Los medios de comunicación en las crisis democráticas ¿Actores políticos o canales de información? (página 2)
Enviado por carla_alch
"El desarrollo de los medios de comunicación crea nuevas formas de acción e interacción y nuevos tipos de relaciones sociales….. También provocan una reordenación de las pautas de interacción humana a lo largo del espacio y del tiempo" (John, Thompson)[3].
Los media[4]han dejado de ser percibidos como la representación estricta de las máquinas y soportes, para constituirse en las bien llamadas instituciones sociales que se encuentran y, forman parte del espacio artificial de una comunidad. Nadie niega su naturaleza, pero es ahora cuando se le comienzan a reconocer las atribuciones, características y consecuencias sociales que también los componen. Son creadores de relaciones humanas.
Este planteamiento teórico abre las puertas a una visión, que es el punto de partida para entender el papel de los medios en las sociedades actuales, quienes por lo general, están totalmente implicados en "la constitución del mundo social". Son definitivamente instituciones sociales y por ende no sólo forman parte de ella sino que son sumamente importantes en la "tradición" y construcción de la misma. Como dice Thompson, los campos de interacción alcanzan hoy una escala global (que considero se ha impulsado enormemente con herramientas como la Internet) y aceleran el ritmo del cambio social.
Esta perspectiva cobra mayor fuerza bajo un sistema de gobierno democrático, e inclusive, podría decirse, que sólo encuentra apego a la realidad en sistemas de gobiernos abiertos. Pues tal y como lo explica el mismo autor,
".La apropiación de los mensajes mediáticos debe ser vista como un proceso continuo y socialmente diferenciado que depende del contenido de los mensajes recibidos, la elaboración discursiva de los mensajes entre unos receptores y otros, y los atributos sociales de los individuos que los reciben" (J, Thompson: 1998).
El sistema democrático, tiene tantas definiciones como prácticas. Sin embargo, existen puntos confluyentes que enarbolan la esencia de este sistema de gobierno, o como muchos la llaman, forma de vida colectiva.
Con Montesquie, Popper, Schumpeter, Kelsen, Hayek, entre otro centenar de autores que hablan sobre la democracia, encontramos factores fundamentales en la concepción de este sistema o modo de proceder: el acuerdo, la elección, la igualdad, la equidad, el voto popular, el soberano. Son precisamente los espacios de la vida pública, representados en definiciones, los que toman forma gracias a los procesos comunicacionales. Y en donde han encontrado un sitial multifacético los medios de comunicación.
El tesoro del control
"La comunicación y la cultura constituyen hoy un campo primordial de batalla política: el estratégico escenario que le exige a la política recuperar su dimensión simbólica –su capacidad de representar el vínculo entre los ciudadanos, el sentimiento de pertenencia a una comunidad- para enfrentar la erosión del orden colectivo" Barbero, J.(2002).
Martín Barbero[5]presenta a la comunicación y la cultura como "campo primordial de batalla política", donde se persigue la reivindicación del "orden colectivo" y la consolidación y/o perduración en el poder nacional.
Serían entonces los medios de comunicación, y la comunicación masiva en sí misma, un factor imprescindible para mantener o resistirse a un poderío, ya sea desde la escala menor como la "dimensión simbólica" manejada a nivel micro que enuncia Barbero, hasta la posición y fortaleza de un bloque de poder internacional, considerado a nivel macro desde las relaciones internacionales.
Se estaría hablando de una relación simbiótica entre los medios y el poder, o se podría considerar a los medios un poder en sí mismo. El punto está en el peso que éstos ejercen dentro de la dinámica de poder en general, donde todas las estrategias, sea para mantener o derribar un sistema, se basan, desarrollan y nutren de la comunicación (aún cuando hay que tener cuidado con la exaltación de esta influencia).
Este escenario de la comunicación inmersa en las dinámicas de poder y resistencia en todas las sociedades, ha sido explicado años atrás por Marshall McLuhan, quien en sus teorías y definiciones de los medios de comunicación masiva, los expone como controladores sociales y servidores para el mantenimiento del sistema[6]
Ese control social se ve auxiliado con la ideología, que estratégicamente se utiliza en cuanto contenidos, líneas y tendencias informativas, que es lo más visible en el "campo de batalla política". Pero el mayor brazo del control, es para McLuhan, la tecnología, que puede ser estatalmente controlada con fines de mantenimiento, o manejada tácticamente desde los puntos aspirantes al poder para lograr sus fines efectivamente. El reflejo más contundente es el alcance de Internet, cuya lógica ha supuesto una nueva forma de ver al mundo: la lógica digital.
Tomando en cuenta, además, que "los efectos de la tecnología no se dan al nivel de las opiniones o conceptos sino que cambian las proporciones de los sentidos o las pautas de percepción", se llega nuevamente a la coyuntura poder-comunicación, y se justifica una vez más la existencia de esas dinámicas de poder y resistencia que giran en torno y junto con, los medios de comunicación y la comunicación masiva.
Esta situación ha permitido que a nivel mundial se creen bloques de poder comunicacionales, los cuales siempre obedecen a líneas y estructuras de poderes establecidos o emergentes.
La culpa es de la vaca
El giro de las tendencias políticas que eminentemente ha afectado al mundo entero, es constantemente calificado como el escenario "culpable" de la avanzada de los medios de comunicación en la acción política. Esta afirmación pasa a ser una falacia, una leyenda urbana que se regenera cada vez que las tradiciones políticas se rompen, pues desde la década de los 60" existen estudios que determinan la influencia (muchas veces subestimada) de los medios masivos en el panorama político-gubernamental.
El alcance de los medios de comunicación, y su carácter sociológico les brinda, por naturaleza, un sitial dentro de la acción política, de ahí su validación actual sobre la concepción de institución social[7]Lo que sí es cierto, es que a medida que la tecnología ha calado en la sociedad, la potencialización de los medios de comunicación ha sido eminente, por ello su institución se posiciona con mayor firmeza en las sociedades. Sin embargo, la menor o mayor participación en la acción política, se ha demostrado que depende no del posicionamiento mediático, sino por el contrario, del escenario político.
Diferentes autores[8]sugieren que los medios de comunicación tienen mayor participación como actores políticos, en realidades políticas atípicas, o las también llamadas crisis políticas.
Es entonces cuando se hace necesario ubicar bajo el lente de las disciplinas políticas y sociológicas las realidades de nuestras sociedades, para poder entender el rol de los medios de comunicación en medio del panorama político.
Realidades políticas
Tomando en cuenta los cambios que se han generado en los sistemas y prácticas políticas a nivel mundial, es innegable que la transición de ideologías en los gobiernos ha dejado un vacío en muchos aspectos y creado una necesidad creciente de nuevos paradigmas en todos los ámbitos sociales. De ahí el traslado del apoyo, credibilidad, confianza y representación de los ciudadanos hacia figuras (individuales o colectivas) denominadas "alternativas".
Contextualizando la realidad política del continente, debemos mencionar que la región se ha visto inmersa, en las últimas décadas, dentro de una continua y significativa ola de cambios políticos, económicos y sociales en las bases de los sistemas gubernamentales de algunos países. Se podría afirmar que estos cambios se gestaron en tres fases.
En un primer momento, los partidos de gobierno tradicionales fueron relevados por unos partidos recientes.
Se pueden ubicar ejemplos en países como: Perú cuando culminó la presidencia de Alberto Fujimori, Venezuela con la llegada de Hugo Chávez al poder, poniendo fin al intercambio ejecutivo de los partidos tradicionales AD y COPEI, y en México, en el momento que sale del poder el PRI y entra Vicente Fox por el PAN. O el reciente caso norteamericano, donde si bien los partidos siguen siendo los mismos por tradición, la propuesta ganadora en las elecciones presidenciales de 2007 es un reflejo de la ruptura paradigmática (además del carácter fortuito de un factor decisivo, que sucede en un momento clave: la explosión de la crisis financiera) que enfrenta el país, y que dejó como Presidente de EEUUAA a Barack Obama.
Sin embargo, las transformaciones, más allá de figuras, han afectado los sistemas de gobierno como tal, por ejemplo, tomando el caso de Brasil, de un régimen democrático se pasó a uno socialista, lo mismo ocurrió en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, El Salvador.
Actualmente se nota también una fase de "reincidencias", donde partidos o figuras que se consideraban pulverizadas en el panorama político han retomado protagonismo, e inclusive poder en las sociedades: el caso del sandinismo con Daniel Ortega en Nicaragua, o recientemente del FMLN en El Salvador.
Esta situación ha generado un fenómeno de cambios ideológicos durante los últimos años en la región latinoamericana, todos derivados de diversos aspectos económicos, políticos y sociales. Cambios que han resultado en un giro regional hacia los gobiernos de izquierda y centro-izquierda.
Según Álvaro Zopatti, la región suramericana está inmersa en una crisis desde la última década, momento en el que comienzan a verse los cambios. Países como Argentina, Bolivia, Ecuador y Venezuela enfrentan grandes desafíos notoriamente homogéneos; inequidad y polarización social, elevados índices de pobreza extrema, altos niveles de delincuencia, deficiencias en los sistemas de salud y educación, los cuales no satisfacen la demanda de la población, niveles de corrupción institucional altos, políticas internas limitadas por condicionantes externos a la autonomía, lo cual se traduce en el debilitamiento del Estado, negociaciones inestables con otros Estados, organismos y corporaciones internacionales, una respuesta débil ante el problema de la deuda externa, entre otros problemas que indican un diagnóstico desolador para la región"[9].
El continente americano, ha vivido históricamente, en lo que países desarrollados denominan: realidades políticas atípicas. Nuestra realidad es la crisis, la inestabilidad, los vacíos, las insatisfacciones sociales, económicas y administrativas. De allí que investigaciones como las de Toquesville, con una centena de años, mantengan vigencia en la explicación de los escenarios latinoamericanos.
Del espacio público al espacio mediático
Entendiendo el concepto sociológico de espacio público en la sencillez conceptual, donde un determinado espacio físico es usado por el pueblo como centro de relacionamiento social. Podemos considerar entonces que múltiples pensadores del siglo han documentado el desplazamiento del espacio público (referido a la construcción de escenarios políticos) hacia el denominado espacio mediático. Esta situación se pronuncia cuando las realidades políticas son atípicas.
Andrés Cañizález, teórico venezolano, explica que este fenómeno se presenta cuando "la dirigencia política tiene menos de mitin en la plaza o en la calle, y mucho más de aparición en espacios mediáticos. La pantalla de televisión, especialmente, pasa a ser la nueva plaza pública desde donde se define la agenda política del país" [10]
Por su parte, el autor Marcelino Bisbal, esboza la misma línea argumentativa "una reconversión de la política y en definitiva de las esferas de lo público. En estos tiempos los medios se convierten en el espacio público privilegiado por la gente"[11].
Puede pensarse que por ser dos teóricos ubicados en el mismo contexto sus propuestas se ven apoyadas. Sin embargo, desde el continente europeo, específicamente en Italia, Grossi en 1985 aseguró, que en situaciones de crisis "la mediación simbólica [medios de comunicación]. aparece como el lugar delegado en el cuál se desarrolla una actividad cognitiva y expresiva de carácter esencialmente público y colectivo…" e inclusive prosigue con la descripción de los profesionales en medio del panorama: ".Así, sus profesionales asumen el rol,.. para construir la realidad social"[12].
Venezuela y su gracia
La batalla política venezolana, en los frentes de la comunicación y la cultura, ha sido extenuante y muy explícita. Los polos del poder político y social no han disimulado sus bloques de poder comunicacional, y los han manejado sin enmascaramiento alguno, en las líneas y funciones de mantenimiento o resistencia ante la actual administración.
El derecho a la libre expresión y libertad de información, en concordancia con los derechos del colectivo, se han visto violentados y corroídos, en el falso nombramiento de la democracia, tanto oficialmente como por parte de la oposición. Desde entonces, y ya con 10 años viviendo en esta realidad "atípica", los cuestionamientos traspasan las barreras de la inmediatez, de los ofuscamientos de momento, y van un poco más allá.
Ya no nos podemos quedar con la crítica, con la objetivización de los hechos, con la "equidad". Comenzamos a buscar respuestas sustentadas, y si ya conocemos las desviaciones e incumplimientos de la administración pública, las deficiencias y errores de la dirigencia política de oposición, no podemos dejar de investigar el por qué la relevancia de los medios de comunicación masiva en la construcción de escenarios políticos nacionales. ¿Son violaciones éticas, intereses económicos o roles que la dinámica social exige?
Antes de contestar la pregunta, es imprescindible realizar un repaso somero sobre la situación de los medios de comunicación masivos en Venezuela.
El choque entre entes estatales y privados se ha visto altamente potenciado. Las líneas informativas entre unos y otros son abruptamente diferentes, lo que denota y certifica la polarización y la lucha por el manejo del ansiado control social.
Es innegable el espiral de cambios en el que se ve inmiscuida la sociedad venezolana, un colectivo cuya generación actual nació con tradiciones modernas y demócratas, luego de haber superado un pasado trastabillado entre dictaduras y eternas luchas de izquierda y derecha, que presentemente se decidió por un gobierno de izquierda, que se autodefine socialista, y que se mantiene y maneja entre aguas turbulentas.
Esos cambios y esa historia, han propiciado la ya mencionada polarización, que en sus inicios se presentaba claramente desproporcionada a nivel comunicacional, pues tradicionalmente los medios privados habían superado en número y alcance a los estatales. Sin embargo, con los años y los fines de la administración de Chávez, los bloques de poder se han visto equiparados, e incluso superados por el Gobierno. La administración de Chávez ha potenciado la adquisición y apertura por parte del Estado, de una cantidad considerable de televisoras y canales de radiodifusión; así como también medidas de ordenamiento y legislación en la materia de comunicación. El frente de combate comunicacional gubernamental, supera hoy en fuerzas y alcance a los medios privados.
Esta ampliación del bloque de poder oficial, se ha desarrollado en una estrategia gubernamental, que sin miedo se ha apoyado en el brazo comunicacional, inyectándole a este sector buena partida de los ingresos y presupuestos con los que cuentan.
A la supremacía en cantidad se han sumado diversos factores que ostentan el poderío oficialista. Desde la aprobación de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, pasando por diversas sanciones (y amenazas de sanciones) administrativas a medios de comunicación masiva, retiro de equipos, cesión de concesiones de señales abiertas, cierre de medios, acusaciones verbales por parte de altos mandatarios del gobierno (inclusive del ejecutivo nacional).
El esfuerzo que se realiza por parte de esta fuerza política, deviene en la importancia que los medios de comunicación masivos tienen en Venezuela como actores políticos.
La estructuración temática de la información política[13]en Venezuela, se centra en la producción volátil y yuxtapuesta de los acontecimientos políticos. Si mantenemos presente las características de la realidad política continental, donde predomina la crisis, podemos deducir que los llamados Crisis Issues (temas de conflicto político) son los que dominan la agenda mediática – política.
La franja que separa a los medios de comunicación, de ser instituciones sociales, a transformarse en instituciones políticas, es ¿ancha, invisible, o tentadora?
Una conclusión sin vehemencia sería osada, considerando la cantidad de variables que se manejan dentro de la interrogante. Dependiendo del país y su cultura, así como sus realidades políticas, la franja existirá o no. Más que invisible o ancha, esta frontera cognitiva es mucho más permeable de lo que podemos estudiar en la academia.
Sobre el caso latinoamericano, el teórico Corredor [14]explica que en las últimas dos décadas, cercanos a cumplir ya tres,
"el paradigma político latinoamericano era tan poderoso que condicionaba a los medios de comunicación imponiéndole sus ritmos y muchas de sus reglas de juego, en una centralidad política de la comunicación. Sin embargo, a finales de los años ochenta y durante los noventa, se observa que la relación se ha invertido y son los medios de comunicación quienes imponen sus ritmos y sus reglas de juego a la actividad política. El exponencial crecimiento del poder de los medios en nuestros países ha convertido al paradigma mediático en el paradigma dominante. La actual es la América Latina de la centralidad comunicacional de la política".
En la realidad de la labor, los medios se han convertido en instituciones sociales gracias a su marcada influencia en la gestión de lo social, como entes creadores, diseñadores, adaptadores, comunicadores y mediadores de la sociedad. Una administración de las dimensiones espacio-tiempo, dentro del contexto que ofrece una comunidad-sociedad, que es interaccionista de mensajes específicos.
Las instituciones sociales, per se, crean normas y directrices, de ahí a la construcción de realidad política, la intervención del rol no pareciera muy distante. En efecto, considero que la frontera es frágil, cambiante, pero inevitablemente consecuente.
Venezuela no se exime de esta dinámica. Los cuestionamientos cambian de rumbo hacia las posibles soluciones para promover la alternabilidad de estos roles, y no una institucionalización de la construcción política dentro de las acciones propias de los medios de comunicación.
El tema que entonces puede surgir, más allá del rol que cumplen los medios de comunicación, es una valorización de la participación que éstos tienen en su perímetro de alcance, la honestidad con la que asumen sus responsabilidades, y las evaluaciones que sobre su labor de constructores políticos puede realizarse.
Sin un contexto delimitado, el rol de los medios de comunicación puede analizarse (desde la óptica latinoamericana) como una institución social que se transfiere a la construcción política debido a los vacíos e insatisfacciones, que sobre esta realidad, existen en la región. La dinámica social-económica y política le ha permitido a los medios de comunicación masiva, una labor creadora de agenda más que transmisora o mediadora.
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