Portugueses
En sus memorias de infancia, Alcides J. Bianchi recuerda al heladero portugués que vendía en Mendoza: "el portugués ‘Lurdeos’, cuyo sobrenombre provenía de su forma de expresarse al ofrecer los helados, con la típica ruleta de la suerte, donde uno pagaba cinco centavos, y tenía el derecho a dos tiros de ella. -¡Chicos!, a probar suerte, van a sacar tantus heladus como lurdeos míos –y levantando su rústica mano derecha mostraba sus dedos en pantalla" (1).
Notas
1. Bianchi, Alcides J.: Aquellos tiempos… Buenos Aires, Maymar, 1989.
Rusos
Marcos Alpersohn fue pionero en la colonia Mauricio, en la provincia de Buenos Aires, y primer cronista de un asentamiento judío en la Argentina. "Dejó escrito su interesante testimonio sobre la llegada al país, en 1891", en el que manifiesta: "el vapor alemán Tioko me trajo a Buenos Aires de Hamburgo, junto con otros trescientos inmigrantes, después de una travesía de treinta y dos días. Aún antes de que el barco entrara en el puerto, al divisar desde lejos la ciudad envuelta por palmeras, nos sentimos dominados por la alegría. Las madres levantaban en alto a sus pequeñuelos, diciéndoles jubilosamente: -Miren, chicos; ahí está el paraíso, la tierra bella y verde que el bondadoso Barón de Hirsch ha comprado para vosotros" (1). Días después advertirían que la realidad poco tenía que ver con sus expectativas.
En sus memorias, el pampista Mauricio Chajchir relata que en 1891 "se abrió el comité del Barón de Hirsch. Fue una salvación para los judíos y empezó el registro de las familias. Aceptaban solamente familias con hijos varones. Los que no los tenían, se daban maña. Hacían inscribir a un soltero como hijo y la cosa marchaba". Cuando llegaron fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes: "No sé de dónde surgió la versión que los cocineros y el personal eran judíos españoles y por consiguiente todo era kosher. Y ¡ah! Por primera vez durante todo el viaje, todo el pasaje disfrutó de una buena cena. Al día siguiente una comisión de mujeres fue a investigar a la cocina para ver si salaban la carne y se encontraron con una cabeza de cerdo sobre la mesa. Volvieron amargadas y tratando de vomitar lo que habían comido la noche anterior" (2).
Entre los inmigrantes que arribaron a nuestro país llegó Alberto Gerchunoff, de origen ruso, nacido en Tulchin, Vinnitsa, en 1883, quien se estableció con su familia en una colonia de Villaguay, Entre Ríos, después de que el padre fuera asesinado en Moisés Ville, Santa Fe. "En aquellos años ya distantes –recuerda en su "Autobiografía" (3), escrita en 1914-, los judíos no emigraban, y la tentativa de colonización del Barón Hirsch iluminaba a los israelitas de Tulchin, como la esperanza mesiánica del retorno al reino de Israel".
En sus páginas autobiográficas, se describe a sí mismo vestido a la usanza de la nueva tierra: "como todos los mozos de la colonia, tenía yo aspecto de gaucho. Vestía amplia bombacha, chambergo aludo y bota con espuela sonante. Del borrén de mi silla pendía el lazo de luciente argolla y en mi cintura, junto al cuchillo, colgaban las boleadoras".
Benedicto Caplán escribe: "El gran cambio en las costumbres de los judíos ortodoxos se produjo cuando la segunda generación en el país, o sea la de mi padre. Así como los de la primera generación todos llevaban largas barbas, salvo algunos elegantes que se las recortaban en punta, los de la segunda generación se afeitaron casi sin excepción, cambiaron sus hábitos alimentarios, adoptando los de los gauchos. La religión se siguió practicando en las grandes fiestas. Aparecieron los primeros gauchos verdaderos: bombachas anchas en lugar de pantalones, faja con tiradores y facón, asados, mate y carreras cuadreras. En la generación tercera, o sea la mía, este tipo humano pintoresco se multiplicó en todas las colonias" (4).
A sus padres evoca Etel Chromoy, hija de rusos que inmigraron a la Argentina: "La pasión de mi madre por los ideales de la Ilustración, y la seguridad sin fisuras de mi padre por los Ideales de la Emancipación, hicieron de mi infancia un torrente de alegrías y descubrimientos. Yo vivía en un tiempo inexistente y pertenecía a un fascinante pueblo sobreviviente, que depositaba su confianza en palabras escritas miles de años atrás. Mi fortaleza y mi seguridad se nutrían en 2000 años a.e.c. y 2000 años e.c." (5).
En Babilonia chica, escribe Mito Sela: "Crecí y me desarrollé en un barrio fuera de la Capital, ya provincia, sólo cruzando la Av. Gral. Paz. Este barrio –otro mundo- reunía en sus calles fábricas y galpones de la industria textil, que funcionaban sin descanso 24 horas diarias durante seis días a la semana. Junto a la industria se desarrolló un proletariado textil, formado por italianos, españoles y judíos, fervientes sindicalistas, que en su mayoría se identificaban con los distintos matices de la izquierda hasta la llegada del peronismo" (6).
En Mi Colonia Rusa, escribe Iaacov Kaspin: "La Colonia Rusa de Río Negro cumplía sus veinte años, cuando nací como último nieto de los principales colaboradores en la fundación de la Colonia: Itzjak Locev y Natan Kaspin.
Mi infancia, con compañeros de mi edad, me traen hermosos recuerdos: bañándonos en el canal de riego o paseando por caminos de tierra, cercados de altas alamedas, en noches de luna, con nuestras amigas … dichosos de nuestro mundo, convencidos que no hay otro. La rutina del colegio, sinagoga, familia, me llenaba de dicha"(7).
Notas
1. Alpersohn, Marcos: Memorias de un colono argentino, en Judaica N° 50. Tomado de Senkman, Leonardo: La colonización judía. Buenos Aires, CEAL, 1984.
2. Chajchir, Mauricio: "Viaje al país de la esperanza. Relato de un viajero del Pampa", en La Opinión, Buenos Aires, 8 de agosto de 1976, reproducido en Asociación de Genealogía Judía de Argentina, Toldot #8. Noviembre de 1998.
3. Gerchunoff, Alberto: "Autobiografía", en Feierstein, Ricardo (selecc. y prólogo): Alberto Gerchunoff, judío y argentino. Buenos Aires, Milá 2001.
4. Caplan shalom www.lavaca.org
5. Chromoy, Etel: Un barco azul y blanco. Buenos Aires, Milá, 2006. 300 pp. (Imaginaria)
6. Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires, Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).
7. Kaspin, Iaacov: Mi colonia rusa, por Iaacov Kaspin. Buenos Aires: Mila, 2006.
Suizos
"El 26 de octubre del año 1855 –escribe Roberto Zehnder- abandonamos Basilea, adonde hemos llegado antes del mediodía en omnibus. (N. Del A. Probablemente sea algún tipo de diligencia que lo llevaba desde su pueblo de origen hasta una ciudad importante como lo es Basilea), y nos alojamos en una hostería de nombre "El Buey colorado". (…) La mitad de los pasajeros del "Lord Ranglan" fue trasladado en un barco a vapor chico a Santa Fé y alojados al norte de la ciudad; mientras la otra mitad abandonaba el puerto de Buenos Aires tres días antes de nosotros y llegaron al puerto de Santa Fé al mismo minuto para anclar. En el barco se encontraron Guillermo Hübeli, Ricardo Buffet, Buchard Griboldi, como viajeros del "Lord Reglan" (N. Del A.: Lord Raglan)" (1).
Notas
1. Zehnder, Roberto: "Anotaciones durante mi inmigración, de Suiza a la República Argentina, por Roberto Zehnder, colonizador", en hugozingerling[arroba]educ.ar.
Turcos
Matilde Bensignor es la autora de De miel y milagros (Evocaciones Sefardíes) (1) "un libro que habla de la familia sefardí y reflexiona sobre los valores que hoy, todavía perduran en nuestra cultura judeo-cristiana". Auspician la edición la Embajada de Israel, la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí.
Notas
1. Bensignor, Matilde: De miel y milagros (Evocaciones Sefardíes). Buenos Aires, Editorial Milá, AMIA, 2004.
Ucranios
María Arcuschín escribió De Ucrania a Basavilbaso (1) obra en la que rinde homenaje a sus antepasados y a quienes llegaron a América en busca de un futuro mejor, al tiempo que narra su propia vida en el seno de la colectividad judía entrerriana. Recuerda los relatos familiares sobre la razón que los llevó a emigrar: los antepasados ""Fueron casa por casa, puerta por puerta alertando sobre el peligro del próximo pogrom y la urgencia de partir hacia América en busca de libertad y de paz". En la obra se observa la incidencia del momento histórico y el ámbito geográfico en los personajes; la presencia de la autora en el texto; la religión y la educación, el trabajo y las diversiones, como así también las reiteradas agresiones que sufrieron los judíos de esa provincia, y las consecuencias que trajeron a la autora y su familia.
Rosalía de Flichman escribió Rojos y blancos. Ucrania (2). En esta obra en evoca su infancia, en la que la amargura era una realidad cotidiana. Las persecuciones, la revolución, la guerra civil, las violaciones y los asesinatos –a los que se suman las inundaciones y el tifus- son el cuadro con el que Rosalía debe enfrentarse a muy corta edad: "Los blancos están en la ciudad, persiguen sin cesar a los judíos. Matan a los hombres, se apoderan de las mujeres jóvenes y hasta de las niñas. Estoy cansada de tanto horror. Y los cambios continúan. Hoy los blancos, mañana los rojos. Como somos despreciables burgueses, estos invaden la casa y nos reducen a dos habitaciones. El hambre se hace sentir, duele". Agobiada por la tristeza, la niña piensa en el padre, al que no ve desde hace años. Después de muchos trámites, emigran para reencontrarse con él. Por fin, llegan a Mendoza. Ha comenzado para Rosalía "una larga vida en la Argentina, una vida plena y feliz".
En su libro de memorias, titulado Ultima carta de Moscú (3), Abrasha Rotemberg relata que, después de siete años, se reencontró con su padre, que trabajaba como "cuenténik", "clásica ocupación de los inmigrantes judíos, que consistía en la venta callejera a crédito de todo tipo de prendas. ‘Yo descubrí muchos años después que esa generación de inmigrantes pobres y analfabetos resultó una de gigantes, que supo enfrentar una vida sumamente dura y difícil. No había otra alternativa que sobrevivir y ellos lo hicieron’, dijo Rotemberg" (4).
Notas
1. Arcuschín, María: De Ucrania a Basavilbaso. Buenos Aires, Marymar, 1986.
2. Flichmann, Rosalía de : Rojos y blancos. Ucrania. Buenos Aires, Per Abbat, 1987.
3. Rotenberg, Abrasha: Ultima carta de Moscú. Buenos Aires, Sudamericana, 2004.
4. Gutman, Daniel: "Relato de una vida, de la Unión Soviética al diario ‘La Opinión’ ", en Clarín, Buenos Aires, 6 de abril de 2004.
Varios
En sus Memorias, Lucio V. Mansilla escribe: "El italiano no había comenzado aún su éxodo de inmigrante. De España, en general del Ferrol, de La Coruña, de Vigo sobre todo, sí llegaban muchos barcos de vela, rebosando de trabajadores, aprensados como sardinas (…) En cierto sentido eran como cargamento de esclavos" (1).
Gladys Onega escribió Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa (2), convencida de que "todos tenemos derecho a escribir nuestra historia" (3).
Su historia se inicia en Acebal, provincia de Santa Fe, donde nace en 1930, y continúa en Rosario, ciudad a la que se mudan en 1939. Sus primeros años transcurren en el seno de una familia integrada por un gallego tan esforzado y ahorrativo como autoritario; una criolla apasionada por la hija mayor, la lectura y la costura; y dos hermanos, que acaparan la atención que la pequeña reclamará para sí. Junto a ellos encontramos la familia de la casa da pena –los gallegos que quedaron en su tierra-, los parientes gallegos que emigraron y los parientes criollos de la madre, y los inmigrantes –en su mayoría italianos- que viven en el pueblo.
En un viaje por Santa Fe, Onega y su padre ven a "los expulsados de la tierra": "vimos un carrito del que tiraban una mujer y un hombre, cada uno de su vara; en ese carrito pequeño y angosto llevaban su casa. Allí habían cargado los muebles, los hierros de labranza, un baúl, atados de ropa y todavía cabía una cama donde unos chicos y la nona se amontonaban y se tapaban del sol con la colcha blanca de algodón ahora ennegrecido, que había formado parte del ajuar europeo y que tantas veces había visto en las casa de chacareros, atada por sus cuatro puntas al respaldo y a la piesera de hierro de la cama. Debajo de ese toldo trataban de salvarse del terrible castigo del sol y del bochorno de la tarde con el aire que debía soplar por los costados libres. Detrás del carrito venían unos muchachos que empujaban aliviando el esfuerzo de sus padres".
En "Mínima autobiografía de la exiliada hija" (4), trabajo que integrará un volumen sobre el exilio español republicano de 1939, a publicar por la Universidad de Lérida, María Rosa Lojo se refiere a su vida como hija de un gallego y una madrileña exiliados en la Argentina. Sobre la alimentación en la nueva tierra, escribe: "También los sabores, los gozos de la comida, se conformaron y se acuñaron fuera de los hábitos de la cocina argentina moderna. Para mí eran absolutamente familiares los pulpos y los langostinos, los calamares, los camarones y mejillones ajenos a los hábitos de las pampas, y que más bien horrorizaban con sus valvas, sus tintas y sus viscosos tentáculos a la mayoría de mis compañeras de escuela. En cambio, durante la infancia y adolescencia consideré como elementos exóticos las pastas y la pizza –‘clásicos’ para un recetario argentino, definido por su neta hibridez ítalo-criolla-".
En Babilonia chica, escribe Mito Sela: "Crecí y me desarrollé en un barrio fuera de la Capital, ya provincia, sólo cruzando la Av. Gral. Paz. Este barrio –otro mundo- reunía en sus calles fábricas y galpones de la industria textil, que funcionaban sin descanso 24 horas diarias durante seis días a la semana. Junto a la industria se desarrolló un proletariado textil, formado por italianos, españoles y judíos, fervientes sindicalistas, que en su mayoría se identificaban con los distintos matices de la izquierda hasta la llegada del peronismo" (5).
Notas
1 Mansilla, Lucio V.: Mis memorias
2 Onega, Gladys: Cuando el tiempo era otro. Una historia de infancia en la pampa gringa. Buenos Aires, Grijalbo-Mondadori, 1999.
3 Duche, Walter: "Todos tenemos derecho a escribir nuestra historia", en La Prensa, Buenos Aires, 18 de julio de 1999.
4 Lojo, María Rosa: "Mínima autobiografía de una ‘exiliada hija’ ", en Sitio Al Margen Revista Digital. Noviembre de 2002.
5 Sela, Mito: Babilonia chica. Buenos Aires, Milá, 2006. 112 pp. (Imaginaria).
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Las memorias y autobiografías son testimonios de los que nos valemos cuando queremos conocer la historia de la inmigración en nuestro país. En ellas, encontramos la evocación de vidas llenas de coraje y nostalgia. Y la conciencia del autor de pertenecer a una tierra, y haber elegido otra a la que ama con la misma intensidad.
Cartas
1. Introducción
2. Italianos
3. Españoles
4. Ingleses
5. Irlandeses
6. Franceses
7. Alemanes
8. Suizos
9. Austríacos
10. Daneses
11. Estadounidenses
12. Notas
1- Introducción
En este trabajo me ocupo de algunas de las cartas que los inmigrantes –reales o de ficción- enviaron a sus parientes y amigos.
En ellas les contaban sus alegrías y sus desventuras en la nueva tierra; hablaban de sus necesidades y logros, pedían, comparaban las costumbres argentinas con las que traían de sus países origen, transmitían la nostalgia que los acompañaba.
He encontrado cartas escritas en circunstancias atípicas, como las que Severino Di Giovanni envía a Josefa Scarfó, y la que Butch Cassidy, escribe a sus amigos, desde Chubut.
Entre los temas abordados no falta la relación con los indígenas, como se puede observar en las cartas del padre Donati y de los lectores de The Standard, y en la del gallego al que da vida Aurora Alonso de Rocha.
Incluyo, asimismo, la carta que un inmigrante envía al periódico El Obrero, en la que da cuenta del engaño y los malos tratos de los que es víctima. Esa misiva se envía con el propósito de alertar a los compatriotas acerca de las falsedades que encierran las promesas que se les hacen.
Muchas de estas cartas han sido escritas en castellano; otras, en la lengua del país de origen o en otras lenguas. En algunas encontramos un castellano con errores gramaticales y sintácticos, mechado de términos extranjeros, que demuestra las dificultades de los gringos para manejarse en el idioma del país al que habían elegido, o la escasa instrucción de quienes ya hablaban ese idioma.
Otra forma de testimoniar la vida en la Argentina era el envío de fotografías. Se enviaban, para ocasiones especiales, postales con retratos familiares, editadas por los estudios de fotografía. "Hoy, los coleccionistas aún las encuentran circulando en mercados de Italia y España con sellos argentinos: habrían sido enviadas por familiares que emigraron al país" (1).
Sobre las fotos que le tomaron en su infancia, escribe Jorge Fernández Díaz: "Todas estas fotos viajaban a España dentro de las cartas que mamá le escribía con orgullo a María del Escalón. Mi abuela, con prosa esculpida, respondía en la conciencia declarada de que ella no tenía perdón y de que se debía reparar la historia" (2).
Mauricio Kartun, en "El siglo disfrazado", se refiere a las fotos que se enviaban a los países de origen, para mostrar el bienestar de los hijos de los inmigrantes (3).
También se enviaban cartas cuando un inmigrante moría. En la muestra "Buenos Aires 1910, Memoria del Porvenir", llamaba poderosamente la atención la imagen de una familia vestida de negro, reunida alrededor de un hombre que llevaba un traje, sentado en una silla como lo habría hecho en tantas otras oportunidades. Hasta aquí no se advierte nada asombroso, pero ¿qué pensará el lector si se entera de ese hombre estaba muerto y ése era su velorio? Alguien del público me dijo que la foto se tomaba habitualmente, para mandarla al páis de origen y demostrar que el familiar había muerto en la nueva tierra. El guía corroboró minutos después esa información" (4).
2- Italianos
En La gran inmigración (5), de Ema Wolf y Cristina Patriarca, se reproducen algunas "Cartas de recién venidos". Son las siguientes:
"De Vittorio Petrei, en Jesús María (1878):
"Nosotros estamos seguros de ganar dinero y no hay que tener miedo a dejar la polenta que aquí se come buena carne, buen pan y buenas palomas. Los señorones de allá decían que en América se encuentran bestias feroces: las bestias están en Italia y son esos señores".
"De Luigi Basso, en Rosario (1878)":
"He pensado en marcharme a Montevideo, y si no hay trabajo me voy al Brasil, que allí hay más trabajo y al menos tienen buena moneda, no como aquí, en la Argentina, que el billete siempre pierde más del veinte (por ciento) y no se ve ni oro ni plata".
"De Girolamo Bonesso, en Colonia Esperanza (1888)":
"Aquí, del más rico al más pobre, todos viven de carne, pan y minestra todos los días, y los días de fiesta todos beben alegremente y hasta el más pobre tiene cincuenta liras en el bolsillo. Nadie se descubre delante de los ricos y se puede hablar con cualquiera. Son muy afables y repetuosos, y tienen mejor corazón que ciertos canallas de Italia. A mi parecer, es bueno emigrar".
En "Las fronteras históricas del legalismo", Mariano Gutierrez reproduce una carta, fechada en Villa Merced en septiembre de 1879, en la que el fraile Donati "le advertía a su compañero de las trampas en que el gobierno pretendía hacer caer a los indios".
Donati escribe al M.R.P. Moysés Alavez:
"Mi querido padre Prefecto: Recibí la apreciable de V.P.M.R. fecha 28 de presente. Con respecto á Ramón, consideratis considerandis, nosotros me parece que no debríamos más que aconsejarle á que se reduciese entre Cristianos á una vida civil para que despues consiguiésemos su conversión. Por ahora no usan otros términos que se entendiese con los Gefes o con el Gobierno, en cuanto á las propuestas que se hiciesen que después no se hubiesen de cumplir caeriamos en su desgracia. Según la carta de V.P. me confirmo siempre más que los actuales gobernantes no quieren reducciones, pero si la sumisión de los indios por medio de dispersiones de ellos. En una palabra reducirlos en un estado como se halla en los tiempos presentes la nación hebrea que no forma población reunida. Es de dura necesidad mostrarse indiferente con ello, que haga expontáneamente lo que les parezca mejor. Por el contrario se nos sublevaría si viniesen con propuestas que probablemente no serán fielmente realizadas. Me buscan que vaya para hablar ellos conmigo, por que gracias a Dios me creen; pero yo no tengo datos seguros que el futuro Presidente quiera favorecer á nosotros y á los indios. Ygnoro los proyectos de él y las instrucciones que tienen los Gefes. Yvanoski me ha comunicado que Sarmiento no quería pagarle este último trimestre. Es más fácil evitar el pantano que salir caído en el. Muéstrese neutral con Ramón dígale que se entienda con el Coronel Roca. Me es doloroso usar estos términos (…). también V.P. tenga la advertencia de reflexionar bien sobre el racionamiento de Nicolás, no sea que este pobre caiga en la red como han quedado estampados aquí una cuadrilla de cautivos que comenzaron á racionarles con el título de Vaqueanos prestando servicios. A poco á poco, de vez en cuando los mandaban a descubrir el campo, en seguidos que estuviesen vestidos de paisanos reunidos en tal Fortín, la conclusión fue que ahora están gobernados por un oficial como militares veteranos. Nicolás debería pensarlo bien y determinar si él mismo quiere carne de la Patria. Se me han desaparecido un par de botas; Marquito me asegura que las ha visto en mi celda puede ser que alguno de los Padres las haya ocupado para ir a cazar; me parecía que no estuviesen allí; pregunté de ellas, son botas casi nuevas. Entró el Padre Luis, algo ha de haber sucedido. En lo que tengo encargado que no me dejen la llave a nadie. Saludo con toda la expansión de mi corazón á los compañeros, en particular á V.P. Fray Marcos Donati" (6).
Una noticia publicada en el diario Clarín, el 27 de julio de 1999 (7),anticipaba que un día después, Josefa América Scarfó recibiría de manos del ministro Carlos Corach las cartas que Severino Di Giovanni le escribiera sesenta y ocho años atrás.
Transcribimos parcialmente esa información:
"El 30 de enero de 1931 –señala el matutino-, en una requisa, los policías dieron vuelta la quinta Ana María, en Burzaco, donde Scarfó alcanzó a convivir con Di Giovanni sólo diez meses. Se llevaron desde panfletos que exhortaban a la ‘insurrección de la clase obrera’ hasta las cartas de amor del anarquista".
"Desde entonces, hasta hace quince días, cuando fueron entregadas al Ministerio del Interior, las cartas dormían en Museo de la Policía Federal".
" ‘Antes de morir quiero tener las cartas de amor y poder apretarlas contra mi pecho’, le dijo América Scarfó, hace unos seis años, al escritor y periodista Osvaldo Bayer, quien ayer habló con Clarín desde Alemania".
"Fue precisamente a través de Bayer que la mujer se enteró de que aquellas cartas –la mayoría escrita en italiano, algunas en francés- no habían sido destruidas. En Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia, escrito entre 1968 y 1970, Bayer reprodujo las cartas".
"Bayer acude a las cartas para definir ese amor. ‘Hablaban de un amor que podríamos calificar de puro, profundo, pero casi sin referencias de tipo carnal o sexual’. Para Bayer, estos escritos destilan la moral anarquista de Di Giovanni: ‘Sus cartas tenían ese tono porque por sus ideas, sentía un gran respeto por el género femenino’ ".
La nota incluye algunos fragmentos:
"Amiga mía: tengo fiebre en todo mi cuerpo. Tu contacto me ha atestado de todas las dulzuras. Jamás como en estos larguísimos días he ido bebiendo a sorbos los elixires de la vida".
"Te dije, en aquel abrazo expanisvo, cuánto te amaba, y ahora quiero decirte cuánto te amaré".
"Sé el ángel celestial que me acompañe en todas las horas tristes y alegres de ésta, mi vida de insumiso y rebelde".
En "Teresa Masciulli en la vida de Severino Di Giovanni", Otilia Da Veiga recuerda que él pidió ver a Teresa, su esposa, y a sus hijos antes de ser fusilado, y comenta: "No hace mucho tiempo Josefa Scarfó recibió del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires las cartas que le fueran escritas desde la cárcel por el anarquista. Muy a destiempo, cuando sus ideales ácratas, serenados por los años y el matrimonio con un señor dedicado al comercio de obras de arte, seguramente ya eran recuerdo" (8).
Esas cartas son el tema alrededor del cual el "Grupo Buenos Aires Puro Cuento" creó el espectáculo "Severino, una historia colectiva". A él se refiere Cristina Villanueva:
"El espectáculo surge de una noticia del año 1999: la entrega de las cartas (entre Severino y su amor América Scarfó) que realizó el entonces ministro Corach. El texto es resultado de la investigación del grupo y está armado en base a fragmentos de las cartas, material periodístico y aguafuertes de Arlt que es uno de los cinco periodistas que presenció el fusilamiento de Severino di Giovanni. Este hecho, el asesinato de un anarquista, acusado de un crimen que no cometió, se repite en nuestra historia y en otras. El abogado defensor de oficio, un teniente del ejército, fue destituido por no querer corroborar, con su actuación, las falsas acusaciones. La música, hermosa e importante en la creación del clima, entre otras, la de la película Sacco y Vanzetti. Hay una exposición de fotos, diarios de la época, revistas, que ilustran algo el contexto de lo que se narra. Las noticias de la época (1930 – 1931) en la voz de Alicia Rabovich, David Rein y Carmen Berdina, los integrantes del grupo, son seguidas de ‘ni dios, ni patria, ni patrón, ni marido’ ".
"Estas palabras abren la historia, necesaria para preservar la memoria. Una crítica al ejercicio del poder que aplasta la libertad y las ideas. Coordinación María Heguiz" (9).
En La crisálida (10), de Nisa Forti Glori, la protagonista lee las numerosas cartas que le envían desde Roveto sus amigos y conocidos.
Rosa Marafioti es la autora de "Carta a mi pueblo", en la que expresa: "He vuelto: Aquí estoy, después de tanto tiempo. ¿Me recuerdas? Yo sí te recuerdo, jamás te olvidé. Estoy segura de que tú también lloraste al verme, aunque no haya visto tus lágrimas, porque una madre siempre llora al ver a una hija que desde mucho tiempo no veía, estoy segura de que te emocionaste tanto como yo" (11).
3. Españoles
Félix Lima es el autor de "Otra vez en la milonga, trágico doblete" (12), artículo en el que incluye su "Carta pra alá", la cual dice:
" ‘Señora Guesusa Pérez de Jarcía y Jrejores.
‘Viju.
‘Querida prima:
‘Por aquí con a jerra, nos ponemus jordus, pues o que no suben os mayoristas, os subimus nosotros, por más que el jobiernu aprieta el torniquete a los especuladores y el hornu no está para janancias desmesuradas, pero tú sabés que aquí como en Lojroñu, en Londón como en Juacintón, en Hamburju comu en Ríu de Ganeiro, echa a ley, echa a trampa.
‘Te comunico una noticia que te llenará de gubilu: primu Jabriel ya sentó plaza de rentadu en el ayuntamiento, pues el concegale Iñiju, pariente leganu de tíu Jaspare, le consijió esa canonjía, 160 pesiñus mensuales, con gubilación y otros previleguius, con a única condición de votar siempre por los amijotes del susodichu Iñiju.
‘Primo Jabriel Sánchez Jerra ya maneja el escobillón edilicio con jarbu y empuga a carretilla con donaire, y en cuantu al uniforme, llévalo con elejancia que se la envidiaría Eduardu de Juinsur, ese tipo yoni que para mí tein guente en a azotea.
‘Deseamus que a jerra sea larja para convertir nuestra actual despensiña en almacén por mayore, con siete camiones de repartu.
‘Cariñus pra ti y para todos de tu prima que gamás te olvida-
Benita Fuentes de Sanjrador"
Elsa Gervasi de Pérez es la autora de "Carta a Galicia" (13), texto que mereció una Mención en el Certamen que el Rotary Club de Ramos Mejía organizó en el año 1994.
Un gallego escribe a sus padres, que quedaron en la tierra natal:
"Meus quiridos pai y miña nai Lorenzos. Y les dijo Lorenzos quirido pai prablar poco ya que usté y miña nai se llaman ijual y no es cosa dandar ripitiendo dos veces los nombres dustedes. Les escribo para dicirles que hemos llejado bien a la Arjintina. Nos acompañó la soerte a la Paca y a mí y a nuestra rapaza la Paquita. He tenido la entelegencia de saber sumar como me enseñó el maestro del pueblo. Gracias a usté pai. Aprendí bien los Toremas de Pitagorras y por eso en cuanto llejamos, hicimos un paseo por la Avinida de Maio que es muy bunita y nos recoerda a Madris, compramos un billete de lotiría. Pralegir el número hicimos así. Tiníamos en la aldea allá en Galicia nuestra finca con 4 burros, 34 jallinas batarazas, 8 blancas y mis 6 hermanos. Posimos todos los números en fila y se formó el 43.486. Entón fuimos a comprarlo, pero como no lo tinían ajarramos otro o sea el 17.286 que fíjese usté pai, es justo el que salió con la jrande. Ahora estamos muy filices siendo millonarios".
"La Paquita sapuesto a noviar con un mochacho arjintino hijo de jallejos como nosotros. Es muy bueno y nos va a cuidar la platita. Ya le dimos todo y cuando rejrese de los Bancos en unos días, nos va a traer los informes".
"Mientras estamos viviendo en un enquilinato hasta que el mochacho nos compre el departamento que ya elijimos. Bueno quiridos padre y madre porque aquí se dice así. Muchos cariños de su hijo el Paco. La Paca no manda saludos porque se está bañando, ya que hoy es lunes y no es cuestión de estar sucia toda la semana. La Paquita se fue por ahí a caminar pra ver si lo halla al novio ya que hace unos días se mudó y el pobreciño solvidó de darnos la diricción".
"Con los brazos prarriba"
"los saluda so hijo"
"El Paco"
La casa de Myra se titula la novela de Aurora Alonso de Rocha que fue distinguida en 2001 con el Segundo Premio para Autores Inéditos, en el "Concurso organizado por la Fundación El Libro, en el marco de la 27ª Exposición Feria Internacional de Buenos Aires ‘El libro del Autor al Lector’ " (14).
En esa novela aparece la carta que un inmigrante envía a una compatriota. Transcribimos un fragmento de la misma:
"Una carta dirigida a Carmen Regueiro, en Orense, España, que firma don Avelino Rodríguez, dice":
"Carmen querida:"
"¡Y los gallos cantaron de noche! Volaron unas ánimas por encima del camposanto sin que los perros ladraran y esa madrugada el Sr. Bioy, de Pardo, que merece toda fe, se encontró sentado en un banco de la plaza del Azul habiendo huido del hotel donde velaban pared por medio a un recién muerto en duelo, por no poder dormir, cuando se le sentaron a los lados primero un paisano y luego otro, tal vez por ser el único banco con buena luz lejos de los árboles coposos, y el primero le dijo al segundo ‘hace mucho que no le veía’, y el otro: ‘es que fui enterrado vivo’. ‘Ah’ dijo el primero, y el otro añadió: ‘así fue, pude volver y aquí estoy’ ".
Si te cuento esto, Carmencita de mi alma, es porque veo que hay aquí más cosas posibles que en otros lados, y no milagros en los que no creo sino extraños sucedidos que finalmente voy tomando por cosa natural, y si comienzo la carta de ese modo también se debe a que creía que era fábula un suceso que me contaron y luego supe que no sólo había pasado sino que era más terrible de lo que se pensaba".
"Hoy está en el diario, destacado: el cacique principal Cipriano Catriel, su lenguaraz y secretario señor Avendaño y su compañero asistente Juan María Moreno, cristiano éste pasado antiguamente a los toldos, fueron ejecutados en los alrededores del molino La Clara de Olavarría, y fueron alanceados por los mismos indios contrarios de opinión, al mando del cacique Juan, que quedará desde ahora al mando de todas las indiadas catrieleras, y del cacique Marcelino".
En Amor migrante, de Stella Maris Latorre, un gallego escribe a su amada, quien ha perdido a su abuelo y su madre:
Buenos Aires Argentina, 13 de abril de 1943
Mi querida Olimpia recibí con gran dolor la noticia de la pérdida tan grande que has tenido y se me parte el corazón de pena de no poder estar a tu lado, mi amada Olimpia, no porque no tengas a quien te consuele, seguro están los vecinos sintiendo la pérdida de personas muy queridas en la aldea y también en las comarcas vecinas, menos mal que tienes a tus hermanos, que aunque son chicos consuelan, estarás más acompañada, el dolor será más chico porque lo tendrás que compartir y hacerte fuerte ante tus hermanitos que te precisan mucho, espero que hayan crecido fuertes y ya te den una mano en el prado y con los animales, el trabajo de la tierra me imagino que se lo darás a algún peón de esos tipo golondrina, pues es demasiado para ti preocuparte de todo, si no lo has hecho hazme caso y contrata alguna de esas personas, quiero contarte que el hotel familiar va muy bien, cada vez son más los inmigrantes que vienen a ésta en busca de trabajo, no sólo gallegos también de otras nacionalidades, mujeres son muy pocas, algunas con sus esposos y niños, pero no son tantos, las mujeres que vienen solas deben tener cuidado porque son abusadas en trabajos deshonestos, las autoridades lo saben pero cierran los ojos, hacen la vista gorda, total no son sus mujeres, son las pobres emigrantes, sabes Olimpia no es tan fácil la vida aquí como la pintan, todo lo que tengo me ha costado mucho sacrificio, sobretodo gran dolor el no tener donde apoyar la cabeza para derramar esas lágrimas a veces por las grandes injusticias, a las cuales no puedes hacerles frente, porque siempre eres uno de afuera y debes agachar la cabeza, ahora estoy muy bien pero pagué mi derecho de piso como le laman aquí. Ahora soy patrón, este hotel está esperando a su patron, pienso que ya es tiempo de que vengas aquí a Buenos Aires, nos casaremos en una Iglesia que se llama De La Piedad es muy antigua y hermosa, queda cerca de nuestro hotel; ya ves lo que digo ‘nuestro Hotel’, tengo pocos amigos, gentes de la aldea que me han hecho más llevadero el desarraigo y llenaron muchas veces de alegría mi corazón, ya te conté en cartas anteriores lo de Don Nicanor y doña Valentina, con Avelino siempre vamos, nos prepara el cocido, Nicanor hace el unto, las filloas, no sabe igual a lo de allí pero nos trae añoranzas de ese lugar, quiero que me contestes pronto, quisiera que para el mes de septiembre a más tardar te decidas a venir, en esa época aquí es primavera, es una época hermosa, donde florecen las plantas, las amarillas se llaman aquí son las xestas nuestras, aís florecerá nuestro amor, deseo me contestes pronto,haremos los preparativos, para hacer una boda bonita, como tú te lo mereces, no te ates por tus hermanos, más adelante los podemos traer si ellos quieren venir, Olimpia haz de cuenta que estoy a tu lado acompañándote, pronto lo estaremos de verdad, ya verás te acostumbrarás, ve a lo de Felipe Pérez Aguilera, yo estuve con él aquí, ya volvió para la aldea, él no quiso quedarse pero su situación económica es muy buena cualquier papel que necesites, él los sabe hacer, dile que vas de mi parte, es una persona muy buena, amigo de Avelino. Envíales mis saludos, si vas, espero me contestes pronto, disculpa que insista pero necesito poner fecha de casamiento. Me despido de ti con un abrazo de tu Manuel Machado Ocampo" (15).
4. Ingleses
"En 1871 –escribe Hugo Mataloni, refiriéndose a Santa Fe-, cuando ya hacía 15 años que Esperanza estaba instalada, otros grupos de campesinos abrían nuevos rumbos en el Norte de la provincia, sobre la costa, mientras el indio retrocedía lentamente hacia el Chaco todavía impenetrable. Esos campesinos, de origen inglés e irlandés, venidos directamente de los Estados Unidos de Norte América en busca de tierras buenas y baratas, se dirigen al entonces Presidente de la República, D. F. Sarmiento, en una carta fechada el 3 de noviembre de 1871, (el año de la epidemia de fiebre amarilla), y le piden dramáticamente ‘protección eficaz y decidida’, apelando a la Constitución que reconoce el derecho de peticionar a las autoridades".
"Dicen que ‘venimos respetuosamente solicitando que nos ‘oyen’ (sic) y atendiendo a nuestra petición nos acuerde la protección eficaz y decidida que ha marcado hasta hoy sus actos públicos respecto a la inmigración y colonias" (16).
"María Elena Walsh nació el 1° de febrero de 1930 en Ramos Mejía, ciudad de Buenos Aires. Antes de finalizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes, a los diecisiete años, escribió su primer libro: Otoño Imperdonable, libro de poemas que mereciera el segundo premio Municipal de Poesía. Ya antes, en 1945, había publicado sus primeros versos en la legendaria revista El Hogar y en el suplemento literario de La Nación. Desde 1959 escribe guiones para TV, obras de teatro, canciones para niños. Las canciones de sus obras de teatro (Canciones para mirar, Doña Disparate y Bambuco, etc.), la letra y la música de sus canciones son cantadas por millares de niños en la Argentina, generación tras generación, quienes participan del mundo de fantasía e ingenio que les propone María Elena Walsh. Entre sus obras: Otoño imperdonable (1947), Apenas viaje (1948), Baladas con Ángel (1951), Casi milagro (1958), Hecho a mano (1965), Juguemos en el mundo (1970), Cancionero contra el mal de ojo (1976), Novios de antaño (1990)" (17).
"La abuela de María Elena Walsh, llamada Agnes, llegó a la Argentina con veinte años recien cumplidos, a trabajar como gobernanta. Se casó, y la vuelta a Inglaterra se fue retrasando. Estas cartas que le envió a su padre -bisabuelo de María Elena- llegaron nuevamente a la Argentina a manos de su papá, por intermedio de un pariente, y éste se las regaló a María Elena cuando niña para que recortara las estampillas. Pasaron más de cincuenta años en sus manos antes de que sintiera curiosidad por las mismas y decidiera hacerlas traducir, para luego incorporarlas en su libro Novios de Antaño" (18).
Transcribimos uno de los extractos de las cartas de la abuela Agnes:
"Calle Venezuela 786"
"Buenos Ayres"
"28 de febrero de 1878"
"Querido Padre:"
"Lamentamos saber que usted no ha estado bien, debe cuidarse querido papá y no tomar frío. Espero encontrarlo sano y gordo cuando vaya, aunque no se cuando llegará ese día, espero que sea el año próximo, y quizás le lleve algo para mostrarle…"
"Mi hermano Walter consiguió su primer trabajo, espero que se porte bien y lo conserve. David dice que el de plomero es muy buen oficio, al menos en este país".
"Me sorprendo cada vez que recibo una carta suya, ya que aquí no es como en Inglaterra: a los carteros no les importa extraviar la correspondencia, y sólo por casualidad se recibe la que viene dirigida a domicilios particulares. Le ruego, papá, que escriba como antes a las oficinas de The Standard, ya que los editores son muy amigos de David y disponen de un buzón".
"¡Hemos celebrado una gran Fête!, el centenario de un héroe argentino, el Gral. San Martín. Le envío un recorte de The Standard. El próximo domingo empieza el Carnaval y parece que será grandioso. David va a mandarle un recuerdo de La Plata".
En Fuegia (19), Eduardo Belgrano Rawson presenta dos cartas escritas acerca de un mismo suceso:
"Pasaron diez dias desde la muerte del chico. En ese plazo murieron mas chicos y pronto cayeron algunos adultos. La viuda trabajaba duramente y no tenia un minuto para atender su correspondencia. Sin embargo esa noche consideró que habia llegado el momento de comunicar aquella muerte, la primera de una epidemia que barreria a los canoeros de la faz de la isla y que ella debia citar como un simbolo de la voluntad del Señor. Pero no le resultaba sencillo. Pensó que a Dobson le habria salido redondo. Una vez, en un trance parecido, su marido escribió una carta: "A la madrugada, Sidney se desperto totalmente lucido y me tomó de la mano. Me dijo que habia visto las Puertas del Cielo y que adentro habia criaturas con tunicas blancas. Para su gran alegria, todas le pedian que entrara. Sidney dijo que los angeles cantaban Aleluya y me anunció de inmediato: 'Yo quiero morirme rápido para quedarme con ellos'. El pobre partió media hora despues, en la paz del Señor".
Pero la muerte de Sidney habia sido distinta. Su cuerpo, mordisqueado por los cangrejos, fue hallado al pie del acantilado, donde habia ido a parar mientras cazaba borracho. Era la primera baja de la mision, lo cual justificaba la inspirada carta de Dobson. Tampoco se llamaba Sidney. El reverendo, cuando hizo falta, dio una corta explicacion: la verdad no hubiera beneficiado a nadie. Y aunque habian pasado dos años desde aquella farsa, sostuvieron una rabiosa pelea. Su marido la trató brutalmente, hasta que ella optó por recluirse en un furioso silencio.
Pero Dobson era implacable. Como si blandiera una carta de su mujer, se dedico a remedarla: "Con enorme pesar, me veo en la obligacion de comunicarles 1a muerte de un hombre llegado hace poco, a quien, por desgracia, no alcanzamos a bautizar debido a nuestras multiples ocupaciones. Estaba borracho perdido cuando se rompio el espinazo. Aparentemente no era un sujeto recomendable, pues la esposa sospecha que sometia a su hija mayor. No sabemos bien como se llama: ya les dije cuanto nos cuesta su idioma. Esta gente habla una cosa que se parece al gales. ¿lncreible, verdad? Nosotros pensabamos ponerle Sidney, porque sus nombres son muy trabajosos. Por lo demás, estamos muy bien. Feliz Navidad. ¿Recibieron nuestra tarjeta? No dejen de escribirnos. Que el Señor los bendiga".
Era una parodia infame. Ella tenia demasiado estilo y jamas hacia e] ridiculo. Al oir las palabras de Dobson, sintió que saltaba otra hebra.
Y sin embargo, a traves de los años, ella habia ido moderando su resentimiento. Tal vez si Dobson le hubiera mostrado la carta, habrian evitado ese choque. Pero recien tuvo noticias de la envidiable agonia de Sidney durante un viaje a Inglaterra. Una presentadora temblona, frente a cien almas reunidas en la Union Misionera, leyó la carta de Dobson, poniendola como ejemplo de las bendiciones que deparaba ultramar. Enseguida llovieron las preguntas. Sidney ya iba camino a la gloria. Ella, bastante aturdida, inventaba a discrecion. Muchas mujeres lloraban. Una vez mas, el reverendo la habia mezclado en sus manejos, de modo que volvio a Abingdon hecha una furia".
5- Irlandeses
Los lectores escribían cartas a The Standard. "Al principio, las que se publicaban provenían de Irlanda; eran siempre cartas que venían de muy lejos. Luego se fueron incorporando las nacionales y algunas de ellas hasta se publicaron en español. La bibliotecaria Piga recuerda una serie muy llamativa: ‘Las cartas en general tenían información porque reflejaban opiniones sobre hechos cotidianos. Una vez vinieron unos investigadores a la biblioteca para consultar sobre el fenómeno de los malones. Y se encontraron con algo maravilloso: cartas de lectores que relataban los últimos malones en la provincia de Córdoba’. En las cartas se pueden leer descripciones sobre cómo la gente fue sorprendida por un malón y, en la desesperación, se vio obligada a pelear, usar palos, correr o salvar a sus caballos. Al día siguiente, aparecían más cartas que respondían a la anterior. Por ejemplo, se ponían contentos sobre la suerte que habían corrido: ‘A nosotros nos fue mejor; no tuvimos muchas pérdidas’, deslizaba una de ellas" (20).
Juan José Delaney es el autor de Tréboles del Sur (21), obra que mereció elogiosos comentarios de Enrique Anderson Imbert y Rodolfo Modern. El escritor dedica a sus antepasados estos quince textos que transcurren a lo largo de más de un siglo. El tema común a todos estos relatos es el de la inmigración irlandesa, de la esforzada búsqueda de un mundo mejor. En este libro presenta seres ficticios y hechos verosímiles, sin embargo, en él se evidencia una evocación de la realidad que surge de datos concretos que Delaney maneja con autoridad.
Le preguntamos si entre esas historias había muchas protagonizadas, veladamente, por gente ligada a él. Nos respondió: "Como se dijo –y al menos en mi caso, doy fe de que es cierto-, todo texto literario es, esencialmente, autobiográfico. Por más que haya disfrazado mis historias, detrás de las palabras, está mi propia experiencia vital. Debo decir que también redacté sucesos de los que me hubiera gustado ser protagonista. Finalmente, no por nada dediqué el libro ‘a los irlandeses, vivos y muertos, que andan por mi sangre’ " (22).
En uno de los textos, fechado en abril de 1929, una inmigrante escribe en la Argentina a una coterránea que recaló en Nueva York. La primera ve frustradas sus ambiciones, principalmente por el obstáculo que es para ella el desconocimiento del lenguaje, aunque, en lo que respecta a lo material, se muestra agradecida.
"2 de abril de 1929"
"Pasaje Silvio Picchi 4069"
"Buenos Aires, República Argentina"
"Queridísima prima:"
"No te enojes porque no haya escrito antes. Me fue imposible hacerlo debido a la angina tabacal que me arrancó la promesa de no fumar más".
"Aciertas al suponer que no soy feliz. La vida es algo difícil por acá y confieso que estoy dudando de si mi arrojo de hace diez años valió la pena. He podido ahorrar algún dinero dando lecciones de inglés en casas de familias aristocráticas y, en otro sentido, no estoy disconforme con el trato que me dispensan aquí, en la pensión de Mrs. O’Reilly".
"Coincido en cuanto a la aspiración de toda mujer, aunque si estuvieras en mis zapatos reprimirías tus incitaciones matrimoniales… Anduve con dos paisanos que resultaron borrachos perdidos, y en cuanto a los nativos es necesario cuidarse de ellos porque apenas pueden te clavan el cuchillo".
"Releo los párrafos anteriores y constato que mi optimismo no es mucho. ¿Perdonarás que me desahogue contigo, mi mejor amiga más alla del parentesco? Ocurre que en este tiempo siento como nunca que mis raíces no están aquí. Aunque desde que tengo uso de razón he visto tanta desdicha que me atrevo a sugerir que las raíces de la humanidad no están en esta tierra. Pero, ¿dónde, Dios mío? Convengamos en que el mundo es un lugar muy extraño".
"Pese a lo que vengo escribiendo, no puedo pasar por alto la buena acogida que los irlandeses todos hemos tenido en este suelo; difícilmente brazos deseosos de trabajar no encuentren recompensa. Esto en cuanto a lo materíal, porque no sabría qué decirte respecto de lo demás. ¡Llevo tantas cosas dentro de mí! Educación, afectos, historias, secretos, intuiciones… En verdad se trata de un cargamento muy pesado para una pobre inmigrante. Tú puedes compartir lo tuyo por medio del lenguaje, sabes que no ocurre lo mismo conmigo a causa de mi castellano postizo que me reduce, que me aísla".
"Me llaman para tomar el té, único sedante para mis angustias".
"¿Recuerdas la bahía de Galway y aquel hermoso y triste ‘Lament of the Irish Inmigrant’? Enseñé la canción a mis alumnos más avanzados pero me parece que no llegaron a captar su verdadero sentido".
"Por favor no dejes de enviarme las soluciones a los crucigramas y de rezar siempre por mí".
"Un beso grande,"
"Tessie"
En su novela Moira Sullivan (23) incluye una carta de la protagonista:
Buenos Aires, 18 de marzo de 1932
Querida Allison:
Finalmente me doy cuenta de que lo que más atenuó el impacto de Cornelius con este nuevo país es su vinculación con la colectividad irlandesa. Sé que te costará entenderlo pero a este remoto punto del cono sur empezaron a llegar, desde la segunda mitad del siglo pasado y hasta principios de éste, miles de irlandeses perseguidos por la Hambruna o seducidos por el mito según el cual aquí las calles están pavimentadas con oro. "¿Oro? ¡Orín!" se burlan en precario castellano los recientes amigos de Cornelius, aunque es muy evidente que sienten gratitud hacia un país que los ha recibido con generosidad y simpatía. Además, tal como ocurre allá, es difícil que quien tenga deseos y voluntad de progreso no encuentre aquí posibilidades de desarrollar sus talentos.
Hablo de los irlandeses pero en realidad son muchos los pueblos que se han congregado en la Argentina.
Debo decir que pese a que los hijos de Erín se jactan de haberse integrado con el resto de la población, la verdad no es exactamente así. Tienen sus propios colegios, sus propios templos y clubes, y quien comete la osadía de casarse con un "nap" (¿napolitano y por extensión italiano?) o con un "gushing" (derivado, probablemente, del verbo inglés to gush, que significa hablar con excesivo entusiasmo y que es un neologismo para aludir a los gallegos y también por extensión a los españoles), se aíslan o son lenta pero inexorablemente segregados. En verdad esto ocurre con casi todas las comunidades extranjeras que se han radicado acá: árabes, armenios, ucranios y, muy especialmente, judíos. Para no hablar de los británicos que a su injustificado desdén agregan cierto cinismo ancestral. Curiosamente los criollos sienten una secreta admiración por ellos, aunque públicamente manifiesten lo contrario. Por otro lado sé de colegas de Cornelius que, siendo de origen irlandés, se hacen pasar por ingleses para progresar en sus empleos. ¡Les parece más distinguido! ¿Puedes creer eso? A mí todo esto me resulta indigno. Pero casi nunca hablo en las reuniones en las que acompaño a Cornelius: me encanta escuchar y ver, porque el tiempo me muestra que es mucho más divertido que intervenir. Ahora que no escribo más para la pantalla y que pocas veces me meto en un cinematógrafo, opto por observar la tragicomedia diaria. Los de la vida son casi todos actores de primera.
Sé que mis cartas no son frecuentes y que no tengo mucho derecho a solicitártelo pero me gustaría que me escribieras más a menudo.
Siempre te recuerda,
Moira
6- Franceses
La investigadora Celia Vernaz es la responsable del volumen Colonia San José Escritos (24), compilación publicada en 1991, incluida entre las Publicaciones del Museo Histórico Regional de San José.
En las "Consideraciones generales", ella manifiesta: "Los ‘Escritos de una Colonia son el reflejo de su propia historia. En el año 1857 llegó el primer contingente de inmigrantes que se ubicó donde hoy es la Colonia San José en la provincia de Entre Ríos. Eran terrenos del General Justo José de Urquiza, quien no tuvo problemas en destinarlos a la colonización. En un principio, los límites estuvieron dados por el río Uruguay al Este, el arroyo Perucho Verna al Norte, el arroyo de la Leche al Sur y la calle ‘Ancha’ al Oeste, extendiéndose luego la población por todo el Departamento Colón, originando nuevos centros derivados de la Colonia Madre".
Acerca de los motivos de emigración, afirma: "en la zona del Valais, Saboya y Piamonte se había generado una corriente emigratoria hacia América. Las causas eran varias: falta de trabajo, familias numerosas, pobreza en general, a lo que se sumaban cataclismos como avalanchas e inundaciones que diezmaban a las poblaciones de la montaña. También debe ser considerado el sueño de hacerse ricos y la sed de aventuras en un continente todavía virgen".
Estos pioneros, originariamente destinados a Corrientes, sufrieron desventuras: "Fueron ubicados en el Ibicuy, al Sur de la provincia, pero al ver que eran terrenos inundables e impropios para la agricultura, remontaron el Uruguay en barcazas y fueron radicados en mejor lugar, o sea, el actual, con el beneplácito de Urquiza. Mientras Sourigues trazaba las concesiones, el grupo recién llegado improvisó viviendas debajo de los árboles mientras que las mujeres se alojaron en el galpón que Spiro tenía en la costa. Esto ocurría en julio de 1857, bajo el rigor del invierno".
Los "Escritos" compilados nos permiten conocer la vida cotidiana de los inmigrantes: "Durante los primeros cincuenta años, tanto los colonos como autoridades políticas y religiosas apelaron a la pluma como arma de defensa y comunicación, dejando una pincelada general del pensamiento, ideas, proyectos, necesidades, sentimientos. Hoy esos escritos reposan en distintos archivos y no todos se conocen. Si bien no constituyen piezas literarias especiales, una selección de los mismos permitirá penetrar y ahondar más en las intimidades de la vida de la Colonia, poniéndose en contacto directo con cada autor, su forma de ser y de pensar. Pero lo importante es poder palpar el momento histórico vivido, esclareciendo hechos oscuros o casi desconocidos que han sido esencia y substancia de un período migratorio que hoy apasiona por sus raíces y proyecciones".
Los textos proceden del Archivo General de la Provincia de Entre Ríos, el Archivo del Museo Histórico Regional de San José, el Archivo del Palacio San José, el Archivo personal de C. E. Vernaz, el Centro de Estudios Históricos San José; El Industrial, 13 de octubre de 1881; La Nación, 1885; Libro de Oro del Centenario de la Colonia San José (1857-1957) y Vernaz, Celia: Papeles de un inmigrante, 1987.
La historiadora incluye, en el volumen editado en 1991, cartas de inmigrantes de diverso origen. Transcribimos parcialmente una escrita por un piamontés que habla francés, precedida por la biografía escrita por Vernaz (25).
Lorenzo Cot fue un "sacerdote venido de Chambons des Fenestrelles, Piemonte. Ejerció su apostolado durante la Presidencia de Urquiza en la Capilla San José de su residencia. Desde este lugar concurría asiduamente a la Colonia San José para visitar a los colonos, muchos de los cuales fueron traídos por él desde su patria. En 1859 fue enviado a Europa para traer más inmigrantes. Luego fue designado sacerdote en la Colonia y Villa de Colón. Siempre tuvo mucho aprecio por los compoblanos europeos pues veían en él a su defensor y protector de los derechos que es correspondían por contrato".
"Pero esta defensa le valió grandes enemigos en la esfera política de Colón, quienes lo persiguieron en forma incansable. Un cúmulo de acusaciones no hacían impacto en su fuerte personalidad, y si bien tenía el apoyo de las altas autoridades eclesiásticas llegó un momento muy difícil para su tranquilidad de parte de algunos hombres colonenses".
"Falleció asesinado el 27 de setiembre de 1868. Este crimen quedó sin aclarar hasta el día de hoy ya que no ha sido estudiado aún en su profundidad".
Escribe el padre Cot, en 1858:
"Supongo que Ud. estará curiosa de saber quién es el que le escribe. Yo soy un cura del valle de Fenestrelles, provincia de Pignerol en Piemonte. El año pasado, en el curso de enero, el puesto de Limosnero del General Urquiza me ha sido ofrecido y lo he aceptado con gran placer puesto que me ha procurado el medio de visitar un país que yo deseaba ver desde mucho tiempo".-
"Yo he partido el 19 de abril y he llegado a Buenos Aires el 13 de junio. Después he ido a presentarme al Señor General Urquiza de Paraná. Estoy destinado en San José que se encuentra ocho leguas alrededor de la Colonia. Siempre que he podido he ido a visitar a los colonos".
"Nos han testimoniado la más grande satisfacción de ver un cura que habla francés. En mi segunda visita he confesado varias personas, bautizado quince niños y bendecido tres casamientos y cantado una gran misa".
"Yo cuento con volver en algunos días y regresar aunque sea un poco más cerca pues tendría a bien de ir más a menudo".
"Quiera recomendarme a los prudentes ruegos del Señor vuestro tío y rogar Ud. misma por mí".
"Vuestro sincero servidor"
"Lorenzo Cot"
En la revista del Archivo Histórico "Alberto y Fernando Valverde", de la Municipalidad de Olavarría, se incluye una "Carta de dos amigos, del 12 de julio de 1889. Firman Juan y Luis, lo que muestra la rápida acomodación al idioma del país" (26).
"Sr. Dn. Juan Rachou en el Azul. estimado Amigo".
"Me ara el bien de aserle pasar esta carta que ba adentro de la suya á Bertran Sollé Desinat".
"Me dispensará que no pueda dir para el Azul por el motibo de las aguas a entregarle el carro y pagarle el alquiler hase un mez que no puedo trabajar y amas le diré que me ha hido mal en los últimos biayes con que así tene passiencia asta que se componga y pueda dir para esa".
"Tambien me dirás si quieres bender el carrito. Me an offrecido 2500 y si quieres venderlo por esa plata me contestas en lo de Guillermo Neron".
"Ton amigo Luis Grimaud"
7- Alemanes
María Brunswig de Bamberg es la autora de Allá en la Patagonia (27), obra en la que evoca la inmigración alemana a través de las cartas que su madre enviaba a su abuela, que había quedado en la tierra natal. "El 3 de febrero de 1923, después de una travesía de treinta días desde Hamburgo, Ella Hoffman llega con sus tres hijas a Buenos Aires, rumbo a la Patagonia, donde Hermann Brunswig, su marido y padre de las niñas, trabaja como administrador de una estancia y espera ansioso el reencuentro con su familia después de tres años y medio de separación. Esta es una selección de las cartas intercambiadas hasta 1930 entre Ella y Mutti, su madre, y que fueron recuperadas setenta años después por María Brunswig, la hija mayor. Pero no se trata de una simple recopilación, sino de un juego de tiempos y voces, pleno de agilidad y riqueza, en el que intervienen tres generaciones de mujeres: Mutti, Ella y la propia María. Algunas cartas de Hermann incorporan, por su parte, una visión masculina y un toque de humor. El diálogo epistolar le otorga a la obra una intensidad inusual, además de una visión europea del sur argentino en los años veinte. Ella habla a su madre del mundo nuevo que está descubriendo y se revela como una gran luchadora. Educada para ir a la Ópera, aprender francés y tocar el piano, ahora lava ropa en el arroyo, friega, zurce, remienda, come huevos de avestruz e incluso carnea zapones. En síntesis, una sensible crónica familiar que abre distintos horizontes sobre una región inhóspita y al mismo tiempo generosa" (28).
8- Suizos
"Las cartas de los colonos suizos era por lo general optimistas –afirma Ema Wolf-, aunque resulta evidente que carecían de las cosas más indispensables. En 1857, Luis Mettan escribe a su familia":
"¡Queridos hermanos, en esta carta os digo que si tenéis el coraje de venir, traed vuestra batería de cocina, panera, vajilla, tinajas, mantequera para fabricar manteca, dos pecheras de caballos, un buen carro (sic), así como todos los implementos de herrero: fuelle, yunque, martillos, tenazas; os aconsejo además traer rastrillos de madera, garlopas y sierras a una y dos manos, una criba para ahechar el trigo, un colador para la ropa, un recipiente para trasnportar la leche, carritos para la leche, una pintura para hacer el queso; traed además toda clase de semillas para jardín, y de flores, y 50 céntimos de ocre color chocolate; traed todos los muebles de la tierra y toda clase de semillas de árboles frutales".
"Como Adela me había preguntado a mi partida si podía traer su sombrero, diré que sí, que puede traerlo porque cada uno va de acuerdo con la moda de su país; traed también los sombreros anchos para el verano. Termino mi carta diciéndoos que no puedo agradecer suficientemente a Dios" (29).
Juan Bautista Blatter "originario del Valais, vino a la Colonia San José en el año 1857 –escribe Vernaz-, a la edad de cincuenta y cinco años, junto a su esposa e hijas. Se ocupó de los trabajos de campo conservándose de él una copiosa correspondencia dirigida a sus familiares, en la cual se revelan distintos aspectos de la vida de la Colonia, especialmente la evolución política y económica de los primeros años".
"Su existencia está ligada a la vida de sus hijas quienes fueron llevadas a Concepción del Uruguay, donde luego fijaron su residencia y donde todavía se encuentran descendientes".
"El valor de sus relatos es innegable pues el detalle, la minuciosidad y el hecho de escribir asiduamente permiten la confrontación con escritos de otros colonos" (30).
El escribe:
"Mis queridos parientes: en lugar de escribir dos o tres cartas a la vez, ésta será una sola que envío a causa de que todas las que he enviado no he obtenido respuesta. En cartas precedentes yo he pedido a mi suegro y en otra a mi madre de enviarme a la hija; no he podido obtener respuesta ni sé si ella se encuentra bien ni si quiere venir o no: mi hija es la cosa que siempre he sentido de mi país y siento todavía; el único día que yo quisiera estar en Saint Martin es el día de Corpus Christi. Al siguiente ya estaré feliz de estar aquí. Solamente, quisiera tener a mi hija. Si estaría seguro de que ella esté contenta de venir, tengan a bien la bondad, queridos parientes, de querer venderle sus bienes y procurarle lo que sea necesario, y así, unida a una familia que quiera tomarla a su cuidado, yo enviaría con el portador de esta carta, el dinero para vuestra satisfacción; como no conozco nada el estado ni la voluntad de mi hija, les ruego, por mí y por ella, mis queridos amigos y parientes, si ella se decide a venir, hacer todo como no tengo necesidad de enseñarles, y pagar sus gastos y esfuerzos. Si ella viene, les ruego de enviar una caldera de 12 a 14 carterons para los quesos, y media docena de cencerros con hebillas y paños de invierno para vestir. Si ella viene, prometo que no sentirá el Valais. Todos estamos contentos excepto algún vagabundo que se aburre de todo y que nunca está bien en ninguna parte, y que en lugar de reconocer la falta en ellos mismos inventan mentiras para atribuírselas al país que los ha enriquecido…" (31).
Con unas líneas se despide de sus amigos Metráux. Lo relata Edgardo Krebs, en "Un ‘argentino’ universal" (32):
"Alfred Metráux (1902-1963) fue un amigo de Borges y Victoria Ocampo; un colaborador de Sur, un etnógrafo suizo nacido en Lausana y criado en Mendoza; un explorador del Chaco y del Altiplano boliviano, del vudú en Haití, del pasado incaico en los libros y en las sierras andinas, y de mitos indígenas en el Amazonas. Fue también, a los 26 años, el fundador y primer director del Instituto de Etnología de la Universidad de Tucumán, desde donde intentó vanamente modificar nuestros mitos, incorporando a los wichis y a los toba-pilagá a la imaginación argentina. (…)".
"Como Juan Dahlmann, el personaje de El Sur, Metráux decidió apresurar su destino y terminar con su vida. No en la llanura y en la punta de un cuchillo, sino al borde de un lago, en un bosque de las afueras de París que le recordaba a la selva sudamericana. Antes de morir, escribió unas palabras de despedida a varios amigos. El texto, encontrado junto a su cuerpo, es el texto de un etnógrafo que registra su propia muerte, gesto pertinaz en la última vuelta del camino. Está en francés, el idioma de su inteligencia, excepto por una línea. '‘Adiós Alfredo Métraux'’ dice, al despedirse de sí mismo. Esas palabras están en el íntimo castellano de la infancia mendocina. Ser argentino es un acto de fe’ ".
9- Austríacos
Con el título de "Carta de un inmigrante" (33) se publica "la carta que el inmigrante José Wanza enviara a la redacción de El Obrero, de un contenido tan valioso que no podemos resistir la tentación de reproducirla":
"Aprovecho la ida de un amigo a la ciudad para volver a escribirles. No sé si mi anterior habrá llegado a sus manos. Aquí estoy sin comunicación con nadie en el mundo. Sé que las cartas que mandé a mis amigos no llegaron. Es probable que éstos nuestros patrones que nos explotan y nos tratan como a esclavos, intercepten nuestra correspondencia para que nuestras quejas no lleguen a conocerse".
"Vine al país halagado por las grandes promesas que nos hicieron los agentes argentinos en Viena. Estos vendedores de almas humanas sin conciencia, hacían descripciones tan brillantes de la riqueza del país y del bienestar que esperaba aquí a los trabajadores, que a mí con otros amigos nos halagaron y nos vinimos".
"Todo había sido mentira y engaño".
"En B. Ayres no he hallado ocupación y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva sucia, los empleados nos trataron como si hubiésemos sido esclavos. Nos amenazaron de echarnos a la calle si no aceptábamos su oferta de ir como jornaleros para el trabajo en plantaciones a Tucumán. Prometían que se nos daría habitación, manutención y $20 al mes de salario. Ellos se empeñaron hacernos creer que $20 equivalen a 100 francos, y cuando yo les dije que eso no era cierto, que $20 no valían más hoy en día que apenas 25 francos, me insultaron, me decían Gringo de m… y otras abominaciones por el estilo, y que si no me callara me iban hacer llevar preso por la policía".
"Comprendí que no había más que obedecer".
"¿Qué podía yo hacer? No tenía más que 2,15 francos en el bolsillo".
"Hacían ya diez días que andaba por estas largas calles sin fin buscando trabajo sin hallar algo y estaba cansado de esta incertidumbre".
"En fin resolví irme a Tucumán y con unos setenta compañeros de miseria y desgracia me embarqué en el tren que salía a las 5 p.m. El viaje duró 42 horas. Dos noches y un día y medio. Sentados y apretados como las sardinas en una caja estábamos. A cada uno nos habían dado en el Hotel de Inmigrantes un kilo de pan y una libra de carne para el viaje. Hacía mucho frío y soplaba un aire heladísimo por el carruaje. Las noches eran insufribles y los pobres niños que iban sobre las faldas de sus madres sufrían mucho. Los carneros que iban en el vagón jaula iban mucho mejor que nosotros, podían y tenían pasto de los que querían comer".
"Molidos a más no poder y muertos de hambre, llegamos al fin a Tucumán. Muchos iban enfermos y fue aquello un toser continuo".
"En Tucumán nos hicieron bajar del tren. Nos recibió un empleado de la oficina de inmigración que se daba aires y gritaba como un bajá turco. Tuvimos que cargar nuestros equipajes sobre los hombros y de ese modo en larga procesión nos obligaron a caminar al Hotel de Inmigrantes. Los buenos tucumanos se apiñaban en la calle para vernos pasar. Aquello fue una chacota y risa sin interrupción. íAh Gringo! íGringo de m…a! Los muchachos silbaban y gritaban, fue aquello una algazara endiablada".
"Al fin llegamos al hotel y pudimos tirarnos sobre el suelo. Nos dieron pan por toda comida. A nadie permitían salir de la puerta de calle. Estábamos presos y bien presos".
"A la tarde nos obligaron a subir en unos carros. Iban 24 inmigrantes parados en cada carro, apretados uno contra el otro de un modo terrible, y así nos llevaron hasta muy tarde en la noche a la chacra".
"Completamente entumecidos, nos bajamos de estos terribles carros y al rato nos tiramos sobre el suelo. Al fin nos dieron una media libra de carne a cada uno e hicimos fuego. Hacían 58 horas que nadie de nosotros había probado un bocado caliente".
"En seguida nos tiramos sobre el suelo a dormir. Llovía, una garúa muy fina. Cuando me desperté estaba mojado y me hallé en un charco".
"¡El otro día al trabajo! y así sigue esto desde tres meses".
"La manutención consiste en puchero y maíz, y no alcanza para apaciguar el hambre de un hombre que trabaja. La habitación tiene de techo la grande bóveda del firmamento con sus millares de astros, una hermosura espléndida. ¡Ah qué miseria! Y hay que aguantar nomás. ¿Qué hacerle? Hay tantísima gente aquí en busca de trabajo, que vejetan en miseria y hambre, que por el puchero no más se ofrecen a trabajar. Sería tontera fugarse, y luego, ¿para dónde? Y nos deben siempre un mes de salario, para tenernos atados. En la pulpería nos fían lo que necesitamos indispensablemente a precios sumamente elevados y el patrón nos descuenta lo que debemos en el día de pago. Los desgraciados que tienen mujer e hijos nunca alcanzan a recibir en dinero y siempre deben".
"Les ruego compañeros que publiquen esta carta, para que en Europa la prensa proletaria prevenga a los pobres que no vayan a venirse a este país. ¡Ah, si pudiera volver hoy! ¡Esto aquí es el infierno y miseria negra! Y luego hay que tener el chucho, la fiebre intermitente de que cae mucha gente aquí. Espero que llegue ésta a sus manos: Salud".
10- Daneses
El dinamarqués Andreas Madsen es el autor de La Patagonia vieja (34). María Sonia Cristoff señala que "Para Andreas Madsen, como para W. H. Hudson, la combinación de aves y postración derivó en escritura sobre el territorio patagónico: mientras el segundo asegura que no hubiese escrito sus Días de ocio en la Patagonia si el tiro que recibió en una rodilla no le hubiera impedido continuar el estudio de los hábitos migratorios por el cual había ido hasta Río Negro, Madsen dice que se le ocurrió por primera vez la idea de escribir sus relatos cuando a él –que había domado una cantidad considerable de caballos salvajes y matado a otra cantidad de pumas- la persecución malograda de una gallina que se resistía a entrar al gallinero lo dejó todo un invierno inmovilizado en una cama. Hasta ahí las coincidencias. Luego, sus obras se diferencian claramente: lo que para Hudson fue parte de un proyecto literario, para Madsen fue una manera de dejar testimonio de sus años como pionero en la Patagonia, más específicamente en la región de Lago Viedma".
"Dentro de su producción figuran tres volúmenes de poemas, un libro sobre la caza de pumas, el proyecto de otro sobre la capacidad de razonar de los animales y la que es su obra emblemática, La Patagonia vieja, editada por primera vez en 1948 por El Ateneo y reeditada en 1998 por Zagier y Urruty. Esta misma editorial, que desde el último enero agregó a su catálogo esta colección de textos inéditos en castellano sobre la Patagonia, publica ahora Relatos nuevos de la Patagonia vieja, una recopilación hecha por Martín Alejandro Adair de las cartas privadas y de los artículos que Madsen publicó en distintos medios".
"Madsen llegó a la Argentina como marinero buscavidas y a la Patagonia como parte de la Comisión de Límites que lideraba Francisco Moreno. Fue después el primero en asentarse en la zona del Lago Viedma y uno de los pocos pequeños propietarios que resistieron a las ofertas tentadoras –seguidas de estrategias amenazantes- de las grandes compañías que empezaron a adquirir enormes extensiones estratégicas de la Patagonia a partir de la primera mitad del siglo XX. Fue también uno de los propietarios de tierras que, durante los levantamientos obreros de 1921, logró acuerdos de no agresión mutua con los huelguistas, basados fundamentalmente en el conocimiento y en el respeto previo que se tenían. Volvió a Dinamarca únicamente para buscar a la novia de la infancia y defendió su decisión de radicarse en la Patagonia a pesar de las oportunidades que le ofrecían en otros lugares, con una epifanía de tinte darwiniano: ‘los desiertos campos patagónicos me llamaban con voz irresistible. La Patagonia, con sus tormentas de arena sobre las pampa desiertas en verano, y con el frío y la nieve en invierno, donde pasé tres inviernos con el mínimo de alimentación… y seis meses sin ver persona alguna, completamente solo entre los Andes. La mayoría dirá que no es gran cosa para extrañar; pero así es la naturaleza humana. A mí esa soledad me llamaba’ ".
"Todo eso está en Relatos nuevos de la Patagonia vieja, libro que puede leerse como el relato paradigmático del pionero –allí están las remembranzas de un pasado duro, la consignación de los esfuerzos por adaptarse, del apego al territorio que los recibe y de su contribución a él- e incluso como una postulación de que el pionero es el eslabón que la Patagonia necesitaba para dejar de ser la tierra maldita que habían asentado los relatos de los primeros exploradores y convertirse en una tierra de paz. Los relatos de Madsen tienen, entonces, una hipótesis, y también gracia narrativa: dos méritos ausentes en muchas otras memorias" (35).
11- Estadounidenses
Por medio de una carta, Butch Cassidy comunica su paradero a sus amigos ilegales estadounidenses. Ese manuscrito "permitió certificar su estancia en la región décadas después de su muerte". Lo relata Francisco N. Juárez en el trabajo titulado "Una carta de Butch Cassidy" (36), del cual transcribimos algunos pasajes:
"Hace exactamente un siglo atrás, la carta aún no estaba embarcada hacia el país del Norte, pero llegaría a destino. La escribió desde su rancho en Cholila, Chubut, el 10 de agosto de 1902 a la señora Davies de Ashley, de Utah, el mormón Robert Leroy Parker; el más conocido y buscado asaltante de bancos y trenes en los Estados Unidos como Butch Cassidy. Con ese nombre quedó eternizado en una reiterada película. La carta fue un mensaje –en parte en clave- para dar noticias de su paradero a las amistades fuera de la ley en los Estados Unidos: la señora Davies era la suegra de Elsa Lay, quizá del mejor amigo de Butch".
"La carta era importante para identificar al célebre bandido con el personaje que había habitado en Cholila, y demostrar con otros documentos gráficos su identidad: uno oficial con su firma, seguido de la comparación que oportunamente publiqué en la revista española Co & Co. A ello hubo que sumarle lo acumulado en la indagación en demanda de documentos sobre el rancho de Cholila. El resultado fue determinar cuándo y por qué ocuparon el lugar; el abastecimiento que hicieron los bandidos, qué consumieron y qué criaron, y hasta el costo y detalles minuciosos de dos puertas que encargaron para aquel rancho aún en pie".
"Aunque la carta de Cholila ahora carece de la última carilla con su rúbrica (firmaría Bob, como las demás, pero es su caligrafía) resulta una maravillosa síntesis de la nueva vida del bandido. Elegantemente alude a ‘un tío (que) murió y dejó 30.000 dólares a nuestra pequeña familia de tres miembros. Tomé mis 10.000 y partí para ver un poco más del mundo’. En realidad, se refería al asalto de un banco de Winemuca en Nevada, el 10 de septiembre de 1900. Ahora estaba solo, es cierto, pero por pocos meses, de manera que mentía ese dato. Daba cuenta de su patrimonio ganadero: ‘300 cabezas de vacunos, 1500 ovinos, 28 caballos de silla’, además de dos peones y la alusión al rancho como ‘una buena casa de cuatro habitaciones’, galpones, establo y gallinero. Se quejaba de su soledad, la falta de una cocinera y su ‘estado de amarga soltería’. Luego, agregaba otras quejas. Se hablaba español, ‘pero el país, en cambio, es excelente’. Daba cuenta de la extensa y fértil región, la distancia con Buenos Aires y esperaba fortificar las ventas de ganado a Chile, ‘nuestro gran comprador de carne vacuna’, porque de allá habían abierto un camino cordillerano (se refería al sendero de Cochamó, el que denunció Clemente Onelli como contrario al laudo arbitral que expediría la corona británica ese mismo año)".
…..
Las cartas nos permiten conocer variados aspectos de las vidas de los inmigrantes, al tiempo que nos remiten a los sucesos que en esa época acaecían en la Argentina y el mundo.
12- Notas
(1) Muzi, Carolina: "Fina estampa", en Clarín Viva, Buenos Aires, 21 de julio de 2002.
(2) Fernández Díaz,Jorge: Mamá. Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
(3) Kartun, Mauricio: "El siglo disfrazado", en Clarín Viva, 20 de febrero de 2000.
(4) González Rouco, María: "Buenos Aires 1910 Memoria del porvenir", en El Tiempo, Azul, 10 de octubre de 1999.
(5) Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.
(6) Gutiérrez, Mariano: "Las fronteras históricas del legalismo", en www.derechopenalonline.com.
(7) S/F: "Las cartas de amor de Severino Di Giovanni", en Clarín, Buenos Aires, 27 de julio de 1999.
(8) Da Veiga, Otilia: "Teresa Masciulli en la vida de Severino Di Giovanni", en El Tiempo, Azul, 23 de marzo de 2003.
(9) Villanueva, Cristina: "Grupo Buenos Aires Puro Cuento en Severino, una historia colectiva", en Te doy mi palabra Noticias de los cuentacuentos,Diciembre de 2003. www.circulocuentos.com.ar.
(10) Forti Glori, Nisa: La crisálida. Buenos Aires, Corregidor, 1984.
(11) Marafioti, Rosa: "Carta a mi pueblo", en El Barrio Villa Pueyrredón, Mayo de 2003.
(12) Lima, Félix: "Otra vez en la milonga, trágico doblete", en Caras y Caretas, Año XLII, N° 2137, Buenos Aires, 23 de septiembre de 1939.
(13) Gervasi de Pérez, Elsa: "Carta a Galicia", en Rotary Club de Ramos Mejía. Comité de Cultura. Provincia de Buenos Aires, 1994.
(14) Alonso de Rocha, Aurora: La casa de Myra. Buenos Aires, Fundación El Libro, 2001.
(15) Latorre, Stella Maris: Amor Migrante. Buenos Aires, De los Cuatro Vientos Editorial, 2004.
(16) Mataloni, Hugo: La inmigración entre 1886-1890 Su proceso hasta el gobierno de Gálvez. Santa Fe, Colmegna, 1992.
(17) S/F: www.webescritores.com.
(18) Walsh, María Elena: Novios de antaño. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991.
(19) Belgrano Rawson, Eduardo: Fuegia. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.
(20) S/F: "Memorias de un estandarte", en Clarín Viva, Buenos Aires, 12 de octubre de 2003.
(21) Delaney, Juan José: Tréboles del sur. Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1994.
(22) González Rouco, María: "La epopeya irlandesa", en El Tiempo, Azul, 10 de abril de 1988.
(23) Delaney, Juan José: Moira Sullivan. Buenos Aires, Corregidor, 1999.
(24) Vernaz, Celia: La Colonia San José. Santa Fe, Colmegna, 1991.
(25) Cot, Lorenzo: "Venida del padre Lorenzo Cot a San José", en Vernaz.
(26) Grimaud, Luis: en Archivo Histórico "Alberto y Fernando Valverde", N° 3, Municipalidad de Olavarría, Secretaría de Gobierno. Provincia de Buenos Aires, 1997.
(27) Brunswig de Bamberg, María: Allá en la Patagonia. Buenos Aires, Vergara, 1995.
(28) S/F: Brunswig de Bamberg, María: Allá en la Patagonia.. Gacetilla de prensa.
(29) Wolf, Ema y Patriarca, Cristina: La gran inmigración. Buenos Aires, Sudamericana, 1991.
(30) Vernaz, Celia: op. cit.
(31) Blatter, Juan Bautista: "Sentimientos", en Vernaz.
(32) Krebs, Edgardo: "Un ’argentino’ universal", en La Nación, Buenos Aires, 28 de julio de 2002.
(33) Wanza, José: Carta enviada a El Obrero; Nº 36, del 26/9/1891. Tomado de: José Panettieri, Los Trabajadores. Biblioteca argentina fundamental. Serie complementaria: Sociedad y Cultura/18. Centro Editor América Latina. 1982. Págs.101a 104. Reproducido en Ciudad Digital Yrigoyen, www.clarin.com.ar.
(34) Madsen, Andreas: Relatos nuevos de la Patagonia vieja (Recopilación de Martín Alejandro Adair). Zagier y Urruty. 2003.
(35) Cristoff, María Sonia: "Los surcos de un pionero", en La Nación, Buenos Aires, 19 de octubre de 2003.
(36) Juárez, Francisco N.: "Una carta de Butch Cassidy", en La Nación, Buenos Aires, 25 de agosto de 2002. Foto de Butch Cassidy publicada en www.bolsonweb.com/historia/historia_cassidy.htm.
Datos de la Autora
María M. González Rouco de Prebble nació en Buenos Aires, en 1960. Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de dicha ciudad, de la que egresó con los títulos de Licenciada en Letras con Orientación en Letras Modernas (1984) y Profesora en Letras (1983). Escribió su Tesis de Licenciatura sobre los aspectos autobiográficos de la obra de Manuel Mujica Láinez, dirigida por el Dr. Guillermo Ara y manteniendo correspondencia con el escritor. Compiló la antología Territorios de infancia (Plus Ultra, 1994), en cuyo estudio preliminar amplía el tema investigado en su tesis.
Cursó asimismo algunas materias de la carrera de Historia de las Artes, estudios que abandonó para dedicarse de lleno al periodismo.
Ha publicado ensayos, comentarios, reportajes, notas de actualidad, cuentos y poemas en los diarios La Prensa (donde tramitó, en 1990, su Matrícula Nacional de Periodistas), Clarín, La Nueva Provincia de Bahía Blanca, La Voz del Interior de Córdoba, La Capital de Rosario, La Capital de Mar del Plata, Diario de Cuyo de San Juan, Pregón de Jujuy, El Diario de Paraná, El Tiempo de Azul, El Tiempo de Saladillo, The Southern Cross, Mundo Israelita y Diario Armenia.
Escribe en la revista el grillo, que dirige la escritora Carolina de Grinbaum; en esta revista se ocupa además de la Secretaría de Redacción y las Relaciones Públicas. Anteriormente escribió en Letras de Buenos Aires, Proa, Pliego de Poesía, Napenay, Lucanor y Ambito Literario (argentinas) y en Alba de América (estadounidense).
Hasta la fecha, aparecieron con su firma más de mil doscientos artículos periodísticos.
Colabora en el magazine digital Argentina Universal (Washington, Estados Unidos), en la revista digital Vetas (Santo Domingo, República Dominicana), en Letras-Uruguay (Montevideo, Uruguay) y en El Quincenal de Hungría (Budapest, Hungría), entre otros sitios.
En 2007 creó el blog Inmigración y literatura (http://inmigracionyliteratura.blog.arnet.com.ar), el más visto de Arnet.
Es autora de Inmigración y literatura, libro digital publicado en el sitio www.edu.red, y de las series Visiones del inmigrante, Inmigración a la Argentina: Personalidades e Inmigración a la Argentina: Colectividades, publicadas en el mismo sitio.
Trabajos de su autoría aparecieron en sitios del país y el extranjero; entre ellos, en el periódico virtual Galiciaoxe (www.galiciaoxe.org), en el sitio de la Fundación Xeito Novo (www.agrileira.com), en el de los irlandeses (www.irlandeses.com.ar), el de la Unión Compatriótica Armenia de Marash (www.marash.com.ar), el de los estudiantes de Historia y Geografía de la Universidad de Las Palmas de la Gran Canaria, España (www.aquacanary.com/historia/Arte.htm), Gema Consulting Services (gema[arroba]gema.com.ar), Kulturburg (www.kulturburg.org) y Guía Cultural (www.guiacultural.com).
Algunos de sus trabajos figuran como enlaces recomendados en las páginas de Horacio Vázquez-Rial (www.vazquezrial.com) y María Rosa Lojo (www.mariarosalojo.com.ar).
Su monografía "El viaje" fue citada por Lorena Amaro Castro et al., en Lenguaje y Comunicación, libro para 3r. año de educación media (Santiago de Chile, Santillana del Pacífico, 2005), mientras que Jorge Lanata citó en ADN Mapa genético de los defectos argentinos (Buenos Aires, Planeta, 2004), la monografía "El idioma".
Pasajes de sus críticas bibliográficas aparecen en libros de Sebastián Jorgi, Cristina Pizarro y Carolina de Grinbaum, entre otros.
Recibió distinciones en diversos certámenes de cuento, poesía y ensayo. En 1991 se la distinguió con el Primer Premio en el concurso "Cuentos de miedo y misterio para lectores a partir de los diez años", otorgado por la Editorial Magisterio del Río de la Plata a Martín y el diablo bretón (publicación y anticipo de los derechos de autor). El jurado que lo otorgó estaba integrado por Marta Giménez Pastor, Nelí Garrido y Julio Azamor. Dicho libro fue traducido al portugués y publicado –como A casa mal-assombrada- por Ediçoes Loyola en San Pablo, Brasil, en 1995.
Cabe destacar, asimismo, el premio otorgado en 1997 por la revista el gRillo a su cuento "Un cielo para mi abuelo"; dicho premio consistía en la publicación de un volumen individual cuento-poesía; así se publicó Josefina en el retrato (Buenos Aires, el grillo, 1998).
Algunos de estos cuentos, y otros inéditos en Internet, integran el libro digital Volver a Galicia, publicado en Letras-Uruguay en 2005.
Entre otros premios, fue distinguida con los siguientes: Mención Especial, por "Un cielo para mi abuelo", en el Concurso Literario convocado en 1997 por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires. Jurado: María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli; Mención del Jurado, por "El regreso del indiano", en el Concurso Literario convocado en 1999 por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires. Jurado: María Angélica Bosco, Eduardo Gudiño Kieffer y Jorge Masciángioli; Primera Mención, por el cuento "Peregrinación", en el Concurso "El Inmigrante", convocado en 1995 por la SADE Filial Centro (Azul, Provincia de Buenos Aires), y el Círculo Literario Mitre; Segundo Premio, Categoría Familiares de Profesionales, por el poema "De España", en el Concurso Literario convocado en 1994 por el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires. Jurado: María Angélica Bosco, Nicolás Cócaro y Eduardo Gudiño Kieffer; Mención, por el ensayo "Vagabundos y romeros", en el concurso convocado por el Ateneo Cultural de la Ciudad de Buenos Aires en 1985. Jurado: Ricardo Adúriz, María Alicia Domínguez y Oscar Hermes Villordo.
Ha participado en los volúmenes colectivos Nosotros el Sur (Buenos Aires, Ediciones Tu Llave, 1992), Territorios de infancia (Buenos Aires, Plus Ultra, 1994), Recreando la Cultura Judeoargentina/2 Literatura y Artes Plásticas (Buenos Aires, Editorial Milá-AMIA, 2004) y Recreando la Cultura Judeoargentina/3 Crecer en el gueto. Crecer en el mundo Tercer Encuentro Internacional de Intelectuales Rosario 2005 (Buenos Aires, AMIA, 2005).
Ejerce la docencia en la enseñanza media.
Autor:
María González Rouco
Licenciada en Letras UNBA / Periodista
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