Franceses
"La vida y obra del padre Salvaire es desde hace tiempo motivo de estudio de monseñor Dr. Juan Guillermo Durán. Apasionado y comprometido con el tema, ha emprendido una cuidadosa investigación recurriendo a archivos de distinta naturaleza para dar cuerpo a dos de los tres volúmenes dedicados a su figura". El obispo se refirió en una entrevista a ese trabajo (1): "Para comprender un poquito estos libros que yo he dedicado al padre Salvaire, es necesario tener en cuenta esto. El primer libro de la trilogía que voy a dedicar al padre, rescatando momentos fundamentales de su vida hasta su muerte, se editó en 1998 y lleva por titulo El padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes. Transcurre entre 1866, que es cuando el malón toma cautivos a doña Jacinta Rosales de Lazos y a sus cinco hijos en Villa Nueva, Córdoba, cerquita de Villa María, y son llevados a Leubucó por los ranqueles, hasta l875 cuando el padre Salvaire visita las tolderías de Namuncurá. (…) El segundo tomo se inicia con el regreso del padre a Azul en noviembre, después de un viaje de aproximadamente 23 días, cuando logra traer a tres de los hijos -uno había escapado a Bahía Blanca y después se reencuentra en Villa Nueva con su madre- y otros seis cautivos más. Allí permanece trabajando con los indios de Catriel a la espera de que Namuncurá diga sí a la invitación del misionero, porque le dijo que lo iba a pensar. El segundo tomo se llama En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado, y es el estudio detallado de los dos años de misión del padre Salvaire y Meister en Azul y un viaje que hizo Salvaire para misionar en los meses de julio, agosto y parte de septiembre en Bragado, en la tribu, también acantonada, del cacique José María Railef. (…) los padres Meister y Salvaire en febrero dejan Azul. Salvaire pasa a Luján otra vez en 1876, y trae el propósito de cumplir el voto que le había hecho a la Virgen cuando su vida corrió peligro en las tolderías, en su viaje de octubre, noviembre de 1875. Ante un serio peligro de muerte, prometió que si la Virgen intercedía por su vida escribiría la historia, contribuiría a la difusión del culto e intentaría construir un nuevo santuario que reemplazaría al de Lezica y Torrezuri. Ahí comienza el tercer tomo que estoy tratando de construir y que llevaría el titulo El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario. Ahí reconstruiremos el momento en que escribe la historia de la Virgen de Luján que publica en 1884 en dos tomos, las gestiones del padre para comenzar la construcción del nuevo santuario, su viaje a Europa para lograr la coronación pontificia de la Imagen, la colocación de la piedra fundamental del Santuario, cuando es nombrado párroco hasta su fallecimiento, el 4 de febrero de 1899. Serían tres libros que abarcarían la vida de Salvaire en la Argentina, desde su llegada, como docente, misionero y luego cura y capellán de Luján" (2).
Al Chaco llegó Alice Le Saige de la Villesbrumme, quien había nacido en Francia en 1841. "Al separarse de su marido, emigró a la Argentina con sus dos hijos varones en 1888. Obtuvo del gobierno autorización para instalarse como colonizadora en la zona de Arocena, en el Chaco, a 40 kilómetros de Resistencia, entonces población incipiente. Hizo construir una casa, que alhajó con muebles y adornos traídos de su país natal, y dedicó las tierras que le habían sido concedidas a la ganadería. Se convirtió en una figura popular por su distinción y audacia para enfrentar las dificultades de esa vida peligrosa por la proximidad de indios mocovíes. En 1895 recibió en herencia las posesiones de su marido y adquirió las tierras en concesión, más una gran extensión, mejorando sus planteles e instalaciones y convirtiendo a su establecimiento en el principal de la zona. Un día de marzo de 1899 los mocovíes atacaron la casa, matando a varios de sus ocupantes. Los demás huyeron, pero Alice recordó que en la casa quedaba un niño al que había criado y retornó para salvarlo, momento en que fue lanceada. Sus compañeros lograron recoger el cuerpo de la herida y llevarlo a casa de vecinos amigos, pero falleció algunas horas después, en ese 13 de marzo de 1899, mientras su casa y demás instalaciones eran consumidas por las llamas" (3).
En El genio de Fader, Ignacio Gutiérrez Zaldívar evoca la vida y la trayectoria del pintor nacido en Burdeos (4).
Notas
1. S/F: "Para acercarse al mundo de Salvaire", en www.elcivismo.com.
2. Durán, Juan Guillermo: El padre Jorge María Salvaire y la familia Lazos de Villa Nueva. Un episodio de cautivos en Leubucó y Salinas Grandes, 1998.
En los Toldos de Catriel y Railef. La obra misionera del Padre Jorge María Salvaire en Azul y Bragado
El Padre Jorge Maria Salvaire en Luján. Cura y capellán del Santuario.
Foto publicada en Alcántara, Omar: "EL CAPITÁN DON RUFINO SOLANO. El azuleño que no nos contaron", http://www.hemerotecadeazul.org.ar/Programas/Solano/SolanoII.htm.
3. Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.
4. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: El genio de Fader. Buenos Aires, Zurbarán.
Galeses
En Soy Roca, novela biográfica escrita por Félix Luna, se refiere el protagonista a un viaje que hizo en enero de 1899: "El 23 a la tarde llegamos a Puerto Madryn, que de puerto sólo tenía el nombre, y tomamos el pequeño ferrocarril que nos acercó a Trelew. Allí, en Gaiman, Rawson y el valle del Chubut, que recorrí brevemente, empecé a tomar el pulso al exotismo y rareza de la Patagonia. Era un país inesperado cuyos pobladores hablaban inglés y no acababan de convencerse que eran súbditos argentinos, gente de trabajo y tesón que habían hecho maravillas en esas desolaciones. En aquellos días la prensa batía el parche sobre un pedido formulado al Parlamento inglés por un supuesto grupo de galeses residentes en el Chubut solicitando el protectorado de la corona. Me explicaron que eran un par de excéntricos que no representaban a nadie y me pidieron algunas medidas razonables: que el gobernador hablara inglés para poder entenderse directamente, que no se hicieran ejercicios militares los domingos, que se mejoraran las comunicaciones con Buenos Aires. Me gustaron esos hijos de Gales con sus enormes barbas y su áspera franqueza. Comí las ricas tortas de la pasada Navidad, más sabrosas, me dijeron, cuanto más tiempo se guardaban; admiré el aspecto confortable de sus cabañas y terminé la visita prometiendo apresurar la construcción de escuelas en sus aldeas, lo que cumplí posteriormente" (1).
Notas
1. Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1989.
Griegos
En su libro La cita en Buenos Aires, Saga de una gran familia sefaradí (1), Vittorio Alhadeff, "oriundo de la ciudad de Rodas, hace desfilar ante el lector diversos episodios del dominio turco y de la ocupación italiana del Dodecaneso. Pero la tremenda verdad de las guerras da paso a la crueldad del fascismo y del nazismo para cerrarse con la llegada en los años 40 a Buenos Aires, donde se refugian los últimos miembros de una familia que creyó en el trabajo y en el progreso" (2).
Alfredo M. Beranger escribió Yo, Panayotis Triposcoufis (De Grecia a la Argentina) (3).
Notas
1 Alhadeff, Vittorio: La cita en Buenos Aires, Saga de una gran familia sefaradí.
2 Malinow, Inés: "Testimonio familiar", en La Nación, Buenos Aires, 4 de enero de 1998.
Holandeses
Acerca de Jacques Witjens, escribe Ignacio Gutiérrez Zaldívar, en 1999:
"Nacido en La Haya el 11 de abril de 1881, Adrianus Hendrikus Witjens nunca sospechó que viviría cerca de la mitad de su vida en el Hemisferio Sur y a miles de kilómetros de su Holanda natal. Luego de cursar estudios de pintura desde los 14 años comienza su tarea profesional abriendo su taller a metros del museo Mauritshuis donde contemplaba diariamente el único paisaje que se conoce de Johannus Vermeer. La Escuela de La Haya tiene como característica una legión de estupendos paisajistas que trascienden el mero efecto óptico de lo que están viendo, como hacían sus contemporáneos los impresionistas franceses. Esta maravillosa escuela poco difundida intemacionalmente es el producto de una larga contemplación y de un conocimiento acabado de la naturaleza que está representando. No pintan un mero instante sino que reflejan una compenetración vivencial con aquello que transmiten en sus telas".
"Cuando Witjens Ilega a la Argentina en 1920, lo hace recién casado con Herta María Stephan, quien estaba embarazada de Rolando el primero de sus hijos".
"No debe extrañarnos que eligiera como lugar de residencia aquel que más le recordara a su tierra, es por eso que el Tigre fue el primer lugar que los cobijó en la Argentina. Quiso el destino que llegara en el momento de mayor apogeo de nuestro país y que viviera la década gloriosa para nuestro arte y la cultura nacional. En sus primeras exposiciones reflejaba sus vivencias de esta "nueva tierra" y el melancólico recuerdo de sus molinos y canales que había dejado allá lejos y hace tiempo… Esta es la octava retrospectiva que presentamos en tan sólo 15 años de este maravilloso artista. Me unen a 61 razones estéticas y afectivas, ya que un cuadro de Witjens fue la primera obra que compraron mis padres recién casados, y también he tenido la dicha de frecuentar a su hijo Rolando y a su mujer Marisa, quienes alimentaron mi pasión. En cada una de sus obras, Witjens nos habla de su profunda compenetración con el motivo del cuadro y nos transmite una serena inmensidad que habla de la grandeza de su espíritu y de sus obras. A los 75 años de edad fallece el 7 de diciembre de 1956. No dudo en afirmar que su contribución al Arte de los Argentinos es digna de destacar, como espero se reafirme en la presente retrospectiva" (1).
Notas
1. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: "Jacques Witjens", en www.zurbarangaleria.com.ar. Octubre de 1999.
Ingleses
En Borges, biografía verbal (1), Roberto Alifano escribe cuanto el escritor le dijo sobre uno de sus antepasados: "El abuelo materno de mi padre, Edward Young Haslam, editó uno de los primeros periódicos ingleses de la Argentina, Southern Cross, y se había doctorado en Filosofía y Letras en la Universidad de Heidelberg. Sus medios no le permitían estudiar en Oxford o Cambridge, por lo que marchó a Alemania, donde obtuvo su título después de haber realizado todos sus cursos en latín. Murió en Paraná, la capital de la provincia de Entre Ríos".
Acerca del arribo a nuestro país de la hija de Edward Haslam, la abuela inglesa, escribe Roberto Alifano: "La abuela paterna de Borges, Frances Haslam Arnett, llegó a la Argentina por una serie de curiosas circunstancias. Su única hermana, mayor que ella, se había casado con un ingeniero ítalojudío, llamado Jorge Suárez. Al fallecer su madre, los Suarez la hicieron viajar a América del Sur. Llegó a Paraná, la capital de Entre Ríos, después de un accidentado viaje (el barco estuvo a punto de naufragar en las costas del Brasil), a mediados de 1867. En Paraná fue donde Frances Haslam conoció al coronel Francisco Borges".
En Soy Roca, por Félix Luna, el protagonista se refiere a un viaje que hizo en 1899: "Nos detuvimos en la desembocadura del río Santa Cruz, visité alguna estancias de los alrededores, casi todas de ingleses, y seguimos a Río Gallegos, donde me hospedé en la casa del gobernador. (…) Cuando íbamos llegando a Ushuaia me llamaron la atención, en cierto punto de la costa, rebaños de ovejas y construcciones muy prolijas entre macizos de flores y espacios de césped; me dijeron que era la estancia de Thomas Bridges, el pastor anglicano que anteriormente había estado a cargo de la Misión en la isla; en 1886 renunció a su puesto y se vino a Buenos Aires a solicitar tierras allí. Me lo presentó el senador Antonio Cambaceres y lo recomendaba calurosamente el perito Moreno. Tuve el gusto de promover, pocas semanas antes de dejar la presidencia, una ley concediéndole 20.000 hectáreas en propiedad en Harberton, a unas quince leguas de Ushuaia hacia el este. Bridges había fallecido meses antes pero su estancia era la mejor de la isla, superando en actividad a la que había establecido al norte, en Río Grande, el asturiano José Menéndez. Me dieron ganas de visitar Harberton y lo hice en el acorazado de río ‘Independencia’, más chico que el ‘Belgrano’. Allí fui recibido por la viuda del antiguo misionero y su familia. En el jardín tomamos el té con sandwiches y frutillas de la zona con crema. Fue una tarde gloriosa para Gramajo, que decía estar harto del rancho del ‘Belgrano’… Por un momento no me pareció encontrarme en el confín del mundo sino en una casa de Sussex, o más bien, de Devon-shire, de donde era oriundo Bridges. Después visitamos los campamentos de los indios yaganes y onas que trabajaban en el establecimiento. Al menos aquí no se los perseguía, como había hecho aquel aventurero rumano Julio Popper, que en tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de oro en el norte de la isla, y como también lo hacían, según los rumores que había escuchado, algunos capataces de Menéndez" (2).
En otro pasaje, afirma: "me impresionó lo que me dijo un inglés, empleado del ferrocarril. Era el encargado de medir las tierras, una legua a cada lado de la vía, que por concesión se le había otorgado en propiedad a la empresa. En un castellano arrevesado, el gringo me contó que estaban expulsando a los pobladores que vivían en aquellos campos para venderlos en grandes fracciones una vez que la línea hubiera llegado a Córdoba. Sería un negocio enorme –me decía- y se llenaba la boca describiendo las miles de cabezas de ganado que podrían criarse allí y los millones de fanegas de trigo que se cosecharían" (3).
Notas
1 Alifano, Roberto: Borges. Biografía verbal. Barcelona, Plaza & Janés, 1987.
2 Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991, pp. 322-3.
3 Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991, p. 76.
Irlandeses
Marcos Aguinis es el autor de El Combate Perpetuo: Una Biografía Admirable con Ritmo de Novela (1). El protagonista, Guillermo Brown, " es una de las figuras decisivas de la historia argentina. Sin embargo, el trato que la historia le ha dado a menudo ha oscurecido al hombre y acartonado al prócer".
"Este libro de Marcos Aguinis – "esta biografía con ritmo de novela", como el mismo la define – es, además, una lúcida y exitosa operación de rescate. Rescate del héroe y del personaje, puesto que el almirante Guillermo Brown aparece en toda su dimensión épica; pero también porque tal dimensión no borra ni excluye los rasgos que lo convierten en el protagonista de un libro de aventuras. Alguien, como consigna el autor, cuyas vicisitudes hubieran apasionado por igual a los novelistas del siglo diecinueve y del siglo veinte. Y que apasionarán asimismo a los lectores".
"Redactada en tiempos difíciles, cuando la incertidumbre y el desaliento parecían volver impensable una obra de esta laya, El combate perpetuo invita a ser leída y releída como cautivante relato y también como forma de tratar la historia de un modo distinto, nunca esquemático ni maniqueo, siempre riguroso e inteligente".
"Evoco la mezcla de entusiasmo y de miedo que me embargaban mientras escribía la vida de Guillermo Brown. Eran años de soberbia, maniqueísmo y corrupción esmeradamente disimulados con altas dosis de hipocresía. Una de las más cotizadas herramientas del encubrimiento era el culto de los héroes. Culto rígido, frío, estereotipado, que adora las apariencias. Yo quería humanizar al prócer. Devolverle carnadura, ambición, fatiga y rabia, transformando su gesta en algo verosímil, recuperando así nuestra capacidad de admiración. Quería desquitarme de los soporíferos textos que dificultaron en mi juventud el aprendizaje de la historia argentina. Proponía que, indirectamente, nos emocionáramos con la historia para mirar mejor nuestro presente" (2).
En 1865, "Sebastián Hamilton, acompañado por su hermano Thomas, llega a la Argentina, donde su padre había adquirido tierras y donde William, su hermano mayor, ejercía la profesión de médico. Viajó de mala gana pero finalmente quedó seducido por la amplitud de las tierras pampeanas y por el estilo de vida de los gauchos, y obsesionado por la tierra que heredó" (3).
Acerca del protagonista de esta obra comentó Susana Pereyra Iraola: "El que da título al libro es el menor, el descreido, herido de secretas llagas. A medida que se interna a caballo en una interminable travesía, el aleteo de las lagunas, el horizonte y el cielo inabarcable maravillan sus ojos. La propia tierra, campo despoblado y rancho de adobe, se adueña de su vida para siempre. Convive con la brutalidad y el desamparo en sus peores formas; años después la familia conocería las más extremas durante la epidemia de fiebre amarilla, uno de los pasajes más estremecedores de un relato que no decae en intensidad" (4).
Notas
1. Aguinis, Marcos: El Combate Perpetuo: Una Biografía Admirable con Ritmo de Novela. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1971. 208 paginas.
2. S/F: en www.aguinis.net
3. S/F: Gacetilla de prensa acerca de Wilkinson, Susan: Don Sebastián. Buenos Aires, Vergara, 1996.
4. Pereyra Iraola, Susana: "De Irlanda a la Argentina", en La Nación, Buenos Aires, 28 de julio de 1996.
Italianos
La Asociación Dante Alighieri publicó numerosos volúmenes de biografías de ítaloargentinos destacados. Entre estos volúmenes se cuentan Rodolfo Kubik, compositor y músico, por Vittorio Balanza; Juan A. Buschiazzo, arquitecto y urbanista de Buenos Aires (1983), por Alberto O. Córdoba; Torquato Di Tella, industrial y algunas cosas más (1993), por Torcuato Di Tella; Roberto F. Giusti. Su vida, su obra (1980), por Fermín Estrella Gutiérrez; El padre Marcos Donati y los franciscanos italianos en la misión de Río Cuarto (1993), por Inés I. Farías; Eugenio Pini, el maestro y las armas (1996), por Alberto A. Fernández; Cesare Cipoletti. Sus obras, sus proyectos, sus colaboradores (1991), por Paolo Girosi; José Ingenieros (1977), por Francisco P. La Plaza; Francisco Bibolini. De la Liguria a la Pampa (1995), por María C. Maradeo; Agustín Rocca en treinta años de recuerdos (1979), por Dionisio Petriella; Alberto M. De Agostini SDB (1976), por Amalia del Pino; Clemente Onelli, de pionero de la Patagonia a director del Jardín Zoológico (1980), por Diego A. Pino; Rodolfo Mondolfo, maestro insigne de filosofía y humanista (1992), por Eugenio Pucciarelli y otros; Carlos Spada, médico y filántropo (1988), por Carlos A. Rezzónico; Víctor De Pol, el escultor olvidado (1992), por Edgardo J. Rocca; Eugenia Sacerdote de Lustig, una pionera de la ciencia en la Argentina, por Laura Rozenberg; Joaquín Frenguelli. Vida y obra de un naturalista completo (1981), por Mario E. Teruggi; Syria Poletti, mujer de dos mundos (1994), por Walter Gardini; Gherardo Marone (1993), por Dionisio Petriella-Nicolás Cocaro y El Capitán Antonio Oneto (2000), por Estela Gladys Lamas.
Abruzzos
"En Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia, escrito entre 1968 y 1970, Bayer reprodujo las cartas" enviadas por el anarquista a Josefa Scarfó. "Bayer acude a las cartas para definir ese amor. ‘Hablaban de un amor que podríamos calificar de puro, profundo, pero casi sin referencias de tipo carnal o sexual’. Para Bayer, estos escritos destilan la moral anarquista de Di Giovanni: ‘Sus cartas tenían ese tono porque por sus ideas, sentía un gran respeto por el género femenino’ " (1).
Apulia
José Tchercaski es el autor de PIERO. Un canto de vida, amor y libertad, obra acerca de la que afirma: "Hace quince años que trabajamos juntos. Nos pasaron infinidad de cosas, positivas, negativas, olvidables, inolvidables, ocurrentes, tristes, talentosas, mediocres. Vivimos; ésta es la palabra. Construir una historia de vida no es tan fácil cuando el protagonista -Piero- en este caso, está tan ligado a la vida del que debe escribir-relatar-descubrir-mostrar-desnudar al hombre que desde un escenario hace vibrar las fibras más íntmas de multitudes incondicionales.
Piero no es simplemente un cantante. Si el libro posee algún mérto, es el de mostrar justamente esta afirmación Piero es un artista popular con un enorme sentido de la vida, con un profundo amor por la justicia y la libertad. Su preocupación es el hombre y la conquista de la felicidad, o sea marchar hacia el encuentro de un mundo mejor -como el dice- "lleno de buenas ondas".
En este tramo de vida que recorremos juntos, construimos muchas canciones, en todas tratamos-intentamos compartir el sentimiento de la gente para sentirnos identificados con nuestros semejantes. Cada historia, cada texto o cada música es un pedazo de nosotros, una porción de vida que fuimos desparramando a lo largo de estos años, tan intensos, tan llenos de arbitrariedades, persecuciones y grandes traiciones. Ojalá el trabajo sirva para que las generaciones venideras sepan que una vez, en un planeta llamado argentina, vivió-vivimos, hombres-seres humanos, que intentaron contar que la vida "brilla mil veces más fuerte que el sol y calienta…" (2).
Campania
Acerca de Discepolín (3), biografía escrita por Horacio Ferrer y Luis Adolfo Sierra, se afirmó:
"Personaje entrañable y enigmático, Enrique Santos Discépolo, "Discepolín", es una de las claves para entender la cultura propia y una de las formas que mejor sugiere nuestra identidad, el tango. El legendario Discepolín muestra aspectos a veces contradictorios pero que ayudan a entender realidades sucesivas de un conjunto que parece darle coherencia a nuestra historia, tanto la política como la cultural. Como actor, como compositor, como mito en el tiempo que le tocó vivir, Enrique Santos Discépolo le proporciona al lector el fulgor de un personaje extraordinario. El lúcido observador individualista, el detractor de la decadencia social, el nostálgico que anima un universo completo a partir del cafetín e inclinado sobre "tus mesas que nunca preguntan". Son todos aspectos de un solo hombre.
Con un poder evocativo admirable, los autores de este libro cuentan los episodios de las vida de Discepolín y analizan su actitud, se presencia y su obra. El resultado es un libro de una riqueza y una vivacidad difíciles de igualar" (4).
Piamonteses
En "Polidoro Segers, el primer médico de Tierra del Fuego", Raúl Agustín Entraigas se refiere al padre José Fagnano, nacido en Rachetta, Tanaro, en 1844: "Segers tenía ya treinta y cuatro años. Cuando se trató de dar examen, se encontró con que necesitaba título habilitante para ingresar en la Facultad… ¿Qué hará? ¿Plantará todo? ¡Qué esperanza! Esperará. El tiempo y el ingenio le darían medios para llegar. Entre tanto se le cruzó una oportunidad magnífica para conocer Tierra del Fuego. Iba don Ramón Lista a explorar aquellas regiones y a sentar definitivamente nuestra soberanía sobre ellas. Necesitaba un médico. Ningún profesional criollo quiso arriesgarse en esa "patriada". El poeta Olegario V. Andrade, padre político de Lista, lo exhortó e embarcarse y Segers no se hizo de rogar…. Con los conocimientos científicos que poseía no le pareció imposible ser "cirujano de segunda" en la expedición… Y en noviembre de 1886 lo tenemos sobre el Villarino rumbo a Tierra del Fuego. Como capellán iba el padre José Fagnano, salesiano. Se hicieron grandes amigos. Cuando pisaron tierra firme en San Sebastián, y los 25 hombres de Lista y del capitán Marzano hicieron fuego sobre los onas, dejando sobre la virgen tierra fueguina veintiocho cadáveres, el sacerdote y el médico se levantaron, coléricos, en ombre de la justicia y de la humanidad. (…) esde aquel día, siempre que había que vérselas con indios, eran Segers y Fagnano los encargados de parlamentar. La primera vez que les tocó la no fácil misión, se vieron en figurillas cuando toparon de buenas a primeras con una tribu. Estaban ambos perplejos. Entonces el médico -narra Fagnano- comenzó a hacer piruetas, a dar saltos y otras niñerías. Fue la salvación de ambos. Los indios bajaron sus arcos y se acercaron, riendo, a los embajadores. Desde entonces fueron los amigos de los onas" (5).
Deja Italia el matrimonio Vairoleto con su primogénito, porque "en aquella región las posibilidades de prosperar eran muy escasas para los aldeanos pobres, y Vittorio concibió el proyecto de ir a América. Algunos emigrantes, incluso un cura que había estado en la parroquia de la villa, escribían enviando noticias favorables desde la Argentina, un país donde hacía falta mano de obra y eran bienvenidos los labriegos italianos para poblar las colonias agrícolas. Ilusionados por esas perspectivas, Vittorio y Teresa se dispusieron a marchar al nuevo continente con su bebé recién nacido" (6).
Acerca de Mas Alla de la Frontera … Vairoleto se afirmó: "Es indudable que mucho se ha escrito sobre la vida de Juan B. Vairoleto, una verdadera leyenda del universo rural argentino. Amén de ello, la figura de este hombre cruzó fronteras, fue cuento de fogón en los altos del camino de los traperos y se acercó a las brasas ardientes del imaginario popular para que la gente lo convirtiera, más que en leyenda, en el ideario social de una época signada por los desencuentros argentinos.
Néstor A. Rubiano, escritor e investigador pampeano, ha vuelto a reincidir sobre Vairoleto. Hoy completa su labor anterior con una obra de prosa sencilla y directa, mostrando el perfil de un Vairoleto casi desconocido para sus biógrafos y dejando que la narrativa vaya entrelazando pasiones, traiciones, encuentros y desencuentros, al tiempo que desmitifica errores históricos y ordena las efemérides vairoleteanas con suma prolijidad.
Rubiano dibuja en sus relatos la ancha geografía donde le tocó actuar al bandido Vairoleto, y describe los personajes y los sucesos hasta los mínimos detalles.
El libro tiene pasajes con las confesiones de Telma Ceballos, la mujer de Vairoleto, que explica la personalidad de su marido, sus tics, el amor por sus hijas y a la libertad, el odio a la traición, a la hipocresía y a los burdos personajes de una sociedad y de una época con policías ineficientes, políticos inescrupulosos y patrones explotadores.
Rubiano, en definitiva, cuenta una historia con múltiples vivencias y nos deja otro libro para el análisis, el estudio, pero por sobre todas las cosas, un invaluable hallazgo histórico literario que nos permite ilustrarnos mejor y poder discutir con pruebas en la mano quién fué y cómo era el bandido Vairoleto".
"Alberto María De Agostini nació en Pollone, pequeño pueblo de Piamonte, en las cercanías de Biella, el 2 de noviembre de 1883 (7). Monseñor Patagonia. Vida y viajes de Alberto De Agostini el sacerdote salesiano y explorador (8) se titula la biografía escrita por Germán Sopeña, acerca de la que leemos: "En esta biografía de Alberto De Agostini trabajaba Germán Sopeña cuando lo sorprendió la muerte. Y no por azar está dedicada al gran explorador salesiano. Fueron la pasión y el amor que Sopeña sentía por la Patagonia los que lo llevaron a rescatar del olvido y el desconocimiento a uno de sus más destacados pioneros. Tras una profunda investigación que incluye testimonios de quienes lo conocieron, Sopeña traza la semblanza de este "montañista de alma", del "descubridor de hombres, regiones y montañas", del misionero preocupado por la desaparición de las culturas aborígenes y por la protección de la naturaleza. Sin dudas, Sopeña compartía con De Agostini la misma y poderosa atracción por la misteriosa región patagónica. Así lo refleja tan bella y elocuentemente este Monseñor Patagonia" (9).
Nora Ayala escribe acerca de su abuelo, que dejó su tierra: "¡Bagnasco! Nunca hubiera creído que extrañaría tanto ese pueblo contra el que tanto había despotricado, las tardes con Franco y Luigi mojando los anzuelos en el Tanaro mientras soñaban con tierras lejanas, aventuras, ciudades, fortunas" (10).
Sicilia
Entrevistado por Pablo Medina, Javier Villafañe evoca a los titiriteros de La Boca (11).
Toscana
En Marco Denevi y la sacra ceremonia de la escritura – una biografía literaria (12), Juan José Delaney presenta, entre otros temas, el del origen del escritor.
Marco Denevi fue uno de los siete hijos de Valerio Denevi, inmigrante nacido en Siena, "un italiano que durante el último tercio del siglo XIX, siendo muy joven, llegó al país con escaso dinero y sin relaciones, a fin de concentrarse en el negocio de la construcción, para lo cual, poco a poco, fue adquiriendo tierras en las entonces despobladas y subvaluadas localidades de Sáenz Peña, Santos Lugares y Villa Lynch, en la provincia de Buenos Aires". La madre fue la argentina María Eugenia Buschiazzo, hija de italianos del norte.
Trentino
Alcides J. Bianchi es el autor de Valentín, el inmigrante (13), obra en la que relata la vida de su padre, exitoso empresario afincado en Mendoza. Don Valentín nació en Fasano, Italia, en 1887. Se dedicó a la docencia hasta que una carta de su hermano lo decide a emigrar a la Argentina. Este libro narra la historia de un inmigrante exitoso que, sin embargo, nunca dejó de sentir nostalgia por su tierra.
Umbria
Acerca de Frondizi. El estadista acorralado (14), por Hugo Gambini, escribe Miguel Angel De Marco: "Hijo de inmigrantes italianos, nacido en Paso de los Libres, Corrientes, el 28 de octubre de 1908, Frondizi se graduó de abogado con diploma de honor y se inició precozmente en la política en calidad de afiliado y dirigente de la Unión Cívica Radical. Más tarde, evidenciaría su preparación cultural y política, a través de una prosa pulcra y ajustada y de una oratoria parlamentaria precisa y contundente. Esto, sobre todo, como diputado opositor al gobierno peronista y candidato a vicepresidente de la Nación, en 1952, de la fórmula encabezada por Ricardo Balbín" (15).
Veneto
El amor judío de Mussolini Margherita Sarfatti. Del fascismo al exilio (16) se titula la obra de Daniel Gutman acerca de la que se afirmó: "En noviembre de 1938, cuando Benito Mussolini lanzó una campaña antisemita inspirada por sus aliados nazis, miles de judíos fueron marginados de la sociedad italiana. Entre quienes partieron entonces al exilio había una mujer culta y refinada, crítica de arte, que había sido amante del Duce durante cerca de veinte años, además de su biógrafa. A Margherita Sarfatti, hija de una rica familia judía de Venecia, muchos la habían considerado la mujer más poderosa de la Italia fascista. Mussolini, sin embargo, no hizo nada para protegerla" (17).
Notas
1. S/F: "Las cartas de amor de Severino Di Giovanni", en Clarín, Buenos Aires, 27 de julio de 1999.
2. Tcherkaski, José: PIERO. Un canto de vida, amor y libertad. Buenos Aires, Editorial Galerna, 1983. 223 páginas.
3. DISCEPOLIN. Poeta del hombre que está solo y espera, por Horacio Ferrer y Luis Adolfo Sierra. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2004. 184 páginas.
4. contratapa.
5. Entraigas, Raúl Agustín; "Polidoro Segers, el primer médico de Tierra del Fuego", en Museo del Fin del Mundo. Biblioteca Virtual, www.TierradelFuego.org.ar
6. Chumbita, Hugo: Ultima frontera. Vairoleto: Vida y leyenda de un bandolero. Buenos Aires, Planeta, 1999.
Rubiano, Néstor: Mas Alla de la Frontera … Vairoleto. Buenos Aires, Corregidor, 2003. http://www.criticadelibros.org/9500515628.
7. S/F: Cuadernos Patagónicos – 2 El padre De Agostini y la Patagonia, en www.tecpetrol.com
8. Sopeña, Germán: Monseñor Patagonia. Vida y viajes de Alberto De Agostini el sacerdote salesiano y explorador. Editorial Tusquets, 2004, 132 páginas.
9. S/F: en Sopeña, Germán: Monseñor Patagonia. Vida y viajes de Alberto De Agostini el sacerdote salesiano y explorador. Editorial Tusquets, 2004, 132 páginas.
10. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. 100 años de historias. Buenos Aires, Vinciguerra, 1997.
11. Javier Villafañe / Antología Obra y recopilaciones. Biografía y selección literaria de Pablo Medina. Ilustraciones y guardas de Nicolás Rubió. Buenos Aires, Editorial Sudamericana. (Primera Sudamericana).
12. Delaney, Juan José: Marco Denevi y la sacra ceremonia de la escritura: una biografía literaria. Buenos Aires, Corregidor, 2005. 244 pp.
13. Bianchi, Alcides J.: Valentín el inmigrante. Santiago de Chile, Edición del autor, 1987.
14. Gambini, Hugo: Frondizi. El estadista acorralado. Vergara-Grupo Zeta. 448 páginas.
15. De Marco, Miguel Angel: "Amena y valiosa biografía", en La Nación, 5 de noviembre de 2006.
16. Gutman, Daniel: El amor judío de Mussolini. Buenos Aires, Editorial Lumiere, 2006. 208 pp.
17. S/F: "Primer capítulo", en www.clarin.com.ar, 10 de marzo de 2006.
Polacos
La historia que nunca les conté – El Libro de Gisela (Polonia 1943-1944), fue escrito por Mariano Fiszman y Roberto Raschella. "El protagonista de este relato –afirma Rubén Chababo- es Gisela Gleis, una joven judía de nacionalidad polaca, habitante de Stanislawow, un pequeño poblado, quien durante los años de la ocupación alemana se refugia junto a una treintena de personas de su pueblo natal en un sótano. Durante casi dos años, esperando el fin de la guerra y el cese de la ocupación, este grupo resiste la más absoluta de las adversidades. La posibilidad de ese refugio les es brindada por un hombre, vecino del lugar, de religión católica, llamado Staszek, quien ante la evidencia de la deportación y el asesinato masivo de miles de judíos llevada adelante por la Gestapo, decide arriesgar su vida para que ese puñado de perseguidos se salve de una muerte segura. Una vez terminada la guerra Gisela Gleis emigra a la Argentina junto a su marido Max, también habitante del sótano, y es en nuestro país donde viven y mueren ya ancianos, él en 1990 y ella en 2001. Los escritores Roberto Raschella y Mariano Fiszman fueron tras la voz de Gisela y durante tres años la entrevistaron en su casa del barrio de Flores, tratando de obtener la mayor información posible para que esta historia no fuera olvidada" (1).
SOBREVIVIR DOS VECES De Auschwitz a Madre de Plaza de Mayo (2), por Eva Eisenstaedt, "es el testimonio de una experiencia casi única entre los judíos del siglo XX: Sara Rus es sobreviviente de Auschwitz y madre de un detenido desaparecido durante los años trágicos de 1976-1983. De origen polaco, Sara tiene doce años cuando la invasión nazi a Polonia y se ve obligada a vivir en condiciones infrahumanas en el gueto de Lodz. Es deportada en julio de 1944 al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y liberada en Mauthausen el 5 de mayo de 1945 -fecha enigmática para ella. Luego de innumerables vicisitudes llega a la Argentina en 1948, junto a su esposo constituye una hermosa familia cuyo único deseo es el de construir una vida más digna. La dictadura militar Argentina y su terrorisimo de estado truncan abruptamente ese deseo: Daniel, su primer hijo, físico becario, "desaparece" en 1977 poco antes de cumplir 27 años de su lugar de trabajo. La intensa personalidad de Sara le permitió 'sobrevivir dos veces' " (3).
Notas
1. Chababo, Rubén: "La dimensión única del milagro de una vida", en La Capital, Rosario, 14 de agosto de 2005.
2. SOBREVIVIR DOS VECES De Auschwitz a Madre de Plaza de Mayo, por Eva Eisenstaedt. Buenos Aires, Editorial Milá, 2007.
3. http://www.delacole.com/cgi-bin/shop/verarticulo.cgi?cod=LITES01409
Portugueses
Rubén Benítez es el autor de Los dones del tiempo (1), biografía de la asturiana Cecilia Caramallo. En esa obra se refiere a los inmigrantes en Bahía Blanca, sus expectativas cumplidas y fallidas, sus recuerdos, sus abnegaciones. Entre esos inmigrantes, hay portugueses.
América aparece –al igual que en todas las novelas de inmigración- como el destino soñado, que desconcierta a los extranjeros con su forma de entender la vida y las distancias. Para un portugués, para una asturiana, las tierras son enormes, la cantidad de ganado es tal que debe dormir a la intemperie. Son realidades difíciles de aceptar para quienes vienen acostumbrados a lo exiguo, a lo mínimo.
En Bahía Blanca, en Pelicurá, se desarrolla la acción y esta circunstancia la vuelve de especial interés para quienes habitan la ciudad y para quienes, desde cualquier parte del mundo, quieran saber sobre la forma de vida de los inmigrantes en ese punto de la Argentina. Aporta datos sobre la vida de portugueses, asturianos, escoceses e ingleses en la provincia de Buenos Aires, a partir de fines del siglo pasado y hasta nuestros días, en que la anciana transita con su coche causando espanto a los transeúntes y a los otros automovilistas.
En "José Balbino, el portugués" (2), Maria Elena Massa de Larregle relata la historia de este inmigrante. Su ensayo fue distinguido con el Segundo Premio en el Certamen "Recuerdos de Olavarría", en el que actuaron como Jurados los profesores María Teresa Sanseau de Marino, Marta Spaltro de Pantín y Roberto Forte.
Notas
1 Benítez, Rubén: Los dones del tiempo. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano.
2 Massa de Larregle, María Elena: "José Balbino, el portugués", en Revista N° 4, 2000, Dirección y coordinación: Aurora Alonso de Rocha. Archivo Histórico "Alberto y Fernando Valverde", Municipalidad de Olavarría, Secretaría de Gobierno.
Rumanos
En Soy Roca, biografía novelada escrita por Félix Luna, el protagonista se refiere a Julio Popper: "Cuando íbamos llegando a Ushuaia me llamaron la atención, en cierto punto de la costa, rebaños de ovejas y construcciones muy prolijas entre macizos de flores y espacios de césped; me dijeron que era la estancia de Thomas Bridges, el pastor anglicano que anteriormente había estado a cargo de la Misión en la isla; en 1886 renunció a su puesto y se vino a Buenos Aires a solicitar tierras allí. (…) Después visitamos los campamenteos de los indios yaganes y onas que trabajaban en el establecimiento. Al menos aquí no se los perseguía, como había hecho aquel aventurero rumano Julio Popper, que en tiempos de mi concuñado instaló un lavadero de oro en el norte de la isla, y como también lo hacían, según los rumores que había escuchado, algunos capataces de Menéndez" (1).
Arnaldo Canclini es el autor de Julio Popper, quijote del oro fueguino (2). "Julio Popper es un personaje muy especial en la historia argentina. Basta pensar que la mayor parte de su actuación fue en una pequeña zona muy apartada de los grandes centros, con una duración no mucho mayor que un lustro. Naturalmente, éstos no son motivos para disminuir su figura histórica. Toda la Patagonia, y en particular Tierra del Fuego, está poblada de personalidades peculiares: navegantes, exploradores, misioneros, pioneros del comercio y la industria, colonizadores. En esa constelación no suelen incluirse los buscadores de oro, ya que la gran mayoría ignora que la Argentina fue presa de la misma fiebre que muchos otros lugares del mundo. Sin embargo, ése fue uno de los factores que contribuyeron a la formación demográfica y económica de nuestros territorios australes. Y en esa suma de estrellas, la de Popper ocupa un lugar privilegiado. Arnoldo Canclini, uno de los autores que más ha trabajado el pasado fueguino, es miembro correspondiente por Tierra del Fuego de la Academia Nacional de la Historia. Su abundante producción de una veintena de libros sobre la zona ha sido declarada de interés provincial y, él mismo, es Ciudadano Destacado de Ushuaia. Entre sus obras se pueden mencionar «Los indios del Cabo de Hornos», «Así nació Ushuaia», «Los indios del último confín» y una serie de biografías fueguinas" (3).
Notas
1. Luna, Félix: Soy Roca. Buenos Aires, Sudamericana, 1991, pp. 322-3.
2. Canclini, Arnaldo: Julio Popper, quijote del oro fueguino. Buenos Aires, Emecé, 1993. 190 pps.
3. S/F: en www.ssl.adgrafix.com, 1999.
Rusos
Sobre la vida y la obra del artista ruso Stephan Erzia, escribió Ignacio Gutiérrez Zaldívar. En su libro Erzia, leemos: "En el mes de abril de 1927 Stephan Erzia, con 50 años de edad, llegó a la Argentina. El Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear, que lo conoció y admiró en París facilitó su entrada al país. Así lo expresó el artista en una carta dirigida al Ministro de Educación de Rusia, en mayo de ese mismo año: ‘Acá en Buenos Aires, me recibieron muy bien, tienen gran interés por el arte ruso. Quiero hacer acá una gran exposición que se abrirá a principios de junio. Los críticos de arte me ofrecieron un muy buen lugar para la exposición en forma gratuita y hasta el Presidente de la República aceptó estar en la inauguración. Nosotros llegamos primero a Montevideo, sin tener la visa para entrar en la Argentina, pero la prensa nos dio tanta atención que recibimos muchas invitaciones’ ".
"Erzia, pensaba quedarse aquí una corta temporada, pero finalmente se radicó por 23 años… Aquí descubrió, al poco tiempo de llegar, la madera que se convirtió en su material predilecto para sus esculturas: el quebracho, que venía desde el Chaco para ser utilizado como combustible de las cocinas y calderas porteñas; madera que por su dureza fue bautizada por los ingleses como ‘hulla roja’. Dijo el artista en una nota publicada en la revista ‘Aquí está’, en abril de 1938: ‘Adiviné al instante las posibilidades que ofrecía para la escultura. La variación de sus coloraciones, rojo, negro, blanco, dan a las figuras un encanto especial…’ ".
El afirmó, en otra oportunidad: ‘Pero yo soy buen ruso y buen argentino. Y quiero a este país que me ha dado su hospitalidad y me ha brindado el material más hermoso que pude obtener para mi trabajo’ " (1).
En Tío Borís: un héroe olvidado de la Guerra Civil Española, biografía de un descendiente de rusos nacido en la Argentina, Graciela Mochkofsky se refiere a sus antepasados José y Moisés Mochkofsky: "El primer Mochkofsky que llegó a la Argentina, José, un judío ruso nacido en Ekaterinovka (así lo certifica su partida de defunción; nadie recuerda ya si el dato es correcto), era mecánico. Uno de los últimos inventos de su vejez fue una aguja de coser que se enhebraba fácilmente. Moisés, hijo de José, nacido, según sus papeles, en Slenin, provincia de Grodne, Rusia, aprendió ebanistería en el colegio de carpintería de la Casa Real de Inglaterra, donde vivió en los primeros años del siglo XX, antes de emigrar a la Argentina con sus padres. Montó su carpintería en los fondos de su casa de la calle Santa Rosa 465, en el centro de Córdoba. (…) Renunció al ruso y al idish; hablaba castellano como un cordobés de nacimiento. Con la lengua, también renunció al judaísmo" (2).
"Tío Borís cuenta el extraordinario rescate de un personaje perdido en el tiempo. Enterada de la existencia de un tío abuelo, cuyo recuerdo había permanecido oculto en su familia por décadas, la narradora emprende su búsqueda a través de memorias que se borran, documentos que se desvanecen, y una cultura del secreto que permanece viva casi un siglo después. El libro indaga en un conflicto central de la era moderna: las dimensiones perdidas de la política y la guerra, pero también en las historias que nos circundan cotidianamente. Una mirada aguda, irónica, tierna sobre el valor de la memoria y el olvido, y un vibrante alegato sobre la naturaleza, trágica y conmovedora, del heroísmo" (3).
En El camarada Carlos, Alicia Dujovne Ortiz cuenta la historia de su padre, hijo de rusos afincados en Entre Ríos (4).
Notas
1. Gutiérrez Zaldívar, Ignacio: Erzia. Buenos Aires, Zurbarán Editores, 2003.
2. Mochkofsky, Graciela: Tío Borís: un héroe olvidado de la Guerra Civil Española. Buenos Aires, Sudamericana, 2006. 272 pp.
3. en www.editorialsudamericana.com.ar
4. Dujovne Ortiz, Alicia: El camarada Carlos. Aguilar Taurus Alfaguara, 2007. 416 páginas.
Turcos
En Mis dos abuelas. 100 años de historias, Nora Ayala relata que su abuela criolla, que vivía en Misiones, tenía prejuicios contra los extranjeros. "Nosotros no vinimos a matarnos el hambre como los gringos –decía-, estuvimos siempre acá". La venta de la casa del Tata proporciona otra evidencia de su actitud; la vivienda "fue comprada por una familia turca, aunque Gerónima hubiera preferido que no cayera en manos extranjeras, pero ellos fueron los que pagaron y no había nada que hacer". Se rumoreaba que los compradores habían encontrado allí un cofre con monedas de oro; escuchemos a la criolla: "Teniendo en cuenta que los turcos que habían llegado al país poco tiempo antes, si bien eran gente trabajadora y honesta (a pesar de ser extranjeros) no podían tener dinero como para hacer semejante inversión, el rumor tenía visos de realidad" (1).
"El criollaje vio invadido su escenario. Esa gringada, que se pensó iría a poblar el desierto, se concentró en la urbe y cubrió todos los puestos de trabajo. Hasta los policías eran extranjeros" (2).
Hugo Chumbita relata que Elías Farache, un policía turco, hostigaba al gringo Vairoleto, hijo de piamonteses. "Entre los milicos abundaban estos turcos, que en realidad eran árabes, o hijos de, famosos por lo bravos"(3).
Notas
1. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. 100 años de historias. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996.
2. Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: op. cit.
3. Chumbita, Hugo: Ultima frontera. Vairoleto: Vida y leyenda de un bandolero. Buenos Aires, Planeta, 1999.
Ucranios
Graciela Mochkofsky es la autora de Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999) (1).
El periodista, "creador de las revistas Primera Plana y Confirmado y del diario La Opinión, torturado por la última dictadura, aspiraba a entrar en la historia como un héroe del periodismo y de los derechos humanos. Este es, por eso, el libro que no quería que se escribiera. Revela sus conexiones con el poder militar; su participación en el derrocamiento de un presidente; su adhesión original a las dictaduras de Onganía y Videla, su ambición por ser un factor decisivo en la estructura de poder. Pero también da cuenta de su increíble talento; de su papel en la renovacion del periodismo nacional; de la envidia que despertó en sus colegas, así como de la inspiración que significó para más de una generación".
"Mochkofsky dedicó más de cinco años a esta investigación. Realizó centenares de entrevistas en la Argentina, los Estados Unidos, España e Israel y consultó cientos de documentos reservados del Departamento de Estado norteamericano, de la CIA y el FBI. El resultado no es tan sólo el relato de una vida, que de por sí ameritaba biografiarse, sino la primera tentativa de presentar una auténtica historia de la prensa argentina contemporánea y de sus vínculos con el poder" (2).
Notas
1 Mochkofsky, Graciela: Timerman. El periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999). Buenos Aires, Sudamericana, 2003. 552 pp. (Biografías y testimonios)
2 S/F: información de prensa.
Varios
Nora Ayala relata que su abuela criolla, que vivía en Misiones, tenía prejuicios contra los extranjeros. "Nosotros no vinimos a matarnos el hambre como los gringos –decía-, estuvimos siempre acá" (1).
Notas
1. Ayala, Nora: Mis dos abuelas. 100 años de historias. Buenos Aires, Vinciguerra, 1997.
….
Las biografías son testimonios de los que nos valemos cuando queremos conocer la historia de la inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos la evocación de vidas llenas de coraje y nostalgia.
Apéndice
INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA HASTA 1810
María Esther Vázquez se refiere, en Victoria Ocampo (1), al remoto origen gallego de la directora de Sur: "Legendariamente, se supone que los Ocampo descienden de un paje de Isabel la Católica, nacido en Galicia, que fue uno de los primeros habitantes de la isla de Santo Domingo. En realidad, don Manuel José de Ocampo, tatarabuelo de Victoria, llegó del Perú en los últimos años del siglo XVIII".
Ignacio M. Costa es el autor de Monseñor Leopoldo Buteler. Primer Obispo de la Diócesis de la Villa de la Concepción de Río Cuarto (2).
Notas
1. Vázquez, María Esther: Victoria Ocampo. Buenos Aires, Planeta, 1991. 239 páginas.(Colección Mujeres Argentinas, dirigida por Félix Luna). Foto de tapa: Man Ray, 1930. Investigación y edición fotográfica: Marisel Flores, Graciela García Romero Felicitas Luna. Reproducciones: Filiberto Mugnani.
2. Costa, Ignacio M.: Monseñor Leopoldo Buteler. Primer Obispo de la Diócesis de la Villa de la Concepción de Río Cuarto. Río Cuarto, Fundación ICALA Intercambio Cultural Alemán-Latinoamericano, 2004.
Memorias y autobiografías
1. Introducción
2. Daneses
3. Escoceses
4. Españoles
5. Estadounidenses
6. Franceses
7. Galeses
8. Holandeses
9. Ingleses
10. Irlandeses
11. Italianos
12. Polacos
13. Portugueses
14. Rusos
15. Suizos
16. Turcos
17. Ucranios
18. Varios
Introducción
"Las historias de las literaturas de las diferentes lenguas acumulan una cantidad nada despreciable de libros de memorias; como si cada intelectual más o menos ilustre hubiera querido dejar testimonio de sí mismo y de su época", afirma María Esther Vázquez. Y agrega "gracias a esa literatura se va haciendo la historia" .
A criterio de la periodista, "Nadie definió mejor el libro de memorias que Conrado Nalé Roxlo: ‘Todo libro de memorias es un espejo de Narciso, de un Narciso ya envejecido. Y todos los hombres, aún aquellos defendidos por el humorismo, llegan a ser con el tiempo su propio padre, y con más tiempo, su propio abuelo; y es con ojos húmedos de tierno amor que atenúan los siempre un poco duros rayos de la crítica, como ven al niño lejano que fueron, al adolescente añorado y al joven que aún creen ser" (1).
Entrevistada por María Esther Vázquez, la historiadora María Sáenz Quesada afirmó: "Los libros de memorias me encantan porque por ellos es posible entrar en el pasado y reconstruirlo. Nada más difícil que reconstruir el clima de una época. En la Argentina existen pocos libros de memorias" (2).
De la experiencia de la inmigración surgieron muchos libros. Algunos autores eligieron la ficción para expresarse; otros, en cambio, prefirieron las memorias y las autobiografías.
¿Cuál es la diferencia entre memoria y autobiografía? A criterio de Ricardo Clark, "no tienen estos términos un límite preciso y se supone que la diferencia podría estar en la calidad del relato. Así ‘memorias’ serian el recuerdo de un momento en particular en la vida del personaje y autobiografía un trabajo mas profundo, donde supuestamente ‘se cuenta todo’ " (3).
En este trabajo me refiero a algunas de las obras que dan a conocer aspectos de la inmigración en la Argentina, entre 1810 y 1960.
Daneses
En 1844, llegó a la Argentina el danés Juan Fugl, pionero que se estableció en Tandil cuando los indios habitaban la región. En sus Memorias, "relató que después del sitio indígena de Tandil en el mes de noviembre de 1855, ‘Al fin de cuentas, los soldados que llegaron no habían resultado mucho mejor que los salvajes, pues en las casas abandonadas que encontraron, robaron todo lo que pudieron y les fuera útil’ ".
Acerca del juez de paz, manifiesta en esos escritos: "En el fondo de su alma sentía odio a los extranjeros y al creciente agro en la zona de Tandil, tanto porque él, familiares y amigos tenían tierras y grandes estancias lindantes, y se sentían molestos por las leyes que los obligaban a pagar los daños causados por animales en las tierras sembradas, y ahora protegidas. También porque repartía tierras entre criollos o nativos, en general muy simples y sin ningún ánimo de mejorar, no a extranjeros que aunque vivían pobres, con su trabajo y amistoso relacionamiento, pronto formaban un capital y vivían holgadamente" (1).
El dinamarqués Andreas Madsen es el autor de La Patagonia vieja. María Sonia Cristoff señala que "Para Andreas Madsen, como para W. H. Hudson, la combinación de aves y postración derivó en escritura sobre el territorio patagónico: mientras el segundo asegura que no hubiese escrito sus Días de ocio en la Patagonia si el tiro que recibió en una rodilla no le hubiera impedido continuar el estudio de los hábitos migratorios por el cual había ido hasta Río Negro, Madsen dice que se le ocurrió por primera vez la idea de escribir sus relatos cuando a él –que había domado una cantidad considerable de caballos salvajes y matado a otra cantidad de pumas- la persecución malograda de una gallina que se resistía a entrar al gallinero lo dejó todo un invierno inmovilizado en una cama. Hasta ahí las coincidencias. Luego, sus obras se diferencian claramente: lo que para Hudson fue parte de un proyecto literario, para Madsen fue una manera de dejar testimonio de sus años como pionero en la Patagonia, más específicamente en la región de Lago Viedma".
"Dentro de su producción figuran tres volúmenes de poemas, un libro sobre la caza de pumas, el proyecto de otro sobre la capacidad de razonar de los animales y la que es su obra emblemática, La Patagonia vieja, editada por primera vez en 1948 por El Ateneo y reeditada en 1998 por Zagier y Urruty. Esta misma editorial, que desde el último enero agregó a su catálogo esta colección de textos inéditos en castellano sobre la Patagonia, publica ahora Relatos nuevos de la Patagonia vieja, una recopilación hecha por Martín Alejandro Adair de las cartas privadas y de los artículos que Madsen publicó en distintos medios".
"Madsen llegó a la Argentina como marinero buscavidas y a la Patagonia como parte de la Comisión de Límites que lideraba Francisco Moreno. Fue después el primero en asentarse en la zona del Lago Viedma y uno de los pocos pequeños propietarios que resistieron a las ofertas tentadoras –seguidas de estrategias amenazantes- de las grandes compañías que empezaron a adquirir enormes extensiones estratégicas de la Patagonia a partir de la primera mitad del siglo XX. Fue también uno de los propietarios de tierras que, durante los levantamientos obreros de 1921, logró acuerdos de no agresión mutua con los huelguistas, basados fundamentalmente en el conocimiento y en el respeto previo que se tenían. Volvió a Dinamarca únicamente para buscar a la novia de la infancia y defendió su decisión de radicarse en la Patagonia a pesar de las oportunidades que le ofrecían en otros lugares, con una epifanía de tinte darwiniano: ‘los desiertos campos patagónicos me llamaban con voz irresistible. La Patagonia, con sus tormentas de arena sobre las pampa desiertas en verano, y con el frío y la nieve en invierno, donde pasé tres inviernos con el mínimo de alimentación… y seis meses sin ver persona alguna, completamente solo entre los Andes. La mayoría dirá que no es gran cosa para extrañar; pero así es la naturaleza humana. A mí esa soledad me llamaba’ ".
"Todo eso está en Relatos nuevos de la Patagonia vieja, libro que puede leerse como el relato paradigmático del pionero –allí están las remembranzas de un pasado duro, la consignación de los esfuerzos por adaptarse, del apego al territorio que los recibe y de su contribución a él- e incluso como una postulación de que el pionero es el eslabón que la Patagonia necesitaba para dejar de ser la tierra maldita que habían asentado los relatos de los primeros exploradores y convertirse en una tierra de paz. Los relatos de Madsen tienen, entonces, una hipótesis, y también gracia narrativa: dos méritos ausentes en muchas otras memorias" (2).
Notas
1. Fugl, Juan: Memorias, citado por Lynch, John: Masacre en las pampas. La matanza de inmigrantes en Tandil, 1872. Buenos Aires, Emecé, 2001.
2. Cristoff, María Sonia: "Los surcos de un pionero", en La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de 2003.
Escoceses
Cuando niña, María Rosa Oliver escuchaba a las institutrices inmigrantes. A criterio de María Rosa Lojo, muestra susceptibilidad "ante otros personajes que se consideraban superiores –étnica y culturalmente- a los argentinos, aunque se encontraran muy por debajo de ellos en la escala de la sociedad. No perdía una palabra de las charlas que mantenía Lizzie, su niñera escocesa, con sus colegas british que servían en casas de las afueras, a las que iban de visita y donde tomaban el té de las cinco con scons calientes y sándwiches de berro. Nunca faltaban, en aquellas sesiones, las críticas a los, y sobre todo las natives: mujeres descuidadas y haraganas, que malcriaban a sus hijos y no se tomaban el trabajo de aprender a preparar un buen té a la inglesa" (2).
Notas
1. Lojo, María Rosa: "Cuando la plenitud nace de la carencia", en La Nación, Buenos Aires, 31 de agosto de 2003.
Españoles
Andaluces
José María Torres, nacido en Málaga en 1823, falleció en Entre Ríos en 1895. En Juvenilia, Miguel Cané lo evoca con gratitud: "En cuanto a mí, creo haber contribuido no poco a hacerle la vida amarga, y le pido humildemente perdón, porque sin su energía perseverante, no habría concluido mis estudios, y sabe Dios si el ser inútil que bajo mi nombre se agita en el mundo no hubiera sido algo peor" (1).
Asturianos
Niní Marshall, hija de asturianos, escribió sus memorias. Afirma Fernando Noy: "Previsora, para disipar dudas sobre sus procesiones por los laberintos de la memoria, ella nos legó, acicateada por su amigo y representante Lino Patalano, la invalorable Autobiografía donde emerge, con astucia de autora consumada y en una sesión de magia interminable, tan verosímil y viva como siempre, quizás de un modo inconciente desdiciendo aquella frase-consigna en uno de sus libretos radiales: ‘Déjenos contarle algo, déale. Si no va a parecer una mujer demasiado misteriosa, de esas que salen al cine y después les agarra la mamesia al cerebro’. Y si era necesaria mucha ‘propicacia’ para hacerlo, sospecho que sólo quiso recompensarnos con estas páginas a modo de despedida" (2).
Cántabros
Al igual que muchos de nuestros escritores, Baldomero Fernández Moreno evocó sus años de infancia, una edad escindida, en su caso particular, entre dos tierras, Argentina y España. En el prólogo a sus memorias, que llevan por título La patria desconocida, el escritor se refiere a la relación de las mismas con sus dos patrias, y deslinda la incidencia que España y la Argentina tienen en ellas: "Son páginas, pues, españolas por el recuerdo que las informa, argentinas por la mano que las trazó. Por eso este libro cobra un sentido vernáculo, americano. Y todo aquello en medio del suspirar por mi patria, por curiosidad, por exotismo, por poesía naciente, y, lo que es lo cierto, por indefinible amor hacia ella" (3).
En esa obra, recuerda a sus padres, llegados de la península y afincados en nuestro país, donde disfrutaron al principio de una holgada posición económica. Describe la transformación que se operó en su padre, y afirma que la misma fue completa: "de muchacho aldeano a rico y conspicuo miembro de una colectividad, fundador de clubes y protector de hospitales". Cuenta asimismo la emigración de sus abuelos maternos
Baldomero Fernández, próspero emigrante, regresa a España junto con los suyos, con intención de quedarse definitivamente. Poco habría de durar la estadía en la tierra natal. Siete años más tarde, los Fernández Moreno se encontraban de vuelta en Buenos Aires, confrontando la realidad con la fantasía forjada por el niño.
Gallegos
En Juvenilia, Miguel Cané se refiere a inmigrantes de ese origen: "Recuerdo una revolución que pretendimos hacer contra don José M. Torres, vicerrector entonces y de quien más adelante hablaré, porque le debo mucho. La encabezábamos un joven Adolfo Calle, de Mendoza, y yo. Al salir de la mesa lanzamos gritos sediciosos contra la mala comida y la tiranía da Torres (¡las escapadas habían concluido!) y otros motivos de queja análogos. Torres me hizo ordenar que me le presentara, y como el tribuno francés, a quien plagiaba inconscientemente, contesté que sólo cedería a la fuerza de las bayonetas. Un celador y dos robustos gallegos de la cocina se presentaron a prenderme, pero hubieron de retirarse con pérdida, porque mis compañeros, excitados, me cubrieron con sus cuerpos, haciendo descender sobre aquellos infelices una espesa nube de trompadas. El celador, que, como Jerjes, había presenciado el combate de lo alto de un banco, corrió a comunicar a Torres, plagiando el a su vez a Lafayette en su respuesta al conde de Artois, que aquello no era ni un motín vulgar, ni una sedición, sino pura y simplemente una revolución" (4).
En sus Memorias, Lucio V. Mansilla describe las condiciones en las que los gallegos realizaban el viaje hacia América: "De España, en general del Ferrol, de La Coruña, de Vigo sobre todo, sí llegaban muchos barcos de vela, rebosando de trabajadores, aprensados como sardinas (…) En cierto sentido eran como cargamento de esclavos" (5).
Luis Varela, octavo de catorce hijos, recuerda en De Galicia a Buenos Aires: "En aquella época las familias gallegas eran casi todas así de numerosas, y como nuestros padres sólo nos enseñaban a labrar las tierras y luego, de mayores, no alcanzaban las tierras para todos, era habitual mandar a algunos para el convento, otros para curas, uno se quedaba en la casa con los padres y los demás veníamos para América. Muchas veces yo le reproché a mi padre por tener tantos hijos, porque habiendo nacido en la casa de un gran labrador, nos dejó a todos en la ruina. Y él me contestaba que si tuviera tres o cuatro, yo no hubiera nacido y la mejor riqueza sería no tener que luchar con un truhán como yo" (6).
Gladys Onega escribió Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa (7). Su historia se inicia en Acebal, provincia de Santa Fe, donde nace en 1930, y continúa en Rosario, ciudad a la que se mudan en 1939. Sus primeros años transcurren en el seno de una familia integrada por un gallego esforzado y ahorrativo, una criolla y tres hijos. Junto a ellos encontramos la familia de la casa da pena –los gallegos que quedaron en su tierra-, los parientes gallegos que emigraron y los parientes criollos de la madre, y los inmigrantes –en su mayoría italianos- que viven en el pueblo.
En "Mínima autobiografía de la exiliada hija", María Rosa Lojo se refiere a su vida como hija de un gallego y una madrileña exiliados en la Argentina. Sobre su padre, exiliado gallego, escribe: "Dejaba negocios equivocados y proyectos irrealizables. Dejaba también (aunque de eso me enteré después de su muerte: era un hombre pudoroso) una cierta reputación juvenil de ‘mala cabeza’, y de playboy coruñés, que fascinaba a las muchachitas y escandalizaba a sus madres. Dejaba una España que para sus ojos había retrocedido siglos en el tiempo, donde no cabía la dimensión de su deseo. El futuro estaba afuera. Había resuelto que en las nuevas tierras haría otra cosa, y sería, casi, otra persona" (8).
Mito Sela evoca, en Babilonia chica, a un inmigrante pintoresco: "Creo que su nombre era Fermín o Félix o Fernández. O algo parecido. No queda ya nadie que pueda proporcionarme la información. Era gallego, viudo, con una hija fea y petisa como el padre, cuya función principal era servirle mate mientras él cortaba el pelo a un cliente. Recuerdo al peluquero no sólo porque era muy feo y su cara arrugada que daba miedo, sino por el hedor del cigarro que siempre, siempre estaba en su boca y las bocanadas de humo que despedía y yo recibía en plena cara. Mis recuerdos, la verdad sea dicha, se basan más en el olfato que en la persona" (9).
Vascos
Miguel Cané relata que los estudiantes encontraban diversas distracciones en la quinta de Colegiales; una de ellas, vinculada a unos inmigrantes. "En la Chacarita estudiábamos poco, como era natural; podíamos leer novelas libremente, dormir la siesta, salir en busca de camuatís y sobre todo, organizar con una estrategia científica, las expediciones contra los ‘vascos’ ". (…) Los ‘vascos’ eran nuestros vecinos hacia el norte, precisamente en la dirección en que los dominios colegiales eran más limitados. Separaba las jurisdicciones respectivas un ancho foso, siempre lleno de agua, y de bordes cubiertos de una espesa planta baja y bravía. Pasada la zanja, se extendía un alfalfar de una media cuadra de ancho, pintorescamente manchado por dos o tres pequeñas parvas de pasto seco. Más allá (…) en pasmosa abundancia, crecían las sandías, robustas, enormes, (…) allí doraba el sol esos melones de origen exótico (…) No tenían rivales en la comarca, y es de esperar que nuestra autoridad sea reconocida en esa materia. Las excursiones a otras chacras nos habían siempre producido desengaños, la nostalgia de la fruta de los ’vascos nos perseguía a todo momento, y jamás vibró en oído humano en sentido menos figurado, el famoso verso de Garcilaso de la Vega" (10).
Carlos Ibarguren describe, en La historia que he vivido, el Buenos Aires de su infancia, en la década de 1880. En ese entonces, "en los barrios residenciales veíanse de mañana a los lecheros, casi todos vascos, que llevaban en los costados de su cabalgadura sus clásicos tarros de latón, o a los que arriando algunas vacas con sus mamones, al son tintineante de un cencerro, ofrecían leche recién ordeñada" (11).
En El merodeador enmascarado, Carlos Gorostiza "nos habla de su infancia en el barrio de Palermo, junto a sus padres vascos y un hermano mayor. No eran ricos pero disfrutaban de una situación que les permitió en 1926 realizar un viaje por la tierra de los ancestros" (12).
En Anécdotas y vivencias de mi buena y larga vida, relata Norberto Brodsky: "En 1934, mi padre es avisado por su amigo el Jefe de Policía Don Martín Zabalzagaray, que un simpatizante del nazismo estaba preparando en el campo con vino y asado una horda de gauchos alzados para un asalto en Villaguay, donde atacarían a los judíos. Don Martín le informa que con sus ocho milicos no podría hacer nada para detener a una manga de mamaos llevados por la nariz. Le insiste que viaje de inmediato a Paraná y recomendado por él al jefe del regimiento, traiga un destacamento del ejército para frenar ese desastre. Ya habían pintado cruces svásticas en las casas judías. (…) Papá regresó a Villaguay con el regimiento y ya se había corrido la voz de esta llegada, por lo que el petit pogrom felizmente abortó ()".
Sin mención de origen
En sus memorias, escribe Adolfo Bioy Casares:
"Joaquín, el portero de casa, era un español acriollado, un muchacho de Buenos Aires. Se peinaba para atrás, con gomina, tenía buenas camisas, le gustaban las mujeres. Una mañana, cuando yo miraba la vidriera de una juguetería, Joaquín me dijo:
– Ya sos un hombre. No te interesan los juguetes. Te interesan las mujeres.
Para presentármelas, me llevó a la sección vermouth, a las seis y media de la tarde, de un teatro de revistas. Probablemente influido por la vidriera anterior, recuerdo ese primer escenario, con las bataclanas alineadas, como una vidriera deslumbrante. Fuimos a teatros de revistas casi todas las tardes. Mi madre se enteró. Dejó ver su disgusto, pero nos perdonó, sin por eso dejar de reprocharnos el ocultamiento" ().
Raúl G. Fernández Otero escribió Ausencias, presencias y sueños (13), autobiografía en la que evoca su infancia en un barrio porteño, allá por el 30. El rememorar sucesos de su vida personal lo obliga a describir la época en que transcurren y el modo de vida de esos tiempos que -en la pluma de Fernández Otero- parece mucho más humano que el agitado vivir del presente. Los padres y el hermano españoles, los vecinos, los carnavales, las anécdotas que pueblan toda historia a lo largo de una dilatada existencia, son la materia de la primera parte del libro.
Notas
1. Cane, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
2. Noy, Fernando: "A los ‘pieses’ de la Marshall", en Clarín, Buenos Aires, 24 de mayo de 2003.
3. Fernández Moreno, Baldomero: La patria desconocida.
4. Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
5. Mansilla, Lucio V.: Mis memorias
6. Varela, Luis: De Galicia a Buenos Aires –Así es el cuento-. Buenos Aires, el autor, 1996.
7. Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires, Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).
8. Onega; Gladys: Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grijalbo Mondadori, 1999.
9. Lojo, María Rosa: "Mínima autobiografía de una ‘exiliada hija’ ", en Sitio Al Margen Revista Digital. Noviembre de 2002.
10. Cané, Miguel: Juvenilia. Capítulo. Buenos Aires, CEAL, 1980.
11. Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos Aires, Dictio, 1977.
12. Requeni, Antonio: "El teatro, la escritura, lo vivido", en La Nación, Buenos Aires, 5 de diciembre de 2004.
13. Bioy Casares, Adolfo: Memorias. Buenos Aires, Tusquets Editores, 1994.
14. Fernández Otero, Raúl G.: Ausencias, presencias y sueños. Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 2000.
Estadounidenses
Guillermo Enrique Hudson escribió Allá lejos y hace tiempo, obra en la que expresa "No tuve nunca la intención de hacer una autobiografía. Desde que empecé a escribir, en mi madurez, he relatado de tiempo en tiempo algunos incidentes de la infancia, contenidos en varios capítulos de El naturalista del Plata, de Pájaros y hombres, de Aventuras entre los pájaros y de otras obras, así como también en artículos de revistas. Tal material lo habría conservado si me hubiese propuesto hacer un libro como éste. Cuando, en los últimos años, mis amigos me preguntaban por qué no escribía la historia de mi niñez en las pampas, les respondía siempre que ya había relatado, en los libros antes mencionados, todo lo que valía la pena de contarse. Y realmente así lo creía, pues, cuando una persona trata de recordar enteramente su infancia, se encuentra con que no le es posible. Le pasa como a quien, colocado en una altura para observar el panorama que le rodea, en un día de espesas nubes y sombras, divisa a la distancia, aquí o allá, alguna figura que surge en el paisaje-colina, bosque, torre o cúspide acariciada y reconocible, merced a un transitorio rayo de sol, mientras lo demás queda en la obscuridad" (1).
Jennie E. Howard nació en Boston, Estados Unidos, en 1844 y falleció en Buenos Aires en 1933. "Llegó al país en 1883, junto con las maestras contratadas por Clara Armstrong para dirigir las Escuelas Normales de niñas a pedido de Julio A. Roca. Tras organizar la Escuela Normal de Niñas de Corrientes, realizó la misma tarea en la ciudad de Córdoba y en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, donde permaneció hasta 1903. En 1931, publicó un libro de memorias en inglés, que en 1951 fue vertido al castellano con el título de En otros años y climas distantes" (2).
Notas
1. Hudson, Guillermo Enrique: Allá lejos y hace tiempo. Edición Libre del Parque Ecológico Cultural Guillermo E. Hudson Febrero 2001 Corregida por: Prof. Pamela Salinas Editada por: Lic. Carlos Sawicki- Cap. (1- A –21**/22) Autorizada por la Municipalidad De la Ciudad de Quilmes. Derechos de autor cedidos al Parque E.C.G.E. Hudson Prof. R. A. Ravera Director. En www.fotoescape.com.ar.
2. Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.
Franceses
Amadeo Jacques nació en París en 1813 y falleció en Buenos Aires en 1865. "En Francia, estudió en el Liceo de Borbón y en la Escuela Normal de París; dictó clases en Amiens y Versalles y, a los 24 años, obtuvo el doctorado en Letras en La Sorbona. Poco después se graduó como Licenciado en Ciencias Naturales en la Universidad de París. Luego de ejercer la docencia en otras instituciones francesas, en 1852 se trasladó a Montevideo, Uruguay, y más tarde se estableció en Entre Ríos, donde se dedicó a la daguerrotipia y a la agrimensura. En 1858 fue nombrado director del Colegio de San Miguel de Tucumán, donde desarrolló una obra renovadora de los sistemas pedagógicos. En 1860 se dedicó al periodismo, publicando proyectos de reglamentos sobre instrucción pública en diarios de la provincia de Tucumán. Por ofrecimiento del vicepresidente de la República, Marcos Paz, fue director y, años más tarde, rector del Colegio Nacional de Buenos Aires. En esa función transformó la enseñanza, introduciendo las nuevas ideas cientificistas que provenían de Europa y planeó la educación primaria, secundaria y universitaria. Fue un renovador de la enseñanza en la Argentina" (1).
Miguel Cané nos ha dejado en Juvenilia (2) testimonio de su admiración por Jacques. A las figuras del grotesco enfermero italiano y los temibles quinteros vascos, contrapone la grandiosidad del profesor, símbolo de la inmigración anhelada por los hombres del 80.
Alfredo Cossón nació en París en 1820 y falleció en Buenos Aires en 1881 (3). Cané relata el recuerdo que un condiscípulo tiene de Cosson (4).
En esa época –afirma Carlos Ibarguren en La historia que he vivido- aparecían millonarios que pocos años antes habían llegado al país sin un centavo en el bolsillo o con muy poco capital. Era el caso de Carlos Casado del Alisal, español; de Pedro Luro, vasco francés; de Ramón Santamarina, vasco español; de Eduardo Casey, irlandés, propietarios todos ellos de enormes extensiones de campo; o de Nicolás Mihanovich, dálmata, que empezó como botero y ya era dueño de varias empresas de transporte fluvial, algunas con sede en Londres; o de Antonio De Voto, italiano, fundador de un barrio en Buenos Aires, al igual que Rafael Calzada, español, o de Francisco Soldati, italiano y muchísimos más cuyos apellidos hoy figuran en los rangos de la más alta sociedad" (5).
"El 24 de septiembre de 1940, en ocasión de cumplir los ochenta años, el Sr. Bernardo Lalanne hacía conocer sus memorias de primitivo poblador de nuestra zona (6).
En su autobiografía, titulada Con pasión. Recuerdos de un coleccionista (7), afirma Jorge Helft: "No tengo la pretensión de contar, siquiera mínimamente, la Segunda Guerra Mundial. De alguna manera todo parece haber sido dicho. Pero una pregunta suele venirme una y otra vez a la cabeza. ¿Qué fue la guerra, en verdad, para los niños, al menos para los niños como Bichou y yo, hijos de dos padres que habían conseguido escapar al infierno de Europa y se desvivían por ahorrarnos, tanto como pudieran, su sufrimiento y angustia? ¿De qué modo flotaba, silenciosa, por así decirlo, en las entrelíneas de nuestras vidas? ¿De qué modo, igualmente callado y misterioso, perdura en la memoria, y nos influye hoy, que somos todos viejos? ¿Y pasó esa memoria de nosotros los niños, a nuestros hijos y nietos?" (8).
Notas
1 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
2 Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
3 Varios autores: Enciclopedia Visual de la Argentina. Buenos Aires, Clarín, 2002.
4 Cané, Miguel: op. cit.
5 Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos Aires, Biblioteca Dictio, 1977.
6 Lalanne, Bernardo: fragmento del texto publicado en "MEMORIAS Sección dedicada a los antiguos pobladores que dejaron escritos sus recuerdos", en Archivo Histórico Alberto y Fernando Valverde, Municipalidad de Olavarría, Secretaría de Gobierno, Año 1997, Revista N°3.
7 Helft, Jorge: Con pasión. Recuerdos de un coleccionista. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 2007.
8 Helft, Jorge: fragmento incluido en La Nación Revista, 22 de julio de 2007.
Galeses
Eluned Morgan nació en alta mar en 1869. "Hija de un colono galés, organizador del primer grupo que llegó a la Patagonia en 1865, se crió en el valle y fue enviada a Europa para completar sus estudios y dedicarse a la enseñanza en Chubut. Creó escuelas para niñas en Trelew y Gaiman. Posteriormente tuvo a su cargo el periódico Y Drafod, fundado por su padre y aún existente. Comenzó a mostrar sus aptitudes literarias en la composición de Eistedffod, piezas literarias de la tradición galesa, a partir de 1891. Publicó cuatro libros: Algas marinas, En tierra y mar, Los hijos del sol y Hacia los Andes, los tres primeros escritos en galés y el último en castellano, escrito originalmente en galés. Falleció en 1938" (1).
Escribe Ema Wolf, a partir de una investigación de Cristina Patriarca: "Una figura relevante de la comunidad fue Eluned Morgan. La hija menor de Lewis Jones llegó a cursar estudios en Londres y tuvo un lugar destacado en la vida cultural de los galeses en la Patagonia. Fue maestra y redactora del periódico I Dravod, ‘El Mentor’. Las fotos viejas muestran a una muchacha rolliza, de facciones apacibles, tocando el arpa en pose clásica. Muy anciana ya, de vuelta en su tierra natal, escribió sus memorias. Con una prosa entusiasta pintó su vida de adolescente en el Chubut y en particular un viaje que hizo desde la costa al Valle Encantado de la cordillera para llevar telas, azúcar, té, carne salada y herramientas a los setenta colonos que apenas un año antes se habían instalado allí" (2).
Notas
1. Sosa de Newton, Lily: Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1986.
2. Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.
Holandeses
"En mayo de 1889, el vapor Leerdam trajo a los primeros inmigrantes holandeses a la Argentina. En este barco llegó, a los 10 años, Diego Zijlstra, quien en su libro, Cual ovejas sin pastor, recuerda su llegada: ‘Desde el vapor hasta la costa tuvimos que navegar en lancha y carro unos diez kilómetros soplando un viento de invierno que nos penetraba hasta la médula de los huesos. Ya estábamos en la tercera semana de junio… Verano en el hemisferio Norte. Pero invierno aquí… Engarrotados de frío y medio hambrientos pisamos por fin tierra argentina. Desde Buenos Aires, y previo paso por el Hotel de Inmigrantes, un grupo llegó en tren hasta Tres Arroyos, mientras que otros se instalaron en Cascallares, en la llamada Colonia del Castillo" (1).
Notas
1. S/F: "Historia de pioneros", en Clarín, Buenos Aires, 2 de febrero de 2002.
Ingleses
En su Autobiografía, Jorge Luis Borges recuerda a su abuela inglesa: "Frances Haslam era una gran lectora. Cuando ya había pasado los ochenta, la gente le decía, para ser amable con ella, que ya no había escritores como Dickens y Thackeray. Mi abuela contestaba: ‘ Sin embargo, yo prefiero a Arnold Bennett, Galsworth y Wells’ " (1).
Notas
1. Borges, Jorge Luis: Autobiografía, citado en Hadis, Martín: LITERATOS Y EXCÉNTRICOS Los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges. Buenos Aires, Sudamericana, 2006.
Irlandeses
Maggie Pool es la autora de Where the devil lost his poncho (1) obra en la que evoca el medio siglo que transcurre a partir de su llegada a la Argentina, "no bien terminada la guerra, como modesta secretaria de un organismo británico, casi con lo puesto y con sólo doce libras esterlinas, que era la máxima cantidad de dinero que se permitía sacar de Inglaterra en aquel momento de crisis".
En la nueva tierra, Pool "queda deslumbrada por la riqueza que ve en Buenos Aires, por el tamaño de los bifes y los postres de un simple restaurant, donde se come lo que ninguna familia inglesa veía desde hacía años".
"Nada disminuye su amor por la segunda patria. Con los años se traslada a vivir a Bariloche y, por fin, al valle de El Bolsón. La Patagonia la atrapó y parece ser su punto de residencia definitiva en su larga vida iniciada –allá lejos y hace tiempo pero al revés que Hudson- en Irlanda y Escocia. ‘Aquí está el paraíso’, resume sobre el final. Lo transmite con la certidumbre de quien ha sabido ver mucho más allá de las vicisitudes de la vida cotidiana" (2).
Notas
1. Pool, Maggie: Where the devil lost his poncho. Edimburgo, The Pentland Press, 1997.
2. Sopeña, Germán: "Tierra lejana", en La Nación, Buenos Aires, 13 de julio de 1997.
Italianos
Friulanos
Juan Faccioli, pionero friulano, fue uno de los "integrantes de aquella primera migración que dejaron testimonios escritos": "Según Faccioli, al llegar al Hotel de Inmigrantes se enteraron de que estaban destinados al Territorio Nacional del Chaco, donde les darían tierras que estaban habitadas por aborígenes. Algunos huyeron del Hotel de Inmigrantes, pero luego de vagar sin conseguir trabajo ni comida volvieron y aceptaron llegar a Reconquista y, desde allí, a una colonia que se formaría al otro lado del arroyo El Rey" (1).
Ligurinos
María Esther Podestá es la autora de Desde ya y sin interrupciones, obra en la que destaca que, de los Podestá actores, el único que debe ser considerado argentino por derecho de suelo es su abuelo, Jerónimo Bartolomé. Los demás nacieron en Montevideo, adonde había marchado la pareja de inmigrantes ligurinos, atemorizada por el rumor de un degüello de gringos durante la época rosista: "La familia permaneció en Montevideo desde 1851 –dice la actriz-, allí nacieron mi tío-abuelo Pedro, Juan José (Pepe), Juan Vicente, Graciana, Antonio Domingo, y Cecilio Pablo, quien artísticamente suprimiría su primer nombre" (2).
Lombardos
Martina Gusberti es la autora de El laúd y la guerra (3), obra en la que evoca un viaje a Italia que realiza junto a su padre y su marido, en 1982. No era esa la primera vez que el inmigrante regresaba a su tierra; él dice: "¡Qué bello volver a Italia, visitar los lugares en los que luché durante la primera guerra mundial, recorrerlos paso a paso, ver cómo estará hoy…!".
La hija, nacida como él en esa tierra, se pregunta acerca de la motivación que impulsa con tanta fuerza al padre; se cuestiona "ese afán por volver al pasado, no sé si para fijarlo en el hoy o sólo para retroceder a él. Quizás, ganas de detener el tiempo que se le escurría entre las canas; o de no morir, sin mimetizarse definitivamente con el paisaje".
Trentino
En Mendoza, Alcides Bianchi y sus amigos jugaban a la pelota: "En el barrio teníamos dos ‘canchas’ para jugar a la pelota –recuerda-. Una estaba ubicada al fondo de la quinta de papá, sobre la calle Civit y la otra al lado de la carnicería de Don Molinuevo, a media cuadra de casa, sobre la Cmte. Torres. Teníamos fijada una hora para hacer los partidos en las tardes, cuando ya habíamos hecho los deberes de la escuela. Allí nos juntábamos los chicos del barrio, de distintas edades, formando los dos equipos y generalmente a los más pequeños nos tocaba ser arqueros" (4).
Sin mención de origen
En Juvenilia, Miguel Cané –cuyo nombre se recuerda vinculado con la Ley de Residencia- evoca al enfermero que trabajaba en el Colegio Nacional de Buenos Aires: "Era italiano y su aspecto hacía imposible un cálculo aproximativo de su edad. Podía tener treinta años, pero nada impedía elevar la cifra a veinte unidades más. Fue siempre para nosotros una grave cuestión decir si era gordo o flaco. (…) Empezaba su individuo por una mata de pelo formidable que nos traía a la idea la confusa y entremezclada vegetación de los bosques primitivos del Paraguay, de que habla Azara; veíamos su frente, estrecha y deprimida, en raras ocasiones y a largos intervalos, como suele entreverse el vago fondo del mar, cuando una ola violenta absorbe en un instante un enorme caudal de agua para levantarlo en espacio. Las cejas formaban un cuerpo unido y compacto con las pestañas ralas y gruesas como si hubieran sido afeitadas desde la infancia. La palabra mejilla era un ser de razón para el infeliz, que estoy seguro jamás conoció aquella sección de su cara, oculta bajo una barba, cuyo tupido, florescencia y frutos nos traía a la memoria un ombú frondoso".
"El cuerpo, como he dicho, era enjuto; pero un vientre enorme despertaba compasión hacia las débiles piernas por las que se hacía conducir sin piedad. El equilibrio se conservaba gracias a la previsión materna que lo había dotado de dos andenes de ferrocarril, a guisa de pies, cuyo envoltorio, a no dudarlo, consumía un cuero de baqueta entero. Un día, nos confió en un momento de abandono, que nunca encontraba alpargatas hechas y que las que obtenía, fabricadas a medida, excedían siempre los precios corrientes".
Recuerda el personal castellano del enfermero: "Debía haber servido en la legión italiana durante el sitio de Montevideo o haber vivido en comunidad con algún soldado de Garibaldi en aquellos tiempos, porque en la época en que fue portero, cuando le tocaba despertar a domicilio, por algún corte inesperado de la cuerda de la campana, entraba siempre en nuestros cuartos cantando a voz en cuello, con el aire de una diana militar, este verso (!) que tengo grabado en la memoria de una manera inseparable a su pronunciación especial: Levántasi, muchachi,/ que la cuatro sun/ e lo federali/ sun vení a Cordun. Perdió el gorjeo matinal a consecuencia de un reto del señor Torres que, haciéndole parar el pelo, le puso a una pulgada de la puerta de calle".
Sobre sus aptitudes para el trabajo, afirma: "Como prototipo de torpeza, nunca he encontrado un spécimen más completo que nuestro enfermero. Su escasa cantidad de sesos se petrificaba con la presencia del doctor, a quien había tomado un miedo feroz y de cuya conciencia médica hablaba pestes en sus ratos de confidencia" (5).
En sus Memorias, escribe Lucio V. Mansilla: "Este San Pío era italiano, casado, muy bonachón y cariñoso. Sus quesos de Goya, y particularmente sus chorizos, allí a la vista, tenían fama(…) No sabía leer ni escribir, ni hablaba italiano, ni español, ni genovés, ni dialecto itálico alguno, sino una media lengua suya propia; y a fuerza de oírse llamar San Pío por sobrenombre, llegó a olvidarse de su verdadero patronímico. (…) Una vez, teniendo que prestar declaración con motivo de un bochinche, le preguntó a la mujer: – Che, ¿cómo me llamo yo? – San Pío – No, le nombre de Italia – ¡Ah!, está en el baúl (quería decir en el pasaporte)" (6).
En conjunto
En sus Memorias, Lucio V. Mansilla escribe: "El italiano no había comenzado aún su éxodo de inmigrante" (8).
Notas
1 S/F: "Friulanos sobre el Paraná", en La Nación Revista, Buenos Aires, 29 de julio de 2001.
2 Podestá, María Esther: Desde ya y sin interrupciones. Buenos Aires, Corregidor, 1985.
3 Gusberti, Martina: El laúd y la guerra. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996.
4 Bianchi, Alcides J.: Aquellos tiempos… Buenos Aires, Marymar, 1989.
5 Cané, Miguel: Juvenilia. Buenos Aires, CEAL, 1980.
6 Mansilla, Lucio V.: Mis memorias, citado en www.oniescuelas.edu.ar.
7 Ibarguren, Carlos: La historia que he vivido. Buenos Aires, Biblioteca Dictio, 1977.
8 Mansilla, Lucio V.: Mis memorias
Polacos
El 21 de agosto de 1939, el escritor Witold Gombrowicz desembarcó en Buenos Aires; había sido invitado a la travesía inaugural del transatlántico Chorbry. El estallido de la segunda guerra mundial y la invasión de Polonia por las tropas alemanas lo obligaron a desterrarse; fue así como un corto viaje se transformó en un exilio de más de veinte años.
Durante esos años, Gombrowicz vivió la difícil experiencia de integrarse a un país nuevo, que suscitaba en él juicios personalísimos referidos a diversos aspectos de su cultura. El extranjero nos observaba y surgía la inevitable comparación con la tierra que había abandonado; de esa comparación, algunas veces salíamos beneficiados, otras no. Alrededor de 1960, Radio Europa Libre le encargó que ofreciera una serie de charlas destinadas a sus compatriotas; Peregrinaciones argentinas (1) recoge aquellas referidas a nuestro país y a su realidad política y económica, así como también a sus bellezas naturales.
A nuestro criterio, son tres los temas que pueden considerarse fundamentales en estas charlas. En primer lugar, la confrontación entre polacos y argentinos; algunos rasgos nuestros desconciertan al autor, ya que no logra entenderlos. Sobre la forma de encarar las dificultades, afirma: "Todas esas noticias me habrían aterrorizado de verdad si las hubiese leído en un periódico europeo, pero desde aquí todos esos sobresaltos toman un aire exótico, como si no se refiriesen a la Argentina, sino precisamente a Europa u otro continente lejano. Los paisajes de nuestra nación despertaron también la admiración del escritor; para dar una idea más clara de cuanto describe a sus oyentes polacos, habla de los ríos y los lugares argentinos comparándolos con aquellos que los radioescuchas conocen directamente. Por último, cinco capítulos se ocupan del existencialismo, al que Gombrowicz analiza en Polonia y en América.
Con la amenidad típica de una exposición destinada a un público amplio y distante, las charlas del autor de Ferdydurke plantean importantes cuestiones para pensar, en un mundo convulsionado por sus contrastes y sus confusas ambiciones.
En Postales Imaginarias/2. Nuevos viajes alrededor de la Tierra antes de Internet, Ricardo Feierstein no refleja sólo la historia de sus mayores, sino asimismo la suya propia y la de quienes lo rodean, a través de una diversificada gama de recursos estilísticos.
Encontramos aquí al autobiógrafo, que se refiere con nostalgia y ternura a Villa Pueyrredón, barrio al que llama -en una dedicatoria a Humberto Costantini- la "patria común" de ambos. En una visión retrospectiva, que se inicia en 1957 y se cierra en 1945, recuerda su adolescencia y su infancia –así, de acuerdo al recurso temporal elegido-, en las que tienen incidencia el despertar sexual, la familia, las raíces que llegan en la forma de viejos discos encontrados fortuitamente…
El autor aparece también en el episodio acaecido en Córdoba, en 1963, en el que a una provocación antisemita le sucede un insulto, luego una puñalada; en fin, la historia de siempre, aunque cambien los personajes. Cuenta en "Primera sangre": "teníamos un poco de miedo, pro mezclado con sorpresa, esa sorpresa producida por algo inesperado, uno de esos hechos que escapan a la rutina y desconciertan; no entendíamos por qué gritaron "heil Hitler" cuando pasaron marchando con paso rígido por el camino, vociferaron una, dos, tres veces, cerca de nuestro grupo que conversaba y cantaba sentado en el césped. Y nos levantamos de un salto, porque esas voces recordaban una noche turbulenta, ancianos y niños marchando arracimados, aterrorizados; viejos rabinos con expresión de horror, fuego, sangre, una horrible pesadilla que habían contado nuestros mayores y que guiñaba sus ojos en las películas" (2).
Felipe Fistemberg Adler relata en sus memorias que, en Moisés Ville, provincia de Santa Fe, "Cuando llegaban las fiestas patrias, el pueblo se vestía de gala, las ventanas lucían banderas azules y blancas y a la plaza San Martín, en el centro del poblado, concurría toda la población luciendo la escarapela y manifestando con orgullo su agradecimiento a la nueva patria. Por ser uno de los más altos, y seguramente porque mamá me almidonaba para la ocasión el guardapolvo, ya en los grados superiores las maestras me elegían abanderado, y escoltado por otros niños caminando entre aplausos y cálidas sonrisas nos dirigíamos a la plaza. Las autoridades y los directores de todas las instituciones pronunciaban emotivos discursos. Se cerraba el acto con un esperado reparto de golosinas entre los chicos. Con premura, nos despojábamos de los guardapolvos y corríamos al bosque de eucaliptos frente a la administración de la J.C.A. para ver y participar de la fiesta popular que premiaba a los ganadores, con ponchos, frazadas, camisas, camisetas o pantalones" (3).
Notas
1. Gombrowicz, Witold: Peregrinaciones argentinas. Madrid, Alianza Tres, 1987.
2. Feierstein, Ricardo: Postales imaginarias/2. Nuevos viajes alrededor de la Tierra antes de Internet. Buenos Aires, Acervo Cultural, 2003.
3. Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville Recuerdos de un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005. 112 pp. (Testimonios).
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