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De Platón a Aristóteles


Partes: 1, 2

  1. Aristóteles
  2. Vida
  3. Obras
  4. Lista de obras de aristóteles según orden cronológico
  5. Partes esenciales del pensamiento de Aristóteles

Aristóteles

      Las filosofías de Platón y de Aristóteles marcan actitudes netamente distintas, cuyo profundo influjo se prolonga en la historia del pensamiento, hasta nuestros días. Y seguirá.

      Se trata de dos espíritus y dos actitudes diferentes ante la realidad. No cabe armonizarlos, porque resulta mezcla absurda.

      El esfuerzo extraordinario de Platón queda invalidado por el uso de método equivocado y la aceptación de premisas sin fundamento. Aristóteles adopta método diferente, basado en la realidad, que comprendió como pocas personas, y alcanzó así valiosos resultados. Aristóteles en cierto modo retorna al método socrático en su verdadero sentido ascendente, partiendo de la realidad de los individuos sustanciales del mundo físico. Sobre ellos construye las ciencias en el orden lógico hasta alcanzar, por pasos bien fundados, la única realidad trascendente que es Dios. Revaloriza la experiencia sensible, combinada con firme confianza en el poder universalizador de la razón, fundamentos de su vigoroso realismo.

      Platón es brillante, con lo que ha atraído a muchos. Pero Aristóteles, más sencillo, alcanza mayor sabiduría en el conocimiento de la realidad.

      Increíbles vicisitudes acompañan la influencia de estos filósofos a lo largo de los siglos. La recuperación y entrada de las obras de Aristóteles a Europa es un caso asombroso. Y los hombres han hecho sus preferencias a lo largo del tiempo

      En el plano moral y político, el siglo XX se cargó de platonismo. En algún sentido todo el comunismo y, en general, el totalitarismo pueden hallar fundamento en Platón. Hay un afán pernicioso de que el Estado (En Platón la Polis) sea gobernada perfectamente por hombres perfectos, lo que resulta en un sistema inhumano: eugenésico, lleno de mentiras para poder actuar así, de comunismo de hijos, padres, mujeres y otros bienes. De permisos para poder casarse, tener hijos. De sometimiento a cincuenta años de enseñanza para poder ser gobernante. Y otras cosas así de "platónicas", es decir, aparentemente perfectas, pero irreales y deshumanizadoras.

      Aristóteles discrepó de su maestro. También en el plano moral y político.

      Baste recordar, en síntesis, el concepto aristotélico de la vida feliz, que aúna ética y política, a partir del admirable carácter racional-social del hombre: necesita de otros y disfruta con ellos y así por naturaleza vive en la Polis: sociedad dinámica perfecta, cuya finalidad es no el simple vivir, sino el vivir bien (la calidad de la vida), las buenas acciones, por lo que la ciudad ha de ser feliz y próspera. Ello, por supuesto, siempre que se entienda que […] "es imposible que les vaya bien a los que no obran bien, y no hay obra buena, ni del individuo ni de la ciudad, fuera de la virtud…" Aristóteles coloca la política bajo la salvaguardia de la ética, al establecer que la virtud es el fin y el ideal a que debe aspirar la Polis.

      Conviene que el siglo veintiuno renazca aristotélicamente. El aristotelismo mejora a los hombres. Y con él debe ir su gran seguidor, intérprete y admirador Tomás de Aquino, que lo descubrió, tradujo e interpretó 17 siglos después de muerto, enriqueciendo para siempre el Occidente. Juntos forman una profunda fuerza del pensamiento humano.

      Eso merece el mundo: filósofos de primera categoría.

Vida

      Aristóteles nació en Estagira (hoy Stavró). Fue hijo de Nicómaco, médico de Amintas II, rey de Macedonia, originario de Messenia, y de Phaestis o Féstide, procedente de Calcis (Eubea). Durante su infancia vivió probablemente en Pella, residencia de la corte de Macedonia. Perdió sus padres siendo aún muy niño, y quedó a cargo de su tutor, Próxeno de Atarneo, quien a los diecisiete años (368) lo envió a Atenas para completar su educación. Ingresó en la Academia de Platón, permanaciendo en ella veinte años, hasta la muerte de su maestro (348-7). Las pretendidas desavenencias entre Aristóteles y Platón son invenciones de época muy posterior. Admitiendo como posibles ligeras discrepancias doctrinales, sus relaciones se mantuvieron dentro de la mayor cordialidad. Platón estimaba extraordinariamente a su discípulo, a quien llamaba "el lector" y la "mente de la escuela".

      Bien fuese por rivalidad con Espeusipo, sobrino de Platón, a quien éste dejó la dirección de la Academia, o por la exaltación del sentimiento antimacedónico después de la caída de Olinto, instigado por la elocuencia de Demóstenes, Aristóteles se ausentó de Atenas junto con su amigo Jenócrates, refugiándose en Assos, en la costa de Misia (Tróade). Allí se reunieron con otros platónicos, como Erasto y su hijo Corisco de Skepsis, constituyendo un grupo que puede considerarse como filial de la Academia.

      Permaneció en Assos tres años (347-344), entablando estrecha amistad con Hermías, señor de Atarneo y Assos, que había logrado crear un pequeño Estado independiente y que compartía con Filipo el ideal de una unificación helénica para luchar contra el poderío persa. Aristóteles contrajo matrimonio con Pythia, sobrina e hija adoptiva de Hermías, de la que tuvo una hija, a la que puso el mismo nombre de su madre. Hermías fue derrotado por los persas y crucificado (341). Al morir envió a sus amigos este mensaje: "Decidles que no he hecho nada indigno de la Filosofía". Aristóteles le dedicó un epitafio en verso.

      De Assos pasó a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde permaneció en compañía de Jenócrates y Teofrasto desde 344 a 342. En esta fecha aceptó la invitación de Filipo de Macedonia para que se encargara de la educación de su hijo Alejandro, que contaba entonces trece años. Con este objeto pasó a Pella y a Mieza, consagrándose a la formación de su regio discípulo. Alejandro fue asociado al trono en 340 y sucedió a su padre en 336, iniciando poco después sus fulgurantes campañas contra el imperio persa (batalla del Gránico en 334).

      Alejandro reedificó Estagira, destruida por Filipo en 348 y le enviaba a su naestro material para sus estudios de Historia natural y grandes cantidades de dinero para sus investigaciones (se cita la cifra elevadísima de 800 talentos). Pero esas relaciones se enfriaron después de la muerte de Calístenes, sobrino del filósofo, que acompañaba a Alejandro como historiógrafo (327), y que Aristóteles nunca le perdonó.

      Es probable que Aristóteles formase a su discípulo en los principios de la política realista de Hermías y en el concepto de lo que la unión de todos los griegos podría significar para una empresa común. "Si la raza helena pudiera fundirse en un solo Estado, dominaría el mundo". Pero nunca compartió las aspiraciones universalistas de Alejandro, considerando absurda la fusión de helenos y persas en un plano de igualdad. Tampoco llegó a comprender la transformación revolucionaria que implicaba el concepto imperial de Alejandro respecto de la Polis helénica tradicional. En este sentido, la política de Aristóteles, basada en el antiguo concepto de Estado-Ciudad, queda retrasada respecto de la nueva modalidad política que se acaba de iniciar.

      Terminada su misión educadora con Alejandro, regresó Aristóteles a Atenas, tras breve estancia en Estagira (336-335). Abrió escuela propia en unos terrenos fuera de las murallas, al lado opuesto de la Academia, entre el monte Licabeto y el río Ilisos, en las proximidades de un templo dedicado a Apolo Likaios, de donde recibió el nombre de Liceo (Lykeion). Bien fuese por estar dotada de un paseo o por la costumbre de enseñar paseando, fue designada con el calificativo de Peripatos, y sus escolares, "peripatéticos".

      Aristóteles organizó la enseñanza dando clases matutinas para sus discípulos y vespertinas para un público más amplio. Después de su muerte el Liceo fue ampliado bajo Teofrasto, con nuevos terrenos cedidos por Demetrio de Pháleron, con dos pórticos cubiertos y jardines (310). Más tarde fue saqueado por Filipo V de Macedonia en el año 300 y arrasado por Sila en 86 antes de Jesucristo.

      Al morir Alejandro (13 de julio de 323) resurgió en Atenas la hostilidad contra el partido macedónico, instigada por la elocuencia de Demóstenes. Aristóteles fue acusado por Demófilos de macedonismo y asebeia. Tal vez se unió a esto la rivalidad de los académicos y de los discípulos de Isócrates. Para evitar mayores males, se retiró a Calcis (Eubea), donde poseía una finca heredada de su madre. Al salir de Atenas dijo irónicamente que no quería que los atenienses pecaran por segunda vez contra la Filosofía. Murió al año siguiente de una enfermedad de estómago (322).

      Se conserva su testamento, en que ordena dar libertad a sus esclavos y que su cuerpo fuese sepultado junto al de su primera mujer. De su hetaira Herpyllis, con la que estuvo unido legalmente, aunque no por matrimonio, tuvo a Nicómaco, que murió muy joven en la guerra. A los estudios de F. Etudniczka se debe la identificación, con bastante probabilidad, del retrato del filósofo.

Obras

      Las viscisitudes un poco novelescas de los escritos de Aristóteles las conocemos por Estrabón y Plutarco. Al morir Aristóteles legó su biblioteca a Teofrasto. Este, a su vez, a Neleo, hijo de Corisco, el cual la llevó consigo a su patria, Skepsis de Ida, en Asia Menor. Pero por temor de que se apoderasen de ella los emisarios del rey de Pérgamo, la ocultó en una cueva, donde permaneció hasta que en el año 100 antes de J.C. fue adquirida por el rico coleccionista Apelicón de Teos. Este la trasladó a Atenas, donde se apoderó de ella Sila, en el año 86, llevándola a Roma como botín de guerra. Su hijo Fausto la vendió en el año 55 para pagar las deudas de su padre. El gramático griego Tiranión de Amisos (s.I) se encargó de restaurar los manuscritos, muy deteriorados, e hizo una primera edición. Poco más tarde hizo otra más correcta, con la ayuda de Andrónico de Rodas, décimo escolarca del Liceo (h.70 a.J.C.), que ordenó los escritos de Aristóteles, distribuyéndolos por orden de materias. (Cf.Dióg.Laer.,V 52.)       Los más reconocidos eruditos han efectuado importantísimos trabajos sobre las obras de Aristóteles que muestran innumerables aspectos del mayor interés.

      Además de esas vicisitudes de las obras aristotélicas que "han llegado" a la posteridad, la investigación de muchos eruditos ha mostrado que solo han quedado fragmentos o apenas referencias de gran cantidad de obras que, según algunos, constituyen la parte más auténtica de la labor personal de aristóteles. El número de tales obras perdidas asciende a veintitrés. Hay además unas dieciséis obras que fueron consideradas como apócrifas y que algunos estudiosos de nuestro tiempo estiman ser auténticas obras aristotélicas.

      Es simpática la anécdota del Califa de Bagdad, Al-Mamún, siglo IX, responsable de Dar al-ilm (La casa de la ciencia), y la aparición de Aristóteles que le pidió traducir sus obras al árabe, lo cual hizo, y que resultó ser el camino para que luego, mediante la cultura musulmana, pasaran del árabe al latín y así llegasen al Occidente, al que conmovieron profundamente dejando por siempre su impronta en ella.

      Aristóteles murió en Calcis en el año 322.

      Uno de los aspectos más interesantes relacionado con Aristóteles ha sido lo relativo a la autenticidad y cronología de sus obras. Los más eminentes eruditos participan en este análisis lleno de sabiduría y rigor, del que solo menciono en breve aspectos sustantivos.Se creyó por muchos siglos, durante la Antigüedad, la Edad Media y hasta el último siglo, que en Aristóteles no se había dado ninguna evolución a lo largo de su vida (opinión de E. Zeller). Algunas incongruencias de su pensamiento se explicaban fuera negando la autenticidad de algunas de sus obras o tratando de hacer compatible la diversidad de pensamiento entre una y otra de sus obras.

      Fue W. Jaeger quien escribió la primera obra fundamental, científicamente hablando, en la que se afirma y determina la evolución del pensamiento de Aristóteles. Ese respetable autor distingue, así, tres períodos en la vida creadora de Aristóteles:

  • PERÍODO DE LA ACADEMIA (hasta el año 347)

  • PERÍODO DE LOS VIAJES (del año 347 al 335)

  • PERÍODO DE MADUREZ (del año 335 al 322).

      Jaeger demuestra claramente el desarrollo paulatino del pensamiento de Aristóteles y asigna las obras suyas a cada uno de los períodos mencionados.

      El sentido más importante de la evolución o desarrollo del pensamiento aristotélico, según Jaeger, sería: desde el pensamiento de su maestro Platón hasta las propias y características posiciones aristotélicas.

      En el tercer período mencionado (el de madurez) Aristóteles considera como ciencia real más bien la investigación experimental; sin embargo, esto no ha de entenderse (como hacen algunos) como si Jaeger quisiese afirmar que Aristóteles hubiese abandonado en el tercer período la Metafísica dedicándose exclusivamente al estudio de las ciencias experimentales, sino más bien en el sentido de que Aristóteles modificó su concepto de la Metafísica: originalmente su objeto era el ente supersensible, pero posteriormente el ente en cuanto ente, lo que calzaba mejor con la actitud empírica del tercer período.

      Otros autores, aunque reconocen el valor extraordinario de los trabajos de Jaeger, sin embargo no aceptan por muy fundados motivos algunas de sus conclusiones y planteamientos. Estudios más recientes muestran que la génesis y la composición, por ejemplo, de los tratados didácticos de Aristóteles, es algo más complicado de lo que Jaeger suponía; que en consecuencia algunos puntos de la cronología deben corregirse. Asimismo, A. Mansion corrige ciertas aseveraciones sobre los libros de la Metafísica. Respecto de la evolución del pensamiento aristotélico, muestra que la continuidad de su pensamiento es más importante que la diferencia a través de sus obras.

      Respecto, por ejemplo, de la psicología de Aristóteles, F. Nuyens en su obra L"évolution de la Psychologie d"Aristote, al estudiar la relación del alma y del cuerpo en los diversos períodos y obras de Aristóteles, distingue tres momentos bien definidos así:

  • PERÍODO PLATÓNICO (antagonismo dualista, por ejemplo el Eudemo);

  • PERÍODO DE TRÁNSITO (se da natural colaboración del alma y del cuerpo, rige en su pensamiento un instrumentalismo vitalista);

  • PERÍODO DE MADUREZ (el alma es forma del cuerpo, comienza a existir con el cuerpo y perece con él; en el primer período, por lo contrario, el alma era independiente del cuerpo e inmortal).

      Un desarrollo similar puede notarse respecto del Nous (inteligencia):

  • en el primer período el Nous pertenece al alma y es inmortal;

  • en el segundo período el Nous y el alma existen separados y el Nous es incorpóreo;

  • en el tercer período el Nous no pertenece al alma, sino que viene de fuera, es inmortal e inmaterial.

      Se pueden señalar diversos puntos de discrepancia entre los eruditos aristotélicos, pero ese no es el propósito principal de este escrito. Baste lo dicho para sustentar la opinión de que muchas cuestiones fundamentales del pensamiento aristotélico han venido a conocerse más de dos mil años después de su muerte, gracias a filólogos y críticos de primera magnitud que han hecho posible saber hoy más de Aristóteles, de lo que se supo en siglos anteriores.

Lista de obras de aristóteles según orden cronológico

  • 1. Del período inicial, que coincide prácticamente con la primera estancia suya en Atenas, hasta el año 347:

      Dos diálogos: Eudemo (o Sobre el alma) y Protréptico. Tópicos; Elencos Sofísticos; quizá Las Categorías (probablemente obra auténtica), La Física (con excepción del libro VIII) y algunos otros pequeños opúsculos físicos (Sobre el cielo, Sobre la generación y la corrupción).

  • 2. Del período de los viajes (del año 347 al 330, más o menos) – viaja a Assos, a Pella, y permanece en Atenas unos años por segunda vez:

      Historia de los animales – y algunos pequeños opúsculos sobre los animales.

      Pequeñas obras sobre los seres naturales.

      Los analíticos primeros y postreros.

      Sobre la Filosofía.

      Parte de los libros de Metafísica.

      Ética Eudemo y Ética a Nicómaco.

      Parte de la Política.

  • 3. Período último (cerca del año 330 al 322 o 23), que son los últimos años de su estancia en Atenas:

      El resto de la Política.

      El resto de las pequeñas Obras sobre los Seres Naturales.

      El resto de los libros de Metafísica.

      El libro VIII de La Física.

      Sobre el Alma libro III.

      Sobre la Interpretación.

      Algunos breves opúsculos sobre los animales.

      Retórica.

      Ha de tenerse presente, vista la muy erudita discusión de los expertos sobre el particular, que la cronología de las obras de Aristóteles aún puede ser corregida y que los límites entre los períodos de su vida creadora todavía no están definitivamente establecidos.

      Existe una larga polémica erudita sobre el punto de la autenticidad de las obras de Aristóteles, la cual dejaré de lado en gracia de la brevedad. Baste citar que según J. Zürcher solamente del 20 al 30% de todo el corpus aristotelicum (conjunto de obras atribuidas históricamente a Aristóteles) han tenido por autor a Aristóteles. Según Zürcher, las demás obras deben atribuirse al famoso discípulo de Aristóteles, Teofrasto. Solamente los diálogos, obra de su juventud, y algunas otras pocas obras pueden considerarse como auténticamente aristotélicas. Según J. Zürcher, Aristóteles permaneció platónico toda su vida.

      Por supuesto que otros han refutado parcial o totalmente las bases de la argumentación de Zürcher, pero el problema permanece, lleno de mucho interés. Considérese que las Obras completas de Aristóteles se consiguen hoy con facilidad, con toda esa riquísima información, lo que era imposible hasta el siglo XIX. Ante este portento de la investigación es que se puede bendecir a los filólogos y eruditos de gran espíritu de trabajo. Y no tanto a mucha gente de hoy que critica a aquellos, pero que no da una obra ni siquiera aproximada a la suya. Porque ese trabajo de búsqueda de textos, en griego, siríaco, árabe, latín… de determinación de autenticidad, de estudio comparado, de uso inteligente de argumentos filológicos, de comprobación de autenticidad a través del uso del método histórico-genético, etc., ha permitido saber mucho y bien, no solo sobre Aristóteles, sino sobre casi todos los grandes de la Antigüedad.

      Por ello llena de gusto tomar entre las manos estos tres tomos:

  • Aristotelis Opera I Ex recensione Immanuelis Bekkeri, hasta la página 789

  • Aristotelis Opera II (continúa la paginación del I Tomo), hasta la página 1462.

  • Todas las obras de Aristóteles en griego, precedidas de completa información sobre fuentes y referencias importantes. Además:

  • Bonitz, H., Index Aristotelicus, 2ª. Ed., 1955, 876 páginas. Constituye una ayuda inestimable para penetrar en el tesoro aristotélico.

Partes esenciales del pensamiento de aristóteles

LÓGICA

      En su rica obra Historia de la lógica formal, a modo de recapitulación del merecido largo estudio sobre Aristóteles, expresa Bochenski:

      Si consideramos en su conjunto las obras lógicas de Aristóteles … podemos hacer las siguientes afirmaciones:

  • I. Aristóteles creó la Lógica Formal. En él encontramos, en efecto, por primera vez en la historia: (a) una idea clara de ley lógica con validez universal…(b) el empleo de variables, (c) formas sentenciales que, aparte de variables, solo contienen constantes lógicas.

  • II. Aristóteles construyó el primer sistema de Lógica Formal que conocemos. Consta éste exclusivamente de leyes lógicas y fue por él desarrollado axiomáticaamente, incluso de más de una forma.

  • III. La obra capital de Lógica Formal de Aristóteles es su Silogística: un sistema de lógica de los términos que consta, no de leyes, sino de reglas, y que, a pesar de ciertos puntos débiles, está construido sin fallos.
  • IV. Aparte de la Silogística, construyó, además, Aristóteles otras piezas de la lógica de los términos, entre ellos una Lógica Modal sumamente compleja, al igual que una serie de leyes y reglas que rebasan las fronteras de la Silogística.

  • V. Al final de su vida llegó Aristóteles, en unos cuantos textos, hasta la formulación de Fórmulas Sentenciales…

  • VI. Si bien formal, la Lógica de Aristóteles no es formalística…

      No es exageración decir que jamás se ha visto cosa igual en la historia de la Lógica Formal. No solo es la Lógica de Aristóteles, a lo que sabemos, una creación enteramente nueva, sino que, además, fue llevada a un alto grado de perfección. Toda vez que, además, los más importantes escritos aristotélicos son las únicas obras completas de Lógica que sobrevivieron a la catástrofe cultural de Grecia, nada tiene de extraño que la obra en ellos contenida haya ejercido un influjo francamente fascinante durante más de dos milenios sobre casi todos los Lógicos, y que toda la historia de la Lógica se moviera en el marco trazado por el pensamiento aristotélico.

METAFÍSICA

      el solo nombre de la palabra "metafísica" trae la presencia de Aristóteles, aunque él no denominara así a su obra, sino autores posteriores quienes, al ordenar el conjunto de obras de Aristóteles, el Filósofo por antonomasia como lo llamaría diecisiete siglos después S.Tomás de Aquino, inventaron ese sugerente nombre: metá ta fisicá, lo que viene después de la física (en el conjunto de obras) y lo que está más allá de lo meramente sensible, en cuanto al objeto de ese saber, cuyo propio nombre es Filosofía Primera.

    I

  • . El objeto de la metafísica: según Aristóteles (Metaf., E 4, 1028 a-2; Cf. Metaph. c 1-8; III, IV y VI) "Es ciencia del ente, o de los principios y causas del ente y sus atributos esenciales".

      Según Jaeger, el objeto de la Metafísica en su estado inicial fueron solamente los primeros principios y las primeras causas, principalmente la sustancia suprasensible, el único motor primero; luego, el ente en cuanto ente con todos sus significados accidentales, por lo tanto también la sustancia sensible; finalmente la materia y la forma. Esta línea de desarrollo ha sido objetada y corregida por A. Mansion, F. Nuyens y D. Ross.

      Según E. Oggioni, el objeto de la Metafísica fue primero lo simplemente sensible, luego las supremas causas de la realidad en su conjunto; finalmente, el ente en cuanto ente. A. Mansion estima ilegítima esta teoría: el objeto de la Metafísica permaneció siendo el mismo en el fondo, y difiere solo en perspectiva y en más perfecta descripción.

  • II. Las causas del ser: Aristóteles enumera cuatro (L. Phys.):

      La sustancia o esencia de la cosa o causa fomal;       La causa material o sujeto;       La causa eficiente o fuente del movimiento o del cambio;       La causa final, o el bien.

  • III. Los atributos esenciales del ente:

      La unidad: todo ente es uno (en tanto es uno, en cuanto es ente); cf. Metaph., X.

      La bondad: todo ente es bueno (en tanto es bueno, en cuanto es ente).

  • IV. La sustancia y el accidente (cf. Metaph. VII-VIII)

      La sustancia: es el ente que existe en sí mismo, sujeto permanente de los cambios accidentales.

      El accidente: es el ente que existe en otro.

      Como en la sustancia se da de modo máximo la noción de ente, por ello constituye la sustancia el fundamental objeto de la metafísica.

    V

  • . El ente de Aristóteles y las ideas de Platón:

      Según Platón, la verdadera y plena realidad son las ideas; las cosas de este mundo son imitación o participación de las ideas o de las verdaderas y plenamente reales esencias de las cosas.

      Platón no determinó y no asignó principios internos, inmanentes a las cosas, ya que éstas serían según él "imitación" o "participación" de las esencias ideales. Estos principios internos, esenciales, en efecto, deben ser delimitados, y Aristóteles los postula y los determina.

      Para Aristóteles todas las cosas materiales se constituyen a base de dos principios internos ontológicos (reales): la Forma (¡Tal vez comparable a la idea de Platón!) y la Materia (posteriormente explicada).

      En breve: según Platón, "el mundo está en la idea o en la forma". Según Aristóteles: "la idea o la forma está en el mundo", es decir, en las cosas. Por ello podía decir con razón: hay maravillas en cada parcela de la naturaleza.

    VI

  • . Los universales: Aristóteles afirma con Platón que se dan conceptos universales. Esos conceptos son necesarios para que haya ciencia, es decir, un saber válido y con sentido. Si la ciencia es posible, esos conceptos universales necesariamente son objetivos, de algún modo.

      En el sentido platónico los conceptos universales no son objetivos: a saber, el universal existe como idea; para Aristóteles tienen base real en este mundo. Esta base real es la naturaleza o esencia específica, que es específicamente la misma en todos los individuos de la misma especie. En otras palabras, para Aristóteles el fundamento real del concepto universal es la semejanza de los individuos de la misma especie dada en la misma específica naturaleza o esencia.

      Se dice "el fundamento" o "la base" del universal, porque esta naturaleza (la esencia) semejante, existe concretamente individualizada ("concretada" en los individuos), gracias a sus notas individuantes. La inteligencia o la razón abstrae (deja) esas notas individuantes y se apodera de aquello que en el fondo es común a todos los individuos de la misma especie y en lo cual son semejantes.

      Por consiguiente: Para Aristóteles el concepto universal no existe en el mundo de las ideas, sino en este mundo, en forma fundamental.

      El conocimiento del concepto universal no es una reminiscencia (un recordar lo visto en el mundo inteligible cuando el alma vivía separada del cuerpo, según Platón), sino una abstracción. Teoría por la que, además de otras muchas, es siempre recordado Aristóteles (aunque no siempre se comprenda lo que significó para él).

    VII

  • . La sustancia primera y la sustancia segunda: la sustancia primera es la cosa individual, lo que existe en la realidad.

      La sustancia segunda es la naturaleza o la esencia, la que se encuentra fundamentalmente en las cosas individuales.

      La razón de esa distinción estriba en que la sustancia segunda no existe "separada" en el mundo de las ideas (de Platón), sino que existe en este mundo en que vivimos, y en él, en las cosas individuales y singulares.

      En rigor, sólo existen cosas o seres individuales, singulares, los que ciertamente son semejantes por su naturaleza o por su esencia, y por ello fundamentalmente universalizables.

      Se sigue de lo dicho que, para Aristóteles, la inteligencia humana no tiene por tarea remontarse por medio del recuerdo hasta el mundo ideal o mundo de las formas (more platonico), sea que abarque la realidad (el ente) verdaderamente real, sea que aprehenda el universal. Asimismo, tanto el ente (la realidad verdaderamente real) como el universal, según Aristóteles, se hallan en este mundo en que vivimos.       Aun cuando –respecto de nuetro conocimiento– hay prioridad de la sustancia primera, sin embargo la sustancia segunda tiene prelación si se la considera en sí misma: ella es el objeto de la ciencia y solamente ella; además, ella constituye una realidad superior –en sí misma– a la de la realidad particular.

    VIII

  • . El acto y la potencia. (Metaph. III, VI, c. 2-4, IX, V).

      El acto y la potencia constituyen el meollo de la doctrina aristotélica sobre el ente; es la clave a la solución del problema del cambio, del movimiento, de la mutación. En ninguna parte prueba esta su teoría de acto y potencia, sino que la aplica, la ejemplifica: por ejemplo el constructor en acto (construyendo o habiendo construido algo) y en potencia (antes de construir algo, pero con la capacidad de hacerlo); la estatua en acto (hecha, de presente, existente), y la estatua en potencia en el mármol, aún no esculpido. Para Aristóteles, pues, entre el ente en sentido estricto, lo que ya es, y la nada, se encuentra el ser en potencia: que aún no es, pero puede llegar a ser.

      La potencia, o el ser en potencia, lo divide en:

  • Potencia activa, es decir, la potencia, capacidad, de hacer o actuar algo (por ejemplo, sentir, entender, etc….); y la

  • Potencia pasiva, es decir, recibir o sufrir algo (por ejemplo, corromperse un organismo, recibir nuevas formas algo…).

      La potencia y el acto son opuestos. Sin embargo, necesariamente relacionados la una con el otro.

      Todo cambio, mutación, movimiento se explica como un paso, un tránsito desde la potencia hasta el acto.

      De lo anterior se sigue la prioridad o prelación del acto respecto de la potencia (Prioridad en el tiempo, lógica y en la sustancia, como dice Aristóteles en su Metaph., IX, 10 49 b 4 – 1050 a 10).

      Con esa teoría Aristóteles responde, por ejemplo, al antiguo planteamiento de Parménides, quien decía, entre muchas otras cosas, que de la nada, nada se hace. Aristóteles respondería que en verdad de la nada, nada se hace, en forma semejante a como del ente en acto, de presente, real, no puede hacerse un ser según lo mismo, puesto que ya está en acto. Sin embargo, puede hacerse algo del ente en potencia: que aún no es, pero que puede llegar a ser.

      El acto y la potencia del ente material tienen nombre en Aristóteles: forma y materia. La materia es el substrato último (o potencia) de los cambios o mutaciones sustanciales. La forma es el principio determinante, informante, que actúa en un determinado modo.

      Para Aristóteles la materia pura, separada de la forma, no puede existir; existe siempre "bajo" alguna forma; aquí "bajo" significa: informada por alguna forma, que se une con ella en la concreta unidad del cuerpo material.

      Para el aristotelismo todas las cosas materiales individuales están compuestas de materia prima y forma sustancial; la materia es un principio de indeterminación (o de potencialidad para ser), de imperfección; en sí misma, para Aristóteles, es incognoscible. La forma es un principio de perfección, de unidad, de determinación. Es lo inteligible.

      A modo de contraste o dimensión interesante, cito que E. Schrödinger, en su obra Ciencia y humanismo, al hacer un largo análisis sobre lo que deba entenderse por materia, especialmente en el examen de las partículas elementales constituyentes del átomo, dice cosas como éstas:

"la materia es una imagen en nuestra mente", "Nuestras concepciones de la materia se han vuelto "mucho menos materialistas" que en la segunda mitad del siglo XIX."… puede afirmarse que la materia ha dejado de ser la cosa sencilla, palpable y áspera situada en el espacio, que se puede seguir cuando se desplaza cualquier porción de ella…       Para concluir después de largo y ameno análisis con que Pero cuando llegamos a las prtículas elementales que constituyen la materia, parece que no hay lugar a concebirlas como formadas por ninguna materia. Es como si fueran forma pura y nada más que forma; lo que se repite una y otra vez en las observaciones sucesivas es esa forma, y no una porción individual de esa materia.       Con lo que resulta que la materia incognoscible de Aristóteles, que conforma el ser material, la sustancia material, para Schrödinger es inexistente, no aparece, después de un racional análisis de la materia, lo que muestra el valor de las reflexiones aristotélicas como teorías y estímulos al más avanzado pensamiento de cualesquiera tiempos posteriores.

  • X. El principio de individuación: Para Aristóteles es la materia, por ser ella el principio de diversificación y multiplicación de la misma específica perfección en los individuos.

      La materia contrae y limita la perfección de la forma; por ello si la forma no se uniera con la materia, sería única, y expresaría así perfectamente y en toda su plenitud su específica perfección.

    XI

  • . Causa eficiente:

      Para explicar el cambio, la mutación o movimiento, se necesita, además de las causas material y formal, la causa eficiente. La cual no necesariamente tiene que ser externa (a un cuerpo, o a un ente que mueve).

      Según Aristóteles, existe movimiento natural de los cuerpos hacia su lugar propio. Por ejemplo, del fuego hacia arriba; de la piedra hacia abajo. La razón de este movimiento es algo interno: a saber, la forma de la cosa. En este caso, coinciden la causa formal y la eficiente. Igualmente ocurre en la situación del alma humana: ésta, en tanto que es forma del cuerpo, es principio del movimiento en el cuerpo y del movimiento del cuerpo. Sin embargo, Aristóteles distingue la causa formal y la eficiente, cuando cabe distinguirlas.

    XII

  • . La causa final: es aquello por cuyo motivo algo se hace; es el fin, la finalidad, el bien que se busca. La causa final es la que ordena a la causa eficiente. Aristóteles afirma una causalidad final externa (ordenada a un bien externo, al bien de otro…), tanto en la acción humana, como en la naturaleza.

      Aristóteles excluye la casualidad, el acaso o destino, en el sentido de que no cabe sostener que el bien sea un efecto de la casualidad, cuando más bien lo es de las tendencias, finalística o teleológicamente dirigidas. En efecto, Aristóteles dice que por el acaso podrían explicarse en la naturaleza esto o aquello (es decir, algunos hechos aislados), pero no aquello que ocurre siempre y en todas partes, lo que demanda necesariamente que haya una tendencia ordenada a eso precisamente.

      Rechaza, asimismo, Aristóteles, una explicación mecanicista del orden, como la propuesta por Demócrito. Concede que algunas cosas las puede explicar el mecanicismo (por circunstancias suficientes). Pero insiste con toda fuerza Aristóteles en la finalidad inmanente, propia, interna a cada ente. Es por esta finalidad que todo ser propende en forma dinámica a la plena realización de su forma.

      Así concebida, la causa final se identifica con la causa eficiente y con la formal; de hecho es una causa formal, la que por su dinamismo intrínseco tiende a la plena realización de su perfección propia, limitada y coartada por la materia.

      Aristóteles sabe distinguir estas tres causas cuando es necesario; sin embargo, hablando en términos generales, se inclina a unirlas en dos: la causa formal y la causa material.

    XIII

  • . La analogía del ente (Metaph. 1.III, IV, BI y XI, c.1-8):

      Toda la metafísica de Aristóteles supone y pone la analogía del ente. La doctrina del acto y la potencia es la base, el fundamento y la explicación.

      Dice Aristóteles que "El término ente tiene varios sentidos" (Metaph. IV. 2, 1003 a 33). Múltiple sentido, es decir, que no se predica en forma unívoca, siempre igual, sino de modo análogo, ello es, en sentido parte igual y parte diverso.

      En efecto, los entes, los seres, participan en diverso grado la perfección del ser, debido a que la potencia, que ha debido actualizarse para la existencia de cada ser, restringe, coarta más o menos el acto, la perfección. O diciendo lo mismo en forma positiva, porque el acto (es decir, el ser, la realidad, en cuanto perfección) es participada más o menos por los diversos entes. De modo que desde la pura materia nos es posible ascender a través de los entes materiales, hasta la vida y aun hasta el Acto Puro que es Dios, según Aristóteles.

      En esta escala se hallan todos los entes, todos los seres: todos son ente, sin embargo la perfección del ser ente se da en diverso grado.

FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA

      Fysiké epistéme: "Deutera philosophia", filosofía segunda (primera es la Metafísica), la filosofía de la naturaleza comprende las ciencias "positivas" (ciencias maturales, "química", biología, psicología) y la filosofía que indaga las razones últimas de los datos de esas ciencias "positivas".

      Sus principios: Según los presocráticos, la "fysis", la naturaleza, es el origen y el supremo principio explicatorio del mundo; de la "fysis" se originan todas las cosas y a ella regresan (¡Por un irracional proceso del acaso y de la ciega necesidad, según algunos!). La fysis era una o varias eternas e inmutables sustancias primitivas.

      Pero según Platón solo el alma puede denominarse y ser principio.

      Aristóteles no dio lugar en su filosofía al alma cósmica. Más bien inventó algo nuevo: distingue entre naturaleza-materia y naturaleza-forma. La primera, es decir, la naturaleza-materia, como principio irracional lo toma de los presocráticos – ya en Platón apareció en su obra Timeo como ciega necesidad. La segunda, es decir, la naturaleza-forma desempeña las funciones y tiene los atributos del alma cósmica platónica, y de esta manera introduce en su filosofía de la naturaleza el espiritualismo y el finalismo de la filosofía de Platón. La naturaleza-forma da a cada cosa una propia índole cualitativa; ella es la que domina ontológicamente cada cosa y también la que determina intrínsecamente los accidentes; la naturaleza-forma no es para Aristóteles un principio subsistente, o una idea platónica o el alma del mundo, sino un principio intrínseco de los entes materiales, el cual puede existir únicamente unido con el individualizante sustrato material, con la materia prima.       Unidad y estabilidad: Para Aristóteles la naturaleza no es solamente un flujo incesante de fenómenos que varían, sino que en la naturaleza hay algo estable y cierta unidad, a saber:

      I- Las sustancias materiales como centros fijos al frente de nuestra razón y como ideas inmutables que nacen en el cambio continuo;       ii- Además, las sustancias están unidas unas a las otras en los procesos y efectos permanentes en el ciclo de transformación de la materia y en la sucesión de las generaciones. Esta unidad de las sustancias, por analogía, se transporta a la naturaleza entera.       El primado de la finalidad: Aristóteles heredó esta idea de finalidad de su maestro Platón y la desarrolló posteriormente, así:

      I- Las ideas son inmanentes a las cosas; por lo tanto la ciencia natural es posible. Estas ideas son, pues, el fundamento posible de la necesidad y universalidad de la ciencia.

     II- Aristóteles busca definiciones (como hicieron Sócrates y Platón), las propiedades esenciales de las cosas; por ello atiende a las propiedades, en los procesos regulares que se le aparecen: la presencia de las sustancias, junto con el orden y perfección material del mundo que se aparece. Este orden y esta perfección se deben a las sustancias que aparecen con regularidad.

Partes: 1, 2
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