- Geografía e Historia en Braudel
- El tiempo y el espacio: una invención humana, una creación social.
- Algunas consideraciones sobre las tesis de Milton Santos.
- Una clasificación general.
- Reflexión final.
El título de este breve ensayo sintetiza lo que aprendí en las lecturas, debates y tutorías de la materia Historia y Sociología. La que, como tantas otras, no corresponde su contenido con su nombre, sino a la relación de la Historia y la Geografía.
En realidad se inserta el título de este ensayo y conclusión del curso en una tesis epistémica más amplia, no tanto como derivada de una tesis general, revelada por la sabiduría de científicos sociales contemporáneos. Se trata de un fruto del análisis de la geografía y su desenvolvimiento que la lleva a expresarse históricamente, como dialéctica del concreto geográfico y de la historia que es geográfica o es especulación y abstracción pura.
Ya Braudel lo planteaba en general cuando decía: "las ciencias humanas se interesan todas en un solo paisaje: el de las acciones pasadas, presentes y futuras del hombre… serán otros tantos observatorios, con sus miras particulares, sus croquis de perspectiva diferentes, sus colores y sus crónicas".
Por lo demás, por lo que a mi toca y creo que al enfoque real del plan de estudios de Historia en SUAFFYL, en muchas asignaturas se ven cuestiones de sociología y de otras disciplinas parientes de la historia, pero ninguna se había dedicado explícitamente a la Geografía. Así pues, por la vía de los hechos se mejoró en este punto el Plan de estudios original. ¡Enhorabuena!
Pero hay más. En el curso de otoño-invierno, 2001-2002, de "Historia y Sociedad hubo un cambio en el plan de estudios. Habiendo asistido como oyente hace un año a las tutorías de esta asignatura, constaté un cambio en el programa de la materia: pasó de ser un repaso sobre la Geografía y las grandes tendencias geográficas desde el siglo XVIII (cuando empezó la geografía a conformarse como ciencia) a la actualidad, deteniéndose, en particular, en propuestas de Annales y un mexicano (Angel Bassols Batalla), a un estudio sobre el objeto de la geografía, la construcción teórica y social del espacio (José Ortega Valcarcel); los conceptos de medio o entorno físico, el paisaje, el territorio, la región (Juan José Palacios L.); una visión de caso, el espacio geohistórico mexicano en el siglo XIX (Marcello Carmagnani); las diferentes concepciones del binomio espacio-tiempo (Immanuel Wallerstein); y la propuesta de Milton Santos de marco teórico y método de análisis del espacio social, bajo la perspectiva teórica del marxismo en la glosa y desarrollo del filósofo checo Karel Kosík.
Por otro lado, el 11 de septiembre del año pasado, casualmente misma fecha del ataque y destrucción de las Twin Towers de Nueva York, Historia a Debate, como tendencia historiográfica en busca de la construcción de un nuevo paradigma en la Historia, publicó su Manifiesto de 18 propuestas metodológicas, historiográficas y epistemológicas. Si bien es una valiosa síntesis desde la práctica y la teoría, y postula en su Tesis I que "La creciente confluencia entre las 'dos culturas', científica y humanística, facilitará en el siglo que comienza la doble redefinición de la historia, como ciencia social y como parte de las humanidades, que necesitamos", es de notar que no menciona el tema que nos ocupa, el de espacio-tiempo sino sólo tangencialmente.
Se ha hablado mucho, por lo menos en los cursos de nuestra carrera en el Sistema Abierto, de la relación de la historia con la economía, la sociología, la antropología, pero no tanto con la geografía, a pesar de que prácticamente la Historia y la Geografía nacen como hermanas siamesas en la Grecia antigua, pues desde las primeras obras de historia, desde Herodoto mismo, es muy frecuente, por no decir inevitable, encontrarse con una apartado de descripción geográfica que ubique el escenario y los condicionamientos, valga la redundancia, geográficos o ambientales de los acontecimientos que se describen. Y, sin embargo, este es uno de los temas abiertos al debate, pereciera que en mucho circunscrito a geógrafos, y a la construcción teórica en la perspectiva de un nuevo paradigma historiográfico.
Geografía e Historia en Braudel
La perspectiva iniciada por el francés Fernand Braudel en El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II y enriquecida por el norteamericano Immanuel Wallerstein me parece muy sugerente para hurgar por ese camino.
En el Mediterráneo… nos aparece un Mar, complejo de mares, como documento y como personaje histórico y con ello se abre a la historia una perspectiva original que ejercita la multidiciplina de las ciencias sociales. Encontramos un historiador que, a la vez, es economista, sociólogo, antropólogo y hasta geógrafo presentando superpuestas una historia inmóvil, la historia del hombre en sus relaciones con el medio que lo rodea, una historia de ritmo lento, la historia estructural y social y una historia tradicional, de tiempo corto, a la medida del individuo. Una historia que imbrica la tierra, el mar, el clima, y el medio ambiente, ecológico, diríamos en nuestros días, con la concepción braudeliana del tiempo como muy largo (geográfico), largo (social) y corto (individual).
Construye Braudel una geografía muy sui generis, "atenta especialmente a cuanto concierne a los factores humanos. Y no sólo eso: es también un intento de dar con una particular especie de historia", con una geografía que nos ayuda a recrear la más lenta de las realidades estructurales y el movimiento casi imperceptible de la historia.
Aprovechando los aportes de la escuela geográfica de Paul Vidal de la Blache que veía a la Geografía como "verdadera ciencia de las relaciones del hombre y la naturaleza: relaciones presentes o antiguas y pasadas" y su tratamiento de la región y el paisaje, se eleva a niveles superiores y más generales ofreciéndonos una teoría de la geohistoria que postula la síntesis total de geografía e historia y supera la visión atemporal, y como algo dado, de la primera. En esta síntesis los elementos de la base geográfica se descubren como actores y protagonistas reales, renovando así las explicaciones históricas habituales hacia mediados del siglo pasado.
Bajo la influencia de Marc Bloch, se asume conscientemente en constante ejercicio de análisis y razonamiento comparativo; siguiendo la huella de Lucien Febvre se aboca a su estudio eligiendo un problema (el Mediterráneo) de estudio y, finalmente, construye un modelo de explicación abierto a diferentes posibilidades pero determinado en el marco de opciones limitadas: "los hombres y las sociedades construyen diversas "estrategias de respuesta" a las presiones y desafíos de esa base geográfica, estrategias que a la vez delimitan una "elección de civilización" particular dentro de ese campo de posibles y terminan influyendo también activamente sobre el propio juego de combinaciones posibles, y por lo tanto, sobre los mismos límites originales de ese campo de posibilidades". Liga, de esta manera, su síntesis geohistórica a la propia de las civilizaciones que posteriormente desarrollaría ofreciendo claves de una interpretación general de la historia.
No en balde sería considerado como el heredero del esfuerzo intelectual e historiográfico de los fundadores de Annales y dirigiría la revista de esa tendencia historiográfica por cerca de veinte años.
Al mismo tiempo que Braudel construía nuevas brechas y avenidas para la historia y su relación con las otras ciencias sociales, estas dialogaban entre sí y se cuestionaban bajo diferentes tendencias, perspectivas y escuelas teóricas. Las propias ciencias del hombre, en particular las sociales, también se desarrollan, los conceptos se afinan y enriquecen, a partir de sus propias limitaciones y gracias a sus propias crisis, imbricaciones y perspectivas. Se repiensan y reubican, en particular, la historia y la geografía en la reflexión sobre el binomio que subyace en sus fundamentos: el tiempo y el espacio, como irremediablemente unidos y constituyendo una sola dimensión.
Es aquí donde se anuda la reflexión y la propuesta de Immanuel Wallerstein, como un desarrollo, maduración y superación de la propuesta braudelina en la visión de la historia como historia del sistema-mundo.
El tiempo y el espacio: una invención humana, una creación social.
En realidad las ciencias sociales tienen pocos años de vida: unos ciento cincuenta años. Su nacimiento, desarrollo y evolución como ciencias, o disciplinas distintas, están permeadas e influidas por los cambios ideológicos, políticos y económicos que ha vivido el mundo desde la generación del imperialismo, su consolidación y transformación en globalidad neoliberal al mismo tiempo que las ciencias "naturales", pretendidamente exactas, experimentales y físicas también crecían, se desarrollaban, eran cuestionadas y se superaban, acercándose unas y otras. Los avances de la física contemporánea atómica y subatómica, tanto la teoría del campo unificado como el principio de indeterminación dan cuenta de ello.
El profesor Wallerstein, fundador del Centre Fernand Braudel de la Universidad de Columbia at Binghamton, N.Y., hace una recapitulación de este período, explica la dificultad para el éxito de la Geografía como disciplina y nos presenta una propuesta de categorización de cinco formas de interpretar el binomio tiempoespacio, ligadas al nacimiento, evolución e interés de las ciencias sociales, bajo su concepción del desarrollo de nuestro sistema histórico contemporáneo, el sistema-mundo actual, y su convicción de que está llegando a su fin. Da como resultado un manejo particular la concepción braudeliana del tiempo muy largo, el largo y lento y el corto.
Habiendo nacido las ciencias sociales bajo la égida del positivismo y en el período del surgimiento del imperialismo, de por sí, se colocan bajo el proceso de dominación y hegemonía reinante: el de la sociedad occidental liberal-capitalista y una tendencia a la diferenciación entre ellas y la especialización. Esto hace que la concepción tiempoespacio eterno se ligue a la Economía, la Sociología y la Ciencia Política y a la concepción tiempoespacio geopolítico episódico e influya en la Historia, la Antropología y los llamados Estudios Orientales. La geografía, como transitaba entre estas dos concepciones, en consecuencia, se vio en dificultades para madurar con un perfil propio.
Y es que para la visión dominante del mundo, la de los imperialistas occidentales, convenía postular la irrelevancia del tiempo y del espacio en las condiciones de dominación de unos países y unas clases sobre otros consideradas como "naturales". Sólo consideraba importante el tiempo y el espacio con relación a eventos y acontecimientos individuales e inmediatos con significado sólo en función de sí mismos y no del contexto general, social e histórico de largo plazo. La historia y la geografía se consideraban como algo dado y externo, en lo general no cambiante, y sólo con cambio en lo "evenementielle" y con referencia al "tiempo corto".
Pero un número importante de científicos sociales rechazó esta reducción, entre ellos los historiadores de Annales, Febvre, Bloch y Braudel que pusieron énfasis en el tiempoespacio ideológico cíclico y el tiempoespacio estructural. "El centro de su argumentación, dice Wallerstein, era que los conceptos, herramientas clave que utilizamos para hacer un análisis comparativo, no son eternas, pero son una función de construcciones que hacemos del tiempoespacio. Sí, las explicaciones son posibles desde el punto de vista de reglas generales del comportamiento, pero solamente dentro del contexto de estructuras específicas del largo plazo, que prefiero llamar sistemas históricos".
Es de reconocer, subraya Immanuel Wallerstein, la no-neutralidad de las conceptualizaciones que no reconocen categorías que explican la historia inmediata en un lapso de tiempo mayor. Es decir, que implican una definición de la situación derivada de una evaluación de la ubicación de grupos particulares en el tiempo y el espacio (tiempoespacio cíclico ideológico); o que son categorías por medio de las cuales tratamos los fenómenos de un plazo más largo; y que, de hecho, son definiciones de la clase de sistema que vivimos, así como sus fronteras en el tiempo y el espacio (tiempoespacio estructural). Lo que lleva a reconocer una quinta concepción tiempoespacio sumamente importante y olvidada en la ciencia social y la ideología dominante, la transformacional que subraya la excepcionalidad del acontecimiento, su calidad especial y su profundo efecto en todas las grandes instituciones de nuestro mundo, y recalca los efectos de los acontecimientos en el cambio de los sistemas históricos.
Naturalmente, circunscribirse al tiempoespacio eterno y al geopolítico episódico, e incluso al estructural, se convertía en una herramienta política para justificar una situación dada y que podía justificar una visión cíclica ideológica. Recoge, así, Wallerstein la triple visión de tiempo postulada por Braudel, corto, largo y muy largo, pero las interrelaciona con la dimensión espacial para, postular, no sólo el cambio evenementielle, ni siquiera sólo el cambio estructural dentro de un sistema, sino la inevitabildad del cambio de sistema histórico, este también no eterno.
De una historia y geografía que cuando nacieron, con su enfermedad de origen: las tendencias deterministas, eran consideradas en la educación primaria y secundaria el pilar de la formación de ciudadanos nacionales y la integración del estado nacional, esto es, una herramienta política, para la creación de las bases de dominación ideológicas; de una geografía como investigación y exploración para ubicar recursos naturales y humanos, sostén y reproducción del sistema social, se pasa a postular una historia y geografía que ya no expliquen las diferencias y la realidad en función del enfrentamiento de civilizaciones y lugares, como hacía Braudel, sino como el conflicto entre sistemas históricos-sociales.
"El tiempoespacio eterno nos da un modelo en el cual el comportamiento humano siempre obedece las mismas reglas. El tiempoespacio estructural subraya la continuidad, sí, pero solamente pone límites al tiempo en la continuidad. Las estructuras continúan hasta que sus contradicciones internas, sus trayectorias evolutivas, fuerzan una bifurcación, y entonces estallan o se extinguen y ocurre el cambio real" (el tiempoespacio transformacional), si se revela dentro del tiempoespacio estructural su componente de tiempoespacio ideológico.
Bajo esta argumentación, se descubre la creación humana del tiempoespacio, la manipulación política del mismo, la realidad de la inevitabildiad e indeterminabilidad de los cambios de sistema, y la historia y la geografía como ciencias abiertas a un cúmulo de posibilidades que se concretan por la acción humana y la elección de una visión específica de tiempoespacio y de futuro. Pero esto último es ya una elección moral y política, es concebir una utopía y sujetarnos a nuestra voluntad de construirla. La historia y la geografía pasan, entonces, en Wallerstein, de un instrumento de dominación a un instrumento de cambio y brincan de ciencia a un sostén, impulso y retroalimentación de una práctica social y política.
En estos esquema y visión, naturalmente, ciencias sociales dedicadas, desde arriba y el poder, a los "otros", como la antropología y los estudios orientales se replantean radicalmente. La historia constata que no hay pueblos "sin historia" y que primitivo es una categoría autorreferencial, que a los orientales no tiene por qué esperarles su ajuste a una modernidad occidental, modernidad, por lo demás, profundamente cuestionada en nuestros días. Y la economía, la ciencia política y la sociología, nomotéticas por definición, más que ser pensadas como ciencias de las leyes de dominación y la estabilidad, deberían ser concebidas, como ya a mediados del siglo XIX había postulado Carlos Marx, como ciencias que explicaban el cambio. La geografía, cenicienta en los primeros años de las ciencias sociales, resurge ahora con un perfil propio y una dimensión que la hermana, en pie de igualdad, con las demás ciencias sociales y con ellas se interrelaciona. Todas ellas, por lo demás, en busca de su redefinición, no bajo la férula de una de ellas sino en un diálogo entre todas en la búsqueda de un nuevo paradigma. Así lo plantea, coincidentemente, la tesis IV del Manifiesto de Historia a Debate.
Algunas consideraciones sobre las tesis de Milton Santos.
La reflexión sobre la geografía y su relación con la historia nos ha llevado a una serie de consideraciones sobre el nacimiento, evolución y crisis de las ciencias sociales y su sustrato político e ideológico. Pero es tiempo de que volvamos a nuestro propósito inicial: la reflexión sobre el objeto de la geografía y su imbricación con la historia. El punto que nos religa es el vínculo entre teoría social y concepto de espacio que nos aleja de aquella intención de identificar el espacio sólo como contenedor y no como una dimensión de la experiencia humana, como representación subjetiva y como objeto y materialidad social y, por lo tanto, como producto social, como objeto social, vinculado a la naturaleza espacial de la sociedad humana, esto es, vinculado a la producción, como espacio construido.
El prestigiado geógrafo y maestro brasileño, Milton Santos, abunda y desarrolla un método de análisis del espacio concebido como un factor de la evolución social, como "instancia de la sociedad, al mismo nivel que la instancia económica y la instancia cultural-ideológica", continente y contenido de las demás instancias, pues la esencia del espacio es social.
Así, se concibe el espacio como objetos geográficos, naturales o artificiales, más la sociedad. Y, como la sociedad está en permanente cambio y sólo se entiende con su perspectiva histórica y en su manifestación espacial, no queda más remedio que pensar geográficamente la historia y concebir históricamente la geografía y asumir el binomio espaciotiempo como una unidad dialéctica.
Par ello hay que acudir al mejor método de análisis geográfico, como de la historia y de las demás ciencias sociales, al del análisis concreto de la realidad concreta, al análisis de lo concreto como "síntesis de múltiples determinaciones, o sea, la unidad de la diversidad. Para el pensamiento constituye un proceso de síntesis y un resultado, no un punto de partida. …el método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto es, para el pensamiento, la manera de apropiarse lo concreto, o sea, la manera de reproducirlo bajo la forma de concreto pensado".
Bajo este principio epistemológico, Milton Santos retoma a Karel Kosik en una cita que me permito transcribir desde el principio de su párrafo y no sólo en su parte conclusiva: "El principio metodológico de la investigación dialéctica de la realidad social es el punto de vista de la realidad concreta, que ante todo significa que cada fenómeno puede ser comprendido como parte del todo. Un fenómeno social es un hecho histórico en tanto y por cuanto se le examina como elemento de un determinado conjunto y cumple, por tanto, un doble cometido que lo convierta efectivamente en hecho histórico: de un lado, definirse a sí mismo, y, por otro lado, definir el conjunto; ser simultáneamente productor y producto; ser determinante y, a la vez, determinado: ser revelador y, a un tiempo descifrarse a sí mismo; adquirir su propio auténtico significado y conferir sentido a algo distinto. (La cita que hace Santos la inicia a partir de aquí:) Esta interdependencia y mediación de la parte y del todo significa al mismo tiempo que loo hechos aislados son abstracciones, elementos artificiosamente separados del conjunto, que únicamente mediante su acoplamiento al conjunto correspondiente adquieren veracidad y concreción. Del mismo modo, el conjunto donde no son diferenciados y determinados sus elementos es un conjunto abstracto y vacío" .
Con este marco teórico Milton Santos nos ofrece un método de análisis geográfico que considera al espacio como un sistema de sistemas o como un sistema de estructuras y nos plantea un esquema de aproximación a la dimensión temporal (histórica) y a los sistemas espaciales en el tercer mundo, esto es, en los países subdesarrollados y dependientes, como el nuestro. Según este, "el espacio, considerado como mosaico de diferentes épocas, sintetiza, por una parte, la evolución de la sociedad y, por otra, explica situaciones que se presentan en la actualidad. (Y), sin embargo, no se puede hacer una interpretación válida de los sistemas locales desde la escala local… La noción de espacio es así inseparable de la idea del sistema temporal". Pues, como el mismo Santos asienta, "el espacio es un sistema complejo, un sistema de estructuras, sometido, en su evolución, a la evolución de sus propias estructuras".
De esta manera, la propuesta geohistórica de Santos se conecta teóricamente, aunque no se identifique totalmente, con la de Wallerstein y Braudel, pues sostiene que cada sistema temporal coincide con un período histórico y los tres coinciden también en la concepción del espacio como una construcción social.
Una clasificación general.
La exposición sobre la geografía, la relación de ésta con la historia y otras ciencias sociales, el concepto de espacio y el binomio tiempoespacio que arriba se exponen no son las únicas posibles. Desarrollan las de una corriente que postula la convergencia en las bases teóricas de ciertas tendencias geográficas e históricas y de la multidisciplinaridad de las ciencias sociales. Es de las más recientes, pero existen otras formas, métodos, aspectos, enfoques y bases teóricas para acercarse al problema planteado. La presentada misma significa una especie de columna vertebral o eje fundamental de una determinada visión que tiene diversas ramificaciones en algunos puntos particulares dependiendo de la importancia que se le den a determinadas categorías.
Explica Ortega Valcarcel cómo, a pesar de que el uso del espacio como concepto central es nodal en las ciencias sociales, en realidad se da durante el siglo XX con una serie de acepciones distintas y no sin ausencia de precisión conceptual. Lo que, por otro lado, no impide cierta coincidencia en el manejo del concepto. Situación que a nuestro autor le permite ofrecer una clasificación de las grandes tendencias de enfoque en esta materia a partir de las diferentes representaciones geográficas del espacio.
Una concepción material del espacio que se desdobla en un enfoque naturalista que domina la geografía ambiental positivista inicial y que subyace en el enfoque paisajista de la geografía regionalista y del paisaje.
Una concepción del espacio como extensión y ubicación del espacio diferenciado o "espacio como diferencia" en el que se encuentran propuestas distintas, pero coincidentes en el papel que le otorgan a la ubicación. Tal hacen la geografía regionalista, siguiendo cierta tradición kantiana, que usa al espacio, como factor clasificatorio de los fenómenos; la geografía anglosajona, sobre todo norteamericana de la primera mitad del siglo pasado, vinculando el espacio a la localización de los fenómenos sociales; aquella que define al espacio como localidad y surge también entre aquellos que consideran que el espacio condiciona el desarrollo de los procesos sociales e identifican a la formación social con el espacio mismo. En esta tendencia existe la coincidencia de ver el espacio como contenedor o escenario y por ello acude con frecuencia a una referencia al espacio absoluto o geométrico de tradición helenista. También pueden inscribirse en esta gran tendencia las vertientes idealista y subjetiva que arraiga entre existencialistas y fenomenológicos de los primeros treinta años del siglo XX pero que acentúan la dimensión social de los seres humanos y sus prácticas sociales. A estas últimas se adscriben esfuerzos por la recuperación del paisaje y de lo local desde filosofías subjetivas, así como los que consideran el espacio como ámbito de lo vivido, como identidad, como texto y conjunto de símbolos. Estos últimos se relacionan de algunas maneras con aproximaciones teóricas de influencia estructuralista y neomarxista.
El último enfoque, de desarrollo más reciente, es el de la geografía de filosofía marxista en el que el espacio tiene una consistencia real y material, como espacio construido y que se identifica como capital fijo producido en el proceso de acumulación capitalista. Se integran a la tendencia que define al espacio como producto social y destacan las prácticas sociales a partir de su entorno material-no natural-, con sus distintos elementos y estructuras, desde las construcciones e infraestructuras hasta la contaminación.
Me parece que a esta tercera gran tendencia pertenece al brasileño Milton Santos. Immanuel Wallerstein, en cierta manera, también pudiera ubicarse en ella, pero habría que precisar que el propósito del norteamericano es más bien un acercamiento crítico e histórico de conjunto al binomio tiempoespacio, no sólo al espacio, y en la perspectiva de las ciencias sociales también asumidas como conjunto y como abiertas; ciertamente, el maestro bruadeliano no es un marxista ortodoxo o que acepte un determinismo unívoco.
Las primeras discusiones en las tutorías de esta materia, tanto en las del semestre que termina como en las que asistí hace un año fueron sobre la noción de espacio. En las dos empecé yo con esa visión empirista que en el ensayo que precede se critica. O lo que es lo mismo, aunque yo me preciara de ser alguien con formación de influencia marxista, en este tema y, en general, en lo que tiene que ver con la Geografía, mi visión adolecía de inconsistencia teórica y herencias de la escuela primaria y secundaria. Cuando leía el texto de Wallerstein reviví mi formación de aquellos años y, aunque me atraía sin entender plenamente las interpretaciones de Ortega Valcarcel, no fue sino hasta que estudié a Santos, por cierto mi tocayo de apellido, que entendí el tamaño de mi error y tuve que releer y reestudiar a Ortega Valcarcel y a Palacios para volver, de nuevo, a Wallerstein. A Braudel acudí para ver los antecedentes en Annales con los que se conectan tanto el norteamericano como el brasileño.
El semestre es tan corto y las actividades extraescolares tan absorbentes que no tuve tiempo de hacer un ejercicio concreto de las propuestas geohistóricas que aquí se reseñan y que considero las más acertadas y útiles. Al final de mis estudios de licenciatura, me siento como si me dijeran: "¡ojo!, no te sientas seguro ni creas que ya sabes todo lo necesario para ser un buen historiador. Hay muchas cuestiones necesarias para ello, como la geografía, a las que no te has acercado, aspectos que, como señal de alarma, se te presentaran en el estudio y el ejercicio profesional".
El curso, como quiera, me ha servido para sentar las bases de una visión que exija tomar en cuenta todos los aspectos de la realidad, sus interconexiones y e interrelaciones, sus estructuras, condicionamientos múltiples e interinfluencias, aunque uno deba centrar el objeto de su estudio y precisar sus objetivos. Con relación a la geografía, la reflexión y la precisión del concepto de espacio como construcción social ha sido muy iluminadora. El reconocimiento de que el hombre se mueve en dos dimensiones de una misma realidad el tiempoespacio, que luego se manipulan de acuerdo a intereses políticos, sociales y económicos e inciden en las prácticas correspondientes, permitirá en la práctica profesional asumir a los hombres en sociedad como un todo, con su mundo y su tiempo, así sea imposible, como individuo, construir una historia total. La multidisciplina se abre como una necesidad a satisfacer colectivamente y lleva a uno a concebirse como un ladrillo de la gran construcción humana de las ciencias sociales, en particular de la historia.
Termino el curso con una serie de herramientas teóricas a aplicar y ejercitar como historiador, recordando aquella definición de Tomás de Aquino del tiempo: "medida del movimiento".
Y, como movimiento es una característica del espacio, tiempo y espacio no son sino dos dimensiones de la realidad una que como aspirante a científico social, historiador, en específico, tengo que tomar en cuenta si quiero comprenderla para transformarla como político que soy.
Gabriel M. Santos V.