El problema neuroético del libre albedrío… “…consiste en explicar cómo la concepción socialmente crucial según la cual los seres humanos son individuos libres y responsables puede ser articulada con las concepciones neurocientíficas que tenemos de nosotros mismos y nuestro comportamiento. Cabe preguntarse si es razonable creer en el libre albedrío cuando aquello que experimentamos como una elección libre es el resultado de interacciones electroquímicas en el cerebro y una suerte de programa biológico para la toma de decisiones modelado por la evolución. Por otro lado, las ideas de libre albedrío y de responsabilidad personal funcionan como fundamentos sociales. El libre albedrío es igualmente una característica básica de la experiencia humana, una estructura neuronal fundamental, como el espacio, el tiempo y la causalidad.” Kathinka Evers, Neuroética, Katz, Madrid/ Buenos Aires 2010, p. 16. Cf. también p. 77.
Muchas clases de determinismos Determinismos ha habido de muchas clases, desde el más tradicional de inspiración teológica (estaríamos determinados por el Destino o por los Dioses) hasta otros más recientes basados p. ej. en ciertas interpretaciones mecanicistas (o en clave hegeliana) de la obra de Marx; o en la genética; o en los condicionamientos ambientales; o en el inconsciente psíquico…
Marx en sus momentos malos… …parece fatalista. Releamos por ejemplo la conclusión del capítulo sobre la acumulación primitiva en el libro primero de El Capital: “El monopolio del capital se convierte en un obstáculo para el modo de producción que creció y prosperó con él y bajo sus auspicios. La socialización del trabajo y la centralización de sus resortes materiales llegan a un punto en que ya no pueden mantenerse en su envoltura capitalista. Esta envoltura vuela en pedazos. Termina la hora de la propiedad capitalista. (…) La producción capitalista engendra su propia negación con la fatalidad que preside a las metamorfosis de la naturaleza.” Citado por Michael Löwy en Ecosocialismo, El Colectivo/ Ediciones Herramienta, Buenos Aires 2011, p. 71.
Determinismo físico-natural El determinismo físico-natural consiste en la tesis de que “en cada momento dado hay exactamente un único futuro físicamente posible”. Peter van Inwagen, An Essay on Free Will, Clarendon Press, Oxford 1983, p. 3.
El determinismo mecanicista de Laplace El físico y matemático francés Pierre-Simon Laplace ofreció una imagen sencilla, vívida y perdurable del determinismo: “Si hubiera un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones respectivas de los seres que la integran, y fuera lo bastante vasto como para someter todos sus datos a análisis, podría condensar en una sencilla fórmula el movimiento tanto de los principales cuerpos del universo como el de sus átomos más pequeños; para un intelecto así no podría haber nada incierto; y el futuro estaría tan presente ante sus ojos como el pasado” (Laplace, 1814).
El demonio de Laplace Este intelecto omnisciente suele conocerse como el demonio de Laplace. Una parte de nuestro temor al determinismo ¿no surge de ponernos imaginariamente en el lugar de ese hipotético demonio? Pero se trata de un intelecto infinito y exterior al universo; mientras que nosotros somos seres finitos dentro del universo, de manera que en realidad nunca podríamos estar en su lugar. Dicho de otra forma, cada usuario finito de información tiene un horizonte epistémico: no lo sabe todo del mundo que habita. Esa ignorancia insuperable garantiza que tengamos un futuro subjetivamente abierto. Lo cual no está mal…
Determinismo no significa predecibilidad En el mundo de Newton y Laplace, determinismo significaba predecibilidad. Pero en el siglo XX hemos visto el error de esa concepción: determinismo no significa predecibilidad (cf. toda nuestra reflexión a partir de las dificultades de predicción del tiempo meteorológico en el ppt sobre azar y contingencia).
Los demonios laplacianos no pueden existir Y por añadidura, sabemos –desde mediados del siglo XIX– que el ideal laplaciano de conocimiento absoluto de la realidad es inaccesible. La termodinámica de Carnot y Boltzmann sólo puede ser estadística: no puede predecirse el devenir de una partícula precisa; sí que puede calcularse el devenir de un conjunto lo bastante numeroso de partículas… Luego, en el primer tercio del siglo XX, la física cuántica sistematizó este recurso al razonamiento probabilista. Cf. Albert Jacquard, Éste es el tiempo del mundo finito, Acento, Madrid 1994, p. 47 y ss.
En el mundo micro (o más bien nano) de la física cuántica… En el singular mundo de los cuantos hay hechos incausados, acontecimientos microfísicos que pasan “porque sí”. Un sistema puede hallarse en el mismo estado que otro, y sin embargo en uno de ellos producirse determinado suceso cuántico, y en el otro no. La física cuántica les asigna una probabilidad; pero no puede determinar –a partir de las condiciones existentes en un momento dado– si tal suceso se producirá o no en un futuro inmediato. Por tanto, el determinismo físico-natural no funciona en ese nivel cuántico de la realidad.
Pero esto no mejora la situación para el agente moral Ahora bien: esto introduce ciertamente un elemento de azar en el mundo, pero –como observa Simon Blackburn– no un elemento de control consciente por parte de ningún agente, ni de responsabilidad. “Pensemos en el sistema neurofisiológico formado por nuestro cerebro y nuestro cuerpo. Todo sucede de acuerdo con una causa. Si a un nivel microfísico se producen a veces cambios al azar, difícilmente se nos puede considerar responsables de los cambios que se hayan producido a consecuencia de ellos.”
El dilema del determinismo “No podemos controlar los saltos de los electrones. (…) Introducir el accidente en nuestro cerebro no nos convierte en responsables. El indeterminismo físico convierte la responsabilidad y la ética de la culpa en algo todavía más escurridizo. Es lo que se conoce como el dilema del determinismo. Si el determinismo se sostiene, perdemos nuestra libertad y responsabilidad. Si no se sostiene, ya que algunos sucesos ‘pasan porque sí’, perdemos igualmente nuestra libertad y nuestra responsabilidad. El azar es tan ciego como la necesidad.” Simon Blackburn, Pensar, Paidos, Barcelona 2001, p. 94.
El miedo al determinismo La pregunta entonces es: ¿hay libertad humana, más allá del azar y la necesidad? El gran temor: si el mundo es como la ciencia moderna nos dice que es, ¿no hay lugar en él para nuestros empeños y aspiraciones, para la libertad humana? Quizá –por lo que vamos viendo y vamos a ver– se trate de un temor infundado.
El miedo a la libertad Los filósofos como Immanuel Kant o Isaiah Berlin cifrando en la facultad de tomar decisiones libres la esencia de lo humano… …y nuestra pasión por desprendernos del fardo de la libertad. Un artículo de prensa: “Desde su nacimiento oficial, hace más de una década, Internet ha facilitado la vida de mucha gente. Ha simplificado la comunicación interpersonal. Ha acumulado, organizado y distribuido una ingente cantidad de información. Ha cambiado hábitos de compra, viaje y lectura. Ahora, por fin, puede incluso evitar el tener que pensar y tomar decisiones.”
Hunch.com “Para aquellas personas para las que decidirse es una tortura, para los que nunca saben cuál será la mejor opción, para todos los dubitativos del mundo: ha llegado Hunch.com, una página web que toma las decisiones por el internauta. Con menos de diez preguntas, puede ayudar en miles de situaciones críticas en la vida como qué carrera estudiar, qué comer para cenar o a qué país mudarse. En su base de datos hay decisiones sobre 2.400 asuntos. ‘Hunch funciona con una serie de algoritmos que seleccionan preguntas que llevan a las respuestas más acertadas; otros que seleccionan las respuestas sobre la base de lo que el sistema ya conoce, y una última clase que determina qué nivel y qué tipo de gustos deberían condicionar cada resultado a partir de la información que el usuario le da al sitio web’, explica la creadora de este sitio, Caterina Fake, fundadora del sitio de alojamiento fotográfico Flickr, en un correo electrónico.” David Alandete, “Internet para indecisos. Una 'web' estadounidense resuelve a los usuarios todo tipo de dilemas cotidianos”, El País, 29 de junio de 2009.
Epicuro, crítico de quienes dimiten de la libertad humana El tema sartreano de la mauvaise foi (mala fe) está formulado nítidamente, hace más de 2.300 años, por Epicuro. En el libro XXV de Sobre la naturaleza –magna obra recuperada parcialmente a partir de los restos carbonizados de los papiros hallados en la biblioteca de Filodemo de Herculano— el filósofo ateniense, materialista pero no determinista, critica el determinismo mecanicista de Demócrito (su “mala fe” que dimite de la libertad humana): “Los primeros hombres en dar adecuadamente cuenta de las causas (…), aunque en muchas cuestiones aliviaron grandes problemas, hicieron la vista gorda sobre sí mismos con el fin de achacarle todo a la necesidad y al accidente”. Citado por John Bellamy Foster, La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza, Libros de El Viejo Topo, Barcelona 2004, p. 97.
Tocqueville, análogamente “La providencia no ha creado al género humano ni enteramente independiente ni del todo esclavo. Traza, es verdad, alrededor de cada hombre un círculo fatal del que no puede salir, pero dentro de esos vastos límites es poderoso y libre, y lo mismo sucede con los pueblos.” La democracia en América, II, Aguilar, Madrid 1989, p. 392.
Pero ¿de verdad es tan terrible la causalidad físico-natural? Esperanza en que las leyes de la naturaleza no sean deterministas, desde Epicuro hasta hoy. El problema es que la solución de Epicuro (el clinamen de los átomos, vale decir: su desviación azarosa) no nos sirve de mucho… (Por cierto que el poeta argentino Roberto Juarroz nos proporciona una hermosa interpretación contemporánea del tema del clinamen: “Hay que caer y no se puede elegir donde./ Pero hay cierta forma del viento en los cabellos,/ cierta pausa del golpe,/ cierta esquina del brazo,/ que podemos torcer mientras caemos.”)
Una actualización de la estrategia epicúrea: apelar al indeterminismo cuántico. Como ya antes observamos, tampoco lleva lejos: ¿cómo relacionar el indeterminismo a escala subatómica con el ejercicio de la libertad humana? Pero ¿son tan terribles las leyes de la naturaleza para la libertad y la responsabilidad humanas? ¿De verdad eliminaría la causalidad el espacio de la libertad y la responsabilidad humana?
Naturalismo en filosofía y epistemología El naturalismo es la idea de que las investigaciones filosóficas no son superiores ni previas a las investigaciones de las ciencias naturales (y sociales), sino que van asociadas a dichos proyectos. El trabajo de los filósofos es más bien clarificar y tratar de unificar las perspectivas contrapuestas en una visión unificada del universo. Ha de producirse constantemente una crítica recíproca, bien informada y constructiva, entre ciencia y filosofía. Cf. Daniel C. Dennett, La evolución de la libertad, Paidos, Barcelona 2004, p. 30. Ésta era también la perspectiva de Manuel Sacristán… Mi propia perspectiva –dicho sea de paso–: naturalista, sistémica y evolucionista.
Compatibilismo En algunos pensadores contemporáneos, que son naturalistas filosóficos, se defiende el compatibilismo: la idea de que la libertad humana y la causalidad físico-natural son compatibles (quizá porque se trata, por decirlo así, de diferentes niveles de descripción de los mismos fenómenos). Cf. el excelente libro de Daniel C. Dennett, La evolución de la libertad, Paidos, Barcelona 2004. “El naturalismo no es ningún enemigo de la libertad; ofrece una explicación positiva de la libertad que da mejor respuesta a sus puntos oscuros que aquellas explicaciones que tratan de protegerla de las garras de la ciencia con una ‘oscura y miedosa metafísica’ (en la acertada frase de P.F. Strawson).” Dennett, op. cit., p. 31.
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