las apreciadas plantas. Lo que no dejaba en duda era que mis propias vibraciones se conjugaban con las ondas vibratorias que de el impartían y yo veía el terreno como era en otros tiempos; en cuanto a las estacas y las plantas las sentía tan sólidas a mi contacto, como si efectivamente se tratase de realizaciones terrenas, llegando a sentir los estallidos de las pencas cuando las sacudíamos en el aire para extraerles las fibras con las que amarrábamos las plántulas. Se siguieron las conversaciones amistosas diariamente durante dos meses aproximadamente. En la mayoría de las ocasiones en que así conversábamos, no me fue posible recordar totalmente los asuntos tratados. En trances como éstos, los recuerdos se conservan de manera intermitente y muchas cosas se escapan al despertar. Solo más tarde se recuerdan los dramas y los escenarios vividos durante el sueño. Retornan los recuerdos por los canales de la intuición, accionados por los asistentes espirituales orientadores de los trabajos. Me recuerdo entre tanto que Pedrito lloraba y se quejaba amargamente de una persona. Fue un hombre que mucho lo perjudicó llamándolo frecuentemente con el nombre del señor Romano al cual responsabilizaba por la miseria en que se encontraba, y durante estos coloquios espirituales, yo me veía sentada sobre un cajón viejo, al lado de mi pupilo en el patio, oyéndole relatar sus propios infortunios, en cuanto igualmente sentado, lloraba y oía las lecciones de Instrucciones evangélicas, y apuntes de la doctrina Espirita, sobre la vida mas allá de la sepultura, yo le trasmitía el único bálsamo, que la inspiración de Charles me trasmitía para aliviarnos las amarguras. Yo le hablaba entonces de la misericordia de Dios que no desampara al sufriente que en ella confía, o de la bondad de Jesús, siempre pronto auxiliar a los necesitados, levantando así la esperanza en su corazón y contándoles historias educadoras en las cuales Jesús aparecía en el esplendor de su vida práctica entre los hombres, en acción de sus servios junto al prójimo. I Pedrito era como un niño con pequeña capacidad de entendimiento para instrucciones más amplias. Incapaz de generar fuerzas de penetración para otras formas de esclarecimiento. Le hablaba de las curas realizadas por Jesús a los ciegos, las curas a los paralíticos y a los leprosos, agregando que aquel que hizo tales curas en otrora también extendería sobro el su mano protectora con el fin de permitirle la cura que tanto necesitaba, para los diversos males de la humanidad. Hablaba en parábolas que fueran asimilables en el entendimiento de esa ruda población,.
Le hablaba de la resurrección de la hija de Jairo y la de Lázaro, procurando acentuar intencionalmente la atención dispersada por el maestro a los niños, a los pescadores y a los enfermos. Su grandeza espiritual de emisario divino, de su amor a la humanidad, su sufrimiento heroicamente soportado, y el generoso perdón concedido a los que le habían perseguido. Cierta vez exclamó Pedrito probando que asimilaba la enseñanza: — OH! Señora si yo viviese en el tiempo de Jesús él me hubiera curado también de mi enfermedad?. –El tiempo de Jesús es siempre el mismo. El divino maestro no nos ha abandonado: y estoy segura de que también ha de curar su enfermedad y su cura ya comenzó mi hermanito, quien en breve tiempo usted no sentirá más nada de lo que viene sufriendo, estará fortalecido y feliz, para conquistar el futuro. En otra ocasión yo le di explicaciones sobre el fenómeno de la muerte, garantizándole que nuestra alma continuaría viviendo para progresar y para llegar a Dios sin aniquilarse jamás en parajes infernales, se río con alegría y declaró: Dios permita que eso sea así, porque yo tengo mucho miedo de ir para el infierno cuando muera las intuiciones que me eran transmitidas, me aconsejaban no sorprenderlo todavía con la noticia chocante de que él ya no era un hombre encarnado y si un habitante del más allá. Sería tal vez muy temprano dado el trazo mental en que permanecía y que le podrían derivar perjuicio. Él recibía el esclarecimiento, por normas naturales, en el momento en el que le fuese posible gravitar para plano atmosférico menos denso que aquel que estaba viviendo. Pedrito gustaba de las historias evangélicas y acostumbrada reírse encantado, al oír la parábola del buen samaritano; y me recuerdo aún de la satisfacción con que oía la conmovedora historia del hijo prodigo, perdonado por el padre después de tantas peripecias sufridas; de la aparición de Jesús a María de Magdala y a los apóstoles después del calvario. De la conversación de Saulo y otras tantas personas que la inspiración me traía como recursos para la adaptación de su mente a las cosas suaves y superiores, que' le pudiesen elevar las vibraciones. Notaba además, que el paciente se iba aficionando a mi, confiando en mi palabra, sensibilizado y atraído por el trato afectivo que yo le dispensaba. A veces lloraba, quejándose de terribles dolores renales, en el hígado y en el estómago, que lo imposibilitaban alimentarse. Hasta que un día él se encontraba asegurando las plantas a las estacas: le pregunté.
–¿Quiere consultar un médico ¿Pedrito?, esa enfermedad no vale nada. Eso es apenas su pensamiento, que recuerda el tiempo en que la enfermedad existió, haciéndole sufrir nuevamente y aún así, usted necesita de cierto tratamiento para la enfermedad del alma pues es su espíritu el que se encuentra enfermo será mejor que usted vaya a un hospital porque allí habrá confort en el tratamiento adecuado, y habrá enfermeros para atenderlo, más allá de los médicos, y lodo será gratuito. Si usted quiere diligenciaré su entrada a un hospital muy bueno que yo conozco … él respondió interesado, no comprendiendo mi intensión de apartarlo de aquel ambiente y al mismo tiempo proporcionarle ensayos de mejorías espirituales. –Yo quiero ir para un hospital. Si, es que la cuestión es de encontrar una persona que cuide de mis gallinas y de mis plantas, contrariamente, no puedo ir porque además necesito reconstruir mi huertita para ganar algo ya que no puedo continuar en esa miseria. –Pedrito: en primer lugar está su salud, porque nadie puede trabajar enfermo, yo me encargaré de todo, para que usted pueda hospitalizarse ¿acaso usted no confía en mi? –pues como usted sabe a mi también me gusta criar gallinas, ya tuve grandes gallineros … y también me gusta cultivar las plantas. Ese servicio de persuasión no me fue fácil ni rápido se necesitó cerca de dos meses de dedicación y coraje, en cuanto mi pariente C, era sometido a tratamiento riguroso tales como pases, agua fluidificada a fin de desentoxicar el organismo de las irradiaciones deletéreas de la entidad invisible, fortaleciéndose mental y físicamente a fin de resistir al delicado complejo de su salud. Todo aquel trabajo requería de mi censo y responsabilidad ya que me fue confiada la misión de rescate, por aquella entidad elevada Charles, por el cual siento respeto y mucho amor debido a lo mucho que también me ha amado y servido. Yo sacaba de mis propias fuerzas gran caudal de amor, de paciencia, y atenciones diarias, aún en las horas de vigilia, que sin la ayuda de mis amigos espirituales que me correspondían a la confianza, no hubiera sido fácil cumplir la misión. Frecuentemente oía a Charles que me animaba — "Ámalo", decía susurrante– trátalo con la alegría del corazón, la misma alegría con que proseguiría la renovación educativa de un ser muy amado. También es tu hermano, creyente en tus desvelos. No obstante se preguntaría, porque no fue retirada la entidad Pedro del ambiente de C. por el poder de los dos abnegados guías espirituales que orientaban el trabajo, y como si fue retirada la entidad del suicida Adán?
A esa pregunta responderé que: en primer Lugar cumple al obrero del Señor obedecer a sus dirigentes espirituales, ejecutando las tareas que le son confiadas sin distorsionar. El mundo espiritual es complejo, las leyes que lo rigen y las circunstancias de vida son clásicas y también complejas, y lejos estamos de conocerlas en sus verdaderas estructuras para de manera osada poderlas criticar en la forma de actuar de los mentores invisibles. Complejas serán por eso mismo, las circunstancias de los casos a tratar, ignorando la razón porque recibimos una incumbencia y no otra, siendo que no cumple obedecer las orientaciones recibidas alegrándonos sin las honras que del invisible recibimos, al trabajar sirviendo en la causa de la fraternidad. En segundó lugar recordaré que un suicida, víctima de terribles descontroles vibratorios,.con su aproximación psíquica se torna incómodo y peligroso para la criatura encarnada, que sufre y le debilita por éste o aquel motivo, comparando la pobre alma solitaria e ignorante, e incapaz del mal voluntariamente comparada con el suicida que podría inducir al suicidio, aún sin desearlo. Mientras, que la segunda entidad Pedrito, tan necesitado de socorro talvez aún más necesitado que el propio asediado estaría en mejores condiciones para recibir el esclarecimiento necesario y poderse retirar voluntariamente antes que ser expulsado o retirado por cohesión. Es de tener en cuenta que un suicida cualquiera que sea su categoría espiritual, no posee condiciones para comprender advertencias doctrinarias. Es un alucinado que se debate sobre pesadillas incontrolables, sin noción de censo ni serenidad para reflexionar y poderse valer de su propia voluntad, razón por la cual sea removido del local de donde se encuentre a pesar de su propia rebeldía. Entre otras cosas, yo continuaba en la labor de evangelización y esclarecimiento a la entidad Pedro, preparándolo en lo posible para la adaptación de la vida de espíritu. Y en la noche durante el expediente psicográfico, religiosa y duramente ejecutado me era dado leer temas espiritas, y evangélicos. Lo convidaba a que se aproximara a mi, para que escuchara la lectura. Pues se mantenía ejecutando labores por la casa y por el solar suponiéndose en las labores de su huerta. Y muchas veces lo veía a mi lado y en éste mismo aposento donde éstas páginas son escritas oyendo atentamente la lectura de excelentes páginas instructivas y consoladoras. Y cierta vez en la noche estando yo a ejecutar la sonata a la luna de Beethoven, en el piano, fui sorprendida con la presencia del mismo Pedrito se sentaba en una silla de brazos próxima al piano, como cualquier humano, y con el mismos vestido roto, arrugado y sucio de tierra, con el rostro apoyado en las manos enternecido escuchaba la música y lloraba, expresaba que jamás en toda su vida oyera la melodía tan linda y agradable como esa. Era como el hijo desamparado y necesitado, confiado por el consolador a mis cuidados maternales para el servicio de la iniciación en las alboradas
del Evangelio, iniciación que seria como el renacimiento para las fases nuevas en su existencia de espíritu en la lucha por la evolución. Cierta noche durante los trabajos psicograficos en los momentos que según parece favorecen los intercambios con los espíritus de los muertos en general, recibí la visita de uno de nuestros buenos amigos espirituales, el cual muy afín con el propio C. por particularidades psíquicas aún no esclarecidas, afirmaba llamarse José Evangelista, había sido hombre de color cuando encarnado y esclavo de descendientes africanos en el Brasil, durante el tiempo de la monarquía. Muy inteligente además culto ese espíritu se conservó en un enigma para mí durante algún tiempo, pues solamente en los dos últimos años me fue dado a conocer el motivo por el cual se presentaba Señor de tanta cultura. Ese gran trabajador frecuentemente se comunica en nuestro núcleo espirita trabajando dedicadamente al bien del prójimo a veces sobre dirección de mentores más elevados, siendo poseedor de métodos particulares para actuar en los servicios de la fraternidad universal faculta libertad de métodos a sus obreros, desde que se mantengan los principios cristianos. El espíritu José Evangelista, habiéndose confirmado esclavo en el Brasil, no presentaba complejos conservados del estado de la raza, pero si presentaba un estilo clásico de manera normal y fácil. Aficionado igualmente a mí en la noche anteriormente referida se tornó visible y se hizo comprender susurrando a mi entendimiento Recibí orden de nuestros maestros para auxiliar y retirar a Pedro de aquí, él ya se encuentra mejor superando el desajuste en que se conserva, y por tanto, apto para comprender alguna cosa, porque su corazón ya está más sereno de las amarguras que lo oprimían. De otro modo él viene perjudicando a C., con su presencia y la justicia ordena que lo apartemos ahora con un poco de rapidez debido a su buena mejoría. –Con mucha satisfacción, mi hermano, acepto sus ofrecimientos, por cuanto retirar de aquí nuestro paciente realmente no me seria posible, sino apenas confortándolo o ayudándolo a aplacar la rebeldía del corazón y a volverse para Dios con el fin de progresar… En esa misma noche proyectándome en espíritu conforme venía sucediendo frecuentemente, fui sorprendida con otras confidencia de Pedrito y de ellas me recuerdo con tanta precisión y claridad como si las recibiera en éste momento. A pesar de haber trascurrido siete años. Esas confidencias fueron espontáneas, nada pregunté, no las provoqué, ni las incentivé, tampoco las deseaba, pero una vez exteriorizada, las acepté y aquí las transcribo tales como fueron reveladas, por entender que el intercambio con el más allá es preciosa enseñanza para nosotros, por las
lecciones expresivas que se presentan tan impresionantes de la vida real, puesto que también con las ilustraciones conferidas por los espíritus sufridos, y no solamente con los instructores de orden elevado aprendamos las grandes tesis que nos reeducarán el carácter, porque nos facultan lecciones prácticas para corregir nuestra conducta diaria. Ama- rrábamos como siempre las queridas hierbitas, pues eran esas plantas que mayores cuidados exigían del antiguo cultivador, no obstante ya se hacia notoria la fatiga que se iba apoderando de él elevándolo al desinterés por la huerta. Lloraba en cuanto trabajaba, como si las recordaciones de las pasadas angustias recrudeciesen sobremanera en la ocasión. Apenada le hable: –No llore Pedrito, usted no tiene fe en Díos? Vamos a orar, para que el Señor nos ayude… todo ha de mejorar para usted, tengamos un poquito más de paciencia. –Si mi señora, yo tengo fe en Dios, si! Mi señora Dios nuestro señor es muy bueno, respondió llorando. No ve mi señora que si yo estoy sufriendo así también tengo quien me ayude mucho, gracias a Dios el culpable de mi desgracia fue el señor Romano.La señora lo conoce? –No Pedrito! no lo conozco. –Pues el es el vendedor de la calle de arriba, es un italiano muy exigente y ambicioso yo tenia negocios con el, es decir compraba los artículos para mi mantenimiento; el maíz para las gallinas, que era poco pues las gallinas pasteaban bien, el querosene para la lámpara, el carbón para cocinar, el jabón para lavar la ropa y lavar la losa y otros enceres. Después yo enferme. Me desactive como la Señora no se imagina. No pude trabajar más, no volví a ganar dinero por que no podía accionar el azadón para salir a vender mis productos, como me atacó la fiebre, quede mal durante tres meses , pero continué comprando en el almacén del Señor Romano, acaso por esto yo tenia que pasar hambre, y las gallinas no necesitaban de maíz? Pues no pude pagar nada de eso con rapidez; entonces mi Señora, fue cuando el Señor Romano me hizo una traición tan grande que me dejo en la miseria como la señora puede apreciar. –No piense más en eso Pedrito, lo que paso no debe ser comentado más. Recordando ese triste pasado usted se martiriza nuevamente, sin razón de ser y Ud. Empeora su estado de salud. Mejor piense en Dios y en en el futuro y pidiendo fuerzas para olvidar el mal pasado para comenzar nueva vida, que será mucho mejor que esta situación que tanto te hace sufrir Buscaba la manera de esquivarlo de los sinsabores que eran justamente los factores de sus complejos psíquicos. Mas el insistía en un desahogo que le aliviaba el corazón. Es que la traición fue grande mi Señora, yo quiero que la Señora sepa todo esto, porque aun hoy mi corazón sangra
–Eso ya pasó hace mucho tiempo, más parece que no hiciera muchos años, no señora… ahora ya voy mejorando mi vida, gracias a Dios. Están aliviándose mis dolores, ya puedo trabajar un poquito… faltan las herramientas para revolcar la tierra, falta mi azadón, mi rastrillo, mi pala y mi machete, lo que el señor Romano hizo conmigo no se hace con un perro, sépalo la señora… yo también soy gente, o acaso no lo soy? Será porque soy negro que no soy gente, solamente él es gente porque es blanco?, él vino aquí, yo estaba acostado en mi cama, titirando de frío y fiebre, el me sacó de la cama, y me hizo acostar en una estera vieja, diciendo que ésta era más fresca, y mejor para la salud que la cama; cargó mi cama, mi colchón, mis cobijas, mi mesa, armario, sillas y mis bancos, pues yo tenia mi casa muy arregladita porque estaba viudo hace poco tiempo; se cargó con el baúl de mi ropa y mis enseres, cargó con mi cosecha, si señora él hizo eso", ni las gallinas ní mis gallos de pelea tampoco los huevos escaparon del ladronísimo de él, y se llevó hasta mis herramientas, todo para cobrarse de tal deuda. ¿Acaso yo debía tanto así al señor Romano? ¿Fue o no un ladrón?, yo le pensaba pagar la deuda, si señora, la demora era que yo quedara bien para poder trabajar y ganar dinero, no era preciso que él hiciera eso, sólo quedó aquí esta vieja estera, porque hasta la almohada fue a dar donde la vecina del lado que me favoreció, por bondad. Los vecinos pedían al señor Romano que no hiciera esa maldad conmigo, pero él respondió con mala educación diciendo que iba a llamar la policía para llevarme a un hospital porque según él, yo le debía mucho y él no podía perder, y que yo no me volvería a recuperar, yo moriría y antes que otra persona arrebatara lo que era mió, él se apoderaba porque según él yo le debía mucho ya le señora vio cosa igual durante su vida? ¡Ah! yo lloré mucho, y entonces fue cuando quedé sin recursos para poder trabajar, empeoré en mi dolencia debido al disgusto sufrido, y hasta hoy sigo así … y si no fuese por la bondad de mis vecinas yo hubiera muerto de hambre, ellas eran las que me traían la comida, quedé viviendo de limosna mi señora … — Entregue su disgusto a Dios, y no piense más en eso, para usted conseguir la paz del corazón – repetí, apenada, Dios posee más para conceder a usted que lo que el señor Romano pudo haber llevado de aquí. Él es más infeliz que usted, pues practicando tal violencia, en vez de observar los deberes de la fraternidad para con el prójimo, perdió la gracia de Dios, pero que sí usted lo perdona estará en la gracia de Dios, no recuerda de la respuesta de Jesús, cuando el apóstol pregunta Cuántas veces debería perdonar al ofensor?, Jesús respondió: "Perdona hasta setenta veces siente si fuere necesario", quiere decir perdonar siempre … lo mejor es que usted se ponga de acuerdo par ir al hospital para que se restablezca y pueda trabajar en el servicio de Dios … y no más el uso de
las herramientas agrícolas .. . Él prosiguió con la mente sofocada por el complejo que le impedía el progreso, tal vez impedido por una necesidad de expansión que le producía beneficio. Que Dios nuestro Señor lo perdone a él y a mí… pues para decir la verdad, mi señora, yo ya odié demasiado al señor Romano mucho más de lo que lo odio ahora, tanto le odié que hubiera querido devorarlo vivo … "hice hasta un trabajo con fuego y pólvora para ver si él me devolvía lo mío". Quise hacerle un maleficio para vengarme. ¡Pero qué! Si el señor Romano parece ser hasta "mañoso" tiene el cuerpo cerrado a siete trancas, si señora. No se le pegó nada a el mi señora, perdí el tiempo empeoré la salud porque me levanté y abusé sin poder, y aún gaste el ultimo dinero comprando los insumos para el hechizo Usted hizo mal en eso Pedto, porque deseando lo peor para el prójimo, usted se salió de la gracia de Dios y se alió al espíritu de las tinieblas. La ley de Dios recomienda perdonar y olvidar las ofensas" Y Jesucristo nuestro Maestro, nos aconseja amar a los propios enemigos, sin deséales jamás mal alguno, por lo tanto no debemos desear venganzas sea contra quien fuere. Dios nuestro Padre es el único que sabrá corregir con justicia nuestras faltas. Perdone pues al señor Romano para que vaya sosegado al hospital, porque yo le garantizo que dentro de poco usted estará fuerte y alegre para el trabajo que Dios le confiará a sus fuerzas. El iba a responder, pero inesperadamente apareció entre nosotros la figura amable de José Evangelista sintiéndose aún como si fuera un hombre encamado declarándose como comprador de inmuebles. Se dirigió a Pedrito, saludándolo con atención, apretándole la mano, manifestando que él fuera informado de que Pedrito deseaba vender su propiedad. El antiguo cultivador protestó francamente sin convicción en la negativa. y quien los viese conversando de manera tan natural sin misticismos ni afecciones transcendentales, juzgaría que se trataría de dos ciudadanos terrenos empeñados en negocios y no seres espirituales a quienes solamente se podrían interesar en asuntos espirituales. A cierto punto de la conversación, demostrando inequívoca vivacidad José exclamó, retirando del bolso una cartera y conservándola en la mano para que fuera observada por el interlocutor: _ Deseo comprar si, un terreno por éstos lugares Y dentro de éstos que están en venta es el suyo el que más me conviene por la aproximación a la estación ferroviaria. Amigo a usted le convendrá mucho el negocio. Está enfermo, y así usted no podrá desenvolverse en sus labores, como usted
no tiene salud ni recursos por eso es que usted sufre dificultades sin fin. Venda, pues el terreno yo lo compro Y se lo pago en efectivo … después trataremos sobre las escrituras … coloque el dinero en el Banco, y vaya al hospital a recibir el tratamiento … cuando se restablezca Y deje el hospital, tendrá una cuantía razonable para comprar otra propiedad mayor Y mejor para continuar su trabajo… al final somos del mismo color, nuestros abuelos Y nuestras madres fueron esclavas en el cautiverio y eso nos debe unir … esté cierto amigo Pedro, que usted tendrá en mí un amigo leal a su disposición para protegerlo Y defenderlo de hoy en adelante… su infelicidad pasará, confíe en Dios y nada recele … La pobre entidad se puso a reír, encantado con el amigo que el cielo le enviaba. Pidió mi opinión para vender o no la propiedad, ya él estaba plenamente familiarizado con el amigo le Aprobé la propuesta de José incentivando a Pedrito para aceptarla, pues era lo mejor que podía hacer, comprendiendo la caritativa tentativa de José Evangelista a bien de todos nosotros. Pedrito aceptó fielmente la propuesta, contagiado por la persuasión del "comprador" fue entonces cuando miré a José retirar el dinero de la cartera pasándoselo a Pedrito, que lo recibió felizmente guardándolo ligeramente en el bolsillo del pantalón. Se preparó para seguir rumbo al hospital, José se dispuso a acompañarlo, el paciente se vistió con un pobre saco de dril arrugado, se colocó en la cabeza el sombrero seboso portando en la mano un pequeño equipaje casi inservible, repitiendo en alborozo como para sí mismo: Díos nuestro Señor es muy bueno, la verdad es que Jesucristo es nuestro Maestro y protector, tal como lo explicó la señora … el señor Romano fue el que me hizo una traición muy grande, pero ahora solo encuentro gente buena que me ayuda pues lo que el señor Romano me hizo no se hace ni con un bicho. Olvide el pasado Pedrito. Olvide y perdone para que Dios le perdone también sus faltas. Ahora piense en el futuro para recuperar el tiempo perdido en las tinieblas del odio… y vaya con Dios… no respondió, y salió naturalmente por la puerta de la calle, soñoliento y distraído, no se despidió de mi. Comprendí entonces que el se encontraba exhausto y que no demoraría en dejarse vencer por el "sueño reparador" fenómeno importante, que se da con los desencamados después del deceso físico, sin el cual éste no podría realmente estabilizarse en el verdadero estado espiritual. Salí con el enlazándolo por los hombros y entregándolo al nuevo amigo ya en el portón del jardín, comprendiendo la buena intención del arbitramento supremo planeado por el excelente José con el fin de disminuir las angustias del prójimo en cuanto raciocinaba yo del trance. El buen José evangelista sería también profundo psicólogo no obstante en
su humilde condición de esclavo de la raza africana. Él sabe que hasta una entidad espiritual tal sea la inercia moral en que se encuentre, se dejará convencer con la idea de lucro financiero, preocupación absorbente del género humano … entregado a entidades espirituales consagradas al servicio de la recuperación de los espíritus retardados en el proceso, Pedrito fue ciertamente encaminado en planes de reajuste en la vida espiritual equivalentes a hospitales terrenos, y allí mejor esclarecido y confortado para una reencarnación indispensable, visando la fase nueva del progreso general. Nunca más tuve noticias de él con la retirada de tan incómodo inquilino invisible, el enfermo C. mejoró gradualmente hasta restablecerse. Y diez años después aconsejado por el espíritu doctor Bezerra de Menezes a través de la facultad Mediumnica de Francisco Cándido Xavier se sometió a la intervención quirúrgica para eliminar las secuelas corporales que le dejaron las influencias de las mencionadas entidades, quedando radicalmente curado. Recordando el drama de Pedro, él ya no poseía nada todo era imaginación reviviendo el pasado… entendiendo que la caridad es el propio amor de Dios, irradiando virtudes sobre nosotros sus criaturas, inspirándonos a la práctica del bien que entonces realizaremos según nuestras fuerzas de asimilación y posibilidades en la marcha de la propia evolución.
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