Introducción
La hiperactividad es un trastorno de la conducta que se da en la etapa pre escolar, pero sus efectos pueden llegar más allá de la vida escolar, inclusive, en caso de no ser tratado oportunamente. Al desconocerse aún sus causas, resulta imposible prevenir este trastorno.
Se caracteriza porque los sujetos, niños o niñas, tienden a manifestar un comportamiento imprevisible, con alta actividad motora, es decir, incapacidad de estar quietos o permanecer en sus asientos, caminar o correr permanentemente, además de demostrar incapacidad de mantener la atención en una tarea, siendo proclives a la distracción, dejando inconclusas las actividades tanto dentro como fuera del aula, lo que afecta negativamente a su entorno familiar y escolar.
Al tomar en cuenta que el desarrollo social de los sujetos es un continuum que va incluso desde la gestación hasta la madurez, los problemas que se presentan en el relacionamiento de estos sujetos no son pocos, y en la edad referida, de 6 a 7 años, se caracteriza por las dificultades que tendrán que enfrentar por los desórdenes propios de este trastorno.
En este trabajo se presentan las características principales de la hiperactividad y su relación con el desarrollo social de los niños y niñas de 6 a 7 años, tomando en cuenta las dificultades que se presentan cuando en el aula se detecta la presencia de niños y niñas con este trastorno de personalidad.
Para ello, se revisan las características principales que tiene la actividad, los problemas que suscita tanto en el hogar como en la escuela y principalmente cómo afecta en las relaciones sociales de niños y niñas.
Para el desarrollo de esta investigación, se consultaron principalmente fuentes documentales impresas y digitales (internet), rescatando de ellas los elementos más importantes.
Justificación
El conocimiento y reconocimiento de la hiperactividad en la etapa pre escolar es fundamental para preparar a los niños y niñas que tienen este problema para su futura vida escolar.
OBJETIVOS
Describir las características psicosociales de la hiperactividad.
Señalar los efectos principales que tiene la hiperactividad en el desarrollo social en los niños y niñas de 6 a 7 años.
Identificar los efectos de la hiperactividad en el proceso educativo de niños y niñas.
Base teórica
3.1 Concepto y clasificación
La hiperactividad es un "síndrome descrito por primera vez por OUNSTED en 1955 y popularizado por Lanfer en 1957. También se denomina "hipercinesia"." (CANDA, 1999: 156.) Es decir, no se trata de una enfermedad única, un síntoma o el resultado de un malestar o patología, sino de un conjunto de signos y síntomas que se presentan en forma simultánea y recurrente, y que aparecen en forma de cuadro clínico.
Esta primera aclaración con base en criterios médicos es importante para entender la hiperactividad, ya que no es una enfermedad propia de una determinada edad o cualquier condición física o ambiental, sino de varios signos y síntomas que se presentan a la vez. Además, se puede aclarar que la diferencia entre signo y síntoma es que mientras el síntoma es un malestar que el paciente describe al médico, el signo es aquello que el médico detecta mediante un examen superficial (sea por medio de la revisión a simple vista, la palpación o el oído).
Por otra parte, al hablar de la hiperactividad como síndrome, se hace necesario aclarar que existen diversas formas de identificarlo. Así, tenemos el estudio de Joaquín Díaz (2000: 3), quien explica, en base a los estudios de Wallon, que existen cuatro grandes síndrome psicomotores con el síntoma común de la hiperactividad :
1. El síndrome de asinergia motora y mental. Consecuencia de una afección cerebelosa.
2. Síndrome psicomotor con hipertonía. Consecuencia de una alteración extrapiramidal.
3. Síndrome de automatismo emotivomotor. Secundario a una alteración del aparato opto-estriado.
4. El síndrome de insuficiencia frontal. Sería debido a una hipofunción prefrontal. El inestable prefrontal sería el más cercano a lo que hoy entendemos por hiperactividad.
Complementa la anterior clasificación señalando que "Se trataría de un niño con hiperactividad y grandes dificultades atencionales e incapaz de desarrollar su capacidad de pensamiento y de la percepción. Distinguió tres tipos de niños hiperactivos: a) los asinérgicos, b) los epileptoides y c) los subcoréicos. Los epileptoides serían los actuales niños hiperactivos con problemas de conducta" (DÍAZ, 2000: 3). Por problemas de conducta, según se explicará más adelante, se habla de todos aquellos niños y niñas que presentan dificultades en su relacionamiento social, y que en algunos casos, incluso, pueden derivar en diversos tipos de agresión física, punto que no se ahondará para evitar confusiones en el desarrollo de la investigación.
Continuando con la explicación, vemos que se trata de un trastorno de la conducta infantil, es decir, no puede aparecer ni antes (lactancia) ni después de la infancia (adolescencia).
3.3 Etiología
La fuente consultada señala que se desconoce su etiología (CANDA, 1999: 156), es decir, aún se ignoran sus causas exactas, que pueden ser, de manera simple, congénitos (de nacimiento) o adquiridos (accidente, medicamento, etc.).
3.3 Características
El autor consultado afirma que "Las características principales son dos: excesiva actividad motora e impulsividad (imposibilidad de quedarse quieto en un sitio, imposibilidad de estar sentado, estar siempre en marcha, etc.) y las dificultades de atención (son muy susceptibles a la distracción: no pueden calmarse para concentrarse en una tarea concreta, lo que les supone dificultades, sobre todo cuando comienzan su formación en la escuela" (CANDA, 1999: 156-157). Éste es el punto de principal interés para este estudio, ya que son las manifestaciones de un problema dentro del aula que el educador debe identificar oportunamente para brindar las respuestas más oportunas, por lo que será necesario detenerse en la explicación correspondiente a cada característica, sin base en fuentes documentales, sino la experiencia por observación no sistemática de algunos casos en la vida cotidiana:
La excesiva actividad motora e impulsividad es señalada por Canda con tres manifestaciones específicas, aunque deja abierta la explicación para otras más. Estas tres, que se considerarían las más importantes, son:
Imposibilidad de quedarse quieto en un sitio. Esto implica que el niño o niña no podrá permanecer en un mismo sitio sin moverse, incluso si se le ordena. Para el educador esto representa un serio problema, ya que muchas actividades requieren que el niño o niña permanezcan con los mínimos movimientos en un punto determinado, independientemente de si están parados o sentados. Además, cuando empiezan a hablar, es frecuente que no paren de hacerlo, incluso a pesar de reiterados pedidos y órdenes.
Imposibilidad de estar sentado. Aparejado a lo anterior, específicamente apunta a que el niño o niña no podrá estar sentado por mucho tiempo, incluso existiendo la necesidad de que esté así. Esto no sólo es un problema para el educador, sino, sobre todo, para la propia familia, pues se dan algunos casos en los que el niño o niña no permanezca en su asiento mientras se alimenta, dificultando las actividades de sus padres y/o hermanos.
Estar siempre en marcha. Adicional al hecho de no permanecer quieto ni sentado, está el hecho de que el niño o niña busque siempre algo que hacer: perseguir un gato, huir de él, correr tras su madre, quitarle un juguete a un hermano o niño desconocido y luego huir, son sólo algunas de las situaciones en que se ven involucrados estos niños o niñas. De hecho, se presentan situaciones de alto riesgo especialmente cuando van por la vía pública con uno solo de sus padres y éste lleva paquetes en las manos, y corren impulsivamente por la calle o avenida, exponiendo sus vidas e integridad al peligro de un atropello o arrollamiento por un vehículo.
Por otra parte, tenemos las dificultades de atención y en este grupo el autor menciona específicamente la distracción, es decir, la imposibilidad que tienen para concentrarse por un tiempo prolongado en cualquier tarea o actividad, dejándolas inconclusas frecuentemente, lo cual les resta el desarrollo de todas sus capacidades para adquirir el conocimiento necesario que les permita resolver una situación determinada, pudiendo ser esto en el hogar o la escuela. En el hogar, por ejemplo, pueden dejar de lavar los platos para correr al patio y jugar a la pelota, lo cual impide que desarrollen a plenitud su responsabilidad, en tanto que en la escuela, tienen serios problemas para asimilar las nociones matemáticas, lenguaje, o de cualquier otra materia, lo que les impedirá comprender a cabalidad los contenidos sobre los que se le debe educar.
Canda brinda además una explicación importante respecto a la identificación de este trastorno: "Para dar un diagnóstico de hiperactividad, las características citadas deben aparecer antes de los siete años de edad y tener una duración de, al menos, seis meses" (CANDA, 1999: 157). Es decir, los signos mencionados deben ser tomados en cuenta ya por la familia misma a una edad temprana, pero en la educación parvularia se tiene también esta responsabilidad para poder encaminar la situación.
3.4 Hiperactividad y desarrollo social del niño de 6 a 7 años
Centrándonos en el tema del presente estudio, que pide vincular la hiperactividad con el desarrollo social del niño de 6 a 7 años, Vaquerizo (2005: 25) explica que "La hiperactividad es un desorden del desarrollo de la conducta caracterizado por una actividad motora disruptiva que impide que el individuo establezca adecuadamente sus lazos sociales y se comunique con normalidad, entendiendo la comunicación como una habilidad imprescindible para la socialización y el aprendizaje, ejes del desarrollo global del niño".
Vaquerizo remarca el hecho de que la hiperactividad es un desorden de la conducta, pero además menciona que dificulta al individuo (niño o niña) establecer adecuadamente sus lazos sociales y de comunicación. Las características anotadas anteriormente, pueden interpretarse con la dificultad para sostener una conversación con cualquier persona, sea de su edad o no, así como las reacciones inoportunas que puedan tener ante situaciones cotidianas como compartir un almuerzo o salir de paseo.
En el aula, como se mencionó anteriormente, se da en constantes interrupciones al educador o a sus compañeros, generando un clima de intranquilidad e incertidumbre, en casos extremos. Al calificarse como desorden de la conducta, se reconoce que se trata de una conducta alterada, fuera de lo normal, que debe ser atendida oportunamente para evitar mayores complicaciones.
Vaquerizo advierte sobre las complicaciones más complejas que podrían presentarse: "El impacto de este patrón de conducta sobre la familia, y en especial en el caso del TDAH, se liga más a los problemas del comportamiento que a la actividad motora per se, a la influencia negativa que ejerce sobre los hermanos del niño hiperactivo, y a los sentimientos negativos que todo ello genera en el seno familiar. La actitud de los padres, por tanto, al llegar a la consulta viene especialmente marcada por una incapacidad de manejar el comportamiento del sujeto, por un nivel muy alto de estrés, y por graves problemas de convivencia. Es indudable que cuanto más precoz sea la aparición de la sintomatología, más evidentes van a ser los problemas en el hogar" (VAQUERIZO, 2005: 25).
Es decir, cuanto más temprano aparezcan los signos y síntomas descritos anteriormente, mayores dificultades tendrán los miembros de la familia, al verse dificultadas las relaciones entre todos los miembros a partir de lo que el niño o niña con hiperactividad puedan hacer. En otras palabras, cuando al sujeto hiperactivo se le da una orden y éste no la cumple, entran en conflicto dos principios de convivencia social: el cumplimiento de las órdenes y la responsabilidad en su ejecución. Tareas cotidianas simples, como lavar los platos, acomodarlos en la mesa, barrer el patio o tender la cama, pueden convertirse en verdaderas catástrofes domésticas cuando se las incumple o se las cumple de mala manera. Cuando esto se da en el aula, la desesperación puede llegar a ser compartida por los educadores.
Sin desear salir del tema de estudio, un ejemplo típico de niño con hiperactividad se muestra en la serie animada estadounidense "Los Simpsons", donde Bart, uno de sus protagonistas, se ve involucrado en diferentes situaciones que pueden ser cómicas para el espectador, pero que no lo son para los familiares y educadores que deben lidiar a diario con el impulsivo y descontrolado niño.
Para identificar de manera más clara los problemas en el desarrollo social que se pueden suscitar entre los 6 y 7 años, vemos las características psicosociales que tiene un sujeto entre dichas edades que no presenta este trastorno de la conducta. Norka Palacios (2008: 26) identifica puntualmente las siguientes características del desarrollo social en niños y niñas de 6 a 7 años:
Debido a los grandes cambios que se van a producir en su organismo, tanto a nivel fisiológico como psicológico, va a ver alterada su área afectiva y emocional.
Muchos niños tienen un mejor amigo y un enemigo.
Juegan bien en grupos, pero de vez en cuando necesitan jugar solos.
Pueden enojarse cuando se les critica o si ignoramos su trabajo o comportamiento.
Les disgusta perder.
Es común que acusen o culpen a los demás por sus errores.
Según se pudo constatar en páginas anteriores, los niños y niñas con el trastorno de conducta estudiado, tendrán problemas sobre todo en su entorno de sus coetáneos, especialmente cuando se trata de estudiar y jugar, ya que tenderán a estar inquietos en momentos que se espera concentración de ellos, a la vez que tendrán serios problemas al participar en juegos grupales, que generalmente tienen reglas, al romperlas con cualquier reacción imprevista o fuera de lugar, lo cual podría generarle más antipatías de las esperadas o necesarias a esa edad, pudiendo darse su exclusión tanto en juegos como en otras actividades fuera de la escuela, generándose situaciones de marginación y aislamiento, lo cual puede derivar en conflictos emocionales prematuros en estos niños y niñas.
Tratamiento
Para tratar este trastorno existen diversas terapias. Fernando Canda (1999: 157) señala al respecto: "Para su tratamiento se utilizan procedimientos basados en el condicionamiento operante, la administración de contingencias sociales. el entrenamiento de autocontrol y la terapia cognitiva, además del tratamiento farmacológico. Con respecto a este último, se ha demostrado que uno de los mejores tratamientos para la hiperactividad no es la aplicación de una disciplina dura o la administración de sedantes; lo más eficaz es la administración de dosis regulares de anfetaminas, metilfenidato y otros agonistas de la dopamina. Aunque estas drogas estimulan a los adultos normales, a los niños hiperactivos les calma, hasta el punto de que pueden funcionar normalmente. Este trastorno revela que existe una estrecha conexión entre la atención y los sistemas dopaminérgicos".
Fuentes consultadas
CANDA MORENO, Fernando (1999), Pedagogía y psicología, Edit. Cultural, Barcelona, España.
DÍAZ ATIENZA, Joaquín (2000): Manual de hiperactividad infantil, Asociación Andaluza de Psiquiatría y Psicología Infanto-Juvenil, Andalucía, España.
PALACIOS, Norka (2008), Desarrollo social de 0 a 7 años, documento digital en línea: http://es.scribd.com/doc/21569224/Desarrollo-social-de-0-a-7-anos.
VAQUERIZO MADRID, Julián (2005), Hiperactividad en el niño preescolar: descripción clínica, en Revista de Neurología, Nº 40, Supl. 1, España, Edición digital.
Autor:
Abraham Omonte Rivero