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El papel del profesional de la salud pública ante los retos del nuevo milenio

Partes: 1, 2

    Publicación original: Colombia Médica, 1998; 29: 97-107 – ISSN 1657-9534, Reproducción autorizada por: Corporación Editora Médica del Valle, Universidad del Valle, Cali, Colombia

    Palabras claves: Salud pública. Perfil profesional. Retos

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    A fin de comprender el futuro es necesario analizar el presente, mirar y recordar el pasado para establecer los retos que tienen los responsables de la salud pública de cara al siglo 21.

    De entrada es importante reconocer que se ha avanzado algo en la salud de la gente tanto en los países desarrollados como en los menos desarrollados. Estos logros en salud entran en la gran dimensión de las causas y efectos del crecimiento poblacional como resultante inmediato de las variaciones que se presentan en las tasas de mortalidad y fecundidad.

    En el año uno de la era cristiana se calcula que existían aproximadamente unos 250 millones de personas que necesitaron un poco más de 1600 años a fin de duplicarse, según estimativos para la segunda mitad del siglo 16, con unos 500 millones de habitantes. En 1900 la cosmonave tierra estaba habitada por 1650 millones de personas, dos mil millones alrededor de 1930, tres mil millones en 1960, cuatro mil millones en 1974, cinco mil millones en 1987, y actualmente somos aproximadamente seis mil millones de terrícolas1.

    Los demógrafos utilizan la teoría de la transición demográfica para explicar este crecimiento e identifican una primera fase que caracterizó a las sociedades preindustriales con lento crecimiento natural resultante de las altas tasas de mortalidad y fecundidad. La segunda fase para las sociedades en transición (principalmente países en desarrollo) que presentan una continuidad en las altas tasas de fecundidad con disminuciones significativas en la mortalidad dando como resultado un rápido crecimiento poblacional. Y una tercera fase que caracteriza a las sociedades modernas con bajas tasas de mortalidad y fecundidad y poco crecimiento de la población.

    Actualmente la población mundial crece en promedio a una tasa de 1.5% por año y agrega aproximadamente unos 86 millones de personas por año. Entre 1990 y 1995 los países en desarrollo crecían a una tasa cercana a 2% mientras que los países más desarrollados lo hacían a 0.4%.

    En la actualidad la esperanza de vida al nacer está por encima de los 75 años en los países desarrollados y 63 en los menos desarrollados. En los países que conforman América Latina y el Caribe el promedio se sitúa alrededor de los 69 años. Hace menos de 40 años los promedios estaban en 67 y 41 años, respectivamente, con ganancias muy aceleradas en la medida en que iba descendiendo la mortalidad especialmente la infantil y en la niñez.

    La mortalidad infantil para los países ricos es del orden de 9 defunciones de niños menores de un año por cada mil nacidos vivos y en los países pobres a pesar de que la cifra es definitivamente muy alta por encima de 60 defunciones, el descenso ha sido muy significativo en los últimos 10 años cuando se encontraban tasas muy por encima de los 120, especialmente en el continente africano. América Latina y el Caribe muestran un promedio de 39 defunciones de niños menores de un año por cada 1000 nacidos vivos en 1997.

    La mortalidad materna sigue siendo una preocupación importante a nivel mundial. Los logros no han sido tan importantes como en otras áreas de la salud pública. Mientras en Estados Unidos por cada 100,000 niños nacidos vivos mueren ocho mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto, en algunos lugares de Africa mueren 900 mujeres. A pesar de que la mortalidad materna en América Latina y el Caribe (180 muertes por cada 100,000 nacidos vivos) es inferior a las tasas calculadas para el resto de países en desarrollo, se puede considerar excesivamente alta si se la compara con la tasa mencionada para nuestro vecino del norte, los Estados Unidos2.

    La epidemiología muestra cómo la viruela que causaba más de 5 millones de defunciones por año, hacia 1950 ha sido erradicada totalmente, y las campañas de vacunación en los países han reducido de modo radical la presencia del sarampión y la poliomielitis de tal manera que en algunos países no se han registrado casos en los últimos años y se han sentado las bases para una posible erradicación completa3.

    Reconocimiento de la presencia de una crisis en la salud pÚblica

    A pesar de los grandes logros en salud y el significativo avance en el proceso de modernización a nivel global, la situación de salud es preocupante en la gran mayoría de los países como fue reconocida en la declaración de la crisis de la salud pública hacia finales de la década de 1980.

    La reunión de expertos realizada en Nueva Orleans en 1990 reconoció la presencia de una crisis en la salud pública de casi todos los países de las Américas y otros de Europa frente a "la incapacidad de la mayoría de las sociedades de promover y proteger su salud en la medida en que sus circunstancias históricas lo requieren"4.

    En efecto, la década de 1980 mostró el resurgimiento de algunos daños de la salud que se creían controlados, como malaria, cólera, dengue, tuberculosis y otras endemias en vía de ser erradicadas del planeta. Hicieron su aparición síndromes como el SIDA, diferentes tipos de virus y otras enfermedades infecciosas. Paralelo a un aumento progresivo de las entidades degenerativas propias del envejecimiento en algunas poblaciones, como los problemas cardiovasculares, el cáncer y un alza significativa en las enfermedades psicosociales como la depresión y la violencia en sus diversas manifestaciones de homicidios, suicidios, y la violencia intrafamiliar. Igual situación se encontró con los accidentes de tránsito, las enfermedades de orígenes ocupacionales y, por supuesto, un franco deterioro del ambiente. El tabaquismo, el alcoholismo y la drogadicción juntos son responsables de un gran número de muertes prematuras.

    Ante estas circunstancias los expertos reconocieron que la crisis en la salud pública tocaba todos sus componentes identificados de la siguiente maner5,6.

    La educación en salud pública.

    La salud pública como ciencia y como arte ha evolucionado progresivamente con marcos teóricos recogidos y utilizados en la definición de paradigmas que orientaron la educación en salud pública por muchos años. Inicialmente la salud pública se enseñaba como una parte de la medicina y en su práctica solamente aparecían los galenos con su formación en los departamentos de medicina preventiva y posteriormente comunitaria. Hoy en día la salud pública se enseña en escuelas o departamentos independientes de las facultades de medicina y con una participación multiprofesional en los diferentes postgrados. En casi todas las Escuelas de los últimos años, los desarrollos de la medicina comunitaria y la definición de la estrategia de atención primaria sirvieron para orientar los curricula en las universidades, sobre todo en la formación de postgrados.

    A pesar del gran desarrollo del marco teórico sobre la salud pública definido en la década de 1980 por los organismos internacionales, la enseñanza de la salud pública tomaba otros caminos que la desviaban del progreso que debería haber alcanzado.

    El enclaustramiento de la enseñanza, las actividades docentes centradas en el profesor y el alejamiento de los servicios de salud dieron como resultado una formación escolástica, intramural y revisionista que, en muchas ocasiones apareció distante de las propias realidades y entornos socioculturales que las mismas escuelas estaban acostumbradas a manejar. Ante estas circunstancias y las reflexiones sobre la enseñanza de la salud pública es necesario continuar los cambios estratégicos y operacionales que den respuestas apropiadas a la formación del salubrista frente a las necesidades de profesionales en el futuro.

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