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Efectos colaterales de Pablo Besarón: los desplazamientos de la muerte

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  1. Introducción
  2. La muerte y el viaje como temas canónicos
  3. La escena de la reposición desesperada en Efectos colaterales
  4. Líneas hacia tradiciones canónicas de la literatura argentina
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

Introducción

Este trabajo propone un recorrido por tres aspectos relevantes del primer libro de ficción de Pablo Besarón, Efectos colaterales (2013): la muerte, su reposición, el viaje. Y, en conexión con este último, el motivo al que llamamos de las tecnologías de lo inmortal.

Efectos colaterales se publica en el marco de una fuerte apelación a los géneros narrativos, especialmente el cuento, en la literatura argentina de, al menos, los últimos cinco años. Antologías que abarcan este período, tales como Osario común de la editorial Muerde Muertos, Diez grados a la sombra, de Emecé, Alte Killer, de Planeta, Hablar de mí, de Lengua de trapo, o reediciones de relevancia, como los Cuentos completos de Alberto Laiseca, publicado, al igual que Efectos colaterales, por Ediciones Simurg, organizan, ya comenzando a promediar la década presente, un panorama y una tendencia en la literatura argentina actual. Particularmente, Efectos colaterales desarrolla, a través de diez relatos distribuidos en dos partes, una rica serie de líneas, temas y motivos que contribuyen a la configuración de una poética que trasciende la incursión en el cuento como ejercicio, tímida forma de retorno postborgeano al género. En los relatos de Besarón se dibujan e iluminan líneas que, si bien ya estaban presentes en la tradición literaria que la precede, se hacen más notorias a partir un tratamiento singular. En este tratamiento, el tema de la muerte y el motivo del viaje, por un lado e interrelacionados, juegan un papel central; por otro lado, es recurrente, y susceptible de tratamiento crítico, una escena, a la que llamaremos "escena de reposición desesperada", cuyo funcionamiento relacionaremos con el mencionado motivo de las tecnologías de lo inmortal, término asimismo a esclarecer en el tercer apartado. Por último, explicitaremos mediante algunos ejemplos los vínculos y las transformaciones de la tradición literaria argentina en las que incurriría, desde nuestro punto de vista, Efectos colaterales. Este recorrido pretende lidiar con las complejidades que supone el trabajo de lectura con un primer libro de ficción, en el que todavía no hay certidumbre sobre los puntos de insistencia en una obra, sin que se pueda y se deba por ello leer recurrencias y zonas pasibles de desarrollo y proyección futura.

La muerte y el viaje como temas canónicos

En Crítica y ficción, Ricardo Piglia reitera la que será una de sus frases más citadas y seductoras acerca de la literatura: "en el fondo, todos los relatos cuentan una investigación o cuentan un viaje […] no hay más que libros de viaje o historias policiales. Se narra un viaje o se narra un crimen. ¿Qué otra cosa se puede narrar?" (Piglia 21). Besarón explota este aspecto al menos en dos de sus publicaciones, una no ficcional y la otra ficcional: en La conspiración, libro de ensayos históricos sobre el complot en la literatura argentina (Besarón 2009), se evidencia entre las formas de la ficción una estética policial, en la que el ensayista opera a partir de un corrimiento que, sin perder rigurosidad investigativa, ocupa espacios propios de este género. Por su parte, y como en irónico juego con La conspiración, Efectos colaterales, ya volcado en el estatuto ficcional, despuebla enfáticamente su narración del componente policial sin dejar de articular, sin embargo, pero desde otro juego de posibilidades, los dos elementos mencionados por Piglia: la muerte es escenificada, en Efectos colaterales, más allá de la investigación y, por esto, más alejada del policial respecto de La conspiración; y el viaje se vuelve, en cambio, un elemento articulador de las tensiones de su poética junto con una serie de muertes que son parte de un problema distinto del de sus causas.

Con excepción de "Noche de reyes (Papábueno Papámalo)", el último relato del volumen, cada texto pone en escena una muerte: "En otro lugar" se construye a partir de la pérdida de un embarazo; "Delia y la telenovela de las cinco" narra la rutina de una persona muerta; "Vida de novela" muestra un quiebre narrativo a partir de un suicidio; "Noticias sobre Cevares" es la historia de la sustitución de un muerto; "Parientes" explicita, desde sus primeras líneas, la reestructuración de la "novela familiar" a partir de la muerte de uno de sus miembros: "La muerte de un familiar trae esas cosas… El eslabón perdido (el muerto) hace que la cadena se deshaga. . . Aunque en esta historia quizá sí se pueda restituir el eslabón perdido, quién sabe" (Besarón 53); "Los últimos días de Daniel Knopoff" es un relato que encarna, desde una estructuración, aquí sí, de inspiración policial, lo que su título anuncia; "Los alcahuetes del Negro Gómez" atraviesa la muerte de este personaje y el impacto, finalmente fatídico, de su tendencia a rodearse de "alcahuetes"; en "El neurocirujano", el narrador propone a sus compañeros de campamento "…que cada uno contase una experiencia donde la línea que divide la vida y la muerte estuviese presente, ahí nomás" (96); "Ida y vuelta", por último, se entrama a partir de la reestructuración de una familia luego de la muerte la madre. Del motivo del viaje en cambio, podría decirse que es, en gran medida, el elemento que "hace sistema" con la muerte: "En otro lugar" narra los viajes del personaje principal a la localidad de Tandil en el intento de dar continuidad a una vida perdida (la de su hijo); en "Delia y la telenovela de las cinco" hay un cuento y una telenovela interrelacionados que enlazan, juntos, viaje y muerte; "Vida de novela" narra desplazamientos entre el Uruguay y la Argentina, con una muerte que reordena el esquema de acción de los personajes; Cevares, en "Noticias sobre Cevares", es un prófugo, un personaje que ya viene viajando, huyendo, de otro lugar, en una huida que es también la huida de una muerte que la ley le achaca; "Los últimos días de Daniel Knopoff" une, ya en el ejemplo más palmario de la relación viaje-muerte, al viaje como causal de la muerte del personaje principal. Besarón, como se puede ir advirtiendo, construye su primera ficción muy cerca de ese horizonte temático que Piglia sintetiza con claridad. En este sentido, los relatos de Efectos colaterales hacen tradición con la cuentística occidental clásica o, más estrictamente, con la tradición literaria que Piglia sintetiza para la literatura argentina. Las elecciones narrativas del libro de Besarón grafican el funcionamiento elemental de ciertas leyes legítimas y canonizadas en literatura, entendiendo esta fuerza de la tradición, desde Noé Jitrik, como el "cruce de códigos previamente consagrados en varios niveles –retóricas, gramáticas, perceptivas, etcétera- [y] es evidente que sus componentes proceden ante todo de una memoria cultural" (Jitrik 26).[1]

Esto opera, en lo que a libro de Besarón concierne, en la zona de vinculaciones con una tradición, con un canon, que el libro asimila y pone a funcionar. Además de Piglia, los referentes identificables son Jorge Luis Borges, cuyo fragmento del cuento "El fin" es incluido como epígrafe a "Noticias sobre Cevares"; y, apenas más solapado, Julio Cortázar, a quien menciona, muy a propósito de la construcción del relato que lo incluye, en "Vida de novela". Resulta particularmente sugerente el que se mencione el cuento "Continuidad de los parques" en este relato de Besarón; más allá de la referencia a lo maravilloso identificable en los relatos,[2] sobre todo en los de su primera parte, es ese vínculo que, desde lo maravilloso hasta lo realista, hace evidente una captación singular de Besarón, que forma parte de su poética y que, al mismo tiempo, sugiere una lectura crítica que vaya hacia sus antecedentes, hacia la literatura que le precede; es decir que los relatos de Besarón presentan escenas y tratamientos que propician la ocasión para una relectura de la tradición literaria nacional.

La escena de la reposición desesperada en Efectos colaterales

En los relatos de Efectos colaterales funciona una insistencia inquietante, un conjunto de escenas comunes a los textos que incluyen el volumen, a las que llamaremos escenas de reposición desesperada por parte de los personajes. Para conceptualizar con precisión estas escenas debemos recordar, en primer lugar, el privilegio de la muerte como núcleo narrativo de los relatos. Esto cobra ahora una gran importancia, ya que esa muerte debe ser, a la luz de nuestras nuevas intenciones, considerada como causa de un faltante en la subjetividad de los personajes de estos relatos. La situación arquetípica que se repite es la siguiente: a la muerte, que constituye un relato, le sigue un impulso en los personajes por dar continuidad a una escena que ya no puede ser como antes, porque carece ahora de un elemento. Esa insistencia por la continuidad se hace visible como una reposición desesperada de los personajes muertos. El resultado visible es que los personajes vivos actúan, para armonizar el faltante, por sustitución.

La complicidad de todos los personajes, en estas escenas, se torna extraña, en ocasiones siniestra,[3] precisamente porque todos parecen actuar de conformidad con la reposición, a cualquier precio, de la continuidad, cuya forma doméstica es la cotidianeidad. Los relatos adquieren, entonces, el efecto de un monstruoso final feliz, con la integridad intacta, con la muerte olvidada y las más de las veces con un personaje sustituyendo al que ha muerto. Es en este sentido que podría decirse que los relatos no tienen, estrictamente, personajes, sino funciones, piezas; esto es precisamente lo que los hace sustituibles. Hernán Bergara, en su reseña "Algunas versiones del llegar" sobre Efectos colaterales, señala a este respecto que "No hay aquí sino decisiones arropadas como personajes. . . los personajes actúan con el riguroso sentido de un deber, implacables, sin dudar. Como medios." (Bergara).

La reposición desesperada[4]es, en términos generales, un mecanismo para evitar el peso de la muerte. El conjuro de la muerte forma parte del campo semántico del libro: "Mabel quiso enterrar el recuerdo del hijo que no fue" (Besarón 13), en la pérdida del embarazo del relato "En otro lugar"; en "Noticias sobre Cevares", "Mientras más se alejaba, pensaba Cevares, el pasado se iba deshaciendo, un poco más un poco más, y ya no debería una muerte a la justicia" (43); el pasado, entonces, ligado a la muerte, es una escena de la que cabe huir, y en cuya huida, en ocasiones, se despliega el viaje. En la secuencia que hemos identificado en el libro, ese intento de "enterrar" el elemento faltante de un sistema que estaba completo, se realiza a través de la sustitución. Olegario, el personaje del primer relato del libro, en el que su esposa pierde el embarazo, "en un pacto secreto con el feto, lo alimentó, lo hizo crecer, le dio alas para que saliera al mundo" (13). En "Noticias sobre Cevares", este personaje llega a un pueblo huyendo de la muerte y lo ponen a funcionar como elemento estructurante de una familia que le es ajena. El pueblo entero termina incluyendo en el periódico la noticia de la vuelta de "Don Elvio", su nuevo nombre en reemplazo de un Don Elvio perdido en una tragedia de la que no hay detalles. El relato termina, circular y perfecto en su reposición, así: "Cevares, que ahora era Elvio Suárez, tenía una nueva vida. Una esposa, una hija, un pasado atrás. Ya no debía un muerte a la justicia" (49). El texto "Parientes" pone al personaje principal a sustituir a su hermano muerto como padre de una familia que le era ajena en ese rol: de tío, pasa a padre, en un efecto de restitución de la pieza perdida que evoca aquí su raigambre bíblica a partir de la ley del levirato, que ordenaba a las mujeres casarse con el hermano del esposo muerto. En esta línea es que están funcionando los dos procedimientos: el conjuro de la muerte, y el mecanismo de reposición por sustitución. En ambos casos, la muerte es intolerable, inadmisible: en el primero (intentar olvidar), se dirime el costado realista del libro; en el segundo (reemplazar lo muerto con una ficción o, como vamos advirtiéndolo, con otro personaje), se dirime el costado irrealista del texto. Irrealista, y no necesariamente fantástico, aunque en algunos relatos incluya lo fantástico. Decidimos utilizar "irrealista" ante la incursión, en ciertas escenas, en actitudes, por parte de los personajes, que no pactan con la razón, y que sin embargo no necesariamente dan ocasión a lo fantástico: en textos como "Ida y vuelta", Eusebio Ferraro regresa, después de haber abandonado a sus hijos por diez años tras la muerte de su esposa, a hacerse cargo de su crianza… reemplazando a su esposa perdida por su hija mayor: "Eusebio pensó que estaba de regreso, junto a su esposa e hijos. En definitiva, eran dos los que habían viajado: él a Río Grande, y ella al mundo del cual aparentemente no se regresaba." (111)

Líneas hacia tradiciones canónicas de la literatura argentina

Las sustituciones que se desarrollan en los relatos de Besarón marcan la posibilidad no sólo de leer una tendencia interesante en la narrativa de este autor, sino tambíén, como fue apuntado en la Introducción, de reinterpretar una porción de la literatura argentina a la luz de este procedimiento. Ya que el mismo no es nuevo, sí hace nuevo este enfoque como tendencia poco explorada en los antecedentes narrativos que se inscriben tras este libro. El motivo es, luego de este recorrido, evidente: consiste en el dispositivo de la tecnología de lo inmortal. Construir lo imperecedero como conjuro de una incompletitud cuya versión radical, o utopía de la desgracia, sería la de una soledad absoluta.

Este motivo, que se hace evidente en los relatos de Besarón, se vuelve más nítido en autores como el propio Piglia, quien en La ciudad ausente evoca la Máquina Macedonio como sustituto de Elena Obieta, la mujer muerta de Macedonio.[5] También figura en parte de la propia obra poética macedoniana.[6] Este motivo de la invención de una tecnología que conjure a la muerte puede advertirse en cuentos de Alberto Laiseca, como "Mi mujer", en el que un alquimista angustiado por su soledad le da vida a una mujer de una postal japonesa, o "Las tetas y el péndulo", en el que dos científicos locos se proponen construir zombis con el exclusivo fin de ser amados. El motivo de la creación de una entidad virtualmente imperecedera, como un zombi o una criatura inanimada a la que se le da vida mediante la magia, constituye un motivo de indagación interesante. El cuento "Las ruinas circulares", de Jorge Luis Borges, es otro ejemplo, y en él hay otro alquimista, solo, solitario y sobreviviente, que se propone la creación de un hombre para "…imponerlo a la realidad" (Borges 52); "La invención de Morel", de Adolfo Bioy Casares es otro ejemplo, en el que el motivo del amor revela el conjuro de la soledad y el deseo de lo íntegro: la metáfora de la "tecnología" alcanza, también aquí, como en Piglia, esa imagen que es la imagen arquetípica de la tecnología: la de la máquina: "Al hombre que, basándose en este informe, invente una máquina capaz de reunir las presencias disgregadas, haré una súplica. Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso" (168). En todos los casos, la restitución de una cotidianeidad perdida, o la imposición, a la criatura humana, de una cotidianeidad como elemento principal de representación de la vida (en tanto continuidad), constituye una larga línea que es aún prolongable, pero que, en esta primera aproximación, ya sitúa a Efectos colaterales como un texto que continúa e hilvana esta recurrencia hasta hacerla tradición.

Conclusiones

El recorrido aquí comenzado pretendió aportar la posibilidad de poner en vinculación los relatos de Besarón en Efectos colaterales con líneas y motivos existentes pero, en ciertos casos, apenas visibles en la tradición literaria argentina. Estas líneas, según nuestro recorrido, tocan los vínculos particulares entre muerte y viaje, trabajados aquí en nuestro primer apartado, o la escena que hemos identificado como de "reposición desesperada" del afecto faltante, trabajada en el segundo apartado y particularmente vinculada a esta última, algunas "tecnologías de reemplazo" de esos afectos, abordadas en el tercer apartado. Las obras y autores cuyas tradiciones toman contacto con estos elementos, únicos en la disposición que Besarón les da, han sido ya mencionados; sin embargo, lo fundamental aquí será, en todo caso, señalar en términos generales pero a partir del libro de Besarón, que una literatura fuerte,[7] como parece ser el caso, se impone a partir del modo en el que permite releer a sus propias influencias.

Los recorridos propios que Besarón realiza a partir de temas tradicionales como el viaje y la muerte (temas que Piglia recoge con inapelable capacidad de síntesis) permiten ver el funcionamiento de una primera obra de ficción abriéndose paso en una tradición, y posibilita un detenimiento crítico en los modos en los que, al decir de Claudio Guillén, lo uno interactúa con lo diverso. El lugar de la muerte y su juego con la sustitución articulan una línea que podría ser parte de un nuevo trabajo sobre la obra de Besarón y que incluya su libro de ensayos La conspiración. Pues el modo de ubicarse entre temas hegemónicos que se lee en Efectos colaterales guarda fructíferas relaciones con una astucia de complot en un plan que involucra la dialéctica entre lo existente y lo nuevo. Como si una literatura emergente complotara contra su propia tradición para poder surgir, en un juego de continuidades y rupturas que conviven en grados y modos diversos, todos ellos singulares.

Acaso no sea otra la escena central, dominante, de Efectos colaterales: complotar contra la muerte, y a favor de la continuidad. Salvando una distinción propia del libro de Besarón: en la continuidad familiar trazada siempre en Efectos colaterales, lo nuevo ingresa como la ausencia de una marca, como un acontecimiento lo más disimulado posible, como un signo de contrabando y, en definitiva, contra la muerte; en la continuidad de una tradición literaria, lo nuevo ingresa como marca, como presencia, como acontecimiento resonante y, en definitiva, a favor del nacimiento.

Bibliografía

  • Barrenechea, Ana María. "Ensayo de una tipología de la literatura fantástica". Textos hispanoamericanos. De Sarmiento a Sarduy. Caracas: Monte Ávila Editores, 1978.

  • Bergara, Hernán. "Algunas versiones del llegar. Reseña de "Efectos colaterales". Narrativas digitales. 2014. Consultado en Internet el 2 de enero de 2014: http://www.narrativasdigitales.com/algunas-versiones-del-llegar-resena-de-efectos-colaterales/

  • Besarón, Pablo. Efectos colaterales. Buenos Aires: Simurg, 2013.

  • ____________. La conspiración. Ensayos sobre el complot en la literatura argentina. Buenos Aires: Simurg, 2009.

  • Bioy Casares, Adolfo. La invención de Morel. Buenos Aires: Planeta, 2000.

  • Bloom, Harold. El canon occidental. Barcelona: Anagrama, 2002.

  • Borges, Lorge Luis. "Las ruinas circulares". Ficciones. España: Planeta De Agostini, 2000.

  • Fernández, Macedonio. "Poemas". Papeles de Recienvenido. Poemas. Relatos, cuentos, misceláneas. Buenos Aires: CEAL, 1966.

  • Freud, Sigmund. "Lo siniestro". Obras Completas, Vol. XVII. Buenos Aires: Amorrortu, 1982.

  • Jitrik, Noé. "Canónica, regulatoria y transgresiva". Susana Cella (comp.). Dominios de la literatura. Acerca del canon. Buenos Aires: Losada, 1998.

  • Laiseca, Alberto. "Mi mujer"; "Las tetas y el péndulo". Cuentos completos. Buenos Aires: Simurg, 2011

  • Piglia, Ricardo. La ciudad ausente. Buenos Aires: Seix Barral, 1992.

  • ____________. Crítica y ficción. Buenos Aires: Siglo Veinte, 1991.

 

 

Autor:

Fernando Tácito

[1] Noé Jitrik, “Canónica, regulatoria y transgresiva” (v. Bibliografía).

[2] Tomo aquí el concepto de “maravilloso” de Ana María Barrenechea, en Barrenechea, Ana María, “Ensayo de una tipología de la literatura fantástica”, en Textos hispanoamericanos. De Sarmiento a Sarduy, Caracas, Monte Ávila Editores, 1978. En él, y a diferencia de lo fantástico, la relación entre lo realista y lo sobrenatural no se presenta como problema, sino como algo naturalizado (89).

[3] Cfr. para esta denominación el artículo “Lo siniestro”, de Sigmund Freud, en el que constan todas las ambivalencias, entre lo familiar y lo inasimilable, que sobreviven en la vivencia psíquica y en la percepción.

[4] El término “desesperada” es un adverbio que queremos enfatizar, contra el artículo de Bergara, que sostiene, además, que “Los personajes de Besarón no son ni brutales, aunque asesinen, ni crueles, aunque abandonen, ni buenos, aunque restituyan la integridad de una familia herida. Sería imposible juzgarlos con una moral dramática como la nuestra, a ellos inaplicable. Se desprende de esto el hecho de que en este libro no existe el drama…”. Creemos que Bergara acepta demasiado deprisa el registro despojado y frío de los narradores del libro de Besarón, pasando por alto el evidente contenido dramático que mueve a los personajes a reponer los faltantes y a actuar por sustitución, extraña sustitución, pero no maquinal, no inhumana y, en este sentido, profundamente dramática.

[5] “Nunca aceptó que la había perdido. En eso fue como Dante y como Dante construyó un mundo para vivir con ella. La máquina fue ese mundo y fue su obra maestra” (Piglia, La ciudad 46)

[6] Cfr., por ejemplo, su “Poema al astro de luz memorial”. Su epígrafe indica: “(Yo todo lo voy diciendo para/ matar la muerte en “Ella”)” (Fernández, Papeles de 266).

[7] Tomo el concepto de Harold Bloom en El canon occidental, en el que define, de ese y de otros modos, las características de una literatura que logra abrirse un lugar en la tradición dominante que la precede y angustia.