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Ricardo Flores Magón (Semblanza biográfica) (página 3)

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Con o sin la aprobación de Madero, los maderistas buscaron el apoyo de tropas y jefes del PLM, haciendo circular el rumor de que Madero podía ser presidente y Ricardo vicepresidente. Flores Magón negó rotundamente esto en la edición del 5 de febrero de 1911 de Regenera ción, en la que reiteró su punto de vista anarquista de que "los gobiernos son los guardianes de los intereses de las clases ricas".

Sin embargo, muchos miembros del PLM cayeron engañados por la treta maderista y marcharon al lado de los seguidores de Madero. Además, la circulación de Regeneración en el interior de México disminuyó a causa de la guerra y la confusión.

El 11 de febrero de 1911, tres días antes del regreso de Madero a suelo mexicano, las tropas de Prisciliano G. Silva tomaron Guadalupe. Chihuahua, e izaron el emblema de "TIERRA y LIBERTAD". Mientras e] PLM ganaba las principales victorias en Casas Grandes, Guadalupe ) Mexicali.

Ante esta situación Madero estaba preocupado, porque sus fuerza! eran ineficaces y, por tanto, necesitaba una victoria importante. Por ell( cruzó la frontera para reclamar la dirección de las fuerzas que operabar en Chihuahua.

Cuando Madero encontró una fuerte resistencia de los federales pidió a Silva refuerzos y transporte. Cuando el magonista Silva ayudó , Madero, éste, cual Judas, lo abrazó y lo declaró prisionero, y lo pudo hacer porque en ese momento recibía apoyo militar de otro magonista Gutiérrez de Lara, quien representaba el ala socialista del PLM, la cual estaba resentida con la mayoría anarquista de la Junta del partido, encabezada por Ricardo.

A partir de ese instante, y gracias a la división de Silva y Gutiérrez de Lara, Madero, al apresar al primero de estos dos dirigentes magonistas logró ponerse al frente del movimiento armado.

Ricardo, al enterarse de la acción de Madero, publicó en Regeneración del 25 de febrero de 1911 el artículo "Francisco I. Madero es UI traidor a la causa de la libertad".

De marzo a mayo de 1911, las fuerzas de Díaz sufrieron reveses el todo el país. Los maderistas y zapatistas ganaron nuevas e importante: victorias. Madero seguía insistiendo en que las tropas del PLM obedecieran sus órdenes; cuando su poder lo permitía, arrestaba a aquellos que persistían en la autonomía del PLM. En abril de 1911, arrestó y desarmó n Chihuahua a Luis García ya otros cinco comandantes por haber izado a bandera roja del PLM de "TIERRA y LIBERTAD", y por haber solicitado permiso para actuar independientemente del mando de Madero, aunque 10 en su contra.

Madero consideró este hecho "como un acto de rebeldía a mi gobierno".

Los tratados de paz en Ciudad Juárez, firmados por Madero con el dictador, no sólo fueron criticados por los magonistas y por el ala izquierda de los maderistas, sino por Luis Cabrera y Venustiano Carranza, asociados al movimiento reyista. Estos últimos consideraban los trata- los como una transacción de Madero que lo acercaban a la traición ala evolución.

Muchos Maderistas del ala izquierda, entre los que estaban Jesús Flores Magón, Vázquez Gómez y Orozco, miraban con recelo la ulterior actitud traidora de Madero. Estos maderistas pensaron que la revolución 10 había traído ningún cambio, puesto que los porfiristas y reyistas continuaban en el gobierno.

Una vez que el dictador fue expulsado del país, Madero inició un viraje hacia la derecha, reformó el Partido Antirreeleccionista, impuso a Pino Suárez como candidato a vicepresidente, desarmó a sus fuerzas, lidió a Zapata que entregase las armas y permitió que el ejército porfirista, encabezado por Huerta, Blanquet y Reyes, asesinase maderistas y zapatistas.

La traición de Madero no tomó por sorpresa a los radicales del PLM, pues ese partido se había anticipado al movimiento agrario zapatista, .1 entonar el lema "¡TIERRA y LIBERTAD!", y delineó la división entre Zapata y Madero, al sufrir la traición militar de Madero antes de la que sufriría Zapata y, en lo esencial, al insistir en la lucha por metas socioeconómicas en el campo.

Cockcroft señala que el PLM fue consistentemente más agresivo, en su política y en su acción, que el movimiento zapatista. Desde el principio, el PLM hizo presión sobre otros grupos revolucionarios para que asumieran una posición más a la izquierda, a favor de los obreros y campesinos. Por su posición ideológica y revolucionaria, el partido sirvió como una fuerza constante para radicalizar los acontecimientos, es decir, dirigiendo la revolución hacia la izquierda, a favor de los obreros y campesinos.

Fue hasta el periodo posterior a 1913 cuando los zapatistas radicalizaron más sus ideas, de acuerdo con el patrón establecido años antes por el PLM, su programa y lemas revolucionarios.

CAPÍTULO NUEVE

EL ANARQUISTA DERROTADO

El 23 de septiembre de 1911, Ricardo y Enrique Flores Magón,

Rivera y Figueroa publican el primer manifiesto anarquista:

Contra el capital, la autoridad y el clero, el Partido Liberal Mexicano tiene enarbolada la bandera roja en los campos de acción en México, donde nuestros hermanos se baten…

Todo lo que produzcan será enviado al almacén general, en la comunidad, del que todos tendrán derecho a tomar todo lo que necesiten, según sus necesidades.

A escoger, pues: o nuevo gobernante, esto es, un nuevo yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de toda imposición religiosa, política o de cualquier orden: "TIERRA y LIBERTAD"

Los radicales del PLM, dirigidos por Ricardo de 1910 a 1918, en su periódico Regeneración tomaron posiciones frente a las facciones zapatistas, villistas y carrancistas.

En la medida que los zapatistas eran los únicos que aplicaban más claramente las metas agrarias del programa del PLM, era predecible que Ricardo y sus seguidores, en 1913, apoyaran a los zapatistas frente a los carrancistas.

Los villistas, por su parte, eran elementos rancheros, trabajadores migrantes, mineros y desempleados. El movimiento villista no fue radical en el problema de la tierra como lo era el movimiento zapatista; las ambiciones y esperanzas de los villistas eran más comerciales que las de los campesinos zapatistas sin tierra.

Los carrancistas fueron, hasta antes del surgimiento del grupo de Agua Prieta, Sonora (Obregón, Calles, Camacho, Cárdenas, etc.), los políticos que representaban los intereses de la burguesía nacional apoya- da por el imperialismo yanqui.

Además de la división y el debilitamiento del ala radical del PLM, de la traición de Madero, del alejamiento de Camilo Arriaga, Jesús Flores Magón, Juan Sarabia, Díaz Soto y Gama y otros militantes del PLM, Ricardo y su pequeño grupo de anarquistas sufrirían otro golpe mortal cuando Carranza engañó a los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, cuyos primeros líderes fueron anarquistas, y los envió a pelear contra sus hermanos de clase: los campesinos villistas.

Como acertadamente escribiría años más tarde José Revueltas en su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, la burguesía nacional, representada por Carranza, no sólo dividió a los hermanos de clase, obreros y campesinos, sino que lanzó a los primeros contra los segundos para poder debilitar al pueblo trabajador y consolidarse como clase dominan- te, organizar el nuevo régimen político y lograr continuar el desarrollo capitalista, con sistemas modernos de dominación ideológica y control político de las masas trabajadoras mexicanas.

Varios autores están de acuerdo en que el régimen tuvo razón al predecir que los reformistas burgueses (Madero, Carranza y Obregón) sólo iban a quitar a los gobernantes porfiristas y colocarse ellos el gobierno para seguir explotando a los trabajadores y continuar oprimiéndolos políticamente.

La intervención norteamericana en el México de 1914 ha sido un acontecimiento poco estudiado y analizado en su contexto político. Las causas de este olvido, por parte de los historiadores oficiales, se encuentran en la razón misma de esta agresión que fue realizada para derrumbar la dictadura de Victoriano Huerta y apoyar la subida al poder del jefe constitucionalista burgués, Venustiano Carranza.

Por lo anterior, los artículos de Ricardo publicados en Regeneración y recopilados por el grupo Antorcha con el título 1914: la intervención norteamericana en México, merecen ser leídos por quien quiera saber la verdad que tratan de ocultar los ideólogos burgueses.

Estos artículos rebaten clara y continuamente la infamia de la burguesía que acusó de filibusteros a Ricardo y sus seguidores cuando liberaron, con las armas, Baja California en 1911.

Para el grupo Antorcha queda claro que Ricardo jamás urdió complot alguno en contra de la soberanía mexicana; que el mundo sin fronteras por el que luchó, como anarquista que era, no presuponía la intervención de potencias extranjeras en territorio nacional; que, como anarquista que era, Ricardo amaba la tierra y los montes de la Cañada oaxaqueña que lo viera nacer, el idioma común de sus hermanos, y luchaba en contra de los piratas de las finanzas, descubriendo directa y valientemente a los cobardes, escudados tras sus disfraces patrioteros-chauvinistas.

Fue también en 1914, cuando estalló la primera Guerra Mundial, cuando Ricardo, al igual que Lenin, planteó la necesidad de convertir dicha conflagración en revolución socialista.

En 1918, Ricardo, desde su posición anarquista, criticó a los bolcheviques, pues advertía que la revolución rusa se estaba gestando en un marco socialista autoritario.

Cuando Carranza triunfó sobre el villismo, ayudado por los dirigentes de la Casa del Obrero Mundial, y cuando se perfiló como presidente de la república, Ricardo, en un artículo anarquista de 1915, escribió:

Gobierno es lo mismo que tiranía; gobernante es lo mismo que opresor. Un gobierno, cualquiera que sea su forma, no es otra cosa que una institución creada para defender las personas y los intereses de la clase rica, contra las posibles agresiones de la clase pobre a esas personas ya esos intereses. Quien crea que el gobierno es una institución creada para proteger al débil, está en un error, pues ni la historia ni los hechos actuales demuestran que el gobierno sea un ángel tutelar de los desheredados .

En cuanto a la constitución burguesa de 1917, los historiadores burgueses han dicho hasta el cansancio que fue influida por el programa del PLM.

A reserva de comparar esos dos documentos en otro ensayo, por ahora es necesario señalar lo que acertadamente escribe Arnaldo Córdoba en su libro La ideología de la revolución mexicana, en el sentido de que el grupo carrancista, para poder atraerse a los trabajadores fabriles y a los campesinos, arrebató las banderas magonistas, en especial las de- mandas reformistas, y las banderas zapatistas de reparto de tierras.

Este plagio político, plasmado en la Constitución, fue paralelo, desde ese momento, con la represión militar contra la clase obrera, sus luchas huelguísticas y sus organizaciones sindicales. Al mismo tiempo siguió combatiendo militarmente al zapatismo, al cual descabezó por medio de la traición de Guajardo.

Carranza, como presidente, violó sistemáticamente la Constitución, como en los casos de la supresión de los sindicatos durante 1916-20 y del incumplimiento de los mandatos Constitucionales de reforma agraria.

CAPÍTULO DIEZ

ASESINATO EN LA CÁRCEL

Ricardo no sólo se caracterizó por ser un periodista revolucionario, cuya prosa incendiaria podemos comprobar en sus artículos políticos de Regeneración y otras publicaciones, sino también nos dejó discursos fogosos, dignos de ser pronunciados por jóvenes oradores honestos y limpios de corazón y conciencia, así como también nos legó 40 cuentos anarquistas y dos obras de teatro.

A través de cientos de cartas, publicadas en dos tomos, que cubren los periodos de 1904-1912 y 1919-1922, podemos en la actualidad paladear y saborear esas misivas de organizador de levantamientos armados de 1906, 1908 y 1910, y soñar con la prosa filosófica y anarquista de la última fase de su vida.

Para concluir este modesto ensayo acerca de la vida y la obra de Ricardo Flores Magón, sólo nos resta comentar el fin que tuvo este insigne revolucionario.

Son tres las versiones de la muerte de Ricardo. La primera de ellas fue oficial: paro cardíaco; la segunda, de Librado Rivera, que pudo ver el cadáver, estrangulado por un reo común, y la tercera, publicada en la revista CROM de mayo de 1923, de apaleado por los guardias del penal.

Librado Rivera, quien estaba en la cárcel de Leavenworth junto con Ricardo, al año siguiente de los sucesos narró que el 21 de noviembre de 1922 vio el cuerpo ya sin vida de Ricardo tendido en una plancha del hospital:

Tenía la cara negra hasta el cuello y la frente tendida hacia atrás, como que un poderoso esfuerzo, al despedirse de la vida, había impulsa- do a aquel estoico luchador a exhalar el último aliento… Se había hecho desaparecer aun gran pensador, aun filósofo, pletórico de bellas y luminosas ideas hacia el establecimiento de una sociedad de verdaderos humanos. Se había cometido un crimen de lesa humanidad en la persona de un hombre bueno, generoso y altruista, cuyos ideales de justicia sintetizan los sublimes aspiraciones de todos los pueblos esclavos de la tierra.

EPÍLOGO

Los ideales de los revolucionarios, mientras continúen vigentes, no mueren. Sus cuerpos son torturados y se les arrebata la existencia, pero sus sueños revolucionarios siguen latentes en el corazón y el cerebro de los esclavos rebeldes de todo el planeta.

Es por ello que, como un homenaje al revolucionario caído, reproducimos las líneas de una de sus últimas cartas, líneas que constituyen un testamento político y una semilla libertaria que continuará latiendo en los pensamientos de los explotados, de los oprimidos, de los pobres del mundo:

…En el Departamento de Justicia se dijo al señor Winberger que nada puede hacerse en mi favor si no hago una solicitud de perdón.,. Esto sella mi destino: cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡NO LO HARÉ! En mis 29 años de luchador por la libertad lo he perdido todo, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; he experimentado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfallecido de hambre, mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi salud; en fin he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celo fanático, y esa cosa es mi honra como luchador: Pedir perdón significaría que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación de los trabajadores para producir y consumir; y no estoy arrepentido de ello.

Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anarquistas,. y no me retracto, afirmo que si la especie humana llega alguna vez ago- zar de verdadera fraternidad y libertad y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo. Así, pues, estoy condenado a cegar ya morir en la prisión; mas prefiero esto que volver la espalda a los trabajadores y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá escriban en mi tumba: "Aquí yace un soñador", y mis enemigos: "Aquí yace un loco".

PERO NO HABRÁ NADIE QUE SE ATREVA A ESTAMPAR ESTA INSCRIPCIÓN:

"AQUÍ YACE UN COBARDE

Y TRAIDOR DE SUS IDEAS".

 

 

 

Humberto Escobedo Cetina

Partes: 1, 2, 3
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