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La fundación de la Villa San Pablo de Jiguaní. Granma. (Cuba)

Enviado por Diana Avalos


  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía

Resumen

Un aspecto muy importante en la historia de Cuba fue la fundación de la villas por parte de los españoles, no todas las comarcas se fundaron con el mismo objetivo, un caso muy particular fue la fundación de la villa San Pablo de Jiguaní, que se realizó para ubicar en este sitio todos los indios que quedaron dispersos en la región Oriental del país.

PALABRAS CLAVES

< FUNDACIÓN < VILLA < COMUNIDAD < SIMBOLISMO <

Introducción

Cuando Velásquez inicia el proceso de conquista de Cuba, el sistema de colonización desarrollado en La Española desde 1499, había madurado y se comportaba como un cerrado complejo económico, social jurídico, político y cultural armónicamente articulado. Como el conquistador había sido uno de sus principales ejecutores, no resulta extraño que fuese éste el sistema que aplicó en Cuba. El núcleo central estaba en la concepción y creación de las villas.

Con sus fundaciones se conseguían varios propósitos. E primer lugar, crear una base legal, organizativa política en cada región lo cual se lograba al establecer, en cada acto de fundación, la institución del municipio. En segundo lugar garantizar la concepción y permanencia en el territorio de un núcleo conquistador mediante la vecindad. Esta última es de primerísimo importancia en la colonización española porque trasforma al conquistador en vecino que se compromete a permanecer en el territorio como vía para adquirir sus derechos dentro de la institución municipal. La vecindad permitió la presencia de un núcleo estable de pobladores en los primeros años que, con el tiempo dio origen al criollo, cuyos nexos estarían ya definitivamente vinculados con su región. Un tercer objetivo, el más importante para los que se establecían, era el reparto de indios, tierras y minas, sólo obtenibles con la condición de vecinos. En los primeros tiempos, la riqueza mayor dependía del núcleo de indios asignados a cada conquistador, y no a la cantidad de tierras, por lo que el poder de un colono se medía por el número de indios encomendados.

La tierra en explotación agrícola estaban fundamentalmente e el entorno de las villas, que apenas penetraba el territorio en la Isla. Este aspecto resulta importante: durante dos siglos y medios apenas se modifica el interior del país.

La fundación de la villa San Pablo de Jiguaní, resultó una excepción, fue el indio natural de Bayamo Miguel Rodríguez, propietario del "Corral de Jiguaní Arriba" situado junto al rio Jiguaní, quien decidió reconcentrar los indios o naturales dispersos por estos territorios y otros poblados indios.

Desarrollo

En los parajes ubicados entre el río Contramaestre y el rio Cautillo encontraron refugio seguro los nativos que huían de la persecución y el maltrato de los españoles haciendo vida cimarrona. Esta era una zona de abundante vegetación, pastos, tierras fértiles y aguadas daba la posibilidad de caza, pesca y cultivo para la alimentación.

Desde 1656 se tiene conocimiento de la existencia de un protector de indios que defendía el derecho de estos a vivir en estas tierras. Existen documentos probatorios de que los indios habían poseído dichas tierras desde los primeros tiempos de la colonización.

Miguel Rodríguez inicio esta difícil empresa; su objetivo principal era acabar con aquella situación deprimente que vivían los suyos y crear un poblado para brindar la protección adecuada a esa martirizada raza.

La lucha se estableció en condiciones de desventajas para Rodríguez, quien tuvo que enfrentarse desde los primeros tiempos a los españoles vecinos poderosos, alcaldes, regidores, capitanes todos ricos e influyentes que querían posesionarse de estas tierras.

Para la conquista de su gran propósito, fijó una estrategia de acción inmediata y demandó amparo de las máximas autoridades provinciales para los suyos, argumentándoseles que es jefe de una comunidad de indios naturales que se han refugiado en los incultos terrenos de Jiguaní, según textual expresión, "huyendo de los vejámenes y atropellos de los que eran objeto por parte de los españoles residentes en Bayamo, que les arrebataban además todo cuánto poseían, lanzándolos a la espantosa miseria en que se hayan".

Rodríguez recibió de manos del Gobernador el decreto de amparo a favor de la naturaleza sobre los territorios que él denominaba "Corral de Jiguaní Arriba", ya que la protección de los naturales era importante y humana por parte del gobierno español. Además se enfrascó en una nueva gestión para dar feliz término a los objetivos que se proponía, ésta era conseguir el apoyo de la Iglesia para erigir una parroquia en Jiguaní, lo que haría legal reunir a los indios en un pueblo.

El obispo de Cuba, Diego Evelino de Compostela, recibió a Miguel Rodríguez, quien le relató las desdichas que sufría su "comunidad" y le hizo ver la necesidad de auxilio de la Iglesia en su demanda de protección. El Máximo Prelado autorizó la creación del curato de Jiguaní y la designación del Presbítero Andrés Jerez Mejías, clérigo de órdenes menores natural de Bayamo, según documento de fecha de15 de abril de 1700.

El cura jerez al llegar al lugar señalado por Rodríguez se encontró con algo singular, que era la existencia en toda aquella extensión de "una sola casa, situada en el paso del rio Jiguaní por donde va el camino de Cuba", la de Miguel Rodríguez.

"La comunidad" de la que había hablado al cura Jerez, cuyos auxilios espirituales le habían conferido, era una fantasía, Dentro de los planes de Rodríguez la creación de un pueblo de naturaleza, al que se le sumó en tales propósitos el presbítero. Ambos realizaron de inmediato una intensa propaganda entre los naturales dispersos en esta comarca y en los partidos de los poblados de indios de Bayamo, como eran el de Caneyes Arriba y Guaisabana Caneyes Abajo.

En sus inicios los naturales a los que se ofrecían tierras, libertades y otros privilegios, no respondían al llamado de Rodríguez y Jerez con el propósito de hacer viviendas en el nuevo pueblo. El proceso de poblamiento fue lento.

El indio Miguel Rodríguez y el cura Andrés Jerez Mejía decidieron fundar oficialmente el pueblo "San Pablo de Jiguaní" el 25 de enero de 1701. Rodeaban de simbolismo el nombre y la fecha, asociando en esta denominación (San Pablo) su devoción hacia el Apóstol de los Gentiles, cuyas habían imitado, con el vocablo indígena Jiguaní, que sustentando en la oralidad significa "Río de Oro".

Desde los primeros tiempos el pueblo de Jiguaní tuvo en la administración un cabildo formado por indios, constituido por dos alcaldes pedáneos, dos alcaldes del monte o de la hermandad para atención del campo y cuatro regidores.

A esta administración le correspondió enfrentarse y vencer las pretensiones geofágicas de los españoles de su vecina Bayamo y Cuba (Santiago de Cuba), lo que obligó a Miguel Rodríguez a acudir una y otra vez a la Audiencia de Santo Domingo donde siempre fue escuchado y de la que se derivaron las reales provisiones de 1702, 1703 y 1708 a las que se le señalaban los límites precisos al pueblo y autos de amparo a los naturales.

En 1710 se inició un nuevo pleito. La razón en esta oportunidad partía del cura Andrés Jerez por la necesidad de trasladar la iglesia a un lugar mejor, pues estaba en parte sujeta a inundaciones de un arroyo que servía de aguada a los naturales. Las tierras escogidas para la fabricación de la nueva iglesia caían dentro del Corral de Jiguaní Abajo, cuyo dueño era el Capitán Miguel Vázquez de Avilés. Este corral ya había sido invadido por los indios que tenían establecidas varias casas. Después de un largo litigio el Capitán Vázquez de Avilés accedió a que se fabricase la iglesia cediendo media legua de terreno para el pueblo (actual centro histórico de Jiguaní).Todo amparado por un auto del 19 de mayo de1710.

Se puede afirmar que los naturales en las tierras asignadas a ellos no disfrutaron de paz. Fueron incontables los pleitos que se derivaron ante los geófagos de Bayamo y Santiago de Cuba. Se tiene noticias de reales provisiones a favor de los naturales de Jiguaní, además de las ya mencionadas, en 1721, 1738, 1747, 1749. En estas gestiones dejamos de ver el nombre de Miguel Rodríguez. 1721 acudieron en su lugar por el cabildo Francisco Rodríguez e Ignacio Diéguez y en 1747 aparece el nombre del nuevo cura Don Diego Narciso. Todos se enfrentaron a las usurpaciones, abusos e injusticias así como lo habían hecho sus fundadores Rodríguez y Jerez. El último pleito que se conoce por parte de la comunidad india de Jiguaní fue en 1777 y la destacada historiadora Hortensia Pichardo lo denominó "El último grito de la raza vencida".

En 1815 el Ayuntamiento de Jiguaní solicitó ser erigido pueblo español con 10 mil habitantes, argumentando que ya no había indios puros.

La tenencia del gobierno de Jiguaní fue creada por Real Cédula de 26 de noviembre de 1818 subordinada al Gobernador de Cuba, Do Luís de Estrada, Capitán de Caballería urbana de la Villa de Bayamo. Estaba dividida en cuatro partidos rurales: la Concepción, la Seca, Baire Arriba, Ojo de Agua, cada uno con sus respectivos capitanes y tenientes.

Conclusiones

Aunque el proceso inicial de creación de villas fue demorado y e de reparto de indios provisional, por las razones expuestas, el rey lo ratificó todo por real cédula de 21 de diciembre de 1516. De inmediato se pasó a la organización productiva de la colonia.

Sobre la fundación hemos hablado y con legítimo orgullo podemos afirmar que Jiguaní en el preludio de la Guerra de Independencia de 1868 no era exclusivamente indio ni español étnica y culturalmente, era mestizo, demostró su valentía como en sus primeros tiempos al continuar la tradición de defensa de sus derechos que le legara su fundador el indio Miguel Rodríguez, cuando todo el pueblo de Jiguaní dijo presente al llamado del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, donde se reclamaba la presencia de cubanos prestos al sacrificio supremo.

Jiguaní tuvo el privilegio de ser el primer pueblo libre de Cuba, el 13 de octubre de 1868. Jesús Sablón Moreno (Rabí), un descendiente de indio, alcanzaría los grados de Mayor General, uno de los más de 250 oficiales que dio esta villa mambisa.

Bibliografía

  • 1. CASASAYAS COMAS, CARLOS. Archivo de PCC municipal. /Carlos Casasayas Comas. Escritor y miembro de la UNEAC. ____34p.

  • 2. CÉSPEDES PANTOJA, RUBÉN. Algunos hechos ocurridos en Jiguaní relacionados con el glorioso 10 de Octubre. / Rubén Céspedes Pantoja. En Demajagua. –9 de octubre de 1979.

  • 3. DEL TORO, CARLOS. El Mayor General Donato Mármol: un valeroso impulsor de la primera gesta independentista cubana. / Carlos Del Toro. En GRANMA.- 6 de octubre de 1988.+

Breve reseña de la autora:

Nombre y Apellidos: Angélica María Barcaz Barbado.

Fecha de nacimiento: 07 de abril de 1982.

Nacionalidad: Cubana. Ciudad: Jiguaní, Granma, Cuba.

Centro de trabajo: Instituto Politécnico "Ignacio Pérez Zamora"

Angélica María Barcaz Barbado. En el año 2005 se graduó en el pedagógico de Manzanillo en la especialidad de Marxismo Leninismo Historia, trabaja actualmente en el Instituto Politécnico "Ignacio Pérez Zamora" de Jiguaní, se graduó en el año 2011 de Máster en Ciencias de la Educación.

Datos de la coautora:

Nombre y apellidos: DIANA MARÍA REYES AVALOS

Fecha de nacimiento: 21/09/1966

Nacionalidad: Cubana. Ciudad: Jiguaní, Granma, Cuba.

Centro de trabajo: Sede Municipal Universitaria, Jiguaní.

Graduada del nivel superior en 1989 como Ingeniera Fitosanitaria en la Universidad de Granma, con 12 postgrados y cursos recibidos y 6 cursos impartidos. Culminó un Diplomado en Educación Superior que le otorgó 21 créditos, posee la categoría de Profesor Instructor. Cuenta con una publicación en la Revista Agrotécnia de Cuba. No. 1 Volumen 27 del año 2007. En el evento: XI Jornada Científica del INIFAT "Juan Tomás Roy" in memorian con el título: Aplicación del análogo de brasinoesteroide Biobras-16, como alternativa ecológica en la producción de pepino (Cucumis Sativus) en un agroecosistema de la provincia Granma. Actualmente es profesora de la Universidad de Granma en la Filial Universitaria de Jiguaní como Subdirectora de Formación.

 

 

Autor:

Angélica María Barcaz Barbado

Coautor

Diana María Reyes Avalos