El problema de los caudillos, la guerra y las clases populares en la construcción de la Nación Colombiana
Enviado por anabella1_29
A lo largo de la historia de Colombia, la guerra ha sido un elemento constante en el que se ve envuelta la sociedad, por ser el medio a través del cual se buscaba y aun se busca la hegemonización de un proyecto de Nación.
Es importante tener esto en cuenta ya que en ello se pueden obtener las respuestas de los patrones violentos que se han hecho intrínsecos a nuestra sociedad, que además se ven complementados con otros factores que Carlos Alberto Patiño Villa identifica, como son "los relatos que los intelectuales y los medios de comunicación han creado de los colombianos"
Las masas populares en Colombia, históricamente han sido manejadas por caudillos y gamonales a través de redes clientelistas.
Esto ha generado un patrón particular en la sociedad colombiana, especialmente en los sectores rurales, que es el hecho de que la guerra se convierta en un fin para estos sectores en tanto que su participación no está vinculada a la defensa de una ideología particular que esté en relación directa con sus intereses.
Durante el siglo XIX esto se veía agravado por la inexistencia de una conciencia de clase en los sectores populares, que les permitiera articular reclamos como actor político. Fals Borda explica esto –por lo menos para el caso de la costa caribe- por la tendencia, enmarcada dentro del contexto cultural de las clases populares costeñas, de aferrarse a la "praxis original que regula el intercambio material de la especie humana con su medio natural" es decir que las clases populares tenían una visión mas inmediata de la vida y de las cosas.
No se quiere decir con ello que no les interesaran los debates sobre federalismo y centralismo, si no que estos se hallaban en segundo plano.
Las elites colombianas del siglo XIX plantearon diversos proyectos nacionales basados en las observaciones, que los políticos colombianos hacían de las instituciones y modelos republicanos en Europa.
El problema principal de estos proyectos radicaba en su tendencia marcadamente excluyente que aunque intentaban amoldar lo europeo a la realidad nacional no tenían pretensiones firmes de alterar el status quo en lo tocante a abrir posibilidades reales para la movilización social de las clases populares ni aun durante el periodo liberal radical.
Una de las principales razones por las cuales ciertos sectores de las elites eran tan reticentes a los cambios en las estructuras sociales, es que sea como sea se estaban beneficiando del al situación y cualquier cambio representaba una posibilidad de movimiento en la pirámide social, lo que significaría una amenaza a la situación de aquellos que ocupaban los puestos privilegiados de la sociedad.
En la defensa de sus intereses encarnados en los diferentes proyectos de nación, los diversos sectores buscaron en muchas ocasiones imponer estos a través de la fuerza, desatando guerras tanto a niveles regionales como nacionales, a las que se veían arrastrados los sectores populares siguiendo a los caudillos.
Es determinante entonces para la sociedad colombiana del los siglos XIX, XX hasta la actualidad, la tradición clientelista que subsiste desde la colonia.
El clientelismo se sustenta en relaciones de lealtades incondicionales de tipo personal que consisten en vinculaciones por patronazgo y/o compadrazgo que obligan, por lealtad, a acompañar a un caudillo en guerra y a servirle en paz.
Es esa relación basada en lealtades personales la que determina la cohesión de los ejércitos en las diputas.
Esto generó otra de las situaciones muy especificas de la sociedad colombiana como es el hecho de que "a diferencia de México, Argentina, Chile o Brasil, no ha existido un lenguaje, una imagen o una historia "nacional", en la dirección de indicar un elemento cohesivo, identitario, e incluso fundador de las biografías de los individuos como miembros específicos de la nación por encima de un paralelo anti-institucional o regional, que en la mayoría de los casos sigue funcionando como el elemento clave del reconocimiento social, político, e incluso económico".
Es así como los caudillos logran el tan preponderante papel que desarrollaron a lo largo del siglo XIX en los planos político y económico a nivel nacional.
Esto lo explica Diego Bautista Urbaneja así "cada caudillo esta en el vértice de la pirámide, siendo la base su clientela personal; esta clientela obedece sólo a un caudillo, quien puede llegar a acuerdos o negociaciones con otros pero ello no implica que sus huestes obedezcan o se plieguen a los requerimientos de otro jefe, ya que se trata de relaciones de poder intransitivas".
El caudillismo es un fenómeno de dominación propio del siglo XIX, que aparece para llenar los vacíos de poder que quedaron en los países latinoamericanos después de las luchas independentistas.
Se hallaba sustentado en la creencia de que los mecanismos democráticos adoptados en la teoría, no podían funcionar en la práctica.
El terreno para el desarrollo de este fenómeno estaba abonado desde la colonia, por que dentro de la burocracia colonial también eran llevadas a cabo prácticas clientelistas, además la estructura burocrática no alcanzaba a llegar a todas las áreas que formalmente pertenecían a la corona.
Aunque no existe una definición precisa de que es un caudillo existen algunos factores que diferentes estudiosos del tema han identificado y que por lo general lo define como un jefe regional con poder militar y económico que fundamenta sus relaciones personales en el uso de redes clientelistas que le permitan alcanzar unos fines determinados y cuyo accionar puede tener repercusiones de alcance nacional.
Estas características son muy parecidas a las de los caciques o gamonales, los que tiende a generar confusión sobre algunos aspectos.
La mayor confusión se presenta en lo relativo al área de influencia de estos lideres, mientras que algunos autores como John Lynch, consideran de acuerdo al contexto que los caudillos por lo general carecen de visión nacional (para el caso de Venezuela por ejemplo), y otras logran alcanzar este tipo de visión en relación directa con sus intereses (caso argentino con Rosas), algunos otros autores, como Fernando Díaz Díaz consideran que hay que hacer una separación entre dos tipos de lideres de acuerdo al alcance de sus acciones y que serian los caudillos y los gamonales o caciques, por que "el concepto ha sido utilizado de manera indiscriminada para caracterizar los más disímiles liderazgos y las más diversas situaciones y procesos históricos"
Los autores que utilizan esta separación ven tres características fundamentales que diferencian a los caudillos de los caciques: mientras que los caudillos son de alcance nacional, su poder es de carácter carismático con tendencia a convertirse en legal y pertenecen la elite, los caciques son de carácter meramente local, cuanto mas regional, su poder es carismático pero tradicional y su procedencia social es popular aunque logren ascenso.
Uno de los móviles que determinan el proceder de los caudillos, son los intereses personales de estos. Cuando los caudillos se involucraban en las luchas lo hacían por que sus intereses de una u otra forma se estaban viendo afectados o porque algo podía favorecerlo, en ese sentido los planteamientos de Fernando Díaz Díaz en relación a que los caudillos buscaban cambios sociales, debe referirse a casos muy precisos para no caer en generalizaciones erróneas porque en muchos otros casos "aunque a primera vista los caudillos rurales se identificaban, en cuanto a las costumbre y estilos de vida, en realidad eran tan reacios a la participación de las masas en el poder como los "doctores" de las ciudades"
Pero no solo los caudillos usaban a las masas, estas veían también la posibilidad de obtener beneficios, es una relación utilitarista de parte y parte. La diferencia fundamental radicaba entonces la visión que sobre la guerra tenían los caudillos y las masas en Colombia. Mientras que los primeros veían la guerra como una situación temporal tendiente a la búsqueda por medios violentos de cambios políticos, sociales o económicos, los sectores populares la asumían como forma de vida, primero por tener una visión mas corta espacio-temporalmente hablando en relación con estos cambios, y segundo por que mirando la trayectoria histórica del país puede notarse que en el siglo XIX existen abundantes y seguidos periodos de guerra que versaban sobre la misma cuestión, es decir sobre los proyectos nacionalistas, lo que nos lleva a deducir que en los periodos que podríamos llamar entreguerras la tensión se mantenía, haciendo que si bien no se presentaran combates, se mantuvieran los antagonismos entre las clientelas de los caudillos, promovidos por estos mismos.
Como vemos, la relación de los caudillos con los sectores populares, sus intereses y cosmovisiones diferentes sobre la guerra y dentro de ella, han generado en Colombia procesos que han contribuido al no establecimiento de un proyecto de nación, esta relación aunque estrecha no ha sido profundizada en los estudios que tratan estos fenómenos en Colombia. Este es un intento por entender el problema de cómo se vinculan tanto las clases populares como las elites dentro de la dinámica de la guerra y de cómo esta a su vez, al no haber sido concluyente en relación con el cambio político-social, en ninguno de los momentos de la historia de Colombia, ha de determinado la no hegemonización de un proyecto nacional.
CARTAGENA, 2004
Por:
NANCY ROCIO CORREA MOSQUERA*