Este artículo pretende contestar lo más eficaz y sencillamente posible la siguiente pregunta, basada en los estudios del Génesis: ¿Qué sucesos tuvieron lugar durante el denominado "Quinto Día Creativo"?
El "Quinto Día Creativo" contempla los siguientes sucesos, según la "Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias)", edición en español de 1987:
«Y Dios pasó a decir: "Que enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes, y que vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos". Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que [era] bueno. Con eso los bendijo Dios, y dijo: "Sed fructíferos y haceos muchos y llenad las aguas en las cuencas de los mares, y haceos muchas las criaturas voladoras en la tierra". Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día quinto» (Génesis 1: 20 a 23).
El libro "¿Existe un Creador que se interese por nosotros?" publicado en español en el año 2006 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, página 97, dice: «En el quinto "día" creativo, el Creador procedió a poblar los océanos y los cielos atmosféricos con una nueva forma de vida, "almas vivientes", diferente de la vegetación. Es de interés que los biólogos hablan del reino vegetal y del reino animal, y dividen a éstos en subclasificaciones. La palabra hebrea que se traduce por "alma" significa "respirador", y la Biblia dice que las "almas vivientes" tienen sangre. Por lo tanto, podemos concluir que en el quinto período creativo empezaron a aparecer las criaturas con sistema respiratorio y circulatorio, los "respiradores" que poblarían los mares y los cielos».
Almas vivientes.
La primera vez que aparece la palabra ALMA en el Génesis lo hace en el capítulo 1, versículo 20, a propósito del Quinto Día Creativo. Se trata de un concepto que ha producido mucha polémica a través de los siglos, puesto que se han levantado en torno a él numerosos andamiajes filosóficos y teológicos, a veces contradictorios entre sí y frecuentemente alejados del punto de vista del Génesis.
La palabra española ALMA proviene del vocablo latino ANIMA, el cual, etimológicamente, "se usaba para designar el principio por el cual los seres animados estaban dotados de movimiento propio. En ese sentido originario, las plantas, los animales y los seres humanos estarían dotados de alma. Los avances en la fisiología y neurología permitieron reconocer que los seres animados obedecen al mismo tipo de principios físicos que los objetos inanimados, al mismo tiempo que pueden desarrollar actividades diferentes de éstos, como la nutrición, el crecimiento, y la reproducción" (Wikipedia).
«De acuerdo con la tradición religiosa judeocristiana, el alma (hebreo ????, néfesch; griego ????, psykhé) es la principal cualidad identificatoria del movimiento en la materia viviente, haciendo de ella un no-moviente (inerte) o un moviente, independiente del desplazamiento ajeno. Según los registros bíblicos, en el Génesis dice: Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve […] Y Dios pasó a decir: "Produzca la tierra almas vivientes según sus géneros, animal doméstico y animal moviente y bestia salvaje de la tierra según su género y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra". El término aparece también en la visión antropológica de numerosos grupos culturales y religiosos. En la actualidad el término "alma" es usado, más frecuentemente, en contextos religiosos » (Wikipedia).
En los manuscritos originales del Génesis, la palabra hebrea que se usa para significar lo que hoy día, en el idioma español, se ha vertido como "alma" (en plural en Génesis 1: 20), es "néfesch". Este vocablo "néfesch", procedente del hebreo arcaico o primitivo (el lenguaje original de la humanidad, hablado por Adán y Eva y sus hijos), tenía su propio contenido semántico (es decir, su propio significado). Con el paso del tiempo, dicho contenido semántico ha sido afectado por las inevitables tendencias modificadoras del idioma, pero siempre ha sido posible conocer el significado original gracias al texto completo del Génesis y de las demás Sagrada Escritura y a sus múltiples inserciones dentro de ella, en diferentes contextos explicativos.
La revista LA ATALAYA del 1-4-1999, página 14, párrafo 3, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, explica: «La palabra hebrea […] "né·fesch" […] aparece 754 veces en las [Santas] Escrituras Hebreas. ¿Qué significa "né·fesch"? Según "The Dictionary of Bible and Religion", "normalmente se refiere al ser vivo entero, al individuo completo". Eso es lo que se deduce de la descripción […] que hace […] Génesis 2:7: "Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser [néfesch] viviente". […] Por lo tanto, el vocablo [néfesch] designa aquí a la persona completa».
El libro "¿Qué enseña realmente la Biblia?", editado en el año 2005 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, páginas 208-209, comenta: «Los escritores bíblicos emplearon el término hebreo "néfesch" y el griego "psykjé". En conjunto, los dos aparecen más de ochocientas veces en las [Santas] Escrituras, y la Traducción del Nuevo Mundo los traduce siempre por "alma". ¿Cómo se usan en la Biblia las palabras "alma" y "almas"? Se refieren básicamente a 1) las personas, 2) los animales o 3) la vida que tienen tanto las personas como los animales».
La versión bíblica "Scío de San Miguel", dice: "Formó pues el Señor Dios al hombre del barro de la tierra, y inspiró en su rostro soplo de vida, y fue hecho el hombre en ánima viviente. Y había plantado el Señor Dios un paraíso de deleite desde el principio: en el que puso al hombre, que había formado. Y produjo el Señor Dios de la tierra todo árbol hermoso a la vista, y suave para comer: el árbol también de la vida en medio del paraíso, y el árbol de ciencia de bien y de mal" (Génesis 2: 7-9).
Esta versión "Scío" emplea el vocablo "ánima" o "alma" para "néfesch", al igual que hacen muchas otras traducciones en lenguas modernas. Por lo tanto, se ha impuesto el vocablo "alma" como la mejor opción para el hebreo "néfesch". El problema ahora consiste en redefinir el término "alma" para que encaje bien con el vocablo hebreo "néfesch", y de esta manera no se distorsione el significado del texto sagrado original en la mente del lector moderno. Así, pues, hay que prescindir del concepto de "alma" en sentido filosófico, religioso tradicional o popular y ajustarse al concepto bíblico de "alma" cuando se trata de entender el Génesis, ya que de otro modo impondríamos sobre el Génesis un enfoque torcido con respecto a su auténtico significado.
Criaturas voladoras.
La obra "Perspicacia para comprender las Escrituras", tomo 2, páginas 578 y 579, publicado en español en 1991 por la Sociedad Watctower Bible And Tract, comenta:
«Los pájaros estuvieron entre las primeras criaturas vivientes que hubo sobre la Tierra, pues llegaron a existir en el quinto "día" creativo junto con las criaturas marinas. Entre los términos generales que se usan en la Biblia con referencia a los pájaros, el más frecuente es [el término hebreo] " ohf", que se deriva del verbo "volar". Significa básicamente "criatura voladora", de modo que aplica a toda criatura alada o voladora, sean aves o insectos alados. Estos últimos se incluyen entre las criaturas aladas "enjambradoras [hebreo sché·rets]"… G.R. Driver dice que "ohf parece representar [onomatopéyicamente] el batir rítmico de alas en el aire y su desplazamiento en dicho medio" (Palestine Exploration Quarterly, Londres, 1955, pági-na 5). La palabra hebrea "tsip·póhr" también aparece en una gran cantidad de textos y es un término genérico que aplica a las aves en general. Un tercer término hebreo es "á·yit", que se aplica exclusivamente a las aves de presa».
La revista DESPERTAD del 2-8-1990, página 6, editada por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, comenta: «Un reptil extinto curioso es el pterosaurio ("lagarto alado"), que incluye al pterodáctilo ("dedo alado"). Éstos no eran ni dinosaurios ni aves. En realidad eran reptiles voladores, y por eso se les clasifica entre otros reptiles, como los dinosaurios y los cocodrilos. La envergadura de las alas de algunos de ellos era de ocho metros, aunque se sabe, gracias al descubrimiento de uno en Texas en 1975, que algunos tenían envergaduras de más de quince metros. Tal vez éstos fueron los animales más grandes que hayan volado jamás. Aunque los pterosaurios tenían los dientes, el cráneo, la pelvis y las patas traseras como un reptil, no se parecían en absoluto a los dinosaurios, que también eran reptiles, y aunque tenían el aspecto de aves con rígidas alas aerodinámicas, lo cierto es que también diferían mucho de un ave. Los pterosaurios se parecían a las aves en que sus huesos eran huecos y tenían pocas coyunturas flexibles en las alas y las "rodillas". Sin embargo, mientras que las alas de las aves estaban cubiertas de plumas, las de los pterosaurios consistían en un repliegue membranoso, y mientras que el principal soporte del ala de un ave lo constituye el segundo dedo de la extremidad torácica, en el caso de los pterosaurios era el cuarto dedo el que se extendía para servir de soporte de la membrana alar».
La obra PERSPICACIA PARA COMPRENDER LAS ESCRITURAS, tomo 2, página 579, expone: «Un estudio cuidadoso de las aves prueba de manera irrebatible la enseñanza bíblica de que las creó Dios. Aunque tanto las aves como los reptiles son ovíparos, los reptiles son de sangre fría y, por lo general, un tanto lentos. En cambio, las aves son de sangre caliente y se hallan entre las criaturas más activas de la tierra; además, su ritmo cardíaco es excepcionalmente elevado. La creencia evolucionista de que las aletas y escamas de los reptiles se transformaron en alas y plumas no sólo es infundada, sino irreal. Aunque los fósiles de las aves que los científicos llaman Archaeopteryx (ala antigua) y Archaeornis (ave antigua) muestran animales provistos de dientes y con una larga cola vertebrada, también revelan que tenían plumas, garras con las que asirse de las ramas y alas perfectamente desarrolladas. No existen especímenes intermedios, en los que las escamas se estén convirtiendo en plumas o las patas delanteras en alas, que presten el más mínimo apoyo a la teoría de la evolución».
Según el texto sagrado "Dios procedió a crear… toda criatura voladora alada según su género" (Génesis 1: 20 a 23), lo cual nos lleva a entender que no sólo las aves sino también los insectos y cualquier otra clase de ser vivo volador (actualmente existente o extinguido) tuvieron su comienzo en el Quinto Día Creativo. A propósito de los insectos, la revista DESPERTAD del 1-8-2000, páginas 15 y 16, dice: «Muchos insectos son auténticos maestros del vuelo. He aquí algunos ejemplos. Los mosquitos pueden volar en posición invertida, algunos hasta cuando llueve; y esto sin mojarse, sí, literalmente esquivando las gotas de lluvia. Hay avispas tropicales y abejas que surcan los aires a más de 72 kilómetros por hora. Cierta mariposa monarca de Norteamérica realizó un vuelo migratorio de 3.010 kilómetros. Las moscas cernícalo baten sus alas más de mil veces por segundo, mucho más deprisa que los colibríes. La libélula puede volar hacia atrás, habilidad que ha suscitado la curiosidad y el estudio atento de los investigadores.
Si alguna vez ha tratado de cazar una mosca, se habrá dado cuenta de que estos insectos poseen una vista prodigiosa, que se ve reforzada con unos reflejos diez veces más rápidos que los nuestros. Las moscas tienen ojos compuestos, y éstos contienen miles de lentes hexagonales que funcionan de modo independiente. Parece, pues, que la visión de estas criaturas se fragmenta en imágenes diminutas.
Hay insectos que perciben la luz ultravioleta, invisible para los seres humanos. Por lo tanto, la mariposa que a nuestros ojos es de color blanco pálido, ni mucho menos es pálida para su congénere macho. Vista a la luz ultravioleta, la hembra exhibe bellos dibujos que atraen irresistiblemente a los galanes en celo.
A muchos insectos, los ojos les sirven de brújula. Las abejas y las avispas, por ejemplo, detectan el plano de la luz polarizada, y así determinan la posición del sol hasta cuando se oculta tras las nubes. Merced a esa facultad pueden buscar su comida lejos del panal y, de modo certero, hallar el camino de regreso».
La revista DESPERTAD de Febrero del 2009, página 2, explica: «Mientras algunas aves e insectos vuelan, sus alas cambian constantemente de forma para adaptarse a las necesidades, lo que les permite flotar o realizar maniobras repentinas. La revista Science News informa sobre los murciélagos: "Cuando vuelan lento, a un metro y medio por segundo aproximadamente, doblan la punta de sus alas hacia arriba y las doblan hacia atrás para ascender con rapidez. Los investigadores [han] deducido que esta técnica […] les da impulso y empuje".
Todavía queda mucho por aprender de los animales voladores. "Físicamente hablando, ¿qué efecto producen en el aire para recibir el impulso necesario?", se pregunta Peter Ifju, profesor de Ingeniería Mecánica y Aeroespacial de la Universidad de Florida. Y añade: "Existe un sinfín de efectos aerodinámicos que sencillamente no comprendemos. Observamos lo que [las aves y los insectos] hacen, pero no sabemos cómo lo logran"».
Monstruos marinos.
El relato sagrado también dice: "… Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos… Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día quinto" (Génesis 1: 20 a 23). ¿Qué eran, o que son, estos "grandes monstruos marinos"?
El libro "La vida… ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?", reimpreso en 2006 por la Sociedad Watchtower Bible And Tract, comenta, acerca del texto de Génesis 1: 20-21, lo siguiente: «Es interesante notar que se llama "almas vivientes" a las criaturas no humanas con las cuales las aguas habían de enjambrar. Este término también aplicaría a las "criaturas [que vuelan] por encima de la tierra sobre la faz de la expansión". Y también abarcaría las formas de vida marina y aérea, tales como los monstruos marinos, cuyos fósiles los científicos han hallado en tiempos recientes».
La revista DESPERTAD del 8-6-1991, página 14, argumenta: «El quinto día [creativo] se caracterizó por la creación de las formas de vida que viven en el agua, lo que al parecer incluía a los grandes reptiles acuáticos. El registro de Génesis lee: "Y Dios pasó a decir: "Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes, y vuelen criaturas voladoras por encima de la tierra sobre la faz de la expansión de los cielos". Y Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género. Y llegó a ver Dios que era bueno" (Génesis 1: 20, 21)… Dicha creación no sucedió sólo al comienzo del quinto día, sino que prosiguió durante dicho día».
¿Existen actualmente grandes monstruos marinos? ¿Han sobrevivido hasta nuestros días algunos especímenes de esta clase de animales? La revista DESPERTAD de Diciembre del 2009, páginas 15 a 17, explica:
«Una monstruosa criatura asciende del océano, atrapa un barco y arrastra a los marineros al fondo marino. Esta historia ha proporcionado la trama de múltiples relatos legendarios; pero, en realidad, ¿existen tales criaturas?
En 2007 fue capturado accidentalmente un "calamar colosal" en el mar de Ross, en la Antártida.
Medía cerca de 10 metros, incluidos sus tentáculos, y pesaba casi 500 kilos. Según los biólogos, esta especie podría alcanzar incluso mayor tamaño.
Otro monstruo marino similar es el "calamar gigante". Tiene forma de torpedo, ojos del tamaño de la cabeza de un hombre, un pico parecido al del loro y tan robusto que puede cortar cables de acero, ocho brazos dotados de ventosas y dos largos tentáculos con los que se acerca el alimento a la boca. Se impulsa en el agua a 30 kilómetros por hora, e incluso puede proyectarse en el aire.
Durante todo el siglo XX se informaron menos de cincuenta avistamientos de estos gigantes, y nunca se han estudiado en su hábitat.
Los calamares colosales y los gigantes, no obstante, son simple alimento para depredadores mayores, como el cachalote, cetáceo que puede llegar a medir 20 metros de largo y pesar 50 toneladas. Uno solo de sus dientes pesa 900 gramos. En el estómago de algunos ejemplares muertos se han encontrado pedazos de calamares gigantes. Estos cetáceos presentaban en su enorme cabeza achatada cicatrices circulares ocasionadas por ventosas de calamar, indicios de una lucha a muerte. En 1965, un ballenero soviético aseguró haber visto una pelea entre un calamar gigante y un cachalote de 40 toneladas. Ninguno de los dos sobrevivió. El cetáceo, estrangulado, quedó flotando en el agua con la cabeza del calamar en su estómago.
Aunque no podemos menospreciar el tamaño del calamar gigante ni el del cachalote, la ballena azul, el mamífero más grande, les gana la partida. El mayor ejemplar de que se tenga constancia —33 metros— fue una hembra adulta capturada en la Antártida. Esta especie puede alcanzar las 150 toneladas de peso. Tan sólo la lengua viene a pesar lo que un elefante adulto, y los recién nacidos pesan nada menos que 3 toneladas y miden de 7 a 8 metros de largo. Debido a la caza intensiva, la ballena azul llegó al borde de la extinción en la década de 1960, y en la actualidad se la tiene como una especie en peligro crítico.
Los feroces y los dóciles.
Con sus 3.000 formidables dientes, el tiburón blanco es quizás el carnívoro acuático más temible. El mayor ejemplar de la historia midió 7 metros de largo y pesó 3.200 kilos. Su sentido del olfato es tan agudo que le permite detectar una gota de sangre diluida en 100 litros de agua.
El tiburón ballena es actualmente el pez más grande, con una longitud de 7'5 metros, aunque algunos ejemplares llegan a duplicar ese tamaño. Con su boca de más de un metro podría fácilmente tragarse a un hombre. Pero lejos de ser un feroz depredador, es un gigante pacífico que se alimenta de plancton y peces pequeños.
"La insólita anatomía digestiva del tiburón ballena lo hace un serio candidato para la historia de Jonás", informa la revista National Geographic, aludiendo así al relato bíblico sobre un gran pez que se tragó a dicho profeta. Los tiburones ballena tienen "una manera pacífica de eliminar los grandes objetos difíciles de digerir que tragan por accidente" (Jonás 1:17; 2:10).
El gigante tímido
Otra criatura marina enorme es el pulpo gigante, que llega a pesar 250 kilos. Leyendas antiguas lo pintan como una criatura malvada capaz de hundir embarcaciones con sus ocho brazos; pero, en realidad, se trata de un animal tímido que se esconde en las cuevas y grietas del fondo marino. Alcanza una envergadura de 10 metros y posee el cerebro más grande de todos los invertebrados. De hecho, los pulpos son sumamente inteligentes y pueden aprender tareas complejas como salir de laberintos y desenroscar tapaderas de frascos.
El pulpo gigante —al igual que el calamar gigante— se camufla cambiando de color, utiliza propulsión a chorro para desplazarse en el agua y escapa del peligro lanzando una densa nube de tinta. Incluso es capaz de salir a ratos del agua en busca de comida».
Todo parece indicar que existen actualmente grandes monstruos marinos, tales como la ballena azul, el cachalote y el calamar gigante, entre otros, los cuales vinieron a la existencia a partir del Quinto Día Creativo. Sin embargo, el registro fósil señala hacia otras especies que actualmente están extinguidas. Ahora bien, ¿qué podemos decir acerca de algunos especímenes actuales, de comportamiento alimentario carnívoro? ¿Fueron creados, esos grandes monstruos marinos, con características alimentarias depredadoras? La respuesta a esta última pregunta es materia para un próximo artículo titulado "Monstruos marinos".
¿Y los dinosaurios, pueden ser considerados, algunos de ellos, como pertenecientes al grupo de los "grandes monstruos marinos" del Quinto Día Creativo del Génesis? A este respecto, la revista LA ATALAYA del 15-12-1973, página 764, considera lo siguiente:
«¿Cuándo creó Dios a los dinosauros, y cuándo llegaron a extinguirse? La Biblia no suministra respuestas específicas a esta pregunta. Según el relato de Génesis, los animales fueron creados durante los períodos o "días" creativos quinto y sexto. Si la expresión hebrea traducida "grandes monstruos marinos" [hebreo, tanninim] incluye a los dinosauros, que a menudo habitaban zonas acuosas, pantanosas, esto significaría que los dinosauros fueron creados en el quinto "día." No sabemos si continuaron existiendo hasta que fue creado el hombre (hacia el fin del sexto "día"). A más tardar parece probable que hayan desaparecido de la Tierra cuando vino el diluvio del día de Noé. Los dinosauros eran reptiles, y algunas clases de dinosauros se parecen mucho en estructura y en otras cosas a las lagartijas (sauros es, de hecho, la palabra griega para "lagartija"; saura en Levítico 11: 29, de la Septuaginta). No todo tipo de dinosauro era de tamaño tan gigantesco. Por consiguiente, aunque hubieran sobrevivido hasta el Diluvio, esto no habría requerido el introducir parejas de variedades enormes en el arca. Otros miembros más pequeños de la familia o "género" en particular a la que pertenecían éstos habrían bastado para cumplir el mandato divino.
Algunas de las traducciones más antiguas de la Biblia usan a veces la palabra "dragones" para traducir la palabra hebrea tanninim ("monstruos marinos," en la Traducción del Nuevo Mundo). El término "dragón" (griego, drakon) se encuentra en las [Santas] Escrituras Griegas Cristianas. Se ha sugerido como posible que, más bien que tener una fuente meramente mítica, esta expresión originalmente pudo haberse aplicado a criaturas enormes como los dinosauros y que asumió matices míticos sólo después que estas criaturas gigantescas habían desaparecido por largo tiempo. Interesante es el hecho de que muchas de las representaciones míticas del "dragón" se asemejan fuertemente a ciertos tipos dentro de la familia de las enormes criaturas reptiles que incluye al dinosauro».
La revista DESPERTAD del 8-2-1990, páginas 9-11, abundando en el tema de los Dinosaurios, expone lo siguiente:
«"La PALEONTOLOGÍA es la ciencia que trata el estudio de los fósiles, y los fósiles son restos de origen orgánico". Sin embargo, como dijo un paleontólogo, es "una ciencia muy especulativa y subjetiva". Esta afirmación es cierta en el caso de los dinosaurios. G.L. Jepson, un científico de Princeton (E.U.A.), dijo lo siguiente respecto a una serie de especulaciones que se han hecho tocante a lo que les sucedió a los dinosaurios:
"Varios autores han sugerido la posibilidad de que los dinosaurios desaparecieran porque el clima empeoró […] o porque empeoró la dieta. […] Otros escritores han responsabilizado de ello a enfermedades, parásitos, […] cambios en la presión o composición de la atmósfera, gases venenosos, ceniza volcánica, oxígeno excesivo procedente de las plantas, meteoritos, cometas, reducción del depósito común de genes provocada por mamíferos devoradores de huevos, […] radiación cósmica, desviación de los polos con respecto al eje de rotación de la Tierra, inundaciones, deriva continental, […] desecación de ciénagas y lagos, manchas solares" (The Riddle of the Dinosaur [El enigma del dinosaurio]).
De tales especulaciones se desprende que los científicos no pueden responder a ciencia cierta la pregunta: ¿Qué fue de los dinosaurios?
Una teoría más reciente es la que planteó un equipo formado por padre e hijo: Luis y Walter Álvarez. Walter Álvarez descubrió en una formación rocosa fuera de Gubbio, ciudad del centro de Italia, una curiosa y delgada capa de arcilla rojiza intercalada entre dos capas de piedra caliza. Debido a que la capa inferior de piedra caliza contenía abundantes fósiles y la superior casi ninguno, los geólogos concluyeron que la vida desapareció de súbito y que la delgada capa rojiza de arcilla tenía cierta conexión con la extinción.
Los análisis revelaron que la arcilla contenía mucho iridio (un metal), una concentración treinta veces mayor a la que se encuentra en las rocas normalmente. Ellos sabían que concentraciones tan elevadas de este elemento poco común sólo podían provenir del centro de la Tierra o de alguna fuente exterior a la Tierra. Llegaron a la conclusión de que el iridio fue depositado por un enorme asteroide que chocó con la Tierra, y provocó la súbita extinción de los dinosaurios.
Después del descubrimiento de la arcilla enriquecida con iridio en las inmediaciones de Gubbio, se encontraron depósitos similares en otras partes del mundo. ¿Corroboraban estos hallazgos la hipótesis del asteroide? Algunos científicos están escépticos al respecto, pero, como reconoce el libro "The Riddle of the Dinosaur", la hipótesis de Álvarez dio empuje "al estudio de la extinción y la evolución". El paleontólogo Stephen Jay Gould admite que eso podría hacer disminuir "la importancia de la rivalidad entre las especies".
Al comentar respecto a esta nueva teoría y la extinción aparentemente súbita de los dinosaurios, un escritor sobre temas científicos admite: "Podrían sacudir los fundamentos de la biología evolutiva y poner en duda el actual concepto de la selección natural".
David Jablonski, científico de la universidad de Arizona (E.U.A.), deduce que "para muchas plantas y animales la extinción fue repentina y en cierto modo especial. Las extinciones en masa no son tan sólo los efectos acumulados de muertes graduales. Algo raro sucedió". Ése es también el caso de los dinosaurios. Su aparición y desaparición relativamente súbitas contradice el punto de vista por lo general aceptado de que hubo un proceso lento de evolución.
Los huesos de dinosaurios casi siempre se encuentran en capas de tierra inferiores a las que contienen huesos humanos, lo que hace que muchos lleguen a la conclusión de que pertenecen a un período de tiempo anterior. Los geólogos dan a esta época el nombre de "era mesozoica" y la subdividen en tres períodos: cretáceo, jurásico y triásico. Se afirma que la duración de estos períodos es del orden de decenas de millones de años. No obstante, ¿hay algún fundamento sólido en el que apoyar esta afirmación?
Un método que se utiliza para datar la antigüedad de los fósiles es el denominado "método de datación del radiocarbono". Este sistema de datación mide la proporción de desintegración del carbono radiactivo (carbono 14) desde el momento de la muerte del organismo. "Una vez que un organismo muere, ya no absorbe más anhídrido carbónico del ambiente que le rodea, y con el tiempo la proporción del isótopo [carbono 14] va disminuyendo a medida que sufre desintegración radiactiva", dice "Science and Technology Illustrated".
Sin embargo, este método presenta serios problemas. En primer lugar, cuando se considera que un fósil tiene 50.000 años de antigüedad, su nivel de radiactividad ha bajado tanto que resulta muy difícil detectarlo. En segundo lugar, incluso en especímenes más recientes, este nivel ha bajado tanto que sigue siendo dificilísimo medirlo con exactitud. En tercer lugar, los científicos pueden medir el nivel actual de formación de carbono radiactivo, pero no tienen manera de medir las concentraciones del carbono 14 que había en el pasado remoto.
De modo que tanto si se utiliza el método de radiocarbono para datar los fósiles, como si se utilizan otros métodos —como el del potasio radiactivo, el uranio o el torio— para datar las rocas, los científicos no pueden establecer después de tantísimos siglos cuáles eran los niveles originales de tales elementos. Melvin A. Cook, profesor de Metalurgia, hace el siguiente comentario al respecto: "Estas concentraciones [de materias radiactivas] sólo pueden suponerse, de modo que las edades obtenidas así no pueden ser mejores que esta suposición". Esto es especialmente cierto si tenemos en cuenta que el diluvio del día de Noé ocurrido hace más de cuatro mil trescientos años produjo enormes cambios en la atmósfera y en la superficie terrestre.
Charles Officer y Charles Drake, geólogos de la universidad de Dartmouth (Canadá), hacen surgir aún más dudas respecto a la exactitud del método de datación radiactivo. Ellos dicen: "Deducimos que el iridio y otros elementos encontrados con él no fueron depositados de manera instantánea […], sino que más bien hubo un influjo intenso y variable de estos componentes durante un intervalo de tiempo geológico relativamente breve del orden de 10.000 a 100.000 años". Ellos razonan que la ruptura y desplazamiento de los continentes trastornó el entero globo terráqueo, causando erupciones volcánicas, bloqueando la luz del Sol y ensuciando la atmósfera. Lo cierto es que tales sucesos desbaratadores pudieron cambiar los niveles de radiactividad, lo que tergiversaría los resultados obtenidos mediante los relojes radiactivos de nuestros días.
Aunque el método de datación radiactivo es innovador, todavía se basa en la especulación y la suposición. En contraste, el relato de la Biblia registrado en el primer capítulo del libro de Génesis sencillamente menciona el orden general en que tuvo lugar la creación, lo que permite la posibilidad de que transcurriesen miles de millones de años para la formación de la Tierra y muchos milenios (distribuidos en seis períodos creativos o "días") para su preparación con vistas a ser habitada por el hombre.
Es posible que algunos dinosaurios (y pterosaurios) hayan sido creados en el quinto período mencionado en Génesis, cuando la Biblia dice que Dios hizo "criaturas voladoras" y "grandes monstruos marinos", y otros, en el sexto período. Si se tiene en cuenta la abundancia de vegetación que sin duda existía en el tiempo de los dinosaurios, habría sido muy apropiada la presencia de un número tan elevado de animales con un apetito voraz.
Una vez que los dinosaurios habían cumplido su propósito, Dios puso fin a su existencia. No obstante, la Biblia guarda silencio en cuanto a cómo y cuándo lo hizo. De lo que sí podemos estar seguros es de que los dinosaurios fueron creados por Jehová con un propósito definido, aunque de momento no comprendamos cuál fue ese propósito. No vinieron por error, ni fueron producto de la evolución. Su súbita aparición en el registro fósil sin ninguna conexión con algún antecesor fósil y su desaparición sin dejar fósiles de transición, son pruebas en contra de la opinión de que tales animales evolucionaron de forma gradual a lo largo de millones de años. Por consiguiente, el registro fósil no apoya la teoría de la evolución. Al contrario, armoniza con el punto de vista bíblico de que la vida animal fue creada por Dios».
Autor:
Jesús Castro