bombardeo en la base de Khe Sanh que, sitiada por dos divisiones del EVN más otros efectivos del Vietcong, amenazaba con convertirse en un descalabro para los victoriosos ánimos estadounidenses. El Alto Mando realizó un esfuerzo enorme por mantener esa posesión en su poder. Estados Unidos no dejó de enviar aviones con suministros, cuando los aterrizajes fueron imposibles desarrollaron la salida de la carga con paracaídas, socorrieron a los sitiados por medio de la Operación Pegasus, tomaron las colinas que rodeaban las instalaciones… y un largo etc. para retener la posición. Parecía que aquella lucha sería una de las pocas de gran envergadura que las mermadas fuerzas guerrilleras podía emprender tras casi tres años de lucha.

Durante ese sitio los marines tomaron la cota 811 e izaron en ella la bandera de las barras y estrellas. Esto se lo recriminó el mando, pues era territorio de Vietnam del Sur, pero alegaron que la única sangre derramada allí era la estadounidense y así dieron título a esta parte de la contienda, aún optimista.

La Ofensiva del Tet

A finales de enero de ese año, cuando se celebra el año nuevo vietnamita (la festividad del Tet) 38 de las 52 capitales de Vietnam del Sur fueron atacadas y muchas prácticamente tomadas. La antigua capital del Imperio Vietnamita, Hué, cayó en poder de los rebeldes y tardó varios días en ser recuperada, Saigón estuvo en estado de sitio y la propia embajada de Estados Unidos fue allanada por un comando suicida que casi llega al interior del edificio.

La sorpresa fue total para los estadounidenses y el ARVN. Aquí encontramos otra clave sobre la derrota de Estados Unidos en esta guerra: la inteligencia militar no era capaz de ofrecer información clara y concreta de lo que estaba pasando y lo que se avecinaba. Pese a las toneladas de documentos incautados al enemigo en las operaciones, el empleo masivo de fotografía aérea y, al final del conflicto, de satélites espía, a la dispersión de miles de sensores por la selva y al empleo de los muy sofisticados, para la época, ordenadores de tercera generación; la Agencia de Seguridad Nacional no era consciente de los preparativos para la Ofensiva, ni la magnitud de los complejos de túneles que tanto ayudaron a ella, ni la existencia o no de un cuartel general del EVN en territorio sud vietnamita… Así se llegaba en muchas ocasiones a situaciones donde los oficiales de inteligencia marcaban como blancos importantes lugares que no sabían realmente si lo eran o no; pero que en caso de serlo les haría subir puntos. Naturalmente esos lugares debían ser inspeccionados por la infantería, que se jugaba la vida por ellos en lugar de la inteligencia que debía trabajar para evitarles esos riesgos.

Sin embargo la Ofensiva del Tet también guardaba una pequeña sorpresa para el mando norvietnamita; los soldados del sur resistieron el ataque con pocas deserciones y así ganaron varias luchas encarnizadas. El poder aéreo barrió casi por completo a los guerrilleros del Vietcong (unos 40.000 muertos según los estadounidenses) y pocos días después todo el territorio ganado por los guerrilleros era recuperado, habiendo perdido el EVN buena parte de los efectivos que tan penosamente consiguió llevar al sur. La Ofensiva del Tet volvía a ser un fracaso como lo fue 14 años antes.

Mucho se ha discutido si el resultado era o no el deseado por Giap y los jerarcas de Hanói; pero las opiniones son casi unánimes sobre los efectos acarreados en Estados Unidos.

El derrumbe de la moral

Paradójicamente una victoria como esta hizo ver a los estadounidenses de a pie que los rebeldes no sólo podían dar un buen susto a sus soldados; sino que podían atacar cualquier lugar de Vietnam del Sur, podían entrar en su embajada y violar su territorio. ¿Habían resultado inútiles tantos bombardeos, tres años de lucha con abundantes bajas, la riada de millones enviados y la multitud de manifestaciones y contra manifestaciones? Así se produjo lo que algunos autores han denominado «El colapso de la moral». Tantos mensajes de victoria eran poco menos que un engaño.

La Vietnamización

Pese a que este término y esta idea ya fueron planteados por el presidente John Kennedy a principios de los años 60 del siglo XX no fue hasta la victoria de Nixon cuando comenzó a llevarse a la práctica.

Llevada a la práctica por el famoso analista Henry Kissinger la vietnamización perseguía fortalecer y preparar al ARNV para defender el territorio del Sur que mantenía bajo su control (aproximadamente el 94%). Al mismo tiempo debía crear un contexto para desahogar al régimen del presidente Thieu del acoso constante al que le sometían los comunistas del Vietcong y de Vietnam del Norte; de esta manera le ofrecería una posición más fuerte en las negociaciones que debían entablarse para encontrar una salida, ya en febrero de 1969 Kissinger se reunía secretamente en París con dirigentes comunistas para estudiar posibles condiciones de paz.

Nixon dice cambiar el rumbo

Nixon realizó la vietnamización del conflicto pero fue implacable con los bombardeos y la extensión de la guerra. Imagen de un acto de la campaña presidencial de 1968.

Se discute si tras la Ofensiva del Tet en 1968 el Presidente decidió el progresivo desvincula miento del conflicto o si esta decisión fue unos meses después, tras la Batalla de la Colina de la Hamburguesa. Lo que indudablemente sí sucedió fue la percepción del presidente Johnson de no contar ya con la mayoría de la ciudadanía.

Pese a todos los envíos de tropas continuaron y en 1969 se aumentó el número de estadounidenses a más de 500.000; pero para entonces el Presidente ya sabía que aquella guerra le había costado la reelección y no se presentó a las legislativas.

Johnson dejó la Casa Blanca en enero de 1969 y Richard Nixon fue elegido nuevo presidente. Los ejes sobre los que basaría su política sobre Vietnam serían:

*Retirada progresiva de tropas.

*Mantener el apoyo financiero al gobierno de Vietnam del Sur.

*Conseguir una paz con honor llevando a Vietnam del Norte y al Vietcong a la mesa de negociaciones a base de bombas, si fuese preciso.

*No extender los bombardeos y las acciones bélicas a ningún otro país.

Nixon se mostró implacable con los bombardeos para obligar a Hanói a sentarse a la mesa. Se negociaron todos los detalles para que pareciera una paz honrosa: llegó a suspenderse momentáneamente los preparativos de la conferencia para encontrar una forma de entrar las cuatro delegaciones a la vez (en diplomacia el orden de entrada marca a los vencidos y a los vencedores), incluso se paró todo hasta decidir si la mesa sería redonda o cuadrada, mientras continuaban los combates y las muertes.

Tras la retirada del Norte de las negociaciones se reanudaron los ataques aéreos para obligarlos a reincorporarse. Cuando lo hicieron se pretendió presentar esto como un victoria; pero lo cierto es que Hanói no cambió sustancialmente sus exigencias que obligaban, entre otras cosas, al Sur a no poder reconquistar territorio.

La guerra se extiende

Los dos neutrales vecinos de Vietnam del Sur, Laos y Camboya, estaban siendo incapaces de contener la agresión de sus guerrilleros comunistas y tampoco lograban cortar la Ruta Ho Chi Minh que había sido muy importante en la preparación de las principales ofensivas.

Si Estados Unidos pretendía que su aliado pudiera sobrevivir a una guerra con el Norte debía cortar esas vías de infiltración y, de paso, terminar con el Cuartel del Ejército Norvietnamita, viejo espejismo que pensaban encontrarían en Camboya y finalmente podrían librar y ganar una batalla convencional.

A principios de 1969 el recién elegido Richard Nixon comenzó una campaña de bombardeos secretos sobre Laos y Camboya. Los pilotos debían despegar, ir a una posición determinada y esperar órdenes. Una vez en la posición los controladores les daban las coordenadas que debían atacar. A la vuelta los mismos controladores deberían destruir todo documento sobre estas incursiones en territorio neutral. Pese a todas las precauciones en menos de un mes el New York Times ya publicaba noticias sobre estos documentos (filtradas por miembros de la Fuerza Aérea disconformes con estas operaciones). Según la edición de 1986 del Libro Guinness de los récords Laos fue el país más bombardeado del planeta con varios megatones de bombas convencionales.

Estos bombardeos perseguían un objetivo táctico, cortar la Ruta Ho Chi Minh, y otro más estratégico, demostrar a Vietnam del Norte que la nueva presidencia estaba dispuesta a todo con tal de terminar con aquella guerra, incluso la opción nuclear. Pero los vietnamitas del norte no se amedrantaron por eso y continuaron con su flujo hacia el sur.

La Ofensiva de Pascua: el ARVN resiste

A las dos de la mañana del 30 de marzo de 1972, la artillería y los misiles del EVN atacaron las posiciones del ARVN en la Zona Desmilitarizada con una potencia tal que recordaba los peores momentos en Khe Sanh.

12.000 proyectiles, 4.000 hombres y 200 blindados se lanzaron contra las posiciones sur vietnamitas con el fin de arrollarlas, cercar Quang Tri y volver a ocupar Hué, como ya consiguieron en 1968. Pero no era la Ofensiva del Tet, a esta se le llamaría la Ofensiva de Pascua.

Poco después, desde Camboya, otra incursión avanza por la región del Anzuelo y el Pico de Loro, cercan las ciudades de An Loc y Tay Ninh camino de Saigón. Una tercera oleada sale del sur de Camboya para infiltrarse en el Delta del Mecong.

Con todo, esto sólo resultó un señuelo para distraer la atención del ataque principal que se lanzó días después en el centro del país sobre la ciudad de Kontum.

El fracaso de la vietnamización

Ciertamente el programa de vietnamización había logrado éxitos. Entre ellos podemos citar:

Infringir un duro golpe a la infraestructura del Vietcong y el EVN en la vecina Camboya.

Apoderarse de abundante munición, provisiones y suministros destinados al Sur.

Armar al régimen de Thieu con abundantes provisiones de munición y equipo (esta misma opción la tomaron los soviéticos antes de su retirada en Afganistán ).

Reducir los cuadros de mando de los comunistas por las acciones terroristas del Programa Phoenix.

Resistir el gran ataque que supuso la Ofensiva de Pascua

Sin embargo los vietnamitas habían logrado por su parte:

Aumentar el territorio bajo su poder.

Causar una serie derrota al ARNV en Laos.

Conservar su capacidad de acción y sus líneas de abastecimiento.

Mantener la moral de combate de sus tropas, dañada por los bombardeos y la eliminación de sus miembros.

Los logros obtenidos por los vietnamitas comunistas coinciden casi totalmente con lo que la Administración Nixon pretendía evitar; por este motivo el resultado final de la vietnamización se puede calificar de fracaso. Esta opinión parece confirmarla las órdenes que daría Nixon de bombardear masivamente a Vietnam del Norte y minar tanto los puertos como los estuarios, acciones todas ellas casi a la desesperada para conseguir un acuerdo de paz.

Problemas económicos

Pese a la generosa carga del arsenal que habían dejado los estadounidenses la salida de la guerra redujo por dos veces las ayudas económicas al régimen de Saigón (primero por Nixon y después por el Congreso) hasta dejarlas en 700 millones de dólares anuales.

Este recorte en las ayudas aumentó aún más en 1975 lo que obligó a dejar en tierra a más de 200 aviones, la mitad de la fuerza aérea sur vietnamita.

La Crisis del petróleo aumentó el precio de los alimentos y otros productos de primera necesidad en todo el Sur lo que obligó a muchos soldados a realizar trabajos extras fuera de las filas o a dejar su puesto para poder ganar lo suficiente como para mantener a sus familias reduciendo, claro está, el tiempo disponible para entrenamientos y operaciones.

Para el norte las cosas no marchaban mucho mejor. La política de acercamiento de Nixon a China (la famosa Diplomacia del Ping Pong de 1971 y la visita a Pekín de Nixon en 1972) hacía pensar en una disminución de la ayuda militar del gigante asiático a Vietnam del Norte.

Unido a esto la URSS también bajó sus generosos aportes de fondos y armas al tener que preocuparse de la seguridad de su frontera con China, en la que llegaron a darse enfrentamientos esporádicos.

 

 

 

Autora:

Saenz Andrea

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