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Constructivismo y ciencia (página 2)

Enviado por Antonio Gumucio


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El ímpetu de los sciences studies está en que insisten en abrir la "cocina" de las ciencias para comprobar la multiplicidad de lecturas, todas validamente científicas en sus operaciones, de los hechos al de-construir los paradigmas y discursos de la ciencia en pos de recuperar una ontología (Collins, 1990; Latour, 1999). Esta vocación no es, aunque parezca, un ataque a la validez del conocimiento científico y un ensalzamiento al relativismo absoluto basado en las teorías consensualistas de la verdad rebatibles desde la casuística, sino que pretende revisar las operaciones constructivas del conocimiento científico para transparentarlas. La discusión epistemológica es latente en este proceso; lo que se disputó en la "guerra de las ciencias" no solo es la intromisión simétrica en el campo científico, sino que la idea de que es posible politizar las ciencia sobre la base del "objetivismo" sokalista (en un ejercicio ex post alineado con el marxismo cientificista) o de un relativismo radical de las apariencias (sobrevalorando el constructivismo "social"): el producto más valioso de la polémica es que se develó una contradicción del discurso de la ciencia con la praxis de los científicos. La completitud circunstancial del conocimiento científico asociado a la pre-correspondencia de los hechos a un orden lógico anterior a la misma y condicionante de ella (un arkhe), se contrapone al ejercicio de interpelación mutua, la división y traducción que se produce en la elucidación científica como ejercicio de designación semántica siempre incompleta. Y si esto es así ¿qué puede diferenciar y hacer específicamente valiosa la operación de la ciencia si ya perdimos la inocencia empirista que hacia inmanente el concepto de verdad? ¿Acaso solo queda encerarse nuevamente en el juego de las apariencias y persuasiones que se constituye en los esquemas de la representación? Latour et.. al, con su teoría del actor-red intenta superar el relativismo que implica el adjetivo "social" en el conocimiento desde la negación del platonismo (Latour, 2006).

Partiendo desde una disolución del concepto-función de sujeto/objeto, propone entender la operación formal de la ciencia como un actante-rizoma extendido que vincula a humanos y no-humanos en la producción de hechos. Desde esta operación se construye el conocimiento, que fusiona la misma red-estructura con la meta-estructura explicativa, no distinguiendo entre las condiciones de determinación de los agentes que se encadenan en ella, ni sobre el mismo acto significativo que implica la producción científica en tanto traducción, como la operación misma que constituye lo social-técnico-natural-cultural-científico.

El problema de este proyecto teórico radica en que iguala la heteronomía ontológica (relacionada con el acontecimiento) con la autonomía de los actores al no considerar la intencionalidad, negando todas las calidades secundarias que produce la red en su ejercicio de generación de meta-estructuras explicativas, al mantenerlas como extensiones de la misma red[1]e ignorando la brecha que se produce en la operación de legein propia del lenguaje (Castoriadis, 2003). Esta misma negación de la naturalización, la socialización y la textualización vincula la operación de una red con la presentación (x)-morfológica que la compone, es decir con la presentación propia de ella (Latour, 2002). La correspondencia no es incorrecta, ya que se refiere al potencial generativo de la red más que a su trazado; pero la generación depende de una traducción de un supuesto "infra-lenguaje" que circularía por la red a modo de objeto-activante, ignorando la intencionalidad en la emergencia del lenguaje (Kristeve, 1988).

La traducción a la que se refiere Latour es una re-presentación continua que puede hacer cambiar el objeto enlazante de la red, pero esta idea obvia la diferencia entre re-presentación (vertretung) y representación (vorstellung). El primer término se ajusta a los modos científicos de operación en tanto corresponde el (x) morfologizante de la red con la continuidad misma, pero en el orden de sentido la asignación no puede sostenerse en la re-presentación en tanto remisión hacia los términos que constituyen la red sin considerar la intencionalidad de un sujeto. Por lo mismo, asumimos en parte el concepto de traducción pero considerando una brecha entre la presentación y la representación de la que la teoría actor-red no se hace cargo al destruir el mito dualista sin entender las consecuencias de la reflexividad y la intencionalidad humana sobre el proceso constructivista. La operación de objetivación del sujeto (y viceversa) desconoce en parte la diferencia entre los componentes del lenguaje, y se vuelve a asignar una forma de inmanencia casi mística a los objetos en la existencia de infra-lenguajes que en su traducción producen las redes sin distinguir las consecuencias de las diferencias entre cualidades fundamentales, como la intencionalidad y sus respectivas derivaciones en el esquema de justificación.

Es, en esta imposibilidad de definir lo inmanente desde el esquema de la presentación (positiva o negativa como pretendía el empirismo), donde radica la esencia política de la ciencia en tanto el formato de la representación constituye una forma de dominación sobre la naturaleza que no puede aprehender la complejidad de lo real por completo, más que en la persuasión asociada a la construcción científica que elimina de forma indirecta la necesidad de asociación con ciertas configuraciones emergentes. El proceso de traducción desde la dimensión óntica que hace la ciencia, por medio de maquinas y contrastación de consciencia humana funciona necesariamente en un esquema de adecuación mutuo, de auto-justificación del enunciado científico bajo una forma de comunicación en que es separable la semántica de la sintaxis. En este proceso de sobre-conciencia, los fragmentos del acontecimiento se pueden definir como parlancias[2](entendida como una comunicación incompleta en su sentido que sólo es sintaxis, propia de la presentación del acontecimiento). La parlancia sería una forma capaz de generar reacciones que, valga la redundancia, plantean simbolizaciones inéditas en tanto carecen de cabida en el orden hermenéutico, pero al mismo tiempo son perceptibles y resultan recalcitrantes para la ciencia porque carecen de una de sentido previo, son una expresión de libertad de causalidad, de no-determinismo y en último término, de libertad asociada a la contingencia que tiene un determinado evento sin definir la estructura del mismo. Estas formas no son representaciones de los hechos[3]pero tampoco llegan a ser "los hechos en sí mismos" como lo serían desde el empirismo o el constructivismo radical: el orden sintáctico es, en las parlancias, separable al proceso de unificación que se produce en la representación, vendría a ser más bien la comunicación presentable del acontecimiento. Son formas que transitan entre lo real y el orden simbólico y, por lo tanto, son concreciones que potencialmente pertenecen a la teoría ya que pueden resultar en propuestas explicativas con múltiples opciones.

Desde esta mirada puede decirse que las ciencias no piensan, al menos las ciencias llamadas exactas, porque las características de su operación se basan en primer lugar sobre las estructuras sintácticas que no entran directamente en el esquema hermenéutico-reflexivo, porque carecen de completitud semántica y, por lo tanto evitan de la batalla por el significado de los enunciado con pretensión de verdad, operación a la que están obligadas (y son conscientes de aquello) las ciencias sociales. Sin embargo, en el proceso de correspondencia o creación de teorías, la lógica de la disputabilidad se hace presente ya que se dispone la parlancia como una (posible) representación de acuerdo a un programa precedente, o instituyente de un nuevo programa.

¿Cómo figurar esta forma que hemos denominado parlancia? Entendiendo la posibilidad de que existan distintas construcciones de sentido desde una parlancia se puede decir que en el caso de la elucidación científica no es posible reunir en un mismo nivel la sintaxis y la semántica; los científicos intentan encajar el orden de su objeto dentro de un sentido ortodoxo o heterodoxo, para disminuir su perplejidad inicial y traducir la parlancia gracias a una forma de referencia o paradigma contrastada con la perplejidad producida por la parlancia. La operación de separación entre sintaxis y semántica como definición de potencialidad de diferentes combinatorias sintagmáticas es comprensible en las ciencias porque estas operan en base a las matemáticas como formato de sustentación básico (que no es lo mismo que un infra-lenguaje), que define el criterio de verdad en algunos de los distintos estilos de pensamiento científico -la postulación matemática, la modelación, el análisis estadístico, la exploración experimental, la clasificación taxonómica, y la derivación histórico-genética– (Hacking:1994).

Más allá de que las matemáticas sean un instrumento (predilecto) de verificación colectiva de un enunciado científico, ellas remiten a los criterios de relación entre la ubicación y la explicación que se da entre una parlancia y una postulación científica, por medio de una significación interna en la combinatoria sintagmática que lleva a la parlancia a ser una expresión de perplejidad que refuerza o cuestiona el paradigma correspondiente. El orden y la coordinación expresados numéricamente son un formato que escapa a los esquemas tradicionales de significación, los números tampoco son qualia de la naturaleza; la dimensión numérica es la forma de comunicar la coordinación más que el sentido de los acontecimientos (Badiou, 1999). Por esto podemos decir que la parlancia es la traducción numérica que luego pasa a ser discutible en el campo de la semántica, de la asignación de sentido que se asume al contrastar o componer un determinado programa de investigación, dándole una intencionalidad a la multiplicidad de datos obtenidos[4]Esto equivale a reconocer que hay un vacío semántico que rompe con la continuidad de los esquemas conceptuales replanteándolos constantemente en el ejercicio designativo que supera el verificacionismo; este espacio constante de "grado cero" es lo que define a las parlancias un lenguaje ni semántico ni completamente sintáxico, como una interpelación mutua de la res y el sujeto cognoscente que no reconoce el camino de la representación como necesariamente sucede en cierto grado en las ciencias[5]

En estos términos es posible entender una relación de la ciencia con lo real no manejada únicamente por una verdad consensuada por las justificaciones del lenguaje, ni por una verdad como reflejo de la res: lo que queda claro es que el núcleo permanente de la verdad esta en la misma pérdida del proceso de traducción factual, en ese grado de inconmensurabilidad que trasciende la posibilidad del conocimiento absoluto y nos instala en una síntesis hegeliana de los posicionamientos de observación. Las parlancias no son lo incuestionable, sino que sirven de base para que se construyan propuestas de sentido en base a una determinada sintaxis. De esta forma, la institución de la ciencia depende primariamente de una parlancia que se despliega en diferentes formatos explicativos (estilos no excluyentes entre si) de pensamiento científico, que mantienen un cierto punto de contacto con una sintaxis de los acontecimientos.

La constitución del estado de lo científico entendida como esta forma de traducir las parlancias al universo semántico se cristaliza en los paradigmas o programas de investigación en que las teorías ajustan la validez doblemente, tanto en la contrastación lógica con las teorías precedentes dentro de la comunidad científica y con sus criterios internos de traducción de la parlancia, de representación de la parlancia.

En este proceso de contrastación es donde se genera un movimiento que representa un quiebre con las nociones filosóficas de verdad heredadas de la ilustración, al menos cuando hablamos de la praxis científica. El constructivismo como operación de traducción factual no tiene que ver necesariamente con lo social: lo que intentamos esbozar en el concepto de parlancia es como la ciencia operaria en un campo de encuentro y adaptación de la discontinuidad óntica y no como una traslación de las comunicaciones orientada a los valores previos. Es en este sentido que la lógica del descubrimiento científico no tiene relación con la supuesta representatividad directa y evidente de los hechos que se daría en las ciencias, sino que corresponde a una racionalidad basada en presupuestos estructurantes de una respuesta validada por una historicidad generada en formatos de selección de la comunidad científica. La utilidad conceptual de la parlancia esta en que independiza al acontecimiento y su ordenamiento del sentido preasignado y ayuda comprender la construcción como mutua interpelación mediada por estilos de pensamiento propios de la ciencia.

Tras la evaluación y reformulación del modelo reduccionista de la ciencia podemos entender que la parlancia es una solución media para explicar la relación de la ciencia y el conocimiento con la comunicación porque reconoce la brecha entre las significaciones asignadas por los observadores sobre lo verdadero pero mantiene una referencia a lo incomunicable en el orden semántico. El valor del concepto de parlancia esta en que supera la definición basada en el objeto o cosa, reemplazándola por la posibilidad de articular diferentes sentidos sin naturalizarlos ni objetivarlos.

La ruptura que se deriva del concepto de parlancia y la traducción factual que conlleva como construcción está en que la comunicación de la ciencia puede ser desacoplada de los productos teóricos, lo que transparenta el proceso de construcción de la teoría al demostrar como remite a un determinado paradigma reafirmándolo o negándolo, liberándola del peso inmanente de la verdad y posibilitando un encadenamiento entre ciencia y política sobre la base de una continuidad entre la presentación, propia del orden de la parlancia, y la representación, propia de la elaboración científica que conlleva el proceso de traducción y la comunicación semántica potencialmente útil para la sociedad bajo el formato de artículos y libros. La entrada a la red de significantes es también la traducción de lo real a los términos de la comunicación de la sociedad y a la potencial institucionalización de estos términos de comunicación, aunque la ciencia por sus operaciones, tienda a escapar de este proceso.

Entendida esta transición hay que buscar una forma en que se puedan comprender las comunicaciones científicas y el sentido que tienen para el resto de la sociedad cuando se reproducen los conflictos sobre un determinado acontecimiento. El acontecimiento se conforma una comunidad de justificación que puede resultar doblemente riesgosa; por un lado podemos caer en la solución consensualista sobre el carácter verdadero del acontecimiento, y por otro llegar a pensar en que esta comunidad hace imposible el conocimiento verdadero, obligando a trasladarse hacia el pragmatismo y la solidaridad para buscar un ligamento entre ambos poderes que permita el desarrollo de la política y una política pública sobre el asunto.

En este conflicto inherente a la emergencia del acontecimiento las parlancias pueden llegar a ser recalcitrantes y replantear las significaciones previas, pero la transición a lo político depende de que la relación o encadenamiento con la representación no suceda cuando se haya concretado y validado el acontecimiento dentro del orden de significación de la ciencia asociado a un determinado paradigma correspondiente a una comunidad científica institucionalizada.

La institucionalización de la ciencia enmarca lo discutible y deliberable del proceso de praxis científica, disminuyendo al mismo tiempo la posibilidad de cambiar el esquema tecnocrático de relación de la ciencia con la política y de democratizar tanto la política como la ciencia. La adaptación de la institucionalidad científica a las demandas democráticas tiene que ver con transparentar y al mismo tiempo explicitar la política de la ciencia; este orden requiere de una reforma en la política científica que defina una institucionalización democrática de las comunidades científicas y que condicione su inserción en las políticas públicas como parte de la constitución de la comunidad epistémica, construyendo un proceso de reflexividad interna asociado a lo que Bourdieu -basándose en Bachelard- denomina vigilancia epistemológica.

 

 

Autor:

Antonio Gumucio

[1] “An “actor” in AT is a semiotic definition -an actant-, that is, something that acts or to which activity is granted by others. It implies no special motivation of human individual actors, nor of humans in general. An actant can literally be anything provided it is granted to be the source of an action” (Latour, 2002).

[2] La palabra parlancia tiene su raíz etimológica en el latín medieval; para-bolancia, es la indicación no determinada de una multiplicidad intencionalmente definida. Una parlancia supone un parlante, pero no necesariamente en el orden del enunciado que responda a las condiciones del intercambio comunicativo. Hay en la parlancia una cadena interna de significación que nace desde una intencionalidad de sentido, pero supone un límite difuso de sus elementos en tanto estos se relacionan transitivamente entre potenciales paradojas.

[3] Se podría hacer una analogía entre el concepto de tercer mundo de Popper y la parlancia, pero existe una gran diferencia en cuanto al carácter transitivo de la parlancia en comparación con la teoría de los mundos de Popper que asigna ese valor a la conciencia y subjetividad (2do mundo). En relación con el acontecimiento-verdad de Badiou, el tercer mundo de Popper se diferencia en su ontologización substancialista con que asume las teorías desde su orientación positivista.

[4] Los datos obtenidos del gran colisionador de partículas en el CERN son un ejemplo de como esta parlancia numérica no es asumida en su totalidad y es simplificada como comprobación de una hipótesis fundamental (en la tesis sobre la existencia de partículas que conforman los quarks); en este sentido se limita una “parcela” de los datos numéricos potenciales de ser integrados en un orden de sentido, pero que no limita otras asignaciones de sentido que funden potenciales programas de investigación.

[5] Heidegger plantea un conocimiento del ser y no de la representación exacta del ser, de lo que es. En este sentido el cambio en la noción de epistemología que conlleva el concepto de parlancia intenta recomponer el problema de la representación. Lo que pretende la parlancia es justamente vincular la relación de los “casi-objetos” con la potencialidad semántica de ellos contenida (Serres,1983).

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