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Control integrado contra la garrapata (B. microplus)


    1. Resumen
    2. Control de las garrapatas
    3. Control químico
    4. Control biológico
    5. Control genético
    6. Control físico o natural
    7. Manejo integrado
    8. Conclusiones
    9. Referencias Bibliográficas

    Resumen.

    Las garrapatas son los parásitos externos que más perjuicios causan en la producción ganadera. Entre los principales daños que producen en los animales se hallan: debilidad, irritación, merma en la producción de leche, carne y cuero; además de constituir transmisores de importantes enfermedades como la Babesiosis y la Anaplasmosis.

    Las pérdidas económicas reportadas son cuantiosas, se estima que el costo de producción ganadera alcanza entre 100 – 150 millones de dólares por año, que incluyen gastos en acaricidas químicos y medicamentos para el control de las hemoparasitosis.

    El control tradicional de garrapatas mediante compuestos químicos, además de ser una estrategia costosa, conlleva riesgos de contaminación ambiental, genera residuos en los productos de origen animal, puede propiciar inestabilidad enzootica y favorece el desarrollo de quimiorresistencia. Resulta necesario establecer métodos alternativos de lucha que combinen el empleo de sustancias químicas, la correcta utilización de un esquema de inmunización, empleando vacunas con acción reconocida, la explotación de razas o cruces más resistentes a la parasitación por garrapatas, siendo necesario además un correcto manejo de pastizales y animales.

    El empleo de una lucha integrada contra las garrapatas brinda un control más efectivo y duradero, alarga el intervalo entre baños, reduce el empleo de sustancias acaricidas y por consiguiente disminuye el gasto invertido en ellas, al tiempo que prolonga la vida útil de los compuestos acaricidas; además de restringir el volumen de residuos químicos que se vierten al medio.

    Palabras claves: Boophilus microplus, garrapatas, ectoparásitos del bovino, acaricidas, vacunas, control integrado.

    Introducción.

    Las garrapatas son ácaros cosmopolitas, ectoparásitos temporales obligados de reptiles, aves o mamíferos. Por su tamaño resultan observables a simple vista. Las especies conocidas no alcanzan el millar, se dividen en dos familias: Ixodidae (garrapatas duras) y Argasidae (garrapatas blandas),(Quiroz, 1999).

    Para completar su ciclo de vida, estos ectoparásitos se alimentan de sangre, absorbiendo de 1 a 3 ml durante su vida parasitaria. Sus picaduras provocan irritación lo que determina molestias, interfiriendo con la alimentación del animal. Los daños provocados en la piel constituyen puertas de entrada para enfermedades bacterianas o fúngicas y otras parasitosis, que como miasis pueden ocasionar grandes pérdidas en el vacuno (Cardozo y Franchi, 1995).

    El parásito causa irritación, debilidad y pérdidas en la producción de cuero, carne y leche, debido a infestaciones moderadas y severas (Redondo et al, 1999). Este parásito transmite enfermedades como la Babesiosis, Anaplasmosis, Theileriosis, rickettsiosis o toxicosis transmitidas por distintos géneros de garrapatas en diferentes regiones del mundo (Rodríguez et al, 1995; Quiroz, 1999).

    Se considera que en el mundo las garrapatas son los parásitos externos que más pérdidas económicas ocasionan en la producción ganadera.

    Entre las principales consecuencias que sufre el ganado está la merma en la producción de leche y carne, por ejemplo durante el año 1982 en Brasil se produjo una pérdida de 5 millones de cabezas de ganado, 75 millones de kilogramos de carne y 1,5 billones de litros de leche; alrededor de 5 millones de dólares por daños secundarios y 25 millones de dólares en acaricidas químicos para el control de las infestaciones de garrapatas (Hors, 1988). El costo de producción ganadera se estima en un valor entre 100 – 150 millones de dólares por año (Willadsen et al, 1988; Kemp, 2003).

    El método de control tradicional mediante el uso de acaricidas químicos ha sido parcialmente exitoso, ya que el mismo trae aparejado serios problemas de contaminación de la carne y la leche, así como del medio ambiente.

    Además, en los últimos años se ha reportado la aparición de poblaciones de garrapatas resistentes a estos productos, lo cual contribuye a elevar el costo de aplicación del mismo (Nari, 2003 y Neri, 2003). Situación esta que conllevó a la búsqueda de alternativas tales como el desarrollo de vacunas recombinantes. En la actualidad las vacunas que han demostrado mayor efectividad en el control de estos parásitos son: Gavac TM (Vargas et al, 2005a) y más recientemente la TicKvac MK (Betancourt et al, 2004).

    Los beneficios económicos que reporta su control están en dependencia de una efectiva estrategia de control integral, donde se combine el uso racional y comprobado de los productos garrapaticidas, los efectos de la vacunación (Redondo et al, 1999), y adecuado manejo de los pastizales (Parra et al, 1999).

    II – Desarrollo.

    2 – Control de las garrapatas.

    Múltiples han sido los métodos que se han empleado para el control de las garrapatas, clasificándose en métodos químicos, biológicos, genéticos y naturales.

    2.1 – Control químico.

    El uso de productos acaricidas que matan a la garrapata en la etapa de vida parasitaria es el medio de lucha más difundido en el mundo. Está basado en el conocimiento del ciclo biológico del parásito y tratar de evitar que las formas parasitarias lleguen al estado de teleógina, previniendo su caída al suelo, y de esa manera evitar que haya reinfectación de la pastura por larvas.

    El ciclo biológico en el vacuno se completa en un periodo promedio de 22 a 23 días. Teóricamente, utilizando una acaricida eficaz (99%) cada 21 días, evitaríamos la presencia del B.microplus con capacidad reproductiva, logrando un control adecuado con tratamientos de rutina (Cardozo y Franchi, 1995).

    Sin embargo la aplicación de estos baños busca controlar directamente sobre el animal la población de ectoparásitos, teniendo en cuenta que la erradicación del ácaro no es el objetivo primordial de esta actividad, sino el mantenimiento de la estabilidad enzoótica para hemoparásitos. Por esta razón no se debe pretender que los bovinos permanezcan completamente libres de garrapatas sino más bien tratar de mantener en niveles bajos su presentación (Rivera, 1996).

    La escogencia del producto a utilizar debe tener en cuenta el principio activo, tanto del baño que se empleó anteriormente como del nuevo; esto es necesario para realizar una adecuada rotación de compuestos, en forma tal que no se incurra en la sobreutilización o subutilización de un producto. Se recomienda cambiar de principio activo cada cierto período de tiempo (de 4 a 6 meses).

    El aumento del número de baños conlleva a un aumento de la presión de selección, sobreviviendo los individuos más resistentes, obligando a utilizar concentraciones cada vez más altas. Mientras que si la concentración es inferior a la dosis efectiva, permite que el ectoparásito desarrolle mecanismos de quimiorresistencia hacia dicha sustancia (Parra et al, 1999).

    Los productos más empleados son líquidos concentrados que contienen un principio activo contra el parásito pero que además tienen en su fórmula sustancias emulsionantes, solventes y humectantes que juegan un rol muy importante en la calidad del producto. Los principios activos más usados en la lucha contra las garrapatas han sido: organoclorados, organofosforados, carbamatos, amidinas y piretroides sintéticos (Rivera, 1996; Alfonso Guerra et al, 2005).

    Compuestos clorinados: son estimulantes del SNC, produciendo manisfestaciones neuromusculares. Las sustancias activas son Aldrín, Hexacloruro de benceno, Clordano, Dieldrín, Endrín, Heptaclor, Metoxiclor, Toxafeno, DDT y HCH/lindano (Encinas et al, 1999).

    Organofosforados: se caracterizan por inhibir la actividad de la colinesterasa, produciendo exceso de estímulo colinérgico de tipo muscarínico, nicotínico y central (Parra et al, 1999). Los organofosforados son lipofílicos se absorben a través de la piel y se acumulan en tejido adiposo donde son liberados lentamente a la sangre y otros líquidos fisiológicos (leche), por acumulación pueden dar origen a un estado de envenenamiento crónico, motivo por lo que su uso es restringido.

    A pesar de su estabilidad sobre el pelo, lana y piel, solo tienen una permanencia de 4 a 8 días al ser absorbidos por la piel o por otras causas. Los medicamentos de mayor uso en este grupo son: Azinfosmetilo, Carbofenatión, Clorfenvinfós, Clorpirifós, Coumafós, Diazinón, Diclorvós, Dioxatión, Feniltrotion, Fentión, Fosmet, Foxim, Malatión, Paratión, Tiofós y Triclorfón (Encinas et al, 1999).

    Carbamatos: actúan similar a los organofosforados inhibiendo la colinesterasa. Los principios activos más conocidos son: Carbaril, Carbofurán, Metonilo y Propoxur (Encinas et al, 1999).

    Piretroides: provocan un bloqueo de la actividad motriz o bien por la producción de excitabilidad, incoordinación de movimientos, irritabilidad, parálisis, letargo y muerte.

    Entre los fármacos más frecuentes en este grupo se hallan: Alletrina, Cihalotrina, Cipermetrina, Deltametrina, Fenvalerato, Fenotrín, Flucitrinato, Flumetrina, Permetrina y Resmetrina. Estos compuestos tienen efectos residuales importantes (Encinas et al, 1999).

    Formamidinas: ocasionan la muerte del ectoparásito por inhibición de la monoaminooxidasa, sus dianas más importantes son los receptores de la optopamina. El producto de mayor uso es el Amitraz (Parra et al, 1999).

    Según Encinas et al, (1999) los componentes anteriores son neurotóxicos. Sus dianas más importantes son los canales axonales del sodio (DDT y piretrinas), la acetilcolinesterasa (organofosforados y carbamatos), los receptores de la optopamina (formamidinas), y los receptores del GABA (HCH).

    Otros compuestos químicos utilizados han sido los benzolifenilúreas: la mayor parte de los representantes de este grupo son altamente eficaces contra los insectos pero no contra las garrapatas (Parra et al, 1999). Las sustancias con acción sobre estos ectoparásitos como el Fluazurón, se caracterizan por interferir principalmente en la formación de la quitina, impidiendo la formación de la cutícula del parásito, considerándose inhibidores de las mudas y del crecimiento (Ortiz y Franco, 2005). Por otro lado estas sustancias intervienen en el funcionamiento de las glándulas salivales, afectando la nutrición de los diversos estadios. Las células excretoras también se ven afectadas, ocasionando desequilibrios en la hemolinfa (Parra et al, 1999).

    La reducción progresiva del volumen de acaricida utilizado es posible mediante la utilización de acaricidas de acción sistémica administrados por vía oral o subcutánea (Ortiz y Franco, 2005). Entre los garrapaticidas sistémicos encontramos los derivados de las lactonas macrocíclicas, los cuales han demostrado tener acción sobre garrapatas de uno y tres hospederos.

    La Ivermectina es uno de estos compuestos que aplicado a 200 microgramos/Kg en inyección SC controla las garrapatas (Ortiz y Franco, 2005). Otros derivados de la Ivermectina, como moxidectin y doramectina, están siendo desarrollados con buenas perspectivas para su uso como garrapaticida (Rodríguez, 2002).

    El Closantel (5 mg/Kg) también se ha empleado como garrapaticida y demostró eficaz protección sobre formas inmaduras de B.microplus y reducción en la eclosión de los huevos de hembras tratadas. Ofrece además, buena protección vía SC (6 semanas para Amblyomma) y por vía oral a igual dosis a los parásitos presentes en el animal el día tratamiento (Encinas et al, 1999).

    El principal problema del uso de las sustancias qu{imicas contra las garrapatas es la aparición de resistencia a los acaricidas y la reaparición del parásito en zonas ya limpias, situación que dificulta las campañas de lucha (Cardozo y Franchi, 1995).

    La resistencia desarrollada por garrapatas se ha manifestado frente a casi todos los grupos químicos utilizados en su control; esto ha ocurrido preferentemente en áreas donde la utilización de acaricidas ha sido más sistemática (Betancourt et al, 2004). Este fenómeno crea la necesidad de realizar investigaciones epidemiológicas determinando la dinámica de la población del parásito a través de conteos de garrapatas y estudios ecológicos; así como la búsqueda de nuevas alternativas de control (Parra et al, 1999).

    La resistencia en la garrapata común del ganado bovino, B. microplus, ha sido reportada por primera vez en Australia en el año 1937, en Sudáfrica en el año 1938, en 1947 en Argentina y en Brasil en 1950. Una cepa de garrapata aumenta su resistencia cuando por presiones de baño sobreviven los individuos portadores de los alelos resistentes.

    Esta selección estará determinada por: la frecuencia de los baños y la concentración de los acaricidas. La resistencia se establece en una población debido a una mutación y puede ocurrir aún antes de que exista presión por el acaricida. Luego se desarrolla por la presión de los baños, para hacer emergencia cuando la frecuencia de homocigotos resistentes es importante, haciéndose visible a campo cuando supera el 10 % (Cardozo y Franchi, 1995).

    La frecuencia con que ha aparecido la resistencia de B. microplus a muchos grupos de acaricidas, ha hecho pensar que se ha llegado a un momento crítico, en donde hay que prever la resistencia de las garrapatas a los 5 o 10 años de la primera aplicación de cualquier nuevo tipo de acaricida (Parra et al, 1999).

    Esta realidad y el hecho de que el desarrollo de nuevos acaricidas es cada vez más complicado y costoso, resulta imperioso contar con estudios que permitan alargar al máximo su vida útil. El buen uso de los productos para baños acaricidas es importante pues en el lapso que va entre su aparición en el mercado y el desarrollo de resistencia del parásito es cada vez menor con los nuevos productos (Betancourt et al, 2004).

    Una vía para reducir el número de baños consiste en aplicar el concepto de baño estratégico, que consiste en bañar según el criterio de Intensidad de Invasión (I.I); para lo cual se determina la I.I al 30 % de la masa y se halla la I.I promedio, si este valor resulta igual o mayor que 10, entonces se decide bañar (Polanco, 2001).

    2.2 – Control biológico.

    La disponibilidad de productos químicos para el control de garrapatas es cada vez menor debido a los altos costos de desarrollo y a la aparición de problemas de resistencia que los deja fuera del mercado. Se hace necesario el correcto uso de los acaricidas disponibles para prolongar su vida útil (Rivera, 1996). Dicha situación, sumado al impacto ambiental que conlleva la eliminación de estos productos al medio, resultó necesario el desarrollo de nuevos métodos de control, destacándose el empleo de vacunas recombinantes contra las garrapatas.

    El desarrollo de vacunas contra la garrapata B. microplus fue reportado por primera vez en Australia donde la proteína BM86, aislada del intestino del a garrapata, fue recombinada en Escherichia coli y llevada a escala mundial bajo los nombres de Tick Gard ® (Rand et al, 1989).

    Este antígeno permanece en forma natural "oculto" al sistema inmunológico del animal, o sea, no juegan ningún papel en la interacción hospedero-parásito para inducir de forma artificial la inmunidad del hospedero (Willansed y Kemp, 1988).

    Según Rodríguez (2000), la ventaja de usar antígenos ocultos está en evitar los principales mecanismos de evasión parasitaria de la respuesta inmune. La falta de contacto entre los antígenos ocultos y el sistema inmunológico permite que los parásitos no desarrollen estrategias para escapar a la acción de una repuesta contra ellos, esto los hace especialmente atractivos para el diseño de vacunas contra ectoparásitos (Rodríguez, 2000).

    Posteriormente, investigadores cubanos, empleando básicamente la misma tecnología, pero recombinando la proteína en la levadura Pichia pastoris, produjeron una vacuna denominada Gavac ® (CIGB, Cuba), la cual tiene registro para su aplicación en varios países de Latinoamérica como Colombia, Bolivia, Brasil, México, además de encontrarse en fase de registro en otros países de la región (Valdés et al, 2005).

    Los anticuerpos específicos contra éste antígeno que se obtienen en los animales vacunados, junto con otros componentes como el complemento, son ingeridos por las garrapatas junto con la sangre; esto favorece que los anticuerpos se unan al antígeno provocando el daño intestinal y el paso de las sustancias a la hemolinfa del parásito. Ello resulta finalmente en la reducción del número de garrapatas que completan el ciclo biológico y se afecta la fertilidad de los parásitos resultantes.

    Por lo tanto el resultado fundamental de este inmunógeno no será la muerte directa de la garrapata en una sola generación, sino el control progresivo del número de garrapatas en generaciones sucesivas mediante la reducción de la capacidad reproductiva de éstos parásitos (Valdés et al, 2005).

    El inmunógeno Gavac es utilizado en Cuba para el control de la garrapata B.microplus en el ganado bovino. El esquema de aplicación involucra una prima inmunización en las semanas 0, 4 y 7, con revacunaciones cada 6 meses. En los rebaños que pierden el esquema de inmunización por diversas razones se requiere, por recomendación de los fabricantes, el reinicio de la inmunización con una prima inmunización de tres dosis. Cada dosis vacunal lo constituye 2 ml de Gavac, que contiene 100 microgramos del antígeno (Vargas et al, 2005b). Recientemente se ha ensayado una nueva formulación denominada Gavac Plus, la cual se elaboró a partir de la misma fórmula inicial de Gavac pero obtenida mediante un proceso de purificación más perfeccionado. Su eficacia es superior al Gavac, produciendo mayores títulos de anticuerpos (Valdés et al, 2005).

    Otra formulación que se ha venido desarrollando es la TickVac MK, la cual emplea un antígeno crudo obtenido de la totalidad de la proteína natural de larvas de B. microplus (Betancourt et al, 2004).

    2.3 – Control genético.

    Este método se basa en la utilización de razas que muestran más resistencia a las garrapatas. En términos generales se puede definir como la aptitud del huésped para imponer limitaciones sobre el parásito en cualquier etapa de su relación (Parras et al, 1999). De igual forma Cardozo y Franchi (1995) la definen como la capacidad del huésped para limitar el número de garrapatas que alcanzan el estadio adulto. La resistencia es adquirida como respuesta al ataque de garrapatas y dura toda la vida. Aumenta con la densidad de garrapatas y es hereditaria. Los terneros que nacen de madres resistentes están protegidos hasta el destete.

    Es posible desarrollar rebaños resistentes del Bos taurus a partir de individuos excepcionalmente resistentes, pero se necesita muchos años para lograrse. La resistencia puede conseguirse más rápidamente a partir de entrecruzamientos con bovinos Bos indicus. En general se considera que se reqiere de un 50 % de sangre de Bos indicus para lograr una resistencia adecuada (Rivera, 1996).

    La alta mortalidad de garrapatas que se da durante el ciclo parasitario oscila entre el 30% y 40% en vacunos Bos taurus altamente susceptibles al B.microplus.

    La muerte de las garrapatas está determinada por la resistencia del huésped en que se alimente. Los porcentajes de sobrevivencia van de 0, en animales que no son huéspedes habituales o que han desarrollado fuerte resistencia, a 40% en vacunos susceptibles.

    La mortalidad ocurre, aparentemente en las primeras 24 horas de fijadas al hospedador y en menor medida en el establecimiento de estadios evolutivos posteriores. Estos porcentajes de sobrevida fueron medidos en B.microplus en las distintas razas de vacunos y en varias condiciones (Cardozo y Franchi, 1995):

    Razas

    Primavera

    Otoño

    Cebú

    1 a 2%

    4 al 6 %

    Cruza (Cebú/europeo)

    2 al 6%

    5 al 11%

    Europeo

    10 a 20%

    25 al 40%

    Las razas Bos indicus desarrollan gran resistencia contra el parásito y se constituyen como una alternativa de gran importancia para su control en áreas tropicales donde serán más de cuatro generaciones al año.

    2.4 – Control físico o natural.

    Se ha comprobado que B. Microplus en su etapa de vida libre depende en gran manera de las condiciones externas de humedad y temperatura, por lo que pastoreos intensivos, reducen la cobertura vegetal y pueden limitar la sobrevivencia de huevos y larvas. Las teleoginas que caen al suelo procuran un lugar protegido de los rayos solares para iniciar su postura. Tiene influencia la composición del tapiz vegetal donde cae la hembra repleta para encontrar esa protección; es así que campos sucios con arbustos y malezas proporcionan condiciones favorables para que B. Microplus complete su ciclo biológico. Investigaciones realizadas en Colombia determinan que la supervivencia larvaria de la garrapata fluctúa entre 30 y 60 d promedio, resultados que permiten recomendar un manejo rotacional de potreros con periodos de descanso no menos de 30 d, siendo el ideal de 45 d. (Parras et al, 1999).

    Es importante tener en cuenta que la mejora del pasto tiene un efecto indirecto, ya que al mejorar el estado nutricional de los animales, éstos pueden desarrollar la capacidad de soportar mayores cargas parasitarias sin pérdidas de producción (Rivera, 1996).

    2.5 – Manejo integrado.

    En la actualidad se ha corroborado que ninguno de los métodos explicados anteriormente, aplicados de forma aislada, resultan totalmente eficaz en el control de los ixódidos (de Moura Souza et al, 2005; Ortiz y Franco, 2005). Sin embargo Polanco (2001) refiere que sólo un manejo integrado donde se combinen armónicamente los diferentes métodos, resulta verdaderamente efectivo en el control de estos ectoparásitos.

    Ortiz y Franco (2005) exponen que un programa de control, con base en la aplicación de baños convencionales con acaricidas y la aplicación de Inhibidores del crecimiento más endectocidas, es una táctica que abate las poblaciones de garrapatas y alarga la vida útil del recurso baño.

    de Moura Souza et al, (2005) en un estudio realizado en Brasil; refieren que antes del empleo de la lucha integrada (baños acaricidas y vacunación) ascendían a 20 baños ixodicidas como promedio anual, sin embargo después del primer año de combinar el método químico y el biológico, el número de baños se redujo a 12, para realizar solamente 3 baños al cabo de los tres años de emplear la combinación de los métodos de lucha. Polanco (2001), comprobó que con la utilización de un manejo integrado contra las garrapatas no solo obtuvo un control superior de los ixódidos, sino que logra espaciar el intervalo entre baños acaricidas de 49,9 d (en el grupo donde sólo aplica el método químico) a 170,4 d (en el grupo donde aplica la combinación del método químico y el control inmunológico mediante Gavac); al tiempo que reportó reducciones considerables de la morbilidad y mortalidad por babesiosis. El mismo autor explica que la aplicación de la lucha integrada arrojó una ganancia general de 34 558.46 pesos, una reduccíon de pérdidas del 25,17 % y una tasa de beneficio costo de 1.36 pesos.

    III – Conclusiones.

    Para cualquier enfoque integrado de control de garrapatas ha de tenerse en cuenta: el empleo de sustancias químicas, realizando los baños cuando la intensidad de invasión sea superior a 10 garrapatas por animal, teniendo como base que el objetivo no es eliminarlas sino el mantenimiento de la estabilidad enzoótica para hemoparásitos; la correcta utilización de un esquema de inmunización, empleando vacunas con acción reconocida; también resulta provechoso la explotación de razas o cruces más resistentes a la parasitación por garrapatas, siendo necesario además un conocimiento sobre la biología del parásito y su dinámica poblacional, de forma tal que se garantice un correcto manejo de los pastizales y de los animales.

    El empleo de una lucha integrada contra las garrapatas brinda un control más efectivo y duradero, alarga el intervalo entre baños, reduce el empleo de sustancias acaricidas y por consiguiente disminuye el gasto invertido en ellas, al tiempo que prolonga la vida útil de los compuestos acaricidas; además de restringir el volumen de residuos químicos que se vierten al medio.

    IV – Referencias Bibliográficas.

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    Datos del autor

    Dra. Daisy Rodríguez García

    graduada de Medicina Veterinaria con Título de oro en el año 2002, La Habana, Cuba. Me desempeño como Profesora Instructora en la Facultad de Medicina Veterinaria en la Universidad Agraria de la Habana (UNAH), Cuba. Imparto la asignatura de Enfermedades Parasitarias. He tomado curso de postgrado en Computación, Estadística, Didáctica, Metodología de la Investigación Científica, entre otros. Recientemente (2005) culminé la Maestría en Parasitología en el Instituto de Medicina Tropical "Pedro Kourí".