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El postmodernismo y la teoria lesbiana y gay (página 2)


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¿Cómo consigue ignorar el feminismo lesbiano y pensar que las lesbianas no podrán producir un corpus teórico sin pugnar por ajustarse a los conceptos inapropiados de un varón gay? Debe de ser porque Fuss no parte de la teoría lesbiana ni del feminismo lesbiano. No comprende que la teoría gay masculina nunca podrá abarcar el lesbianismo por completo. Al hablar de la importancia de las teorías construccionistas sociales sobre la identidad lesbiana y gay, por ehenoki, sugiere que éstas contribuirán a la teorización de las diferencias existentes entre las lesbianas y los varones gays, si bien estas diferencias no le parecen importantes:

…las teorías sociales nos permiten trazar una importante distinción entre los varones gays y las lesbianas, dos grupos que la investigación sobre las minorías sexuales aglutina a menudo (con un importante sesgo respecto del sujeto gay masculino), aunque, de hecho, no se construyen exactamente de la misma manera.

Podríamos ir un poco más lejos diciendo que las lesbianas y los gays se construyeron en realidad de manera harto diferente; sin embargo Fuss, con su enfoque consecuentemente lesbiano y gay, opta por mostrarse más suave y cautelosa. Si tenemos en cuenta que las teóricas y los teóricos del postmodernismo se consideran campeones de la atención a la "diferencia", resulta interesante observar que en algunas ocasiones se muestren tan tímidos a la hora de constatar estas diferencias políticamente construidas entre hombres y mujeres. Fuss parte de la teoría gay masculina y de los varones postmodernos en general. y mientras que no cita a Faderman, su bibliografía lista diecinueve títulos de Derrida.

La obra de este filósofo parece haber conmovido profundamente a algunas teóricas lesbianas y feministas, en lo referente al esencialismo. Fuss menciona sus "recientes esfuerzo por reconstruir la "esencia". Obviamente la palabra esencialismo no se emplea en estos escritos postmodenros con un sentido tradicional. Muchas detractoras de la teoría feminista radical la acusan -sin apenas pruebas– de ser esencialista en el sentido tradicional del determinismo biológico. A las activistas antipornografía, por ejemplo, se les acusa de sostener que la sexualidad masculina y la femenina son esencialmente diferentes. Pero Fuss no emplea la palabra en el mismo sentido. Al igual que otras teóricas postmodernas, tiende a usarla para denotar toda política que se apoya en algún concepto de identidad, construida o no construida, así como toda política que confía en cierta afinidad entre las personas de una determinada clase, sobre la cual es posible construir una teoría o una acción política. Este concepto de esencialismo se dirige a menudo contra cualquier sugerencia o intento de acción política de manera qu8e algunas feministas y otras activistas han llegado a la conclusión de que la palabra es simplemente una manera de tildar de vulgar la acción política. Posiblemente los postmodernos hayan cometido u verbicidio con esta palabra, que ya no podrá utilizarse de manera productiva.

Los conflictos de las teóricas como Butler y Fuss, respecto a los conceptos de género, identidad y sencilla, tienen su origen en la obra de sus autoridades masculina. Estas lesbianas no tienen sus raíces teóricas dentro de la política lesbiana o feminista, sino que tratan de construir una política lesbiana y gay unificada, apoyada en la teoría gay masculina. desaprueban la política feminista lesbiana si es que la mencionan- por no estar a la altura de sus maestros postmodernos y pugnan por encajar la política lesbiana en las teorías de los postmodernos gays sin solución de continuidad. Entretanto las teóricas feministas lesbianas se hallan complicadas en una extraña función de teatro de sombras, tratando de refutar la intrusión de una teoría a todas luces inapropiada en el escenario, sin conocer sus orígenes. Pocas hemos leído los diecinueve textos de Derrida y la mayoría no tenemos ganas de hacerlo, aunque nos vemos obligadas a contestar a las preguntas que plantean sus seguidoras.

Por mi parte, afirmó que las teóricas postmodernas, por atrevidas que se crean, simplemente aplican una mano de barniz intelectual sobre las viejas teorías del liberalismo y del individualismo. El caso de la pornografía es un buen ejemplo de las consecuencias que el contacto con la teoría postmoderna pueda tener sobre un sencillo análisis político. Kobena Mercer formaba parte del Grupo de Gays negros de Londres y en la actualidad imparte clases de historia del arte en la Universidad de California en Santa Cruz. Durante su vinculación al Grupo de Gays Negros utilizaba los hallazgos de las activistas feministas antipornografía para criticar la obra del fotógrafo gay blanco norteamericano Robert Mapplethorpe. Gran parte del trabajo de Mapplethorpe gira en torno a los desnudos de varones negros. Según la interpretación de Mercer. la fotografía Hombre con traje de poliéster – que muestra "el perfíl de un varón negro con la cabeza seccionada o "decapitado", por decirlo así, sacándose el pene hinchado de la bragueta de sus calzoncillos" perpetua "el estereotipo racista, según el cual el hombre negro no es esencialmente más que su pene". En opinión de Mercer, las fotografías perpetuaban el "fetichismo racial", una "idealización estética de la diferencia racial que simplemente invierte el eje binario del discurso colonial". Más tarde -nos dice Mercer-, y a raíz de su contacto con la teoría post estructuralista, descubrió las interpretaciones contradictoras de la obra de Maplethorpe. Su posición actual en la academia hace difícil mantener posturas que podrían considerarse toscamente políticas. Gracias a las ideas de los estudios culturales postmodernas descubrió que:

La multitud de interpretaciones contradictorias sobre la valía de la obra de Mapplethorpe significaría que el texto no tiene un significado único, singular e inequívoco, sino que se presta a un sinfín de interpretaciones encontradas.

Mercer decide que el argumento de "la muerte del autor" que esgrime la teoría postmoderna convierte en "incontestable" la pregunta de si los desnudos de los varones negros de Mapplethorpe "reafirman o socavan los mitos racistas en torno a la sexualidad de los negros". Ahora cuestiona su propia postura subjetiva al contemplar las fotografías, y se pregunta si su "rabia se confundía además con sentimientos de celos, rivalidad o envidia", siendo "la rabia y la envidia" consecuencia de su "identificación tanto con el objeto como con el sujeto de la mirada". Esta clase de crítica de la cultura se apoya en el individuo. Sólo se trata de una opinión, y las opiniones son muchas y variadas. "Una gran parte depende de la lectora o del lector y de la identidad social que aporta al texto". Mercer se ha convertido a la incertidumbre radical y se deshace en excusas sobre su postura anterior claramente antirracista, tal cual, como hemos visto en este libro, lo han hecho muchas lesbianas con su embarazoso feminismo de antaño.

Otro ejemplo de la pérdida del significado político que provoca la jerga postmoderna es la sinopsis de un ciclo de conferencias titulado "Las fuerzas del deseo", presentada en el prestigioso centro de Investigación de Humanidades de la Universidad Nacional Australiana de Canberra en junio de 1993.

Los principales temas serán la revisión de la sexualidad sin la preponderancia de un modelo maestro y de la estructuración y reestructuración del deseo. Se invita a los conferenciantes a abordar una serie de temas como pueden ser los siguiente: las múltiples sexualidades como prácticas y estilos de vida, al margen de los modelos dominantes con su énfasis en la sexualidad reproductiva; el coste que supone sostener estos modelos; la multiplicidad de la sexualidad -masoquismo, sadismo, perversiones, heterosexualidades, sexualidades gays, la sexualidad como normativa y las posibilidades y los cometidos de la resistencia contra estas normas y su transformación; el saber como parte integrante de las prácticas sexuales: la erótica de la producción del saber, el deseo por el saber; la interacción entre sexualidad, saber, poder y violencia.

Las lectoras lesbianas se preguntarán dónde tiene cabida su propio análisis. De hecho no se las menciona. Parecen haber desaparecido dentro de las "sexualidades gays". ¿Cuántas de estas sexualidades existen? La lista de las sexualidades múltiples está encabezada por el masoquismo y el sadismo, y e4n ningún lugar hace referencia a un modelo específicamente igualitario. La crítica feminista lesbiana de la heterosexualidad como institución no parece ser bien recibida, ya que este "modelo" sólo parece como "heterosexualidades", forma plural que desaconseja de alguna manera un análisis de esta índole. Las eses finales de la forma plural han aparecido en toda clase de contextos cosa nada sorprendente en un enfoque postmoderno, ansioso por abarcar todas las eventualidades con formas plurales, que acaban excluyendo a lesbianas y feministas, junto con gran parte de lo que podríamos llamar un análisis político. En nombre de la "diferencia" todo ha sido homogeneizado. Siempre me pregunto cómo se deciden los singulares y los plurales. Por ejemplo: masoquismo, sadismo, deseo y poder aparecen en singular, pero todo lo demás en plural. No cabe duda de que aquí intervine una determinada política, tal vez incluso un "modelo maestro". Por mi parte sospecho que se trata de la política sexual libertaria hacia las minorías sexuales que representa la política dominante de los varones gays actuales. Tal vez las "sexualidades gays" impliquen la inclusión de la pedofilia, del transexualismo, etc., todo ello equiparable al "lesbianismo" -si es que éste ha de tener alguna cabida. No aparece ninguna feminista radical o revolucionaria en la lista de las becadas o conferenciantes. Sin embargo, en ella figuran Gayle Rubin. defensora del sadomasoquismo lesbiano y del transexualismo lesbiano buthc; Jeffrey Weeks historiador gay foucaultiano; Carol Vance, una destacada teórica libertaria de los estudios lesbianos y gays; así como Cindy Patton, a la que encontramos en el capítulo 2 quejándose del papel crucial que las feministas otorgan al tema de los abusos sexuales. Debe de ser difícil para las sadomasoquistas y habitantes de los "márgenes sexuales", como Rubin, mantener su imagen temeraria cuando reciben invitaciones y ayudas económicas procedentes de estas prestigiosas instituciones.

La teoría lesbiana y gay postmoderna logra que quienes no quieren más que utilizar las herramientas y la parafernalia del sexismo y del racismo, se sientan no sólo en su derecho, sino además revolucionarios. Los Juegos de roles lesbianos, el sadomasoquismo, la masculinidad del varón gay, el travestismo (drag), el mimetismo de Madonna, su utilización de los varones negros y de la iconografía negra, los estereotipos sexuales racistas de Mapplethorpe: de todo esto puede extraerse todo el placer y el provecho del sistema de la supremacía masculina, en el que el sexo es y no podrá ser nada más que desigualdad de poder . Entonces, disfrutar del statu quo se denomina "parodia", para que los intelectuales alarmados por su propia excitación puedan sentirla tranquilamente. A las teóricas lesbianas y gays postmodernas que no quieran conseguir su placer de esta manera, las ideas de la incertidumbre radical, de la naturaleza utópica o esencialista de todo proyecto de cambio social, les proporcionan el soporte teórico de un liberalismo y de un individualismo caballeroso

Enviado por: Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

"NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION"®

Santiago de los Caballeros,

República Dominicana, 2016.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE, JUAN BOSCH Y ANDRÉS CASTILLO DE LEÓN – POR SIEMPRE"®

 

 

 

Autor:

Sheila Jeffreys

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