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Antología inmigrante argentina (página 6)


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Novelas infantiles y juveniles

Españoles

Gallegos

Cecilia Pisos es la autora de Como si no hubiera que cruzar el mar (1), novela con la que resultó Finalista del Premio Jaén de Narrativa Infantil y Juvenil (Alfaguara y Caja General de Ahorros de Granada), Granada, España, 2003 (2). En esa obra, "Carolina tiene doce años y viaja por primera vez sola en avión hacia Madrid, donde la espera su tío. La acompañan las cartas de María, su bisabuela, que también cruzó el mar sola, pero en barco y desde España hacia la Argentina. Aunque las épocas son muy distintas y las historias se cruzan, las vivencias se parecen mucho y esas cartas le sirven a Carolina para crecer y entender tantas cosas que le suceden en ese país tan distinto y a la vez tan similar al suyo. Cartas, relatos, canciones, chistes, charlas telefónicas, recetas de cocina y muchos otros géneros pueblan esta novela inteligente y emotiva, que atrapa página tras página" (3).

En una de las cartas, escribe la bisabuela María del Pilar, que dejó su Santa Cruz de Portas: "Buenos Aires es muy grande. Tiene ruidos y olores extraños y las voces que se escuchan son de muchas partes, así que todos hablan pero no creo que ninguno se entienda. A mí me cuesta: dos o tres veces tengo que intentar hasta que encuentro a alguien que me hable en español y a quien yo pueda preguntar por una calle o un sitio cualquiera".

Varios

Fernando de Querejazu publica El pequeño obispo (4), una novela "absolutamente autobiográfica, aunque parezca un disparate lo que ocurre allí", surgida de "la necesidad de homenajear a mis padres, que eran admirables" (5).

El 10 de febrero de 1926 llegó a América el hidroavión Plus Ultra, piloteado por Ramón Franco, concretando así una proeza histórica. Ese mismo día, en un pueblo de inmigrantes de la provincia de Córdoba, veía la luz el protagonista de esta novela. Sus padres, castellanos, lo llamaron Fernando en homenaje a la isla Fernando de Noronha, en la que se produjo el aterrizaje. La evocación del escritor, que se inicia en la fecha de arribo del hidroavión, tiene como escenario el querido paisaje de Canals, provincia de Córdoba, donde "se vivía bien, atrayendo a las poblaciones cercanas, en un gran radio a la redonda, que buscaban los atractivos de este centro vitalizador". En esta localidad, fundada por un naviero valenciano, no se conocían las desdichas; la naturaleza, pródiga, brindaba a los hombres todo lo necesario para ser felices. Su tesón y fe en el futuro de la nueva patria eran una fuerza vital y fecunda.

Notas

1 Pisos, Cecilia: Como si no hubiera que cruzar el mar. Ilustraciones: Eugenia Nobati. Buenos Aires, Alfaguara, 2004. 216 pp. (Serie azul).

2 S/F: "Datos biográficos", en Imaginaria, 28 de septiembre de 2005.

3 S/F: en Pisos, Cecilia: Como si no hubiera que cruzar el mar. Ilustraciones: Eugenia Nobati. Buenos Aires, Alfaguara, 2004. 216 pp. (Serie azul).

4. Querejazu, Fernando de: El pequeño obispo. Buenos Aires, Lumen, 1986.

5. Prebble, Carlos: "Fernando de Querejazu: la experiencia personal en la novela", en El Tiempo, Azul, 30 de abril de 1988.

Galeses

Incorporado al elenco de un circo, Stéfano -protagonista que da nombre a una novela de María Teresa Andruetto- "trabaja en la orquesta, tocando los solos en los números de acrobacia, un momento antes que los trapecistas se larguen de las hamacas y queden suspendidos en el aire". Una trapecista es galesa: "En el trapecio trabaja la mujer de pelo colorado. Se llama Tersa, Tersa Williams, y, ahora lo sabe, toca la armónica. Se encarama por las noches al trapecio, se cuelga cabeza abajo y hace sonar la armónica. (…) Había venido con su madre desde Gales, desde un pueblo que se llama Cardigan. (…) Piensa en ella todo el tiempo: le molesta la risa que tiene, y no le gustan las pecas, ni los dientes demasiado grandes, pero a pesar de eso, se acostaría con ella. (…) Tersa tiene veintiocho años. Su madre y ella vinieron desde Gales hasta Gaiman, a trabajar en la granja de unos parientes lejanos. Y se quedaron ahí, hasta que pasó el circo de Juárez" (1).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

Italianos

Lacio

En Aventuras del capitán Bancalari, Sorrentino incluye como personaje a un inmigrante ilustre. Relata el narrador: "A Rosita Rosales la conocí en cierta recepción que, en la Casa de Gobierno, se dio para agasajar a don Clemente Onelli. Este naturalista italiano, director del Jardín Zoológico de Buenos Aires, acababa de volver de una de sus tantas expediciones al lago Nahuel Huapi y al lago Argentino: aquí –se decía- había dado caza a un plesiosaurio, animal extinguido millones de años atrás. El científico, muy bien trajeado, era el centro de la atención general: en la mano derecha sostenía una copa de champaña; en la izquierda, una correa a cuyo extremo, del cuello, estaba atado el inexistente bicho en cuestión" (1).

Notas

1. Sorrentino, Fernando: Aventuras del capitán Bancalari Ilustr. De Pablo Zweig. Buenos Aires, Alfaguara, 2001.

Piamonte

En Stéfano (1), novela que dedica a su padre, María Teresa Andruetto relata la vida de un inmigrante italiano que llega a nuestro país con su bagaje de ilusiones y recuerdos; el hombre recuerda su pasado, desde la extrema pobreza que vivía en su tierra, hasta que se establece en la Argentina y espera la llegada de su primer hijo.

"Soy hija de un partisano que llegó desde el norte de Italia a la Argentina, en 1948 –escribió-, y por una sucesión de circunstancias más o menos azarosas, se instaló en un pueblo de la pampa húmeda, donde nací, y ahí vivió toda su vida. También mi mamá es hija de inmigrantes italianos que llegaron al país hacia finales del mil ochocientos. El agradecimiento a la tierra de llegada que le había permitido trabajar y formar una familia, fue la otra cara de la tristeza que le causaba a mi padre el desarraigo. A poco de venir, murió su madre y luego otros y otros, hasta que cada vez se hizo más fuerte la idea de ya no regresar" (2).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

2 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Ilustraciones: Daniel Roldán. Buenos Aires, Sudamericana, 2004. (La pluma del gato).

Rusos

Acerca de su novela Memorias de Vladimir (1), escribe Perla Suez: "Nací en Córdoba. Me crié en Basavilbaso, un pueblo de la provincia de Entre Ríos. Muy cerca de donde transcurre una etapa de la vida de Vladimir. A medida que la historia avanzaba me reencontraba con espacios vividos. Sabía que estaba escribiendo un episodio de mi vida. Buscaba dentro mío una voz propia que naciera de mis palabras. Soy nieta de inmigrantes judíos que escaparon de Rusia en la época en que el zar Nicolás II los perseguía. Durante el tiempo en que trabajé en este libro estuve muy preocupada por la suerte de mi personaje. Sentí ternura por él y esa ternura no me abandonó hasta el final. Mi personaje habla en esta historia como lo hacía mi abuelo. Vladimir tiene un aire a mi padre. Vera, el gran amor de Vladimir se me figura a mi madre" (2).

Relata el protagonista: "Nací en la aldea de Porskurov hace mucho tiempo. El zar mandaba en Rusia, el zar Nicolás II. No conocí a mis padres. Fui criado por mi tío Fedor. A los diez años hachaba leña de la mañana a la noche por apenas un copec. (…)Tío Fedor era colchonero, guardaba la máquina de cardar en el cobertizo. A veces para soportar el miedo yo cardaba lana. Cuando oía chirriar el cerrojo de la puerta y reconocía sus pasos, mi corazón volvía a su remanso".

La novela fue galardonada con el White Ravens, 1992, Biblioteca Internacional de la Juventud de Munich, Alemania, y ALIJA, Asociación Argentina de Literatura Infantil, Sección Nacional del IBBY.

Notas

1. Suez, Perla: Memorias de Vladimir. Buenos Aires, Editorial Colihue, 1993. (Libros del malabarista)

2. Información publicada en www.perlasuez.com.ar

Turcos

En Stéfano aparece un turco tendero: "Stéfano le cuenta a Lina que en la tienda de rezagos hay un saxo, un instrumento para hacer música. Le ha pedido al dueño que no lo venda, él juntará el dinero para comprarlo". Vittorio pregunta al muchacho "cómo se llama ese instrumento que ha visto en la tienda del turco Rasú" (1).

Notas

1 Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

Varios

Dimitri es el nieto de Vladimir. En Dimitri en la tormenta (1), "Dimitri y su abuelo ayudan a Tania, que viene escapando del nazismo, a entrar al país. A través de lo que la mujer cuenta, el chico irá descubriendo el horror de la guerra. Comprenderlo se le hace difícil, muy difícil. Una novela donde se entrelazan sin tapujos tristeza, odio y dolor con momentos de intensa felicidad. Any, el amor y la emoción profunda de cumplir trece años y festejar el barmitzvá" (2).

Relata Tania: "Con el anillo de brillantes de mi madre compré a uno de los comandantes y escapé. Vagué por cloacas, estuve en una iglesia donde un sacerdote me ayudó. Disfrazada de mendiga, pude llegar a la bahía de Gdansk. Y logré esconderme en el barco carguero en el que llegué".

Esta novela fue seleccionada por la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina (ALIJA) y por la Fundación de Lectura, Fundalectura, Bogotá, Colombia, entre los mejores libros para jóvenes.

En la novela de María Teresa Andruetto, Stéfano se hospeda en el Hotel de Inmigrantes: "El hotel está a pocos pasos de la dársena; tiene largos comedores y un sinfín de habitaciones. Les ha tocado un dormitorio oscuro y húmedo. En la puerta, un cartel dice: Se trata de un sacrificio que dura poco. (…) Los dormitorios de las mujeres están a la izquierda, pasando los patios. Por la tarde, después de comer y limpiar, después de averiguar en la Oficina de Trabajo el modo de conseguir algo, los hombres se encuentran con sus mujeres. Un momento nomás, para contarles si han conseguido algo. Después se entretienen jugando a la mura, a los dados o a las bochas. (…) Cuando el sol baja, Pino y Stéfano salen a caminar por la ribera, hasta el muelle de los pescadores. Es la hora en que el organito pasa: lo arrastra un viejo de barba y gorra marinera que lleva un loro montado sobre el hombro. A veces, junto a las barcazas, se detienen a oír el mandolín que suena en una rueda y las canciones que cantan los hombres de mar. Pero no sólo hay italianos en el puerto. Ya el segundo día se habían hecho amigos, ni saben cómo, de unos gallegos que limpian pescado junto a la costa y van por la mañana a verlos, ayudan un poco, y regresan, los tres días siguientes, con algunas monedas" (3).

Notas

1. Suez, Perla: Dimitri en la tormenta. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1997. (Primera Sudamericana)

2. S/F: en www.perlasuez.com.ar

3. Andruetto, María Teresa: Stéfano. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.

Apéndice

INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA HASTA 1810

UNA SOMBRA DONDE SUEÑA CAMILA O'GORMAN, por Enrique Molina. Buenos Aires, Seix Barral, 1994.

En esa novela, escribe el autor:

"Los Perichon de Vandeuil, gentes de grandes singladuras, eran unos nobles franceses arrojados lejos "por el océano y una ola". La Revolución amenazó cortarles el cuello. Prefirieron emigrar con sus titulos, su vajilla nobiliaria y la nostalgia de sus tierras. Esteban Hernand Perichon de Vandeuil fue a parar a la India. Allí contrajo enlace con Magdalena de Abeille, noble también. Luego se instalaron en la Isla Mauricio, (…).

En la isla nacieron sus cuatro hijos: Juan Bautista, Esteban Maria, Eugenio y Ana Maria. La niña creció entre el volcán del sol y los volcanes de la noche. Al llegar a la adolescencia instaló numerosas trampas eroticas ocultas en la vegetación, accionadas por el crepúsculo, la imperceptible capa de sudor que cubria su garganta y el gracioso poderio de su cintura. En una de ellas cayó Thomas 0' Gorman, cuya pelirroja cabeza entró de inmediato en combustion en aquella atmosfera.

A poco de la boda de su hija ¿qué impulso demente indujo al noble de Vandeuil, a los 53 años, a dirigirse con toda su familia a la capital del Plata? No es absurdo suponer alguna combinación de su yerno, ya enterado de la alta posicion de su tío en el pais. Hacen el viaje en la fragata francesa "Marie Eugenie", que enarbola pabellon americano ¿quizas alguna "empresa" de Thomas?). En julio de 1797 desembarcan en Buenos Aires, donde el padre declara "que la causa de su venida era por males que adolecía y deseos de criar a sus hijos en la religion católica, que siempre tuvo por suya, para lo cual pedia el amparo de Su Majestad con la suplica de que se le dejara naturalizarse en estos reinos".

POR AMOR A CRISTINA, Susana Biset. Córdoba, Ediciones del Boulevard, 2007. Segunda edición.

"Ambientada en la Argentina de 1810, la novela presenta una muchacha a quien la vida le ha brindado todo: un marido maravilloso, un hijo, una estancia importante y un lugar destacado en la clase alta porteña. Sorpresivamente todo cambia; se ve obligada a afrontar sola la dura tarea de criar a su hijo y administrar la estancia Los Naranjos, para lo cual debe enfrentar obstáculos impensados para una dama de la época: manejar a los peones que no están dispuestos a recibir órdenes de una mujer; lidiar con el ataque de los aborígenes y las consecuencias de la peste; y soportar las burlas de la sociedad; más la presencia de un personaje misterioso y siniestro, que la acosa entre las sombras ¿la está ayudando o la quiere destruir?

Con una impecable ambientación histórica y una prosa fluida y sensual, la trama de Por amor a Cristina se apodera del lector de la primera a la última página, e incluso más allá de ésta".

José Bertorello

Novelas infantiles y juveniles

LA SOGA, por Esteban Valentino. Buenos Aires, Ediciones del Eclipse, 2006.

INMIGRANTES Y EXILIADOS LLEGADOS A LA ARGENTINA DESDE 1960

ALGO HABRAN HECHO (monjas francesas desaparecidas), por Elena Cabrejas. Buenos Aires, Solaris, 1997. (Personajes de la Historia). 203 páginas.

En esa novela, la autora evoca la partida de Alice Domon:

"Eran los golpes de tambor en el pecho, la mano invisible que le estrujaba la garganta, el dolor de las sienes … aquel día en el aeropuerto, cuando la hermana Alice Domon, se despedía de los suyos. No había querido mirar a su madre para que no le adivinara la tristeza, sólo lo hizo furtivamente, cuando ella no se daba cuenta. La miraba bebiendola con la misma sed del que sabe que no tendrá mas agua. Contuvo el llanto hasta el instante en que sus padres y hermanos, fueron solo pequenas figuras; ellos tenían que creer que se iba contenta o que al menos no estaba despedazandose por dentro. Era la primera vez que los dejaba, parque a pesar de las obligaciones que le imponía su vocacion, pudo verlos muy a menudo. Reprimiendo las lagrimas, partio sin saber si era ella la que se iba o era Francia alejandose de aquel avion, que se hundía como un tajo profundo sobre las nubes.

Llevaba a su patria apretada en el pecho.

Abajo quedaba ese pequeño tumulto de caras queridas en las que se repetian sus rasgos. Intuía que iba a continuar buscandolos durante mucho tiempo dentro de sí misma, detras de la piel, del ultimo rincon del pecho. En ese momento sintio la necesidad de contarselo a su madre, pero lo haria de otro modo, menos cruel, sin angustia y decidio escribirle ni bien llegase a la Mision".

BOLIVIA CONSTRUCCIONES, por Sergio Di Nucci

UN CHINO EN BICICLETA, por Ariel Magnus. Obra ganadora del III Premio de novela La otra orilla. Buenos Aires, Norma, 2007.

"Siento el frío de la pistola en la nuca casi antes de oír la puerta del baño abriéndose de golpe, el brazo flaco y lampiño de una persona que no alcanzo a ver me cruza el pecho y me hace girar en redondo, me abrocho rápido el pantalón y avanzo empujado desde atrás, pienso con culpa en que no tiré de la cadena, quizá ni funcionaba". Así empieza la asombrosa historia de Ramiro Valestra, un joven porteño que es secuestrado por un chino pirómano, llamado Li, después de oficiar de testigo en el juicio que condenaba a este por haber incendiado once locales en la ciudad. A partir de ese momento, la inmersión del protagonista en la desconocida cultura china de las calles de Buenos Aires será completa. El autor logra un retrato muy especial y un tanto surrealista de un mundo dentro de otro mundo, de una cultura dentro de otra cultura. En ese forzado exilio interior en el barrio chino es donde empieza la nueva vida de Ramiro. Las extravagantes relaciones con todos los personajes que conviven en el restaurante chino Todos Contentos serán la clave para darle verdadero sentido a la vida del protagonista. Entre predicciones apocalípticas, choques culturales, complots en búsqueda de la verdad, fuegos artificiales, amores apasionados y chinos que no saben ir en bicicleta se entreteje la historia más hilarante que se ha escrito sobre la inmigración china en Argentina.

…..

El deseo de dar a conocer la gesta propia o de un antepasado, el afán de homenajear o de denostar, motivan estas novelas, en las que se refleja un proceso social que cambiaría a la Argentina. Son testimonios de un tiempo que marcó definitivamente nuestra historia.

Cuentos

1. alemanes

2. belgas

3. checoslovacos

4. daneses

5. escoceses

6. españoles

7. franceses

8. griegos

9. ingleses

10. irlandeses

11. italianos

12. japoneses

13. polacos

14. portugueses

15. rusos

16. sirios

17. suizos

18. turcos

19. ucranios

20. sin mención de origen

21. varios

22. cuentos infantiles y juveniles

23. antología

24. apéndice

En este trabajo cito muchos de los cuentos en los que los inmigrantes llegados a la Argentina entre 1850 y 1950, sus descendientes u otros escritores argentinos, escriben sobre la tierra de origen, la inmigración, los inmigrantes y sus descendientes.

Transcribo parcialmente uno o más cuentos de cada autor, sin que ello signifique que no han escrito otros cuentos sobre la inmigración, además de los que incluyo en este trabajo. En general, utilizo un criterio cronológico para ordenar los textos, a excepción de los cuentos sobre españoles e italianos, que han sido ordenados por la región de origen, dejando al final de cada apartado aquellos que no indican procedencia del inmigrante.

Alemanes

Eduardo L. Holmberg evoca en "La pipa de Hoffmann" a un judío alemán: "Era de mediana estatura, proporcionalmente delgado, cara oval, ojos negros, pestañas largas, y vestía siempre traje del mismo color de sus ojos y de su cabello, negro también. Al verle era difícil no reconocer en él un representante de la raza hebrea" (1).

Narra Jorge Luis Borges en "El sur": "El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de una iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino" (2).

En "La tos" Ezequiel Martínez Estrada presenta a Rauch, un descendiente de alemanes, quien recibe la visita de "un señor corpulento, rubio", un "empresario de reducciones orgánicas". "Rauch se extrañó de la corrección con que se expresaba en castellano ese hombre evidentemente extranjero, de su raza" (3).

Juan José Hernández relata, en "El inocente", que ha desaparecido un gato. "(…) Poco tiempo después Julia y yo lo descubrimos muerto en la quinta del alemán. Ocultamos nuestro hallazgo. Nos habían prohibido subir a la pared del fondo que daba a la quinta, pero a menudo desafiábamos el peligro para robar naranjas. Nunca saltábamos la tapia; hacerlo hubiera sido correr la misma suerte del gato" (4).

En "Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche", el autor presenta a una pareja de gringos. El marido habla alemán, y la esposa, "su media lengua" (5).

Magdalena Ruiz Guiñazú evoca, en "El sortilegio", la relación entre una pareja de alemanes y la novia del hijo: "Digamos que aquellos germanos, los Sachs, mostraron sólo una educada indiferencia. ¿Qué podía importarles aquella criolla rioplatense, exuberante, alegre y pobre, que ni siquiera sabía hablar el alemán? Sin embargo, guardaron las apariencias con formalidad. Se cumplirían las reglas y sus amistades sólo percibirían que aquella no era la nuera esperada, pero que la vida es tal como es y que las personas inteligentes saben adaptarse a cualquier circunstancia" (6).

El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky, "Con la gente del conventillo se había ido encariñando, había cinco polacos, una pareja de gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y solidaria. Algunos habían probado suerte como él, pero, también, habían perdido" (7).

En "El hombre frío", Horacio Vázquez-Rial presenta a un descendiente de alemanes: "Ese rubiecito flaco, que seguramente vivía en el barrio, aunque nadie sabía exactamente dónde, daba para todo: para una madre represiva, posesiva, castradora, que no le permitía tener una novia como todo el mundo, o para un padre violento, de tradición prusiana".

En "Tablero desierto", de Héctor Alvarez Castillo, un alemán contrae enlace en la nueva tierra. Relata el protagonista: "La historia familiar que alcancé a conocer es sencilla. Si soy sincero debo confesar que a ella la vi más de un par de veces. Mi amigo descendía de alemanes. Su padre llegó a Buenos Aires durante el segundo gobierno de Irigoyen en un barco que lo trajo de África, de un continente que no era su país, a otro más alejado aún del mundo en el que se había criado. Provenía de una ciudad cercana a Berlín. En ella había logrado un título de ingeniero que lo conectó dentro de la comunidad germana ya instalada en el Río de la Plata y, en una de las reuniones a las que con frecuencia era invitado, la esposa del hombre con quien comenzara a trabajar le presentó a Eloisa. Una joven delgada que vio a su primer hombre en esa velada con el pudor y la ambición en tornadizo vaivén" (8).

En el cuento "En la Hostería del Alemán", por María Laura Amuchástegui, relata la narradora: "Plena selva salteña. Fuera de temporada. (…) viene llegando el dueño, Helmuth, me pregunta si me gusta el paisaje, y en vez de contestar lo obvio le comento que están a la vanguardia, hasta los visitan los extraterrestres" (9).

Notas

1. Holmberg, Eduardo L.: "La pipa de Hoffmann", en Holmberg, Eduardo L.: Cuentos fantásticos. Buenos Aires, Hachette, 1957.

2. Borges, Jorge Luis: "El sur", en Ficciones. Buenos Aires, Sur, 1944.

3. Martínez Estrada, Ezequiel: "La tos", en Arlt, Roberto, Borges, J.L. y otros: El cuento argentino. 1930-1959***. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 83).

4. Hernández, Juan José: "El inocente", en Hernández, Juan José: "La señorita Estrella" y otros cuentos antología. Selección por el autor. Prólogo por Daniel Moyano. Buenos Aires, CEAL, 1982. (Capítulo, vol. 134).

5. Angelino, Diego: "Bajo la luna, sobre la tierra, bajo la noche", en Con otro sol, Corregidor, 1993, volumen que acompaña las ediciones de Diario Popular (Buenos Aires), El Día (La Plata) y Democracia (Junín).

6. Ruiz Guiñazú, Magdalena: "El sortilegio", en La Nación, 20 de diciembre de 1998.

7. Korovsky, Santiago: "Esperanza", en Aequalis.

8. Alvarez Castillo, Héctor: "Tablero desierto", en Metamorfosis, Buenos Aires, Alvarez Castillo Editor, 2005.

9. Amuchástegui, María Laura: "En la Hostería del Alemán", en Ciudad de arena (www.ciudaddearena.org), 28 de marzo de 2007.

Austríacos

Una muñeca despierta dolorosos recuerdos en la refugiada creada por Zahira Juana Ketzelman: "Cerró los ojos y se transmutó en aquella niñita de diez años, que en otro idioma clamaba por Hilda. Y la noche, y el miedo, y la voz de papá y mamá tratando de explicarle que no había tiempo, que era necesario huir. Y vivió nuevamente el largo viaje, y la tierra lejana y extraña. Los padres sacrificándose, y el empezar de nuevo, los nuevos rostros, las nuevas palabras. Y el tiempo, el estudio, y ser grande y estar sola" (1).

Notas

1. Ketzelman, Zahira Juana: "Hilda", en Autorretrato al infinito. Buenos Aires, el gRillo, 2006.

Belgas

En varios cuentos de Horacio Quiroga aparecen inmigrantes. Uno de estos cuentos es "Van-Houten", que toma su título del apellido del protagonista, un "belga, flamenco de origen", al que "se le llamaba alguna vez Lo-que-queda-de-Van-Houten, en razón de que le faltaba un ojo, una oreja, y tres dedos de la mano derecha. Tenía la cuenca entera de su ojo vacío quemada en azul por la pólvora. En el resto era un hombre bajo y muy robusto, con barba roja e hirsuta" (1).

Notas

1. Quiroga, Horacio: "Van Houten", en Los desterrados- El regreso de Anaconda. Buenos Aires, Losada, 1997.

Checoslovacos

Abelardo Castillo evoca, en "El candelabro de plata", a Franta, un pordiosero checoslovaco. Recuerda el narrador. "El viejo, cohibido al principio, de pronto empezó a hablar. Tenía un acento raro, dulce. Se llamaba Franta, y creo no haberme sorprendido al darme cuenta de que no era un hombre vulgar: hablaba con soltura, casi con corrección. Acaso yo le había preguntado algo, o acaso, rota la frialdad del primer momento (para esa hora ya estábamos bastante borrachos), la confesión surgió por sí misma" (1).

En "La golem", Horacio Vázquez-Rial relata que "en la Patagonia, cerca del mar", vivían Raquel Grein y su padre: "Alrededor de mil novecientos diez, Raquel Grein había puesto ahí su propia casa de putas, junto a un poblado transitoriamente próspero cuyo nombre es preferible olvidar, tan helado como la miserable aldea judía del este de Chequia en la que ella había visto su primera luz, una luz espesa y perturbadora, de lámpara de aceite, que en nada se parecía a la del sol".

Notas

1. A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970. Selección, prólogo y notas por el Seminario de Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 48. (Capítulo).

Daneses

Víctor Juan Guillot, en "Un hombre", evoca a un danés, el protagonista. El teniente Juan Christiansen de la jerarquía revolucionaria "era un mocetón musculoso, alto y deslabazado, con ojos azules de fulgor triste, y largos bigotes rubios, de guías caedizas. Parece que era un dinamarqués establecido muchos años en Punta Arenas. De allí, quién sabe por qué, ganó la Patagonia, donde cuidara ovejas. Un día apareció en Resistencia, grandote, callado y pensativo. El comandante allende lo había visto imponerse a tres forajidos norteamericanos que ‘banqueaban’ en una jugada de monte inglés, armados de grandes revólveres y temidos hasta por la policía del territorio. Como entonces organizaba una expedición de acuerdo con los colorados, lo dio de alta con grado de teniente. Le entregó unas libras esterlinas y le prohibió el whisky, porque el dinamarqués, acriollado y todo, bebía como un guerrero de los tiempos de Odín. A un hombre así no se le dice que miente sin consecuencias" (1).

Notas

1. Guillot, Víctor Juan: "Un hombre", en El cuento argentino 1900-1930 antología. Buenos Aires, CEAL, 1980.

Escoceses

En "Un hombre", Víctor Juan Guillot evoca al escocés Mc Dougall, "un antiguo administrador de yerbales, del que se contaban en voz baja muchas cosas" (1).

En "Revelación", Augusto Mario Delfino presenta a una institutriz hija de escoceses: "Miss Eveline, la institutriz –una joven de Quilmes, hija de escoceses- les recomendó mientras los peinaba: ‘No olviden que en sociedad es preciso tener mucho tacto’. Angélica sabe que tacto es un sentido, como olfato y vista, y Ricardito ha comprendido que tacto es callar cuando las personas mayores hablan, comer la gelatina aunque no le agrade" (2).

Notas

1. Guillot, Víctor Juan: "Un hombre", en Historias sin importancia. Incluido en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. Pág. 105-109. (Capítulo, vol. 60).

2. Delfino, Augusto Mario: "Revelación", en Cuentos de Nochebuena.. Reproducido en Stang, Margarita R. de: América habla. Buenos Aires, Gram Editora, 1975. Pág. 194.

Españoles

Andaluces

Francisco Montes es el autor de Leyendas y Aventuras de Alpujarreños. En "El desafío" (1) relata que un andaluz de dieciséis años ganó la competencia de doma que se realizaba para las fiestas patrias: "El domador con carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con dos años de edad en la búsqueda de insondables destinos".

En un cuento de Marta Lynch, "Chola, la hija del sastre, de la misma edad de Rosa, entró como si estuviera en su casa, con la pollera de volados de española en una mano y unas castañuelas alquiladas en la otra" (2).

Carmela, personaje de un cuento de María del Carmen García, era "una gitana como toda gitana, morena y habladora, activa y vigorosa, que criaba a sus siete hijos como si no le costara esfuerzo. La ropa siempre limpia y ordenada, la pieza pulcra donde no faltaba un altarcito para la Virgen del Rocío y una guitarra que a veces su Rafael sonaba con melancólicos rasguidos andaluces" (3).

Pierre Cottereau es el autor de "La abuela Augusta", cuento en el que evoca un episodio de la ancianidad de un inmigrante andaluz. En los recuerdos del hombre, "Las mesetas se extienden hacia un horizonte claro, lejano; desde muy lejos llega el perfume de las manzanas en flor y los almendros son ramos blancos por doquier. Más allá, las praderas que bordean la ría están salpicadas de florecillas, desborda la primavera sobre toda Andalucía" (4).

Notas

1. Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y Aventuras de Alpujarreños, en Unisex. Buenos Aires, Bruguera. 163 pp.

2. Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág. 129.

3. García, María del Carmen: "Ojos gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola Castaño.

4. Cottereau, Pierre: "La abuela Augusta", en El Tiempo, Azul, 12 de octubre de 1997.

Asturianos

En "Carroza y reina", cuento que da título al libro de Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la Fundación Fortabat, aparece el asturiano Alvarez, mozo del café y bar El Aeroplano: "Los parroquianos empujan para llegar hasta las mesas del privilegio y arrastran al mozo, Alvarez el asturiano, el de los enormes pies, que se escurre entre los cuerpos con la bandeja en alto cargada de choppes, express y especiales de matambre que son la especialidad de la casa" (1).

María del Carmen García presenta, en "Ojos gitanos" (2), a unos asturianos: "Algún tiempo atrás habían llegado a Buenos Aires como otros tantos inmigrantes, esperanzados en un futuro sin miseria ni guerras. (…) Se habían conocido de niños en la aldea de Asturias en la que nacieron y se encontraron en Buenos Aires gracias a los oficios del padrino Manuel y como era de suponer se casaron en un septiembre lluvioso de 1910".

Es asturiano un personaje de uno de los relatos de Hilel Resnizky: "En 1870 su abuelo, José Molinas, era el propietario de grandes estancias, de casas de comercio, e incluso de buqyes y astilleros en la Patagonia. En 1870 apareció un judío ruso, Jacobo Alter Grun, quien se convirtió y casó a su hijo Marcos con la hija de Molinas (…) -El viejo José Molinas era testarudo y, para decirte la verdad, tacaño. Por muchos años alejó de sí a su yerno judío, enfrentándose con el rencor de su hija. Al final se rindió y lo hizo socio. Molinas & Grun. ‘San Jacobo’. Así llamó Marcos Grun a la estancia que compró en Santa Cruz, en recuerdo de su padre" (3).

En "Entre humanos" (4), Claudia Rodríguez evoca al asturiano Narciso Ibáñez Menta, "el rey del terror por la tele".

Notas

1. Blaisten, Isidoro: "Carroza y reina", en Carroza y reina. Buenos Aires, Emecé, 1986.

2. García, María del Carmen: "Ojos gitanos", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola Castaño.

3. Resnizky, Hilel: Puentes de papel. Buenos Aires, Milá, 2004.

4. Rodríguez, Claudia: "Entre humanos", en Varios autores: Cuentos de la Abadía de Carfax – Historias contemporáneas de horror y fantasía. Comentado, recopilado y seleccionado por Nomi Pendzik. Buenos Aires, Pasoborgo, 2006. 188 pp.

Baleares

En "La niña de Ibiza" (1), Jorge Alberto Reale refleja la emigración y la nostalgia de una familia oriunda de esa localidad: "Esta historia comenzó un poco antes de la Guerra Civil Española del Año 36, en la baleárica isla de Ibiza, que es cuando los Ramallets decidieron abandonar su terruño y emigrar a Sud América. Fue así que un día del mes de febrero del año siguiente recalaron en Buenos Aires. No conocían a nadie. Estaban solos. Debían comenzar de nuevo. Primero se alojaron en el Hotel de Inmigrantes, después en otros albergues aún menos confortables hasta que Don Diego, el padre, consiguió un empleo remunerado y una casa".

Notas

1. Reale, Jorge Alberto: "La niña de Ibiza", en el grillo, N° 42, Noviembre-Diciembre 2005.

Castellanos

En "Fuera de juego", cuento de Horacio Vaccari, el hijo de un italiano zapatero habla a su padre muerto: "Cuando conocí a Julia, tardé meses en explicarle cómo era mi familia y dónde vivía yo. A ella nada pareció importarle. Me presentó a los suyos. Su padre era dueño de una confitería del centro, un local deslumbrante de luces. Hablaba un español rotundo, aprendido en su pueblo castellano. Me apabullaba su seguridad. Lo sentí tan superior, que no supe explicarle cómo era usted" (1).

Notas

1. Vaccari, Horacio: "Fuera de juego", en Cuentos elegidos. Buenos Aires, Troquel, 1978. 138 pp.

Catalanes

H. Bustos Domecq es el seudónimo con el que firmaban Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares algunas obras escritas en conjunto. En uno de estos textos, que se titula "Las noches de Goliadkin", un personaje expresa: "-Comparto su aversión a la radio. Como siempre me decía Margarita -Margarita Xirgu, usted sabe- los artistas, los que llevamos las tablas en la sangre, necesitamos el calor del público. El micrófono es frío, contra natura. Yo mismo, ante ese artefacto indeseable, he sentido que perdía la comunión con mi público" (1).

En "Las señoritas de la noche", Marta Lynch presenta un almacenero catalán: "(…) El almacenero arreció en su reyerta milagrosa, recrudeció en los gritos y en los golpes con su férrea y antigua furia de anarquista; los vecinos oían ahora incomprensibles vocablos catalanes y su recia decisión de no dejar al cura aquel que hiciera un marica de su hijo. La cabra, esa piojosa de almacén, su mujer que seguía siendo linda todavía pasó a un segundo plano" (2).

Patricio Pron es el autor de "La espera". El protagonista "era porteño. Había nacido allá por 1908 en La Boca, en el Hotel de Inmigrantes, un día de lluvias frías. Sus padres, llegados hacia días de Cataluña, le habían transmitido casi sin saberlo esa sensación de ya no pertenecer a ninguna parte, ni a Cataluña ni a Buenos Aires. Juan Vera era el primer argentino" (3).

Notas

1. Bustos Domecq, H. (Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares): "Las noches de Goliadkin", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selección de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

2. Lynch, Marta: "Las señoritas de la noche", en Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967.

3. Pron. Patricio: "La espera", en De manos abiertas… Cuentos por adolescentes. Buenos Aires, Tu Llave, 1992.

Gallegos

Relata el narrador, en "El convite de Barrientos", texto de Santiago Estrada de 1889: "Pero todo lo que llevo referido habría sido tortas y pan pintado, si el portero de mi alojamiento, desconociéndome la voz y tomándola entre sueños por la de un pariente que acababa de morir en El Ferrol, no se hubiera negado a abrirme la puerta, conjurándome a que, ánima en pena, volviera al sitio de donde había salido, en la seguridad de que en cuanto amaneciera daría de limosna a un pobre los cuartos que me adeudaba al embarcarse para América" (1).

En "Departamento para familias", cuento incluido en el volumen Pasos del gran bailarín, el sevillano Guillermo Guerrero Estrella presenta a Inés, una criada gallega (2).

Enrique Méndez Calzada incluye, entre los personajes de su "Cuento de Navidad", a un ordenanza, "el leal Lavandeira", quien "extrajo de su vieja maleta de inmigrante un haz de folletines amarillecidos ya por el tiempo y corcusidos con hilo negro en su margen izquierdo, a guisa de doméstica encuadernación. Se trataba, según pude observar, de El judío errante, pacientemente coleccionado, y recortado de las hojas de El Heraldo de Madrid, periódico que publicó en folletín esa lata inmortal hace cosa de doce o catorce años" (3).

"Juan José Saer, en "Verde y negro", cuento incluido en Unidad de lugar, Saer escribe: "Eran como la una y media de la mañana, en pleno enero, y como el Gallego cierra el café a la una en punto, sea invierno o verano, yo me iba para mi casa, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, caminando despacio y silbando bajito bajo los árboles. Era sábado y al otro día no laburaba" (4).

En "El mundo, una vieja caja de música que tiene que cantar", Héctor Tizón presenta un cura gallego: "El cura comienza a pasearse despaciosamente por el salón. Está pensativo, cabizbajo y dice por ahí (sólo el Capataz y el Turco pueden escucharlo, los otros no están en este momento) aludiendo quizás a su pobreza: -Me ha tocado una parroquia estéril como una mula. Y poblada de locos" (5).

En "El Antonio", cuento incluido en La manifestación, Jorge Asís escribe: "Cómo no recordarlo, cómo olvidar los picados en las calles, y de la gallega neurótica que no daba la pelota cuando caía en su casa, o la devolvía cortada, y los piedrazos que caían de noche en su techo de chapa" (6).

A un personaje de Marta Lynch, "una rabia sorda, tan feroz como sus oscuros orígenes de india y de gallego la espantó de la prefabricada donde José dormía su mona cotidiana" (7).

Enrique Anderson Imbert es el autor de "Un bautizo en los tiempos de Justo", cuento en el que Federico Ferreira "A los pocos meses de casado recibió carta de España: los nacionalistas acababan de fusilar a su padre y a su hermano. ¿Por qué, señor, por qué? La España que él había dejado era la de Alfonso XIII. Una gran familia. Y, de pronto, la locura. ¡A asesinarse, unos a otros! Dos bandos. Al bando de Francisco Franco, su paisano del Ferrol, él, Federico Ferreira, no podía pertenecer. ¿No habían fusilado los nacionalistas a su padre y hermano? ¡Mueran, pues, los nacionalistas! Y al otro bando, el de los republicanos, ¿podía pertenecer? ¿él, que había sido feliz en la España de Alfonso XIII? La República ¿qué era eso de la República?" (8).

Cuando "Doña Conce", la gallega del cuento de Jorge Dietsch, ve que se acerca su fin, pide sus zapatos, "e incorporándose en la cama, comenzó a bailar. Bailaba para adentro, se veía en la mirada y la sonrisa, con una gracia joven y movimientos que debían ser de tal agilidad que en la habitación entró un viento fresco de montañas, con olores de campo y de menta. Tarareaba al mismo tiempo una música tan extraña y bella que quienes escuchaban, a pesar de la gravedad de las circunstancias, no pudieron evitar acompañarla con movimientos de pies. Luego, agotada de tanta danza, apoyó la cabeza en la almohada, respiró profundo varias veces, y cerró los ojos sin dejar la sonrisa, como soñando un buen sueño" (9).

Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a Galicia" (10), texto que mereció una Mención en el Certamen que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó en el año 1994. Así empieza la carta: "Meus quiridos pai y miña nai Lorenzos. Y les dijo Lorenzos quirido pai prablar poco ya que usté y miña nai se llaman ijual y no es cosa dandar ripitiendo dos veces los nombres dustedes. Les escribo para dicirles que hemos llejado bien a la Arjintina. Nos acompañó la soerte a la Paca y a mí y a nuestra rapaza la Paquita".

El protagonista de "Esperanza", de Santiago Korovsky, "Con la gente del conventillo se había ido encariñando, había cinco polacos, una pareja de gallegos, una pareja de judíos con un hijo, tres italianos y dos alemanes. Era gente humilde, cariñosa, generosa y solidaria. Algunos habían probado suerte como él, pero, también, habían perdido" (11).

En "Los amigos", escribe Natalia Kohen, acerca de su personaje José Manolo Pérez Ortigueiras: "También Pepe consiguió su media naranja, pero no por medio de la agencia, que le parecía onerosa. Se había propuesto no gastar una sola peseta (como diría su padre) en este trámite, ni al contado, ni en cuotas. Recordó la época en que de adolescente había sido repartidor de ‘Al pan crocante’. En una de las casas adonde llevaba diariamente pan y facturas, trabajaba Amparito, una galleguita recién llegada –de un lugar de Galicia que nadie pudo encontrar jamás en el mapa- donde ella había sido la reina de las romerías" (12).

Escribí mi cuento "Volver a Galicia", basándome en una anécdota familiar. Acerca de la hija de inmigrantes que lo protagoniza, digo: "Hasta que no lograra pisar esa tierra, nada tendría valor para ella, porque le faltaba su punto de partida, el origen que la había llevado a ser quien era" (13).

En "Un cielo para mi abuelo" (14), evoco los últimos días de mi abuelo materno. El cuento fue distinguido con una Mención Especial en el Concurso de Literatura convocado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, en noviembre de 1999. Integraron el Jurado María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli.

Antonio González, nacido en Lugo en marzo de 1890, protagoniza "El regreso del indiano" (15), cuento en el que inventé para mi abuelo paterno una vida más feliz que la que realmente tuvo. Este cuento fue distinguido con una Mención del Jurado en el Concurso de Literatura convocado por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, en noviembre de 1999. Integraron el Jurado María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli.

En "El residente", de Teresa C. Freda, aparece una gallega, "pobre y santa enfermera, medio bruta pero buenaza" (16).

En "La aventura olvidada de Sandokan", María Rosa Lojo escribe acerca de la relación entre Sandokan y una inmigrante gallega, en Buenos Aires: "Ninguno, tampoco, sentía ni hacía sentir de tal manera el dolor de la patria distante. En nada se asemejaban las intrincadas selvas de Borneo, el húmedo árbol del pan y el gigantesco sicomoro, a las sobrias castiñeiras y los ásperos pinares de los montes gallegos. (…) Pero la nostalgia por lo amado y lo perdido era la misma" (17).

"El Orensano" protagoniza "Se abrió el cielo", de Jorge Alberto Reale. El inmigrante "es de Orense el pueblo de la chispa y los dulces arpegios. Enjuto, desdentado, recóndito. El pobre está un poco arqueado, su cara afilada, parece disecarse. Nadie sabe si tiene familia. Cuando se lo indaga, dice con orgullo: -Soy descendiente de Rosalía de Castro-, más aún, afirma, ser de cuna noble, dijéramos de escudos y blasones, no solamente porque se lo crea buena persona. Dice de paso y por lo bajo: -Ser bueno no quiere decir ser inofensivo, la bondad sin talento no vale nada. Y así va, así viene y así pasa con su anticuada armadura, entre esmeriles y calderones. Es todo uno con algo de músico y filósofo trashumante" (18).

En "El sueño de Dyusepo", de Luis León, se hace referencia a un inmigrante que tenía un horno en el fondo de su casa; "Un antiguo horno de ladrillos, lleno de pequeñas puertas de hierro ya oxidadas, donde un gallego muerto al llegar el siglo, hacía pan para vender" (19).

Uno de los personajes de "Un matrimonio encantador" -relato de Marcelo Moreno basado en un hecho real- es Antonio Gutiérrez:, quien "Había llegado al país siendo muy chico desde y por las desgracias de España. Y se hizo de abajo, trabajando como el Gallego que le decían. A principios de los 60 ya era un importante industrial metalúrgico. El tallercito inicial había terminado en una fábrica con casi mil asalariados. Antonio, a los cuarenta y ocho años, era millonario e iba por más" (20).

En "El puente", cuento distinguido en el concurso de relato breve "Bolboreta" de la Consellería da Emigración, escribe María Rosa Iglesias:

"Para Isabel el mar habría de ser siempre, un puente roto. Lo conoció un amanecer, cuando el campo era aún todo noche y la escarcha un destello de vidrio bajo la luz de las estrellas. Dolía el frío y la humedad pero su mano, amparada por el calor de la del abuelo, se dejaba llevar blandamente rumbo al puerto de Vigo. Resonaban las botas sobre las piedras y por mucho tiempo, no habrían de oir sino el resuello de sus respiraciones.

Cuando arribaron a Buenos Aires quedaron los tres, varados sobre el puente. Habían bajado todos los pasajeros pero la madre, aferrada a sus dos hijos, se negaba a descender. La opacidad del atardecer nublado quitaba toda belleza al paisaje. A través del barandal se veía una multitud gris e irrealmente inmóvil y hacia el otro lado, la boca del río color de león que iba a dar al océano. El muelle ceniciento, los edificios manchados, el olor estanco, los desperdicios, débiles las crestillas de las olas. Y el desamparo de los que llegan a un lugar impropio" (21).

En "Encontrar a Pandolfi", Sebastián Jorgi escribe: "El trompa de un boliche que estaba por Hipólito Yrigoyen, el Cherry, lo había empleado ante la insistencia de Atilio, un compinche de copas del gallego García. Ahí Gino lavaba y acomodaba las mesas, aprendió a manejar la máquina de hacer café 'express' y de a poco se fue acomodando a una vida que jamás había pensado" (22).

En "Este es el bosque", María Rosa Lojo vuelve a evocar a su padre: "Cuando llego, jadeante, mi padre está esperándome sentado sobre un tronco. El aire se había puesto oscuro y empañado un instante atrás, pero aquí, bajo los arcos verdes, la luz tiene un espesor de miel y sólo se respira un oxígeno burbujeante y diáfano. Me siento junto a él. Está tan delgado como cuando murió, pero los ojos vivos contradicen su cuerpo. (…) Y su brazo -apenas un hueso con las venas tatuadas- agrupa en un solo gesto los robles y los castañares, los pinos y los eucaliptos, los musgos y los líquenes, las espinas del toxo" (23).

Notas

1 Estrada, Santiago: "El convite de Barrientos", en Varios autores: 20 relatos argentinos. 1838-1887. Selección y prólogo de Antonio Pagés Larraya. Ilustraciones en colores de Horacio Butler. Buenos Aires, Eudeba, 1969.

2 Guerrero Estrella, Guillermo: "Departamento para familias", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto Ascione.Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

3 Méndez Calzada, Enrique: "Cuento de Navidad", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología. Sel. y pról. de Eduardo Romano, notas de Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo).

4 Mujica Láinez, Manuel: "La casa cerrada 1807", en Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires, Sudamericana, 1977. Séptima Edición. (Colección Piragua). Pp. 184-5.

5 Saer, Juan José: "Verde y negro", en J. J. Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros: El cuento argentino 1959-1970** antología. Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

6 Tizón, Héctor: ""El mundo, una vieja caja de música que tiene que cantar", en J. J. Hernández, H. Tizón, Isidoro Blaisten y otros: El cuento argentino 1959-1970** antología. Selección, prólogo y notas del Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

7 Asís, Jorge: "El Antonio", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970* antología. Seminario Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz (sel., pról. y notas). Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

8 Lynch, Marta: "Entierro de Carnaval", en Los cuentos tristes. Buenos Aires, CEAL, 1967. Pág. 129.

9 Anderson Imbert, Enrique:

10 Dietsch, Jorge: "Doña Conce o la despedida", en El Tiempo, Azul, 14 de marzo de 1999.

11 Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de Cultura. Buenos Aires, 1994.

12 Korovsky, Santiago: "Esperanza", en "Bienvenidos al Concurso Literario 1997", El Jardín de la Esquina / Aequalis.

13 Kohen, Natalia: "Los amigos", en Todas las máscaras. Buenos Aires, Temas, 1997.

14 González Rouco, María: "Volver a Galicia", en El Tiempo, Azul, 27 de diciembre de 1998.

15 González Rouco, María: "Un cielo para el gallego", en Josefina en el retrato. Buenos Aires, el grillo, 1998.

16 González Rouco, María: "El regreso del indiano", en El Tiempo, Azul, 16 de enero de 2005.

17 Freda, Teresa C.: "El residente", en El Tiempo, Azul, 26 de junio de 2002.

18 Lojo, María Rosa: "La aventura olvidada de Sandokan". Publicado en la revista SIBILA, 12, Revista de Arte, Música y Literatura, Sevilla, Abril 2003, pp. 43-47.

19 Reale, Jorge Alberto: "Se abrió el cielo", en el grillo, N° 36, Noviembre-Diciembre 2003.

20 León, Luis: "El sueño de Dyusepo", en León, Luis et al.: Rostros de una identidad. Relatos premiados del Concurso Internacional de Cuentos de Temática Judía. Buenos Aires, Editorial Milá, 2004. 96 pp.

21 Moreno, Marcelo: "Un matrimonio encantador", en 50 Historias de amor verdaderas. Buenos Aires, Emecé, 2006.

22 Iglesias, María Rosa: "El puente" (fragmento) en Fios invisibles http://fiosinvisibles.blogspot.com/2006/02/follas-novas.html, 8 de febrero de 2006.

23 Jorgi, Sebastián: "Encontrar a Pandolfi", en Rock Nena Linda. Buenos Aires, Los Robinsones, 2006.

24 Lojo, María Rosa: "Este es el bosque", en La Nación, Buenos Aires, 24 de diciembre de 2006.

Madrileños

En "Invocaciones a la dama del espejo", de María Rosa Lojo, un personaje escribe sobre su madre: "Erase una vez una reina, venida de un lejano país a otro caído en el extremo del mundo, casi allí donde empiezan los grandes hielos. Era orgullosa y nostálgica, y la devoraba el temor secreto de haber perdido su rostro verdadero. Para eso se miraba todos los días en el gran espejo de su cuarto regio, para reconocerse. En realidad –desdichada reina-, ella nunca supo cuál era ese rostro suyo buscado y preservado y lo que con tanto afán perseguía, lo quiso en vano" (1).

Notas

1. Lojo, María Rosa: "Invocaciones a la dama del espejo", en el grillo, N° 41, Julio-Agosto de 2005.

Vascos

En "La pesquisa" (1), de Paul Groussac, aparece una sirvienta vasca. La mujer es descripta por el empleado de correo: "joven aún, vestida como sirvienta y de aspecto extranjero, había retirado una carta, exhibiendo un pasaporte español a su mismo nombre".

En "El Hombrecito" (2), escribe Benito Lynch: "A fuerza de transpirado y jadeante, Bustingorri casi no habla, y recuerda, por su aspecto, a un gran buey cansino y sudoroso volviendo del trabajo".

En "Hotel Comercio", Bernardo Kordon presenta un comerciante vasco: "Un agente de policía cuidaba la puerta del Hotel Comercio. Los curiosos pujaban por entrar. Acosaron a preguntas al viajante. Divisó un rostro conocido: era Efraín Gutiérrez, el dueño de ‘El Vasquito’. Fueron andando juntos y cambiaron ideas sobre esa enfermiza y feroz voluntad de quitarse la vida. Ambos le tenían miedo y terror a la muerte, y se pusieron de acuerdo en que matarse era una cobardía" (3).

En "Los trotadores", de Elías Carpena, dice uno de los personajes: "-¡Mire, patrón: de los troteadores que ahí, en la Coronel Roca, corrieron el domingo, ni los que corrieron antes, le hacen ninguna mella… : ni siquiera el del vasco Estévez, que ganó sobrándose por el tiro largo, ni el de la cochería Tarulla, que ganó con el oscuro a la paleta! ¡Usted tiene el oro y lo confunde con el cobre!" (4).

Es vasco un personaje de "Mundo, mundo" (5), de Cristina Siscar.

En "La fotografía", Celia Matilde Caballero relata que un vasco logra ingresar a la foto en la que estaban su esposa y sus hijos (6).

En la provincia de Buenos Aires se afinca el protagonista de un cuento de Arturo M. García: "Don Javier Echegaray y Tarragona, oriundo de San Sebastián en el país vasco y como su nación, fuerte de temperamento, férrea voluntad, constante en el trabajo y perseverante en sus ideas había llegado a la Argentina a los doce años con unas ansias inconmensurables de hacerse la América. Recaló en Buenos Aires, pero la ciudad que crecía no le brindaba muchas ilusiones y esperanzas" (7).

Arturo M. García relata, en "Ella eligió así", lo sucedido a Raquel Amanda Olascoaga, hija de vascos tomada cautiva por Biguá, con quien pidió contraer matrimonio cristiano, rehusando volver a la sociedad. Cuando la llevaron los indios, ella era una "mujer de treinta años de edad, dama de recio temple y extraordinaria hermosura, hija única de un matrimonio de origen vasco, que después de haber habitado muchos años en el Río de la Plata, donde cosecharon una ingente fortuna a través de negocios de importación de bebidas espirituosas, traídas de Europa, se volvieron a su país natal, dejando a su hija ya madura, al frente de sus casas en Buenos Aires y Montevideo" (8).

En "El comisario Gorra Colorada", de Alberto E. Azcona, relata uno de los personajes: "Yo fuí amigo también del comisario 'Gorra Colorada'. Lo conocí en la batalla de La Verde, era alsinista como yo. En esa ocasión éramos menos, pero nos salvaron los rémington, y además el coronel Arias colocó a la tropa muy bien protegida en el monte de la estancia. Una noche, mientras comíamos un asado a la orilla de la laguna, me contó este vasco Aldaz, que en Navarra durante las 'carlistadas', estuvo preso en setenta y dos cárceles. Consiguió escapar y llegar a la Argentina, donde peleó contra López Jordán".

'Después -continuó el dueño de casa- se hizo famoso en toda la Provincia de Buenos Aires. Lo llamaban 'Gorra Colorada', no sé si por la 'chapela gorri' de los carlistas, por el distintivo de los conservadores, o porque en aquella época el quepis colorado formaba parte del uniforme de los comisarios'.

Sorbió el mate meditativamente, y continuó: 'Limpió todo el sur de la Provincia de vagos y criminales, y una vez él solo atropelló a facón al 'Tigre del Quequén, un tal Felipe Pachecho, que debía catorce muertes. Lo desarmó y lo ató'.

'Sí, -concluyó mirando más allá de las glicinas-, fuimos muy amigos con Luis Aldaz. Era un hombre de esos antiguos, muy capaz y, sobre todo, de pocas palabras…' ".

Notas

1. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selecc. de Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

2. Lynch, Benito: "El hombrecito", en Lynch, Benito: Cuentos. Selección, prólogo y notas por Ana Bruzzone. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol. 70).

3. Kordon, Bernardo: "Hotel Comercio", en R. Arlt, J. L. Borges y otros: El cuento argentino 1930-1959*** antología. Selección y prólogo de Eduardo Romano, notas de Marta Bustos. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

4. Carpena, Elías: "Los trotadores", en Carpena, Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973. Pág. 155.

5. Siscar, Cristina: "Mundo, mundo", en Reescrito en la bruma. Buenos Aires, Per Abbat, 1987.

6. Caballero, Celia Matilde: "La fotografía", en Fantasía y amor. Buenos Aires, Ediciones Arlequín de San Telmo, 1998.

7. García, Arturo: "El cóctel", en el grillo N° 22. Buenos Aires, 1999.

8. García, Arturo M.: "Ella eligió así", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la libertad, N° 18, 2004.

Sin mención de origen

En "La pesquisa" (1), de Paul Groussac, aparece un español que había logrado un buen pasar: "La señora de C., viuda de un comerciante español, después de liquidar la sucesión había colocado en diferentes bancos el importe de su modesta fortuna, para retirarse a aquella casita-quinta de su propiedad".

Ante la posibilidad de que su hija se case con un cristiano, dice a la joven el protagonista de "Mate amargo", de Samuel Glusberg: "-Es imposible. No se van a entender. En la primera pelea –y son inevitables las primeras peleas- él a manera de insulto, te llamará judía, y tú le gritarás cabeza de goi. Y puede que hasta se burle de cómo tu padre dice ‘noive’… él, que ha oído decir siempre al suyo: ‘Madriz’ " (2).

En "El hombre de la radio a transistores", cuento incluido en El yugo y la marcha, Andrés Rivera relata que al restorán Aguila llegó El Español: "A las ocho menos cuarto de la noche de ese martes se levantaron las persianas del restorán; se prendieron las luces; llameó, pálida, la pantalla del televisor. A la ocho y media llegó El Español. Era fuerte y alto, la nuca rapada en una cabeza pequeña; los ojos verdes, estrechos, jóvenes. La piel del rostro, quemada por el sol, tenía un color rojizo, vestía overall y saco, camisa de algodón, oscura, boina y borceguíes" (3).

En su cuento "Seguir viviendo", Ana María Torres evoca a las modistas españolas: "Josefina se hacía los vestidos con una modista. Yo, en cambio, con una que venía a coser a casa. Siempre eran españolas y siempre dificilísimas de conseguir, se las recomendaba pero no mucho, pues de recomendación en recomendación aumentaban su clientela y cuando uno las necesitaba no las conseguía. Los diálogos interminables entre mamá y la modista, los reproches, las promesas de venir, las demoras… hasta que por fin aparecía" (4).

En "Historia de José Montilla", Fernando Sorrentino da vida a un tendero inmigrante: "Don José Montilla vivía en la calle Bonpland, bastante cerca de casa. Mi padre tenía cierta amistad tenue con él, amistad que no iba mucho más allá del saludo y de alguna breve conversación. Pero quiero decir que don José Montilla y mi padre sentían un mutuo afecto silencioso. Gracias a esta relación, yo puedo ahora contar la historia de don José Montilla" (5).

Para conjurar la nostalgia, algunos inmigrantes traen de su tierra algo que les resulta especialmente querido: un retrato, un mantón, fotos… O el olivo que la española plantó en el fondo de su casa, en el cuento "Don Paulino", de Marita Minellono (6).

En "El encuentro", de Jonatan Gastón Nakache, encontramos un mozo español (7).

El protagonista de "La foto", de Alicia Pombar de Tourón, es un descendiente de hispanos: "Se llamaba Juan Carlos, era argentino, porteño, y había nacido en Versalles (…) Era nieto de inmigrantes españoles, agricultores por parte paterna, que buscaron alejar a sus hijos mayores de la guerra, y dejaron sus campos soñando volver. Su padre, uno de los menores, no compartía ese sueño" (8).

En "Un cambio inesperado", de Leticia Marcori, una pareja viaja a España a buscar una herencia (9).

Notas

1. Groussac, Paul: "La pesquisa", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

2. Glusberg, Samuel ("Enrique Espinoza"): "Mate amargo", en La levita gris. Cuentos judíos de ambiente porteño. Buenos Aires, BABEL.

3. Rivera, Andrés: "El hombre de la radio a transistores", en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970* antología. Selección, prólogo y notas del Seminario de Crítica Literaria Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 107).

4. Torres, Ana María: "Seguir viviendo", en Seguir viviendo. Buenos Aires, Marymar, 1984. 152 pp.

5. Sorrentino, Fernando: "Historia de José Montilla", en www.badosa.com.

6. Minellono, Marita: "Don Paulino", en Reunión. Buenos Aires, Corregidor.

7. Nakache, Jonatan Gastón: "El encuentro", en Escritura Joven III Concurso Literario para Jóvenes "Clara Kliksberg". Buenos Aires, Milá.

8. Pombar de Tourón, Alicia: "La foto", en el grillo, Suplemento: Gabinete de Letras y Arte El tema es la libertad, N° 18, 2004.

9. Marcori, Leticia: "Un cambio inesperado", en Varios autores: Nosotros el sur. Compilado por Nené D'Inzeo, directora del Taller Literario del Museo Histórico Sarmiento. Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 2007. 244 pp.

Franceses

"La escalinata de mármol (1852)" es uno de los cuentos de Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mujica Láinez. Lo protagoniza Monsieur Benoit, de quien se dice que era en realidad Luis XVII. En sus postreros instantes, el francés recuerda su vida: "¡Cuánto dibujó! ¡Cuántos planos nacieron bajo sus dedos hábiles! Desde que llegó a la Argentina, en 1818, no cesó de dibujar. Dibujó flores y animales extraños para el naturalista Bonpland; dibujó bellas fachadas para el Departamento Topográfico: edificios neoclásicos con frontones y columnatas, proyectos de canales, de muelles, de puentes, un mundo fantástico surgió de su pluma finísima, en la trabazón aérea de las cúpulas, de las torres, de los arcos. Antes, en Francia, había sido marino. Sirvió en las cañoneras del Emperador y en las goletas del Rey. Antes estuvo en muchas partes, en las Antillas, en Oriente, en Inglaterra, en Calais… Antes… antes había una terrible enfermedad, dolores agudos, una neblina que le sofocaba… Por más que se afanara en despejar las sombras que envolvían a su infancia, nada conseguía ver. Sin duda aquella enfermedad esfumó su memoria. Lo único que como un solitario peñón emergía en mitad del lago negro, era la escalinata de mármol" (1).

En "Trampa", escribe Elías Carpena: "Don Julio Sosa era patrón de una tropa de carretas y trabajaba con los hornos y con las quintas de los franceses". Alberto Oscar Blasi, autor de las notas, explica: "En la Loma Verde de Morón, las quintas de melones y espárragos, y los montes de duraznos, pertenecían a familias francesas" (2).

En "El piola", Adolfo Pérez Zelaschi presenta a un individuo que se quiere hacer pasar por francés: "Monsieur Gastón, un traficante de dinero extranjero a quien acudían sus compañeros del Banco, y él mismo, para algunas especulaciones menores, tipo de confianza, honesto delincuente del mercado negro que jamás había vendido un dólar o un marco falsos" (3).

En "Un caprichito muy francés", Eduardo Gudiño Kieffer escribe: "Nada: las francesas, sólo las francesas y sólo la Borchemiel entre las francesas. París se le nota en el modo de moverse, de vestirse, de desnudarse. De caminar. ¡Y de hablar! De hablar haciendo rodar las erres. Y de mostrar esos caprichitos muy franceses que uno no entiende. No, uno no entiende pero los soporta. Total, al fin y al cabo es de hombres" (4).

El ingeniero Ebelot es el protagonista de "El francés de la zanja", cuento de María del Carmen García: "El ingeniero Alfredo Ebelot llegaba con su andar de trancos largos, sombrero de fieltro cubriendo su rubia y rizada cabellera, botas altas y un poncho pampa cubriendo el hombro izquierdo. El francés se sumaba con frecuencia a beber unas ginebras y a oír y narrar los avatares de un día más en ese confín del mundo en América" (5).

En "Unico testigo", Jorge Alberto Reale se refiere a una inmigrante: "Manón, Griseta, La Francesita, eran los nombres de la misma mujer. Su aspecto absurdo, de melena recortada y la cruz de su boca bien roja, acompañaban la soledad de aquel lugar. Aquel lugar era el rincón del Bar 103" (6).

En "Mujer de facón en la liga", escribe Edgardo Cozarinsky: "El nombre del viejo Kutschinski era impronunciable para nosotros; de allí derivó que a su farmacia la llamáramos la farmacia de K. y a su hija Irene K. Sabíamos que eran franceses, los habíamos oído hablar francés entre ellos, aunque otros juraban que en aquella casa hablaban una especie de dialecto alemán. Nos desorientaba la consonancia eslava del apellido. ‘Habrán venido de Francia nomás, pero para mí que son judíos’ murmuraba mi padre antes de añadir, cabizbajo, ‘están en todos lados…’ " (7).

Notas

1. Mujica Láinez, Manuel: Misteriosa Buenos Aires. Buenos Aires, Sudamericana, 1977.

2. Carpena, Elías: "Trampa", en Carpena, Elías: Los trotadores. Buenos Aires, Huemul, 1973.

3. Pérez Zelaschi, Adolfo: "El piola", en H. Bustos Domecq, A. Pérez Zelaschi y otros: El cuento policial. Selección, Jorge Lafforgue y Jorge B. Rivera. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo).

4. Gudiño Kieffer, Eduardo: "Un caprichito muy francés", en La vida clandestina, volumen que integra la colección Nuestro siglo – Historia de la Argentina, dirigida por Félix Luna. Buenos Aires, Crónica, 1992.

5. García, María del Carmen: Cuentos de criollos y de gringos, en colaboración con Fanny Fasola Castaño. Buenos Aires, Editorial Vinciguerra, 1996.

6. Reale, Jorge Alberto: "Unico testigo", en el grillo, Buenos Aires, N° 37, Mayo-Junio de 2004.

7. Cozarinsky, Edgardo: "Mujer de facón en la liga", en Tres fronteras. Buenos Aires, Emecé, 2006.

Griegos

La protagonista de "La rapiña", de Marta Lynch, se refiere a los Stavros, una familia griega: "El mismo apellido desconcertaba de entrada. Como si vinieran de lejos con un confuso prestigio de Medio Oriente acerca del cual no había obligación de estar bien enterado o con un franco y honesto aire de inmigrante en primera generación, exudando inteligencia para abrirse paso y un límpido chusmaje que a fuerza de ser admitido dejaba de estorbar" (1).

"Michel Moljo: El epigrafista" (2) se titula el cuento en el que Isaías Leo Kremer evoca a este hombre que, "en 1950, dolorido por la devastación de toda la comunidad judía de Grecia, se embarcó hacia Buenos Aires para hacerse cargo de la conducción del templo SHALOM". "De prisa Michel Moljo –escribe Kremer-, trata de descifrar rápido esas antiguas inscripciones, que ya vendrán los marmoleros para llevarse las placas y no habrá otra oportunidad para hacerlo. Tu reacción fue instantánea, cuando el alcalde de Salónica decidió tomar una parte del antiguo cementerio judío por "razones urbanísticas"; te apuraste a rescatar ese testimonio que arranca de épocas tan antiguas y que nutrieron con sus nombres a tantas familias de hidalgos españoles".

Notas

1. Lynch, Marta: "La rapiña", en Lynch, Marta: Los cuentos tristes. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1967.

2. Kremer, Isaías Leo: "Michel Moljo: El epigrafista", en SEFARaires, N° 18, Octubre de 2003.

Ingleses

En "Nelly", de Eduardo L. Holmberg, uno de los personajes es inglés: "El señor Phantomton era rubio y delgado, usaba bigote caído, y en sus ojos vagaba una niebla de misteriosa sugestión. Vestía correctamente, como todos los ingleses acomodados, y conversaba con la franqueza de un hombre que dice lo que piensa, lo cual no suele ser agradable para los que no piensan lo que dicen" (1).

En "Un sepelio atmosférico (Crónica de 1891)", Juan Carlos Dávalos relata el destino que un astrónomo inglés radicado en Salta, eligió para sus restos: "A toque de clarines, la ceremonia dio comienzo a las 3, hora en que el globo, totalmente hinchado, cerníase por encima de la muchedumbre apeñuscada. Debajo del globo, sobre una mesa, notábase un bulto largo, especie de túmulo cubierto por un amplio trapo negro: ahí estaba el cadáver de Mr. Stop" (2).

Un británico protagoniza "Mister Meaney", de Juan Carlos Dávalos: " ‘El gringo Meaney’ fue en el Colegio Nacional de Salta una de las últimas víctimas de nuestra incultura, en una época en que la buena crianza de mucha gente bien nacida estaba lejos de alcanzar el excelente nivel medio que observamos hoy" (3).

Un inglés protagoniza el relato que un personaje narra en el cuento "Al rescoldo", de Ricardo Güiraldes: "-Est’ era un inglés –comenzó el relator-, moso grande y juerte, metido ya en más de una peyejería, y que había criao fama de hombre aveso para salir de un apuro. (…) El inglés, poco amigo de alcagüeterías, prometió cayarse y dejarlo al infelis yorando su amargura. Esto pasó hase muchos años, y dicen que al inglés, como premio a su güena alma, nunca le salió más redondo un negocio" (4).

Uno de los cuentos reunidos en Carroza y reina -libro de Isidoro Blaisten premiado en el Concurso Literario de la Fundación Fortabat-, es "Lotz no contesta". En ese cuento, el narrador, Pecheny, recuerda a Míster Donovan. Pecheny y Lotz "Desde el veinticuatro que usaban el Longines. Desde el veintidós que estaban juntos en el ferrocarril. En el veinticuatro los ascendieron a los dos. Míster Donovan los hizo llamar y él en persona les entregó el Longines. Cuando entraron al despacho, Míster Donovan tenía ya los dos Longines encima del escritorio. Los felicitó y los mandó en comisión especial" (5).

Pedro Orgambide describe, en "La señorita Wilson", a una inmigrante inglesa, acerca de la que manifiesta uno de los personajes: "Yo he visto a la señorita Wilson en la terraza, escuchando una sinfonía de Mozart que se empinaba por las paredes grises y subía hasta los cables tendidos y las antenas de televisión y las nubes de un atardecer en Buenos Aires. Y me pareció que la señorita Wilson sonreía" (6).

El protagonista de "Huella digital", de Marta Celina Linardi, "Recordó los años transcurridos en el White School. Su educación había sido un privilegio. Y aquel comedor con enormes arañas y las mesas de roble pulcramente cubiertas con manteles almidonados. Las sillas eran muy pesadas para sus cuerpos de niños pero había que aprender a correrlas sin hacer ruido. Y las aulas. Y los jardines. ‘Eres afortunado’ decía mamá. Ella siempre me trajo regalos. Los mejores. Claro que no era fácil tolerar los fines de semana allí adentro. Por suerte Miss Focker me entretenía leyendo cuentos en inglés" (7).

En "Pleamar", Oscar González evoca al capitán Griffith George, quien, tras naufragar en 1883, se radicó en la estancia "Los Yngleses", en el Partido de General Lavalle (8).

A Amy Stirling –que "había sido inglesa, linda y joven"- se refiere el narrador, en un texto de María Esther de Miguel: "Como no hay males completos tuvo su porción de dicha: murió una tía y la dejó heredera. Amy Stirling, buscando defender su sueño hecho polvo, cerró la casa de Liverpool y dispersó sus días por el ancho mundo. Su meta fueron las ciudades con puertos: en ellos recorría muelles y cafetines, días y noches, los ojos bien abiertos y la foto del marinerito en la mano" (9).

En "La noche de la cruz de plata" -uno de los cuentos por los que Jorge Torres Zavaleta mereció el Premio Fortabat en 1987-, la guerra, que parecía tan lejana, tan europea, llegó a la Argentina. Tan argentino se siente el hijo de Miss Lucy que, cuando se declara la guerra de las Malvinas, se alista para combatir a los ingleses. Muere en el combate, luchando contra los soldados de la nación de sus padres. Miss Lucy, al enterarse de la muerte del joven, "pensó que de lejos, sin advertirlo, sus compatriotas la habían mutilado" (10).

Don Domingo, personaje creado por Fanny Fasola Castaño para su cuento "Y el paisano va", recuerda su infancia: "Los niños tenían una mesa aparte, alrededor de la cual podían mezclarse en sus juegos. Y él se veía corriendo atrás de sus primas, algunas criollas y otras gringas. Sí, porque su madre era una de esas inglesas que habían llegado con su familia buscando mejores horizontes, huyendo de conflictos religiosos e intentando afianzarse en la campiña que tanto les agradaba" (11).

Con "La tarde que oscureció de tristeza", Julio Enrique Juárez obtuvo el Primer Premio Categoría Narrativa 2004 en el Concurso Literario Identidad, en la Ciudad de Azul, Provincia de Buenos Aires. En ese texto se alude al mal proceder de un inglés: "Don Carlos Azcona, el hombre entrañable y admirado por la sociedad azuleña, se había quitado la vida. En una nublada tarde de verano de 1987 cuando aquel benemérito empresario pujante y exitoso, se dejó vencer por la ira y sacando de un cajón del escritorio el lustroso 38 Smith & Wesson que siempre lo acompañaba, gatilló tres veces" (12).

Notas

1. Holmberg, Eduardo L.: "Nelly", en Cuentos fantásticos. Buenos Aires, Hachette, 1957.

2. Dávalos, Juan Carlos: "Un sepelio atmosférico (Crónica de 1891)", en Los buscadores de oro. Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La muerte de Sarapura Antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. Págs. 96 a 101. (Capítulo, vol. 66).

3. Dávalos, Juan Carlos: "Mister Meaney", en Los buscadores de oro. Incluido en Dávalos, Juan Carlos: La muerte de Sarapura Antología. Buenos Aires, CEAL, 1980. Págs. 102 a 106. (Capítulo, vol. 66).

4. Güiraldes, Ricardo; "Al rescoldo", en R. J. Payró, J. C. Dávalos, R. Mariani y otros: El cuento argentino 1900-1930 antología. Selección y prólogo por Eduardo Romano; notas por Alberto Ascione. Buenos Aires, CEAL, 1980. (Capítulo, vol. 60).

5. Blaisten, Isidoro: "Lotz no contesta", en Carroza y reina. Buenos Aires, Emecé, 1986. 219 pp.

6. Orgambide, Pedro: "La señorita Wilson", en La buena gente. Buenos Aires, Sudamericana. Incluido en A. Castillo, D. Sáenz, H. Conti y otros: El cuento argentino 1959-1970 antología. Buenos Aires, CEAL, 1981. (Capítulo, vol. 107).

7. Linardi, Marta Celina: "Huella digital", en Varios autores: Nosotros el Sur. Selección de Nené D’Inzeo. Buenos Aires, Tu Llave, 1992. 124 pp.

8. González, Oscar: "Pleamar", en El Tiempo, Azul, 1° de diciembre de 1996.

9. Miguel, María Esther de: "Amy Stirling", en el grillo, Buenos Aires, Marzo-Abril de 2003, Año 12, N° 34.

10. Torres Zavaleta, Jorge: "La noche de la cruz de plata", en El palacio de verano. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1987.

11. Fasola Castaño, Fanny: "Y el paisano va", en "Cuentos de criollos", en Cuentos de criollos y de gringos, Breves historias con Historia, en colaboración con María del Carmen García. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996.

12. Juárez, Julio Enrique: "La tarde que oscureció de tristeza", en El Tiempo, Azul, 28 de noviembre de 2004.

Irlandeses

William Bulfin, escritor irlandés que llegó a la Argentina en 1880 y fue director de The Southern Cross, es el autor de Tales of the pampas. Alejandro Clancy, el traductor de la obra, afirmó: "Cuentos de la Pampa –escritos por Bulfin a partir de 1880- narra cómo era la vida de los irlandeses y de los argentinos en el campo, cerca de los fortines. Los irlandeses –que sobre todo eran ovejeros- llegaban acá sin un centavo y empezaban haciendo las tareas manuales que no querían hacer los gauchos" (1).

En el cuento "Los afanes", Adolfo Bioy Casares alude a las irlandesas: "Milena tenía el pelo castaño –lo llevaba muy corto-, la piel morena, los ojos grandes y verdes (menospreciaba los ojos azules de las Irish-porteñas), las manos cubiertas de mataduras. Era alta y fuerte" (2).

"Elisa Brown" se titula el cuento en el que María del Carmen Garcia evoca la suerte corrida por la hija del almirante: "Cuando el sol de una de las ultimas mañanas de diciembre comenzo a hacer brillar las aguas del rio con pequeños destellos dorados y el aire se lleno de la fragancia de los jazmines, Elisa creyo comprender que esa era la hora de la cita, ese era el momento que habia estado esperando dia tras dia. Bajo descalza al jardin, recogio al pasar unas flores, bajo la barranca que la separaba del rio y sin volver la cabeza se fue hundiendo en el agua viendo los ojos amados en sus ojos, oyendo sus dulces promesas en su oido y sintiendo el abrazo del ancho pecho que la protegeria para siempre" (3).

Juan José Delaney es el autor de Tréboles del Sur (4), quince textos que transcurren a lo largo de más de un siglo. En "Destinos (1929)", escribe una inmigrante irlandesa: "No te enojes porque no haya escrito antes. Me fue imposible hacerlo debido a la angina tabacal que me arrancó la promesa de no fumar más. Aciertas al suponer que no soy feliz. La vida es algo difícil por acá y confieso que estoy dudando de si mi arrojo de hace diez años valió la pena".

En Los viejos cuentos de la tía Maggie (Una irlandesa anida en las pampas) (5), Susana Dillon reúne cuentos traidos desde otras tierras por la tía que, afincada en la Argentina, formó un hogar con un vasco, y fue madre de cinco varones. Es a ella, a quien la autora dedica estas páginas: "Estos cuentos son un homenaje a tía Maggie, aquella irlandesa prototípica que una vez fue trasplantada a las pampas con toda la magia de sus artes domésticas y el inefable encanto de las personas dulces y simples cuyo recuerdo aroma mi infancia. (…) En su memoria reconstruyo estas leyendas de la tierra de nuestros ancestros, para que otros también tengan oportunidad de participar de la oralidad de este pueblo nuestro, tan tocado por los infortunios, pero también por la varita mágica de la fantasía".

Notas

1. S/F: en El Tiempo, Azul, 16 de noviembre de 1997.

2. Bioy Casares, Adolfo: "Los afanes", en Mi mejor cuento. Buenos Aires, Orión, 1973.

3. García, María del Carmen: "Elisa Brown", en Cuentos de criollos y de gringos. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996. En colaboración con Fanny Fasola Castaño.

4. Delaney, Juan José: "Destinos (1929)", en Tréboles del sur. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1994.

5. Dillon, Susana: Los viejos cuentos de la Tía Maggie (Una irlandesa anida en las pampas). Ilustración de tapa e interiores: Angel Vieyra. Río Cuarto, Córdoba, Universidad Nacional de Río Cuarto, 1997. 91 páginas.

Italianos

Abruzzos

Doménico, un campesino italiano herido durante una huelga en Buenos Aires, en 1919, siente nostalgia de su país. El personaje creado por María del Carmen García "Se quedó pensando en su casa de Pescara, la casa de sus padres, las paredes amarillas, las viejas tejas rotas, descoloridas, que cobijaban en una cocina y en una sola habitación a una numerosa familia de doce almas" (1).

Notas

1. García, María del Carmen: "Dóménico, el campesino obrero", en "Cuentos de gringos", en Cuentos de criollos y de gringos, Breves historias con Historia, en colaboración con Fanny Fasola Castaño. Buenos Aires, Vinciguerra, 1996.

Basilicata

En un cuento (1), Martha Moroni relata la historia de su abuela.

Notas

1. Morini, Martha: "Inmigrante italiana", en el gRillo, N° 45, Noviembre-Diciembre 2006.

Friuli

Una madre deja en Italia a sus hijas, y viaja a la Argentina llevando al hijo, en el cuento "El tren de medianoche" de Syria Poletti: "Era un atardecer iluminado al rojo cuando mi madre se acercó al tren excitada y hermosa como todas las mujeres cuando van a reunirse con el marido y le llevan un hijo varón. Atrincherada en mi espeso mutismo, no quise besarla. Y ella, para aliviar su culpa, quiso creer que no la quería. –Todavía no comprende…-justificó su cobardía" (1).

Notas

1. Poletti, Syria: "El tren de medianoche", en Mi mejor cuento. Buenos Aires, Orión, 1974.

Lacio

En "La conquista de Buenos Aires", de Enrique Loncán, Cicerón vuelve a la vida en el siglo XX y emprende, "para los idus de marzo de 1932 (d.C.)", un viaje del que se arrepentirá amargamente. El latino escucha que "más allá del Atlante existe una ciudad nueva, maravillosa, pletórica de esperanzas. Es la tierra prometida de los inmigrantes, la meta de los destinos fantásticos y las riquezas fabulosas. Se cuentan por millares los hijos del Lacio que en Buenos Aires hicieron fortuna…" (1).

Notas

1. Loncán, Enrique: "La conquista de Buenos Aires", en Cuentos y esquicios. Buenos Aires.

Lombardía

Un personaje de "El día de las grandes ganancias", de Alberto Gerchunoff, es italiano. El dueño de la "Tienda de las cuatro estaciones" es descripto así por el narrador adolescente: "Lombardo de fuertes piernas, espaldas enormes y cara redonda como un plato, en la que brillaban dos ojos grises, rientes y móviles, hallábase siempre instalado en el fondo del negocio, colgando de los labios la curva pipa de barro. Hombre de cuarenta años, obeso y jovial como un párroco de aldea, no concebía entre las paredes de la tienda el malhumor que amargaba mis planes" (1).

En "Santana", de Roberto Mariani, una lombarda sufre un percance: "Después de aquel temporal en que un aletazo de viento tumbó al suelo a la lombarda del segundo patio destrozándole la sopera y derramándole el humeante caldo, las vecinas todas, en un acuerdo defensivo, decidieron cocinar en sus respectivas habitaciones durante los días de recio viento o dura lluvia, rebeldes a la obstinada reclamación del negro Apolinario, encargado del conventillo" (2).

Notas

1. Gerchunoff, Alberto: "El día de las grandes ganancias", en Cuentos de ayer. Buenos Aires, Ediciones Selectas América, Tomo I, Nº 8, 1919. Págs. 227/8.

2. Mariani, Roberto: "Santana". Citado por Páez, Jorge en El conventillo. Buenos Aires, CEAL, 1970.

Piamonte

En "La torre del amor", Marcos Aguinis relata la historia de un piamontés afincado en Río Cuarto y su descendencia (1).

Notas

1. Aguinis, Marcos: "La torre del amor", en Aguinis, Marcos: Todos los cuentos. Buenos Aires, Sudamericana, 1995.

 

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