- Intencionalidad
- Posibles puntos de encuentro
- Aportes de las Ciencias Sociales al conocimiento práctico
- Epílogo y prólogo
El presente trabajo pretende contribuir al acercamiento entre la producción científica en las ciencias sociales y el conocimiento social práctico, especialmente en el campo gerencial. De entrada, se presentará una breve reflexión sobre las condiciones de generación y difusión del conocimiento científico y el conocimiento práctico, para señalar las características fundamentales de ambos tipos de conocimiento.
Luego, se establecerán posibles líneas de encuentro entre la producción científica y el saber aplicado. Finalmente, se expondrán aportes específicos de las ciencias sociales al conocimiento práctico gerencial.
Condiciones de generación y difusión del conocimiento
El conocimiento científico se multiplica de manera exponencial, condicionado por requerimientos societarios inmediatos (económicos, militares), pero regido por las normativas intrínsecas de las comunidades científicas (Kuhn, 1980). En otras palabras, ha de atender tanto a criterios específicos de los financistas como a esquemas de validación del conocimiento que surgen de las matrices disciplinarias y los programas de investigación (Lakatos, 1975). Lo ideal es alcanzar un equilibrio entre ambos requerimientos, pero esto no siempre es posible.
Por otra parte, la misma naturaleza compleja e iniciática del conocimiento científico aleja su producto teórico del resto de la sociedad.
Sin embargo, es lícito suponer que en muchas áreas disminuye cada vez más el gradiente de aplicabilidad del conocimiento científico teórico (tiempo que transcurre entre la generación de la teoría y su aplicación práctica pública y notoria).
Es de suponer que el tiempo que transcurrirá entre la elaboración del mapa del genoma humano y su aplicación en la industria es significativamente menor al tiempo habido entre la concepción de la mecánica cuántica y la construcción de los primeros reactores nucleares.
Así como existen las comunidades científicas, también hay comunidades de prácticos (Schön, 1992), entre las que se cuentan gerentes, políticos, publicistas, docentes, entre otros. Estas comunidades son formadas por el encuentro entre personas que interactúan en la realidad cotidiana, unas veces de modo cooperativo y otras en franco antagonismo.
Las comunidades de prácticos no necesariamente hacen uso del conocimiento científico (cumpliendo con los arduos requisitos señalados por las comunidades científicas).
Sin embargo, deben enfrentar diariamente realidades cambiantes, altamente complejas, y tomar decisiones razonables y adecuadas en situaciones que implican un alto nivel de incertidumbre. Para ello, necesariamente deben generar conocimientos sociales prácticos, aplicables (V Disciplina, Desarrollo Organizacional, Planificación estratégica, Calidad total, y un amplio etcétera), no exentos de fundamentos teóricos, que no necesariamente son reconocidos dentro de algún paradigma científico.
Las comunidades científicas generan conocimiento sistemático válido, según parámetros disciplinarios bien definidos, que puede ser aplicable de modo más inmediato (tecnología) o más mediato (teoría), o incluso no aplicable, como por ejemplo, la teoría física de las supercuerdas (Gellman, 1995). Las comunidades de prácticos generan conocimiento aplicado que, aún cuando no requiera mayor nivel de elaboración, pretende ser altamente pertinente, de gran utilidad, y aunque implique elaboración teórica no requiere del reconocimiento de los programas de investigación científica existentes.
Puede decirse que para los científicos, la prioridad es la coherencia y validez disciplinar, mientras que para los prácticos la prioridad es la aplicación oportuna y efectiva.
No obstante, ambos tipos de conocimiento tienen un piso común: un escenario civilizatorio complejamente interconectado, una realidad de alta incertidumbre que deja atrás los modelos más avanzados de aprehensión cognitiva. Ello hace que deba plantearse necesariamente una reinvención de los modelos de conocimiento.
Tanto el conocimiento científico como el práctico tienen que lidiar con una realidad que les desborda, con una pasmosa infinitud de variables interconectadas que la hace prácticamente imprevisible (Capra, 1991).
De aquí la necesidad de buscar alianzas para el abordaje de esa inquietante realidad. Se hace imperativa la búsqueda de puntos de acercamiento entre ambos tipos de conocimiento. La indagación científica (que no necesariamente ha de tener una aplicabilidad inmediata), y el conocimiento aplicado (que no siempre ha de tener fundamento científico) requieren de posibilidades de encuentro sistemático, sin negarse o excluirse recíprocamente.
El acercamiento entre ambos permitirá, por una parte, abordar la compleja realidad para generar soluciones a problemas multidimensionales generando decisiones oportunas y pertinentes a diversos niveles, y, por otra parte, permitirá acercar la producción científica al llamado "mundo de los actores sociales".
Las ciencias sociales pueden aportar al conocimiento práctico mayor nivel de sistematicidad y de evaluación interna, así como una mayor elaboración y exigencia teórica (explicación, predicción, redes de conceptos).
El conocimiento práctico puede aportar al conocimiento científico una orientación hacia las urgencias de la vida contemporánea y un sentido de generación de tecnología para la resolución de problemas vitales. Hablamos de construir un conocimiento social riguroso con sustrato vital.
Aportes de las Ciencias Sociales al conocimiento práctico
Desde las ciencias sociales, podemos inferir una serie de pautas a tomar en cuenta para la aplicación práctica del conocimiento. A continuación expondremos dos líneas de reflexión: 1) la concepción de la realidad, especialmente de la realidad social, 2) los modos de comprender y abordar esa realidad.
1) Un práctico (caso del gerente), ha de tener en cuenta de que –para las ciencias sociales- la realidad es altamente compleja, dinámica e interactiva (Morin, 1994; Ferrarotti, 1983). No está dada de una vez, como algo neutro y objetivo, sino que se va construyendo a través de esa humana interacción y está sujeta a interpretación subjetiva. De aquí que sea necesario estudiar la realidad de manera holística, desde las percepciones y opiniones de las personas involucradas en situaciones específicas.
La subjetividad humana es fuente inagotable de conocimiento. La realidad no está "allí afuera", sino que es el producto de negociaciones entre actores sociales que viven circunstancias históricamente definidas. De aquí, puede decirse que un gerente no puede partir sólo de su propia visión de la realidad para emprender un proyecto, sino que debe estar abierto a lo que otros están percibiendo como su realidad, y negociar con ellos cuál es el punto de partida (realidad actual) para definir metas y acciones a seguir.
Cada persona es una síntesis social (Ferrarotti, 1983), que integra a su vida aspectos relevantes de la totalidad social, pero que también aporta elementos para modificar esa realidad, aunque sea en pequeña escala. La realidad no moldea a unos seres humanos pasivos, sino que se genera a través del pensamiento y la acción de los seres humanos. El gerente supone que el accionar de las personas, según sus creencias y concepciones básicas, implica una modificación de la realidad a múltiples niveles. Su trabajo, visto metafóricamente, es similar al de un director de orquesta, que hace confluir los diversos esfuerzos en una totalidad mayor (proyecto colectivo).
La realidad se estudia a través de los grupos humanos específicos (Martínez, 1994; Coulon, 1987; Goetz y Lecompte, 1988). El conocimiento se construye desde los grupos humanos, desde su óptica, desde su lenguaje. Más que construcciones personales, se trata de interacciones grupales, donde la cultura (conjunto de presupuestos, valores, creencias), se va generando en la cotidiana interacción. Un gerente no puede conformarse con lo que dicen los grupos de personas en un momento dado, sino que debe ir más allá, intentando desentrañar y explicitar el sustrato cognitivo básico de los grupos humanos con los que interacciona. A partir de allí, promoverá la búsqueda de consensos en los puntos de partida (realidad inicial) y de llegada (realidad deseada).
2) El abordaje de la realidad, para los prácticos, ha de efectuarse progresivamente. Para ello, puede emplearse una estrategia deductiva o una inductiva. Una estrategia deductiva parte el estudio de una teoría dada. Desde ella, se derivan principios y procedimientos operativos, no sólo para conocer la realidad, sino para intervenirla. Los resultados de esa intervención servirán para validar o refutar la teoría desde la que se parte. (Baggozzi y Phillips, 1982; Popper, 1984). Por ejemplo, Senge (1992) toma como punto de partida la teoría de sistemas, desde la que desprende una serie de principios y pautas de acción para favorecer el aprendizaje organizacional.
Un gerente puede, inductivamente, ir desde los datos hacia la teoría (explicación) de los datos (Glasser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1977). Para ello, debe partir de la observación de los datos más evidentes y, sobre todo, de las percepciones de la realidad que tienen los grupos humanos con quienes comparte acciones en un momento dado. Esos datos requieren ser ordenados según relaciones de semejanza, inclusión, determinación, etc., siendo confrontados permanentemente con los actores sociales. Ello permite la verificación de los conocimientos que se van generando en la praxis social. (Argyris y Schön, 1978).
Ahora bien, sea cual fuere el camino escogido, es necesario contar con la información más fiable, para determinar la línea de realidad con la que se quiere trabajar y su eventual transformación. Para ello, pueden diversificarse las fuentes de información (triangulación), de modo de abordar la realidad apelando a diversas fuentes de información y a diversas técnicas de recolección de la misma. Ello permitirá un conocimiento más amplio y profundo de la realidad, desde la perspectiva de los actores sociales.
Por otra parte, los modos de validar el conocimiento en las ciencias sociales incluyen el mantener la realidad estudiada a los ojos de todos, así como una permanente confrontación entre los datos surgen y la teoría que permite sistematizarlos. Dicho en otras palabras, se trata de un constante diálogo entre la reflexión y la práctica.
El procedimiento de la investigación acción brinda, por otra parte, herramientas adecuadas para la acción transformadora del gerente, como por ejemplo la devolución sistemática (confrontar las reflexiones del investigador con los sujetos de la investigación, para avanzar hacia un mayor nivel de abstracción y sistematicidad) y el espiral de acción-reflexión, es decir, la concatenación racional de las acciones en desarrollo para el logro de una mayor efectividad en la solución del problema en cuestión.
La relación entre el conocimiento científico y el conocimiento práctico es un tema que aún requiere de mucha discusión y operatividad. Las reflexiones aquí presentadas requieren aún mayor profundización y debate. Es un trabajo inmenso que aún está por hacerse.
Argyris y Schön (1978). Organizational Learning: a Theory of Action perspective. Addison-Wesley Publishing Company, Inc
Baggozzi, R. y L. Phillips (1982). Representing and testing organizational theory: a holistic construal. In: Administrative Science Quately. Vol 27, Nº 3.
Capra, F. (1991). Sabiduría Insólita. Barcelona: Kairós.
Coulon, A. (1987). La etnometodología. Madrid: ediciones Cátedra.
Kuhn, T. (1980). La Estructura de las Revoluciones científicas. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Ferrarotti, F. (1983). "Sobre la Autonomía del Método Biográfico. En Marinas, M. Y Santamaría C. (1983). La Historia Oral: Métodos y Experiencias.
Gellman, M. (1995). El Quark y el Jaguar. Barcelona: Tusquets Editores.
Goetz y Lecompte (1988). Etnografía y diseño cualitativo de investigación educativa. Madrid: Morata.
Glasser y Strauss (1967). The Discovering of Ground Theory: Strategies for Qualitative research. New York: Aladine de Gruyter.
Lakatos, I. (1972). La crítica y el desarrollo del conocimiento. Barcelona: Grijalbo.
Martínez, M. (1994). La investigación cualitativa etnográfica en educación. México: Trillas.
Morin, E. (1994). "Epistemología de la Complejidad". En Nuevos Paradigmas, cultura y subjetividad. (Dora Fried Schnitman, comp.). Barcelona: Paidós.
Popper, K. (1984). La lógica del descubrimiento científico. Madrid: Tecnos.
Schön, D. (1992). La Formación de profesionales reflexivos. Barcelona: Paidós.
Senge, P. (1992). La V Disciplina. Madrid: Granica.
Strauss, A.; J. Corbin (1977). Grounded Theory in Practice. London: Sage Publications.
Autor:
Julio C. Valdez