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México y China. competencia y Oportunidades (página 2)


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En esta obra se introduce al lector en el fenómeno económico-comercial de nuestros días personificado en el dragón asiático: China. Se trata de mostrar los aspectos más relevantes de China partiendo de su historia reciente, su geografía y sus costumbres, hasta abordar lo más sobresaliente de China en nuestros días: su economía y su actividad comercial abierta al comercio internacional. Se hace mención de los factores que han influido en el éxito de la economía china, sus fortalezas y debilidades y los principales socios comerciales del país asiático.

También se da a conocer la actividad comercial de México, su comercio exterior y en especial su relación bilateral con el gigante asiático. Se visualiza al mercado chino desde la óptica de las oportunidades y competencias para nuestro país y una breve evaluación de riesgos para los empresarios mexicanos que quieran hacer negocios en China.

Se mencionan algunas firmas importantes que están establecidas tanto en México como en China, como precedente de casos de éxito en aquella nación y las más importantes instituciones mexicanas que fomentan, promueven y gestionan la actividad comercial en el exterior.

Es posible también desarrollar alianzas estratégicas entre México y China para exportar a otros países. México puede consolidar su papel estratégico como socio de China, aprovechando su posición geográfica estratégica cercana al mercado de Estados Unidos y su Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la zona de libre comercio más grande del mundo, con más de cuatrocientos millones de personas produciendo bienes y servicios de un valor de más de once billones de dólares.

El contenido de este libro pretende servir como fuente de información sobre el comercio con China para los empresarios mexicanos, mostrando los aspectos más relevantes del mercado chino y de esta forma contribuir a impulsar el crecimiento exportador de la empresa mexicana, principalmente la pequeña y mediana empresa, para que extienda su participación en los mercados globales particularmente el chino- y así incrementar las exportaciones nacionales de bienes y servicios hacia el mercado de mayor crecimiento económico del mundo.

Introducción

En la segunda mitad del siglo XX, un grupo de economías se convirtió en líder mundial. Estos países eran del este de Asia. Japón fue el precursor, seguido por Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea del Sur. China es el último miembro de este club. Como citó Wang Mengkui, un funcionario chino, la emergencia de China como una nación industrial fue "la más profunda transformación en la historia del mundo".

Entre las economías emergentes de las naciones, destacan la República Checa, Irlanda, Polonia, India y China, sobresaliendo entre ellas indudablemente, la del dragón asiático, China.

Igual que en el pasado lo hicieron algunos países, China sorprende con la celeridad con que está transitando de la pobreza y el desaliento a la riqueza y el desarrollo.

La globalización de la economía mundial ha traído como resultado una creciente capacidad individual y empresarial para realizar transacciones comerciales entre individuos y naciones de otras partes del mundo. De este proceso sobresale la liberalización del comercio internacional, la creciente integración de los mercados financieros, la reducción de costos en las comunicaciones y el transporte que ha traído como consecuencia una fragmentación de la población y el desarrollo tecnológico que ha impulsado la transmisión de la información, el movimiento de capitales y el comercio electrónico.

Las características más sobresalientes de la globalización de la economía son la apertura comercial, el reciente intercambio de bienes y servicios -no solo finales, sino también de partes y componentes-, la fragmentación de los procesos productivos, el dinámico crecimiento de la inversión extranjera directa (IED), la integración de los mercados financieros, el avance creciente de las tecnologías de la información y comunicación (TICs) y la reducción en los costos de transporte.

Por otra parte, la incorporación de los diversos países del mundo a la economía global ha acentuado las diferencias en el grado de desarrollo de sus economías. Frente a las grandes ventajas que ofrece la globalización como el impulso generalizado al crecimiento económico y la creación de empleos, la diversificación de la actividad económica y una mayor competitividad del aparato productivo, hay quienes consideran que la globalización ha ocasionado el deterioro del medio ambiente, la pérdida del patrimonio cultural, la homogeneización de la cultura, la pérdida de empleos o la creciente marginación de los países más pobres.

Al margen de esa diversidad de opiniones, la globalización se puede visualizar como un profundo proceso de cambio a escala mundial donde los países en desarrollo pueden aprovecharse de ella para impulsar sus procesos de crecimiento.

Hay evidencias palpables que muestran que las economías que se han incorporado apropiadamente a la economía mundial han crecido más que aquellas que se han mantenido al margen. Para ello, ha sido necesario crear un entorno de negocios adecuado con medidas de política económica para la estabilidad y reformas estructurales e institucionales, así como llevar a cabo reformas en los organismos multilaterales.

Una de las medidas más significativas adoptadas por el gobierno chino fue su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC), a finales de 2001, el cual ha dado un impulso contundente a la modernización de la economía china y a su determinante participación en la economía internacional. Los compromisos adquiridos con la OMC son factores importantes que garantizan una mayor transparencia y certidumbre en el rumbo económico de ese país.

Con sus grandes transformaciones, China se puede definir actualmente como una economía socialista de mercado que presenta rasgos que la convierten en un caso único. El 80% de su producto interno bruto (PIB) es creado por agentes económicos que buscan la maximización de utilidades y que manejan su toma de decisiones por la oferta y la demanda. Al mismo tiempo, predomina una fuerte presencia del Partido Comunista Chino y del gobierno en la conducción de la economía. Otro elemento importante es el papel de las empresas estatales, las cuales poseen la mayor parte de los activos y tienen una gran participación en la actividad económica de China.

Gracias a esa transformación en su economía, algunos países de América Latina, como Argentina, Brasil, Chile y Venezuela, han sacado ventaja del mercado chino al abastecerle de productos básicos como hierro, soya y cobre. En cambio, México ha sido castigado por la competencia china, especialmente en los productos manufacturados que ambos países ofrecen.

Entre 2000 y 2004, mientras los exportadores mexicanos planeaban cómo vender más a Estados Unidos, casi el 34% de las fábricas instaladas en maquilas de México se trasladaron a China, lo que se tradujo en la pérdida de 19% de los empleos en ese sector industrial.

En la rama textil, México perdió 150,000 empleos y en el sector juguetero, unos 15,000. Los empresarios de ambos sectores afirman que 60% de los productos chinos llegan a México de contrabando y a precios imposibles de igualar.

China desplazó a México desde 2002 del segundo lugar entre los exportadores a Estados Unidos. Las exportaciones de México a Estados Unidos sumaron 143,230 millones de dólares entre enero y noviembre de 2004, 25% menos que lo vendido en el mismo periodo por China.

La competencia también se refleja en las importaciones. México le compra a China 17,000 millones de dólares anuales y le vende únicamente 1,100 millones (2005).

La inversión extranjera radicada en China aumentó 83% en los últimos diez años, mientras la de México creció 45%, datos proporcionados en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

La tasa promedio de crecimiento del PIB mundial ha sido 3.4 % mientras el PIB de China es de 9.5 %. En los 80"s los PIB de Asia y de Latinoamérica eran similares; cada uno participaba con más de un tercio del total del PIB mundial en desarrollo. En 2005, la situación cambió drásticamente: Asia participa con dos tercios del total mientras que Latinoamérica sólo participa con menos de dos décimas.

¿A qué se debió ese cambio? En gran parte a las estrategias distintas de desarrollo e inserción en la economía global.

Sin embargo, a pesar de ese handicap, nuestro país todavía tiene mucho terreno por explorar, muchos caminos para incursionar y muchas posibilidades y oportunidades en materia de comercio ante el dragón asiático.

México puede consolidar su papel estratégico como socio de China, aprovechando su posición geográfica excepcional de la vecindad del mercado de Estados Unidos y su Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la zona de libre comercio más grande del mundo, con más de cuatrocientos millones de personas produciendo bienes y servicios de un valor de más de once billones de dólares.

Referencia bibliográfica

"Misión China. De la competencia a la oportunidad"

Federico Plancarte Sánchez

Prefacio: Dr. Miguel Ángel Pérez Guardado, Profesor Investigador, Centro de Investigación en Informática, ITESM, Campus Monterrey, Septiembre 2006

Editorial Edikrea, Guadalajara, Jalisco

 

 

 

Autor:

MC Federico Plancarte Sánchez

Abril de 2010

Partes: 1, 2
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