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Hambre, alta tecnología y desigualdad social: Un desafío a inicios del siglo XXI


  1. Viejas preguntas, ¿futuras respuestas?
  2. El problema del hambre: ayer y hoy
  3. Puntos de partida para una agenda política

Viejas preguntas, ¿futuras respuestas?

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En la actualidad, todos nos sorprendemos cuando vemos a nuestro alrededor los cambios tecnológicos que se llevan a cabo en la sociedad, aunque alrededor del mundo hay miles de personas que mueren por inanición, lo que nos lleva a preguntarnos ¿Estamos ante un límite de la naturaleza o frente a una inequidad social básica?

Para solucionar el problema, o al menos acotarlo, requiere del cumplimiento de dos condiciones: una necesaria, asegurar la disponibilidad de una masa alimentaria mínima, y otra suficiente, garantizar niveles de precios de alimentos y de ingreso que permitan la accesibilidad al consumo.

Inicialmente todo radicó en equiparar la velocidad de crecimiento de la población con la de la oferta de alimentos. Todo se cruzó en la medida llamada "Revolución verde". A pesar de esto no se ha podido erradicar el problema ya que actualmente cerca de 1000 millones de personas están subalimentadas y lo que es más grave aún: en los últimos 15 años la cifra creció algo más del 8% (FAO, 2008).

A partir de la década de los 60s se ha incrementado el abastecimiento de alimentos por encima del crecimiento poblacional. Pero la distribución del ingreso no mejoro lo que afecto de manera negativa la accesibilidad, por eso, el problema global del hambre no sólo sigue vigente, sino que se ha tornado más complejo y más grave.

El problema del hambre: ayer y hoy

Desde el siglo XX el problema del hambre se vio principalmente como una batalla entre la producción de alimentos y el crecimiento de la población, y la mejor solución contra el problema de la disponibilidad parecía la tecnología.

La investigación agraria comenzó a considerarse esencial y pasó a tener cierta relevancia en las agendas públicas, como respuesta a la problemática de la alimentación mundial como en 1943 el Centro Internacional para la Mejora del Maíz y el Trigo (CIMMyT) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en 1945.

El trabajo y esfuerzo de muchos países e instituciones en materia de investigación y difusión de nuevas tecnologías agrarias, como semillas de alto rendimiento, fertilizantes, sistemas de riego, herbicidas y maquinaria, derivaron en un aumento de la producción de productos primarios y de alimentos.

Años después, elevaron la producción el desplazamiento de las fronteras cultivables y una mayor productividad, pero por el crecimiento poblacional comenzaron a generarse nuevas inquietudes sobre la capacidad del planeta para sostener con sus recursos la creciente producción de alimentos.

En 1996, se realizó en Roma la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, en respuesta a la persistencia de una desnutrición generalizada y a la preocupación creciente sobre la posibilidad de que la agricultura pudiera cubrir las necesidades futuras de alimentos. Además se constituyó un foro para el debate sobre la erradicación del hambre.

En el 2000, los países miembros de las Naciones Unidas suscribieron a la Declaración del Milenio, en la cual se comprometieron a reducir los niveles de extrema pobreza y, además, establecieron una serie de objetivos conocidos como los "Objetivos de Desarrollo del Milenio", cuyo vencimiento está fijado para 2015.

Pero ¿Cómo evolucionó objetivamente el problema de la alimentación de una población creciente en los últimos 50 años? Bueno la superficie cultivada creció lentamente, la producción de alimentos, lo hizo mucho más rápidamente. El secreto estuvo en el impacto positivo de la tecnología, materializada en mejores rendimientos por hectárea. Desde inicios de los 60s, la producción de cereales y oleaginosas creció 2,7 veces. Son buenos los resultados ¿Qué opinas?

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Y ahora preguntémonos ¿eliminó esta poderosa tendencia productivista el hambre en el mundo? Pese al incremento de la cantidad de alimentos, en buena parte de la población mundial persisten hasta nuestros días la pobreza, el hambre y la malnutrición. Últimamente esta situación se agravó como debido al acelerado aumento de los precios de los alimentos y, desde el año 2008, debido a los efectos de la crisis mundial. En el último año, el número de personas desnutridas alcanzó los 963 millones (más del 14% de la población mundial), significa unas 40 millones de personas más que en 2007.

Como sea señalado, se generan alimentos suficientes para alimentar a toda la población mundial pero persiste el hambre en parte importante de ella. En tal sentido, los datos históricos indican que: I) las cantidades de insumos alimenticios primarios han estado creciendo a lo largo del tiempo por encima de los aumentos poblacionales; II) a pesar de los impactos tecnológicos (con innovaciones ahorradoras de costos y mejoradoras de productividad), ellos fueron concomitantes con incrementos moderados, nominales, en los precios de tales productos: trigo, maíz y soja, entre otros; III) los precios de los alimentos crecen más rápido que los de los insumos; IV) el número de subalimentados no se reduce, sino que circunstancialmente se incrementa

Producción y abastecimiento de alimentos industriales

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En el aprovisionamiento de insumos para la actividad primaria, hay una creciente presencia de empresas de gran porte y cobertura global, provenientes del mundo industrial de alto perfil tecnológico. Estas basan sus ofertas en conocimientos que se desplazan cada vez más hacia la investigación científica, aumentando la importancia de los derechos de propiedad intelectual: patentes, derechos de obtentores vegetales, registros de genética animal, marcas, modelos y diseños de envases. Sin duda ello amplía la base de producción, pero implica crecientes costos.

El estadio siguiente se conforma por quienes desarrollan la agricultura, debiéndose en este caso distinguir entre quienes poseen las tierras y las empresas de producción, ligadas por una muy diversa gama de contratos y acuerdos comerciales, ya que existe un peso creciente de la agricultura bajo contrato

Pero contar con mayor disponibilidad de materias primas es sólo un aspecto del problema. Para lograrlo y convertirlas en alimentos se necesita de una larga y costosa serie de etapas de transformación. En este marco general pueden darse distintas configuraciones, las cuales afectan el precio que recibe el consumidor. La primera configuración consiste en productores de muy baja escala que no ingresan al sistema comercial y si bien pueden utilizar ciertas innovaciones acotan su actividad a la subsistencia. Otra configuración está dada por los segmentos comerciales acotados a productores de escala media y baja que se articulan con industrias transformadoras y esquemas locales y regionales de comercialización. Finalmente, existen cadenas que operan abasteciendo distintos mercados en base a materia prima proveniente de diversas geografías, modelos estandarizados de acopio, acondicionamiento y distribución universales.

Algunos problemas agronómicos presentes en diversas regiones pueden reducir, a futuro y de manera irreversible, la producción agrícola y ganadera y la capacidad de generar los alimentos necesarios para alimentar a la población creciente. La disponibilidad de agua de riego en el futuro —que se puede ver afectada fuertemente por el cambio climático— es un factor de relevancia en la determinación de las posibilidades futuras de producción, ya que puede inducir nuevas limitaciones, particularmente a niveles locales.

Es posible que la tecnología sea una poderosa herramienta para contribuir positivamente a una disponibilidad de alimentos compatible con el crecimiento de la población

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Pero, la conformación de las ofertas tecnológicas y de los procesos -que van desde la materia prima a los alimentos terminados- conlleva un tramado de empresas y organizaciones que no garantizan ni la sustentabilidad ambiental ni la accesibilidad masiva de los estamentos de consumo jaqueados hoy por el hambre.

En las últimas décadas, producir más alimentos no es suficiente. Es necesario perseguir el desarrollo de un sistema sustentable que tenga como objetivos simultáneos un proceso de redistribución del ingreso y de inclusión, así como el cuidado de los recursos naturales. Mayor producción, mayor equidad e integridad ambiental son los factores que permitirían desarrollar un sistema de producción sustentable

Puntos de partida para una agenda política

A pesar que vivimos en un mundo dominado por las comunicaciones globales, el tema no está presente cotidianamente en la pantalla informativa ni tiene la suficiente atención en las agendas académicas y políticas. El hambre no es un problema individual sino un desafío colectivo para el conjunto de grupos sociales y de países. . La gravedad del problema y la urgencia por hallar soluciones sustentables en el largo plazo exige la generación de una conciencia colectiva, la cual, por lo menos inicialmente, debería intentarse a través de la cooperación internacional.

Una primera conclusión revela entonces que "el ámbito" de solución del problema se encuentra altamente fragmentado y, con ello, se debilita la percepción del dramatismo y realismo que alcanza. Es necesaria la puesta en marcha de iniciativas unificadoras globales en los máximos foros internacionales con el mismo o mayor énfasis que el otorgado hoy en día a cuestiones económicas como la actual crisis financiera internacional.

La solución al problema del hambre depende de acciones concurrentes tanto sobre la actual estructura de aprovisionamiento de alimentos como de las condiciones de accesibilidad, especialmente por parte de los segmentos de ingresos menos favorecidos.

La realidad indica que muchas de estas precondiciones para el buen funcionamiento de las relaciones económicas no se verifican, particularmente, en las esferas de las grandes empresas con sede en las economías más desarrolladas. Un comercio internacional con menos restricciones beneficiaría a los países en desarrollo.

 

 

Autor:

Alejandro Sauceda Ramírez