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El pensamiento político de Ricardo Flores Magón (página 2)


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¿Para qué sirve, pues, la autoridad?: la autoridad sirve, trabajadores para humillarlos a cada paso, para apalearlos, para ametrallarlos cuando pedís unos cuantos centavos de aumento de vuestro salario o la disminución de unos cuantos minutos de las largas horas de trabajo.

La autoridad sirve para echaros el guante y encerraros en presidio por el delito de ser pobres; pue$ bien sabeis que vuestros amos pueden cometer toda clase de excesos sin pisar nunca los umbrales de una cárcel.

La autoridad sirve para asegurar a vuestros verdugos el disfrute político de lo que os roban en vuestro trabajo.

La autoridad no hace falta más que para sostener la desigualdad social. ..es necesaria solamente para perpetuar el sistema social basado en la desigualdad económica.

La autoridad garantiza al rico vivir en el ocio y condena al pobre al rudo trabajo y a la abyecta miseria.

El burgués, necesita que haya autoridad, pues de lo contrario, tendría que tomar el arado, la garlopa o el martillo para ganarse su subsistencia y la de su familia.

Pero el pobre, ¿Para qué necesita la autoridad? La autoridad nunca ha sido buena con él; la autoridad ha sido para el desheredado, la madrastra huraña, castigadora y malvada, castradora de voluntades…

La autoridad fue instituida para cuidar los bienes materiales de la clase rica que se veía amenazada por los hambrientos.

Los que no tenemos un terrón donde reclinar la cabeza, no necesitamos autoridad.

Por el contrario, la detestamos porque ella arrebata de nuestras filas a los más vigorosos de nuestros hermanos, para amontonarlos en los cuarteles y hacerlos empuñar las armas en favor de la burguesía.

Luego nos cobra contribuciones para mantener esos soldados y todo ese enjambre de funcionarios grandes y chicos que forman lo que se llama gobierno.

Somos nosotros, los desheredados los que no tenemos nada que nos roben, los que estamos obligados a pagar los gastos que origina el mantenimiento de la autoridad, cuando lo justo sería que esos gastos fueran pagados por los beneficiados, que son los burgueses.

GOBIERNO

El gobierno, cualquiera que sea su forma, republicano o monárquico, no puede estar jamás del lado del pueblo.

EL GOBIERNO TIENE POR MISION CUIDAR LOS INTERESES DE LOS RICOS.

No confiemos a ningún gobierno la solución de nuestros problemas.

Los gobiernos son los representantes del capital y, por lo mismo, tienen que oprimir al proletariado.

Para los anarquistas todos los gobiernos son malos, pues defienden los intereses de la minoría social parasitaria, es decir los capitalistas y sus aliados y socios, los integrantes del clero católico romano.

La historia no registra en sus páginas el nombre de un gobernante que seriamente se haya preocupado por salvar al pueblo de la miseria y la tiranía.

La historia de la humanidad cuenta ya varios miles de años.

Por ella sabemos que el gobernante, el rico y el sacerdote de cualquier religión han sido los aliados inseparables, confabulados en todos los tiempos para tener al pueblo en la esclavitud.

Es una ilusión figurarse que el gobierno es la representación del pueblo.

El gobierno es la representación de la clase capitalista.

El pueblo trabajador no hace otra cosa que nombrar como gobernante a quien las clases ilustradas y ricas quieren imponer.

Es en los bufetes de los abogados, en las oficinas de los comerciantes y de los dueños de negociaciones de todas clases donde se escogen los hombres que han de tener por misión el gobierno del país.

De esos bufetes, de esas oficinas no pueden salir hombres pertenecientes a la clase trabajadora, sino simples burgueses cuyo interés no es otro que prolongar la agonía de los humildes, refrenar el ansia de libertad y de justicia de los proletarios, tener en la ignorancia y en la miseria a los trabajadores.

Asalariados convencidos de que el hombre se envilece por la miseria y el sufrimiento.

Un hombre envilecido no piensa en su redención.

En miles de años no se ha dado un solo caso en que un gobierno haya puesto la mano sobre los bienes de los ricos para entregarlos a los pobres.

Por el contrario, donde quiera se ha visto y se ve que el gobierno hace uso de la fuerza para reprimir cualquier intento del pobre para obtener una mejora en su situación.

Acordaos de Río Blanco, acordaos de Cananea, donde las balas de los soldados del gobierno ahogaron, en las gargantas de los proletarios, las voces que pedían pan; acordaos de Papantla, donde la metralla y la fusilería del gobierno diezmaron a los enérgicos habitantes que se negaban a entregar a los ricos las tierras que les daban la subsistencia.

Por último, la solución no sólo consiste en derrocar al gobierno sino que es necesario recuperar las riquezas detentadas por los ricos, evitando así, de raíz, el surgimiento de otro gobierno que reinstaure la propiedad privada.

El gobierno es el gendarme del capital, el torvo polizonte que cuida las cajas fuertes de las aves de rapiña de la banca, del comercio y de la industria, para el capital tiene sumisiones y respeto; para el pueblo tienen el presidio, el cuartel y el patíbulo.

No esperemos nada bueno del gobierno que llegue a implantarse después de esta revolución.

Si queremos libertad, obremos por nuestra cuenta tomando posesión de la tierra para trabajarla en común, y armémonos todos para que si alguna tiranía quiera arrebatamos nuestra dicha, estemos puestos a defenderla.

EL CLERO POLITICO

El tercer enemigo de los trabajadores, el clero político, es el más peligroso por encontrarse emboscado, cubierto por el velo religioso que oculta los intereses terrenales de este grupo social, que a lo largo de la historia universal siempre ha estado aliado de los explotadores y opresores de los pueblos.

No es una casualidad que todo el primer período liberal de los opositores a la dictadura porfirista se hayan dedicado a la denuncia y a la crítica, del papel reaccionario del clero católico mexicano, al que la tiranía le había dado alas de nuevo, como si no hubieran existido las Leyes de Reforma en nuestro país.

Los liberales mexicanos de este siglo, encabezados por Camilo Arriaga, al publicar su primer manifiesto en contra del clero católico mexicano, de paso invitan al pueblo a organizar clubes liberales y a reunirse en el primer congreso liberal, en el que la mayoría de los delegados se manifestaron como jacobinos, come curas.

Detrás del anticlericalismo se encontraba el enfrentamiento político en contra de la dictadura porfirista.

En el seno de los liberales se encontraba ya, el germen de los futuros teóricos, organizadores y dirigentes del ala más radical de los liberales, nos referirnos a los magonistas, que en los primeros años de este siglo se encontraban preparándose y afilando las armas teóricas para las futuras batallas, no sólo contra el clero reaccionario, sino sobre todo contra la tiranía capitalista comandada por el gobierno de Porfirio Díaz.

Capítulo ocho

El pensamiento anarquista de Ricardo (III)

LA CONSTITUCION.

Mientras que en su etapa liberal Ricardo Flores Magón defendió la Constitución de 1857, en su período anarquista de 1911 en adelante, se volvió el más fiero crítico no solo de esa Constitución, sino de toda Ley, pues según él todo el sistema jurídico está al servicio de .los explotadores y opresores políticos de los trabajadores.

Todo revolucionario, dirá Ricardo es un ilegal; dentro de la Ley y del orden puedes ir a la esclavitud, nunca a la libertad.

Es practicando la ilegalidad, es trastornando lo que la ley llama orden como se conquista la emancipación.

y no puede ser de otra manera: la Ley obliga a que respetemos las instituciones políticas y sociales que nosotros creemos malas, porque de ellas derivan la pobreza, el crimen y la esclavitud.

Si queremos pues, cambiar esas instituciones políticas y sociales que nos esclavizan por otras que garanticen nuestra libertad y nuestra felicidad, tenemos que forzosamente desobedecer el mandato de la ley que nos obliga a respetar las instituciones existentes, y esa desobediencia trastorna el orden.

Por eso todo revolucionario sincero, honrado y valiente debe ser un ilegal. y el revolucionario que proclama respetar la ley y el orden es un farsante.

O se es legalista, y entonces, hay que confundirse con la masa de carneros que sufren con paciencia todas las humillaciones del actual sistema, o se es ilegalista, irrespetuoso, desobediente, revolucionario.

El ladrón capitalista utiliza las leyes que él mismo escribió, para impedir que los trabajadores recuperen el producto de su trabajo.

La Constitución es vuestro peor verdugo, la Constitución prohíbe terminantemente que se ataque el derecho de propiedad de los ricos.

La Constitución es bella en sus palabras, pero solo beneficia a quien tiene el poder económico y el poder político

La Constitución es utilizada por la clase rica según su conveniencia. Si es a su favor para castigar a los trabajadores la usa para encarcelar a los pobres y desempleados y si es para castigar a los funcionarios y poderosos se convierte en una mercancía fácil de adquirir y de violar impunemente.

Una de tantas mentiras oficiales es afirmar que vivimos en un régimen de derecho, cuando en realidad es lo contrario, vivimos bajo una dictadura de los capitalistas, ya que la propiedad privada es la base de todas las explotaciones, de todas las tiranías.

La Constitución no fue escrita para emancipar a la clase trabajadora sino para garantizar a la burguesía el disfrute pacífico de sus rapiñas y dar a la autoridad el prestigio y la fuerza moral que tanto necesita para ser obedecida y temida.

La Constitución es burguesa porque sirve en forma eficiente a los capitalistas y sus fieles servidores los gobernantes.

Ellos sí se benefician de ella, mientras ustedes proletarios no podéis disfrutar de los derechos, garantías y privilegios que al ciudadano concede la Constitución del 57 por la sencilla razón de que sois pobres.

No podéis ejercitar el derecho de escribir y de hablar, porque no habéis tenido la oportunidad de educaros y de instruiros como los han tenido los hijos de la burguesía.

Aun cuando fuerais aptos para hablar y escribir sobre cualquier tema, tendríais que amoldaros a los gustos de vuestros señores.

Pues si alguna vez hablaseis en contra de las leyes y de las Instituciones existentes, y vuestra palabra, o vuestro escrito pusieran de alguna manera en peligro la tranquilidad o los bienes del sacerdote, del rico o del representante de la autoridad, bien pronto ahogarían en vuestras gargantas las palabras y encadenarías vuestras manos, para que no hablaseis ni escribieses.

Veis pues, que esos derechos o libertades, son una mentira cuando los que tratan de ejercitarlos son miembros de la clase trabajadora.

EL SISTEMA ELECTORAL

Desde que existe el sistema electoral en la época moderna capitalista, siempre ha beneficiado a los ricos, pues son ellos, por medio del gobierno quienes han controlado los comicios para perpetuarse en el poder.

Si no ganan utilizan todas las triquiñuelas para no perder el poder político y en el último de los casos tienen todas las policías y el ejército para imponer a su candidato burgués derrotado por el pueblo, y si es necesario, pueden quemar las boletas electorales para que no haya posibilidad de demostrar el fraude cometido por los gobernantes.

Y en cuanto al derecho electoral ¿Qué bien os reporta el nombrar a las autoridades?

¿No sabéis que la autoridad tiene que respetar el odioso libraco llamado Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, libraco que remacha vuestras cadenas, el libraco que os hace esclavos ?

Si peleáis por ganar el voto seréis como dice Mirabeau más estúpidos que las reses, porque siquiera esos dignos animales no eligen al carnicero que ha de degollarlos.

Ir a votar cuando las elecciones están controladas por el gobierno, no beneficia económicamente a los trabajadores, pues ¿Qué gana el proletariado con el hecho de depositar en las urnas una boleta electoral en la que ha puesto el nombre de la persona que formará parte del gobierno?

En su casa no habrá más pan por el mero hecho de que elija a Carranza o a cualquier otro hombre; ni su compañera ni sus hijos podrán usar vestidos limpios y confortables.

Los pobres no tienen otro derecho que el de firmar las boletas electorales y de llevarlos a la casilla, pero sin conocer a punto fijo las cualidades de las personas que tienen que elegir, a quienes solo conocen por lo que de ellas dicen los propagandistas de las clases directoras.

El derecho de votar se reduce, en tales condiciones a la tarea de firmar.

Con ello los trabajadores y los pobres en general, nada ganan, como no sea el de cambiar al amo, amo que no va a trabajar en beneficio de los intereses de los pobres, sino en beneficio de las clases altas de la sociedad, pues éstas fueron las que en verdad hicieron la elección.

No es el voto, el derecho de pensar ni el de reunión, ni de ninguna otra de las facultades políticas que dan las leyes lo que da de comer al trabajador.

El derecho de votar es un sarcasmo.

En los Estados Unidos tenemos la prueba de ello. El pueblo de esta nación ha tenido siempre el derecho de votar, y sin embargo las miserables barriadas de Nueva York, de Chicago, de San Luís de Filadelfia, y de todas las grandes cuidades americanas, son testigos elocuentes de la ineficiencia del voto para hacer la felicidad de los pueblos.

En esas barriadas, cientos de miles de personas se pudren física y moralmente en covachas infectas, y en toda la nación, todas las mañanas, cuatro millones de seres humanos salen de esas mansiones de la mugre y del hambre a buscar trabajo para volver a las covachas con un mendrugo de pan para la mujer y para los hijos, pero como no encuentran trabajo, regresan con las manos vacías y apretándose el estómago, para reanudar al día siguiente la penosa peregrinación en busca de amos a quienes alquilar sus brazos, y llegados el tiempo de las elecciones, esos hambrientos se apresuran afirmar una boleta electoral para encumbrar a otro gobernante que les continúe apretando el pescuezo.

Si tenemos este ejemplo a la vista ¿por qué hemos de empeñarnos en conquistar una facultad ilusoria como es la de votar?

¿Por qué no mejor dedicar todas nuestras energías a la conquista de la tierra que es la fuente de todas las riquezas y que, en manos del pueblo aseguraría a todos la vida, les daría, por lo mismo, la independencia económica y como consecuencia de eso, la verdadera libertad?

Capítulo nueve

El pensamiento anarquista de Ricardo (IV)

LA PATRIA

Los proletarios no tienen patria, escribió Marx, y Ricardo apoyando esta tesis afirmó: El pobre no tiene patria porque nada tiene, a no ser su mísera existencia.

Son los burgueses los únicos que pueden decir: Esta es mi patria, porque ellos son los dueños de todo.

Los pobres son el ganado encerrado en los grandes corrales llamados naciones, y j OH ironía! a ese ganado se le obliga a defender la patria, esto es, la propiedad de los burgueses, y a caer por millares en los campos de batalla, donde se deciden vulgares querellas de patrias, de la política.

Gritan los jefes: "todo por la patria".

Los hombres que agonizan en la tierra que no es suya; los trabajadores que pierden la sangre en las fábricas ajenas; los mineros que socavan las minas de otros; todos los que trabajan para beneficiar al burgués, ¿qué patria tienen?

Si la patria es la tierra en que nacimos, esa tierra debe ser de todos, pero no es así, esa tierra es la propiedad de unos cuantos, y esos pocos son los que ponen el fusil en nuestras manos para defender la patria.

¿No sería más lógico que, siendo ellos los dueños de la patria, fueran sus manos las que empuñaran el fusil y no las manos de los que no tienen más tierra que la que pueden recoger en los zapatos?

La patria, proletarios, es algo que no es nuestro, y, por lo mismo en nada nos beneficia.

La patria es de los burgueses, y, por eso, a ellos únicamente beneficia.

La patria fue inventada por la clase parasitaria, por la clase que vive sin trabajar, para tener divididos a los trabajadores en nacionalidades y evitar, o al menos entorpecer por ese medio su unión en una sola organización mundial que diera por tierra el viejo sistema que nos oprime

EL DESORDEN CAPITALISTA

Si todas las cosas estuvieran bien arregladas, si toda criatura humana tuviera que comer, tuviera donde resguardarse de la intemperie sin tener que pagar alquiler de casa, en una palabra, si todos, con un rato de saludable trabajo al día tuvieran lo necesario para vivir con decencia y sin incertidumbre por el porvenir, entonces no habría nadie que se atreviera a decir: yo soy más que tú, obedéceme¡

Entonces habría orden porque habría armonía.

Nadie tendría que disputar a otro, nadie tendría envidia a nadie.

Todos seríamos hermanos y saldrían sobrando el polizonte, el soldado, el juez, el carcelero, el verdugo y el gobernante.

Saldría sobrando, porque conquistada la armonía entre los seres humanos por la conquista de la libertad económica el parasitismo de los funcionarios no tendría ya razón de ser.

Los funcionarios públicos no son, como se cree, los guardianes del orden.

El orden es la armonía, no necesita guardianes, precisamente porque es orden.

Lo que necesita guardianes es el desorden.

El desorden escandaloso, vergonzoso y humillante es el que reina en la vida política y social de la humanidad.

Desorden es que una clase social pese sobre toda clase social, pues no debe existir más que una sola clase, la de los productores, esto es, la de los trabajadores.

La humanidad se convertirá en clase trabajadora, cuando la tierra y la maquinaria pertenezcan a todos, pues entonces todos tendrán que trabajar para comer.

Para mantener el desorden, esto es para mantener la desigualdad política y social, para mantener los privilegios de la clase alta y tener sometida a la clase baja, es para lo que se necesita los gobiernos, las leyes, los polizontes, los soldados, los carceleros, los jueces, los verdugos y toda una caterva de altos y pequeños funcionarios que chupan las energías de los pueblos de la tierra.

No es para proteger a la humanidad para lo que existen esos funcionario, sino para tenerla sometida, para tenerla esclavizada en beneficio de los que se han dado maña para retener hasta hoy la tierra y la maquinaria.

El orden no es la esclavitud de una parte de la humanidad por otra sino la libertad de toda la especie humana.

Al orden burgués, los mexicanos contestamos con nuestra rebeldía.

Contra ese orden gritamos; ¡muera el orden!

Porque es un orden que maniata la libre iniciativa del ser humano, porque es un orden de cuartel o de presidio.

LAS CARCELES.

La inmensa mayoría de la población de las cárceles está compuesta de individuos que han cometido delitos contra la propiedad: robo, fraude, falsificación, etc. una pequeña minoría de transgresores de la ley se encuentran prisioneros por delitos contra la persona.

Abolida la propiedad privada, teniendo todas las facultades de escoger un trabajo de su agrado, pero útil a la comunidad; humanizando el trabajo en virtud de que no se efectúa para que el patrón acumule riquezas, sino para satisfacer necesidades, devueltos a la industria los miles y miles de brazos que hoy acapara el gobierno en sus oficinas, en los cuarteles, en las prisiones mismas; puestos todos a trabajar para ganar el sustento, con la ayuda poderosa de la maquinaria de toda especie, se necesitará trabajar solamente dos o tres horas diarias para tener de todo en abundancia.

¿Habría entonces quien prefiriese el robo para poder vivir?

El hombre, aún el más perverso, gusta siempre de atraerse la estima de los demás, de estar bien con los demás.

Esto puede observarse hoy mismo, a pesar de que el medio en que vive la humanidad embota los mejores instintos de la especie, y si esto es cierto ¿por qué no admitir que el hombre sería mejor en el seno de una sociedad libre?

En cuanto a los delitos contra las personas, en su mayor parte son el producto del medio malsano en que vivimos.

El hombre vive en constante sobreexcitación nerviosa; la miseria, la inseguridad de ganar el pan de mañana; los atentados de la autoridad; la certidumbre de que se es víctima de la tiranía política y de la explotación capitalista; la desesperación de ver crecer a la prole sin vestido, sin instrucción, sin porvenir; el espectáculo nada edificante de la lucha de todos contra todos, que nace precisamente del derecho de propiedad privada.

Este derecho faculta a los astutos y a los malvados a amasar capitales explotando a los trabajadores.

Todo eso, y mucho más, llena de hiel el corazón del hombre, lo hace violento, colérico y lo precipita a sacar el revólver o el puñal para agredir, a veces por cuestiones baladíes.

Una sociedad en la que no exista esa brutal competencia entre los seres humanos para poder satisfacer todas las necesidades, calmaría pasiones, suavizaría el carácter de las personas y fortalecería en ellas el instinto de sociabilidad y solidaridad que son tan poderosos que, a pesar de la secular contienda de todos contra todos, no han muerto en el ser humano.

LA MORAL BURGUESA

Adelantándose a Wilhelm Reich, crítico de la moral sexual burguesa, Ricardo, en 1914, ya era un feroz denunciador de la moral de los capitalistas y gobernantes.

El estupro, la violación de mujeres, el adulterio, producto son igualmente del sistema social que combatimos, en que una falsa moral hace hipócritas a los hombres y mujeres en sus relaciones sexuales.

Esa hipocresía conduce a histerismo y aberraciones que no existirían en un medio de libertad y de igualdad en que el hombre y la mujer se unieran libremente, sin otro interés que la satisfacción de ese conjunto de necesidades morales y físicas que se llama amor.

Pero lejos de esta satisfacción, libre de necesidades naturales, encontramos en la sociedad actual mil trabas al amor, debidas unas a preocupaciones sociales a preocupaciones religiosas otras y a dificultades económicas las más.

Capítulo diez

El pensamiento anarquista de Ricardo (V)

LA EDUCACION ESCOLAR BURGUESA

Las escuelas oficiales educan al pueblo en el sentido de hacer de cada hombre un sostenedor del sistema actual… enseñan al niño a admirar la destreza con que algunos hombres saben sacar provecho del sudor y la fatiga de sus semejantes, para convertirse en reyes del acero, del petróleo y de las otras cosas.

En la escuela se enseña al niño que el ahorro y la laboriosidad son el origen de las grandes fortunas que dejan boquiabiertos a los imbéciles, cuando la experiencia demuestra que solo las malas artes, la violencia y el crimen pueden acumular la riqueza en las manos de un hombre.

En las escuelas de gobierno y en las particulares también, se enseña al niño a venerar un trapo de determinado color al que hay que defender, aunque no tenga un palmo de tierra de patria.

Se enseña al niño a considerar al gobernante como aun individuo que resume en sí al poder de todo un pueblo, cosa que es una solemne mentira, porque el gobernante no pertenece más que a la clase privilegiada, cuyos intereses defiende.

Con una educación así, se forman esclavos, pero no hombres libres.

El pueblo necesita educación, pero distinta a

la educación oficial, cuyos programas han sido sugeridos o dictados por los interesados en perpetuar la esclavitud de los pobres en beneficio de los audaces y de los malvados.

La educación de las masas, para que sea verdaderamente provechosa y vaya de acuerdo con la conquista que ha logrado hacer el pensamiento humano, es preciso que esté a cargo de los trabajadores, esto es, que ellos la costeen y sugieran los programas educacionales.

De este modo se conseguirá que la juventud proletaria entre de lleno a la vida, bien armada de las ideas modernas que darán a la humanidad el suspirado bien de la justicia social.

Al lado de la educación proletaria debe estar la unión de los trabajadores, y así se logrará romper para siempre la cadena maldita del salario que nos hace esclavos a los pobres y amos naturales a los ricos.

Así se entregará la humanidad al disfrute libre e inteligente de todo cuanto han podido acumular las generaciones anteriores y que está actualmente en poder de un reducido número de modernos negreros.

LA REVOLUCION SOCIAL

A diferencia de Madero, Carranza, Obregón, etc., Ricardo Flores Magón en artículo publicado un día antes del levantamiento armado del pueblo mexicano, es decir el 19 de noviembre de 1910, definió claramente a los trabajadores en qué consistía una verdadera revolución social.

Un cambio radical que no se llevó acabo en nuestro país y que hasta el día de hoy sigue siendo la tarea histórica de los explotados y oprimidos.

Debemos procurar los libertarios que este movimiento tome la orientación que señala la ciencia.

De no hacerlo así, la revolución que se levanta no serviría más que para sustituir un presidente por otro presidente, o lo que es lo mismo un amo por otro amo.

Debemos tener presente que lo que se necesita es que el pueblo tenga pan, tenga albergue, y tenga tierra que cultivar.

Debemos tener presente que ningún gobierno, por honrado que sea, puede decretar la abolición de la miseria.

Es el pueblo mismo, son los hambrientos, los desheredados, los que tienen que abolir la miseria, tomando en primer lugar, posesión de las tierras que, por derecho natural, no pueden ser acaparadas por unos cuantos, sino que es la propiedad de todo ser humano.

No es posible predecir hasta donde podrá llegar la obra reinvindicadora de la próxima revolución; pero si llevamos los luchadores de buena fe el propósito de avanzar lo más posible por ese camino.

Si al empuñar el Winchester vamos decididos no al encumbramiento de otro amo, sino a la reivindicación de los derechos del proletariado.

Si llevamos al campo de la lucha armada el empeño de conquistar la libertad económica, que es la base de todas las libertades, que es la condición sin la cual no hay libertad ninguna.

Si llevamos ese propósito encauzaremos el próximo movimiento popular por un camino digno de esta época.

Pero si por el afán de triunfar fácilmente; si por querer abreviar la contienda quitamos de nuestra tendencia el radicalismo que la hace incompatible con la tendencia de los partidos netamente burgueses y conservadores.

Entonces habremos hecho obra de bandidos y asesinos, porque la sangre derramada no servirá más que para dar mayor fuerza a la burguesía, esto es, a la casta poseedora de la riqueza.

Misma que después del triunfo pondrá nuevamente la cadena al proletariado, con cuyo sacrificio, con cuya sangre, con cuyo martirio ganó el poder.

Preciso es, pues, proletarios y desheredados, que no os confundáis.

Los partidos conservadores y burgueses os hablan de libertad, de justicia, de ley, de gobierno honrado, y os dicen que cambiando el pueblo los hombres que están en el poder por otros, tendréis libertad, tendréis justicia, tendréis ley, tendréis gobierno honrado.

No os dejéis embaucar.

Lo que necesitáis es que os asegure el bienestar de vuestra familia, cosa que no hará, ni se los dará ningún gobierno.

Sois vosotros los que tenéis que conquistar esas ventajas, tomando desde luego posesión de la tierra, que es la fuente primordial de la riqueza, que tomarla vosotros y la tierra no os la podrá dar ningún gobierno.

La ley defiende los derechos de los detentadores de la riqueza: tenéis que tomarla vosotros a despecho de la ley, a despecho del gobierno, a despecho del pretendido derecho de propiedad; tenéis que tomarla vosotros en nombre de la justicia natural, en nombre del derecho que tiene todo ser humano a vivir ya desarrollar su cuerpo y su inteligencia.

Cuando vosotros estéis en posesión de la tierra, tendréis libertad, tendréis justicia.

Porque la libertad y la justicia no se decretan; son el resultado de la independencia económica, esto es, de la facultad que tienen un individuo de vivir sin depender de un amo, esto es, de aprovechar para sí, y para los suyos, del producto íntegro de su trabajo.

Así pues, tomad la tierra, la Ley dice que no la toméis, que es propiedad particular, pero la ley que tal cosa dice fue escrita por los que os tienen en la esclavitud, y tan no responde a una necesidad general, que necesita el apoyo de la fuerza.

Si la ley fuera el resultado del consentimiento de todos, no necesitaría el apoyo del polizonte, del juez, del carcelero, del verdugo, del soldado y del funcionario.

La ley os fue impuesta, y contra las imposiciones arbitrarias apoyadas por la fuerza, debemos los hombres dignos responder con nuestra rebeldía.

EL COMUNISMO ANARQUISTA

Para Ricardo Flores Magón, la solución a todos los problemas actuales de la humanidad, solo será posible cuando los trabajadores de todo el mundo recuperen las tierras y fábricas y todas las riquezas que ellos mismos han producido.

Para luego continuar trabajando y repartiéndose entre sí todo lo producido.

Complemento del futuro comunismo social en que no habrá ya parásitos capitalistas y curas corruptos traidores a Jesús, será la desaparición de todo gobierno compuesto por una minoría burocratizada y defensora de ricos empresarios que ya no existirán.

Con la consecuente organización de todos los ciudadanos en comisiones rotativas de corto plazo, que vigilarán la honestidad de los que les toque dichas comisiones.

Hasta el día de hoy, no existe ningún país en el que se haya aplicado el comunismo anárquico.

Pero estamos seguros, como dijo Ricardo poco antes de ser asesinado, que si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad, libertad y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo.

 

 

Autor:

Humberto Escobedo Cetina

 

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